Devil´s Heart (DH4)- 19




—¿Por qué no te fuiste con Jongjin cuando tuviste la oportunidad? Podrías estar a salvo ahora.

—Si te dejo antes de que el juicio se haya terminado, entonces los Destinos te matarán.

—¿Y qué?

—No quiero que mueras, Yesung.

—Continúas diciendo eso y todavía no sé por qué.

Porque te amo. Las palabras se atascaron en su garganta. Quería desesperadamente tener el valor de decirlo en voz alta, pero sabía que él no lo aceptaría.

No su Príncipe Encantado.

Él gruñiría y lo apartaría a la fuerza porque en su mente tal cosa no existía. Él no lo entendería.

Ryeowook no sabía si alguna vez él lo haría. Quería abrazarlo. Consolarlo.

Pero sobre todo, quería amarlo. De un modo que le hacia sufrir y volar al mismo tiempo.

¿Yesung alguna vez permitiría a él o a cualquiera, amarlo?

—¿Qué puedo decirte para que me creas? –respondió. —Te reirías si dijese que me preocupo por ti. Te enojarías si dijese que te amo. Así que dime por qué no quiero que mueras.

Sintió los músculos de su mandíbula moviéndose debajo de su mano.

— Desearía poder sacarte de aquí, joven príncipe. No es necesario que estés conmigo.

—No, Yesung, no es necesario. Pero quiero estar contigo.

Yesung se sobresaltó al escuchar las palabras más bellas que había oído alguna vez en su vida.
Él lo asombraba. No había paredes entre ellos ahora. Ningún secreto. Ryeowook lo conocía de una forma como nadie en toda su vida.

Y no lo rechazaba.

No lo entendía.

–Ni siquiera yo quiero estar conmigo la mayoría de las veces. ¿Por qué tu sí?

Él le dio un empellón.

—Juro que eres como un niño de tres años. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué es el cielo azul? ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué mi perro tiene pelo? Algunas cosas sólo son, Yesung. No tienen que tener sentido. Acéptalo.

—¿Y si no puedo?

—Entonces tienes peores problemas que Thanatos queriendo matarte.

Él pensó sobre eso por un memento. ¿Podría aceptar lo que le ofrecía? ¿Se atrevería?

Él no sabía como ser un amigo. No sabía como reírse de placer o ser simpático. Para un hombre que tenía dos mil años de edad, realmente sabía muy poco acerca de la vida.

—Dime, joven príncipe. Honestamente. ¿Cómo vas a juzgarme?

Él no dudó en responder.

—Voy a absolverte si puedo.

Él se rió amargamente.

—Fui condenado por algo que no hice y absuelto por lo que sí hice. Hay algo incorrecto en eso.

—Yesung...

—¿Y aceptarán tu fallo ahora? –preguntó él, interrumpiéndolo. —No eres exactamente imparcial, no?

—Yo... —. Ryeowook hizo una pausa al considerarlo. —Lo aceptarán. Sólo tenemos que encontrar la manera de probarles que no es peligroso que estés con otras personas.

—No suenas muy seguro acerca de eso, joven príncipe.

Y no lo estaba. Ni siquiera una vez en toda eternidad él había contravenido el juramento de imparcialidad.

Con Yesung, sí.

—Acuéstate, Yesung –dijo, tirando de su hombro. —Ambos necesitamos descansar.

Yesung hizo como le dijo. Para su desazón y deleite, Ryeowook colocó su cabeza en su pecho y se acurrucó cerca.

Él nunca había sostenido a alguien de esta forma y se encontró pasando su mano por su cabello. Él inclinó su cabeza a fin de poder mirarlo.

Tenía cerrados los ojos y ociosamente trazaba círculos en su pecho, alrededor de su pezón, el cual estaba duro y erecto debajo de su camisa negra de jersey.

Sentía una cercanía a él que era indescriptible. Cómo desearía poder quedarse así por siempre.

Pero los sueños y las esperanzas eran tan ajenos a él como el amor y la bondad. A diferencia de Ryeowook, él no veía un futuro.

Sólo veía su muerte claramente en su mente.

Aún si Thanatos no lo mataba, no tenía sentido desear querer estar con Ryeowook. Él era un dios.

Él era un esclavo.

Él no tenía lugar en su mundo más del que tenía en el reino de los mortales. Solo. Él siempre estaba solo. Y se quedaría de ese modo.

No tenía importancia si sobrevivía a Thanatos. Él viviría sólo para verlo seguro. Suspirando, cerró los ojos y se forzó a sí mismo a dormir otra vez.

Ryeowook escuchó a Yesung cuando se durmió. Su mano enterrada en su pelo, y aún inconsciente, se aferraba a él como si estuviese asustado de dejarlo ir.

Deseó poder entrar en su cabeza otra vez. Deseó un momento en donde pudiera mirarse en sus ojos negros como la medianoche y ver la belleza de su oscuro guerrero.

Pero no era su cara o su cuerpo lo que le hacía arder.

Era el hombre que estaba dentro de su corazón maltratado y herido. El que podía crear poesía y arte. El que escondía su vulnerabilidad detrás de respuestas punzantes y mordaces.

Y lo amaba. Aún cuando era malhumorado y molesto. Aun cuando él estaba enojado.

Pero por otra parte, entendía esa parte de él.

¿Cómo podía alguien soportar tanto dolor y no quedar marcado por eso? ¿Y qué sería de él ahora?

Aún si lograba que se aceptara su fallo, dudaba que Artemisa lo dejara salir de Alaska alguna vez.

Él estaría atrapado aquí por siempre. Tembló al pensar en su aislamiento. ¿Y qué pasaba con él?

¿Cómo podía regresar a su vida sin Yesung? Realmente le gustaba estar con él. Él era divertido de un muy agudo modo.

—¿Ryeowook?

Levantó la cabeza, asombrado del sonido de su nombre en sus labios. Era la primera vez que lo pronunciaba fuera de sus sueños. No se había percatado que él estaba despierto.

—¿Sí?

—Haz el amor conmigo.

Cerró los ojos y saboreó esas palabras tanto como había saboreado su nombre.

Traviesamente, arqueó una ceja.

—¿Por qué?

—Porque necesito estar dentro de ti ahora mismo. Quiero sentirme unido a ti.

Su garganta se contrajo ante sus palabras. ¿Cómo podía negarle alguna vez una petición tan simple?

Ryeowook se enderezó en sus rodillas, y montó a horcajadas sus caderas. Él ahuecó su cara entre sus manos y lo jaló hacia abajo para un beso abrasador.

Ryeowook nunca había imaginado que un hombre podía ser así. Tan duro y a la vez tan tierno. Mordisqueó sus labios y barbilla con los dientes.

—Deberías estar descansando.

—No quiero descansar. Rara vez duermo, de cualquier manera.

Sabía que era cierto. El único momento en que él había dormido más que un par de horas de un tirón fue cuando lo había drogado. A juzgar por lo que había visto en sus sueños y lo que había dicho M'Adoc, entendía perfectamente por qué.

Y en su corazón quería consolarlo. Se quitó la camisa sobre su cabeza.

Yesung tragó ante la vista de su piel. Se hinchó debajo de él. Sólo habían pasado unas pocas horas desde que habían tenido sexo.

No, él no había tenido sexo.

Eso era por lo que necesitaba sentirlo ahora. Él deseaba desesperadamente sus manos en su carne. Su cuerpo desnudo contra el de él.

Porque ellos no habían tenido sólo sexo. Lo que compartieron era mucho más que eso. Era básico, primitivo y sublime.

¿Qué le había hecho el joven príncipe? Pero entonces lo supo.

Había hecho lo imposible. Él se había deslizado dentro de su muerto corazón.
Sólo Ryeowook lo hacía arder. Lo hacía desear. Lo hacía humano.

En sus brazos, había descubierto su humanidad. Inclusive, su alma perdida. Significaba algo para él y él al menos podía pretender que significaba algo para Ryeowook.

Él estiró la mano para abrir lentamente la cremallera de sus pantalones a fin de poder deslizar su mano en su entrepierna. Todavía lo asombraba que le dejara tocarlo de esta forma.

Ryeowook gimió mientras él lo acariciaba.

—Yesung —murmuró, su respiración cayendo suavemente sobre su mejilla. — Amo la sensación de tus manos en mi cuerpo.

—¿Aún si soy un esclavo y tu un dios?

—No soy ningún dios como tú tampoco eres un esclavo.

Él comenzó a contradecirle, luego se detuvo. No quería que nada echara a perder este momento. Este podría ser el último momento que tuviera con él.

Thanatos podía atravesar la puerta en cualquier momento para matarlo, y si él tenia que morir, entonces quería un momento de felicidad.

Y Ryeowook lo hacía feliz. De un modo que nunca hubiera creído posible. Cuando estaba con él, parecía que algo dentro de su ser quería volar. Reír. Él estaba completamente caliente.

Separó su mano de él a fin de poder abrir su cremallera y liberarla de sus pantalones. Los bajó de un empujón por sus piernas hasta las rodillas, pero no quería moverlo a él para quitarlos completamente.

Él lo levantó y luego lo colocó sobre él. Gimieron al unísono.

Era tan erótico verlo desnudo sobre él mientras él estaba todavía en su mayor parte vestido. Él levantó sus caderas del piso, empujándose profundamente en su interior mientras pasaba sus manos sobre su pecho desnudos.

Ryeowook jadeó al sentir la dureza de Yesung dentro de él. Había empujado su camisa hacia arriba por lo que su estómago musculoso estaba desnudo, pero él estaba casi completamente vestido. Sus pantalones de cuero rozaban contra sus muslos con cada movimiento que él hacía.

Sus manos lo dejaron.

Unos segundos más tarde, sintió su parka suave de piel contra su piel desnuda mientras él le envolvía a su alrededor.

—No quiero que tengas frío —explicó él quedamente.

Él le sonrió, emocionado por su consideración.

—¿Cómo podría tener frío contigo dentro de mí?

Él se levantó y lo envolvió en sus brazos. Sus labios poseyeron los suyos con una pasión ardiente que lo dejó débil y sin aliento.

Ryeowook gritó al correrse entre sus brazos.

Yesung esperó hasta que el último pequeño temblor de su orgasmo se escurriera de su cuerpo, antes de sentarse derecho, aún dentro de él y lo recostó contra el piso.

Besándolo otra vez, aceleró sus embates, buscando su propia paz.

Y cuando lo encontró, no cerró los ojos. Bajó la mirada hacia el joven que se le había entregado.

Yacía bajo él, respirando trabajosamente, sus ojos ciegos, su toque encantado.

Él supo entonces que no había nada que no hiciera por él. Si él se lo pidiera, atravesaría caminando los fuegos del infierno sólo para hacerlo sonreír.

Él maldijo ante el pensamiento.

—¿Yesung?

Apretó los dientes al apartarse de él.

—¿Qué?

Ryeowook tomó su barbilla en su mano y le volteó la cara hacia la de él, luego lo besó ferozmente.

—No te atrevas a alejarte de mí.

No podía respirar al sentirlo con cada fibra de su ser. Su desnudo trasero estaba húmedo contra su ingle, su piel fría en contra de la de él.

Pero era el calor de sus labios y su respiración lo que lo calentaban.

El fuego de su intrépida voluntad. Ardía a través de él, arrancado siglos de soledad y dolor.

—“Tu sabes... mi flor” –susurró él. –“Yo soy responsable por ella” —lo besó tiernamente. –“Ella ni siquiera tiene cuatro espinas para protegerse a sí misma de cualquier daño”.

Ryeowook escuchó como él citaba a El Principito.

—¿Por qué amas tanto ese libro? –le preguntó.

—Porque quiero oír las campanas cuando contemplo el cielo. Quiero reírme, pero no sé cómo.

Sus labios se estremecieron de tristeza. Esa era la lección del libro. Era para recordar a las personas que era bueno interesarse y que una vez que dejabas entrar a alguien en tu corazón, no estabas nunca realmente solo. Inclusive la cosa más sencilla, como contemplar el cielo, podría traer consuelo, aún cuando el que amabas estuviera lejos.

—¿Y si te enseño a reír?

—Estaría domesticado.

—¿Lo estarías? ¿O serías la oveja que tiene un bozal sin correa y que come la rosa cuando se supone que no debe hacerlo? En cierta forma pienso que aún domesticado, estarías fuera de control.

Ryeowook sintió la cosa más notable en ese momento. Los labios de Yesung se fruncieron bajo su mano.

—¿Estás sonriendo?

—Estoy sonriendo, joven príncipe. Pero no ampliamente. Sin dientes.

—¿O colmillos?

—O colmillos.

Ryeowook se inclinó hacia adelante y lo besó otra vez.

—Apuesto que eres devastador cuando sonríes.

Él gruñó ante eso, luego lo ayudó a vestirse.

Ryeowook se arrimó a él otra vez a fin de poder oír el latido de su corazón. Amaba ese sonido, la percepción de su fuerza.

Si bien sus vidas estaban corriendo peligro, se sentía raramente seguro aquí. Con él.

O así lo pensaba.

En la quietud, oyó un extraño sonido como de arañazos por encima de ellos. Yesung se sobresaltó.

—¿Qué es eso? –murmuró Ryeowook.

—Alguien esta arriba, en mi cabaña.

El horror lo consumió.

—¿Crees que es Thanatos?

—Sí.

Él le apartó amablemente y lo paró contra la pared. Aterrado, Ryeowook permaneció perfectamente quieto mientras escuchaba sus movimientos y los de arriba.

Yesung agarró una granada, luego lo reconsideró. Lo último que él quería era quedarse atrapado bajo tierra. Él se puso encima su conjunto de repuesto de garras de plata que cubría cada dedo de su mano izquierda, y se movió por el pasillo hacia la puerta trampa que estaba debajo de la estufa a leña.

Oyó el ruido de ligeros pasos por encima de él. Luego una maldición.

Repentinamente, hubo silencio otra vez.

Yesung se esforzó, desesperado por oír quien estaba allí y lo que estaban haciendo.

Un temblor extraño bajó por su columna vertebral mientras el aire se movía detrás de él.

Él se dio esperando ver a Ryeowook. No era él.

Parada detrás de él estaba una extraña mujer demoníaca con largo cabello rubio, orejas puntiagudas, y unas grandes alas como de murciélago. Era bonita en una forma muy extraña.

Lo miró sin moverse. Yesung atacó.

En lugar de pelear, ella cambió de dirección con un chirrido y corrió hacia la parte trasera de la caverna.

Yesung la siguió, intentando detenerla antes de que alcanzara a Ryeowook, pero no lo pudo hacer.

El demonio corrió directamente hacia él y para su asombro se apresuró detrás de Ryeowook y lo puso entre ellos. Las alas del demonio se contrajeron y se plegaron alrededor de su cuerpo como para protegerla.

El demonio colocó una mano en el hombro de Ryeowook mientras lo atisbaba cautelosamente.

—Dile a él que me deje sola, Ryeowook. Si no tendré que asarlo a la parrilla y akri se enojará conmigo. No quiero hacer enojar a akri.

Ryeowook cubrió la mano del demonio con la de él.

—¿Simi? ¿Eres tú?

—Sí. Soy yo. El pequeño demonio con cuernos.

Yesung bajó sus garras.

—¿Ustedes dos se conocen?

Ryeowook frunció el ceño mientras se volvía a enfrentarlo.

—¿No la conoces?

—Ella es un demonio. ¿Por qué debería conocerla?

—Porque ella es la compañera de Shindong.

Yesung, completamente estupefacto, miró boquiabierto a la pequeña criatura que tenía unos ojos tan extraños como Shindong. Eran pálidos y resplandecientes, pero los de ella estaban bordeados en rojo.

—¿Shin tiene una compañera?

El demonio bufó. Ella se puso de pie y murmuró ruidosamente en la oreja de Ryeowook.

—Los DarkHunters son lindos, pero muy estúpidos.

Él le dirigió una mirada resentida mientras Ryeowook se ahogaba de risa.

—¿Qué estás haciendo aquí, Simi? —preguntó Ryeowook.

El demonio miró alrededor del túnel e hizo pucheros de un modo que le recordó a un niño pequeño.

—Tengo hambre. ¿Hay comida? Algo no muy pesado. ¿Tal vez una vaca o dos?

—No, Simi –dijo Ryeowook. —No hay comida.

El demonio hizo un ruido grosero al alejarse de Ryeowook.

—No, Simi. No hay comida –se burló ella. —Suenas como akri. 'No comas eso, Simi, causarás un desastre ecológico'. ¿Qué es un desastre ecológico, quisiera saber? Akri dice que soy yo una juerga de hambre, pero no creo que tenga razón, pero eso es todo lo que él dirá sobre eso.

Haciendo caso omiso de los dos, el demonio empezó a buscar entre las armas de Yesung.

Ella agarró una granada y trató de clavarle los dientes. Yesung se la quitó de un tirón.

—Eso no es comida.

El demonio abrió su boca como para hablar, luego la cerró de golpe.

—¿Por qué estás en un hueco oscuro, Ryeowook? ¿Te caíste?

—Nos estamos escondiendo, Simi.

—¿Escondiendo? –bufó ella otra vez. —¿de quién?

—Thanatos.

—Pffft... —el demonio puso los ojos en blanco y movió su mano despectivamente. —¿Por qué esconderse de ese perdedor? Él ni siquiera sería una buena barbacoa. Apenas quitaría el filo de mi ligero apetito. Hmmm... ¿Cómo es que no hay comida aquí? —. Ella miró especulativamente a Ryeowook.

Yesung dio un paso entre ellos.

El demonio le sacó la lengua y regresó a buscar entre los suministros.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó Yesung.

El demonio lo ignoró.

—¿Dónde esta N, Ryeowook? Él sería una buena barbacoa. Toda esa carne de lobo. Muy sabroso una vez que sacas todo ese pelaje. El pelo asado a la parrilla no es particularmente sabroso, pero lo sería en caso necesario.

—Menos mal que él no esta aquí. ¿Pero que haces aquí sin Shindong?

—Akri me dijo que viniera.

—¿Quién es akri? —preguntó Yesung. Simi lo ignoró.

—Shindong —explicó Ryeowook. —Akri es un término Atlante para “señor y maestro”.

Él se burló de eso.

—Adecuadamente pretencioso. No es extraño que él tenga una gran cabeza, con su demonio favorito siguiéndole a todos lados, llamándole “señor y maestro”.

Ryeowook le dirigió una mirada preocupada.

—Él no es así, Yesung, y mejor no lo insultes cerca de Simi. Ella tiende a tomar esas cosas personalmente, y sin Shindong aquí para llamarla, ella es más mortífera que una bomba nuclear.

Él miró al pequeño demonio con respeto.

—¿De verdad?

Ryeowook asintió con la cabeza.

—Su raza una vez dominó sobre toda la tierra. Inclusive los dioses olímpicos estaban aterrorizados de los Carontes, y sólo los Atlantes fueron capaces de derrotarlos.

Simi miró hacia arriba y le sonrió tan abiertamente, que se le vieron los dientes y revelaron sus malvados colmillos. Ella se relamió los labios como si saboreara un bocado sabroso.

—Me gustaría asar a la parrilla a esos dioses olímpicos. Son muy sabrosos. Algún día me voy a comer a esa diosa pelirroja, también.

—A ella no le gusta Artemisa —explicó Ryeowook. En eso coincidían.

—Simi la odia, pero akri dice, “No, Simi, no puedes matar a Artemisa. Compórtate, Simi, no le dispares, no la dejes calva, Simi”. No, No, No. Es todo lo que oigo.

Ella miró a Yesung significativamente.

—No me gusta esa palabra “No”. Inclusive suena malvada. Simi tiende a asar a la parrilla a cualquiera lo suficiente idiota como para decírselo. Pero no a akri. Él tiene permiso de decirme no; sólo que no me agrada cuando lo hace.

Yesung frunció el ceño al mirar como Simi saltaba de caja en caja como una mariposa. Ella exclamó frívolamente cuando encontró su provisión de oro y joyas con que Artemisa le pagaba todos los meses.

—¡Mira! –dijo Simi, levantando un manojo de diamantes. —Tienes “brillitos” como akri. Él me da todo los suyos para mí —. Ella sostuvo una gargantilla de esmeraldas contra su garganta. —Él dice que me veo bella con brillitos, especialmente los rojos que hacen juego con mis ojos. Aquí, Ryeowook —dijo ella, sacando otra gargantilla y sujetándola alrededor del cuello de Ryeowook.

—Sé que no puedes verla, Ryeowook, pero es muy bella, como tú. Tu necesitas usarla y luego tendrás brillitos, también.

Ella contempló la cabeza de Ryeowook.

—Pero no tienes cuernos. Necesitamos buscarte unos cuernos un día así puedes ser un demonio, también. Es entretenido ser un demonio excepto cuándo las personas intentan ejercitarse... espera, esa no es la palabra exacta. Me olvidé, pero sabes lo que quiero decir.

Había algo extrañamente carismático acerca de ella, pero no parecía estar demasiado bien... en más de una manera.

—¿Está bien ella? —él le preguntó a Ryeowook. —Digo, sin intención de ofender, ella suena más demente que yo.

Ryeowook se rió.

—Tienes que recordar que Shindong, podríamos decir, la consiente muchísimo y Simi no ha crecido completamente.

—Sí lo he hecho —dijo Simi en un tono que le recordaba a un niño de cinco años de edad. Ella tenía un monótono acento peculiar, diferente a cualquier cosa que él hubiera oído antes.

—Simi tiene necesidades —continuó ella vanamente. —Montones de necesidades. Necesito la tarjeta plástica de akri, en primer lugar. Eso es muy agradable. Las personas me dan montones de cosas cuando se las doy a ellos. Ooo, a mí realmente me gusta la tarjeta plástica nueva que él me dio con mi nombre en ella. Es azul y toda brillante y dice Simi.

Ella miró hacia arriba como una niña frívola.

—¿No tiene un bonito sonido? Me gusta bastante. Inclusive tiene mi foto en la esquina y yo soy un demonio muy atractivo si tengo que decirlo. Akri lo dice, también. “Simi, eres bella”. Me agrada cuando él me dice eso.

—¿Ella siempre divaga así? —murmuró Yesung entre dientes al oído de Ryeowook. El asintió con la cabeza. 

—Confía en mí, es sabio dejarla divagar, también. Ella se molesta si le dices que guarde silencio. Una vez se comió la pierna de un dios inferior que le dijo eso.

Simi irguió la cabeza como si otro pensamiento llegara a su mente confundida.

–Y particularmente me gustan los hombres —. Ella miró a Yesung que involuntariamente se encogió. —Pero no este. Él es demasiado moreno. Me gustan con ojos azules porque me recuerdan mi tarjeta. Personas como el modelo de Calvin Klein, Travis Fimmel, que estaba en esa cartelera grande en Nueva York, la última vez que akri me llevó allí. Él es sumamente fino y me hace querer hacerle cosas diferentes a asarlo a la parrilla. Él me hace sentir diminuta y caliente.

—De acuerdo, Simi. Caliente y diminuta. Creo que necesitamos cambiar de tema —dijo Ryeowook.




3 comentarios:

  1. Tarán ya está aquí simi me gusta esa demonio están linda y amable a su modo

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  2. Jajajajaja "simi caliente" oh~ a un atlante gradote no le gustara eso~ jajajaj
    Ojalá que todo salga bien...

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  3. Jajjajaa, es Simmi es extraña, pero en el buen sentido, menos mal que Shing la envio con ellos para protegerlos se que lo hara bien, es graciosa...

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...