Kangta
Ahn estaba parado con su manada en el alejado lado izquierdo del gran salón de
reunión. Todavía no había hablado con Teuk porque quería dejarlo instalarse
primero. Luego había corrido la voz de que Siwon había atacado al Beta de Hanheng,
así que había ido y hablado con Junjin, quien le aseguró que las cosas estaban
sin duda fuera de control.
No
era la respuesta que Kangta había estado esperando, pero Junjin dijo que era un
mal necesario. Kangta respondió diciendo que los estadounidenses ya estaban
lidiando con su porción de drama en su manada. Junjin simplemente le había
sonreído.
Kangta
había decidido que mejor advertiría a sus lobos para que estuvieran en alerta
ante cualquier represalia de la manada de Hanheng. Su siguiente advertencia
había sido para los machos sin pareja de su manada, y había sido algo así como:
—Y
por el amor de Dios, manténganse lo más jodidamente lejos posible de Heechul Kim.
Es el rubio ligon. Si se dirige hacia ustedes, será mejor que los vea correr
por las colinas como si su vida dependiera de ello. Porque, francamente, es
así.
Por
supuesto, sus lobos más dominantes habían visto esto como un reto y
preguntaron, ¿por qué, si Siwon y Hee no estaban emparejados, no podían ver si el
joven era un compañero potencial para alguno de ellos? Kangta, de una manera
calmada pero firme, les había explicado que Siwon era, por derecho propio, lo
suficientemente fuerte y dominante para ser un Alfa de su propia manada. Por
lealtad a Junjin le servía. En otras palabras, él limpiaría el piso con sus
pieles si se sentía desafiado.
Kangta
no vino hasta Corea para presenciar un baño de sangre, y desde luego no había
traído a su compañera para ponerla en peligro.