Amante Enemigo (DH5)- 3




Buscando una distracción que lo apartara de los pensamientos irritantes, Henry marcó el número de Kyuhyun y apretó el control remoto para cambiar su canción a “Fantastic”. Kyuhyun contestó su teléfono móvil al mismo tiempo que Henry entraba a los paneles de mensajes privados de los Cazadores Oscuros.

—Hola, niñita –dijo Henry burlonamente, poniéndose los auriculares para poder hablar y escribir al mismo tiempo—. Hoy recibí tu remera de 'Dirty Deeds Done Dirt Cheap'. No eres gracioso, y yo no trabajo barato. Espero obtener mucho dinero por lo que hago.

Kyuhyun se mofó.

—¿Niñita? Será mejor que dejes de molestarme, o iré hasta allí a patear tu vikingo trasero.

—Esa amenaza podría ser al menos un poco real si no supiera cuánto odias el frío. —Kyuhyun rió gravemente—. Entonces, ¿en qué estás esta noche? –preguntó Henry.

—Más o menos en un metro ochenta.

Henry gruñó.

—Sabes, esa broma de porquería no se vuelve más graciosa cada vez que la escucho.

—Sí, lo sé. Pero sólo vivo para agobiarte.


—Y tienes tanto éxito. ¿Has estado tomando lecciones con Clinton? –Escuchó que Kyuhyun cubría el teléfono y ordenaba café negro—. ¿Así que ya estás en la calle, y preparado? – le preguntó a Kyuhyun luego de que la camarera se había alejado.

—Ya sabes. Es Mardi Gras y los Daimons abundan.

—Mierda. Te escuché ordenando café. Escapaste nuevamente, ¿verdad?

—Cállate, Vikingo.

Henry sacudió la cabeza.

—Realmente necesitas conseguirte un Escudero.

—Sí, claro. Voy a recordártelo la próxima vez que estés quejándote de Clinton y su boca.

Henry se reclinó en la silla mientras leía los mensajes de sus compañeros Cazadores Oscuros.

Era reconfortante saber que él no era el único que se aburría terriblemente entre un trabajo y otro.

Como los Cazadores Oscuros no podían reunirse físicamente sin absorber los poderes del otro, Internet y el teléfono eran los únicos modos en que podían compartir información y mantenerse en contacto.

La tecnología era un regalo de dios para ellos.

—Hombre –dijo Henry—, ¿es idea mía o las noches parecen cada vez más largas?

—Algunas son más largas que otras. –La silla de Kyuhyun chirrió a través del teléfono. No cabían dudas de que el celta se estaba inclinando para estudiar a alguna mujer que pasaba junto a su mesa—. Entonces, ¿qué te tiene deprimido?

—Estoy inquieto.

—Ve a acostarte con alguien.

Henry resopló ante la trillada respuesta de Kyuhyun para todo. Peor aún, sabía que el Celta realmente creía que el sexo era la cura absoluta para toda dolencia.

Pero entonces, cuando sus pensamientos regresaron al joven del club, Henry no estuvo tan seguro de que no fuera a funcionar.

Al menos por esta noche.

De cualquier modo, al final, no le atraía tener una noche con otra persona que no lo recordaría. No le había interesado en mucho tiempo.

—Ese no es el problema –dijo Henry mientras revisaba los mensajes—. Estoy desesperado por una buena pelea. Diablos, ¿cuándo fue la última vez que encontraste a un Daimon que se defendiera? Los que exterminé esta noche se dejaron matar. Uno de ellos incluso gimió cuando lo golpeé.

—Hey, deberías estar feliz de que los mataste antes de que te mataran a ti. Quizás…

Pero Henry era un Vikingo, y ellos no veían las cosas del mismo modo que los Celtas.

—Sabes, Kyuhyun, matar a un Daimon chupa almas sin una buena pelea es como el sexo sin juego previo. Una absoluta pérdida de tiempo y completamente… insatisfactorio.

—Hablas como un verdadero Escandinavo. Lo que necesitas, hermano mío, es aguamiel, un vestíbulo con chicos y chicas sirviéndote y vikingos listos para luchar por su camino hacia el Valhala.

Era cierto. Henry extrañaba a los Daimons Spathi. Ellos eran una clase de guerreros que se divertían en la guerra.

Bueno, al menos a su modo de pensar.

—Los que encontré esta noche no sabían nada acerca de pelear –dijo Henry, frunciendo los labios—. Y estoy harto de esa mentalidad “mi revólver lo resolverá todo.”

—¿Te dispararon otra vez? –preguntó Kyuhyun.

—Cuatro veces. Lo juro… desearía poder traer a un Daimon como Desiderius. Me encantaría tener una buena pelea por una vez.

—Ten cuidado con lo que deseas, porque podrías obtenerlo.

—Sí, lo sé –de una manera que Kyuhyun ni siquiera podía imaginar—. Pero, demonios. Por una vez, ¿no pueden dejar de escapar de nosotros y aprender a luchar como lo hacían sus ancestros? Extraño el modo en que eran las cosas.

Hubo una pausa en el otro lado mientras Kyuhyun soltaba un largo suspiro apreciativo. Henry sacudió la cabeza. Definitivamente, había una pareja cerca.

—Te lo digo, lo que más extraño son las Talpinas.

Henry frunció el ceño. Era un término que no había escuchado nunca.

—¿Qué son esos?

—Cierto, estuvieron antes que tú. En la mejor parte de las Épocas Oscuras, solíamos tener un clan de Escuderos cuyo único propósito era ocuparse de nuestras necesidades carnales.

Era agradable saber que su amigo no podía pensar en más que una sola cosa, y Henry pagaría lo que fuera para conocer a la persona que pudiera descarrilar al Celta de sus modos terrenales

Hombre, eran geniales –continuó Kyuhyun—. Sabían lo que éramos y estaban más que contentos de acostarse con nosotros. Diablos, los Escuderos incluso las entrenaban para saber cómo complacernos.

—¿Qué les sucedió?

—Más o menos cien años antes de que nacieras, un Cazador Oscuro cometió el error de enamorarse de su Talpina. Desafortunadamente para el resto de nosotros, no pasó la prueba de Artemisa. Artemisa estaba tan enojada que intervino y les desterró, e implementó la maravillosa regla de “se supone que duermas sólo una vez con ellos.” Como contragolpe, Shindong inventó la ley de “nunca toques a tu Escudero.” Te lo digo, no has vivido realmente hasta que has intentado encontrar una relación de una sola noche en la Gran Bretaña del siglo VII.

Henry resopló.

—Ese jamás ha sido mi problema.

—Sí, lo sé. Te envidio por eso. Mientras el resto de nosotros tuvimos que alejarnos de nuestros amantes para no traicionar nuestra existencia, tú podías actuar sin miedo.

—Créeme, Kyuhyun, no todo es lo que parece. Vives solo por propia decisión. ¿Tienes alguna idea de lo frustrante que es no tener a nadie que te recuerde cinco minutos después de que los abandonas?

Era lo único que molestaba a Henry de su existencia. Tenía inmortalidad. Riqueza. Lo que deseara, solo nómbralo.

Excepto que si Clinton moría sin haber tenido hijos, no quedaría ningún humano vivo que pudiera recordarlo.

Era un grave pensamiento. Henry suspiró.

—La madre de Clinton ha venido aquí tres veces sólo en la última semana para conocer a la persona para la que él trabaja. ¿La conozco hace cuánto? ¿Treinta años? Y no olvidemos esa vez, hace dieciséis años, cuando llegué a casa y ella llamó a la policía porque pensó que había entrado a la fuerza en mi propio hogar.

—Lo siento, hermanito –dijo Kyuhyun sinceramente—. Al menos nos tienes a nosotros y a tu Escudero, que podemos recordarte.

—Sí, lo sé. Gracias a los dioses por la tecnología moderna. De otro modo me volvería loco –se quedó callado por un instante.

—No es que quiera cambiar de tema, pero, ¿te enteraste de a quién llevó Artemisa a Nueva Orleáns para tomar el lugar de Kangin?

—Escuché que era Siwon –dijo Henry incrédulo—. ¿En qué estaba pensando Artemisa?

—No tengo idea.

—¿Kangin lo sabe? –preguntó Henry.

—Por razones obvias, Shindong y yo decidimos no decirle que el nieto y vivo retrato del hombre que lo crucificó y destruyó a su familia estaba mudándose a la ciudad, a una cuadra de su casa. Pero, desafortunadamente, estoy seguro de que va a enterarse en algún momento.

Henry sacudió la cabeza. Supuso que las cosas podrían haber sido peores para él. Al menos no tenía los problemas de Kangin o los de Siwon.

—Hombre, humano o no, Kangin va a matarlo si alguna vez se cruzan… no es algo con lo que uno necesite enfrentarse en esta parte del año.

—Ni lo digas –coincidió Kyuhyun.

—Así que, ¿a quién le tocó la tarea de Mardi Gras de este año? –preguntó Henry.

—Están importando a Yesung.

Henry maldijo ante la mención del Cazador Oscuro de Alaska. Los rumores abundaban acerca del ex – esclavo que había destruido la villa y a los humanos que tenía bajo su protección.

—No pensé que Shindong lo dejara salir alguna vez de Alaska.

—Sí, lo sé, pero fue la propia Artemisa quien dijo que lo quería allí. Parece que tendremos una reunión de psicópatas esta semana… Oh, espera, es Mardi Gras. Duh.

Henry rió nuevamente. Escuchó a Kyuhyun suspirar alegremente.

—¿Llegó el café? –le preguntó.

—Oh, sí —Henry sonrió, deseando poder encontrar placer en algo tan sencillo como una taza de café. Pero apenas ese pensamiento cruzó su mente, cuando escuchó a Kyuhyun gruñendo

— Ah, hombre…

—¿Qué?

—Mierda, Daimons a la vista —Kyuhyun escupió las palabras con desprecio.

—Te escucho enojado.

—No, esto no es estar enojado. Es una leve perturbación. Además, deberías ver a estos tipos. —Kyuhyun abandonó su acento celta mientras inventaba una conversación para los Daimons. Elevó su voz a un nivel artificialmente alto—. Hey, Gorgeous George, me parece que huelo a un Cazador Oscuro.

—Oh, no, Dick –dijo, dejando caer su voz dos octavas—, no seas idiota. No hay ningún Cazador Oscuro aquí.

Kyuhyun regresó a su falsetto.

—No lo sé…

—Espera –dijo Kyuhyun, nuevamente con voz profunda—, huelo a turista. Turista con una gran… y fuerte alma.

—¿Podrías terminar? –dijo Henry, riendo.

—Hablando de manchas de tinta –dijo Kyuhyun, usando el término despectivo que los Cazadores Oscuros tenían para los Daimons. Derivaba de la extraña marca negra que aparecía en el pecho de todos los Daimons cuando pasaban de ser simples Apolitas a asesinos de humanos—. Diablos, todo lo que quería era tomar un café  –Henry escuchó que Kyuhyun hasqueaba. Y entonces su amigo comenzó a debatir en voz alta—. Café… Daimons… Café… Daimons…

—Creo que en esta ocasión será mejor que ganen los Daimons.

—Sí, pero es café colombiano.

Henry chasqueó la lengua.

—Kyuhyun deseando ser frito por Shindong al fallar en proteger a los humanos.

—Lo sé –dijo con un suspiro irritado—. Déjame ir a expirarlos. Hablamos luego.

—Hasta luego.

Henry colgó el teléfono y apagó la computadora. Miró el reloj. Ni siquiera era medianoche. Demonios.



Apenas había pasado la medianoche cuando Zhou Mi, Hyungjoon, y Fei regresaron a su complejo de departamentos universitario. Dejaron a Fei frente a su edificio, y luego dieron la vuelta, de regreso al lugar donde compartían un apartamento. Bajaron del auto e ingresaron al piso de dos habitaciones.

Desde que había salido del club, Zhou Mi había sentido una terrible inquietud, como si algo no estuviera bien.

Repasó mentalmente la noche entera mientras se preparaba para ir a la cama. Había conducido hasta el bar con sus amigas luego de la clase de Jia, y habían pasado la noche escuchando a SJM.

No había sucedido nada extraño, excepto que Jia había conocido a Coby. ¿Entonces por qué se sentía tan… tan… extraño?

Incómodo.

No tenía sentido.

Frotándose la ceja, tomó su libro de Literatura Medieval e hizo su mejor intento para luchar con la versión de Inglés Antiguo.

Al Doctor Mitchell le encantaba avergonzar a los estudiantes graduados que no se habían preparado para sus clases, así que Zhou Mi no iba a aparecerse al día siguiente sin haber leído la tarea.
Sin importar qué tan aburrido resultara.

Grendrel, chomp, chomp,

Grendrel, chomp, chomp,

See the Vikings in their boats, Someone hand me the Cliff's Notes…

Ni siquiera su pequeña cancioncita monótona podría reavivar su interés.

Aún así, mientras leía las palabras en Inglés Antiguo, continuaba imaginándose a un guerrero alto y de cabellos oscuros, con ojos negros y labios llenos y cálidos.

Un hombre de velocidad y agilidad increíbles.

Cerrando sus ojos, lo vio parado bajo el frío, vistiendo una larga chaqueta de cuero negra y una expresión en su rostro que decía…

La imagen se deterioró.

Zhou Mi intentó aclarar la imagen, pero se evaporó y lo dejó ansiando tener más de él.

—¿Qué diablos me sucede?

Abrió bien los ojos y se forzó a leer.



Henry cerró con trabas la puerta de su habitación y se acostó temprano, justo antes de las cuatro. Clinton hacía horas que estaba durmiendo. No había nada en la TV, y estaba aburrido de jugar en línea con la computadora contra otros Cazadores Oscuros.

Ya había eliminado la “insistente” amenaza de Daimons esa noche. Suspiró ante ese pensamiento. Durante los meses de invierno, tendían a hacer una pausa y dirigirse al sur, ya que a los Daimons no les gustaba mucho el frío. Odiaban tener que “desenvolver” su comida, y les parecía extremadamente embarazoso atacar a los humanos envueltos en varias capas de suéter y chaquetas. Las cosas mejorarían en la primavera, luego del deshielo, pero mientras tanto, las noches eran largas y las batallas espaciadas.

Quizás si dormía bien durante el día, podría sentirse mejor la noche siguiente. Valía la pena intentarlo.

Pero en cuanto Henry se durmió, sus sueños comenzaron a vagabundear. Vio el club nuevamente, y sintió los labios del joven desconocido contra los suyos.

Sintió sus manos sobre él mientras lo aferraba…

¿Cómo sería ser recordado por un amante nuevamente? ¿Sólo una vez?

Una extraña bruma en espiral lo rodeó, y lo próximo que supo fue que estaba en una cama desconocida.

Frunciendo el ceño, miró alrededor de la oscura habitación. Las paredes blancas estaban desnudas y cubiertas con dibujos artísticos. Algo hacía que tuviera una cierta cualidad institucional.

Había un escritorio construido pegado a la pared junto a la ventana, un tocador cuadrado con una TV y una radio, y una lámpara de lava encendida en la esquina, lanzando extrañas sombras sobre las paredes.
En ese momento se dio cuenta de que no estaba solo en la cama. Alguien estaba recostado junto a él.

Henry estudió al joven que vestía un mojigato pijama de franela, con su cuerpo de espaldas a él. Inclinándose hacia él, vio el cabello rojizo.

Henry sonrió en el momento en que reconoció al joven del club. Le agradaba este sueño… Pero no tanto como le gustaba la expresión de su rostro sereno.

Y a diferencia de los Daimons, a él no le molestaba “desenvolver” su alimento.

Con su cuerpo despertando instantáneamente, rodó sobre él y comenzó a desabotonarle el pijama.



Los ojos de Zhou Mi pestañearon abriéndose, al sentir unas manos fuertes y calientes desabotonando su pijama de franela. Aturdido, miró fijamente al Cazador Oscuro que le había salvado la vida en el club.

Sus ojos de medianoche estaban hambrientos de deseo mientras la observaba.

—Eres tú –susurró, con la cabeza confusa por sus sueños.

Él sonrió y pareció deleitado por sus palabras.

—¿Me recuerdas?

—Claro. ¿Cómo podría olvidar el modo en que besas?

La sonrisa de él se ensanchó ferozmente mientras apartaba su camisa y pasaba las manos por la piel desnuda de Zhou Mi. Gimió ante la calidez de la palma sobre su carne. Contra su voluntad, una puñalada de deseo le atravesó mientras su piel hormigueaban ante su toque abrasador. Los callos de sus ásperos dedos raspaban suave y ligeramente sus pezones inflamados. Hizo que su estómago se contrajera aún más. Hizo que vibrara mientras su excitación se instalaba entre sus piernas, logrando que deseara aún más tomar toda su fuerza dentro de su cuerpo.

Zhou Mi se percató de que su salvador estaba en su cama, completamente desnudo. Bueno, quizás no completamente. Tenía un collar de plata con el martillo de Thor y un pequeño crucifijo.

Bien, tal vez era un poco agresivo. Pero el collar quedaba muy bien contra su piel bronceada. Las luces bajas acariciaban cada contorno de su magnífico cuerpo. Sus hombros eran amplios y musculosos, su pecho era una perfecta escultura.

Y su trasero… ¡Era legendario!

Pero lo que le fascinaba era el intrincado tatuaje nórdico que cubría todo su hombro derecho y terminaba en una banda estilizada que rodeaba su bíceps. Era hermoso.

Y aún así no le llegaba ni a la suela de los zapatos del hombre que estaba entre sus brazos. Era precioso. De un modo que hacía agua la boca.

—¿Qué estás haciendo? –le preguntó mientras él trazaba círculos alrededor de su pezones con su lengua caliente.

—Te estoy haciendo el amor.

Si no hubiera estado dormido esas palabras la hubiesen aterrorizado. Pero sus temores y todo lo demás se dispersaron cuando él chupó su pezón.

Siseó con placer y expectativa.

—Tan suave –susurró él contra sus labios antes de reclamarlos.

Zhou Mi suspiró. Su cuerpo ardía con una sorprendente intensidad mientras paseaba sus manos por los hombros anchos y desnudos. Jamás había sentido algo como eso. Bien formados y perfectos, se ondulaban con su poder y su fuerza.

Y quería sentir más de él.

— Jamás he visto un joven más hermoso.

Con el cuerpo derretido, Zhou Mi no podía hacer más que mirar cómo lo observaba.

Él era increíblemente apuesto. Era evidente que este era un hombre peligroso. Básico. Duro. Inflexible.

—¿Cuál es tu nombre? –le preguntó mientras él hundía la cabeza para mordisquearle el cuello

—Henry.

Zhou Mi tembló otra vez mientras él le daba una larga y deliciosa lamida al costado inferior de su cuello.

Este era un hombre que sabía bien cómo complacer a una pareja. Y, mejor aún, no parecía apurado por terminar, sino que se tomaba su tiempo.

Si le quedaba alguna duda, ¡eso solo le probaba que estaba soñando!

Henry pasó su lengua sobre la suave piel y se deleitó con los murmullos de placer de Zhou Mi mientras saboreaba su carne dulce salada. Adoraba la sensación cálida y el aroma de este joven.

Era delicioso.

Henry no había tenido un sueño así en siglos. Era tan real, pero él sabía que no lo era. El era sólo un producto de su hambrienta imaginación.

Aún así, lo tocaba de un modo que él jamás había sentido antes. Y olía tan bien. Suave.

Un delicado manjar esperando a que él lo probara. O mejor aún, lo devorara.

Dioses, ¿cuánto hacía desde la última vez que había estado con un joven?

¿Tres, cuatro meses? ¿Tres, cuatro décadas?

Era difícil llevar la cuenta cuando el tiempo se estiraba interminablemente. Todo lo que sabía era que hacía mucho que había abandonado el sueño de tener a alguien así debajo de él. Como ninguna podía recordarlo, se rehusaba a llevar parejas decentes a su cama.

Sabía demasiado bien lo que era despertar luego de tener sexo y no entender qué le había sucedido. Quedarse allí tirado sin saber qué tanto había sido real y qué tanto un sueño. Entonces, había relegado sus encuentros a parejas a las que les podía pagar por sus servicios, y únicamente lo hacía cuando ya no soportaba su celibato.

Pero éste joven había recordado su beso. Se había acordado de él.

Esa idea hizo volar su corazón. Le gustaba este sueño, y si pudiera, se quedaría en él para siempre.

—Dime tu nombre.

—Zhou Mi.

Henry sintió que la palabra retumbaba bajo sus labios mientras besaba la columna de su garganta. Tembló en respuesta a la lengua que acariciaba su piel.

Y a él le encantó. Le encantaban los sonidos que hacía mientras le devolvía las caricias. Zhou Mi pasó sus manos calientes y ávidas por la espalda desnuda y detuvo su mano derecha sobre la marca de su hombro izquierdo.

—¿Qué es esto? –le preguntó con curiosidad. Él miró el símbolo de arco y flecha.

—Es la marca de Artemisa, la diosa de la caza y de la luna.

—¿Todos los Cazadores Oscuros la tienen?

—Sí.

—Qué extraño…

Henry ya no podía soportar la barrera de franela. Quería ver más.

—Deberían quemar esta cosa.

Zhou Mi frunció el ceño.

—¿Por qué?

—Porque me aparta de ti.

Con un tirón, lo quitó por su cabeza.

Los ojos de Zhou Mi se ensancharon por un instante, luego se oscurecieron con su propia pasión.

—Ahora está mejor –susurró él, deleitándose con la imagen de su estrecha cintura, y lo mejor de todo, su entrepierna.

Pasó su mano suavemente por el pecho, hacia abajo por el estómago y alrededor de la cadera.

Zhou Mi se estiró y pasó su mano por la gloriosa piel de su pecho, deleitándose con el terreno rocoso de sus músculos. Él se sentía tan maravillosamente. Su cuerpo se ondulaba con cada movimiento que hacía.

El devastador poder de Henry era innegable, y aún así, en su cama era tan gentil como un león domado. No podía creer la ternura que había en su toque caliente y experto.

Sus rasgos oscuros y tristes lo conmovían profundamente, y sus ojos tenían una inteligencia muy vivaz mientras absorbían el mundo que lo rodeaba.

Quería domar a esta bestia salvaje. Darle de comer de su propia mano.

Con ese pensamiento en mente, Zhou Mi buscó entre sus cuerpos y tomó su rígido pene en la palma.
Él gruñó muy grave, luego lo besó inconscientemente.

Como un depredador elegante y musculoso, se movió hacia su boca, quemándole con sus besos.

—Sí – jadeó, mientras lo enfundaba con sus manos. Con la respiración enfurecida, lo observó con un hambre tan cruda que le hizo temblar de anticipación—. Tócame, Zhou Mi – susurró, cubriendo su mano con la de él.

Observó que él cerraba los ojos y le mostraba cómo acariciarlo. Zhou Mi se mordió los labios al sentirlo entre sus manos. Era un hombre enorme, y grueso, y poderoso.

Como un depredador liberado, le hizo rodar sobre su espalda y le separó los muslos con las rodillas. Descendió su cuerpo sobre el suyo y, como había prometido, lo devoró. Zhou Mi jadeó mientras las manos y los labios de Henry buscaban cada centímetro de su cuerpo con una furiosa intensidad. Y cuando enterró la mano entre sus piernas, tembló entero. Sus largos dedos la acariciaban e indagaban profundamente dentro suyo, provocándole hasta dejarle débil.

—Estás listo para mi –gruñó en su oído. Zhou Mi tembló cuando él le abrió aún más las piernas—. Mírame –le ordenó—. Quiero observar tu placer cuando te tome.

El miró hacia arriba.

En el momento en que sus miradas se encontraron, Henry se enterró profundamente.

Zhou Mi gimió con placer. Él estaba tan duro y grueso, y se sentía maravilloso mientras embestía contra sus caderas.

Henry se apartó para poder observar su rostro mientras se tomaba su tiempo haciéndole el amor y saboreando la sensación de su cuerpo cálido y mojado debajo suyo. Se mordió los labios cuando Zhou Mi le pasó las manos por la columna, y luego arañó su espalda. Él gruñó en respuesta, deseando su desenfreno.

Su pasión.

Zhou Mi colocó sus manos en la espalda baja de Henry, urgiéndolo a ir más rápido. Él le hizo el favor más que gustosamente.

Si Zhou Mi quería tomar el control, él desde luego que estaba de ánimos para permitírselo. Rodando, lo colocó sobre él sin abandonar su cuerpo.

Zhou Mi jadeó mientras lo miraba.

—Cabálgame —susurró.

Con los ojos oscuros e indomados, Zhou Mi se inclinó hacia adelante, deslizandose hacia abajo por su longitud hasta que estuvo apenas enfundado por su cuerpo, entonces se echó hacia atrás, empujándolo totalmente dentro de él.

Henry se sacudió ante el poder.


Zhou Mi no podía creer el modo en que lo sentía debajo suyo. Hacía mucho tiempo desde que le había hecho el amor a un hombre, y nunca había tenido a alguien así.

Alguien de quien no sabía nada, excepto que hacía temblar de terror a la gente de su madre. Y él le había salvado la vida.

Debía ser su sexualidad reprimida lo que lo había conjurado en sus sueños. Su necesidad de conectar con alguien antes de morir.

Ese era su mayor arrepentimiento. Debido a la maldición de la familia de su madre, había tenido miedo de acercarse a otros Apolitas. Al igual que su madre, se había visto forzado a vivir en el mundo humano como uno de ellos.

Pero nunca lo había sido. No realmente.

Todo lo que siempre había querido era ser aceptado. Encontrar a alguien que pudiese entender su pasado y que no creyera que estaba desquiciado cuando contaba historias acerca de un linaje maldito.
Y monstruos que acechaban en la noche.

Ahora tenía a un Cazador Oscuro para él solo. Al menos por esta noche.

Agradecido por eso, se recostó sobre él y dejó que el calor del cuerpo de Henry aliviara al suyo.


Henry acunó su rostro y lo observó experimentar las alturas del placer. Entonces rodó con él, y tomó el control. Embistió profundamente mientras su cuerpo se convulsionaba a su alrededor. El jadeo de Zhou Mi acentuó sus movimientos de un modo que parecía que estaba cantando.

Él rió.

Hasta que sintió que su propio cuerpo explotaba.

Zhou Mi envolvió su cuerpo entero alrededor de él al sentir su liberación. Henry colapsó encima de él.

Su peso se sentía tan bien ahí. Tan maravilloso.

—Eso fue increíble –dijo Henry, levantando la cabeza para sonreírle mientras continuaban íntimamente unidos—. Gracias.

Él le devolvió la sonrisa.

Justo cuando se estiraba para ahuecar su rostro, escuchó que la alarma de su reloj sonaba. Zhou Mi despertó bruscamente.

Su corazón aún latía violentamente cuando se estiró para apagar el reloj. Y fue sólo entonces que se dio cuenta de que su pijama yacía en el suelo hecho un estrujado montón…

Henry despertó sobresaltado. Con el corazón latiendo violentamente, observó su reloj. Eran apenas pasadas las seis y por la actividad que había escaleras arriba podía decir que era la mañana.
Frunciendo el ceño, miró alrededor en la oscuridad. No había nada inusual. Pero el sueño…

Había parecido tan increíblemente real.

Se corrió, hacia su lado, y apretó su almohada en un puño.

—Malditos poderes psíquicos —gruñó.

No lo dejaban en paz. Y ahora lo torturaban con cosas que sabía que no podía tener. Mientras volvía a dormirse, casi pudo jurar que sentía el débil olor a rosas y talco sobre su piel.



4 comentarios:

  1. Uh que sueño tan realista me gusta

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  2. O.o
    Que genial.. Mimi pudo encontrar a su cazador en sueños y recordarlo!
    Pero Mimi va a morir a los 27 años!???
    Henry puede salvarlo!??
    TT___TT

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  3. Oh fue realllll, siiii estuvieron juntos hicieron el amor oh siiiii, esta genial, como es que zhoumi lo recuerda?

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  4. Esta historia se desarrolla paralela al KyuMin, ya estaba preguntandome porque Kyu no habla de SungMin y de pronto cuando menciona su café recordé su primer encuentro con Min.

    Ese sueño debe ser de los mejores del mundo xD supongo que con los poderes de Henry, él sin saberlo estuvo con Zhou Mi, es curioso que ambos desean algo más de una noche, pero por diferentes motivos no puedan.

    Me pregunto como es que Zhou Mi si puede recordar a Henry a pesar de la maldición.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...