Todo bien?
Donghae
sonrió al leer el mensaje de Hyukjae. Se dirigía a Boah Place en coche con Kyuhyun,
que conducía muy serio. Llevaba varios días sin hablar con Boah y habían
quedado para tomar un café. Como su amiga no soportaba alejarse del
restaurante, Donghae solía pasarse un rato después de clase, cuando había menos
gente.
Contestó con
otro mensaje: Sí, papi. Todo va bien.
Era viernes,
casi había pasado una semana desde el incidente de la clínica. Hyukjae le
escribía a diario —varias veces, de hecho— para asegurarse de que todo iba
bien. Aunque le vacilara diciéndole que parecía un padre sobreprotector, en el
fondo le conmovía que se preocupara por su seguridad.
No habían
tenido contacto físico desde la noche del incidente de la clínica. Bromeaban y
charlaban, pero no follaban. Era como si a los dos les diera miedo que lo que
había ocurrido no se pudiera repetir. O quizá temían lo que pudiera pasar. Él sin
duda lo sentía así, pues jamás había vivido una experiencia tan intensa.
Volvió a
sonarle el teléfono.
Ten cuidado. Avísame cuando te marches. Ya estás
allí?
Llegando. A sus órdenes, señor.
Cuando el
coche se detuvo delante del restaurante de Boah, el móvil volvió a sonar.
Más quisiera yo, pero tú solo estás a mis
órdenes en mis sueños.
Le entró la
risa porque prácticamente podía oír a Hyukjae pronunciando esas palabras de mal
humor. Se metió el teléfono en el bolsillo del pantalón y, antes de abrir la
puerta, sonrió al amable conductor:
—Gracias, Kyuhyun.
Te veo en un ratito.
Él le
devolvió una sonrisa de oreja a oreja.
—Disfrute del
café, joven Donghae. La estaré esperando aquí mismo. Dé saludos a Boah de mi
parte.
Kyuhyun
llevaba muchos años trabajando para la familia y conocía a todo el mundo.
—Lo haré.
Salió del
vehículo y saludó a Kyuhyun con la mano antes de abrir la puerta del restaurante.
En Boah Place
había clientes a todas horas. El sitio era conocido en la zona por ofrecer
comida excelente a precios razonables. Donghae avanzó hasta una mesa que había
en una esquina y, cuando estaba a punto de sentarse, Boah salió a toda prisa por
la puerta de atrás con una amplia sonrisa y los brazos abiertos de par en par.
Donghae la
abrazó con fuerza y respiró hondo para inhalar el agradable aroma a vainilla
que siempre parecía irradiar la mujer.
Boah se
apartó para coger a Donghae por los hombros.
—¿Qué tal te
está tratando mi hijo? Tienes buen aspecto. Se te ve descansado.
—Espera, voy
a servirnos un café.
Donghae se
metió a la barra para llenar dos tazas de café humeante. Al volver a la mesa
cogió una jarrita de leche.
—Estoy bien.
Las clases van estupendamente, pero se acerca la hora de la verdad.
Dejó una taza
delante de Boah antes de sentarse enfrente de ella.
—No hace
falta que sirvas el café, cielito. Ya no trabajas aquí.
Boah le
dedicó una sonrisa tan parecida a la de Hyukjae que, por un momento, a Donghae
se le fue el santo al cielo: se apoyó en el respaldo y analizó el rostro de su
amiga en busca de otras similitudes con su hijo. No había muchas. Después de
haber visto cientos de fotos de los hermanos con su madre Donghae había llegado
a la conclusión de que Hyukjae debía de parecerse a su padre aunque no había
visto ninguna foto de él. Boah y Kangin se parecían mucho.
—Necesitaba
mi chute de cafeína. —Sirvió la leche en el líquido humeante—. Y aproveché el
viaje para traerte otro a ti. —Añadió azúcar y removió la mezcla con una
cucharilla—. Hyukjae me trata bien. Más que bien. De maravilla. Es un gran…
amigo.
Donghae casi
se atraganta al pronunciar la última palabra, pero al fin y al cabo es lo que
era, un amigo.
Boah suspiró:
—Parece muy
feliz. Hablo con él casi todos los días y hacía tiempo que no se mostraba tan
optimista. Está enamorado.
—No lo está
—zanjó Donghae de inmediato y casi se le va el café por el lado que no era—. No
lo estamos. Es decir, somos amigos.
Dios mío, no
podía permitir que Boah creyera que su relación con Hyukjae iba para largo.
—Ya, ya. Y Hyukjae
se pasa el día hablándome de ti porque…, ¿por qué?
Boah le
dedicó una mirada burlona por encima de la taza y Donghae se encogió de
hombros. ¿Tanto hablaba de él? ¿En serio?
—Vivo en su
casa y me está ayudando. Es normal que hable de su compañero de piso. Nos vemos
todos los días.
Boah resopló.
—Cielito, Hyukjae
también ve a Kangin todos los días y te aseguro que no se pone tan pesado con
él. Además, hasta ahora nunca me había hablado de ningún joven.
Donghae trató
de apaciguar a su esperanzado corazón: el hecho de que Hyukjae lo mencionara en
las conversaciones con su madre no significaba nada.
—Kangin y él
no viven en la misma casa.
—A ti te
gusta él. Y a él le gustas tú. Mucho.
Dejó caer los
hombros mientras colocaba la taza en la mesa y se ponía a jugar con una servilleta.
Nunca se le había dado bien ocultar cosas a Boah.
—Sí que me
gusta, pero no quiero hacerme ilusiones. A Hyukjae no le agradan los
compromisos. Y lo entiendo. Más o menos. Ni siquiera ha tenido pareja.
Boah estiró
el brazo y puso la mano sobre los dedos de Donghae, que estaban dejando la
servilleta hecha trizas.
—Eso no
significa ni que no pueda tenerla ni que jamás la vaya a tener. —Boah suspiró—.
A Hyukjae le ocurrió una cosa a los dieciséis años que lo cambió para siempre.
Mi niñito se pasaba las horas enfrascado en libros, era muy callado y todo lo
aplicado que una madre podría desear. Pero además era muy compasivo; el tipo de
niño que se dedica a rescatar a perritos perdidos. Recuerdo lo mucho que le
vacilaba Kangin a costa de su tierno corazoncito. Prácticamente todos los días Hyukjae
aparecía en casa con algún animal extraviado o se proponía remediar alguna injusticia.
—Boah, incómoda, cambió de postura—. Creo que dejó de ser así cuando tenía
dieciséis años.
Donghae
apretó la mano de Boah.
—No ha dejado
de ser así. Sigue siéndolo. Fíjate en cómo me está ayudando a mí. Aunque
desconozco los detalles, sé que le ocurrió algo, pero, en cualquier caso, sigue
siendo igual de dulce que de niño.
—A eso voy.
No era así antes de conocerte. Eres la única persona que no es de la familia
por la que se ha preocupado en un montón de años. Eso me da esperanza.
Donghae se
estremeció.
—No te
emociones, por favor. Solo somos amigos. Eso es todo. Considérame un perrito extraviado.
Boah sonrió
satisfecha, mientras retiraba la mano de la de Donghae para coger la taza de
café. Dedicándole una mirada de complicidad, comentó:
—Ya, bueno,
pues en ese caso eres el primer perrito que ha acogido en casi dieciséis años.
En mi opinión es bastante significativo.
Donghae echó
cuentas con el corazón acelerado. ¡La fiesta! «Mañana Hyukjae cumple treinta y
dos años».
—Seguro que
no soy el primero. Lo que pasa es que no te lo habrá contado.
Era imposible
que él fuera la primera persona a la que hubiera ayudado desde aquel misterioso
incidente que lo transformó a los dieciséis años.
Boah se echó
a reír y repuso enigmáticamente:
—Soy su
madre. Tengo ojos en la nuca. Pregúntaselo a mis chicos. Les da mucha rabia que
lo sepa todo, incluso cosas que no me han contado.
«¿Sabes que Hyukjae
solo puede tener relaciones sexuales cuando su pareja está atada y con los ojos
vendados?».
Donghae
estaba bastante convencido de que Boah no estaba al corriente de esa
información y, obviamente, tampoco se lo pensaba decir. Hay cosas que era mejor
que una madre no supiera.
Empezó a dar
vueltas a los años de aislamiento durante los cuales Hyukjae había reprimido
sus instintos solidarios y se le encogió el pecho al preguntarse qué le habría
ocurrido, qué habría transformado a ese dulce niño en un adulto solitario e
impasible.
¿De verdad
estaba cambiando? Era cierto que a veces se mostraba distante y muy poco
sociable,
pero a Donghae no le parecía un ermitaño. Esas reacciones no eran más que…
cosas de Hyukjae.
Brusco…, sí.
Gruñón…, sí. Mandón…, sí.
Controlador…,
a veces.
Atento…, ¡ya
te digo! Bajo su apariencia ruda escondía un corazón de oro. Sexy…, sí, sí y
sí.
Además era
ingenioso, inteligente e irresistible en muchos aspectos.
—Ojalá algún
día me confiese lo que le ocurrió —susurró Donghae para sus adentros.
—Eso espero.
Necesita desahogarse y pasar página —respondió Boah en voz baja.
¡Coño! ¡La
madre de Hyukjae lo había oído! No solo tenía ojos en la nuca, ¡también contaba
con un oído supersónico!
—¿Sabes qué
ocurrió? —le preguntó Donghae con curiosidad.
La pregunta
pareció incomodar a su amiga, pero aun así respondió:
—A grandes
rasgos. Sé que estuvo al borde de la muerte. Me faltan muchos detalles. — Boah
parecía atormentada.
—Siento
haberte preguntado por un recuerdo tan doloroso.
Donghae se
juró no volver a mencionarle el tema. No soportaba ver tan descorazonada a la
mujer que se había convertido en una segunda madre para él.
—Muchos
recuerdos del pasado lejano son dolorosos y no siempre logro quitármelos de la
cabeza. Mis chicos vivieron una infancia que jamás deberían haber vivido, que
ningún niño debería vivir. Yo debería haber actuado más y haberles protegido
mejor.
Los ojos de Boah
transmitían un dolor atormentado, como si estuviera recordando el angustioso
pasado que habían sufrido los tres y lo mucho que les había afectado.
—Basta. Para
de inmediato. Hyukjae y Kangin están perfectamente. Puedes estar orgullosa de
tus hijos, Boah. Lo hiciste lo mejor que pudiste y se nota. —Donghae no
soportaba verla tan afligida—. No tienes que tener una infancia idílica para
convertirte en un adulto maravilloso. Mírame a mí.
Donghae sonrió
de oreja a oreja para intentar contagiar a Boah, que esbozó una tímida sonrisa.
—A veces se
me olvidan las penurias que has vivido, cielito. Tus padres se fueron demasiado
pronto, pero te criaron como es debido.
—Y tú a tus
hijos. No conozco a Kangin, pero a Hyukjae sí. Es un hombre maravilloso —le
dijo con toda franqueza.
Donghae
decidió cambiar de tema para que su amiga recuperara la alegría y dejara de
martirizarse con la idea de que tenía que haber criado a sus hijos de otro
modo. Donghae conocía bien a Boah y estaba convencido de que, fueran cuales
fueran las circunstancias, había hecho todo lo que había estado en sus manos
para educar a sus dos hijos.
—Hyukjae me
ha invitado a la fiesta que celebra Kangin mañana.
Boah se echó
a reír.
—La fiesta de
cumpleaños que le organiza su querido hermano todos los años. Vas a ir, ¿no?
—Sí. Hyukjae
quiere que vaya. ¿Habrá mucha gente? —Donghae no logró ocultar la aprensión que
sentía.
¿Cómo rayos
iba a relacionarse con todos esos millonarios? Le había sorprendido que Hyukjae
lo invitara al evento. Para empezar ni siquiera sabía que iba a ser su
cumpleaños y, para más inri, el cumpleaños de Donghae era precisamente un día
después.
—¿Estás
nervioso? —Boah alzó las cejas y dedicó a Donghae una mirada inquisitiva.
Mierda. ¿Es que no podía ocultar nada a Boah?
—Un poco. No
estoy acostumbrado a juntarme con ese tipo de gente.
Pero no era
solo eso. Tampoco estaba acostumbrado a acudir a eventos sociales para
divertirse o relajarse. Entre el trabajo y la universidad nunca había tenido
tiempo para eso.
La risa
alegre de Boah inundó el aire alrededor.
—Con los años
he aprendido que en realidad los ricos no difieren mucho de la gente normal.
Algunos son agradables. Otros no tanto. Ya te las apañarás. Tener dinero no les
hace mejores personas que tú, cielito.
Si lo pensaba
fríamente, Donghae sabía que Boah estaba en lo cierto, pero aun así no lograba
aplacar los nervios. Estaba ansioso no tanto por lo ricos que eran los
invitados, sino porque no quería decepcionar a Hyukjae delante de sus amigos,
socios y familiares. Sus habilidades sociales estaban oxidadas después de
tantos años de abandono, en los que solo las había practicado con los clientes
del restaurante y sus jovencísimos compañeros de clase.
El teléfono
de Donghae sonó y lo devolvió a la realidad.
—Es Hyukjae
—informó a Boah sonriendo mientras leía el mensaje.
Ya se cansaron de hablar de mí?
¡Pero, bueno!
¡Como si Boah y él no tuvieran temas más interesantes de los que hablar! Sus
dedos revolotearon por la pantalla táctil para contestar al mensaje.
Ni siquiera te hemos nombrado, so creído.
La respuesta
no se hizo esperar:
No soy ningún creído. Conozco a mi madre. Si
no vuelves pronto a casa, me pongo a hacer la cena.
—¡Ay, Dios
mío! Tengo que irme. —Sonrió a Boah y puso cara de terror.
—¿Por qué?
—preguntó la madre de Hyukjae perpleja.
—Hyukjae me
ha amenazado con ponerse a cocinar si no vuelvo pronto.
La risa de Boah
tintineó en el aire hasta contagiar a Donghae, que se echó a reír con las
mismas ganas. Boah cogió aire y comentó divertida:
—Viniendo de Hyukjae
es una amenaza de lo más inquietante. Es muy probable que acabe herido.
—Ya te digo.
Si le da por preparar algo que no sea un bocadillo o comida en el micro, será
un desastre —respondió Donghae mientras escribía en el móvil: Enseguida voy.
Por favor, no cocines—. Qué hombre tan manipulador y tan maquiavélico —murmuró con
cariño, levantándose de la mesa.
—Eso es que
te echa de menos. ¡Qué romántico! —suspiró Boah con una mirada soñadora
mientras se ponía de pie—. Pero no dejes que se salga siempre con la suya.
A Donghae le
hizo gracia y, aunque estaba convencido de que Hyukjae le había escrito porque tenía
hambre y no le apetecía cenar un sándwich, no quiso echar por tierra las
ilusiones de su madre, así que se limitó a abrazarla y responder:
—Te veo
mañana por la noche.
Al salir
buscó con avidez a Kyuhyun y al Mercedes. Estaba deseando volver al piso con Hyukjae.
Quizá no lo estuviera echando de menos de verdad, pero él sí que lo hacía. Su
parte favorita del día era la cena, porque pasaban un rato juntos, se contaban
lo que habían hecho durante el día y compartían ideas y opiniones. Hablaban de
cosas importantes o de trivialidades. Daba igual.
«Dios mío,
soy lamentable».
Cuando vio a Kyuhyun,
aceleró el paso para acercarse al coche y se dio cuenta espantado de lo solo
que había estado antes de conocer a Hyukjae. Era curioso que nunca se hubiera
sentido solo. Había pasado los días rodeado de gente: clientes, estudiantes,
muchedumbres…, pero la soledad había estado allí —enterrada en el fondo de su
ser bajo capas de agotamiento, hambre e instinto de supervivencia—, esperándole
pacientemente.
Abrió la
puerta del coche y se sentó en el asiento del copiloto junto a Kyuhyun, sin
dejar de darle vueltas a por qué no se había dado cuenta hasta ahora de la
necesidad que tenía de estar con una pareja.
«Porque no lo
necesitaba. No hasta que conocí a Hyukjae. No quiero a cualquier hombre, lo
quiero a él».
Esa era la
verdad. Hyukjae tenía algo que le atraía, que lo empujaba a acercarse. Sabía
que si seguía aproximándose acabaría quemándose, pero no lograba frenar esa
atracción ni resistirse a la tentación. Le resultaba imposible ignorar las
provocativas y seductoras vibraciones que transmitía Hyukjae.
«¿Por qué me
atrae tanto? No nos parecemos en nada».
Negó con la
cabeza y, mientras sentía el suave roce del asiento de cuero, se reconoció a sí
mismo que diferían en gustos y en otras cosas sin importancia, pero que, en
realidad, en muchos otros aspectos se parecían mucho.
Después de la
traición de Minjin él se había vuelto muy receloso…, igual que Hyukjae. Las
causas eran diferentes y, con toda probabilidad, las de Hyukjae habían sido
mucho más traumáticas, pero los dos se comportaban como niños asustados que
tienen miedo de acercarse y dudan entre ser amigos o enemigos, entre confiar en
el otro o desconfiar.
Valoraba
enormemente que Hyukjae le hubiera mostrado la suficiente confianza como para
hacerlo con él sin recurrir a sus habituales esposas y vendas, pero le gustaría
saber la causa de esa desconfianza. ¿Por qué tapaba los ojos si tenía un
cuerpazo que quitaba el hipo?
Se estremeció
y dedicó una débil sonrisa a Kyuhyun, que se incorporó a la carretera para
dirigirse sin prisa hacia el piso.
Suspiró
tembloroso mientras rezaba por no estar firmando su sentencia de muerte al
involucrarse tanto con un hombre como Hyukjae.
«Déjate
llevar. Relájate. Disfruta mientras dure».
Reprimió una
risa de desprecio: él ni se relajaba ni se dejaba llevar, y nunca jamás había
sabido vivir el momento. No es fácil hacerlo cuando tienes que preocuparte por
lo que vas a comer hoy o por si este mes lograrás reunir el dinero para pagar
el alquiler. «Pero ya no tienes que preocuparte por todo eso».
No…, ya no.
Quizá no durara mucho, pero de momento sabía que tenía una cama en la que
dormir, un techo bajo el que refugiarse y un montón de comida que echarse a la
boca. Gracias a Hyukjae, disponía de tiempo y espacio para respirar.
Le dio un
vuelco el corazón al recordar la escena de Hyukjae en el sofá la semana
anterior: tan vulnerable y tan fuerte a la vez. ¿Cómo no iba a admirar la
fuerza y determinación que había mostrado para enfrentarse a los misteriosos
fantasmas del pasado?
«Lo hizo por
mí. Porque yo se lo pedí».
Los recuerdos
le dieron fuerza y cogió la mochila con determinación. Había llegado a casa. Kyuhyun
lo había traído hasta la puerta del gigantesco edificio.
—Gracias, Kyuhyun.
Dedicó una
sonrisa avergonzada al chófer al darse cuenta de que no le había dirigido la
palabra en todo el trayecto.
—No hay de
qué, joven Donghae. Ya lo sabe. Que tenga una velada agradable.
—Y tú
también.
Se levantó
del asiento con la mochila en la mano, cerró la puerta y echó una carrera hacia
la entrada.
Claro que
tendría una velada agradable. No podía ser de otro modo. Un hombre sumamente
atractivo lo estaba esperando. Quizá Hyukjae estuviera deseando cenar, pero él
pensaba darle mucho más que comida. Había llegado el momento de recompensarle.
A fin de cuentas Hyukjae había confiado en él, le había ofrecido refugio y lo
había hecho sentir especial.
Esperaba que
tuviera hambre, pero no solo de comida.
Saludó al
observador portero y se metió en el ascensor que llevaba al ático. «Vive el
momento. No pienses en el futuro».
Aunque aquel
propósito le resultara totalmente ajeno, estaba decidido a intentarlo.
Jajajajaja
ResponderEliminarBoah es genial~
Que ya le diga suegrita~
Ahhhh
Y yo que pensaba que ella iba a soltar la lengua y hablar de lo que le paso al monito sexoso~
Ahhh
La duda de lo que le sucedió me corroe~
TT____TT
Nooooo
Ay~
Hae y sus monólogos mentales son espectaculares~
Jajajajahaja
Quiero más!!!
No no no no...en un solo capítulo no pueden poner a un Hae diciendole "papi" y "señor" a un Hyuk tan GRRRRRRR.....y menos cuando el capítulo termina así...sin nada....😬
ResponderEliminarAl menos hay gente que medio sabe lo que le paso a Hyuk...ya solo nos falta la historia completa...obviamente fue algo demasiado fuerte...tanto que lo cambiò y estuvo cerca de morir.
Tuvo que ser algo realmente feo...pobre de mi monito.
espero y si sea una velada agradable sino me conformo con que la hagan candente
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