Pasé
semanas vacilando entre la abrumadora cantidad de amor que sentía por este
hombre y la ardiente necesidad de saber lo que estaba ocultándome. Un día
estaba seguro de que cualquiera que fuera el secreto que Kangin escondía no
importaba porque quería estar con él más de lo que quería nada. El siguiente
estaba siendo comido vivo por la curiosidad acerca de qué estaba escondiendo y
sabía que nunca sería capaz de dejarlo ir. Era como estar atrapado en medio de
un tira y afloja emocional entre mi cabeza y mi corazón, y ninguno estaba
ganando.
Mi mamá me
decía que lo superara. Kook seguía diciéndome que fuera tras él y yo no tenía
ni idea de qué era lo correcto por hacer. Estaba solo y lo echaba de menos,
pero no fue hasta que Zhoumi me llamó hoy y me dijo que Kangin había comprado
una casa y que nunca lo habría hecho si no hubiera sido por mí, que realmente
entendí que lo amaba lo suficiente como para dejarlo mentirme.
Zhoumi me dio
a entender que si había pensado en eso, probablemente podría entender por qué
él estaba convencido de ocultarme esto en particular y eso hizo que mis
empantanados y largamente reprimidos instintos volvieran de nuevo a la vida.
Cuando algunas de las piezas comenzaron a hacer clic en su lugar, tuve que
evaluar si realmente quería saber la verdad o no. Lo amaba y amaba a mi madre,
y tenía la sensación de que entrometerme en esa caja de Pandora en particular
iba cambiar lo que sentía por uno si no por los dos, para siempre. Además,
mientras Zhoumi no estaba dispuesto a dejar el gato proverbial fuera de la
bolsa, me había dado suficientes pistas para hacerme sospechar que sabía que
había ciertas líneas que aunque los amara, era imperdonable que las cruzaran.
Sabía que lo que sea que había ocurrido entre las dos personas que más amaba no
era muy importante, y me había resignado a dejar las cosas así si eso
significaba que podía conservarlos a los dos.