Luna Negra (DH10)-19




Hyungsik se sentó en el borde de la cama con los pies en el suelo, los codos sobre las rodillas y la cabeza entre sus manos. Estaba tan cansado de todo, cansado de tratar de resistir, cansado de lastimar. De anhelar cosas que no podía tener.

Solo quería un minuto de paz.

¿Por qué era algo tan difícil de encontrar? Seguramente debería ser fácil y, aún así, era el objetivo más difícil de alcanzar que había conocido.

Antes de que se pudiera mover, Kevin apareció ante él en la habitación. Levantó a Hyungsik de la cama y le abrazó tan fuerte que sintió sus costillas quebrarse.

Hyungsik luchó contra el agarre.

—¡Suéltame, maldito pervertido!

Kevin le soltó y le golpeó con fuerza en el brazo.

Haciendo una mueca, Hyungsik le empujó y le habría devuelto el golpe con uno propio si Kevin no lo hubiera esquivado.

—¿A qué vino eso?

Kevin le gruñó.

—Por no decirme lo que te pasó, imbécil.

Esa última palabra estaba cargada con suficiente veneno como para derribar a un furioso elefante macho.

Completamente confundido, frunció el ceño.

—¿De qué estás hablando?

Kevin le agarró de la camisa y, furioso, le sostuvo con los puños.

—Minwoo me dijo dónde estuviste todos estos meses. Pensé que estabas en coma. Lo que más me molesta, es que debiste ser tú el que me lo dijera, no él.

Enfadado por su tono y su agarre, Hyungsik lo empujó otra vez.

—Sí, bueno, tú debiste haber sido el que me ayudara a recuperar mi alma, no él.

—Pensé que estaba soñando.

Hyungsik resopló.

—Kevin, ven a ayudarme —lo dijo fríamente, usando las palabras con las que había tratado repetidamente de conseguir la atención de su hermano—, no es exactamente sutil.

Un tic palpitó en la mandíbula de Kevin. Hizo gestos hacia la cama arrugada.

—Y cuando venía aquí a verte, parecías comatoso. Todos me dijeron que eso era lo que te estaba ocurriendo. ¿Cómo podía suponer otra cosa?

Qué convincente. Hyungsik lo fulminó con la mirada y a su obtusa estupidez.

—Debiste haberme conocido mejor. ¿Cuándo me he recostado y lamido mis heridas? ¿Francamente?

Kevin miró hacia otro lado, sus rasgos avergonzados mientras se daba cuenta de la verdad, Hyungsik no era un cobarde. Era un luchador hasta la médula.

—Tienes razón, debería haberlo sabido. Debí haber pensado mejor de ti. Pero sé cuánto significaba Yewoon para ti, asumí que…

Que Hyungsik era débil e incompetente, lo que Kevin siempre había pensado de él, y ya estaba cansado de estar a su sombra.

—Mira, no quiero hablar de eso. Lo que está hecho, hecho está. Gracias a Minwoo y a sus hermanos, estoy de regreso.

Qué irónico, dada la forma injusta en la que Dongjoon y Kevin lo habían tratado. Pero para bien o para mal, estaba aquí en el reino humano.

Ahora que lo pensaba, básicamente negoció un infierno por otro.

Dime otra vez por qué peleé tanto para regresar aquí…

Una vez más, al menos aquí nadie estaba tratando de destriparlo.

Aún.

—Sólo olvidemos lo que pasó.

Kevin escuchó las palabras, pero conocía a su hermano. Había herido a Hyungsik y les llevaría a los dos bastante tiempo volver a llevarse bien con lo que había sucedido. Y con toda honestidad, se odiaba así mismo por no haber estado ahí cuando debería haberlo hecho.

Pero tal y como dijo Hyungsik, no se podía deshacer lo que estaba hecho. Todo lo que podía hacer era asegurarse de no dejar que volviera a pasar.

—Somos hermanos, Hyungsik. Significas todo para mí. Espero que lo sepas.

Hyungsik hizo una mueca.

—¿Cuándo te convertiste en joven? Agh, si eso es lo que te hace estar emparejado, yo paso.

Kevin sacudió su cabeza.

—Kwanghee no me lo enseñó, lo hizo el perder a Yewoon. Hay bastantes cosas que desearía haberle dicho antes de que muriera. No quiero cometer ese error contigo.

Hyungsik hizo un gesto.

—Sí. Bueno, por favor comete el error. Me estás asustando con esas patrañas amorosas —indicó con su mandíbula hacia la puerta—. Tu compañero está abajo. No deberías dejarlo esperando.

Él no se movió.

—Queremos que vivas con nosotros.

Hyungsik aún no estaba listo para eso. Había cambiado mucho y vivir con Kevin y su pareja humana… En verdad, prefería no hacerlo.

—Creo que me quedaré aquí por un tiempo. Sería bueno para vosotros dos tener tiempo juntos sin tu odioso hermano inmiscuyéndose.

Kevin se burló.

—¿Es esa la verdadera razón?

—¿Qué más podría ser?

Kevin miró hacia la puerta, entonces bajó su voz a un susurro.

—Minwoo.

Hyungsik resopló, aunque su hermano estaba demasiado cerca de la verdad de lo que quería admitir.

—Somos amigos.

—Si tú lo dices. Pero tienes que saber algo si te estás liando con él…

—No soy idiota —dijo entre dientes—. Lobos y osos no se mezclan.

—Mantén eso en mente. Podría ser lo único que te salve la vida.

Hyungsik volvió los ojos.

Kevin le palmeó la espalda.

—Si me necesitas…

—Llamaré.

Kevin sacudió la cabeza.

—No te decepcionaré de nuevo Hyungsik, lo juro.

—Lo sé.

Pero Hyungsik aún no estaba seguro si podría confiar en Kevin. Su hermano no había querido decepcionarlo antes, pero aun así, lo había hecho.

Kevin le tendió la mano.

Hyungsik la tomó y permitió que Kevin lo arrastrara en un apretado abrazo de hombres. Lo acarició en la espalda antes de que se fuera.

Solo, Hyungsik regresó a la cama únicamente para oír a alguien más llamando a la puerta. Instantáneamente supo quién era. Sólo una persona tenía ese suave, titubeante golpe y olía a vainilla con aroma a lavanda.

—Adelante, Minwoo.

Empujó la puerta abierta para fruncirle el ceño mientras sostenía una bandeja de comida.

—¿Cómo supiste que era yo?

—Te olí.

—Y pensar que desperdicié todo ese tiempo bañándome y todo mi dinero en jabón. ¿Por qué me molesto cuando evidentemente apesto?

Sonrío a pesar de si mismo mientras ponía la bandeja a un lado.

—Me gusta la lavanda más que ese olor a vainilla que tienes ahora. Ladeó su cabeza en fingida ofensa y apoyó una mano en su cadera.

—Oh, estoy siendo discriminado por el lobo que no se ha bañado en… ¿Cuántos meses han sido?

—No es culpa mía. Podrías haberme bañado.

—¡Ja! Entonces habrías estado sin piel y ya no necesitarías un baño.

Despreció lo encantado que estaba por este intercambio. Más concretamente, por su presencia.

—¿Por qué estás aquí?

—Quería asegurarme de que tú y Kevin estuvierais bien.

—Sí.

Minwoo lo miró sospechosamente mientras se acercaba a la cama.

—No pareces tan seguro de eso.

—No es eso, quiero a mi hermano, eso sólo…

Amargura. Esa era la única palabra que hacía justicia a su malhumorado estado de ánimo. Esperaba que fuera temporal.

—No es nada de lo que no pueda salir.

Minwoo le pasó una cerveza.

—Si tú lo dices.

Lo tomó y miró la bandeja de comida que él había puesto en su cómoda.

—Pensé que te había dicho que no tenía hambre.

—Supuse que estabas mintiendo.

Se rió.

—Gracias por la fe.

Arrugando su nariz hacia él, descubrió el plato para mostrarle jamón, pavo, adobo y patatas.

—¿Necesitas algo más?

A ti…

Dioses. Era un tonto, su trasero era lo único a lo que quería darle un mordisco, incluso ahora podía imaginarse desnudarlo y hacerle el amor hasta que los dos estuvieran ciegos por ello.

Se aclaró la garganta, deseando poder aclarar su mente así de fácil.

—No, y de verdad estoy arrepentido por la forma en la que te traté antes.

—Deberías estarlo, pero lo entiendo. Tengo los mismos sentimientos, lo que en realidad me molesta.

Tomó un largo trago de su cerveza.

—Hay algo malo en nosotros ¿no es así?

—Sí, estamos rotos.

Poniendo la cerveza a un lado, le atrajo hacia él hasta que estuvo de pie entre sus rodillas abiertas. Su esencia lo envolvió como una manta caliente mientras se imagino deslizar su camiseta sobre su cabeza.

—Nunca he deseado a alguien tanto como te deseo a ti.

Descansó las manos en sus hombros mientras miraba hacia él, su mirada caliente.

—Nunca he deseado a un hombre hasta conocerte a ti.

Inclinó su cabeza contra su estómago mientras Minwoo pasaba su mano a través de su cabello y luego por sus hombros.

—¿Qué vamos a hacer?

Su contacto envío escalofríos sobre él.

—Debemos mantenernos apartados. Soy el heredero de mi madre. Tengo que encontrar un oso con el que emparejarme.

La ira se disparó a través de él con esas palabras. No podía soportar el pensamiento de otro hombre tocándolo, pero dejó que el calor de su cuerpo lo apaciguara hasta que estuviera calmado de nuevo.

—Podemos comportarnos como adultos.

—Absolutamente, somos amigos.

Amigos. ¿Alguna vez existió una palabra más asquerosamente inventada?

Minwoo bajó la mirada mientras él se apartaba para mirarle. Su cabello estaba despeinado, le daba un salvaje sex appeal que era difícil de resistir. Y esos hermosos ojos… podría fácilmente perderse en ellos.

No…

—Me voy a mi habitación.

Hyungsik asintió y lo soltó. Con el corazón pesado le vio irse, aún cuando lo que realmente quería hacer era llamarlo y huir a un lugar dónde a nadie le interesara si era un lobo y él un joven oso.

—¿Qué he hecho?

Hacer una completa y destructiva ruina de tu vida.

Era verdad. Todo se había jodido y no tenía ni idea de cómo arreglarlo de nuevo.

Suspirando, fue hasta la bandeja que Minwoo había traído y se sentó a comer.



Minwoo hizo lo mejor que pudo para poder dormir. Pero por alguna razón, no podía.

Eran alrededor de las tres de la madrugada cuando fue al baño y vio luz bajo la puerta del dormitorio de Hyungsik.

En contra de su mejor juicio, atravesó el corredor para golpear suavemente en su puerta.

El no respondió.

—¿Hyungsik? —susurró.

De nuevo, no respondió.

Cerrando los ojos, miró dentro de la habitación y lo encontró ahí. Estaba paseando por la habitación como un animal enjaulado. Salvaje. Frío. Letal.

Algo iba mal.

Sin considerar el peligro, Minwoo entró para verlo.

Hyungsik se lanzó sobre él tan rápido, que no pudo ni siquiera protegerse. Lo fijó contra la pared, su mano en su cuello, como si pudiera matarlo justo donde le tenía.

Pero en el momento en que le tocó, su mirada se aclaró y se enfocó en su cara.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Vi la luz encendida y estaba preocupado por ti.

Hyungsik se echó hacia atrás, sus facciones atormentadas, mientras se pasaba una mano por su oscuro cabello.

—No puedo respirar, Minwoo. No me puedo relajar. Tengo miedo de irme a dormir. ¿Qué pasa si no me despierto otra vez?

El hecho de que le confiara eso le dijo lo trastornado que estaba.

—Estás bien. Estás de vuelta y seguro.

—¿Lo estoy? No me pude despertar antes.

Minwoo lo atrajo hacia sus brazos y lo mantuvo cerca.

—Ya se ha terminado, Hyungsik.

Hyungsik quería creerlo, pero ¿cómo podía?

—No, no ha terminado. Puedo sentirlos todavía agarrándome. Puedo escuchar el batir de las alas de los Reapers y ver a los Recolectadores buscando víctimas. Vienen a por mí. Lo sé.

Le cogió la cara entre las manos y le hizo mirarle.

—Voy a estar contigo y asegurarme de que nadie te aleje.

El se mofó.

—Escúchame —dijo firmemente—. Realmente no pensarás que me pasé meses de infierno, acechando a Daimons y descendiendo a Kalosis para dejar que te tengan de nuevo, ¿verdad?

Bueno, cuando ponía las cosas de esa forma.

—No.

—Entonces créeme, no voy a dejar que vengan por ti. Si hay algo que un oso puede hacer, es pelear.

Hyungsik asintió y volvió a la cama. Minwoo le arropó con la manta y se sentó en el borde de la cama.

Él tomó su mano entre las suyas y las mantuvo cerca. Jiyong lo había marcado. Pero Minwoo no podía ver la marca a través de su camiseta. Quería hablarle sobre el intercambio que había hecho.

Si sólo pudiera. La verdad era, que estaba avergonzado de no poder protegerlo sin eso.
Sobre todo, estaba asustado de que el demonio de su interior pudiera manifestarse y herirle.

—Si yo llegara a hacer algo extraño, me dejarás inmediatamente. ¿Entiendes?

Minwoo arrugó su frente con sospecha.

—Extraño, ¿cómo?

—No sé. ¿Intentar comerte?

Minwoo arqueó su frente ante esto.

—Vale. ¿Haces ese tipo de cosas comúnmente?

—No realmente, pero quién sabe después de esto. Tal vez, hasta puede que me salgan cuernos y me convierta en Simi cuando no estés mirando.

—Bueno, te prometo que si vienes hacia mí con un mal yuyu, te arrancaré las tripas. Y si te transformas en una demonio Gótica adolescente, voy a reírme a carcajadas.

—Bien.

Minwoo se rió.

—Eres el único que conozco que podría encontrar en esa amenaza un alivio.

Hyungsik intentó sonreír, pero su cansancio lo estaba sobrepasando. Había algo en Minwoo que lo hacía sentir seguro. Antes de que se diera cuenta, estaba dormido.


Minwoo se quedó alrededor de una hora viendo a Hyungsik dormir. Era tan extraño verle de esa forma. Él le recordaba a su sobrina, a la cual no le gustaba la oscuridad.

Sólo que su sobrina tenía cuatro años.

¿Qué horrores había pasado Hyungsik allí abajo para que todavía creyera ser perseguido por ellos?

—Me gustaría poder ayudar.

Pero sólo el tiempo podía sanar lo que se había roto dentro de él. Todo lo que podía hacer, era estar ahí cuando necesitara fortaleza y compañía.

¿En qué estaba pensando?

Necesitaba mantener las distancias con él. Y aun así, era muy difícil cuando todo lo que quería hacer era quitarse la ropa, meterse en la cama junto a él y tener su cuerpo enterrado profundamente en el suyo.

Había algo tan raro con respecto a él.

¿Y si es mi Compañero?

Seguro que los Destinos no serían tan crueles.

Oh, ¿en qué estaba pensando? Claro que podrían ser crueles. Ellos conspiraban para que los hombres se comieran a sus propios hijos. Que las madres mataran sus bebés. No había nada más traidor que ellos.

Con el corazón pesándole, pasó un dedo por su mejilla barbuda. Le encantaba cómo se sentía. Cómo se veía.

Sobre todo, amaba su sarcasmo, su humor amargo.

Soltando un cansado suspiro, se recostó contra la pared.

—¿Qué va a pasar con nosotros?



Woorang levantó la mirada mientras Cosette entraba en su estudio. La pálida mujer criolla era tan bella como su antecesora, una de las más notorias sacerdotisas Vudú en el mundo.

—¿Qué puedo hacer por ti? —preguntó, cerrando la agenda en la que estaba escribiendo.

—Tenemos un problema, cher.

—Y ¿qué problema es?

—Mi demonio está muerto.

Woorang no se movió durante tres latidos de corazón mientras esas palabras hacían mella en
él.

—¿A qué te refieres?

—Mis espíritus me han dicho que un hombre lobo lo asesinó mientras iba tras la puta a la que yo lo había enviado a matar. Es difícil para mí terminar con tus enemigos mientras mis sirvientes son masacrados antes de que ellos puedan realizar su asignación. Solamente pensé que debías saberlo.

Woorang unió sus manos con una calma que estaba lejos de sentir. El demonio tenía, supuestamente, que asesinar a una estudiante y dejar la evidencia que implicaba a Ha Jeup en el homicidio. El callejón para el ataque había sido cuidadosamente escogido, ya que estaba a unos cuantos bloques del club que el oso estaba renovando.

—No estoy feliz, Cosette.

—¿Me veo como si lo estuviera celebrando?

Ella lo clavó con una mirada que haría a un hombre más débil temer por su alma.

—¿No podrías convocar a otro demonio?

Ella hizo un sonido de profundo agravio.

—Convocar a uno como ese no es algo fácil de hacer. Estuve en cama durante tres días después de haberlo hecho.

—Los detalles no me importan.

—Bueno, pues deberían.

—Y ¿por qué deberían?

Una esquina de su boca se elevó en una sonrisa burlona.

—El universo es un balance delicado. Lo que tú envías siempre encuentra una forma de regresar. Este hombre lobo es un cazador, un perseguidor. Mis espíritus me han dicho que lo deje en paz.

El se mofó de sus gilipolleces supersticiosas.

—Deberías tener cuidado, ma pettite. Existen cosas más escabrosas en este universo que tu cazador.

—Eso lo sé demasiado bien. Pero… hay algo malvado que se está cocinando en la ciudad. Una convergencia de espíritus. Eso me preocupa.

—Deberías estar más preocupada de desobedecerme. No me gustan las decepciones —movió su mano ociosamente sobre el cuero negro mientras contemplaba las últimas noticias—. Dime… ¿tus espíritus por lo menos te dieron el nombre del Loup-garou?

—Ellos lo llamaron Hyungsik.

Su mano se paró a medio camino.

Hyungsik…

Aquel bastardo que suponía había muerto. El único que había puesto sus patas asquerosas sobre su hijo.

Woorang llevó su mano hacia atrás mientras la rabia cruda y absoluta se vertía sobre él.

—No tienes idea de lo infeliz que esto me hace.

—Ahí estás equivocado. Lo sé. Pero escúchame. Mis espíritus nunca se equivocan. Un malvado poder emergerá y nos amenazará a todos. Debemos estar prevenidos.

Woorang tenía la intención de ser más que cauteloso con respecto al problema. Iba a confiar en ello y usarlo. Y eso fue lo que le dio un plan brillante.

¿Por qué no lo había pensado antes?

Las leyes del Empire no se aplicaban a todas las especies. Había una en particular que ellos no protegían o controlaban. Una especie que no estaba atada a las reglas del Omegrión.

Olvídense de Wonbin y en lo que estaba trabajando. Esto era mucho mejor. Sería algo que los Ha nunca podrían imaginarse venir.

Algo que los destruiría para siempre.

—Cosette, mi salvaje niña, tengo una nueva idea para ti y tus espíritus.



Fiel a su palabra, Hyungsik se quedó en el Empire para trabajar como gorila. Papá Oso había tratado de hacerle camarero, pero una noche había demostrado lo desastroso de la decisión ya que Hyungsik carecía del temperamento apropiado.

Siempre que alguien se quejaba de su consumo, no era bueno para ellos.

De no ser por la mediación de Minwoo, tendrían incluso a algún turista en silla de ruedas. Y ahora había un agujero en el muro que estaba reparando Quinn y que saldría del próximo cheque del sueldo de Hyungsik.

Así que trabajaba como musculitos cuando ellos le necesitaban, mientras Taeyang se quedaba en la puerta y supervisaba quien entraba y salía.

No era el peor trabajo del mundo y le dejaba libre para mirar a Minwoo sin que sus hermanos le sacaran los ojos de las órbitas. Mejor aún, le pagaban por mantener un ojo sobre él y asegurarse de que nadie se le aproximaba mientras trabajaba. Definitivamente era un trabajo con beneficios.

Y como le encantaba mirarlo. La forma en que se reía con los clientes habituales o se divertía con los más jóvenes que habían venido a comer con sus padres. Él siempre les daba algún dulce, e incluso se sentaba y dibujaba con ellos si no había demasiado trabajo. Amaba a los niños de todas las especies.

No podía dejar de preguntarse cuanto mejor sería con sus propios cachorros…

Tenía una gracia incomparable en todo lo que hacía y le dolía sólo el mirarlo.

Si por lo menos él fuera un oso…

El pensamiento le torturaba constantemente cuando se rozaban mutuamente tratando de permanecer indiferentes. Era tan injusto, pero sabía que así era la vida. Y él parecía ser la cabeza de turco la mayor parte de los días.

—Hey, ¿Hyungsik? —ladró Donghyun con su temple habitual—. Échanos una mano.

Giró la cabeza para ver a Taeheon, Colt y Donghyun tratando de mover los pesados altavoces del escenario a una nueva posición para que el vocalista principal de los Zea, no puteara otra vez con el acople del sonido.

Hernia allá voy.




2 comentarios:

  1. O.o
    Ahhhh
    Kevin eres un tonto de los mas grandes!!!
    Aww~ Sik y su miedo a dormir! Fue un momento tan...tierno(?). Bueno, Minwoo lo hizo parecer a si...
    Ahhhhhhhhh
    Quiénes quieren inculpar al oso!?????
    Quiénes son!????
    Que raza no protege el omerigron(?)
    Ahhhhhhhh
    Nooooo

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  2. bueno espero y se reconcilien pronto los hermanitos lobo y muy pronto el lobo puedo estar con su osito

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...