Dentro de todos hombres y bestias está el eterno deseo de un refugio.
Algún lugar libre de persecución, libre de ser cazado o lastimado. Pero hace
mucho tiempo no había tal lugar que encontrar para esos que eran ambos hombre y
bestias. Esos que podían caminar a cuatro patas durante el día y dos piernas
por la noche.
Ellos eran cazados por todos, sin encontrar refugio.
Su historia, como todas las historias, tuvo un comienzo – un comienzo
de amor eterno y pasado muy enredado. Eónes atrás hubo un antiguo rey griego
que tenía una reina que significaba para él más que cualquier cosa en el mundo.
Pero su reina albergaba un oscuro secreto. Ella había nacido de una raza
maldita.
Más de dos mil años antes de su nacimiento, su gente había cometido un
trágico error. Ellos habían asesinado a la amante y al hijo del dios griego
Apolo. En venganza por los asesinatos, el dios griego maldijo a su gente con
tres cosas. Tendrían que beber de su propia sangre para vivir. Nunca más
podrían caminar a la luz del día. Pero fue la tercera maldición la más dura.
Todos ellos morirían lenta y dolorosamente en su vigésimo séptimo cumpleaños.
Fiel a la maldición del dios, la joven reina se convirtió dolorosamente
en polvo el día que cumplió los veintisiete. Incapaz para detenerlo, el rey vio
como su bien amada moría, pronunciando su nombre. Una vez que ella se fue, él
se dio cuenta de que sus dos hijos estaban destinados a encontrar el mismo
horrible destino de su madre.
Los Arcadios eran básicamente humanos que podían tomar forma animal una
vez que alcanzaban la pubertad – un acontecimiento que para ellos ocurre
alrededor de los veinticinco años. Los Katagaria eran animales que podían tomar
forma humana una vez que alcanzaban pubertad a la misma edad. Dos caras de la
misma moneda, ambas especies nacieron con el poder de usar la magia y viajar a
través del tiempo bajo la luz de la luna llena.
Finalmente, la maldición del dios griego era levantada en al menos esos
Apolitas que había sido transformados en ambos humano y animal. Al no ser
verdaderos Apolitas, no podía caer sobre ellos la maldición de Apolo. O así
pensaba el rey hasta que el antiguo dios griego le recurrió a la tres Parcas.
¿"Quién eres tú para frustrar el plan de un dios? Exigieron los
destinos unidos en una sola voz
El rey contestó desafiante. “Igual que cualquier padre, yo he protegido
a mis hijos. Nadie se llevará sus vidas innecesariamente por algo en lo que
ellos no formaron parte”.
Pero eso no era suficiente para la Parcas. Ellas estaban enfadadas con
los tejemanejes del rey. Con el desafío que había infringido al buscar una
forma para alterar el destino de los Apolitas con los que él había
experimentado una vez. Como castigo, le exigieron que matase a los Arcadios y a
los Katagaria, empezando por sus hijos.
Él se negó.
"Entonces nunca habrá paz entre ellos," decretaron las
Parcas. “Desde este día en adelante, los Arcadios y los Katagaria no conocerán
otra cosa que la lucha entre unos y otros. Se cazarán y asesinarán hasta que no
quede ninguno de ellos”.
Así es como ha sido durante miles de años. Los Arcadios matando a los
Katagaria que a su vez mataban a los Arcadios. Su guerra ha durado incluso
hasta estos días…
Y incluso más allá.
Pero como en todas las guerras, con el paso del tiempo, fueron
necesarias las pequeñas treguas. Savitar, el mediador imparcial entre los
Arcadios y Katagaria, estableció limanis o santuarios donde humanos y animales
podían ir sin miedo a ser cazados. En estos pocos designados lugares, ambos
Katagaria y Arcadios podían descansar por un tiempo antes de que se
reincorporaran a sus rangos y empezaran a pelear otra vez.
No es fácil ser reconocido como tal lugar, pero una vez que se ha
logrado, nadie hombre o bestia puede cometer una agresión en el santificado
limani. No sin desatar la furia de todas las especies de Arcadios y Katagaria
por igual.
Es un honor sagrado el convertirse en santuario y también es un
calvario. La paz siempre surge como resultado de sacrificio. Y pocos habían
sacrificado más que el clan de los osos que controlaba el bar Santuario en
Nueva Orleáns...
—La ley, al igual que la vida, es siempre un estudio de pruebas… —Las
palabras de su libro de texto revolotearon sobre la mente de Moon Junyoung y
conjuraron la familiar frase de su amigo y compañero de estudios Choi Minho:
— Yeah, bueno. La vida es una prueba que chupa tu alma tanto si
sobrevives como si fallas. Personalmente, yo pienso que el fracasado apesta,
así que intento sobrevivir y reírme de todos los perdedores.
Una triste sonrisa curvó sus labios cuando el agridulce dolor laceró su
corazón. El recordaba a Minho y su forma cáustica de tomarse la vida, el amor,
la muerte, y todo lo que hubiese entre ellos. Ese hombre había sido capaz con
una frase de darle la vuelta al negocio de un don nadie.
Dios, como lo extrañaba. Él había sido la cosa más cercana a un que
había tenido, y no había un día que no sintiese su ausencia en la parte más
profunda de su alma.
Todavía no podía creer que él se hubiese ido. Eso sucedió ya muy
entrada la noche, seis meses atrás, su madre, Jaehee, había sido encontrada asesinada
en su casa mientras Minho había desaparecido misteriosamente sin dejar huella.
Las autoridades de Nueva Orleáns estaban convencidas de que Minho era el
responsable de la muerte de su madre.
Junyoung lo conocía mejor.
Nadie sobre la tierra quería más a su madre de lo que Minho amaba a la
de él. Si Choi Jaehee estaba muerta, entonces también lo estaba Minho. Nadie
habría sido capaz de herirla sin enfrentarse a su furia. Nadie.
Junyoung estaba seguro de que él había ido tras de quienquiera que hubiese
asesinado a su madre y acabase con su propia muerte. Lo más seguro, él estaría
tendido en el fondo del Bayou en alguna parte. Eso era por qué nadie lo había
visto desde entonces. Y ese conocimiento lo hizo trizas. Minho había sido un
buen, caritativo hombre. Un verdadero confidente y generalmente un tipo
divertido en muchas maneras.
En su formal, falto de imaginación mundo en el que tenía que asegurarse
de que nunca hiciese o dijese algo malo, él había sido un soplo de aire fresco
y una maravillosa dosis de realidad. Eso era por qué quería recuperar a su
amigo tan desesperadamente.
Como el mismo Minho decía, su vida básicamente lo succionaba. Sus
amigos eran vacíos, su padre neurótico, y cada vez que pensaba que le gustaba
un chico, todo lo que su padre lo podía hacer era darles un cheque con fondos
más que suficientes al chico y a toda su familia y luego decirle a él por qué
él era socialmente inaceptable. O, peor, inferior a ellos.
Realmente odiaba la frase. "Tú tienes un destino, Junyoung".
Yeh, estaba destinado a terminar en un sanatorio mental o solo para el
resto de su vida a fin de que de ningún modo pudiese alguna avergonzar a su
padre o a su familia.
Suspiró cuando miró su libro de derecho sobre la mesa de la biblioteca
y sintió el familiar pinchazo de lágrimas en la parte de atrás de sus ojos. A
Minho nunca le había gustado estudiar en la biblioteca.
Cuando él había estado en su grupo, todos ellos se habían metido
apretujadamente en su casa cuatro días a la semana para estudiar juntos.
Ahora esos días se habían ido y todo lo que le quedó era insípido,
inseguros fanfarrones que sólo podían sentirse mejor con ellos mismo
empequeñeciendo a todos los demás.
—¿Está todo bien, Junyoung?
Junyoung se aclaró la garganta ante la pregunta de Taehee, una rubia
alta, perfectamente esculpida. A los veinticuatro, Taehee ya había tenido seis
cirugías plásticas diferentes para corregir las imperfecciones leves de su
cuerpo. En escuela secundaria Taehee había sido la primera debutante de Nueva
Orleáns, y ahora era la belleza reinante en la Universidad de Tulane.
Los dos habían sido amigos desde la escuela elemental. De hecho, había
sido Taehee quién había reunido al grupo de estudio hacía tres años cuando
todos ellos aún no se habían graduado.
Taehee nunca se había dedicado realmente a la tarea escolar, y que ella
había ideado esto como una manera de usarlos para que les ayudasen a pasar las
clases. Algo a lo que Junyoung no estaba dispuesto.
El realmente admiraba la ingeniosidad de Taehee y le gustaba observar
al maestro manipulador obligando a los demás a hacer su voluntad.
Sólo Junyoung y Minho le habían visto alguna vez las intenciones a
Taehee. Igual que Junyoung, Minho había sido inmune a las maquinaciones de la
belleza rubia. Pero eso estaba bien. De no ser por Taehee, Junyoung no habría
podido llegar a estar así de cerca de Minho, y en su mente eso debía haber sido
una completa tragedia.
Ahora él, Taeheey tres compañeros eran todo lo que quedaba del grupo. Y
eso dolía más que nada
¿Por qué no estás aquí, Minho? Realmente podría usar tu sentido del
humor ahora mismo.
Junyoung jugueteó con el borde del libro mientras una imagen de su cara
sobrevolaba en su mente.
— Esto solo me hace pensar en Minho. Él siempre amó estas cosas de
leyes.
—¿Lo hacía, verdad? —dijo uno de ellos
—Todavía no puedo creer que él ya no esté aquí, — susurró Junyoung,
parpadeando para alejar sus lágrimas. Parte de él todavía esperaba verlo
pavonearse a través del portal con esa retorcida sonrisa en su cara y una bolsa
de panes de arroz en su mano.
Pero ya no lo haría. Nunca.
—Al fin nos libramos de ese —dijo otro tajantemente mientras él se
reclinaba en su silla. Con seis pies de alto y sumamente bien constituido, con
pelo azabache, Anan pensaba de sí mismo que era un regalo divino para todo el
género opuesto. Su familia era rica y estaba bien conectada, y ellos le habían
inculcado un sentido sumamente sobre-hinchado de auto importancia.
Él había odiado Minho porque Minho nunca le había permitido a Anan
salirse con la suya con su esnobismo y le había dejado por los suelos en más de
una ocasión.
Junyoung miró a Anan enojado.
—Tú solo estás molesto por que él siempre sacó mejor nota que tú en las
pruebas.
Anan frunció sus labios.
—Él hizo trampa.
De acuerdo. Todos ellos lo conocían mejor. Minho había sido
excepcionalmente brillante. Irreprimida y a veces categóricamente crudo, él
había hecho amistad con Junyoung y le ayudó con tarea escolar incluso fuera de
los confines del grupo. De no ser por él, habría cateado su clase de antigua
civilización Griega con el Dr. Lee Hyukjae, quien había sido su consejero antes
de graduarse.
— Sabéis, creo que deberíamos hacer algo para despedirnos oficialmente
del chico. Después de todo, él era de este grupo.
Anan se mofó.
—¿Qué sugieres? ¿Quemar incienso para enmascarar su olor?
—Para ya, Anan. Molestas al pobre Junyoung. El realmente consideraba a
Minho un amigo.
—No puedo imaginarme por qué.
—Porque él era agradable y compasivo.
A diferencia de ellos. Minho no era pretencioso o frío. Él había sido
real y se preocupaba de las personas a pesar de con quien estaban relacionadas
o cuánto dinero tenían.
Minho había sido humano.
—Ya sé lo que deberíamos hacer—, dijo Taehee, cerrando su libro
igualmente. — ¿Por qué no visitamos ese lugar del que Minho siempre hablaba?
Donde trabajaba su madre.
—¿The Empire? —Anan se vio completamente asqueado. Junyoung aun no
sabía de ningún hombre que pudiese perfeccionar ese fruncimiento de labios.
Elvis ciertamente le tendría envidia. —He oído que está bajando al otro lado
del Barrio Francés. Cuan positivamente torpe.
—Me gusta la idea—, dijo Tod cerrando su libro para guardarlo en la
mochila —Siempre estoy dispuesto a una visita a los barrios bajos.
Anan le miró con cierta risa.
—He oído acerca de eso, Tod. Es la maldición del nuevo rico.
Todd le devolvió la mirada a Anan diente por diente.
—Muy bien luego, quédate aquí y calienta nuestros asientos mientras tu
trasero se expande al tamaño tu ego".
Él se puso de pie y captó la atención de Junyoung.
—¿Creo que deberíamos despedirnos de uno de nuestros miembros, estimado
o no, y qué mejor que ir beber una cerveza a su lugar favorito?
Anan puso sus ojos en blanco.
—Lo más seguro es que contraigas hepatitis allí.
—No, no lo haremos, —dijo Whitney. Ella contempló a Todd con miedo en
sus brillantes ojos azules. —¿Verdad?
—No —, dijo Jungyoung con firmeza mientras recogía sus libros. —Anan es
simplemente un cobarde.
Él arqueó una ceja.
—Difícilmente. Siendo de pura sangre por ambos lados, no tengo
inclinación a perder el tiempo con la chusma.
Junyoung levantó su barbilla ante su golpe bajo. Todos sabían que su
madre fuera una cajún que no tenía nada de la posición social de su padre. Si
bien ella había ido a la universidad con una beca, el matrimonio de su madre
con su padre había sido escandaloso.
Al final, ese desastre fue lo que había conducido a su madre a la
muerte. Era algo que solo un verdadero perro arrojaría a la cara de Junyoung.
—Asno de pura raza, querrás decir, — dijo el entre dientes mientras se
ponía de pie. Metió su libro de golpe en su mochila de Prada. — Minho tenía
razón, no eres más que un quisquilloso gusano que necesita que le pateen el
culo.
Los jóvenes y mujeres a su alrededor lo miraban boquiabierta por el
lenguaje que había usado mientras Todd se reía.
Anan se volvió de un interesante color rojo.
—Tengo que decir que ciertamente adoro un poco de esa picardía Cajun
—Dijo Todd poniéndose de su lado. —Venga, Junni, estaré más que feliz de
acompañarte.
Él miró a los otros dos compañeros.
—¿Queréis uniros a nosotros"?
Whitney parecía un niño que estaba a punto de salirse con la suya para
quedarse levantado después de su hora de acostarse.
—Mis padres morirían si supiesen dónde me he metido. Cuenta conmigo.
Taehee asintió, también.
Miraron a Anan, quien hizo un ruido asqueado.
—Cuando todos contraigáis disentería, recordad quién tenía la razón.
Junyoung se puso su mochila.
—Dr. Anan, el residente experto en la venganza de Montezuma. Lo
haremos.
Por la mirada en su cara, podía decir que él se moría por devolvérselas con una réplica cruel, pero los buenos modales y el sentido
común lo libraron de hablar. No era sabio insultar dos veces al hijo de un
senador de los Estados Unidos cuando uno tenía ambiciones de ganar un período
de capacitación con la caída de dicho senador.
Y eso fue lo que más probablemente motivase a Anan a unirse a ellos
cuando se dirigieron al SUV de Todd.
—¡Oh Dios mío! exclamó Whitney en el mismo momento en que entraron en
el afamado bar de motoristas The Empire.
Los propios ojos de Junyoung se ampliaron cuando miró a su alrededor en
la oscuridad, aquel peculiar lugar parecía necesitar una buena y esmerada
limpieza. La gente estaba vestida en todos los modos posibles de motorista con
camisetas playeras y pantalones vaqueros. Las mesas y las sillas eran una
mezcolanza de duro diseño que ni siquiera hacía juego. El área de atrás estaba
liberalmente pintada con extrañas salpicaduras de rojo gris, y el blanco, y las
mesas de billar se veían como su como hubiesen sobrevivido a muchas peleas de
bar a lo largo del día.
Había incluso una capa de paja a través del suelo que le recordaba a un
granero.
El área de la barra estaba ocupada por tipos groseros que bebían
cerveza y se gritaban unos a los otros. Podía ver una escalera de madera antes
de ellos que condujo al piso de arriba, pero no tenía idea de qué habría allá
arriba. Los problemas acudieron a su mente. Una persona probablemente podría
encontrar gran cantidad de problemas allá arriba.
Este lugar era definitivamente rústico.
Pero lo que le llamó la atención era la gran concentración de hombres
guapos trabajando en el bar. Estaban en todos los sitios. Tras la barra, como
camareros, limpiadores… El nunca había visto nada igual a eso. Era un buffet de
testosterona.
Taehee se acercó para susurrarle al oído
—Creo que he muerto y he subido al cielo. ¿Has visto alguna vez tal
cantidad de tíos buenos en tu vida?
Todo lo que Junyoung pudo hacer fue sacudir su cabeza. Realmente era
increíble. Junyoung estaba atónito de que los medios de comunicación no lo
hubiesen descubierto y enviado un equipo para investigar lo que había en el
agua para que hubiese tantos hombres ardientes en un mismo lugar.
Incluso Whitney estaba boqueando y mirando fijamente.
—¿Qué clase de música es esa? —dijo Anan, torciendo sus labios en una
burla cuando una nueva canción empezó a sonar en el estéreo que estaba
incorporado a lo largo y ancho de la barra.
—¡Creo que le llaman Metal! gritó Todd sobre el fuerte solo de
guitarra.
—Yo lo llamo doloroso —,dijo Whitney. —¿Minho realmente paraba aquí?
Junyoung asintió con la cabeza. Minho había amado este lugar. Él había
pasado horas hablándole sobre esto y las extrañas personas que llamaban a este
lugar hogar.
—Él me dijo que tenían el mejor andouille embutido del mundo.
Anan se mofó.
—Lo dudo mucho.
Todd indicó una mesa a su espalda con una inclinación de su cabeza.
—Supongo que deberíamos sentarnos y pedir algo en recuerdo del viejo
Minho. ¿Tú solo vives una vez, sabes?
—Bebé en otra cosa que no sea vasos aquí y no durarás toda la noche —,
dijo Anan. Él se veía menos que entusiasmado cuando siguieron a Todd a la mesa
y tomaron asiento.
Junyoung se sacó la mochila, hurgó en ella para sacar su bolso, luego
la dejó bajo la mesa. Colgó su bolso en su silla, luego tomó asiento.
El lugar era muy ruidoso y pero fácilmente podía ver a Minho allí
dentro. Hay algo acerca de esto que le recordaba tanto a él. Además de la
decoración más bien chillona, que él siempre había preferido. A menudo sospechó
que él se vestía tan chillón simplemente para irritar a las personas.
Para él había sido uno de sus rasgos más cautivadores. Él fue la única
persona que alguna vez había conocido que verdaderamente no le había importado
lo que pensaban las otras personas de él. Minho era Minho te gustase o no y si
no te gustaba, podías irte.
—¿Puedo serviros algo chicos?
Junyoung levantó la mirada para ver a un bello joven sumamente rubio de
más o menos su edad. Llevaba puesto un par de pantalones vaqueros muy ceñidos y
una camiseta playera con el logotipo The Empire, una motocicleta estacionada en
una colina recortada por una luna llena. Debajo de eso estaba la frase de The
Empire: Hogar de los Ze:a.
Anan dio a su camarero una ojeada caliente que él sabiamente ignoró.
—Sí, todos tomaremos unas Westvleteren.
El camarero frunció el ceño ante el pedido de su cerveza, ladeando la
cabeza para oír mejor
—¿Qué es eso?
Anan tenía esa familiar mirada presumida en su cara y usaba su voz de
te-lo-pondré-más-fácil.
—Es una cerveza belga, dulzura. Por favor dime que al menos has oído
hablar de ella.
El joven camarero lo miró irritado.
—Chico, nací en Bruselas y la última vez que lo comprobé, ésta era mi
tierra nueva tierra natal, América, no mi lugar de nacimiento. ¿Así que puedes
pedir una cerveza americana o te traeré agua y podrás sentarse allí y actuar
todo superior que quieras hasta que vomites, de acuerdo?
Anan lo miraba como si estuviese a punto de estrangularlo.
—¿Su gerente sabe que usted habla a los clientes de esta manera?
El camarero le dedicó una sarcástica sonrisa, y dijo indulgente.
—Si quieres hablar con mi madre, quien posee este bar, mí sobre
protector hermano, quién lo maneja, o mi padre, quien se deleita en tratar a
puntapiés a todos los estúpidos, por su trato hacia mí,
simplemente házmelo saber y estaré más que feliz de ir por uno de ellos
para ti. Sé que les encantaría perder el tiempo tratando contigo. Ellos son
realmente entendidos en esa materia.
Junyoung reprimió una risa. No conocía al joven, pero éste comenzaba a
gustarle bastante.
—Yo tomaré una Bud Light, por favor.
El mesero le guiñó conspiratoriamente el ojo antes de que lo anotase en
su libretita.
—Para mi, también —dijo Todd.
Whitney y Taehee se unieron con sus pedidos.
Luego todos ellos miraron a Anan y esperaron su siguiente estúpido
comentario.
—Traiga el mío sin abrir, con una servilleta y un abridor.
El camarero inclinó la cabeza con un brillo malvado en sus ojos.
—¿Qué? ¿Acaso tienes miedo de que escupa en ello, chico importante?
Todd se rió. Antes de que Anan pudiese responder, el rubio los dejó.
La sonrisa de Junyoung se desvaneció cuando repentinamente sintió
algo…el vello de la nuca se le erizó. Era como si alguien lo observara.
Fijamente.
Amenazadoramente.
Volteando la cabeza, escudriñó a la gente, buscando la fuente de su
incomodidad. Pero allí no había nada. Nadie que les prestase la más mínima
atención en absoluto.
Había varios grupos de motoristas corpulentos jugando a la piscina.
Toneladas de turistas y motoristas arremolinándose alrededor. Había incluso un
grupo de siete hombres jugando al poker en una esquina. Camareros y camareras
yendo y viniendo de la barra a las mesas entregando comida y bebidas mientras
los dos barmans se ocupaban de sus asuntos.
Nadie estaba ni remotamente mirando en la dirección de Junyoung. Debió
haberlo imaginado.
Al menos eso es lo que él pensó hasta que divisó a un hombre en la
esquina que parecía clavar directamente los ojos en él. Vestido con una camisa
suelta cubierta por un blanco delantal sucio, y pantalones vaqueros negros
descoloridos, que habían visto días mucho mejores, él era un ayudante de
camarero que había hecho una pausa al limpiar una mesa. Las mangas de su camisa
estaban enrolladas a la mitad de sus antebrazos. Su brazo izquierdo portaba un
brillante y colorido tatuaje, que no podía distinguir a esta distancia.
No tenía ni idea de lo que parecía él, desde que su oscuro pelo
trigueño le tapaba la mayor parte de la cara y le caía por delante de los ojos.
La parte de atrás solo pendía simplemente sobre sus ojos. De hecho, debido a su
peinado, no podía decir a donde miraba, pero cada instinto en su cuerpo le
decía que lo miraba a él.
Había algo acerca de él que parecía oscuro y peligroso. Predatorio.
Casi siniestro. Se frotó su cuello nerviosamente, deseando que él volviese su
atención al trabajo.
—¿Pasa algo? —Preguntó Anan.
—No —,dijo rápidamente, ofreciéndole una sonrisa. Si lo mencionaba, él
sin duda haría una escena y despedirían al pobre hombre de un trabajo que él
probablemente necesitaba. —Estoy bien.
Pero el sentimiento no disminuía y había algo tan animal y fiero acerca
de ello que definitivamente lo ponía nervioso.
Taeheon inclinó su cabeza cuando observó al desconocido joven que se
veía tan fuera de sitio que él se preguntaba cómo habría acabado él en ese bar.
La sofisticación y el dinero manaban de cada uno de sus poros. Definitivamente
no era su clientela habitual.
También podía decir que él no estaba muy cómodo bajo su cercano
escrutinio. Pero bueno, nadie lo estaba, eso era por qué él rara vez hacía
contacto visual con alguien. Él había aprendido hace mucho tiempo enterado que
ninguna persona o bestia podía aguantar su intensa mirada por mucho tiempo.
Y todavía él no podía apartar la mirada. Su pelo castaño con reflejos
rojizos – eso y su tono de la piel dejaban traslucir una herencia cajún.
Lo mejor de todo, tenía un cuerpo exuberante, curvilíneo que le hacía
señas a un hombre para acercarlo y saborearlo.
Ciertamente no era el joven más bello que él alguna vez había visto,
pero había algo en él que mantenía su atención. Algo en él parecía perdido y
herido.
Triste.
En selva de Asia donde él había nacido, una criatura como ese joven
habría sido matado y comido por alguien más fuerte. Más feroz. La
vulnerabilidad de cualquier clase era una invitación para la muerte. Y todavía
él no sentía esa familiar concentración de adrenalina que le hacía atacar al
débil
Él sintió un deseo inexplicable de protegerlo.
Más que eso, quería ir a él y ofrecerle confort, pero entonces, ¿Qué
sabía él de confortar a un humano? Era un fiero depredador en forma humana.
Todo lo que él sabía era cómo asechar y matar. Cómo pelear.
Él no sabía nada de comodidad. Nada de parejas. Él estaba solo en el
mundo a propósito, y a él le gustaba de ese modo.
Marvin, el mono mascota de The Empire, se acercó corriendo a Taeheon
con una gamuza nueva para limpiar las mesas. Él la tomó de la mano de Marvin
mientras él se obligaba a volver a limpiar la mesa. Todavía, él sentía la
presencia del joven, y antes de mucho tiempo se encontró clavando los ojos en
él otra vez mientras él hablaba con sus amigos.
Y pos...
ResponderEliminarQue were es Tae...
Ya me hice bolas~
Ooooooooohhhhh
ResponderEliminarJun y Tae tienen vidas muy diferentes....pero como todo,siempre hay algo que llegaa unir a dos personas.
Oh Minho....todo mundo lo extraña,hasta yo.
Su encuentro.....*0*
Uno cautivado por el otro...cada uno con su barrera personal.