Mio -Capítulo 20




—No estás enfermo. Estás embarazado.

Donghae se quedó helado y miró alarmado al alegre pelirrojo que entraba en el consultorio. Se quedó con la boca abierta mientras negaba con la cabeza:

—¿Cómo es posible?

El doctor Park Leeteuk se detuvo delante de la camilla en la que Donghae estaba sentado y se cruzó de brazos.

—Estas en la salud. ¿De verdad necesitas que te refresque la memoria con una lección de anatomía y fisiología? —Leeteuk levantó los brazos y dibujó un círculo con el dedo corazón y el pulgar de la mano izquierda, mientras introducía el índice de la mano derecha en el círculo—. La parte A se inserta en la parte B y el resultado puede ser un embarazo. —Se encogió de hombros, sonrió y dejó caer las manos a los costados—. El resto de los detalles ya los conoces.

—Me cuido, Leeteuk. No es posible.

—Sabes que no es infalible. Además, sospecho que es muy probable que te quedaras poco después de superar el virus estomacal que padeciste a fin de año —respondió Leeteuk pensativo.


—Pero cuando estuve enfermo tomé la píldora todos los días. No me olvidé. Y tampoco tomé antibióticos que pudieran interferir con la eficacia del anticonceptivo —contestó Donghae al borde de un ataque de pánico.

Leeteuk lo miró con sarcasmo.

—Pero te pasaste una semana vomitando. Sospecho que expulsaste la mayor parte de la pastilla y que por eso jamás llegaste a asimilarla.

—Mierda, mierda, mierda…

Todo apuntaba a que Leeteuk tenía razón y a que Donghae estaba negando la evidencia. Había notado todos los síntomas, pero no había querido aceptar la verdad. Se quedó mirando al suelo, fustigándose por no haberse dado cuenta hasta entonces de la posibilidad que acababa de mencionar Leeteuk y por no haber usado otro método anticonceptivo.

—Estabas enfermo. No te culpes por que tu cerebro fuera más lento de lo normal. —Leeteuk entregó a Donghae un papel—. Aquí tienes el resultado de la prueba de GCH. Es positivo. Ya sabes que es una prueba muy efectiva pero, si quieres, podemos repetirla la semana que viene.

Donghae cogió la hoja de la mano de Leeteuk y se quedó mirando el resultado conmocionado mientras se le llenaban los ojos de lágrimas. Otra vez.

—No me lo puedo creer. ¡Dios mío! ¿Cómo le voy a decir esto a Hyukjae?

Leeteuk se sentó en un taburete con ruedas y se colocó entre los pies de Donghae, que no le llegaban al suelo. Le quitó los resultados de la prueba de sus dedos temblorosos, tiró la hoja sobre la camilla y, cogiéndole ambas manos, lo miró con preocupación:

—¿Crees que se enfadará? Donghae… Yo creo que no. Se van a casar en un mes. Aunque sea un poco prematuro, creo que la noticia le va a encantar. Y sé que tú quieres tener hijos.

Donghae miró a Leeteuk con seriedad.

—Sí que quiero. Tengo treinta años y me gustaría tener más de uno, pero cada vez que saco el tema Hyukjae lo zanja de inmediato. Quiere que esperemos. —En un acto reflejo se acarició y suspiró al pensar que llevaba en su vientre al hijo de Hyukjae. Deseaba tener ese bebé —. No creo que le haga gracia. Parece que le molesta cada vez que saco el tema y, encima, esta mañana nos hemos peleado.

—¿Por qué? —preguntó Leeteuk con delicadeza.

—Porque me he puesto insoportable. Estas últimas semanas he estado rarísimo; por eso quería que me hicieras un análisis de sangre. Creo que en el fondo sabía que podía estar embarazado, pero no quería admitirlo. Me paso el día con la sensibilidad a flor de piel y estoy muerto de miedo. Pedí a un abogado que redactara un acuerdo prenupcial para proteger a Hyukjae, pero se niega a firmarlo.

Leeteuk apretó con suavidad las manos de Donghae.

—¿Sabes qué? Cada día me cae mejor. ¡Sí, señor! Confía en ti y sabe que jamás se la jugarías ni le harías daño. —Sonrió—. A no ser que le guste el sado, que yo ahí no me meto. Me refiero al dinero, obviamente. Cualquier otro hombre que contara con la cantidad de pasta que tiene él te habría hecho firmar un acuerdo prenupcial nada más colocarte el diamante en el dedo. ¿Por qué discutisteis por algo así?

—Le insistí para que firmara y él se negó. Me dijo que yo no confiaba en él lo suficiente y entonces le dije que quizá deberíamos pensarnos mejor lo de casarnos porque somos demasiado diferentes. ¡Madre mía! ¡Ni siquiera entiendo por qué le dije eso! Hyukjae es mi media naranja, la pieza que falta en mi puzle inacabado. ¿Qué haría yo sin él? Somos perfectos el uno para el otro, excepto en el tema del dinero. Supongo que me entró un ataque de pánico.

Donghae se estremeció al recordar la expresión de dolor en el atractivo rostro de Hyukjae y le entraron ganas de ponerse a llorar otra vez. ¿Por qué le había dicho eso? Ese hombre era su mundo y sabía que Hyukjae sentía lo mismo por él. Hyukjae ya había sufrido bastante en el pasado y era injusto que recibiera más dolor precisamente de la persona a la que amaba, con quien quiere casarse y compartir el resto de su vida.

—Estás embarazado y tienes las hormonas disparadas, amigo. Es normal que estés a la que salta, que digas y hagas cosas irracionales y que sufras cambios bruscos de humor. Cuéntaselo a Hyukjae. Deja que entienda la situación y que te apoye. Ahora mismo lo necesitas —trató de persuadirlo Leeteuk.

Donghae dedicó una débil sonrisa a su amigo

—Me cuesta creer que al principio lo odiaras.

—Nunca he odiado a Hyukjae. No lo conocía. Lo que pasa es que me daba miedo que fuera una víbora como su hermano Kangin. —La voz de Leeteuk era dulce, pero transmitía cierta amargura—. Ha demostrado que no lo es. Te adora y te hace feliz. Solo por eso ya me encanta. Pero además es buena persona; sus donativos me ayudan a mantener esta clínica gratuita.

En realidad ese dinero también era de Kangin, pues se trataba de una donación altruista de Kim Corporation, pero Donghae no pensaba mencionar ese detalle. Kim Kangin y Leeteuk tenían un pasado… y era obvio que aquella historia había acabado mal. Leeteuk nunca quería hablar del tema, pero Donghae sabía que ninguno de los dos había logrado pasar página a pesar de que sospechaba que ya había transcurrido mucho tiempo desde aquello.

—Kangin es buena persona, Leeteuk. Me salvó la vida.

—Ya. Después de haberte insultado —zanjó Leeteuk irritado.

—No es perfecto, pero tiene buen corazón —insistió Donghae.

Cuando lo conoció, Kangin se había comportado como un imbécil integral con él, pero en el último año le había cogido mucho cariño, como si fuera el hermano mayor que nunca tuvo. Además, había arriesgado su vida para salvarlo. Hacía mucho que había perdonado a Kangin por su comportamiento en la fiesta de cumpleaños de Hyukjae. A partir de aquel incidente se había portado con él como un auténtico ángel.

—Es un cabrón —soltó Leeteuk enfurecido.

Vale. Donghae no podía rebatir eso, pero sospechaba que Kangin cambiaba de joven como quien cambia de camisa porque aún no había encontrado al adecuado. O lo había encontrado… pero se le había escapado.
  
Kangin no salía con parejas que valieran la pena, sino con superficiales a los que solo les importaba su estatus y su dinero. Ninguna tenía un ápice de calidez. Analizando el rostro ruborizado de Leeteuk y su expresión esquiva, Donghae tuvo la certeza de que su amigo era una de las causas por las que Kangin mantenía relaciones tan disfuncionales.

—Ocurrió algo entre ustedes dos. ¿Me lo piensas contar algún día?

—No. Fue hace mucho tiempo y no tiene ninguna importancia. —Leeteuk soltó las manos de Donghae, se puso de pie y propinó una estudiada patada al taburete para mandarlo de vuelta a su sitio—. Tienes que empezar a tomar sobre todo ácido fólico e ir a ver a un obstetra.

—Pediré cita con la doctora Yeon.

Donghae se acarició la tripa sin ser capaz de asimilar aún que llevara dentro al hijo de Hyukjae. «¿Qué será?».

Le daba igual. Lo único que le importaba era que el bebé estuviera sano. Aunque… le encantaría tener a un pequeño Hyukjae.

«Seguro que sería igual de mandón y exigente que su papi. Sería guapísimo y tendría los ojos oscuros y el pelo negro. Igualito a Hyukjae». Donghae sonrió con ojos soñadores deseando que su hijo, hija o jovencito también heredara de él su bondad, su generosidad y su increíble intelecto. Sí, una pequeña réplica de Hyukjae sería adorable, algo increíble. Además, Donghae estaba convencido de que sería un padre maravilloso. «Si es que quiere serlo». Y estaba seguro de que se enamoraría del bebé aunque al principio fuera reacio a tenerlo. Lo malcriaría tal y como hacía con él. El problema era que Donghae no quería forzarlo a ser padre si aún no estaba preparado. Aunque ya era un poco tarde para eso.

Leeteuk asintió con la cabeza.

—La Dra. Yeon es una obstetra excelente. Buena elección. —Al ver la mirada perdida de Donghae Leeteuk chasqueó los dedos delante de sus ojos—. ¡Oye, vuelve!

Levantó la cabeza y miró a Leeteuk con cara de culpabilidad.

—Perdón. Estaba pensando en el bebé.

«Y en Hyukjae. Siempre estoy pensando en él».

—¿Te encuentras bien? Sé que no te lo esperabas. —Leeteuk apoyó una mano en el hombro de Donghae para consolarlo con delicadeza—. No te preocupes por los cambios de humor ni por tener las emociones a flor de piel. Es por las hormonas. Cuéntaselo a Hyukjae y deja que te ayude. Entenderá cómo te estás comportando en cuanto sepa que todo se debe a las hormonas y al embarazo.

Donghae tragó saliva, preguntándose si lo entendería. Dios mío, lo amaba más que a nadie en el mundo. ¿Y si no lo entendía? Se levantó de un salto de la camilla para dejar de dar vueltas a la reacción que tendría su prometido y masculló:

—Será mejor que vuelva al trabajo. —Había venido a la clínica a cubrir el turno que hacía todas las semanas como voluntario y Leeteuk tenía pacientes esperando—. Gracias por hacer un hueco para realizarme la prueba. Pensaba que me estaba volviendo loco.

—Estás embarazado. Viene a ser lo mismo —respondió Leeteuk con cierto sarcasmo—. Vete a casa. Hoy no tengo muchos pacientes. Puedo encargarme yo solo. Ve a hablar con Hyukjae. Los dos necesitan tiempo para acostumbrarse a la situación. —Atrajo hacia sí el cuerpo de Donghae, que no opuso resistencia, y lo abrazó con fuerza—. Todo saldrá bien. Hyukjae te quiere y tú lo quieres a él. Se van a casar en un mes y no puedes cancelar la boda…, ¡ya tengo el traje que me voy a poner!

Donghae devolvió el abrazo a Leeteuk y se quedó aferrado a su cuerpo un poco más de lo normal. Leeteuk era la persona a la que más quería en el mundo después de Hyukjae.

—Gracias, Leeteuk —susurró en voz baja mientras los ojos se le llenaban de lágrimas.

«¡Ay, Señor, otra vez no! ¿Cuántas veces puede llegar a llorar en un día? Puedo contar con una mano las veces que he llorado en los últimos cinco años; casi todas fueron porque Hyukjae hizo algo bonito por mí. ¡Me estoy convirtiendo en un grifo estropeado que no para de gotear!».

Donghae era consciente de que estaba alterado emocionalmente y de que pasaba de sentir una cosa a la contraria en cuestión de segundos. Ni siquiera se sentía ya dueño de su propio cuerpo. Anhelaba el contacto con el musculoso cuerpo de Hyukjae a todas horas. Es cierto que siempre que lo había tenido cerca se había puesto como un animal en celo, pero últimamente tenía ganas de tirársele encima cada dos segundos.

Hyukjae era insaciable, pero Donghae empezaba a pensar que en este momento la carrera de necesidades carnales estaba reñida y no le extrañaría que fuera él quien llegara a la meta en primer lugar. Por otro lado estaba su creciente obsesión con la comida: tenía antojos que lo empujaban a buscar como un loca los alimentos más variopintos. Un día le daba por las hamburguesas y otro por el chocolate. Hoy se le había antojado helado. Haría cualquier cosa por comerse la tarrina del helado de chocolate con frutos secos y caramelo que tenían en la nevera de casa. Una tarrina… o un barreño entero. Al imaginarse el banquete le rugieron las tripas.

La risa de Leeteuk inundó la sala:

—Entiendo que no estás sufriendo náuseas matutinas. ¿Tienes antojos?

—De comida y sexo. De sexo y comida. La prioridad cambia con frecuencia. Suelo tener el estómago un poco revuelto cuando me levanto, pero no me dura mucho y después me paso el día comiendo como una vaca. A veces tengo antojos de cosas que ni siquiera me gustan. ¿Cómo no me he dado cuenta antes de que estoy embarazado? —preguntó Donghae, enfadado porque su cerebro ya no fuera capaz de controlar sus acciones—. Si de verdad no te importa, creo que me iré a casa. Tengo que contárselo a Hyukjae, cuanto antes lo haga mejor.

En realidad quería contárselo lo antes posible, pues tenía la esperanza de que lo perdonaría por haberlo tratado tan mal por la mañana. No lograba quitarse de la cabeza la cara que había puesto Hyukjae y eso le reconcomía por dentro.

Leeteuk resopló mientras ponía a su amigo de cara a la puerta y lo empujaba con delicadeza en esa dirección.

—Vienes como voluntario. No faltas ni una semana a pesar de que trabajas a jornada completa en el hospital. Te agradezco mucho tu ayuda, pero no hace falta que me pidas permiso para marcharte. Ya me las apañaré. —Leeteuk vaciló antes de proseguir en voz baja—: Antes has dicho que estabas muerto de miedo, ¿puedo preguntarte por qué?

Donghae sacudió levemente la cabeza. Se detuvo con la mano en el pomo de la puerta y giró la cara para mirar a Leeteuk. No le importaba que su amigo le hiciera esa pregunta, pero no sabía cómo explicárselo.

—¿Alguna vez te ha ocurrido algo tan maravilloso que te cuesta creer que es real?

Leeteuk vaciló antes de asentir levemente con la cabeza.

—Sí. Una vez.

A Donghae le dio la impresión de que su amigo lo entendía a la perfección.

—Es lo que me pasa con Hyukjae. A veces tengo que pellizcarme para estar seguro de que no estoy soñando, sino que es de verdad y que me quiere. Supongo que me da miedo perder algo tan maravilloso, que no dure para siempre.

—Perdiste a tus padres cuando tenías dieciocho años y eran tu única familia. Quizá el recuerdo de esa pérdida es lo que te hace tener tanto pavor al amor que sientes. Por otro lado, cuando estás embarazado, los sentimientos se amplifican y ser racional se convierte en una misión imposible — respondió Leeteuk pensativo.

Donghae abrió los ojos de par en par dando vueltas a lo que acababa de decirle su amigo. ¿La defunción de sus padres le habría generado miedo a la pérdida?

—Es posible. Supongo que quiero que Hyukjae sepa lo mucho que lo amo y que no me interesa su dinero. Últimamente tengo miedo de que no se dé cuenta de que lo quiero por quien es, no porque sea rico.

—Pero eso ya lo sabe. —Leeteuk exhaló un suspiro exasperado—. El problema es que no interpreta tus intentos de protegerlo o de demostrarle lo mucho que lo amas como una muestra de confianza, sino de rechazo, como si te negaras a aceptarlo tal como es. Hyukjae fue pobre de niño, pero Kangin y él se partieron el lomo para triunfar en la vida. Es algo de lo que sentirse orgulloso, pero tú no quieres tener nada que ver con ese logro.

Leeteuk continuó con más delicadeza

—Entiendo lo que intentas hacer y comprendo que siempre has sido muy independiente, pero si las cosas fueran al revés y tú tuvieras más dinero que Bill Gates, ¿no te gustaría compartirlo con Hyukjae y ofrecerle una vida más fácil después de haber sufrido tanta miseria?

Esperó a que Donghae asintiera con la cabeza para continuar

—A su manera, que seguramente no sea la mejor, está tratando de cuidar de ti. A veces los hombres se valoran a sí mismos por la capacidad que tienen de cuidar de la pareja a la que aman. Ya sé que es una idea ridícula y chapada a la antigua, pero es la verdad. Créeme, Hyukjae siempre ha tenido claro que no eres un cazafortuna. Eres tú el que está obsesionada con eso, no él.

—Sí que lo acepto tal y como es. No hay parte de Hyukjae que no me guste. Admiro a él y a Kangin por haber sido capaces de salir de la pobreza y…

—Entonces, por el amor de Dios, olvídate de lo del acuerdo prenupcial y deja que el pobre hombre te compre lo que le dé la gana. Si a él le hace feliz, ¿qué importa que se gaste el dinero en comprarte cosas? Te lo mereces y Hyukjae sabe de sobra que no estás con él por el dinero. Pero tienes que aceptar que está forradísimo y que, te regale lo que te regale, eso no afectará lo más mínimo a su inmenso patrimonio.

Al terminar Leeteuk colocó sus manos en las caderas reprendiendo a Donghae con la mirada.

—Ya me compra cosas. Más de las que necesito.

—Pero cada vez que te regala algo le montas una escenita. Entiendo que nunca has tenido gran cosa y que por eso crees que no necesitas nada, pero vas a tener que aceptar que tu futuro marido es uno de los hombres más ricos del mundo. Si estuviera intentando comprar tu afecto o solo fuera capaz de mostrar lo que siente por medio de cosas materiales, tendrías un problema. Pero eso no es así. Lo único que intenta Hyukjae es ser atento y cuidar de ti. Si yo fuera tú…, dejaría que lo hiciera y disfrutaría de las cosas que ofrece sin sentirme culpable. Si de veras quieres que sea feliz, deja que se gaste el dinero en ti. Cede un poco. Sigues viviendo como si no llegaras a fin de mes, contando cada céntimo que gastas. Entiendo por qué lo haces, pero ya no es necesario. A Hyukjae sus gastos no le parecen extravagantes, los ve como algo normal porque se ha acostumbrado a ser rico. ¿Lo entiendes?.

Donghae se quedó mirando a Leeteuk mientras asimilaba sus palabras. ¿Dar el brazo a torcer? Siempre había pensado que lo hacía, pero ¿era así? ¿Alguna vez había intentado entender de verdad el punto de vista de Hyukjae en lo que respectaba al dinero? Gruñendo por dentro, Donghae se dio cuenta de que seguía sin comprar nada que no fuera vital para su existencia y que regañaba a Hyukjae cada vez que gastaba dinero en él. Para Hyukjae esos regalos eran normales, acordes con su estilo de vida. A él le parecían algo fuera de serie porque siempre había vivido en la miseria, pero empezaba a entender por qué Hyukjae podía interpretar su comportamiento como una muestra de rechazo.

—¿Desde cuándo sabes tanto sobre hombres? —preguntó Donghae, pues su amigo no solía salir con nadie y se había criado en varias casas de acogida.

Leeteuk se encogió de hombros.

—Es fácil verlo desde fuera. Cuando estás involucrado emocionalmente es bastante más difícil de entender. Hace un año que soy testigo de tu relación con Hyukjae; he visto cómo reaccionaste en tu cumpleaños, en Navidad y en todas las ocasiones en que te ha regalado algo bonito. En lugar de aceptar los regalos con una sonrisa, le echas la bronca por gastarse tanto dinero en ti. Y he visto el mal rato que pasa. Él piensa que te va a gustar lo que te regala, pero no es así. Creo que es malo para su ego.

—Dios mío. Menudo brujo estoy hecho. No me había dado cuenta. Jamás lo había pensado así.

Los ojos se le llenaron de lágrimas. «¡Oh, no! No te pongas a llorar otra vez».

—¡Oye, tampoco te fustigues! Eres un buscavidas. Esa actitud te ha permitido superar muchos retos. No hay de qué avergonzarse. Lo único que digo es que ya es hora de abandonar ese mecanismo
de defensa y de relajarse un poquito. Deja que Hyukjae te compre algo bonito y dense  una luna de miel en condiciones. Tiene un avión particular, ¡úsalo! —Leeteuk cogió de la camilla los resultados de la prueba—. Y esta vez no vayan a Disney.

Donghae dedicó una tímida sonrisa a Leeteuk. Disney era el único destino al que Donghae le había permitido llevarle de vacaciones.

—Es que quería ir al Reino Mágico. Nunca había estado. Lo pasamos genial.

—Deja a Mickey Mouse para cuando tengan al bebé. Que Hyukjae arranque el avión y te lleve a un sitio romántico. Ya tendrán tiempo para vacaciones en familia.

Donghae sonrió.

—¿Londres? ¿París? ¿Italia?

Le encantaría ir a esos lugares, pero jamás había pensado que estarían a su alcance. Leeteuk le devolvió la sonrisa y le guiñó un ojo.

—Ya estás entrando en razón. Piensa a lo grande. No te cortes. Me da en la nariz que Hyukjae no diría que no a una luna de miel larga.

Donghae abrió la puerta y se dirigió hacia la salida de la clínica con Leeteuk pisándole los talones. Cogió la chaqueta de un perchero que había en recepción y le comentó en voz baja:

—Kangin irá a la boda, ¿lo llevarás bien?

El cuerpo de Leeteuk se tensó visiblemente mientras cogía de recepción el historial médico de su próximo paciente.

—Por supuesto. No me afecta lo más mínimo.

Hummm… Donghae tenía sus dudas.

—Puede que, si pasan un tiempo juntos, te des cuenta de que no es el ogro que crees que es. Quizá haya madurado desde aquella época.

Leeteuk lo miró con incredulidad.

—¡Venga ya! Leo el periódico y las revistas. Ese sigue ocultando sus cuernos bajo esos ricitos de oro. No te dejes engañar. Ahora que vas a ser appa no puedes ser así de confiado. —Acompañó a Donghae hasta la puerta—. ¿Vas a casa?

Donghae se puso la chaqueta y se cerró la cremallera con una sonrisa misteriosa en el rostro.

—En breve. Primero voy a ir de compras. Es San Valentín. Tengo que ir a recoger una cosa y pasarme por un par de tiendas. He hecho un medallón con el penique de la suerte y he comprado una cadena de oro para que Hyukjae no me lo pueda devolver. El joyero ha logrado mantener la moneda íntegra. —Como buen coleccionista, a Hyukjae le daría un patatús si se enterara de que para convertir el penique en una joya habían estropeado la insólita moneda—. Tengo que ir a recogerlo a la joyería.

—¿Es San Valentín? Se me había olvidado —comentó Leeteuk con la mirada perdida y cierta tristeza en el rostro.

Donghae se despidió de su amiga y salió de la clínica pidiendo en silencio a Cupido que Leeteuk encontrara al maravilloso hombre que merecía.




5 comentarios:

  1. O.o
    Todo eso hacen las hormonas!???
    Ahhh
    Que peligro(?)
    Jajajajajaja
    Maldito mono...porqué no quiere bebés !?????
    Ahhhhhhhhhhh
    Oh si!!!
    Esto se puso bueno!!!

    ResponderEliminar
  2. que sera un pecesito o um lindo monito lo que sea y mama pato ese mapache que te hizo ya quiero saber

    ResponderEliminar
  3. Buenos consejos los de leeteuk, ahora entiende un poco como se siente hyukjae cuando no le acepta sus regalos, ahora espero que la noticia del bebé no afecte en nada su relación, aunque lo dudo pues se aman, pero una mala palabra o una mala expresión puede arruinar todo, gracias por el capitulo, a esperar con muchas ansias el próximo.

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  5. En el capítulo anterior estaba igual que Hae...¿Por qué le había hecho y dicho todo eso a Hyuk?
    Ese contrato fue una bo ita forma de demostrarle a Hyuk que no queria su dinero.
    Que Hyuk no firmara fue una bonita forma de demostrarle a Hae lo mucho que confia en él.
    Que surgiera una pelea de todo eso tan bello...pues no podia ser nada menos que Hae con pecesito en camino...muchos cambios de humor algo tenia que advertirle...pero qué iba a pensar en esa posibilidad cuando se cuidaba.
    Jajajaja a Kangin le urge que su hermano se case con Hae para ver a Teuk.
    Yo opino...toooodo lo que Teun le dijo a Hee...desde la primera hasta la última palabra...
    Ya solo espero que lo del bebé nobsea un problema de verdad...con eso de que Hyuk no quiere monitos ni pecesitos😟
    Regalos....regalos...*0*

    ResponderEliminar

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...