Hyungsik intentó por todos los medios convertirse en un
lobo, pero no podía. No era nada bueno, pero no había nada que pudiera hacer.
Bien. Era humano y como humano lucharía con todo lo que
le habían dejado. Pero ellos estaban a punto de aprender la única realidad en
cuanto a él concernía.
Nadie tomaba lo mejor de Kim Hyungsik. Nunca.
—Bailemos, gilipollas. —Trató de aplastarlos con su
fuerza.
Sus poderes no estaban funcionando.
Oh. Mierda...
Hyuna rió.
—Éste no es tu reino, lobo. Aquí tú eres sólo una
persona... una con una fuerza vital que puede alimentarnos a todos.
—Bebé, no vale la pena la indigestión. Créeme —le replicó
Hyungsik.
Tiró al primer demonio que trató de alcanzarlo. El
demonio se quedó estupefacto y se apartó. Tomó al siguiente con un golpe en su
mandíbula que lo dejó tambaleante.
Pero estaba seriamente sobrepasado.
Sobrepasado por la magnitud de su grupo, fue derribado
hacia el frío y húmedo suelo. Maldiciendo, Hyungsik hizo todo lo que pudo para
liberarse.
No era suficiente.
Lo tiraron de él más profundamente dentro de la cueva y
lo estamparon contra una pared de piedra.
—Muy bien, lobo. Pelea contra nosotros con todo lo que
tienes. —La risa corrió en sus oídos un instante antes de que algo atravesara
su pantorrilla.
Hyungsik gritó de dolor.
Más risas llenaron sus oídos.
Hyuna se acercó bajando la mirada hacia él.
—Mientras más sufras, más fuertes nos volveremos. Nos
alimentamos del dolor. De la miseria. Así que dame lo mejor de ti.
Un hombre se colocó junto a ella.
—Ha pasado mucho tiempo desde que tuvimos uno así de
fuerte aquí. ¿Cuánto piensas que durará?
—No sé… pero será interesante y dado su naturaleza,
debería ser suficiente para sacarnos de aquí hacia el reino mortal. —Ella tomó
la daga de su mano—. Mientras tanto…
La hundió a través del estómago de Hyungsik.
—¿Comió?
Kevin tragó saliva ante la pregunta de Mamá Ha y negó con
su cabeza. Hyungsik no había comido un bocado desde que los osos lo habían
traído hacia dos días.
Su hermano estaba muriendo y al igual que con Yewoon, no
había nada que Kevin pudiera hacer para salvarlo.
Una rabia impotente lo llenó y quería sangre por lo que
le había pasado. No sólo a Yewoon, sino también a Hyungsik.
Mamá Oso le sonrió gentilmente.
—Si necesitas algo, pídelo.
Kevin se forzó a sí mismo para no gruñirle.
Lo que necesitaba era que su hermano estuviera completo
de nuevo. Pero el ataque de los Daimon había dejado a Hyungsik sin nada por lo
que sobrevivir. Habían tomado más que la sangre de su hermano, habían tomado su
dignidad y su corazón.
Kevin dudaba si su hermano sería normal de nuevo.
Mama cambió a su forma de oso y se retiró.
Todos los habitantes del refugio se dirigían a sus
habitaciones donde podían pasar el día en sus verdaderos cuerpos animales,
seguros del mundo que no sospechaba.
Si tan solo él pudiera hacer lo mismo.
—Es un zoológico ¿Cierto?
Alzó la mirada a dónde procedía la voz de Colt, cercana a
la puerta. Como Mamá y su clan, Colt era un oso, pero a diferencia de ellos,
también era un Arcadiann.
Kevin estaba impresionado de que los osos lo toleraran.
La mayoría de los clanes Katagaria matarían cualquier Arcadiann a la vista.
Pero también, Mamá Ha y Papá Oso no eran la tribu usual.
—¿Qué quieres? —preguntó Kevin.
Colt cruzó sus brazos sobre el pecho.
—Estaba pensando… sabes que sería mucho más seguro para
todos en el Empire si hubiera dos Centinelas protegiendo los Has.
Kevin le mostró los dientes.
—¿Desde cuándo un Centinela protege un clan Katagaria?
Colt le dedicó una mirada burlona.
—¿Eso viene de un Centinela que está acariciando una piel
de lobo Katagaria?
La rabia oscureció la vista de Kevin, ante el hecho de
que Colt podía ver lo que siempre había mantenido oculto de todos los demás. Si
no fuera por la necesidad que tenía de permanecer allí por la seguridad de Hyungsik,
estaría lanzándose a la garganta de Colt.
—No soy un Centinela y no soy Arcadiann.
—No te puede esconder de mí, Kevin. Como yo, has escogido
esconder tus marcas faciales, pero no cambia lo que eres. Nosotros somos
Centinelas.
Kevin lo maldijo.
—Nunca seré Centinela. Rechacé ese derecho de nacimiento.
No cazaré y mataré a mi propia raza.
—¿No lo has hecho ya? —Colt arqueó su ceja—. ¿Cuántos
Centinelas has masacrado por tu manada?
Kevin no quería pensar en eso. Eso había sido diferente.
Ellos habían amenazado a Yewoon y a Hyungsik.
Colt dio un paso adelante.
—Mira, no estoy aquí para juzgarte. Sólo estoy pensando
que sería más fácil para...
—No me estoy quedando —gruñó Kevin—. Los lobos no se
mezclan con otros. Una vez que esté lo suficientemente fuerte para proteger a Hyungsik
de nuevo, nos iremos.
Colt inhaló profundamente y asintió con la cabeza.
—Lo que sea. —Se giró y se fue.
El corazón de Kevin dolía mientras dejaba el cuarto lo
suficiente para llevar la comida intacta de Hyungsik hacia la cocina.
Si su hermano no regresaba pronto, no sabría qué debía
hacer. Ambos estaban bajo sentencia de muerte.
No pasaría mucho antes de que su padre mandara
exploradores de nuevo para determinar su destino. Una vez que descubrieran que
ambos habían sobrevivido, los asesinos vendrían por ellos. Necesitaba que Hyungsik
se moviera.
Podía pelear solo, pero cargar con el catatónico trasero
de Hyungsik con él no sería fácil y no era algo que deseara hacer cuando todo
lo que deseaba era descansar y lamerse sus heridas también.
Maldito Hyungsik por ser tan egoísta.
Cuando Kevin regresó arriba a su cuarto, encontró a Taeheon
justo dentro de la puerta y a Ha Minwoo en la cama junto a Hyungsik.
Minwoo era un hermoso joven rubio. Era la joya y el
orgullo del clan Ha y por lo que había visto era una de los verdaderos osos con
buen corazón.
Kevin frunció el ceño cuando Minwoo se inclinó hacia
adelante y le susurró algo a Hyungsik. Acarició la piel de Hyungsik y se
levantó de la cama. Se congeló cuando vio a Kevin.
—¿Que le dijiste? —preguntó Kevin.
—Le dije que ambos son bienvenidos aquí. Que nadie
volverá a herirlo de nuevo.
Kevin miró a su hermano.
—No nos quedaremos.
Taeheon le dio una sonrisa sarcástica.
—Tiene gracia. Eso es lo que yo dije también, sin embargo
aquí estoy.
—No soy tú, Tigard.
La rabia se mostró en sus ojos.
Kevin se preparó a sí mismo para el ataque.
Minwoo los separó entonces.
—Vete a la cama Taeheon. Sé que estás cansado.
Eso pareció diluir su temperamento lo suficiente para girarse
e irse.
Minwoo miró a Kevin.
—Sé lo que Carson dijo acerca de Hyungsik, pero...
—¿Qué?
Miró a través de Kevin hacia donde Hyungsik descansaba en
su estupor.
—No lo sé. Es que sólo que a mí no me parece Hyungsik. Él
no es la clase de persona que sólo se abandona a sí mismo de ésta manera. Y no
sale de eso.
Kevin replicó:
—No conoces a mi hermano. No está acostumbrado a que
nadie sea mejor que él. Nunca. Le quitaron una gran porción de su ego en el
pantano, pero estará bien. Lo sé. — Kevin miró por encima de su hombro a su
hermano—. Estará mejor por la mañana.
Minwoo no respondió a eso. Era lo que Kevin había estado
diciendo desde que llegaron. No creía en eso mucho más de lo que él lo hacía.
Pero sentía que algo estaba muy mal. No podía señalarlo...
Aún así el sentimiento persistía.
—Buenas noches —dijo, ofreciéndole a Kevin una sonrisa
antes de dejarlo.
Aún incómodo, recorrió el camino hacia su habitación,
donde se preparó para ir a la cama. Mientras se lavaba la cara y cepillaba el
cabello, no podía sacudirse el sentimiento dentro de él. Era como si Hyungsik
le estuviera gritando. Como si hubiera algo que él quería que supiera.
Frustrado se dirigió hacia su cómoda y tomó su teléfono
móvil. Nunca había llamado antes a Shindong, pero no podía pensar en nadie más
que pudiera ayudarle.
Contestó al primer toque.
—Hola Shin, soy Ha Minwoo ¿Cómo estás?
—Confuso. ¿Cómo conseguiste mi número?
Minwoo se pasó la mano a través de su cabello mientras se
paseaba sobre la alfombra Oriental de su habitación.
—Taeyang me lo dio cuando se lo diste. Sólo por si acaso.
—Ah. Disculpa por ser tan abrupto. No estoy acostumbrado
a que vosotros me llaméis. Por lo general me llaman del ala de los
Dark-Hunters.
Minwoo rió.
—Sí, lo supongo.
—Entonces, ¿qué puedo hacer por ti?
—Yo... —dudó qué decir. Él probablemente pensara que
estaba loco. ¿Cómo podía explicarle el sentimiento cuando incluso él no lo
entendía?—. ¿Qué es lo que sabes acerca de ataques de Daimons?
Su rica risa llenó le llenó el oido
—Ni una maldita cosa. ¿Por qué?
Minwoo puso los ojos en blanco ante su sarcasmo. Sí, era
una pregunta estúpida dado el hecho de que él había estado luchando contra
ellos por más de once mil años.
—No sé si conociste a Kim Hyungsik, pero fue atacado por
Daimos hace uno días y...
—Sus palabras murieron al tiempo que Shin apareció a su
lado vestido todo de negro.
Su cabello negro combinaba con su vestimenta, a excepción
de profundas unas vetas borgoña en él. A pesar de que era el más viejo de los
Dark-Hunter en edad, físicamente parecía sólo de veintiuno.
—¿Qué pasó?
Minwoo estaba muy ocupado acostumbrándose a la inesperada
entrada en su habitación para
responder a su pregunta.
—¿Cómo lo hiciste? No sabía que los Dark-Hunters pudiera
tele transportarse.
—Algunos podemos. Ahora, ¿Qué le pasó a Hyungsik?
Cerró su teléfono y lo regresó a la mesa.
—Fue atacado en el pantano y ahora está en coma.
—¿Pero no muerto?
—No, no está muerto.
Él dejó salir un suspiro de alivio.
—¿Dónde está?
Minwoo lo guió hacia abajo al salón, donde le habían dado
a Hyungsik su propia habitación. Tocó la puerta y esperó por el agudo gruñido
de Kevin antes de empujarla para abrirla y encontrarlos donde los había dejado.
Kevin se puso de pie en el momento que vio a Shindong.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Su tono era acusatorio y
frío.
—Me enteré de lo de Hyungsik. ¿Qué pasó?
Un tic empezó en la mejilla de Kevin.
—Fue una timoria. Fuimos dados por muertos y después
atacados por Daimons.
Después de entrar a la habitación. Shin se arrodilló ante
la cama para examinar el cuerpo de Hyungsik. Colocó una gran mano en el cuello
de Hyungsik y le alzó los párpados.
Minwoo intercambió miradas con Kevin.
—Carson dice que está en shock por el ataque.
—Dijo que está muriendo —agregó Kevin.
Shin bajó su mano y miró hacia ellos.
—Esto es extraño. Parece como que si estuviera ya muerto.
—No digas eso.
Shin se inclinó mientras Kevin le lanzaba un golpe.
—Puedes atacarme todo lo que quieras, pero no cambia
nada.
Minwoo puso su mano en el brazo de Kevin, tratando de
reconfortarlo.
—¿Has visto algo como esto? —le preguntó a Shin.
—No en once mil años y tampoco lo entiendo. Los Daimons
pueden alimentarse de humanos y Were-Hunter sin causar daño. Sin embargo esto…
Minwoo tragó.
—Pareciera como si le arrebataran el alma.
—No —dijo Kevin con un suspiro—. Le arrebataron más que
eso. Es Yewoon. Él no soporta dejarla ir. —Se movió para sentarse a un lado de Hyungsik—.
No pienso que sea capaz de manejar la pena de vivir sin ella.
Minwoo animó a Shin a salir de la habitación.
En el corredor, cerró la puerta lentamente tras ella y
esperó que Kevin no estuviera escuchando.
—¿Piensas que es así de simple?
Él negó con la cabeza.
—Yo tampoco.
Shin miró de regreso a la puerta, como si pudiera ver
dentro de la habitación.
—Déjame revisarlo con Phoenix. Estoy contigo. Creo que
hay más que lo que es obvio.
—Gracias.
Inclinó su cabeza antes de dejarlo solo. Minwoo hizo el
camino de regreso a su habitación donde terminó de prepararse para la cama.
La madrugada estaba iniciando cuando finalmente se
acostó.
¿Minwoo?
—¿Hyungsik?
Sus sueños cambiaron hasta que lo vio envuelto en una
oscura niebla. Parecía cansado y pálido, pero completo. Estaba vestido sólo con
un par de sangrientos jeans y sus pies desnudos estaban marcados con cortes y
moretones.
Corriendo hacia él, trató de alcanzarlo sólo para
alejarlo de nuevo.
—¡Hyungsik! —le llamó.
—Shh. —susurró él, su voz haciendo eco en la oscuridad.
—¿Dónde estás?
—No lo sé. En una cueva.
Caminó hacia adelante hasta que él le tomó y lo empujó
contra una rugosa pared.
—No te muevas —su tono era un susurro amenazador.
Minwoo se estremeció ante su cercanía. Había olvidado qué
tan alto y formidable era en su forma humana. Pero olía delicioso y se veía
incluso mejor. Con la barba de una semana tenía una apariencia ruda que sólo se
agregaba a su formidable atractivo sexual.
Envolviendo sus brazos a su alrededor, lo acercó más,
revelando la dureza de su cuerpo. Revelando de hecho que estaba con él y no
muerto.
Él hundió su puño en su cabello y colocó su rostro en su
cuello como si fuera la línea de vida a la cual se aferraba. Nadie nunca lo
había sostenido con tal ternura. Dioses, qué bien se sentía y cuánto deseaba
estar justo ahí con él.
Pero algo húmedo y caliente estaba mojando su estómago.
Fue en ese momento cuando se percató de lo que era. Hyungsik estaba sangrando
profusamente de una herida en su estómago. Sorprendido, lo empujó para ver su
sangre cubriéndole la bata.
—¿Qué demonios?
Cubrió su mano con la suya y la apartó de su herida.
—Un grupo de demonios babosa me atacaron. Los alejé, pero
no fue fácil. —Frunció el ceño en disgusto—. Mira no tengo mucho tiempo antes
de que me encuentren de nuevo y tú no puedes permanecer aquí. Si alguno de
ellos te encuentra, te matarán o peor, te tomaran prisionero.
—No entiendo.
Él tragó antes de hablar de nuevo.
—No puedo despertar, Minwoo. Necesito que alguien
encuentre a los demonios que se alimentaron de mí y los mate.
Minwoo se asustó.
—¿Qué?
—Los Daimons… tomaron lo suficiente de mi alma y está
atrapada dentro de ellos. Así que mientras vivan no puedo despertar o usar mis
poderes. Eso también lo tienen. Alguien tiene que matarlos para que pueda estar
completo de nuevo. ¿Entiendes?
Minwoo asintió.
—¿Cómo los encontraré?
Él tomó su mano y la sostuvo contra su pecho desnudo,
justo sobre su corazón. La calidez de su piel la hizo estremecerse.
—Usa tus poderes.
Cerrando los ojos, se concentró en la noche en la que él
fue atacado. Uno por uno vio los rostros de los Daimos que lo atacaron.
Él se reclinó para susurrarle al oído, su voz profunda y
seductora.
—No puedo hacer esto solo, Minwoo. No puedo encontrarlos
desde aquí.
Minwoo frunció el ceño ante su petición, que estaba tan
fuera de su carácter. Hyungsik nunca pediría ayuda de nadie.
—¿Quién eres?
Él tomó su cara entre sus manos.
—Soy yo. Lo juro.
—No. Hyungsik no pediría ayuda. No de mi parte.
Él rió amargamente.
—Créeme, esto tampoco es lo que yo quiero hacer. Pero no
puedo pelear por mi cuenta. Lo he intentado todo y Kevin no está respondiendo.
Piensa que soy un sueño y no importa cuánto lo intente, no responderá. Tú eres el
único que ha venido hacia mí. Por favor, Minwoo. No me dejes aquí así.
La duda lo llenó.
—¿Cómo sé que eres tú?
Respondió su pregunta con un apasionado beso, uno que lo
dejó sin aliento y caliente. Necesitado. Temblando. Oh, sí… era Hyungsik. No
había duda. Nadie más besaba como él lo hacía. Y nadie más tenía su esencia.
Él se retiró, sus ojos atormentados.
—Sácame de aquí. Por favor. Tú eres la única esperanza
que tengo.
Minwoo asintió mientras se escuchaba un feroz gruñido. Hyungsik
lo empujó rápidamente.
—Los Recolectores están viniendo de nuevo. Vete bebé. —Lo
besó en la mejilla—. No regreses. No es seguro para ti.
Lo empujó de nuevo y se fue.
Minwoo se despertó tembloroso. Asustado, miró alrededor
de su habitación para ver la luz del sol mucho más alta en el cielo mientras se
deshacía de las legañas de sus parpados. Desorientado miró a su reloj. Las diez
de la mañana.
Sólo fue un sueño.
¿Entonces por qué estaba siendo cazado por él? Minwoo se
giró y trató de regresar a dormir.
Necesitó más de cinco horas. Aún así, no podía sacudirse
el sonido desesperado de la voz de Hyungsik en su cabeza.
Lo necesitaba.
Se regañó a sí mismo.
—Él está en cama, idiota. Vuelve a dormir.
No podía. No importa cuánto lo intentara, no podía
relajarse o hacer que el sentido de urgencia lo dejara. Se reprendió a sí mismo
por su estupidez, se levantó, arropándose en su albornoz y se dirigió corredor
adelante hacia la habitación de Hyungsik.
—Gah, te ves como la mierda.
Miró a Taeyang mientras se encontraban en el corredor.
—Por lo menos tengo una razón para eso amigo. ¿Rompiste
el espejo ésta mañana o qué?
Taeyang rió mientras seguía caminando alejándose.
—Pensé que estabas en el turno de la noche.
—Lo estoy. Sólo voy al baño.
Él le dio una mirada maliciosa.
—Dejé la tapa levantada.
—Por supuesto que lo hiciste. Al menos ésta vez me
avisaste.
Él arrugó su nariz juguetonamente antes de desvanecerse.
Sacudiendo la cabeza ante su hermano y sus travesuras,
redirigió sus pasos a la habitación de Hyungsik. Cuidadosamente abrió la puerta
para asegurarse de que estuviera solo, lo cual, afortunadamente, estaba. Kevin
debía haberse ido finalmente a su habitación.
Minwoo se deslizó hacia el cuarto y cerró la puerta.
Todo estaba en silencio. Ni siquiera se podía escuchar un
susurro.
Debo estar loco…
Tenía que estarlo.
Moviéndose para colocarse junto a su comatoso cuerpo,
colocó su mano sobre su suave piel. Su respiración era débil pero calmada. No
había signos de violencia o de nada.
Hyungsik estaba bien.
Excepto por el hecho de que se negaba a regresar al
mundo. No entendía esa clase de debilidad. Parecía tan fuerte y capaz. ¿Qué
había pasado para destrozarlo de esa manera?
No tenía sentido.
Pero no había nada que pudiera hacer por él. Acariciando
su oído, le susurró.
—Duerme bien, bebé. —Después se giró y regresó a su
habitación.
Reprendiéndose a sí mismo por ser diez mil veces tonto.
Mientras caía vio algo extraño…
Una mancha.
Una mancha roja.
Incluso aún más confundido. Miró hacia la bata y vio la
sangre de la herida de Hyungsik. Y mientras se miraba a sí mismo en el espejo,
vio algo más que le agregó realidad a su sueño. Su rostro estaba marcado por la
barbaincipiente de Hyungsik. Sus labios inflamados por su beso.
Había sido real.
Todo ello.
Hyungsik estaba atrapado y él era la única esperanza que
tenía para regresar…
Ahhhhhh
ResponderEliminarSik!!!!
Bueno, se liberó de los demonios!!!!
Pero ahhhhh
Minwoo!!!!
Ahhhh es real!!!!
Por lo menos ya sabemos como Minwoo lo sacara de su estado comatoso(?)
Ahhhhhhhhhh
Que fuerte
ResponderEliminarEsta en un mundo donde esta siendo casado...acaba de salir de una caseria todo herido y ahora esto.
Luego Kevin no le hace caso a sus sueños.
Lo bueno que Shin supo y quiere ayudar.
Minwoo tendrá que usar sus poderes...a ver si no se dan cuenta y sus secretos salen a relucir...pero él es el único que puede ayudarlo....trndrá que arriesgarse