Hyukjae lo
cogió en brazos y lo colocó en el centro de la cama tras quitar con brusquedad
la colcha y dejarla hecha un gurruño a los pies. Donghae se deslizó hacia la
parte superior y sintió la suavidad de la sábana de seda negra acariciándole el
trasero. Hyukjae se sentó en el borde, abrió el cajón de la mesilla y sacó
cuatro esposas forradas ensambladas con una cadena y un largo lazo de seda
negra.
—Sumisión
absoluta —susurró Donghae mientras apoyaba la cabeza en los almohadones de
seda.
—Sí —asintió Hyukjae
en voz baja mientras le recorría el cuerpo con una mirada hambrienta y lo
No tenía la
menor duda de que Hyukjae había repetido esta operación muchas veces: en menos
de un minuto lo tenía atada a la cama y abierto de piernas. Contempló con
curiosidad cada uno de los movimientos de Hyukjae, que recorría su cuerpo con
ojos voraces.
Le sorprendió
su propia forma de reaccionar: cuanto más indefenso se encontraba, cuantas más
partes de su cuerpo quedaban esposadas a la cama, más excitado estaba. Estar
atado de pies y manos para que él lo tomara a su antojo le ofrecía una libertad
que nunca había experimentado. No tenía que tomar decisiones ni preocuparse por
si él sentía placer o no. El amo era él y lo único que tenía que hacer era
esperar a ser complacido. Estar atado a su cama le resultaba tan erótico que
trató de balancear las caderas, pero las esposas se lo impidieron. No se hizo
daño, pero se dio cuenta de que apenas podía moverse y exhaló un gemido
sensual.
—¿Vas a
amordazarme?—preguntó con curiosidad, pero sin temor.
—¡Ni hablar!
Mientras te corres para mí, quiero oír todos y cada uno de tus gemidos, quiero
oír hasta el más imperceptible ruido que salga de tu boca.
Al escuchar
un mensaje tan tórrido, el calor que ya devoraba todo su cuerpo aumentó hasta
temperaturas insoportables. Cerró los ojos. Necesitaba tanto que satisficiera
su deseo que volvió a gimotear.
Al abrir de
nuevo los ojos, vio su mirada fiera y voraz. Entonces una tela de seda negra le
tapó los ojos, anulando su capacidad de ver y condenándolo a la oscuridad más
absoluta. Por un momento fue presa del pánico, pero se tranquilizó al sentir el
aliento cálido de Hyukjae en el oído y su lengua lamiéndole la oreja mientras
le susurraba:
—No poder ver
intensificará tus sensaciones, Donghae. Cada roce de mi lengua será más
intenso, más penetrante. Todo será más excitante.
—Ya estoy
bastante excitado, Hyukjae. Por el amor de Dios, tócame de una vez o moriré —
gimoteó mientras esperaba su tacto en la oscuridad.
Oyó que se le
escapaba una risa ahogada mientras se bajaba de la cama. Al instante percibió
el ruido que hacía la ropa al caer al suelo. Después sintió que el colchón se
hundía y dedujo que había vuelto a subir a la cama.
—Estás tan
sumamente atractivo que me cuesta decidir por dónde empezar. Hace tanto que
fantaseo con esta situación que no acabo de creer que realmente estés aquí
conmigo, en mi cama —confesó con una voz ronca y áspera.
Donghae se
disponía a abrir la boca para decirle que empezara por donde fuera, pero que,
por favor, empezara de una vez, cuando le cubrieron los labios. Fue un beso
voraz cargado de deseo. Suspiró al sentir que el cuerpo desnudo de Hyukjae lo
abrazaba, al notar su ardiente piel contra la suya. Su lengua y su boca le exploraban
incesantes, reclamándolo una y otra vez, mientras una mano recorría su cuerpo
entero: jugaba con sus pezones, se deslizaba por la cadera y se colaba en su
entrepierna. Arrancó la boca de la de Hyukjae y comenzó a jadear mientras sus
tenaces dedos se deslizaban por su suave piel y le frotaban el glande, que
estaba con la sensibilidad a flor de piel.
—Te lo
suplico, Hyukjae. ¡Por favor!
Le necesitaba.
Su cuerpo entero ardía de pasión y se retorcía lo poco que las esposas le
permitían, tratando de aumentar el contacto a la desesperada. Hyukjae acercó
los labios a su pecho, acarició con la lengua un pezón y lo mordió con
delicadeza. Después hizo lo mismo con el otro. Le metió un dedo y después otro.
Fue estirando y abriendo su cavidad, haciendo que deseara que lo llenara con la
polla.
—Madre mía, Donghae.
Estás tan estrecho…
Donghae
percibió aquel murmullo cálido sobre su pezón mientras sentía su cuerpo en
tensión sobre el suyo. Como estaba atado y no podía ver, lo único que podía
hacer era sentir. Hyukjae tocaba su cuerpo como si fuera un instrumento
musical, elevando sus sentidos a un nivel… que no sabía si podría soportar.
—Te necesito.
Te lo suplico.
—Enseguida,
precioso —canturreó.
Deslizó su
traviesa lengua por su vientre y se detuvo brevemente en el ombligo, antes de lamer
su miembro. Donghae gritó y se estremeció ante un deseo tan voraz, tan intenso.
Sus dedos seguían penetrándolo cada vez más profundo. Entonces Donghae empezó a
emitir sonidos incomprensibles, breves gimoteos.
Arqueó la
espalda revolviéndose contra las ataduras, mientras la obstinada boca de Hyukjae
jugaba sobre su sexo desesperado.
—Dios mío.
La voz
sensual de Donghae le imploraba que lo llevara hasta el clímax. Un hormigueo
recorría cada una de sus terminaciones nerviosas y su entrada se contraía
desesperado a medida que el deseo seguía aumentando hasta alcanzar niveles
insoportables.
Metió las grandes
manos bajo su cuerpo y lo empujó del trasero para devorarle hasta el último
recoveco de su sexo. Donghae sintió que su miembro le latía cada vez con mayor
intensidad hasta que el clímax le arrasó el cuerpo entero y le provocó espasmos
y temblores hasta en el último centímetro de su piel. Una y otra vez.
—¡Sí! ¡Oh,
sí!
Dejó caer la
cabeza hacia atrás y gimió con desenfreno mientras su cuerpo entero ardía en
llamas. Hyukjae lamía los jugos que segregaba Donghae gozando y gimiendo con
cada gota.
Se estremeció
al sentir que la exquisita piel de Hyukjae, desnuda y ardiente, se rozaba
contra la suya y se deslizaba sobre su cuerpo hasta llegar a su boca. Cuando lo
besó, Donghae saboreó su propia esencia y gimió. Madre de Dios, jamás había
tenido un orgasmo tan intenso, tan penetrante. Le devolvió el beso de la forma
más apasionada que supo, tratando de mostrarle lo que significaba para él lo
que acababa de ocurrir, lo que acababa de experimentar.
—Ha sido
increíble —jadeó Donghae tras alejar la boca de la de él.
Se retorció
de placer al sentir la polla empalmada contra el muslo. Estaba más que
preparado para que lo penetrara; sabía que sería capaz de llenar todos sus
huecos. Arqueó el cuerpo como un animal salvaje rogándole que se lanzara a por él
sin miramientos.
—Sabes a vino
de gran reserva, Donghae. Podía haberme quedado ahí el día entero —musitó con
un anhelo desenfrenado—. Eres tan atractivo. Tan tan atractivo.
—Y tú
también, pero fóllame de una vez, por favor —gimió mientras su cuerpo se
retorcía de deseo.
—Dime que me
deseas, que me necesitas —exigió con un tono árido y seco. Donghae notaba la
punta del miembro chocar contra su entrada.
—Ay, mierda.
¡El condón! —gruñó afligido.
Donghae levantó
las caderas. Necesitaba tanto que la penetrara que estaba a punto de ponerse a
gritar como un loco.
—Tomo píldora por un problema hormonal. No hay problema. Estoy limpio.
—Yo también.
Será mi primera vez sin condón. No duraré mucho, pero quiero que lo hagamos
así. Que no haya nada entre nosotros.
Donghae
sentía su aliento pesado y cálido en el cuello.
—Me da igual.
Córrete dentro de mí, Hyukjae. Te deseo tanto. Te tengo tantas ganas… —le rogó
ahogando un gemido antes de perder completamente el control.
Bastó con que
Hyukjae empujara las caderas para llenarlo por completo. La tenía grande y
hacía años que ningún hombre se la metía. Hyukjae forzó sus paredes a
expandirse, estirarse y aceptarlo. La carne de Donghae, húmeda y resbaladiza,
cedió y dejó entrar aquel miembro descomunal, que lo llenó por completo.
—Madre mía,
cariño, lo tienes tan estrecho. —Hyukjae apenas podía hablar, parecía casi que
le doliera—. Estás buenísimo. Eres un gustazo. Esto es una gozada.
—Sí —jadeó
totalmente pleno de él.
La
corpulencia de Hyukjae lo consumía, lo tenía completamente dominado. Él se
retiró un momento y se la volvió a meter frotándole aquel esquicito punto. A medida
que aumentaba el ritmo lo embestía con las caderas y lo elevaba cada vez más
alto. Lo tomó por la cadera para acercarlo aún más a él y sus pieles
aplaudieron la una contra la otra ante aquel encuentro agresivo y placentero.
A oscuras Donghae
se impregnaba de cada sensación, de cada embestida. El placer que Hyukjae
repartía por todo su cuerpo era tan intenso que se agarró a las cadenas de las
esposas y clavó los dedos en el metal mientras gritaba su nombre. Lo
martilleaba con todo su cuerpo y él saboreaba cada arremetida, cada embestida
de sus caderas. Los cuerpos de ambos estaban chorreando de sudor y se
deslizaban uno sobre el otro como si se lanzaran por un tobogán de erotismo.
Cada vez que Hyukjae
se movía el vello de su pecho le raspaba su piel y aquel roce lo estaba
poniendo tan cachondo que se puso a gemir y a zarandear la cabeza hacia los
lados preguntándose si soportaría esa sobrecarga de sensaciones.
—Córrete para
mí, Donghae. Córrete. Quiero verte gozar —le susurró con una voz seductora y
convincente.
La polla lo
llenaba por completo una y otra vez. Cada vez más rápido.
Cuando Hyukjae
introdujo una mano intrépida entre sus cuerpos para frotarle el miembro, Donghae
explotó. Mientras su cuerpo entero palpitaba, vio colores brillantes y
destellos en la oscuridad. Al alcanzar el éxtasis los espasmos alcanzaron su
cavidad y las contracciones empezaron a ordeñar la polla de Hyukjae.
—¡Joder, Donghae!
—exclamó Hyukjae—. Me pones a mil.
Lo besó de
nuevo mientras lo penetraba por última vez. Como si se propusiera poseer hasta
el último centímetro de su cuerpo, se la metió hasta el fondo y lanzó un gemido
ronco, atormentado.
Los dos
tardaron en regresar al mundo real. Hyukjae se retiró y se dejó caer a su lado.
Apoyó la cabeza en su hombro y rodeó su cuerpo con un brazo posesivo. Donghae lo
buscó con los labios y le besó la coronilla mientras trataba de recuperar el
aliento.
Tenía el
corazón a cien por hora y le daba rabia no poder ver a Hyukjae en ese momento.
Seguro que tenía el pelo alborotado y que aún salían llamas de sus ojos
apasionados. Sus sensaciones eran tan intensas que se sentía abrumado.
Temeroso. Entusiasmado. Confundido. Estaba hecho un lío y no sabía lo que debía
sentir ni cómo debía actuar. El sexo nunca había sido tan embriagador. ¿Qué
había pasado?
Hyukjae. Hyukjae
era lo que había pasado. Nunca volvería a ser el mismo.
Sintió una
ligera caricia sobre los labios —Hyukjae le había dado un beso— y un movimiento
en la
cama. Oyó la cremallera de los vaqueros y dedujo que se estaba
vistiendo. En pocos instantes estaba desatado y había recuperado la visión.
Estaba
guapísimo: tenía el pelo revuelto y recorría con los ojos su cuerpo desnudo
como si tuviera ganas de volver a hacerlo suyo. Donghae se estremeció no solo
por el hecho de estar desnudo, sino por la mirada atormentada que vio en sus
ojos.
Lo cogió en
brazos y, tras cruzar el pasillo, lo llevó hasta su dormitorio. Apartó el
edredón, lo dejó en medio de la cama y, para tapar su desnudez, volvió a
extender el edredón. La habitación estaba a oscuras, pero la claridad de la
luna le bastaba para ver que Hyukjae tenía el ceño fruncido.
¿Se
arrepentía de lo que acababa de ocurrir? ¿Le molestaba haberse acostado con alguien
a quien apenas conocía? ¿Tanto le enfadaba que quería librarse cuanto antes de él,
devolverlo a su cama y borrar de un plumazo aquella unión que lo había transformado
todo?
O quizá lo
que ocurría es que aquella noche solo le había cambiado su vida. Hyukjae se
agachó para darle un beso inocente en la frente y susurró con voz sensual:
—Gracias, Donghae.
Jamás olvidaré esta noche.
Las lágrimas
le provocaron un nudo en la garganta que le impidió respirar. No podía
responder ni hacer las preguntas que eran tan importantes para él.
Hyukjae salió
del dormitorio y cerró la puerta sin apenas hacer ruido.
Se marchó.
Así, sin más. Ni siquiera había mostrado el más mínimo interés en dormir con él.
Donghae dejó de reprimir el llanto y apoyó la cabeza sobre la almohada. Las
lágrimas le recorrieron las mejillas
mientras se preguntaba qué diablos acababa de ocurrir. Después de la relación
sexual más excitante de su vida Hyukjae lo había devuelto a su cuarto sin
ningún miramiento. Se sentía como si le hubiera pegado una bofetada. Un mazazo
de realidad.
«Abre los
ojos, Donghae. Es multimillonario. ¿Pensabas que quería algo más que echarte un
polvo?». Se forzó a recordarse a sí mismo que ya era mayorcito y que no se
había embarcado a ciegas en esa aventura:
sabía que solo se trataba de una noche. «Entonces, ¿por qué duele tanto,
joder?».
Salió de la
cama sin hacer ruido, abrió un cajón de la cómoda y se puso una sudadera. Le
temblaba todo el cuerpo, así que volvió a meterse en la cama y se hizo un
ovillo bajo el edredón. En la cama de Hyukjae todo había sido tan cálido, tan
ardiente… Pero ahora tenía frío y se sentía vacío.
Para buscar
una explicación a lo que acababa de pasar Donghae dejó a un lado que Hyukjae lo
había rechazado de mala manera y que se sentía muy dolido. Sintiera lo que
sintiera por él, estaba claro que Hyukjae tenía algún problema. Las esposas, la
venda, el hecho de no querer que mirara mientras lo hacían… Puede que le
gustaran los juegos morbosos —acababa de descubrir que tenían su punto —, pero
pasaba algo más.
Algo más
profundo. Algo más oscuro.
¿Nunca había
tenido pareja? Eso ya era raro de por sí. Era obvio que la cama no se le daba
nada mal. Además, estaba forradísimo y era guapo hasta decir basta. ¿Cómo es
que nunca había tenido una relación larga?
Donghae se
tumbó de espaldas sin dejar de darle vueltas a la cabeza. Los problemas de Hyukjae
no eran asunto suyo y temía que se enfadara si metía las narices donde no lo
llamaban. Pero quería ayudarlo. Hyukjae no tenía la culpa de ser incapaz de
sentir algo por él. Siempre lo había tratado con amabilidad y generosidad.
Quizá si lograra ayudarlo en el futuro sería capaz de enamorarse y de mantener
una relación con la persona que eligiera.
Aquella idea
hizo que se le encogiera el pecho y se le revolvieran las entrañas, pero dejó a
un lado
sus sentimientos. Hyukjae se merecía ser feliz. Tenía que comportarse
como un buen amigo y llegar al fondo del asunto.
«Quieres ser
mucho más que un amigo y lo sabes».
—Cállate
—susurró enfadado a la oscuridad del cuarto, mientras se tumbaba boca abajo y
se tapaba la cabeza con un almohadón, como si esas acciones bastaran para
silenciar los pensamientos que lo traicionaban.
Cuando por
fin consiguió dormirse, cayó en un sueño inquietante y turbador en el que un hombre
de ojos oscuros, cuyo rostro expresaba una terrible angustia y desesperación,
se enfrentaba a unos monstruos invisibles. Al ver aquella situación Donghae
trataba por todos los medios de acercarse al hombre que sufría, extendía el
brazo y le rogaba que lo agarrara de la mano, que le dejara ayudarlo. Él
levantaba una mano muy despacio sin dejar de lanzar puñaladas a la oscuridad
con la otra, tratando en vano de derrotar a las oscuras sombras que lo
amenazaban. Por fin alcanzó su mano y la agarró con firmeza, y él empleó hasta
el último resquicio de fuerza que le quedaba en los brazos para tratar de
acercarlo.
Pero al final
no pudo. El hombre lo arrastró hacia la oscuridad y, mientras caía con él por
un torbellino profundo y oscuro, Donghae lanzó un alarido sobrecogedor y
espeluznante.
Él se hundió
y Donghae decidió acompañarlo, a sabiendas de que ninguno de los dos lograría
escapar jamás.
A la mañana
siguiente Hyukjae se despertó con el seductor aroma de Donghae y tuvo la
sensación de que faltaba algo en su cama.
Se tumbó de
espaldas con el falo duro y empalmado, tratando de no pensar en lo increíble y
apasionada que había sido la noche anterior. Se tapó la cara con un almohadón
para inhalar su fragancia, un olor que posiblemente lo persiguiera el resto de
sus días. Cada vez que pensaba en su aroma recordaba su sabor; su sonrisa, sus
gemidos, su embriagador cuerpo desnudo, cómo gritaba cuando se corrió y cómo
tensaba su cavidad hasta que él también lo hizo.
¡Mierda!
¡Estaba jodido!
Lo que había
ocurrido la noche anterior era un punto de inflexión en su vida. Jamás volvería
a contentarse con llevarse a cualquiera a la cama para echar polvos carentes de
sentimientos que satisficieran sus necesidades carnales.
No sabía si
odiar o adorar al joven que le hacía sentir así. Nunca había mantenido
relaciones con varios a la vez. Era un follador monógamo, por decirlo de alguna
manera: llamaba a la misma pareja hasta que pasaba a la siguiente, pero no
porque esa fuera mejor que la otra. Ni que la anterior. Simplemente llegaba un
momento en el que pensaba, en el que presentía que debería pasar página si
quería evitar todo tipo de compromiso. Y no porque se enamoraran de él, sino
porque empezaban a exigirle más caprichos y regalos.
Se apartó la
almohada del rostro, pero siguió sintiendo el mismo dolor penetrante. Dejar a Donghae
de nuevo en su cama había sido una de las cosas que más le había costado hacer
en la vida. Pero el trato que había aceptado se limitaba a una noche y, además,
él nunca había sido capaz de dormir con alguien. Ni era capaz de hacerlo ni
jamás había tenido ganas… hasta la pasada noche. Entonces sí le hubiera gustado
dormirse con Donghae entre los brazos, sintiendo el roce de su cuerpo y su
cálido aliento en la cara.
De vuelta en
su dormitorio, había sido imposible conciliar el sueño. Había estado dando
vueltas y más vueltas en una cama que olía a sexo apasionado y a Donghae.
Finalmente había decidido ir al gimnasio a pegarse una buena paliza, confiando
en que así lograría caer fundido y librarse de tanta frustración. Pero, en
lugar de caer prácticamente inconsciente como se había propuesto, había
terminado sintiéndose cansado, derrotado… y completamente desvelado.
¿A qué hora
habría caído rendido? Desvió la mirada al reloj y se quedó estupefacto al ver
que estaban a punto de dar las doce. Era un hombre bastante madrugador y jamás
se levantaba tan tarde, ni siquiera los fines de semana. Salió de la cama y se
metió a la ducha del tirón.
Se aseó a
toda prisa, cabreado por tener que quitarse el aroma de Donghae, y se dirigió a
la cocina preguntándose si seguiría dormido. La cocina estaba impoluta. Las
sobras de la cena de la noche anterior habían desaparecido. Se sirvió una taza
de café recién hecho y dio una vuelta por el piso. La puerta de la habitación
de Donghae estaba abierta y la cama hecha. Obviamente se había levantado, pero
¿dónde se había metido?
Pensó que
igual estaba en la sala de informática jugando al ordenador y subió corriendo
las escaleras.
No estaba.
«No está aquí».
Hyukjae
sintió que un escalofrío le trepaba despacio por la espina dorsal y sufrió un breve
ataque de pánico.
Con el pulso
cada vez más acelerado volvió a bajar las escaleras de dos en dos. Si lo
pensaba fríamente, sabía que no se podía haber marchado. No tenía razones para
hacerlo. Los dos habían acordado satisfacer su apetito sexual pasando una noche
juntos.
Una noche.
«¡Y una
mierda! Una noche no es suficiente. Donghae es mío».
Hyukjae ya se
había dado cuenta la noche anterior y ahora estaba convencido: jamás se
cansaría de Donghae. Una noche de sexo arrollador no bastaría para superar esa
obsesión. No tenía claro cuál era la solución, pero follárselo con todas sus
ganas no había sido suficiente. Todo lo contrario: ahora que había sido suyo
por una noche, quería repetir una y otra vez.
Se le empezó
a revolver el café en el estómago. Lo cierto era que no soportaba mostrar esa
actitud tan posesiva con un joven. Preocuparse lo más mínimo por alguien que no
fuera de su familia no traía más que problemas. ¿Acaso no había aprendido esa
lección por las malas hacía muchos años? Pues al parecer se le había olvidado,
porque se preocupaba por Donghae mucho más de lo que le gustaría… y estaba
acojonado.
Hyukjae cogió
el móvil de una mesa de centro que había en el comedor y le envió un mensaje:
Estas bien?
Impaciente,
empezó a dar golpecitos con el dedo sobre el protector de plástico del
teléfono. ¡Mierda! Ni siquiera sabía si se había llevado el móvil, pero le
daría mucha rabia si no lo hubiera hecho porque le había repetido una y otra
vez que lo tuviera siempre encima por seguridad.
Soltó un bufido
mientras regresaba con el café y el móvil a la cocina. ¡Nunca le hacía ni caso!
Solía responder a sus advertencias con una colleja cariñosa y después seguía
haciendo su santa voluntad, vamos, que siempre hacía lo que le daba la gana. En
el fondo a Hyukjae le encantaba que fuera tan independiente; lo malo era que a
menudo se despreocupaba demasiado de su seguridad y eso le sacaba de sus
casillas.
El sonido del
teléfono lo pilló desprevenido y derramó el café en el azulejo inmaculado.
«Joder, estoy al borde de un ataque de nervios». Leyó el mensaje:
Comisaría. Luego te cuento.
¿Qué ha pasado? Escribió otro mensaje de
inmediato.
Dónde? Xq?
La respuesta
fue breve: le envió la ubicación de la comisaría, le dio otra explicación vaga
y exasperante, y le prometió que después se lo contaría todo.
«¡Y una
mierda después! Nadie va a la comisaría un sábado por la mañana para echarse
unas risas. Ha ocurrido algo».
Frustrado,
empezó a peinarse con las manos y casi se arranca un mechón de pelo. ¡Madre
mía! A este paso se quedaría calvo en una semana. Le envió otro mensaje para
decirle que estaba de camino y guardó el móvil en el bolsillo. Volvió a sonar
poco después, pero no le hizo caso; sabía que sería Donghae diciéndole que no
fuera.
Sin perder un
segundo cogió las llaves y se puso los primeros zapatos informales que
encontró. Salió del piso sin que el violento portazo siquiera le inmutara.
Ayyyy
ResponderEliminarDios mío bendito!!!
Mi sueño húmedo con Siwonshis o Hyukkie~
Asdfhhhffdaadgjgda
Que rico!!
una super noche y los dos al final se sintieron solos tontos espero y pasen muchas noches juntos y por que el lindo pecesito esta en la comisaria talves mama pato tenga algun problema
ResponderEliminaruna super noche y los dos al final se sintieron solos tontos espero y pasen muchas noches juntos y por que el lindo pecesito esta en la comisaria talves mama pato tenga algun problema
ResponderEliminarOMG que noche la que pasaron estos dos, lastima que al final todo haya terminado así, que será lo que le pasó a Hyukjae por que tuvo que pasarle algo para que se comporte así... Me encanta esta adaptación, mucho mucho.
ResponderEliminarOMG que noche la que pasaron estos dos, lastima que al final todo haya terminado así, que será lo que le pasó a Hyukjae por que tuvo que pasarle algo para que se comporte así... Me encanta esta adaptación, mucho mucho.
ResponderEliminar