Amante Enemigo (DH5)- 5




Clinton suspiró mientras se acercaba a su aula de Inglés Antiguo. Era un típico día hartante y asqueroso. Su vida debería ser genial. Tenía todo el dinero del mundo. Cada lujo conocido. No había nada en el planeta con lo que pudiera soñar y no tenerlo.

En cuanto a eso, Henry incluso había traído a Britney Spears en un avión, para que cantara en su fiesta de cumpleaños de Clinton la primavera pasada. El único problema fue que los asistentes eran él, sus guardaespaldas y Henry, quien estuvo todo el tiempo corriendo de un lado a otro, intentando asegurarse de que Clinton no se lastimaba la cabeza.

Sin mencionar las tres millones de veces en que Henry lo había incitado a insinuársele a Britney. O al menos que le propusiera matrimonio, lo cual ella había rechazado con tanta risa que aún resonaba en sus oídos.

Todo lo que Clinton verdaderamente quería era una vida normal. Más que eso, quería su libertad.
Y eran las únicas dos cosas que no podía tener.

Henry no lo dejaba salir de la casa a menos que estuviera seguido de cerca. El único momento en que Clinton podía volar a cualquier sitio era si el mismísimo Shindong, el líder de los Cazadores Oscuros, venía y se lo llevaba, y lo mantenía al alcance de la vista todo el tiempo. Cada miembro del Consejo de los Escuderos comprendía que Clinton era el último lazo de sangre que tenía Henry con su hermano. Como tal, era protegido más celosamente que un tesoro nacional.


Él se sentía como una especie de extraterrestre, y deseaba encontrar algún lugar en el que no fuera un absoluto fenómeno.

Pero era imposible. No había modo de escapar a su destino. No había modo de escapar a quien era…

El último heredero.

Sin Clinton y sus hijos, Henry estaría solo por toda la eternidad, porque sólo un humano nacido de la sangre de Henry podría recordarlo.

El único problema con eso era encontrar a una madre para esos niños, y nadie se ofrecía como voluntaria.
Sus oídos aún zumbaban con el rechazo de Mery, diez minutos atrás.

"¿Salir contigo? Por favor. Llámame cuando crezcas y aprendas a vestirte bien."

Rechinando los dientes, intentó no pensar en sus duras palabras. Se había puesto sus mejores pantalones khaki y un suéter azul marino sólo para pedirle que salieran. Pero él sabía que no era afable o audaz.

Tenía la elegancia social de un idiota. El ordinario rostro de cualquier chico y la confianza de un caracol.

Dios, era patético.

Clinton se detuvo en la puerta del aula para ver a los dos Escuderos Theti siguiéndolo a una distancia “discreta.” Con treinta y algo de años, ambos medían más de un metro ochenta y cinco, con cabello oscuro y rostros sombríos. Se los había asignado el Consejo de Escuderos, y su único deber era cuidarlo y asegurarse de que nada le sucediera hasta que hubiese engendrados los suficientes hijos como para que Henry fuera feliz.

Y no es que hubiese alguna amenaza importante durante el día. En raras ocasiones podían atacar a un Escudero.

Por la noche, Clinton tenía prohibido abandonar la propiedad a menos que tuviera una cita. Lo cual parecía imposible luego de que su primera y única novia lo hubiese dejado.

Suspiró ante la perspectiva de intentar encontrar a alguien que saliera con él. ¿Por qué lo harían cuando tendrían que tomar exámenes de sangre y físicos?

Gruñó en voz baja.

Mientras estaba en clase, los Thetis se turnaban del otro lado de la puerta, lo cual garantizaba la categoría de Clinton como un fenómeno incluso más que su naturaleza solitaria. ¿Y quién podía culparlo por ser solitario? Por dios, había crecido en una casa en la que no tenía permitido correr por miedo a que se lastimara. Si alguna vez tenía cualquier tipo de resfriado, el Consejo de Escuderos llamaba a especialistas  para que lo trataran. Los pocos niños de otras familias de Escuderos que su padre había llevado para que jugaran con él, habían recibido estrictas órdenes de no tocarlo jamás, ni hacerlo enojar, ni hacer nada por lo que Henry pudiera enojarse con ellos.

Entonces sus “amigos” iban, y se sentaban a ver televisión con él. Rara vez hablaban, por miedo a meterse en problemas, y ninguno se atrevía a llevar un regalo o compartir siquiera una papa frita. Todo debía ser totalmente examinado y desintoxicado antes de que Clinton pudiera jugar con eso. Después de todo, un pequeño germen y el podría volverse estéril o, dios no lo permitiese, podría morir.

El peso de la civilización caía sobre él, o, mejor dicho, el peso del linaje de Henry caía encima suyo.

El único amigo verdadero que Clinton había tenido en la vida era Choi Minho, un Escudero contratado a quien había conocido en línea un par de años atrás. Siendo demasiado nuevo en su mundo como para comprender la dorada posición de Clinton, Minho lo había tratado como a un ser humano, y concordaba en que la vida de Clinton realmente apestaba, a pesar de los beneficios que traía.

Diablos, la única razón por la que había podido convencer a Henry de que lo dejara asistir a la universidad, en lugar de contratar a profesores que fueran a la casa a enseñarle, era el hecho de que allí en realidad podría llegar a conocer a una aceptable donante de ovarios. Henry había estado confundido con la idea y lo interrogaba cada noche acerca de si había conocido o no a alguien.

Y más aún, ¿se había acostado con ella?

Suspirando nuevamente, Clinton entró a la habitación y mantuvo la vista baja para no tener que observar las miradas furibundas o los gestos de desprecio que le dirigían la mayoría de los estudiantes. Si no lo odiaban por ser el preferido del profesor, lo odiaban por ser un traga libros demasiado privilegiado. Estaba acostumbrado a eso.

Se dejó caer en una silla vacía en un rincón del fondo y extrajo su cuaderno y el libro.

—Hola, Clinton.

Él se sobresaltó ante la amistosa voz.

Mirando hacia arriba, se encontró con la radiante sonrisa de Zhou Mi. Completamente enmudecido, pasó un minuto entero antes de que lograra responderle.

—Hola –dijo débilmente. Se odiaba a sí mismo por ser tan terriblemente estúpido. Minho probablemente lo tendría comiendo de su mano.

Se sentó junto a él.

Clinton comenzó a sudar. Aclarándose la garganta, hizo su mejor intento de ignorar a Zhou Mi y a su ligero aroma, que llegaba hasta él. Siempre olía increíble.

Zhou Mi abrió su cuaderno en la tarea y observó a Clinton. Parecía incluso más nervioso ahora de lo que había estado en la cafetería.

Observó su mochila, esperando echar otro vistazo al escudo, pero él lo había ocultado por completo.
Demonios.

—Entonces, Clinton –le dijo suavemente, inclinándose un poquito hacia él—. Me preguntaba si puedo estudiar contigo más tarde.

Él palideció y pareció estar listo para salir corriendo.

—¿Estudiar? ¿Conmigo?

—Sí. Dijiste que sabías muy bien este tema y me gustaría sacarme un diez en el examen. ¿Qué piensas?

Él se frotó la nuca nerviosamente; era claramente un hábito, ya que parecía hacerlo con tanta frecuencia.

—¿Estás seguro de que quieres que yo estudie contigo?

—Sí.

Él sonrió tímidamente, pero se rehusó a mirarlo a los ojos.

—Seguro, supongo que eso estaría bien.


Zhou Mi se sentó cómodamente, con una sonrisa satisfecha, mientras el profesor entraba y le ordenaba a todos que se callaran.

Había pasado horas en la página web de Cazador Oscuro.com luego de su última clase, revisando cada parte de la misma. En apariencia, parecía ser una especie de grupo de simulación o de lectura.

Pero había secciones enteras protegidas por contraseña. Vueltas y áreas secretas a los que no pudo acceder por mucho que intentó. Había muchas cosas que le recordaban al sitio de los Apolitas.
No, este no era un grupo de juego. Se había tropezado con los verdaderos Cazadores Oscuros. Lo sabía.

Eran el último gran misterio del mundo moderno. Mitos vivientes de los que nadie sabía. Pero él sabía que estaban ahí. E iba a encontrar el modo de meterse en su sociedad y encontrar algunas respuestas aunque le costara la vida.

En cuanto terminó, levantó sus cosas y esperó a Clinton.

Mientras se acercaban a la puerta, vio a dos hombres vestidos de negro que los flanquearon inmediatamente mientras lo miraban de reojo.

Clinton dejó escapar un sonido de desagrado. Zhou Mi se rió contra su voluntad.

—¿Están contigo?

—Realmente desearía poder decirte que no.

Le palmeó el brazo comprensivamente. Sacudió el mentón para indicarle el sitio al final del pasillo donde Hyungjoon estaba poniéndose de pie y ocultando su libro.

—Tengo uno propio.

Clinton le sonrió.

—Gracias a dios, no soy el único.

—No, no te preocupes por eso. Te dije que te entendía completamente.

El alivio en su rostro era palpable.

—Entonces, ¿cuándo te gustaría estudiar?

—¿Qué tal ahora?

—Bien, ¿dónde?

Había un solo lugar en el que Zhou Mi estaba muriendo por meterse. Esperaba que escondiera más pistas acerca del hombre que había conocido la noche anterior.

—¿En tu casa?

Su nerviosismo retornó instantáneamente, confirmando sus sospechas.

—No sé si sea una buena idea.

—¿Por qué?

—Es sólo que… yo… yo, eh, simplemente no creo que sea una buena idea, ¿está bien?

Ya era un obstáculo. Zhou Mi se forzó a ocultar su irritación. Tendría que andar con cuidado si quería superar sus defensas. Pero lo comprendía. El tenía sus propios secretos que ocultar.

—Está bien, elige tú el lugar.

—¿La biblioteca?

Se le pusieron los pelos de punta.

—Nunca logro sentirme cómodo ahí. Siempre temo que me manden a callar. ¿Quieres que vayamos a mi apartamento?

Él se veía completamente sorprendido por su ofrecimiento.

—¿En verdad?

—Seguro. En general no muerdo, ni nada de eso.

Clinton se rió.

—Sí, yo tampoco. –Dio dos pasos más con él, y luego giró hacia los hombres que los seguían —. Sólo iremos a su casa, ¿está bien? ¿Por qué no van a comerse unas rosquillas o algo?

No le agradecieron en lo más mínimo. Hyungjoon se rió.

Zhou Mi los condujo hacia el estacionamiento de los estudiantes y luego le dio a Clinton las indicaciones para llegar a su departamento.

—¿Nos vemos allí?

Él asintió y se encaminó hacia su Hummer rojo.

Zhou Mi fue rápidamente hacia su auto, donde Hyungjoon lo esperaba en el asiento del conductor. Fueron hacia la casa, mientras Zhou Mi esperaba que Clinton no esperara mucho tiempo o, peor, cambiara de opinión.

Al menos no hasta que tuviera la oportunidad de registrar su mochila.

Le tomó dos horas de estudio y una jarra de café antes de que Clinton lo dejara a solas con la mochila mientras iba al baño. Hacía rato que Hyungjoon se había retirado a su habitación, afirmando que la lengua muerta y el entusiasmo de Clinton por la misma le estaban provocando una migraña.

En cuanto Clinton desapareció, Zhou Mi comenzó a buscar.

Afortunadamente, no le llevó demasiado tiempo encontrar lo que estaba buscando… Encontró la agenda donde la había visto antes. La cubierta era de cuero trabajado a mano, con un extraño emblema en el frente: un arco doble inclinado hacia arriba, con la flecha apuntando hacia la derecha.

Idéntico al que había visto en el hombro de Henry en su sueño…

Pasó la mano sobre el cuero marrón, y entonces lo abrió, para encontrarse con que todo estaba escrito en Rúnico. El idioma era similar al Inglés Antiguo, pero no podía leerlo. ¿Nórdico Antiguo, tal vez?

—¿Qué estás haciendo?

Aprovechó la aguda pregunta de Clinton. Le tomó un par de segundos pensar en algo que decir que no lo hiciera sospechar aún más.

—Eres uno de esos jugadores, ¿verdad?

Su mirada azul se estrechó y se volvió más penetrante.

—¿De qué estás hablando?

—Yo… eh, entré a esta página llamada Cazador Oscuro y encontré todos estos rompecabezas sobre una serie de libros y un juego. Como había visto tu libro antes, me preguntaba si serías uno de los miembros que juega ahí.

Zhou Mi podía darse cuenta de que él buscaba en su mente y estudiaba su rostro para ver, si había algo, que debería decir.

—Sí, mi amigo Minho maneja el sitio –respondió luego de una larga pausa—. Tenemos a mucha gente interesante que juega allí.

—Eso vi. ¿Tienes uno de esos nombres como Hellion o Rogue con el que juegas?

Él se adelantó y le quitó la agenda.

—No, simplemente uso “Clinton.”

—Ah. ¿Y qué sucede en las áreas privadas?

—Nada –le dijo un poco demasiado rápido—. Sólo estamos algunos, peleándonos.

—¿Entonces por qué es privado?

—Simplemente lo es. –Tomó el libro de sus manos y lo regresó a su mochila—. Escucha, tengo que irme ahora. Suerte en el examen.

Zhou Mi quería detenerlo y hacerle más preguntas, pero era lamentablemente evidente que él no tenía intención de dejarle saber nada más acerca de ellos o de sí mismo.

—Gracias, Clinton. Te agradezco la ayuda. 

Él asintió y partió precipitadamente.

Solo en su cocina, Zhou Mi se sentó en la silla, mordiéndose la uña del pulgar mientras debatía sobre el modo de proceder. Pensó en seguir a Clinton hasta su casa, pero con eso no conseguiría nada bueno. No había duda de que sus guardaespaldas lo atraparían, incluso con la absurda forma de manejar de Hyungjoon.

Levantándose, fue a su habitación, tomó la laptop y le quitó la funda.

Bien, el sitio de Cazador Oscuro estaba diseñado como si los Cazadores Oscuros fuesen personajes de un libro. La mayoría de la gente aceptaría eso, ¿pero qué sucedía si él volvía a mirarla desde un punto de vista en el que nada en ese sitio era falso?

Había pasado toda su vida escondiéndose, y si había algo que hubiese aprendido… era que el mejor lugar para esconderse era a la luz. La gente tenía una tendencia a no ver lo que estaba justo frente a ellos.

Y aunque lo vieran, siempre inventaban algún modo de explicarlo. Decían que era un producto de su imaginación o una broma adolescente.

No cabían dudas de que los Cazadores Oscuros pensaban lo mismo. Después de todo, en este mundo moderno en que todos sabían acerca de los vampiros y los demonios, y pensaban que eran un mito de Hollywood, ni siquiera necesitarían esconderse. La mayor parte de las personas los clasificaría como excéntricos.

Zhou Mi observó la introducción al sitio, y luego pasó a la página de perfiles de cada uno de los Cazadores que figuraban.

Había uno de un personaje llamado Henry Lau cuyo Escudero se llamaba Clinton Ryu. Supuestamente, Henry era un guerrero Vikingo que había sido hechizado… Zhou Mi copió el nombre de Henry y luego buscó un buscador de leyendas e historias nórdicas.

—Bingo –susurró mientras aparecían varios artículos.

Henry Lau había sido un renombrado aventurero e invasor de mediados del siglo VIII de cuya muerte no existía registro. De hecho, sólo decía que había desaparecido un día después de haber ganado una batalla contra un jefe militar Mercian quien había estado intentado matarlo. La creencia popular era que uno de los hijos del jefe militar lo había asesinado vengativamente esa noche. Zhou Mi escuchó que la puerta de su cuarto se abría. Mirando hacia arriba, vio a Hyungjoon parado en la entrada.

—¿Estás ocupado? –le preguntó Hyungjoon.

—Simplemente investigaba un poco más

—Ah. —Hyungjoon se adelantó para leer sobre su hombre—. “Henry Lau. Pirata, arriesgado, y guerrero, luchó a través de Europa, ofreciendo su servicio a cristianos y paganos por igual. Una vez se escribió que su única lealtad era hacia su espada y su hermano…” Interesante. ¿Crees que este sea el tipo al que viste en el Inferno?

—Quizás. ¿Alguna vez escuchaste de él?

—Para nada. ¿Quieres que pregunte?

Zhou Mi lo pensó durante un segundo. Hyungjoon tenía amigos en la Sociedad de Anacronismo Creativo y vivían para estudiar la cultura Vikinga.

Pero no era el pasado de Henry lo que le interesaba en este momento. Era su presente, y lo que más deseaba era su dirección actual.

—No, está bien.

—¿Seguro?

—Sí.

Hyungjoon asintió.

—Bien, entonces regresaré a mi dormitorio a terminar con mi libro. ¿Quieres que te traiga algo para comer o beber?

Zhou Mi sonrió ante el ofrecimiento.

—Un té sería genial.

Hyungjoon desapareció sólo para regresar unos minutos más tarde. Zhou Mi le agradeció y volvió al trabajo mientras Hyungjoon lo dejaba a solas.

Zhou Mi bebió a sorbos su bebida, sin prisa, mientras navegaba. Más o menos una hora más tarde estaba tan cansado que ya no podía mantener los ojos abiertos.

Bostezando, miró la hora. Eran apenas las cinco y media. Aún así, sus párpados estaban tan pesados que no podía continuar despierto por mucho que lo intentara.

Apagó su computadora y fue hacia la cama para tomar una pequeña siesta.

Se quedó dormido en el instante en que su cabeza tocó la almohada. Normalmente, Zhou Mi no soñaba mucho cuando tomaba una siesta.

Hoy era completamente diferente.

Hoy sus sueños comenzaron casi tan pronto como cerró los ojos. Qué extraño…

Pero lo más raro de todo era que su reino de fantasía no se parecía a nada que hubiese soñado antes. En lugar de sus habituales sueños de glamour o de horror, este era pacífico. Gentil. Y lo llenaba de una cálida seguridad.

Estaba vestido como en la época medieval.

Solo, dentro de una cabaña de piedra donde un cálido fuego resplandecía en un enorme hogar, se mantenía a distancia, parado junto a una vieja mesa de madera. El viento rugía fuera de una ventana que estaba cubierta por una persiana de madera que sonaba estruendosamente mientras intentaba mantener fuera los vientos de invierno.

Escuchó que había alguien en la puerta, detrás suyo.

Zhou Mi se volteó justo a tiempo de ver a Henry abriéndola con el hombro. Su corazón se detuvo mientras captaba su imagen vestida en una especie de chaleco de cota de malla. Sus brazos estaban desnudos, y su torso y la cota de malla estaban cubiertos por un chaleco de cuero que tenía grabados algunos diseños nórdicos. Los diseños eran iguales al tatuaje en su hombro y bíceps derecho.

Su yelmo cónico cubría su cabeza, y tenía más malla unida a él, que cubría su rostro, prácticamente ocultándolo. Pero por esos intensos y calientes ojos, nunca hubiese sabido que era Henry quien estaba ahí abajo. Sostenía una pequeña hacha de guerra en una mano, apoyándola sobre su hombro. Se veía salvaje y primitivo. El tipo de hombre que una vez había sido dueño del mundo. Uno que no temía a nada.

Su oscura mirada recorrió la habitación, luego se detuvo en él. Vio que una sonrisa lenta y seductora cruzaba la parte inferior de su rostro, dejando ver sus colmillos.

—Zhou Mi, amor mío –lo saludó, su voz cálida y encantadora—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—No tengo idea –le respondió, honestamente—. Ni siquiera estoy seguro de dónde es aquí.

Él rió, con un sonido profundo y estruendoso, luego cerró la puerta y la atrancó.

—Estás en mi hogar. Al menos en lo que fue mi hogar mucho tiempo atrás.

Zhou Mi observó el espartano lugar, que estaba amoblado con una mesa, sillas, y una cama muy grande cubierta con pieles.

—Qué extraño, hubiese pensado que Henry Lau poseería un sitio mejor que este.

Él depositó el hacha sobre la mesa, luego se quitó el yelmo y lo colocó sobre el arma. Zhou Mi estaba apabullado por la belleza del hombre que estaba frente a él. Rezumaba un atractivo sexual crudo con el que nadie jamás podría competir.

—Comparado con la pequeña granja donde crecí, esto es una mansión, señor mío.

—¿En serio?

Él asintió mientras la acercaba a sí. Sus ojos la quemaron y lo llenaron de una profunda y dolorosa necesidad. Sabía exactamente lo que él quería, y aunque apenas lo conocía, estaba más que dispuesto a dárselo.

—Mi padre fue una vez un invasor guerrero que tomó un voto de pobreza años antes de que yo naciera –dijo Henry roncamente.

Su confesión le sorprendió.

—¿Por qué lo hizo?

Henry lo apretó con más fuerza.

—La ruina de todos los hombres, me temo… Amor. Mi madre era una esclava capturada que había sido entregada a él por su padre luego de una de sus invasiones. Ella lo sedujo, y al final lo domó y convirtió a un orgulloso guerrero en un dócil granjero que se rehusaba a levantar su espada por temor a ofender a su nuevo dios.

Zhou Mi podía escuchar las crudas emociones en su voz. El desprecio que sentía por cualquiera que eligiese la paz antes que la guerra.

—¿No estabas de acuerdo con su elección?

—Sí, ¿qué tan bueno es un hombre que no puede protegerse a sí mismo ni a quienes ama? – Sus ojos se tornaron oscuros, implacables. La furia que había en ellos la hizo temblar—. Cuando los Jutes llegaron a nuestra aldea a saquear y tomar esclavos, me dijeron que él se quedó quieto y dejó que lo traspasaran con un arma. Todos los que sobrevivieron se burlaron de él por su cobardía. Él, quien una vez había hecho que sus enemigos temblaran de terror al oír su nombre, fue exterminado en la matanza como un ternero indefenso. Jamás he podido comprender cómo simplemente se quedó allí parado, tomando ese mortal golpe sin intentar defenderse.

Zhou Mi se estiró para suavizar su ceño con los dedos, mientras su dolor lo alcanzaba. Pero no era odio ni condescendencia lo que oía en su voz. Era culpa.

—Lo siento tanto.

—Yo también lo lamenté –susurró, sus ojos se volvieron aún más tormentosos—. No fue suficiente dejarlo allí para que muriera, sino que también me llevé a mi hermano. No había nadie para protegerlo en nuestra ausencia.

—¿Dónde estaban ustedes?

Henry bajó la mirada, pero aún así podía ver su autorecriminación. Quería regresar y modificar ese momento, tanto como él deseaba cambiar la noche en que los Daimons Spathi habían matado a su madre y a sus hermanas.

—Había partido el verano anterior en busca de guerra y riquezas. –Él le soltó y observó su modesto hogar—. Luego de que me llegó la noticia de su muerte, las riquezas ya no me parecían importantes. Dejando de lado los desacuerdos, debería haber estado allí con él.

Zhou Mi tocó su brazo desnudo.

—Debes haber amado mucho a tu padre.

Henry respiró cansadamente.

—A veces. Otras veces lo odiaba. Lo odiaba por no ser el hombre que debería haber sido. Su padre era un respetado jarl y aún así nosotros vivíamos como mendigos hambrientos. Burlados y despreciados por nuestros propios parientes. Mi madre se enorgullecía de los insultos, diciendo que era la voluntad de dios que sufriéramos. Que nos hacía mejores personas, pero nunca le creí. La ciega devoción de mi padre a sus creencias sólo me enfurecía más. Peleábamos, él y yo, constantemente. Él quería que siguiera sus pasos y que aceptara su abuso sin decir nada. —El tormento en sus ojos le conmovió aún más que la dulzura de su mano sobre la suy—. Quería que fuera algo que no soy. Pero yo no podía poner la otra mejilla. Jamás estuvo en mi naturaleza no responder a un insulto con otro insulto. Golpe con golpe. –Él giró y la miró con el ceño fruncido—. ¿Por qué estoy contándote esto?

Zhou Mi lo pensó por un segundo.

—El sueño, seguramente. Probablemente está en tu mente.

Aunque él no podía imaginar porque sería en su sueño. De hecho, este sueño se estaba volviendo más extraño a cada segundo, y no podía entender por qué su inconsciente lo traería aquí.

¿Por qué estaría conjurando esta fantasía sobre su Cazador Oscuro…?

Él asintió.

—Sí, sin dudas. Me temo que le estoy haciendo a Clinton lo que una vez me hicieron a mí. Debería dejarlo vivir su vida y no interferir en sus elecciones con tanta frecuencia.

—¿Por qué no puedes?

—¿Sinceramente?

Zhou Mi sonrió.

—Desde luego que prefiero la verdad antes que una mentira.

Henry rió suavemente, y entonces su rostro se volvió pensativo otra vez.

—No quiero perderlo a él también. –Su voz era tan profunda y dolorosa que hizo que su corazón se encogiera—. Y aún así sé que no tengo más opción que perderlo.

—¿Por qué?

—Todos mueren, señor mío. Al menos en el mundo mortal. Y yo sigo adelante mientras todo lo que me rodea perece una y otra vez. –Levantó la mirada hacia él. La agonía de su rostro le llegó muy profundamente—. ¿Tienes alguna idea de lo que es sostener a alguien que amas en los brazos mientras muere?

El pecho de Zhou Mi se cerró mientras pensaba en la muerte de su madre y sus hermanas. Había querido acercarse luego de la explosión, pero su guardaespaldas lo había apartado mientras él aullaba de dolor por su pérdida.



3 comentarios:

  1. OMG, seran reales los sueños espero que si, de esa forma Zhoumi puede conocer a Henry de mejor forma, esta genial.

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  2. Aww~ que lindos~ <3
    Me gusta tanto que Mimi tenga tanta iniciativa!
    Pero me gusta aún más sus sueños...
    Pero Henry también esta consciente de sus encuentros???

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  3. Parece que con todo eso del linaje que Clinton debe preservar, lo hubieran metido dentro de una bola de cristal, ojalá y le dieran un respiro, él también necesita disfrutar de la vida.

    Nadie puede decir que Zhou Mi no lo intenta, mira como poco a poco ha ido sacando conclusiones y cada vez está más cerca de saber más acerca de Henry, eso sí está más cerca de él de lo que cree, gracias a esos sueños, que creo son más reales de lo que parecen <3

    Eso sí, sigo con la duda de cómo Zhou Mi puede seguir recordando a Henry ><

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...