Devil´s Heart (DH4)- 14




Por un momento, Ryeowook no pudo respirar mientras el conocimiento de sus sentimientos hacia Yesung colgaba en sus pensamientos como un espectro atemorizante.

Pero allí no se podía negar lo que sentía por él, lo lejos que iría para verlo seguro y feliz.

Nadie lo había tocado de la forma que él lo hacía y no era simplemente sexo. Le hacía sentir deseable. No lo mimaba y aún así él hacía tantas cosas afectuosas para cuidarlo.

Cerrando los ojos, dejó que su peso y el agua le empaparan. Dejando que su piel resbalosa y fría la apaciguaran.

¿Qué iba a hacer? Yesung no era el tipo de hombre que dejara a cualquiera amarle.

Especialmente no a alguien que había sido enviado para sentenciarlo. Si él alguna vez sabía lo que era, lo odiaría.

Ese conocimiento lo atravesó, robándole la felicidad del día. Pero eventualmente, tendría que decirle.



Yesung aún yacía desnudo en el oleaje, acunando a Ryeowook contra él. No podía contar cuántas veces habían hecho el amor en las últimas horas. Habían sido tantas, que él se preguntaba si no estaría lastimado cuando se despertara.

Seguramente nadie podía ser así de acrobático, ni siquiera en sueños, y que no quedara algún daño físico a la vista por ello.

Estaba exhausto de hacer el amor, pero sentía una paz como nunca había conocido.

¿Era esto lo que otras personas sentían? Ryeowook se apoyó sobre él.

—¿Cuándo fue la última vez que probaste el algodón de azúcar?

Él frunció el ceño a su pregunta inesperada.

—¿Qué es el algodón de azúcar?

—¿No sabes que es el algodón de azúcar?

Él negó con la cabeza.

Sonriendo, Ryeowook se levantó y lo jaló para que se parara.

—Iremos al paseo marítimo.

Bien, él realmente había perdido el juicio.

—No hay ningún paseo marítimo.

—Oh, sí que hay, justamente al otro lado de esas rocas.

Yesung miró otra vez para ver un muelle que no había estado allí antes.
Qué extraño que hubiera aparecido en su sueño ante su pedido y no al de él. Lo miró suspicazmente.

—¿Eres un Dream Hunter haciéndote pasar por Ryeowook?

—No —dijo sonriendo. —No estoy tratando de tomar nada de ti, Yesung. Sólo trato de darte un recuerdo agradable.

—¿Por qué?

Ryeowook suspiró ante la expresión de su cara. La bondad estaba más allá de su comprensión, aún no podía entender por qué ella quería hacerlo sonreír.

—Por que mereces uno.

—¿Por qué? No he hecho nada.

—Vives, Yesung –dijo, acentuando las palabras, haciendo un intento por hacerlo entender. —Tan solo por eso, mereces un poco de felicidad.

La duda en sus ojos lo aguijoneó.


Yesung guardó silencio mientras caminaban hacia las escaleras que conducían a la anticuada pasarela. Se tensó visiblemente mientras las personas lo pasaban demasiado cerca, casi rozándolo. Ryeowook tuvo la clara impresión que estaba a un paso de pronunciar un cruel comentario.

—Está bien, Yesung.

Él desdeñó con sarcasmo a un hombre que se aproximó demasiado.

—No me gusta que nadie me toque.

Pero no dijo nada acerca del hecho que tenía su brazo enganchado con el de él.
Eso le hizo derretirse.

Sonriendo, lo llevó a un pequeño puesto donde una señora vendía salchichas y algodón de azúcar. Compró la bolsa más grande y extrajo un puñado del ligero y esponjoso azúcar rosado, luego se lo ofreció a él.

—Aquí va. Un mordisco y sabrás cuál es el sabor de la ambrosía.

Yesung trató de tomarlo, pero lo alejó su mano.

—Quiero dártelo yo.

La furia restalló en sus ojos.

—No soy un animal para comer de tu mano.

Su cara se ensombreció ante sus palabras y su buen humor se apagó instantáneamente.

—No, Yesung. No eres un animal. Eres mi amante y yo quiero cuidar de ti.

Yesung se congeló ante sus palabras mientras clavaba los ojos en su cara, preciosa y sincera.

¿Cuidar de él?

Una parte de él gruñó ante la idea, pero otro parte, la parte extraña de sí, se despertó de un sacudón ante sus palabras.

Era una parte hambrienta de él. Una parte anhelosa. Necesitada.

Una parte que él había sellado y abandonado hacía tanto tiempo que vagamente la recordaba.

Apártate.

No lo hizo.

En lugar de eso, se forzó a agacharse y abrir sus labios.

—Ves, no duele.

No, no lo hacía. Se sentía caliente y maravilloso. Incluso alegre. Pero era un sueño.

Él se despertaría dentro de poco y estaría frío otra vez. Solo.

El Ryeowook real no le ofrecería algodón de azúcar y no lo abrazaría en el oleaje.

Lo miraría con miedo y sospecha en su preciosa cara. Estaría protegido por un lobo blanco que lo odiaba tanto como él se odiaba a sí mismo.

El Ryeowook real nunca se tomaría el tiempo para domesticarlo.

No es que tuviese importancia. Tenía una sentencia de muerte sobre él. No tenía tiempo para el Ryeowook real.

No tenía tiempo para nada más que la supervivencia básica. Era por eso que este sueño significaba tanto para él.

Por una vez en la vida, había tenido un buen día. Sólo esperaba que cuando se despertase, lo pudiera recordar.

Ryeowook lo guió por la arcada, jugando en los juegos y comiendo comida chatarra de la que Yesung le dijo que sólo había leído su existencia, en la Web. Si bien él nunca sonrió, era como un niño en su curiosidad.

—Prueba esto –dijo Ryeowook, dándole una manzana acaramelada.

Ryeowook rápidamente supo que comer manzanas acarameladas con colmillos no era una cosa muy fácil de hacer.

Cuando él logro darle una mordida, lo miró impacientemente.

—¿Bien?

 Él lo tragó antes de contestar.

—Esta bien, pero no pienso que esté dispuesto a repetir la experiencia. No es lo bastante bueno como para compensar todo el trabajo para obtenerlo.

Ryeowook se rió mientras él lanzaba la manzana en un gran cubo blanco de basura.

Lo metió a la galería a fin de enseñarle a jugar SkeeBall, uno de sus juegos favoritos. Él era asombrosamente hábil en eso.

—¿Dónde aprendiste a tirar así?

—Vivo en Alaska, Joven Príncipe, territorio de hielo y nieve. No hay mucha diferencia entre esto y lanzar una bola de nieve.

Ryeowook se sorprendió de eso. Tuvo una imagen divertida de él jugando en la nieve, la cual era totalmente ajena a su forma de ser.

—¿Con quién te tirabas bolas de nieve?

Él rodó otra bola por la rampa y dio en el círculo central.

—Con nadie. Solía lanzarlas a los osos a fin de que se enfurecieran y se acercaran lo suficiente para que yo los matara.

—¿Matabas a los osos pequeños?

Él le dirigió una mirada risueña.

—Ellos no eran pequeños, joven príncipe, lo juro. Y a diferencia de los conejos, se puede hacer más de una comida con ellos y no necesitas a muchos para hacer un abrigo de piel o una manta. En lo más recio del invierno, no hay suficiente para comer. La mayoría de las veces, antes que existieran las tiendas de comestibles, era o carne de oso o morirse de hambre.

El pecho de Ryeowook se apretó ante sus palabras. Suponía que no había sido fácil para él sobrevivir, pero lo que describía le hacía querer extenderse hacia él y abrazarlo fuertemente.

—¿Cómo los matabas?

—Con mis garras de plata.

Ryeowook estaba consternado.

—¿Matabas a los osos con una garra? Por favor dime que hay formas más fáciles para hacer eso. ¿Una lanza, un arco y flecha, una pistola?

—Fue mucho antes de las armas, y además, no habría sido justo para el oso. Él no me podía atacar desde lejos. Yo calculaba que él tenía garras y yo también. El ganador se llevaba todo.

Sacudió la cabeza de incredulidad. Tenía que darle crédito, al menos Yesung era deportivo acerca de eso.

—¿No te lastimabas?

Él se encogió de hombros despreocupadamente, luego arrojó otra bola.

—Mejor que morir de hambre. Además, estoy acostumbrado a ser tajeado —le miró traviesamente. —¿Quieres un gorro de piel de oso, joven príncipe? Tengo realmente una colección.

Ryeowook no encontró humor en su pregunta.

Su garganta estaba apretada, quería llorar por lo que le estaba diciendo. Las imágenes traspasaron su mente... de él a solas, herido, arrastrando a un oso a través de la nieve ártica, que lo sobrepasaba en peso, al menos diez veces, a fin de poder comer.

Y llevar al oso a casa era solo el comienzo. Él tenía que cuerearlo y carnearlo antes que los otros animales olieran su presa o su sangre.

Luego cocinarlo.

Nadie que lo pudiera ayudar y ninguna otra elección, excepto hacerlo o morir de hambre.

Se preguntaba cuántos días había pasada sin nada de comida...

—¿Qué hay acerca de la comida en el verano, cuándo tienes veintidós horas o más de luz de día? Digo, no podías conservar la carne por tanto tiempo y no te daba bastante tiempo para plantar o cosechar cualquier cosa. ¿Qué hacías entonces?

—Me moría de hambre, joven príncipe, y rezaba por el invierno.

Las lágrimas fluyeron en sus ojos.

—Lo siento tanto, Yesung.

Él torció la mandíbula. Se rehusaba a mirarlo.

—No lo sientas, no es tu culpa. Además, el hambre no era tan malo como la sed. Agradezco a los dioses por el agua embotellada. Antes de eso había algunos días en los cuales no podía llegar al pozo, si bien estaba bastante cerca de mi puerta.

Él trató de alcanzar otra pelota.
Ryeowook colocó su mano en la de él para detenerle.

Se giró para enfrentarlo, sus labios ligeramente separados. Lo jaló a sus brazos y lo besó, queriendo darle algún consuelo, algún grado de paz.

Yesung lo aplastó contra él. Abrió su boca para saborearlo completamente y dejar que su fuerza le inundara.

Él se echó hacia atrás con un gemido.

—¿Por qué estas acá?

—Estoy aquí por ti, Príncipe Encantado.

—No te creo. ¿Por qué estas realmente aquí? ¿Qué quieres de mí?

—Eres asombrosamente desconfiado.

—No, soy realista y los sueños como éste no me ocurren.

Ryeowook arqueó una ceja.

—¿Nunca?

—No en los últimos dos mil años, de todas formas.

Alisó la línea en su frente con la punta del dedo y le sonrió.

—Bien, las cosas están cambiando.

Yesung irguió la cabeza ante eso, no creyéndolo ni por un minuto. Algunas cosas nunca cambian.

Nunca.

—¡Yesung!

Él sintió un extraño tirón en su pecho. Pero no era Ryeowook.

—¿Sucede algo malo? —Ryeowook preguntó.

—¡Yesung!

Era la voz de un hombre llamándolo en voz alta. Una que parecía venir de una distancia de muchos kilómetros.

—Me siento repentinamente extraño.

—¿Extraño cómo?

—¡Yesung!

La clara pasarela se puso oscura. Su vista comenzó a perder intensidad, su cabeza giraba.

Yesung se sintió a sí mismo alejarse de Ryeowook. Peleó con toda su fuerza para quedarse con él.

Para quedarse con su sueño.

No quería que acabara. No quería despertarse en un mundo dónde nadie lo quería.

Tenía que regresar a él.

Por favor, solo un minuto más.

—¡Yesung! Maldita sea, chico, no me hagas tener que abofetearte. Lo último que necesito ahora mismo es una concusión. ¡Ahora levántate!

Yesung se despertó para encontrar a Jongjin inclinado sobre él, sacudiéndolo fuertemente.

Maldiciendo, pateó al vaquero hacia atrás, contra la pared.

El juramento apestoso de Jongjin hizo juego con el de él mientras Jongjin rebotaba contra la madera. La espalda de Yesung y el brazo latieron en respuesta a las lesiones de Jongjin.

Pero a él no le importó. Tenía la intención de añadir tantas lesiones más al hombre que ninguno de los dos podría caminar sin cojear.

Él tenía una deuda que cobrarse con el bastardo por haberle disparado en su espalda.

Y él siempre se cobraba sus deudas, con intereses. Yesung salió de la cama gruñendo, listo para la batalla.

—¡Whoa, Y! —dijo Jongjin, evadiendo el puño que Yesung oscilaba ante él. —Cálmate.

Yesung lo asechó como un león atisbando a una gacela herida. Uno que tenía la intención de hacer de la gacela su cena...

—¿Calmarme? Me disparaste en la espalda, hijo de puta.

La cara de Jongjin se volvió piedra y le dio una mirada helada.

—Niño, no te atrevas a insultar a mi mamá, y mejor te detienes y piensas sobre eso por un minuto. Fui un asesino a sueldo desde que tuve suficiente edad para sostener una pistola. Si hubiera disparado a tu espalda no tendrías una cabeza ahora mismo. Habiendo recibido disparos en la espalda de un amigo, seguro no querría devolver ese favor a nadie. Ni siquiera a un irascible espécimen como tú. ¿Y por qué infierno me lastimaría para llegar a ti de cualquier manera? Válgame Dios, chico, usa tu cabeza.

Yesung todavía no estaba listo para creerle. Aunque en su mayor parte había cicatrizado, su espalda era un recordatorio doloroso de que alguien había probado su mejor tiro para matarlo.

—¿Entonces quién disparó?

—Uno de los idiotas Escuderos. Maldición si supiera cuál. Todos se parecen mucho cuando no son tuyos.

Yesung vaciló mientras trataba de catalogar todo lo que había ocurrido en los últimos días.

Todo estaba un poco borroso en su mente. Lo último que realmente recordaba era que trataba de dejar la cabaña de Ryeowook...

Él frunció el ceño mientras miraba alrededor, dándose cuenta que aún estaba allí. Jongjin lo había despertado mientras él yacía completamente vestido en una cama en la cual no recordaba haberse subido.

Frunció el ceño al ver a Ryeowook yaciendo en la cama, también. Los sueños que él tuvo...

¿Qué diablos?

Jongjin volvió a cargar su escopeta.

—Mira, no tengo tiempo para esto. ¿Conoces quién es Thanatos?

—Si, nos encontramos.

—Bien, porque él realmente asesinó a un Cazador Oscuro esta noche y está atrás de mí. Te necesito arriba y corriendo. Rápido.

El estómago de Yesung fue al sur ante sus palabras.

—¿Qué?

La cara de Jongjin era sombría y letal.

—Mató a un Cazador Oscuro sin sudar. Nunca he visto algo así en mi vida. Ahora Thanatos viene por ti, Y. Es hora de hacer como un zorro y sacar el infierno de Dallas.

¿Qué significaba eso? Si a Yesung le dolía antes la cabeza, no era nada comparado con el dolor que sintió al tratar de descifrar la última parte de la expresión localista.

—Lo que sea que hagas –dijo Jongjin, su voz intensa y grave al advertirle, —no dejes a Thanatos acercarse a tu marca del arco y flecha. Aparentemente surte efecto, como la mancha de tinta de los Daimons en medio de sus pechos. Una diminuta puñalada y somos polvo.

Yesung frunció el ceño ante sus palabras.

—¿Qué marca del arco y la flecha? No tengo ninguna.

Jongjin se burló.

—Por supuesto que sí. Todos tenemos una.

—No, yo no.

Jongjin lo miró sobre su escopeta, su cara completamente divertida.

—Tal vez está en un lugar que no miras. Como tu trasero o algo por el estilo. Sé que tienes una. Es donde Artemisa te tocó cuando ella capturó tu alma.

Yesung negó con la cabeza.

—Artemisa nunca me tocó. Ella no podía estar cerca de mí sin acobardarse, así es que usó una vara para hacerme un Dark Hunter. Te juro, no hay ninguna marca en mí.

La mandíbula de Jongjin se cayó ante la incredulidad.

—Espera, espera, espera. ¿Estás diciéndome que estas parado aquí en donde no hay Daimons y no tienes un punto débil? ¿Qué tipo de mierda es esa? ¿Vivo en Daimon Central con un maldito Talón De Aquiles que nadie alguna vez se molestó en mencionar, y tú vives donde no hay peligro para ti y aun así no tienes una marca?

Jongjin caminó de arriba abajo por el piso. Era un hábito del que Yesung se había enterado durante una de sus conversaciones telefónicas nocturnas. Una vez que Jongjin comenzaba un discurso rimbombante, era difícil sacarlo de él.

—¿Qué no esta bien en este cuadro? Y luego Shin me pide que suba aquí para salvar tu trasero y aquí nos caemos como moscas mientras tú eres Teflón.

…No, tengo un problema con esto. Te aprecio, hombre, pero demonios. Esto no es justo. Estoy aquí congelando mis pelotas, y tú, tú no necesitas protección. Entretanto tengo un ojo de toro en mi brazo que dice, 'Hey, Daimon con esteroides, mátenme justo aquí’ —siguió divagando Jongjin. —¿Puedes creer que metí las llaves en mi boca para sacar mi billetera, para pagar el combustible y se congela allí? ¿Lo último que quiero hacer es morir aquí en este lugar dejado de la mano de Dios, por obra de una cosa enloquecida que nadie alguna vez ha oído nombrar antes, excepto el Escudero mas antiguo que hay? Juro que quiero el trasero de alguien por esto.

Jongjin tomó aire, pero antes de que pudiera empezar a vociferar otra vez, la puerta principal de la cabaña se abrió de golpe.

La casa entera se estremeció por la fuerza de eso.

Yesung sintió un frío temblor familiar en su columna vertebral.

Una huella débil de un recuerdo pasó como un relámpago por su mente. Era vago y desconcertante.

Él había sentido esto antes...

Sin tiempo para contemplaciones, usó su telequinesia para cerrar la puerta del dormitorio de un golpe.

Apartó de un empujón a Jongjin hacia la ventana.

—Él tiene a un lobo en alguna parte de la casa. Encuéntralo y llévalo afuera.

Algo golpeó la puerta con fuerza.

—Sal Yesung –gruñó Thanatos, —pensé que a ti te gustaba jugar con los Daimons.

—Sí, jugaré contigo bastardo —Yesung hizo estallar la ventana con su telequinesia y empujó a Jongjin a través de ella mientras Thanatos continuaba embistiendo la puerta.

Cruzando el cuarto, Yesung agarró a Ryeowook, quien dormía todavía como un tronco en la cama, y lo sacó por la ventana hacia Jongjin.

—Sácalo de aquí.

Jongjin apenas había tomado a Ryeowook cuando la puerta estalló. Yesung se dio vuelta lentamente.

—¿Tú madre nunca te enseñó que no está bien entrar por la fuerza?

Thanatos estrechó sus ojos, lanzándole una mirada fría y dura.

—Mi madre se desintegró cuando yo sólo tenía un año. Ella no tuvo tiempo de enseñarme nada. Pero tú, por otra parte, me enseñaste adecuadamente cómo cazar y matar a mis enemigos.

Yesung estaba tan conmocionado por las palabras que lo dejó desequilibrado para el primer ataque.

Thanatos lo atrapó con una explosión directa a su pecho. Yesung rodó, tomando fuerza del dolor.

Era bueno en eso.

Mientras se preparaba psicológicamente para atacar, un arma disparó dos veces. Thanatos se tambaleó hacia adelante, luego se dio la vuelta con un gruñido.

Los ojos de Yesung se ampliaron al divisar dos balazos en la espalda del Daimon. Los balazos se cicatrizaron instantáneamente.

Jongjin maldijo desde el vestíbulo.

—¿Qué eres?

—Jongjin —rugió Yesung, —sal. Puedo manejar esto.

Como Thanatos iba por Jongjin, Yesung se lanzó contra su espalda y lo golpeó contra el marco de la puerta.

—¡Vete! —le gritó a Jongjin. —No puedo oponerme a él contigo aquí. Necesito todos mis poderes.

Jongjin asintió y corrió en busca de la puerta principal. Yesung le oyó hacer una pausa mientras soltaba al lobo.

—Al fin solos —se rió, mientras Thanatos lo enviaba de un empujón contra la pared más lejana. —Oh, el placer del dolor.

Thanatos le dirigió un gesto de desprecio.

—¿Tu realmente estás loco, verdad?

—Apenas. Aunque debo admitir que disfruto de cada minuto —. Yesung dejó que sus poderes emergieran hasta que sus manos ardieron por el calor. Canalizó los iones en el aire y los cargó completamente, luego los dirigió a Thanatos.

La explosión lo derribó en medio del vestíbulo.

Reuniendo más poder, Yesung lo volvió a golpear, esta vez en el estudio. Él continuó golpeando a Thanatos hasta que el hombre aterrizó en el piso al lado de la chimenea.

Si Yesung fuera listo, hubiera aprovechado la ventaja y corrido.

Pero él no era así de listo. Además, Thanatos hubiera ido tras él y él era demasiado viejo y también estaba demasiado enojado para correr.

Thanatos se levantó de nuevo.

Yesung le dirigió otra explosión, derribándolo sobre el sofá donde aterrizó en un montón.

Él sacudió la hacia cabeza el Daimon, quien ya no se movía.

—Te diré algo, ¿por qué no me vas a visitar cuando estés listo para jugar con los chicos grandes?

Yesung salió andando de la casa y convocó a sus poderes para trabar la puerta detrás de él. Podía oír a Thanatos golpeando la puerta, tratando de forzarla.

Sin una mirada atrás, Yesung caminó hasta la máquina de nieve que debía pertenecer a Thanatos. Abrió el tanque de gasolina y se aseguró que hubiera suficiente.

Rompió la manguera del motor, luego chupó con fuerza para llenar de gasolina su boca.

Caminando hacia la cabaña, sacó un encendedor de su bolsillo trasero.

Encendió el encendedor, entonces escupió la gasolina a la casa y observó como la puerta comenzaba a arder.

Después de varios viajes más, dio un paso hacia atrás y examinó las llamas que rápidamente consumían la casa de Ryeowook.

Era algo bueno que él fuera rico. Parecía que iba a necesitar un lugar nuevo para vivir después de esto.

Yesung arrancó un cigarrillo del bolsillo de su abrigo y sonrió. Murmurando se puso a cantar  "trescientos sesenta y cinco grados de… casa consumiéndose en llamas”.




3 comentarios:

  1. Oh yesung tu siempre tan realista por eso me gustas mucho espero y no te den muy duro

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  2. Oh maldicion aun estoy algo confundida sobre quien es ese tipo y porque arti le tiene tanto miedo a Shin y a Yesung, que pasara con Wokkie?.

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  3. Es bonito ver a RyeoWook ir derrumbando con amor, los muros que ha creado a su alrededor, lo que me preocupa es que pasará cuando Yesung se entere de que todo lo que vivieron en ese sueño fue real para ambos y lo peor cuando sepa la verdadera razón para que Wookie estuviera ahí con él.

    Me alegra que siempre JongJin sea amigo de Yesung y que lo ayude, pero casi me quedó el ojo cuadrado con el verdadero poder de Yesung, acabó con Thanatos super rápido y con estilo (espero que de verdad esté muerto)

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...