—No estás enfermo.
Estás embarazado.
Donghae se quedó
helado y miró alarmado al alegre pelirrojo que entraba en el consultorio. Se
quedó con la boca abierta mientras negaba con la cabeza:
—¿Cómo es
posible?
El doctor Park Leeteuk
se detuvo delante de la camilla en la que Donghae estaba sentado y se cruzó de
brazos.
—Estas en la
salud. ¿De verdad necesitas que te refresque la memoria con una lección de
anatomía y fisiología? —Leeteuk levantó los brazos y dibujó un círculo con el
dedo corazón y el pulgar de la mano izquierda, mientras introducía el índice de
la mano derecha en el círculo—. La parte A se inserta en la parte B y el
resultado puede ser un embarazo. —Se encogió de hombros, sonrió y dejó caer las
manos a los costados—. El resto de los detalles ya los conoces.
—Me cuido, Leeteuk.
No es posible.
—Sabes que no es
infalible. Además, sospecho que es muy probable que te quedaras poco después de
superar el virus estomacal que padeciste a fin de año —respondió Leeteuk
pensativo.
—Pero cuando
estuve enfermo tomé la píldora todos los días. No me olvidé. Y tampoco tomé
antibióticos que pudieran interferir con la eficacia del anticonceptivo
—contestó Donghae al borde de un ataque de pánico.
Leeteuk lo miró
con sarcasmo.
—Pero te pasaste
una semana vomitando. Sospecho que expulsaste la mayor parte de la pastilla y
que por eso jamás llegaste a asimilarla.
—Mierda, mierda,
mierda…
Todo apuntaba a
que Leeteuk tenía razón y a que Donghae estaba negando la evidencia. Había
notado todos los síntomas, pero no había querido aceptar la verdad. Se quedó
mirando al suelo, fustigándose por no haberse dado cuenta hasta entonces de la
posibilidad que acababa de mencionar Leeteuk y por no haber usado otro método
anticonceptivo.
—Estabas enfermo.
No te culpes por que tu cerebro fuera más lento de lo normal. —Leeteuk entregó
a Donghae un papel—. Aquí tienes el resultado de la prueba de GCH. Es positivo.
Ya sabes que es una prueba muy efectiva pero, si quieres, podemos repetirla la
semana que viene.
Donghae cogió la
hoja de la mano de Leeteuk y se quedó mirando el resultado conmocionado
mientras se le llenaban los ojos de lágrimas. Otra vez.
—No me lo puedo
creer. ¡Dios mío! ¿Cómo le voy a decir esto a Hyukjae?
Leeteuk se sentó
en un taburete con ruedas y se colocó entre los pies de Donghae, que no le
llegaban al suelo. Le quitó los resultados de la prueba de sus dedos
temblorosos, tiró la hoja sobre la camilla y, cogiéndole ambas manos, lo miró
con preocupación:
—¿Crees que se
enfadará? Donghae… Yo creo que no. Se van a casar en un mes. Aunque sea un
poco prematuro, creo que la noticia le va a encantar. Y sé que tú quieres tener
hijos.
Donghae miró a Leeteuk
con seriedad.
—Sí que quiero.
Tengo treinta años y me gustaría tener más de uno, pero cada vez que saco el
tema Hyukjae lo zanja de inmediato. Quiere que esperemos. —En un acto reflejo
se acarició y suspiró al pensar que llevaba en su vientre al hijo de Hyukjae.
Deseaba tener ese bebé —. No creo que le haga gracia. Parece que le molesta
cada vez que saco el tema y, encima, esta mañana nos hemos peleado.
—¿Por qué?
—preguntó Leeteuk con delicadeza.
—Porque me he
puesto insoportable. Estas últimas semanas he estado rarísimo; por eso quería
que me hicieras un análisis de sangre. Creo que en el fondo sabía que podía
estar embarazado, pero no quería admitirlo. Me paso el día con la sensibilidad
a flor de piel y estoy muerto de miedo. Pedí a un abogado que redactara un
acuerdo prenupcial para proteger a Hyukjae, pero se niega a firmarlo.
Leeteuk apretó
con suavidad las manos de Donghae.
—¿Sabes qué? Cada
día me cae mejor. ¡Sí, señor! Confía en ti y sabe que jamás se la jugarías ni
le harías daño. —Sonrió—. A no ser que le guste el sado, que yo ahí no me meto.
Me refiero al dinero, obviamente. Cualquier otro hombre que contara con la
cantidad de pasta que tiene él te habría hecho firmar un acuerdo prenupcial
nada más colocarte el diamante en el dedo. ¿Por qué discutisteis por algo así?
—Le insistí para
que firmara y él se negó. Me dijo que yo no confiaba en él lo suficiente y
entonces le dije que quizá deberíamos pensarnos mejor lo de casarnos porque
somos demasiado diferentes. ¡Madre mía! ¡Ni siquiera entiendo por qué le dije
eso! Hyukjae es mi media naranja, la pieza que falta en mi puzle inacabado.
¿Qué haría yo sin él? Somos perfectos el uno para el otro, excepto en el tema
del dinero. Supongo que me entró un ataque de pánico.
Donghae se
estremeció al recordar la expresión de dolor en el atractivo rostro de Hyukjae
y le entraron ganas de ponerse a llorar otra vez. ¿Por qué le había dicho eso?
Ese hombre era su mundo y sabía que Hyukjae sentía lo mismo por él. Hyukjae ya
había sufrido bastante en el pasado y era injusto que recibiera más dolor precisamente
de la persona a la que amaba, con quien quiere casarse y compartir el resto de
su vida.
—Estás embarazado
y tienes las hormonas disparadas, amigo. Es normal que estés a la que salta,
que digas y hagas cosas irracionales y que sufras cambios bruscos de humor.
Cuéntaselo a Hyukjae. Deja que entienda la situación y que te apoye. Ahora
mismo lo necesitas —trató de persuadirlo Leeteuk.
Donghae dedicó
una débil sonrisa a su amigo
—Me cuesta creer
que al principio lo odiaras.
—Nunca he odiado
a Hyukjae. No lo conocía. Lo que pasa es que me daba miedo que fuera una víbora
como su hermano Kangin. —La voz de Leeteuk era dulce, pero transmitía cierta
amargura—. Ha demostrado que no lo es. Te adora y te hace feliz. Solo por eso
ya me encanta. Pero además es buena persona; sus donativos me ayudan a mantener
esta clínica gratuita.
En realidad ese
dinero también era de Kangin, pues se trataba de una donación altruista de Kim
Corporation, pero Donghae no pensaba mencionar ese detalle. Kim Kangin y Leeteuk
tenían un pasado… y era obvio que aquella historia había acabado mal. Leeteuk
nunca quería hablar del tema, pero Donghae sabía que ninguno de los dos había
logrado pasar página a pesar de que sospechaba que ya había transcurrido mucho
tiempo desde aquello.
—Kangin es buena
persona, Leeteuk. Me salvó la vida.
—Ya. Después de
haberte insultado —zanjó Leeteuk irritado.
—No es perfecto,
pero tiene buen corazón —insistió Donghae.
Cuando lo
conoció, Kangin se había comportado como un imbécil integral con él, pero en el
último año le había cogido mucho cariño, como si fuera el hermano mayor que
nunca tuvo. Además, había arriesgado su vida para salvarlo. Hacía mucho que
había perdonado a Kangin por su comportamiento en la fiesta de cumpleaños de Hyukjae.
A partir de aquel incidente se había portado con él como un auténtico ángel.
—Es un cabrón
—soltó Leeteuk enfurecido.
Vale. Donghae no
podía rebatir eso, pero sospechaba que Kangin cambiaba de joven como quien
cambia de camisa porque aún no había encontrado al adecuado. O lo había
encontrado… pero se le había escapado.
Kangin no salía
con parejas que valieran la pena, sino con superficiales a los que solo les
importaba su estatus y su dinero. Ninguna tenía un ápice de calidez. Analizando
el rostro ruborizado de Leeteuk y su expresión esquiva, Donghae tuvo la certeza
de que su amigo era una de las causas por las que Kangin mantenía relaciones
tan disfuncionales.
—Ocurrió algo
entre ustedes dos. ¿Me lo piensas contar algún día?
—No. Fue hace
mucho tiempo y no tiene ninguna importancia. —Leeteuk soltó las manos de Donghae,
se puso de pie y propinó una estudiada patada al taburete para mandarlo de
vuelta a su sitio—. Tienes que empezar a tomar sobre todo ácido fólico e ir a
ver a un obstetra.
—Pediré cita con
la doctora Yeon.
Donghae se
acarició la tripa sin ser capaz de asimilar aún que llevara dentro al hijo de Hyukjae.
«¿Qué será?».
Le daba igual. Lo
único que le importaba era que el bebé estuviera sano. Aunque… le encantaría
tener a un pequeño Hyukjae.
«Seguro que sería
igual de mandón y exigente que su papi. Sería guapísimo y tendría los ojos oscuros y el pelo
negro. Igualito a Hyukjae». Donghae sonrió con ojos soñadores deseando que su
hijo, hija o jovencito también heredara de él su bondad, su generosidad y su
increíble intelecto. Sí, una pequeña réplica de Hyukjae sería adorable, algo
increíble. Además, Donghae estaba convencido de que sería un padre maravilloso.
«Si es que quiere serlo». Y estaba seguro de que se enamoraría del bebé aunque
al principio fuera reacio a tenerlo. Lo malcriaría tal y como hacía con él. El
problema era que Donghae no quería forzarlo a ser padre si aún no estaba
preparado. Aunque ya era un poco tarde para eso.
Leeteuk asintió
con la cabeza.
—La Dra. Yeon es
una obstetra excelente. Buena elección. —Al ver la mirada perdida de Donghae Leeteuk
chasqueó los dedos delante de sus ojos—. ¡Oye, vuelve!
Levantó la cabeza
y miró a Leeteuk con cara de culpabilidad.
—Perdón. Estaba
pensando en el bebé.
«Y en Hyukjae.
Siempre estoy pensando en él».
—¿Te encuentras
bien? Sé que no te lo esperabas. —Leeteuk apoyó una mano en el hombro de Donghae
para consolarlo con delicadeza—. No te preocupes por los cambios de humor ni
por tener las emociones a flor de piel. Es por las hormonas. Cuéntaselo a Hyukjae
y deja que te ayude. Entenderá cómo te estás comportando en cuanto sepa que
todo se debe a las hormonas y al embarazo.
Donghae tragó
saliva, preguntándose si lo entendería. Dios mío, lo amaba más que a nadie en
el mundo. ¿Y si no lo entendía? Se levantó de un salto de la camilla para dejar
de dar vueltas a la reacción que tendría su prometido y masculló:
—Será mejor que
vuelva al trabajo. —Había venido a la clínica a cubrir el turno que hacía todas
las semanas como voluntario y Leeteuk tenía pacientes esperando—. Gracias por
hacer un hueco para realizarme la prueba. Pensaba que me estaba volviendo loco.
—Estás embarazado.
Viene a ser lo mismo —respondió Leeteuk con cierto sarcasmo—. Vete a casa. Hoy
no tengo muchos pacientes. Puedo encargarme yo solo. Ve a hablar con Hyukjae.
Los dos necesitan tiempo para acostumbrarse a la situación. —Atrajo hacia sí el
cuerpo de Donghae, que no opuso resistencia, y lo abrazó con fuerza—. Todo
saldrá bien. Hyukjae te quiere y tú lo quieres a él. Se van a casar en un mes y
no puedes cancelar la boda…, ¡ya tengo el traje que me voy a poner!
Donghae devolvió
el abrazo a Leeteuk y se quedó aferrado a su cuerpo un poco más de lo normal. Leeteuk
era la persona a la que más quería en el mundo después de Hyukjae.
—Gracias, Leeteuk
—susurró en voz baja mientras los ojos se le llenaban de lágrimas.
«¡Ay, Señor, otra
vez no! ¿Cuántas veces puede llegar a llorar en un día? Puedo contar con una
mano las veces que he llorado en los últimos cinco años; casi todas fueron
porque Hyukjae hizo algo bonito por mí. ¡Me estoy convirtiendo en un grifo estropeado
que no para de gotear!».
Donghae era
consciente de que estaba alterado emocionalmente y de que pasaba de sentir una
cosa a la contraria en cuestión de segundos. Ni siquiera se sentía ya dueño de
su propio cuerpo. Anhelaba el contacto con el musculoso cuerpo de Hyukjae a
todas horas. Es cierto que siempre que lo había tenido cerca se había puesto
como un animal en celo, pero últimamente tenía ganas de tirársele encima cada
dos segundos.
Hyukjae era
insaciable, pero Donghae empezaba a pensar que en este momento la carrera de
necesidades carnales estaba reñida y no le extrañaría que fuera él quien
llegara a la meta en primer lugar. Por otro lado estaba su creciente obsesión
con la comida: tenía antojos que lo empujaban a buscar como un loca los alimentos
más variopintos. Un día le daba por las hamburguesas y otro por el chocolate.
Hoy se le había antojado helado. Haría cualquier cosa por comerse la tarrina
del helado de chocolate con frutos secos y caramelo que tenían en la nevera de
casa. Una tarrina… o un barreño entero. Al imaginarse el banquete le rugieron
las tripas.
La risa de Leeteuk
inundó la sala:
—Entiendo que no
estás sufriendo náuseas matutinas. ¿Tienes antojos?
—De comida y
sexo. De sexo y comida. La prioridad cambia con frecuencia. Suelo tener el
estómago un poco revuelto cuando me levanto, pero no me dura mucho y después me
paso el día comiendo como una vaca. A veces tengo antojos de cosas que ni
siquiera me gustan. ¿Cómo no me he dado cuenta antes
de que estoy embarazado? —preguntó Donghae, enfadado porque su cerebro ya no
fuera capaz de controlar sus acciones—. Si de verdad no te importa, creo que me
iré a casa. Tengo que contárselo a Hyukjae, cuanto antes lo haga mejor.
En realidad
quería contárselo lo antes posible, pues tenía la esperanza de que lo
perdonaría por haberlo tratado tan mal por la mañana. No lograba quitarse de la
cabeza la cara que había puesto Hyukjae y eso le reconcomía por dentro.
Leeteuk resopló
mientras ponía a su amigo de cara a la puerta y lo empujaba con delicadeza en
esa dirección.
—Vienes como
voluntario. No faltas ni una semana a pesar de que trabajas a jornada completa
en el hospital. Te agradezco mucho tu ayuda, pero no hace falta que me pidas
permiso para marcharte. Ya me las apañaré. —Leeteuk vaciló antes de proseguir
en voz baja—: Antes has dicho que estabas muerto de miedo, ¿puedo preguntarte
por qué?
Donghae sacudió
levemente la cabeza. Se detuvo con la mano en el pomo de la puerta y giró la
cara para mirar a Leeteuk. No le importaba que su amigo le hiciera esa
pregunta, pero no sabía cómo explicárselo.
—¿Alguna vez te
ha ocurrido algo tan maravilloso que te cuesta creer que es real?
Leeteuk vaciló
antes de asentir levemente con la cabeza.
—Sí. Una vez.
A Donghae le dio
la impresión de que su amigo lo entendía a la perfección.
—Es lo que me
pasa con Hyukjae. A veces tengo que pellizcarme para estar seguro de que no
estoy soñando, sino que es de verdad y que me quiere. Supongo que me da miedo
perder algo tan maravilloso, que no dure para siempre.
—Perdiste a tus
padres cuando tenías dieciocho años y eran tu única familia. Quizá el recuerdo
de esa pérdida es lo que te hace tener tanto pavor al amor que sientes. Por otro
lado, cuando estás embarazado, los sentimientos se amplifican y ser racional se
convierte en una misión imposible — respondió Leeteuk pensativo.
Donghae abrió los
ojos de par en par dando vueltas a lo que acababa de decirle su amigo. ¿La
defunción de sus padres le habría generado miedo a la pérdida?
—Es posible.
Supongo que quiero que Hyukjae sepa lo mucho que lo amo y que no me interesa su
dinero. Últimamente tengo miedo de que no se dé cuenta de que lo quiero por
quien es, no porque sea rico.
—Pero eso ya lo
sabe. —Leeteuk exhaló un suspiro exasperado—. El problema es que no interpreta
tus intentos de protegerlo o de demostrarle lo mucho que lo amas como una
muestra de confianza, sino de rechazo, como si te negaras a aceptarlo tal como
es. Hyukjae fue pobre de niño, pero Kangin y él se partieron el lomo para
triunfar en la vida. Es algo de lo que sentirse orgulloso, pero tú no quieres
tener nada que ver con ese logro.
Leeteuk continuó
con más delicadeza
—Entiendo lo que
intentas hacer y comprendo que siempre has sido muy independiente, pero si las
cosas fueran al revés y tú tuvieras más dinero que Bill Gates, ¿no te gustaría
compartirlo con Hyukjae y ofrecerle una vida más fácil después de haber sufrido
tanta miseria?
Esperó a que Donghae
asintiera con la cabeza para continuar
—A su manera, que
seguramente no sea la mejor, está tratando de cuidar de ti. A veces los hombres
se valoran a sí mismos por la capacidad que tienen de cuidar de la pareja a la
que aman. Ya sé que es una idea ridícula y chapada a la antigua, pero es la verdad.
Créeme, Hyukjae siempre ha tenido claro que no eres un cazafortuna. Eres tú el
que está obsesionada con eso, no él.
—Sí que lo acepto
tal y como es. No hay parte de Hyukjae que no me guste. Admiro a él y a Kangin
por haber sido capaces de salir de la pobreza y…
—Entonces, por el
amor de Dios, olvídate de lo del acuerdo prenupcial y deja que el pobre hombre
te compre lo que le dé la gana. Si a él le hace feliz, ¿qué importa que se
gaste el dinero en comprarte cosas? Te lo mereces y Hyukjae sabe de sobra que
no estás con él por el dinero. Pero tienes que aceptar que está forradísimo y
que, te regale lo que te regale, eso no afectará lo más mínimo a su inmenso
patrimonio.
Al terminar Leeteuk
colocó sus manos en las caderas reprendiendo a Donghae con la mirada.
—Ya me compra
cosas. Más de las que necesito.
—Pero cada vez
que te regala algo le montas una escenita. Entiendo que nunca has tenido gran
cosa y que por eso crees que no necesitas nada, pero vas a tener que aceptar
que tu futuro marido es uno de los hombres más ricos del mundo. Si estuviera
intentando comprar tu afecto o solo fuera capaz de mostrar lo que siente por
medio de cosas materiales, tendrías un problema. Pero eso no es así. Lo único que intenta
Hyukjae es ser atento y cuidar de ti. Si yo fuera tú…, dejaría que lo hiciera y
disfrutaría de las cosas que ofrece sin sentirme culpable. Si de veras quieres
que sea feliz, deja que se gaste el dinero en ti. Cede un poco. Sigues viviendo
como si no llegaras a fin de mes, contando cada céntimo que gastas. Entiendo
por qué lo haces, pero ya no es necesario. A Hyukjae sus gastos no le parecen
extravagantes, los ve como algo normal porque se ha acostumbrado a ser rico.
¿Lo entiendes?.
Donghae se quedó
mirando a Leeteuk mientras asimilaba sus palabras. ¿Dar el brazo a torcer?
Siempre había pensado que lo hacía, pero ¿era así? ¿Alguna vez había intentado
entender de verdad el punto de vista de Hyukjae en lo que respectaba al dinero?
Gruñendo por dentro, Donghae se dio cuenta de que seguía sin comprar nada que
no fuera vital para su existencia y que regañaba a Hyukjae cada vez que gastaba
dinero en él. Para Hyukjae esos regalos eran normales, acordes con su estilo de
vida. A él le parecían algo fuera de serie porque siempre había vivido en la
miseria, pero empezaba a entender por qué Hyukjae podía interpretar su
comportamiento como una muestra de rechazo.
—¿Desde cuándo
sabes tanto sobre hombres? —preguntó Donghae, pues su amigo no solía salir con
nadie y se había criado en varias casas de acogida.
Leeteuk se
encogió de hombros.
—Es fácil verlo
desde fuera. Cuando estás involucrado emocionalmente es bastante más difícil de
entender. Hace un año que soy testigo de tu relación con Hyukjae; he visto cómo
reaccionaste en tu cumpleaños, en Navidad y en todas las ocasiones en que te ha
regalado algo bonito. En lugar de aceptar los regalos con una sonrisa, le echas
la bronca por gastarse tanto dinero en ti. Y he visto el mal rato que pasa. Él
piensa que te va a gustar lo que te regala, pero no es así. Creo que es malo
para su ego.
—Dios mío. Menudo
brujo estoy hecho. No me había dado cuenta. Jamás lo había pensado así.
Los ojos se le
llenaron de lágrimas. «¡Oh, no! No te pongas a llorar otra vez».
—¡Oye, tampoco te
fustigues! Eres un buscavidas. Esa actitud te ha permitido superar muchos retos.
No hay de qué avergonzarse. Lo único que digo es que ya es hora de abandonar
ese mecanismo
de defensa y de
relajarse un poquito. Deja que Hyukjae te compre algo bonito y dense una luna de miel en condiciones. Tiene un
avión particular, ¡úsalo! —Leeteuk cogió de la camilla los resultados de la
prueba—. Y esta vez no vayan a Disney.
Donghae dedicó
una tímida sonrisa a Leeteuk. Disney era el único destino al que Donghae le
había permitido llevarle de vacaciones.
—Es que quería ir
al Reino Mágico. Nunca había estado. Lo pasamos genial.
—Deja a Mickey
Mouse para cuando tengan al bebé. Que Hyukjae arranque el avión y te lleve a un
sitio romántico. Ya tendrán tiempo para vacaciones en familia.
Donghae sonrió.
—¿Londres?
¿París? ¿Italia?
Le encantaría ir
a esos lugares, pero jamás había pensado que estarían a su alcance. Leeteuk le
devolvió la sonrisa y le guiñó un ojo.
—Ya estás
entrando en razón. Piensa a lo grande. No te cortes. Me da en la nariz que Hyukjae
no diría que no a una luna de miel larga.
Donghae abrió la
puerta y se dirigió hacia la salida de la clínica con Leeteuk pisándole los
talones. Cogió la chaqueta de un perchero que había en recepción y le comentó
en voz baja:
—Kangin irá a la
boda, ¿lo llevarás bien?
El cuerpo de Leeteuk
se tensó visiblemente mientras cogía de recepción el historial médico de su
próximo paciente.
—Por supuesto. No
me afecta lo más mínimo.
Hummm… Donghae
tenía sus dudas.
—Puede que, si
pasan un tiempo juntos, te des cuenta de que no es el ogro que crees que es.
Quizá haya madurado desde aquella época.
Leeteuk lo miró
con incredulidad.
—¡Venga ya! Leo
el periódico y las revistas. Ese sigue ocultando sus cuernos bajo esos ricitos de
oro. No te dejes engañar. Ahora que vas a ser appa no puedes ser así de confiado.
—Acompañó a Donghae hasta la puerta—. ¿Vas a casa?
Donghae se puso
la chaqueta y se cerró la cremallera con una sonrisa misteriosa en el rostro.
—En breve.
Primero voy a ir de compras. Es San Valentín. Tengo que ir a recoger una cosa y pasarme por un
par de tiendas. He hecho un medallón con el penique de la suerte y he comprado
una cadena de oro para que Hyukjae no me lo pueda devolver. El joyero ha
logrado mantener la moneda íntegra. —Como buen coleccionista, a Hyukjae le
daría un patatús si se enterara de que para convertir el penique en una joya
habían estropeado la insólita moneda—. Tengo que ir a recogerlo a la joyería.
—¿Es San
Valentín? Se me había olvidado —comentó Leeteuk con la mirada perdida y cierta
tristeza en el rostro.
Donghae se
despidió de su amiga y salió de la clínica pidiendo en silencio a Cupido que Leeteuk
encontrara al maravilloso hombre que merecía.
O.o
ResponderEliminarTodo eso hacen las hormonas!???
Ahhh
Que peligro(?)
Jajajajajaja
Maldito mono...porqué no quiere bebés !?????
Ahhhhhhhhhhh
Oh si!!!
Esto se puso bueno!!!
que sera un pecesito o um lindo monito lo que sea y mama pato ese mapache que te hizo ya quiero saber
ResponderEliminarBuenos consejos los de leeteuk, ahora entiende un poco como se siente hyukjae cuando no le acepta sus regalos, ahora espero que la noticia del bebé no afecte en nada su relación, aunque lo dudo pues se aman, pero una mala palabra o una mala expresión puede arruinar todo, gracias por el capitulo, a esperar con muchas ansias el próximo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEn el capítulo anterior estaba igual que Hae...¿Por qué le había hecho y dicho todo eso a Hyuk?
ResponderEliminarEse contrato fue una bo ita forma de demostrarle a Hyuk que no queria su dinero.
Que Hyuk no firmara fue una bonita forma de demostrarle a Hae lo mucho que confia en él.
Que surgiera una pelea de todo eso tan bello...pues no podia ser nada menos que Hae con pecesito en camino...muchos cambios de humor algo tenia que advertirle...pero qué iba a pensar en esa posibilidad cuando se cuidaba.
Jajajaja a Kangin le urge que su hermano se case con Hae para ver a Teuk.
Yo opino...toooodo lo que Teun le dijo a Hee...desde la primera hasta la última palabra...
Ya solo espero que lo del bebé nobsea un problema de verdad...con eso de que Hyuk no quiere monitos ni pecesitos😟
Regalos....regalos...*0*