Mío -Capítulo 5



Hyukjae lo cogió en brazos y lo colocó en el centro de la cama tras quitar con brusquedad la colcha y dejarla hecha un gurruño a los pies. Donghae se deslizó hacia la parte superior y sintió la suavidad de la sábana de seda negra acariciándole el trasero. Hyukjae se sentó en el borde, abrió el cajón de la mesilla y sacó cuatro esposas forradas ensambladas con una cadena y un largo lazo de seda negra.

—Sumisión absoluta —susurró Donghae mientras apoyaba la cabeza en los almohadones de seda.

—Sí —asintió Hyukjae en voz baja mientras le recorría el cuerpo con una mirada hambrienta y lo
cogía del brazo para ponerle las esposas.

No tenía la menor duda de que Hyukjae había repetido esta operación muchas veces: en menos de un minuto lo tenía atada a la cama y abierto de piernas. Contempló con curiosidad cada uno de los movimientos de Hyukjae, que recorría su cuerpo con ojos voraces.

Le sorprendió su propia forma de reaccionar: cuanto más indefenso se encontraba, cuantas más partes de su cuerpo quedaban esposadas a la cama, más excitado estaba. Estar atado de pies y manos para que él lo tomara a su antojo le ofrecía una libertad que nunca había experimentado. No tenía que tomar decisiones ni preocuparse por si él sentía placer o no. El amo era él y lo único que tenía que hacer era esperar a ser complacido. Estar atado a su cama le resultaba tan erótico que trató de balancear las caderas, pero las esposas se lo impidieron. No se hizo daño, pero se dio cuenta de que apenas podía moverse y exhaló un gemido sensual.


—¿Vas a amordazarme?—preguntó con curiosidad, pero sin temor.

—¡Ni hablar! Mientras te corres para mí, quiero oír todos y cada uno de tus gemidos, quiero oír hasta el más imperceptible ruido que salga de tu boca.

Al escuchar un mensaje tan tórrido, el calor que ya devoraba todo su cuerpo aumentó hasta temperaturas insoportables. Cerró los ojos. Necesitaba tanto que satisficiera su deseo que volvió a gimotear.

Al abrir de nuevo los ojos, vio su mirada fiera y voraz. Entonces una tela de seda negra le tapó los ojos, anulando su capacidad de ver y condenándolo a la oscuridad más absoluta. Por un momento fue presa del pánico, pero se tranquilizó al sentir el aliento cálido de Hyukjae en el oído y su lengua lamiéndole la oreja mientras le susurraba:

—No poder ver intensificará tus sensaciones, Donghae. Cada roce de mi lengua será más intenso, más penetrante. Todo será más excitante.

—Ya estoy bastante excitado, Hyukjae. Por el amor de Dios, tócame de una vez o moriré — gimoteó mientras esperaba su tacto en la oscuridad.

Oyó que se le escapaba una risa ahogada mientras se bajaba de la cama. Al instante percibió el ruido que hacía la ropa al caer al suelo. Después sintió que el colchón se hundía y dedujo que había vuelto a subir a la cama.

—Estás tan sumamente atractivo que me cuesta decidir por dónde empezar. Hace tanto que fantaseo con esta situación que no acabo de creer que realmente estés aquí conmigo, en mi cama —confesó con una voz ronca y áspera.

Donghae se disponía a abrir la boca para decirle que empezara por donde fuera, pero que, por favor, empezara de una vez, cuando le cubrieron los labios. Fue un beso voraz cargado de deseo. Suspiró al sentir que el cuerpo desnudo de Hyukjae lo abrazaba, al notar su ardiente piel contra la suya. Su lengua y su boca le exploraban incesantes, reclamándolo una y otra vez, mientras una mano recorría su cuerpo entero: jugaba con sus pezones, se deslizaba por la cadera y se colaba en su entrepierna. Arrancó la boca de la de Hyukjae y comenzó a jadear mientras sus tenaces dedos se deslizaban por su suave piel y le frotaban el glande, que estaba con la sensibilidad a flor de piel.

—Te lo suplico, Hyukjae. ¡Por favor!

Le necesitaba. Su cuerpo entero ardía de pasión y se retorcía lo poco que las esposas le permitían, tratando de aumentar el contacto a la desesperada. Hyukjae acercó los labios a su pecho, acarició con la lengua un pezón y lo mordió con delicadeza. Después hizo lo mismo con el otro. Le metió un dedo y después otro. Fue estirando y abriendo su cavidad, haciendo que deseara que lo llenara con la polla.

—Madre mía, Donghae. Estás tan estrecho…

Donghae percibió aquel murmullo cálido sobre su pezón mientras sentía su cuerpo en tensión sobre el suyo. Como estaba atado y no podía ver, lo único que podía hacer era sentir. Hyukjae tocaba su cuerpo como si fuera un instrumento musical, elevando sus sentidos a un nivel… que no sabía si podría soportar.

—Te necesito. Te lo suplico.

—Enseguida, precioso —canturreó.

Deslizó su traviesa lengua por su vientre y se detuvo brevemente en el ombligo, antes de lamer su miembro. Donghae gritó y se estremeció ante un deseo tan voraz, tan intenso. Sus dedos seguían penetrándolo cada vez más profundo. Entonces Donghae empezó a emitir sonidos incomprensibles, breves gimoteos.

Arqueó la espalda revolviéndose contra las ataduras, mientras la obstinada boca de Hyukjae jugaba sobre su sexo desesperado.

—Dios mío.

La voz sensual de Donghae le imploraba que lo llevara hasta el clímax. Un hormigueo recorría cada una de sus terminaciones nerviosas y su entrada se contraía desesperado a medida que el deseo seguía aumentando hasta alcanzar niveles insoportables.

Metió las grandes manos bajo su cuerpo y lo empujó del trasero para devorarle hasta el último recoveco de su sexo. Donghae sintió que su miembro le latía cada vez con mayor intensidad hasta que el clímax le arrasó el cuerpo entero y le provocó espasmos y temblores hasta en el último centímetro de su piel. Una y otra vez.

—¡Sí! ¡Oh, sí!

Dejó caer la cabeza hacia atrás y gimió con desenfreno mientras su cuerpo entero ardía en llamas. Hyukjae lamía los jugos que segregaba Donghae gozando y gimiendo con cada gota.

Se estremeció al sentir que la exquisita piel de Hyukjae, desnuda y ardiente, se rozaba contra la suya y se deslizaba sobre su cuerpo hasta llegar a su boca. Cuando lo besó, Donghae saboreó su propia esencia y gimió. Madre de Dios, jamás había tenido un orgasmo tan intenso, tan penetrante. Le devolvió el beso de la forma más apasionada que supo, tratando de mostrarle lo que significaba para él lo que acababa de ocurrir, lo que acababa de experimentar.

—Ha sido increíble —jadeó Donghae tras alejar la boca de la de él.

Se retorció de placer al sentir la polla empalmada contra el muslo. Estaba más que preparado para que lo penetrara; sabía que sería capaz de llenar todos sus huecos. Arqueó el cuerpo como un animal salvaje rogándole que se lanzara a por él sin miramientos.

—Sabes a vino de gran reserva, Donghae. Podía haberme quedado ahí el día entero —musitó con un anhelo desenfrenado—. Eres tan atractivo. Tan tan atractivo.

—Y tú también, pero fóllame de una vez, por favor —gimió mientras su cuerpo se retorcía de deseo.

—Dime que me deseas, que me necesitas —exigió con un tono árido y seco. Donghae notaba la punta del miembro chocar contra su entrada.

—Ay, mierda. ¡El condón! —gruñó afligido.

Donghae levantó las caderas. Necesitaba tanto que la penetrara que estaba a punto de ponerse a gritar como un loco.

—Tomo píldora por un problema hormonal. No hay problema. Estoy limpio.

—Yo también. Será mi primera vez sin condón. No duraré mucho, pero quiero que lo hagamos así. Que no haya nada entre nosotros.

Donghae sentía su aliento pesado y cálido en el cuello.

—Me da igual. Córrete dentro de mí, Hyukjae. Te deseo tanto. Te tengo tantas ganas… —le rogó ahogando un gemido antes de perder completamente el control.

Bastó con que Hyukjae empujara las caderas para llenarlo por completo. La tenía grande y hacía años que ningún hombre se la metía. Hyukjae forzó sus paredes a expandirse, estirarse y aceptarlo. La carne de Donghae, húmeda y resbaladiza, cedió y dejó entrar aquel miembro descomunal, que lo llenó por completo.

—Madre mía, cariño, lo tienes tan estrecho. —Hyukjae apenas podía hablar, parecía casi que le doliera—. Estás buenísimo. Eres un gustazo. Esto es una gozada.

—Sí —jadeó totalmente pleno de él.

La corpulencia de Hyukjae lo consumía, lo tenía completamente dominado. Él se retiró un momento y se la volvió a meter frotándole aquel esquicito punto. A medida que aumentaba el ritmo lo embestía con las caderas y lo elevaba cada vez más alto. Lo tomó por la cadera para acercarlo aún más a él y sus pieles aplaudieron la una contra la otra ante aquel encuentro agresivo y placentero.

A oscuras Donghae se impregnaba de cada sensación, de cada embestida. El placer que Hyukjae repartía por todo su cuerpo era tan intenso que se agarró a las cadenas de las esposas y clavó los dedos en el metal mientras gritaba su nombre. Lo martilleaba con todo su cuerpo y él saboreaba cada arremetida, cada embestida de sus caderas. Los cuerpos de ambos estaban chorreando de sudor y se deslizaban uno sobre el otro como si se lanzaran por un tobogán de erotismo.

Cada vez que Hyukjae se movía el vello de su pecho le raspaba su piel y aquel roce lo estaba poniendo tan cachondo que se puso a gemir y a zarandear la cabeza hacia los lados preguntándose si soportaría esa sobrecarga de sensaciones.

—Córrete para mí, Donghae. Córrete. Quiero verte gozar —le susurró con una voz seductora y convincente.

La polla lo llenaba por completo una y otra vez. Cada vez más rápido.

Cuando Hyukjae introdujo una mano intrépida entre sus cuerpos para frotarle el miembro, Donghae explotó. Mientras su cuerpo entero palpitaba, vio colores brillantes y destellos en la oscuridad. Al alcanzar el éxtasis los espasmos alcanzaron su cavidad y las contracciones empezaron a ordeñar la polla de Hyukjae.

—¡Joder, Donghae! —exclamó Hyukjae—. Me pones a mil.

Lo besó de nuevo mientras lo penetraba por última vez. Como si se propusiera poseer hasta el último centímetro de su cuerpo, se la metió hasta el fondo y lanzó un gemido ronco, atormentado.

Los dos tardaron en regresar al mundo real. Hyukjae se retiró y se dejó caer a su lado. Apoyó la cabeza en su hombro y rodeó su cuerpo con un brazo posesivo. Donghae lo buscó con los labios y le besó la coronilla mientras trataba de recuperar el aliento.

Tenía el corazón a cien por hora y le daba rabia no poder ver a Hyukjae en ese momento. Seguro que tenía el pelo alborotado y que aún salían llamas de sus ojos apasionados. Sus sensaciones eran tan intensas que se sentía abrumado. Temeroso. Entusiasmado. Confundido. Estaba hecho un lío y no sabía lo que debía sentir ni cómo debía actuar. El sexo nunca había sido tan embriagador. ¿Qué había pasado?

Hyukjae. Hyukjae era lo que había pasado. Nunca volvería a ser el mismo.

Sintió una ligera caricia sobre los labios —Hyukjae le había dado un beso— y un movimiento en la


cama. Oyó la cremallera de los vaqueros y dedujo que se estaba vistiendo. En pocos instantes estaba desatado y había recuperado la visión.

Estaba guapísimo: tenía el pelo revuelto y recorría con los ojos su cuerpo desnudo como si tuviera ganas de volver a hacerlo suyo. Donghae se estremeció no solo por el hecho de estar desnudo, sino por la mirada atormentada que vio en sus ojos.

Lo cogió en brazos y, tras cruzar el pasillo, lo llevó hasta su dormitorio. Apartó el edredón, lo dejó en medio de la cama y, para tapar su desnudez, volvió a extender el edredón. La habitación estaba a oscuras, pero la claridad de la luna le bastaba para ver que Hyukjae tenía el ceño fruncido.

¿Se arrepentía de lo que acababa de ocurrir? ¿Le molestaba haberse acostado con alguien a quien apenas conocía? ¿Tanto le enfadaba que quería librarse cuanto antes de él, devolverlo a su cama y borrar de un plumazo aquella unión que lo había transformado todo?

O quizá lo que ocurría es que aquella noche solo le había cambiado su vida. Hyukjae se agachó para darle un beso inocente en la frente y susurró con voz sensual:

—Gracias, Donghae. Jamás olvidaré esta noche.

Las lágrimas le provocaron un nudo en la garganta que le impidió respirar. No podía responder ni hacer las preguntas que eran tan importantes para él.

Hyukjae salió del dormitorio y cerró la puerta sin apenas hacer ruido.

Se marchó. Así, sin más. Ni siquiera había mostrado el más mínimo interés en dormir con él. Donghae dejó de reprimir el llanto y apoyó la cabeza sobre la almohada. Las lágrimas le recorrieron las mejillas mientras se preguntaba qué diablos acababa de ocurrir. Después de la relación sexual más excitante de su vida Hyukjae lo había devuelto a su cuarto sin ningún miramiento. Se sentía como si le hubiera pegado una bofetada. Un mazazo de realidad.

«Abre los ojos, Donghae. Es multimillonario. ¿Pensabas que quería algo más que echarte un polvo?». Se forzó a recordarse a sí mismo que ya era mayorcito y que no se había embarcado a ciegas en esa aventura: sabía que solo se trataba de una noche. «Entonces, ¿por qué duele tanto, joder?».

Salió de la cama sin hacer ruido, abrió un cajón de la cómoda y se puso una sudadera. Le temblaba todo el cuerpo, así que volvió a meterse en la cama y se hizo un ovillo bajo el edredón. En la cama de Hyukjae todo había sido tan cálido, tan ardiente… Pero ahora tenía frío y se sentía vacío.

Para buscar una explicación a lo que acababa de pasar Donghae dejó a un lado que Hyukjae lo había rechazado de mala manera y que se sentía muy dolido. Sintiera lo que sintiera por él, estaba claro que Hyukjae tenía algún problema. Las esposas, la venda, el hecho de no querer que mirara mientras lo hacían… Puede que le gustaran los juegos morbosos —acababa de descubrir que tenían su punto —, pero pasaba algo más.

Algo más profundo. Algo más oscuro.

¿Nunca había tenido pareja? Eso ya era raro de por sí. Era obvio que la cama no se le daba nada mal. Además, estaba forradísimo y era guapo hasta decir basta. ¿Cómo es que nunca había tenido una relación larga?

Donghae se tumbó de espaldas sin dejar de darle vueltas a la cabeza. Los problemas de Hyukjae no eran asunto suyo y temía que se enfadara si metía las narices donde no lo llamaban. Pero quería ayudarlo. Hyukjae no tenía la culpa de ser incapaz de sentir algo por él. Siempre lo había tratado con amabilidad y generosidad. Quizá si lograra ayudarlo en el futuro sería capaz de enamorarse y de mantener una relación con la persona que eligiera.

Aquella idea hizo que se le encogiera el pecho y se le revolvieran las entrañas, pero dejó a un lado


sus sentimientos. Hyukjae se merecía ser feliz. Tenía que comportarse como un buen amigo y llegar al fondo del asunto.

«Quieres ser mucho más que un amigo y lo sabes».

—Cállate —susurró enfadado a la oscuridad del cuarto, mientras se tumbaba boca abajo y se tapaba la cabeza con un almohadón, como si esas acciones bastaran para silenciar los pensamientos que lo traicionaban.

Cuando por fin consiguió dormirse, cayó en un sueño inquietante y turbador en el que un hombre de ojos oscuros, cuyo rostro expresaba una terrible angustia y desesperación, se enfrentaba a unos monstruos invisibles. Al ver aquella situación Donghae trataba por todos los medios de acercarse al hombre que sufría, extendía el brazo y le rogaba que lo agarrara de la mano, que le dejara ayudarlo. Él levantaba una mano muy despacio sin dejar de lanzar puñaladas a la oscuridad con la otra, tratando en vano de derrotar a las oscuras sombras que lo amenazaban. Por fin alcanzó su mano y la agarró con firmeza, y él empleó hasta el último resquicio de fuerza que le quedaba en los brazos para tratar de acercarlo.

Pero al final no pudo. El hombre lo arrastró hacia la oscuridad y, mientras caía con él por un torbellino profundo y oscuro, Donghae lanzó un alarido sobrecogedor y espeluznante.

Él se hundió y Donghae decidió acompañarlo, a sabiendas de que ninguno de los dos lograría escapar jamás.



A la mañana siguiente Hyukjae se despertó con el seductor aroma de Donghae y tuvo la sensación de que faltaba algo en su cama.

Se tumbó de espaldas con el falo duro y empalmado, tratando de no pensar en lo increíble y apasionada que había sido la noche anterior. Se tapó la cara con un almohadón para inhalar su fragancia, un olor que posiblemente lo persiguiera el resto de sus días. Cada vez que pensaba en su aroma recordaba su sabor; su sonrisa, sus gemidos, su embriagador cuerpo desnudo, cómo gritaba cuando se corrió y cómo tensaba su cavidad hasta que él también lo hizo.

¡Mierda! ¡Estaba jodido!

Lo que había ocurrido la noche anterior era un punto de inflexión en su vida. Jamás volvería a contentarse con llevarse a cualquiera a la cama para echar polvos carentes de sentimientos que satisficieran sus necesidades carnales.

No sabía si odiar o adorar al joven que le hacía sentir así. Nunca había mantenido relaciones con varios a la vez. Era un follador monógamo, por decirlo de alguna manera: llamaba a la misma pareja hasta que pasaba a la siguiente, pero no porque esa fuera mejor que la otra. Ni que la anterior. Simplemente llegaba un momento en el que pensaba, en el que presentía que debería pasar página si quería evitar todo tipo de compromiso. Y no porque se enamoraran de él, sino porque empezaban a exigirle más caprichos y regalos.

Se apartó la almohada del rostro, pero siguió sintiendo el mismo dolor penetrante. Dejar a Donghae de nuevo en su cama había sido una de las cosas que más le había costado hacer en la vida. Pero el trato que había aceptado se limitaba a una noche y, además, él nunca había sido capaz de dormir con alguien. Ni era capaz de hacerlo ni jamás había tenido ganas… hasta la pasada noche. Entonces sí le hubiera gustado dormirse con Donghae entre los brazos, sintiendo el roce de su cuerpo y su cálido aliento en la cara.

De vuelta en su dormitorio, había sido imposible conciliar el sueño. Había estado dando vueltas y más vueltas en una cama que olía a sexo apasionado y a Donghae. Finalmente había decidido ir al gimnasio a pegarse una buena paliza, confiando en que así lograría caer fundido y librarse de tanta frustración. Pero, en lugar de caer prácticamente inconsciente como se había propuesto, había terminado sintiéndose cansado, derrotado… y completamente desvelado.

¿A qué hora habría caído rendido? Desvió la mirada al reloj y se quedó estupefacto al ver que estaban a punto de dar las doce. Era un hombre bastante madrugador y jamás se levantaba tan tarde, ni siquiera los fines de semana. Salió de la cama y se metió a la ducha del tirón.

Se aseó a toda prisa, cabreado por tener que quitarse el aroma de Donghae, y se dirigió a la cocina preguntándose si seguiría dormido. La cocina estaba impoluta. Las sobras de la cena de la noche anterior habían desaparecido. Se sirvió una taza de café recién hecho y dio una vuelta por el piso. La puerta de la habitación de Donghae estaba abierta y la cama hecha. Obviamente se había levantado, pero ¿dónde se había metido?

Pensó que igual estaba en la sala de informática jugando al ordenador y subió corriendo las escaleras.

No estaba. «No está aquí».

Hyukjae sintió que un escalofrío le trepaba despacio por la espina dorsal y sufrió un breve ataque de pánico.

Con el pulso cada vez más acelerado volvió a bajar las escaleras de dos en dos. Si lo pensaba fríamente, sabía que no se podía haber marchado. No tenía razones para hacerlo. Los dos habían acordado satisfacer su apetito sexual pasando una noche juntos.

Una noche.

«¡Y una mierda! Una noche no es suficiente. Donghae es mío».

Hyukjae ya se había dado cuenta la noche anterior y ahora estaba convencido: jamás se cansaría de Donghae. Una noche de sexo arrollador no bastaría para superar esa obsesión. No tenía claro cuál era la solución, pero follárselo con todas sus ganas no había sido suficiente. Todo lo contrario: ahora que había sido suyo por una noche, quería repetir una y otra vez.

Se le empezó a revolver el café en el estómago. Lo cierto era que no soportaba mostrar esa actitud tan posesiva con un joven. Preocuparse lo más mínimo por alguien que no fuera de su familia no traía más que problemas. ¿Acaso no había aprendido esa lección por las malas hacía muchos años? Pues al parecer se le había olvidado, porque se preocupaba por Donghae mucho más de lo que le gustaría… y estaba acojonado.

Hyukjae cogió el móvil de una mesa de centro que había en el comedor y le envió un mensaje:

Estas bien?

Impaciente, empezó a dar golpecitos con el dedo sobre el protector de plástico del teléfono. ¡Mierda! Ni siquiera sabía si se había llevado el móvil, pero le daría mucha rabia si no lo hubiera hecho porque le había repetido una y otra vez que lo tuviera siempre encima por seguridad.

Soltó un bufido mientras regresaba con el café y el móvil a la cocina. ¡Nunca le hacía ni caso! Solía responder a sus advertencias con una colleja cariñosa y después seguía haciendo su santa voluntad, vamos, que siempre hacía lo que le daba la gana. En el fondo a Hyukjae le encantaba que fuera tan independiente; lo malo era que a menudo se despreocupaba demasiado de su seguridad y eso le sacaba de sus casillas.

El sonido del teléfono lo pilló desprevenido y derramó el café en el azulejo inmaculado. «Joder, estoy al borde de un ataque de nervios». Leyó el mensaje:

Comisaría. Luego te cuento.

¿Qué ha pasado? Escribió otro mensaje de inmediato.

Dónde? Xq?

La respuesta fue breve: le envió la ubicación de la comisaría, le dio otra explicación vaga y exasperante, y le prometió que después se lo contaría todo.

«¡Y una mierda después! Nadie va a la comisaría un sábado por la mañana para echarse unas risas. Ha ocurrido algo».


Frustrado, empezó a peinarse con las manos y casi se arranca un mechón de pelo. ¡Madre mía! A este paso se quedaría calvo en una semana. Le envió otro mensaje para decirle que estaba de camino y guardó el móvil en el bolsillo. Volvió a sonar poco después, pero no le hizo caso; sabía que sería Donghae diciéndole que no fuera.

Sin perder un segundo cogió las llaves y se puso los primeros zapatos informales que encontró. Salió del piso sin que el violento portazo siquiera le inmutara.



5 comentarios:

  1. Ayyyy
    Dios mío bendito!!!
    Mi sueño húmedo con Siwonshis o Hyukkie~
    Asdfhhhffdaadgjgda
    Que rico!!

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  2. una super noche y los dos al final se sintieron solos tontos espero y pasen muchas noches juntos y por que el lindo pecesito esta en la comisaria talves mama pato tenga algun problema

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  3. una super noche y los dos al final se sintieron solos tontos espero y pasen muchas noches juntos y por que el lindo pecesito esta en la comisaria talves mama pato tenga algun problema

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  4. OMG que noche la que pasaron estos dos, lastima que al final todo haya terminado así, que será lo que le pasó a Hyukjae por que tuvo que pasarle algo para que se comporte así... Me encanta esta adaptación, mucho mucho.

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  5. OMG que noche la que pasaron estos dos, lastima que al final todo haya terminado así, que será lo que le pasó a Hyukjae por que tuvo que pasarle algo para que se comporte así... Me encanta esta adaptación, mucho mucho.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...