Luna Negra (DH10)-3




Hyungsik se puso de pie en cuanto vio a la manada saliendo del bar. Kevin fue el primero en llegar a él.

—Aquí.

Kevin le arrojó su mochila y a continuación, le entregó una bolsa con algo dulce y rico.

—El joven oso quería asegurarse de que tienes todo para Yewoon. Dijo que había algo allí para ti.

Eso lo impresionó completamente. Nunca nadie le había hecho regalos.

—¿Para mí?

Kevin se encogió de hombros.

—No entiendo los procesos de pensamiento de los osos. La mayoría de los días apenas comprendo los nuestros.

Hyungsik tenía que darle la razón, él tampoco los entendía. Metió la bolsa en su mochila y el resto de los lobos montaron sus motos y se marcharon. Anduvieron en silencio todo el camino de regreso al pantano donde habían hecho su campamento para que las parejas dieran a luz a sus cachorros en condiciones de paz y protección.

En cuanto volvieron, su padre los encontró en su forma de lobo. Juhak cambió a humano solamente para burlarse de ellos.

—¿Por qué tardaste tanto tiempo en regresar con las parejas?

Cuando Hyungsik abrió la boca para decir algo inteligente, Kevin le lanzó una mirada de advertencia.

—Fui a visitar la clínica y así tener la información del contacto en caso de que requieren de nuestra ayuda.

Juhak curvó sus labios. A pesar de que los había enviado allí, tenía que portarse como un idiota.

—En mis días en que dejé en manos de incapaces a nuestras jóvenes parejas, ellas morían en el parto.

Hyungsik se mofó.

—Entonces es algo bueno que estemos en el siglo XXI y no en la Edad Media, ¿no?

Kevin sacudió la cabeza mientras que su padre le gruñía como si estuviera a punto de atacarlo.

Esta vez Hyungsik se negó a retractarse.

—Pruébalo, viejo —dijo, utilizando un término que sabía enfurecería a su padre ya que siendo un Katagaria despreciaba su naturaleza humana—. Te arrancaré la garganta y será el inicio de una nueva era de liderazgo para esta manada.

Podía ver el deseo de hacerlo en los ojos de Juhak, pero el señor de los lobos sabía lo que hacía. En una pelea, Hyungsik ganaría.

Su padre no era el mismo lobo que había matado a su propio hermano para ser el Regis de su manada. Se había vuelto débil con la edad y sabía que no tenía muchos años más antes de que Hyungsik o Kevin asumieran el puesto.

De una u otra manera.

Hyungsik prefería estar sobre el cadáver del viejo. Pero otras disposiciones también le valdrían.

Esa era otra de las razones por la cual su padre los odiaba. Sabía que su mandato había pasado y que ellos sólo estaban acercándose al propio.

Juhak estrechó su mirada de modo amenazador.

—Un día, cachorro, vas a cruzarte en mi camino y tu hermano no estará aquí para impedirme matarte. Cuando ese día llegue, será mejor que reces por tu salvación.

La mirada de Hyungsik se volvió maligna.

—No necesito salvación. No hay un lobo aquí que no limpie mi trasero. Tú lo sabes. Yo lo sé y lo más importante, todos lo saben.

Kevin arqueó una ceja frente a su comentario como si no aprobara sus palabras.

Hyungsik le dedicó una sonrisa un poco torcida.

—Tú no cuentas, hermano. Pienso más en ti como para intentarlo.

Juhak los rastrilló retorciendo de manera repugnante sus labios.

—Ambos me ponéis enfermo.

Hyungsik dijo con un bufido.

—Vivo para eso… padre —no podía resistir usar el título que sabía disgustaba a rebosar al viejo—. Tu eterna repugnancia me alimenta como la leche materna.

Juhak se transformó en un lobo y se alejó de un salto.

Kevin se volvió contra él.

—¿Por qué haces eso?

—¿Hacer qué?

—¿Joder a todo el mundo con quien tienes contacto? Sólo por una vez, ¿podrías cerrar la boca?

—Es una habilidad.

—Bueno, desearía que la olvidaras.

Hyungsik resopló, irritado por el maldito tema que lo molestaba desde hacía trescientos años. No era la clase de lobo que lo soportara. La mayor parte del tiempo daba lo mejor de sí.

—Va en contra de mis principios. Deja de ser una anciana.

Dio la vuelta y se dirigió hacia el borde del campamento que Yewoon había escogido como guarida con su compañero.

Hyungsik siempre tenía que morderse la lengua a su alrededor. Odiaba al lobo que los Destinos habían escogido para su hermana. Ella se merecía algo mejor que aquel tonto, pero lamentablemente, eso no estaba en sus manos. Los Destinos escogían a sus compañeros y ellos solo podían someterse o el macho viviría toda su vida completamente impotente y la pareja estéril.

En el caso de sus padres, su madre se había negado y ahora su padre había quedado impotente y perpetuamente cabreado.

No es que Hyungsik culpara al viejo por eso. Probablemente, él estaría demasiado insufrible si pasara siglos sin sexo. Pero eso era la única parte de su padre que entendía. El resto del lobo era un completo misterio para él.

Afortunadamente la pareja de Yewoon no estaba con ella.

Yewoon estaba tumbada sobre el césped en la mortecina luz del sol, sus ojos apenas abiertos, una ligera brisa agitaba su suave piel blanca. Su barriga estaba hinchada y podía verse a los cachorros moverse dentro de ella.

Era bastante vulgar, pero no iba a insultarla de esa forma.

Ya volvisteis…

Sonrió ante la suave voz en su cabeza.

—Sí y…

Tomó la bolsa y se la alcanzó.

Ella se sentó de inmediato y trotó hacia él.

¿Qué trajiste?

Hociqueó la bolsa como tratando de ver a través de ella con su hocico.

Hyungsik se sentó y la abrió para mostrar lo que les había dado Minwoo. En el momento en que lo hizo, su corazón se aceleró. Había agregado dos filetes, baklava, beignets y galletas. También había una pequeña nota en el fondo.

Sacó las galletas y las sostuvo para Yewoon mientras leía la letra fluida de Minwoo.



Realmente aprecio lo que hiciste y espero que tu hermana disfrute de la comida. Hermanos como tu deberían ser siempre apreciados. Cada vez que necesites un bistec, ya sabes dónde estamos.



No entendía por qué una nota tan pequeña e inofensiva le llegaba tan hondo, pero lo hacía. No pudo evitar sonreír mientras una imagen de él se introdujo en su mente.

Deja de comportarte como un loco.

Sí, algo definitivamente estaba mal con él. Tal vez necesitaba ver a uno de esos psicólogos de animales o algo así. O quizás haría que Kevin le diera una fuerte patada en el trasero.

¿Huele a oso?

Metió la nota en su bolsillo.

—Es del personal del Empire

Ella negó con la cabeza y estornudó en la tierra.

Gah, ¿podrían oler peor?

Hyungsik no estuvo de acuerdo. Él no olía a oso, solo olía a Minwoo y era una esencia dWoorangciosa.

—Probablemente, ellos piensan lo mismo de nosotros.

Yewoon se detuvo para observarlo.

¿Que dijiste?

Hyungsik se aclaró la garganta como si no hubiera defendido a otra especie.

—Nada.

Ella le lamió los dedos mientras él le daba más galletas.

Una sombra cayó sobre ellos. Mirando hacia arriba, vio a Kevin ahí de pie con el ceño fruncido.

—¿No debería ser su compañero quien hiciera eso por ella?

Hyungsik se encogió de hombros.

—Siempre fue un cabrón egoísta.

Yewoon le mordió con fuerza los dedos.

Cuidado, hermano, es del padre de mis cachorros de quien estás hablando.

Hyungsik se mofó de su tono protector.

—¡Uno elegido por un trío de perras psicópatas… ay!

Saltó cuando Yewoon hundió sus dientes profundamente en la parte carnosa de su mano. Maldijo cuando vio como la sangre chorreaba como agua de la herida que le había hecho.

Ella estrechó su mirada.

De nuevo, él es mi compañero y lo respetarás.

Kevin le dio unos golpecitos en la parte trasera de la cabeza.

—Chico, ¿es que no aprendes?

Hyungsik se mordió el labio para abstenerse de lanzarles un mordisco a ambos. Odiaba cuando lo trataban como a un deficiente mental. Como si sus opiniones no tuviesen importancia. En cualquier momento que abriera la boca, uno de ellos le diría que la cerrara.

Honestamente, estaba bastante cansado de ese trato. Todos lo veían como a la fuerza que necesitaban. Un arma cargada para ser utilizada en contra de sus enemigos. El resto del tiempo, querían meterlo en una caja, completamente silencioso y discreto.

Como sea.

Transformándose en un lobo, los dejó antes de que dijese algo que todos lamentarían.

Pero un día…

Un día les haría saber simplemente qué tan cansado estaba de ser su lobo omega.



Minwoo se detuvo en la mesa donde los lobos habían estado. En la esquina había un par olvidadas gafas oscuras. Se inclinó y los recogió sólo para percibir la esencia de su dueño.

Hyungsik.

Una leve sonrisa sobrevoló en los bordes de sus labios cuando recordó la forma en que se veía inclinado en su silla. Relajado y letal.

—¿Qué es eso?

Saltó cuando Taeheon habló justo detrás de él. Mirándole sobre el hombro, sonrió al joven tigre. Guapo y delgado, tenía largos mechones rubios con flequillo que caían sobre sus ojos, escudándolos del mundo. Minwoo era una de las pocas personas a quienes él les hablaba.

Sostuvo en alto las oscuras gafas a fin de que pudiera verlas.

—Uno de los lobos los dejó.

Él se rascó su barbuda mejilla.

—¿Quieres que los ponga entre los objetos perdidos?

—Está bien. Lo haré yo.

Él asintió con la cabeza antes de que siguiese adelante para cobrar a otra mesa.

Minwoo cerró los ojos y apretó las gafas. Cuando lo hizo, vio una perfecta imagen de Hyungsik en forma de lobo atravesando el pantano corriendo.

Alguien estornudó.

Se sobresaltó, mirando rápidamente a su alrededor con miedo de que alguien la atrapara usando un poder que nadie sabía que tenía. Era algo que sólo unos de los más poderosos Aristos podía manejar y el hecho que él lo tuviese…

Era tanto un peligro como un regalo.

Y era un poder que le había costado la vida de dos de sus hermanos. Por esa sola razón, nunca debía permitir que alguien supiera lo que podía hacer.

Pero hoy esos poderes no le daban miedo. Le permitirían encontrar a Hyungsik y devolverle sus gafas.

Verificó el reloj en su muñeca.

En treinta minutos tendría libertad para tomar un descanso del trabajo y buscar al lobo…


Minwoo se detuvo junto al ciprés que se proyectaba en el agua y se torcía hacia el cielo.

El sol poniente se avivaba entorno a las ramas, emitiendo un resplandor majestuoso que también se reflejaba en la brillante agua negra. Era extraño y bello. Hechizante.

Si bien había vivido en Nueva Orleáns más de un siglo, nunca había prestado mucha atención al pantano o los riachuelos. Había olvidado qué tan bellos podían ser.

Sonriéndole a la imagen, manifestó su cámara y comenzó a fotografiarla. No había nada que amara más que capturar la naturaleza en sus formas más puras.

El agua turbia chapoteaba alrededor de sus pies cuando se movía. Por el rabillo del ojo, vio a un pájaro alzar el vuelo. Comenzó a capturar eso igualmente, pero cuando se movió, oyó algo…

Un gruñido bajo, agudo.

Antes de que pudiese reaccionar, un lobo lo atacó.

Reaccionando con puro instinto, Minwoo dejó caer la cámara y manifestó un largo cayado. Se agachó, esperando el ataque. Pero al verdadero estilo del lobo, él no atacó solo. Esperó a que tres más se unieran al grupo. Por sus aromas, sabía que ninguno de ellos eran los lobos que había visto anteriormente en el Empire.

Estos eran salvajes y viles.

Verdaderos asesinos…

Y él era su presa.

Minwoo hizo girar el arma, preparándose para enfrentarlos. Si querían una pelea, podría y definitivamente iba a darles una. Algunas veces eran ellos los que se comían al oso, pero hoy el oso iba a tomar un jugoso bocado de ellos.

Gruñendo y chasqueando los dientes, lo rodearon.

El sacudió la cabeza ante su bravuconada.

—Créedme, chicos, no queréis catar al oso. Este muerde con el triple de fuerza que vosotros.

Eso no evitó que el líder cargara.

Minwoo le dio por un costado con el cayado y lo envió por los aires. Los otros dos saltaron hacia delante. Enterró la vara en el suelo y levantó su cuerpo para patear un lomo antes de girar y usar su bastón para golpear al otro en los cuartos traseros.

Él reveló un furioso gimoteo.

—Lloriqueando por mamá, Gran Lobo Malo. La Pequeña Caperucita Roja está a punto de servirse tu piel para cenar.

«¿Crees que puedes atraparnos?»

Minwoo se dio la vuelta para contestar al líder.

—Oh, pequeñín, puedes irte directamente al infierno. —Al menos esa era lo que pensaba hasta que cuatro más corrieron hacia él.

Las posibilidades ahora…

No eran tan buenas.

Gruñendo y chasqueando las mandíbulas, avanzaron lenta y amenazadoramente. Al tiempo que retrocedía, Minwoo consideró transformarse para pelear, pero no sería tan rápido en su forma de oso. Ellos tendrían mucha mejor maniobrabilidad y eso lo haría perder.

Perder ante alguien era algo que no estaba dispuesto a hacer.

No, manejaría esto como un joven.

«Sabes, la mejor arma contra ellos sería una pistola…»

Frunció el ceño cuando escuchó la voz de Hyungsik en la cabeza. Sin embargo no le tenía cerca.

El líder se lanzó.

Minwoo se agachó y justo cuando llegaba a él… justo cuando sintió su calor, el aliento apestoso en su piel, un gran lobo marrón lo interceptó y lo envió volando en la dirección contraria.

Hyungsik.

Gracias a la imagen que había visto en su visión, supo que era él. Rasgó la garganta del lobo que había iniciado el ataque contra él. Minwoo habría seguido luchando, pero los otros retrocedieron confusos.

Un gran lobo blanco se puso entre él y los demás transformándose en Kevin.

—¿Estáis locos? —Gruñó a los lobos—. Él es uno de los osos Ha.

Uno por uno los lobos se transformaron en humanos. A excepción de Hyungsik y aquel contra el que luchaba.

—¡Heejun! —gritó Kevin con cólera.

En vez de retirarse, Heejun se lanzó hacia Kevin. Hyungsik lo cogió violentamente de la garganta mientras los dos lobos seguían luchando y retorciéndose. Minwoo se encogió ante la cólera salvaje que demostraba que los dos se odiaban apasionadamente el uno al otro. Viejos recuerdos se alzaron mientras ellos se gruñían y se atacaban, rasgándose mutuamente la carne. La visión de esto la puso enferma.

—¡Basta! —los atacó con sus poderes.

Hyungsik aulló cuando una ráfaga le golpeó con fuerza en la cola. El impacto agudo y punzante lo lanzó dando vueltas. Odiaba ser lastimado, y aún más por alguien que obtuvo lo mejor de él…

Esto lo cabreó como nada más podría hacerlo. Furibundo, destelló a la forma humana aún cuando fuera difícil de mantenerla.

—¿Qué diablos estás haciendo? —Preguntó al tiempo que iba cojeando hacia él, con su trasero aún ardiendo.

Minwoo estrechó la mirada sobre él.

—No me gustan las peleas.

—Y a mí no me gusta recibir un duro golpe en el culo.

Minwoo ni retrocedió ni se amilanó.

—Bueno, si hubierais parado cuando Kevin os lo dijo…

—No acepto órdenes de un joven por el que estaba luchando para proteger.

Minwoo sostuvo la mano en alto como si las palabras de él fueran una declaración de guerra.

—Bueno, macho. Para que conste en acta, no necesito tu protección.

Hyungsik se burló de la baladronada fuera de lugar.

—¡Sí, claro! Estuvieron a punto de derrotarte.

—Lo dudo seriamente.

Hyungsik acortó la distancia entre ellos mirándolo con desaprobación, al tiempo que la furia ardía en cada parte de él. Quería que entendiera el peligro al que estúpidamente se había expuesto.

—Esto no es el Empire, niñito. Invades nuestro territorio y tenemos parejas preñadas. ¿En qué estabas pensando? Te mataríamos aquí sin un parpadeo.

Minwoo hizo una mueca de disgusto.

—¡Ah, acabáramos! Como si diera dos centavos por vuestra madriguera —sacó las gafas de sol y las empujó hacia él con tanta fuerza que le obligó a dar un paso atrás—. Sólo quería devolverte lo que es tuyo. Así que vete a la porra.

Hyungsik se quedó paralizado cuando su mano le golpeó en el centro del pecho. Instintivamente, cogió las gafas de sol mientras él desaparecía, sin duda para volver a su casa.

El único problema era que no sabía que le molestaba más, si el manotazo que le había dado sobre el pecho, que le hubiera sacudido el culo o el golpe que acaba de darle a su ego.

—¿Cómo nos encontró esa perra? —Masculló Heejun entre los dientes apretados.

Kevin le dedicó una fija mirada burlona que le decía que compartía la misma opinión que tenía Hyungsik sobre Heejun… que Heejun era un idiota de primera categoría.

—Debe haber seguido nuestra esencia.

Hyungsik no dijo nada. Todavía estaba demasiado atontado por la cólera que el oso sintió por él, cuando todo lo que había estado tratando de hacer era hacerle entender el peligro. ¿Cómo podía ignorarlo? Si Heejun no hubiera esperado los refuerzos y Hyungsik no hubiera comprendido a quién estaban dispuestos a atacar, Minwoo habría sido descuartizado.

Unos pocos minutos más…

Su estómago se contrajo por las imágenes de su mente.

Kevin chasqueó los dedos delante de su cara.

—¿Estás bien?

Hyungsik le empujó.

—Por supuesto que estoy bien.

Heejun avanzó con una mueca en su cara.

—De todas las maneras, ¿Qué quería el oso de ti?

Kevin cogió a Hyungsik antes de que pudiera acercarse al lobo para atacarlo y lo forzó a alejarse de Heejun.

—Él…

—No le debemos ninguna explicación —masculló Hyungsik, interrumpiendo a Kevin—. Puede besar mi peludo trasero.

Heejun se abalanzó sobre él.

Kevin les gruñó a los dos.

—Juro por los dioses que estoy harto de estar encima de vosotros para separaros — empujó a Heejun—. La próxima vez no pararé a Hyungsik. Un insulto más, una mala mirada más, y me apartaré para dejarle que te patee el culo.

Las fosas nasales de Heejun se dilataron. En lugar de insistir en ello, chasqueó los dedos para que los demás le siguieran. Transformándose en lobos, retrocedieron hacia la guarida.

Kevin le enfrentó con una penetrante mirada.

—¿Qué está pasando entre tú y el joven oso?

—Nada.

—¿Nada? ¿Con qué propósito vino aquí, en medio de la nada, para devolverte unas gafas de sol?

Para evitar que cualquier otra persona fuera capaz de usar su aroma para rastrearle. No había pasado desapercibida para él la bondad de Minwoo.

Pero si Kevin no era capaz de entenderlo, no estaba dispuesto a darle pistas.

—No sé. ¿Desde cuándo las parejas de cualquier especie tienen sentido?

—Buen punto. Muy bien, entonces regresaré. ¿Vienes?

Hyungsik asintió.

Transformándose en un lobo, Kevin se alejó. Hyungsik estaba a punto de reunirse con él cuando vio algo en el suelo a pocos metros de distancia.

Era una cámara.

¿Qué demonios?

Se aproximó para cogerla. En el instante en que lo hizo, percibió el aroma de Minwoo por todo el objeto. Se preparó para lanzarla al agua, pero la curiosidad se impuso. Conectándola, avanzó a través de las imágenes digitales de los osos Ha, a veces en la forma humana, otras como osos. Él hizo una pausa sobre una del ayudante de camarero que había visto en la barra alimentando con cacahuetes a su mono mascota. Realmente había capturado el modo en que la luz de neón incidía sobre él y el mono de manera muy insólita.

Pero eran las fotos del paisaje de todo Nueva Orleáns las que eran verdaderamente impresionantes. El joven oso había tenido un sorprendente buen ojo para captar la luz y las sombras. Incluso un lobo como él podía apreciarlo.

Simplemente tira la maldita cosa y márchate…

No podía. Era como si estuviera mirando su diario privado y sabía instintivamente que Minwoo no querría perderla. Estas eran más que meras fotografías. Parecían formar parte de su alma.

Dásela a Kevin para que la devuelva.

Era lo que debería hacer. El sentido común le decía que se mantuviera lo más lejos posible del joven oso.

—¿Desde cuándo he tenido alguna vez un pizca de sentido?

Era cierto. El sentido común le había dicho adiós hacía mucho tiempo.

Apretando el agarre sobre la cámara, destelló desde el pantano de vuelta al bar.

Hizo una pausa cuando comprendió que había logrado llegar al último piso… extraño. Era difícil manifestarse en un lugar al que no había ido antes. Los osos debían tener alguna especie de filtro para dirigirlos a un tipo de “pista de aterrizaje”.

Lo que explicaba el por qué los chacales habían llegado antes desde esta dirección. Buena jugada por parte de los osos.

Hyungsik comenzó a bajar por la escalera hacia la barra donde Taeyang o uno de los hermanos idénticos de Taeyang estaba atendiendo.

—¿Dónde está Minwoo?

El oso se tensó.

—¿Quién diablos eres?




2 comentarios:

  1. Ay~
    Aasddfggfdssasdfg
    Que genial!!
    Jajajajaja yo también suelo responder por el solo hecho de molestar a alguien!!
    XD
    Ahhhh me encanta!!!
    Pero.. Porqué dos especies diferentes no se pueden emparejar!???
    Bueno.. Un cachorro de oso con lobo sería extraño....pero ahhhhh ellos se aman!!!

    ResponderEliminar
  2. del odio al amor solo hay un paso dalo y esos dos seran lindos amantes si

    ResponderEliminar

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...