Devil´s Heart (DH4)- 17




Ryeowook no podía respirar por la fiereza de su beso.

Él era verdaderamente indomable, su guerrero.

Él deslizó su mano fresca bajo su camisa, tembló cuando sus dedos rozaron su pezón. Nunca había permitido que alguien le tocara así. Pero en verdad, había hecho un montón de cosas con él que nunca antes había hecho.

Toda su vida, había sido recatado y correcto. El tipo de persona que vivía de acuerdo a las reglas y que nunca trató de romperlas o siquiera torcerlas.

Yesung liberó algo en él. Algo descabellado y maravilloso. Algo inesperado.

Él se apartó de sus labios mientras su mano se movía más abajo, sobre su estomago, bajando hacia su cintura.

Tembló mientras le desabotonaba los pantalones, luego deslizó el cierre. En el sueño, aún había cierta protección de que no era real. De que todo era un sueño.

Esta noche la barrera había desaparecido. Una vez que él lo tocara en este reino, no habría vuelta atrás.

¿Qué diablos? No había vuelta atrás de cualquier manera. Nunca sería el mismo.


—¿Me dejarías joderte en mi piso, joven príncipe? —preguntó, su voz quebrada y profunda con hambre.

—No, Yesung –suspiró —Pero puedes hacer el amor conmigo donde sea que quieras.

Tomo su mano en la suya y la deslizó dentro de los pantalones.

La respiración de Yesung fue salvaje cuando abrió sus piernas, incitándolo. Lo miró extendido sobre el piso. Su camisa arrugada estaba levantada, mostrando su estómago redondeado mientras su mano descansaba contra su ropa interior claro.

Ryeowook abrió la cremallera de sus pantalones, liberando su erección. Él no pudo moverse mientras lo tomaba entre sus cálidas manos.

Su cuerpo estaba en llamas. Sus manos lo masajearon, causándole que se endureciera al extremo del dolor.

Él deslizó sus dedos en su hendidura, deleitándose con el sonido de su quejido de placer.
Hundió su cabeza en su pecho, para juguetear con su pezón. Lo chupó y probó, tomándose el tiempo para saborearlo.

Queriendo más, deslizar sus dedos dentro, pero al tocar encontró mayor resistencia de lo normal. Algo que no había sentido en el sueño.

Se congeló.

—¿Eres virgen?

—Sí.

Él maldijo y se alejó.

—Eres un virgen —él repitió. —¿Cómo diantre puedes ser virgen?

—Fácil. Nunca me he acostado con un hombre.

—Pero en mis sueños...

—Esos eran sueños, Yesung. Ese no era realmente mi cuerpo.

Su vista se oscureció. Los celos lo mordieron. Su pequeño ninfa había encontrado una maldita escapatoria.

—¿A cuántos hombres has jodido en tus sueños?

—¡Eres un bastardo! –dijo enojado, levantándose hasta quedar sentado en el piso. —¡Si pudiera encontrar tu cara, entonces te abofetearía!

Enojado, se enderezó la ropa y se alejó de él. Sus mejillas estaban ruborizadas, sus manos temblando, mientras continuaba maldiciendo a los dos entre dientes.

Fue ahí cuando él lo supo.

No estaría así de enojado si fuera culpable de lo que le había dicho. El nunca había estado con otro hombre.

Sólo con él.

Ese conocimiento lo devastó.

Él no podía comenzar a entender porque el joven príncipe le ofrecería algo que no había ofrecido a nadie más.

No tenía sentido en su mundo.

—¿Por qué quieres estar conmigo?

Ryeowook hizo una pausa al vestirse y miró furiosamente en su dirección.

—No tengo idea. Eres malhumorado. Grosero. Aborrecible. Nunca en mi vida vi a alguien más maleducado y… y… irritante. No respetas a nadie, ni siquiera a ti mismo. Todo lo que puedes hacer es provocar, provocar, provocar. Ni siquiera sabes ser feliz.

Ryeowook abrió la boca para continuar, pero se detuvo al darse cuenta del tono de voz de Yesung cuando le planteó la pregunta.

Había sido amablemente indagatorio. No acusatorio.

Sobre todo, había provenido muy profundamente de dentro de él. Y así que le contestó desde su corazón.

—¿Quieres saber la verdad, Yesung? Quiero estar contigo porque hay algo en ti que me pone caliente y me estremece. Cuando te siento cerca de mí, quiero extender la mano y tocarte. Deslizarte dentro de mí a fin de poder mantenerte cerca y decirte que todo va a estar bien. Que no voy a dejar que nadie te lastime.

—No soy un niño –dijo él enojado.

Ryeowook extendió la mano a través de la oscuridad y encontró su mano en el piso. La tomó entre las suyas y la sostuvo fuertemente.

—No, no eres un niño. Nunca lo fuiste. Se supone que los niños deben ser protegidos y cuidados. Nunca nadie te abrazó cuando llorabas. Nadie alguna vez te consoló. Nunca te contaron historias o hicieron que te rieras cuando estabas triste.

La tragedia de su vida tuvo mayor alcance para en ese momento, penetrando en su corazón, haciéndole querer llorar por toda la injusticia que había recibido.

Las cosas que había dado por supuesto cuando niño, le habían sido negadas a él. Amistad, felicidad, familia, regalos. Y sobre todo, amor.

Su vida había sido tan injusta.

Arrastró su mano por su brazo musculoso, para enterrarla en su pelo a fin de poder acariciar su cuero cabelludo.

—Has el amor conmigo, Yesung. No puedo quitar tu pasado, pero te puedo abrazar ahora. Quiero compartir mi cuerpo contigo, aún si es sólo por poco tiempo.

Lo tiró con fuerza contra él y lo besó apasionadamente. El gimió, arqueando su espalda mientras lo colocaba en el piso.

Ryeowook pateó sus zapatos, luego removió sus pantalones y ropa interior. Se quitó de encima la camisa.

Debería estar avergonzado, ya que nunca se había desnudado delante de alguien. Nunca había estado desnudo cuando los demás estaban vestidos.

Pero no estaba avergonzado.

Se sentía poderoso con él. Sabía que él lo deseaba y sólo deseaba complacerlo.

Yacía recostado contra su piso helado.

Yesung fascinado, no podía moverse al ver a Ryeowook doblar las rodillas y abrir las piernas en invitación.

Sus pezones estaban arrugados de frío y de deseo. Su entrepierna esta dura y anhelante, su entrada lo llamaba.

—Tengo frío, Yesung –murmuró él. —¿Me calentarías?

Él debería levantarse y dejarlo allí así.

Él no podía.

Nunca nadie le había ofrecido un regalo tan precioso. Nadie sino Ryeowook.

Agarró las mantas de su jergón y lo cubrió con ellas. Se quitó sus ropas, luego se unió a él. Separando sus muslos aún más, se tomó un momento para mirar la parte mas privada de su cuerpo.

Era tan bello.

Recorrió con sus dedos su abertura, haciéndolo temblar aún más bajo el calor de las pieles. Usando sus pulgares, le separó los labios y entonces bajó la cabeza para tomarlo en su boca.

Ryeowook se quedó sin aliento al sentir la lengua de Yesung recorriéndolo. Él lamió y probó, mientras su respiración le calentaba el trasero.

Sus manos calientes tomaron sus caderas, jalándolo más cerca a su boca y a la áspera piel de su cara.

Él gimió como si su sabor fuese paradisíaco. Relamiéndose los labios, Ryeowook se estiró hasta ahuecar su cara en sus manos mientras le daba placer.

Su corazón martilló al sentir su mandíbula moviéndose bajo sus manos.

En sus sueños su toque había sido increíble, pero en la realidad era mucho más intenso.

Mucho más satisfactorio.

Su cabeza giró mientras su corazón se aceleraba. El éxtasis desenfrenado bailó a través de él y lo dejó pronunciando su nombre al presionarse a sí mismo más cerca de sus labios.

Y cuando se corrió, gritó, sosteniendo su cabeza contra él, mientras su cuerpo se desintegraba en mil chispas de placer.

Él continuó lamiéndolo y probándolo hasta que lloriqueó de placer.

Yesung se hizo para atrás para verlo jadeando en el piso. La parte superior estaba cubierta de pieles y mantas, pero la parte inferior estaba al descubierto, resplandeciendo en la suave luz de la linterna, con la combinación de sus jugos con los de él.

Su cara estaba excitada, sus ojos brillantes.

Él nunca había tenido a una pareja en su cabaña antes. Más especialmente, una desnuda.

Él apartó las mantas. Ryeowook se quedó sin aliento al sentirlas raspar su pecho. Yesung se aparto sólo el tiempo suficiente para quitarse las ropas.

Ryeowook lo alcanzó mientras extendía su cuerpo sobre el de él y dejaba que su calor lo calentara.

Yesung gruñó al rozar sus pezones duros con su pecho. La punta de su pene presionando entre sus piernas.

Ryeowook los cubrió a ambos con las mantas otra vez y lo acunó con su cuerpo. Dioses, qué bien lo sentía bajo él, en esta forma. Cara a cara. Sus piernas envueltas alrededor de su cintura. Sus manos acariciando su espalda desnuda. Inclinó la cabeza y lo besó, explorando su boca con la lengua.

Pero no era su boca lo que quería penetrar...

Arrastró su mano por su brazo hasta que pudo entrelazar sus dedos con los de él. Sosteniendo sus manos encima de sus cabezas, él hizo más hondo el beso.

Ryeowook tragó al sentir a Yesung levantar su peso, dejando todo su lujurioso, cuerpo sobre el suyo.

Presionó la punta de su pene contra su centro. El arqueó la espalda, esperando que lo llenara.

Él hizo más hondo su beso y, con un empuje se deslizó profundamente en su interior.

Ryeowook se encogió y lloriqueó ante la punzada de dolor que pasó sobre su placer. Yesung se salió inmediatamente.

—¿Oh, Dios mío, Ryeowook, te lastimé? Lo siento.

No sabía que iba a doler.

Su arrepentimiento fue tan inmediato y sincero que lo dejó aún más estupefacto que el dolor.

Las disculpas y Yesung eran dos cosas que iban tan juntas como los puercos espines y los globos.

Obviamente, Yesung no sabía lo que él sí.

—Está bien –dijo, besándolo hasta que se relajó. —Se supone que duele la primera vez.

—No me dolió la primera vez que lo hice. Créeme.

Ryeowook se rió de eso.

—Príncipe Encantado. Está bien, de verdad.

Ryeowook bajó la mano por su cuerpo y lo encontró todavía duro y latiendo. Él gimió profundamente en su garganta mientras lo acariciaba. Se tensó, rehusándose a dejar que lo atrajese a su nido.

—No quiero lastimarte.

La alegría llenó a Ryeowook.

—No lo harás, Yesung. Te quiero dentro de mí.

Él vaciló algunos minutos más antes de deslizase lentamente en él otra vez. Ambos gimieron.

Ryeowook arqueó su espalda ante la increíble percepción intensa y dura de él en su interior. Él era tan grande. Tan dominante.

Subió y bajó sus manos sobre sus hombros y espalda.

Lo único que haría esto más perfecto sería poder ver en sus ojos mientras le amaba. Gimiendo su nombre, él enterró sus labios en su garganta, raspando su piel con sus colmillos mientras lo penetraba lentamente, enérgicamente.

El corazón de Yesung latía a gran velocidad mientras saboreaba la calidez, su humedad. Dejó que la suavidad de su cuerpo lo apaciguara.

Su toque era el paraíso. Lo era en el sonido de su nombre en los labios de Ryeowook. Ni siquiera una vez soñó que tomar a una pareja de esta forma.

Ryeowook ahuecó su cara entre sus manos.

—¿Qué estas haciendo? –murmuró él.

—Quiero verte.

Colocó su mano encima de la de él y luego giró su cara a fin de poder besarle la palma abierta.

Ryeowook se derritió ante la ternura de sus acciones mientras se movía despacio y duro contra él. Su barba pinchaba sus manos, pero sus labios eran suaves, tiernos.

Era como una pantera domesticada. Una que todavía era salvaje en el corazón pero que podía venir y acariciar con la nariz tu mano siempre que tuvieras cuidado de él y no te movieras demasiado rápido.

Se inclinó hacia delante y enterró sus labios contra su cuello. Ryeowook tembló al pasar sus manos sobre su fuerte espalda, hasta sus caderas.

Cómo amaba esa percepción de él allí. La percepción de sus caderas empujando contra las suyas.

Rodeándolo, trajo las manos hacia delante, y las deslizó entre sus cuerpos. Sus vellos raspaban su piel mientras él rodeaba su mojado pene con las manos a fin de poder sentirlo deslizándose dentro y fuera de él.

Yesung contuvo la respiración mientras él lo tocaba cuando lo penetraba. Oh, la dulzura de sus manos sobre él...

Lo besó mientras él exploraba en donde se unían, y cuando delicadamente apretó sus testículos gruñó al acercase peligrosamente al orgasmo.

—Tranquilo, joven príncipe –susurró, apartándole las manos. —No quiero correrme aún. Quiero sentirte por un poco más de tiempo.

Ryeowook sonrió por sus palabras roncas. Él le sostenía los brazos por encima de la cabeza y sumergió la suya para pellizcarle suavemente su pecho.

Cómo amaba a este hombre. Sus defectos, irritabilidad y todo.

—Soy todo tuyo, cariño –murmuró. —Tómate tu tiempo.

Y él lo hizo. Besó cada centímetro de su cuerpo que pudo alcanzar mientras todavía estaba dentro de él.

El efecto de cada caricia tierna estaba intensificado porque era consciente de la rareza del gesto. Éste no era un hombre que se abrazara con cualquiera. Él no se iba voluntariamente con cualquiera que le sonriera.

Yesung era su zorro que sólo dejaba su guarida cuando oía el sonido de sus pasos. Él solo lo había domesticado.

Nunca pertenecería a nadie en la forma que le pertenecía a él. Ryeowook se corrió otra vez pronunciando su nombre.

Yesung aceleró sus embates y se unió a él en el éxtasis, su cabeza dando vueltas.

Él yació jadeando y débil sobre ella, escuchando el latir de su corazón contra su pecho.

No había ningún lugar que Yesung quisiera estar más que con él, dejando que el olor de su piel dulce y sudorosa lo arrullara y serenara.

Nunca había estado tan caliente. Tan saciado. Tan feliz.

Todo lo que quería era yacer aquí desnudo con él y olvidarse completamente del resto del mundo.

Desgraciadamente, era la única cosa que no podía hacer.

Besándole dulcemente, se echó hacia atrás.

—Deberíamos vestirnos. No sé si Thanatos vendrá aquí, pero apuesto que lo hará.

Él asintió con la cabeza.

Yesung vaciló al ver sangre en sus muslos. Apretando los dientes, se dio media vuelta, avergonzado del hecho de haberlo tomado en el piso como un animal después de todo. Él no merecía esto.

¿Qué había hecho? Lo había arruinado.

Ryeowook se sentó y tocó su hombro. La sensación de eso lo desgarró, atravesándolo. Era familiar.

Era sublime.

¿Entonces por qué le hacía doler el estómago?

—¿Yesung? ¿Algo está mal?

—No —mintió incapaz de decirle lo que pensaba. Nunca debería haber yacido con alguien como él. Estaba tan por debajo que no merecía su bondad.

Él no merecía nada.

Y aún así él extendió la mano y lo tocó. No tenía sentido para él.

Ryeowook apoyó su mejilla contra su espalda y rodeó su cintura con el brazo. Él apenas podía respirar al sentir como pasaba su mano sobre su pecho en un gesto reconfortante.

—No tengo arrepentimientos, Yesung. Espero que sientas lo mismo.

Él se apoyó contra Ryeowook y trató en no dejar que su corazón dolorido ensombreciera lo que habían compartido.

—¿Cómo podría lamentar la mejor noche de mi vida? —se rió él amargamente al recordar todo lo que había ocurrido desde que Jongjin lo sacudiera hasta despertarlo. —Bien, excepto por el Terminator que va tras nosotros y la diosa que me quiere muerto y...

—Me hago una idea –dijo Ryeowook riéndose. Le acarició con la nariz su cuello, enviando escalofríos sobre él. —Parece no haber esperanza, ¿no?

Él pensó en eso.

–Sin esperanza significaba que alguna vez hubo ‘esperanza’. Y esa es otra palabra que no entiendo. La esperanza sólo existe para las personas que pueden elegir.

—¿Y tu no?

Él jugueteó con una hebra de su cabello.

—Soy un esclavo, Ryeowook. Nunca he conocido la esperanza. Sólo hago lo que me dicen.

—Aún así nunca la tuviste.

Eso no era exactamente cierto. Como humano, nunca se había atrevido a abrir la boca para protestar por algo. Había tomado paliza tras paliza, degradación tras degradación, y no había hecho nada.

Fue solamente como Cazador Oscuro que había aprendido a pelear.

—¿Piensas que N está bien?

Su cambio brusco de tema lo asombró.

—Lo creo. Jongjin es un genio con los animales. Incluso los Katagaria.

–Por qué creo, Yesung, que estás aprendiendo a reconfortar a alguien después de todo. Medio esperaba que dijeras que estabas deseando que yaciera en una zanja en alguna parte.

Él miró hacia abajo, a su mano pequeña sobre su piel, descansando simplemente sobre su corazón. Era cierto. Lo había domesticado.

Cambiado.

Y lo asustó más que el monstruo que estaba fuera para matarlos. Podía tratar con Thanatos, pero con estas emociones...

Estaba indefenso ante él.

—Si, pues bien, con suerte él estará más allá de toda ayuda.

Ryeowook se rió de eso, luego lo besó suavemente en la espalda apartándose para vestirse.

Yesung lo observaba, su corazón martillaba. ¿Que había en él que lo hacia querer ser algo más que lo que era?

Por él, realmente quería ser bueno. Amable. Humano.

Cosas que nunca había sido.

Forzándose a pararse, lanzó sus ropas viejas en el basurero y sacó nuevas de su ropero. Al menos ya no tendría el agujero en la parte trasera de su abrigo. Le tomó un par de minutos ponerle una de sus viejas parkas.

—¿Qué es esto? —preguntó Ryeowook mientras él se la acomodaba sobre los hombros.

—Te mantendrá más caliente que tu abrigo.

—¿Adónde vamos? ¿No amanecerá pronto?

—Sí, y ya lo verás. En cierto modo.

Una vez que él lo vistió apropiadamente y se hubo puesto sus botas aislantes, movió a un lado la estufa a leña a fin de poder alcanzar la puerta trampa que estaba abajo de ésta.

Ayudó a bajar Ryeowook por el hueco, luego descendió tras él y cerró la puerta. Usando su telequinesia, hizo retroceder la estufa a leña.

—¿En dónde estamos? 

—En los túneles.

Yesung encendió su linterna. Estaba más oscuro que una tumba aquí abajo y más frío que el infierno. Pero estarían seguros. Por un tiempo, al menos.

Si Thanatos regresaba durante el día, él no sabría de este lugar. Nadie sabía.

—¿Qué son los túneles?

—Abreviando, mi aburrimiento. Después que tuve tallada mi cabaña, empecé a excavar debajo de ella. Calculaba que me daría más espacio para moverme durante el verano, y no es tan caliente aquí abajo en el verano o tan frío en el invierno. Sin mencionar que siempre estuve paranoico de que Shindong viniera a matarme algún día. Quería una ruta de escape de la cual él no supiera.

—Pero la tierra esta sólidamente congelada. ¿Cómo te las arreglaste?

—Soy más fuerte que un humano y tuve novecientos años para trabajar en esto. Estar atrapado y aburrido tiende a las personas a hacer cosas dementes.

—¿Como tratar de cavar un túnel a China?

—Exactamente.

Él lo condujo por el corredor estrecho hacia un cuarto pequeño donde tenía armas almacenadas.

—¿Nos quedaremos acá durante el día?

—Puesto que no quiero arder espontáneamente por el sol, pienso que es la cosa más segura de hacer, ¿no crees?

Él asintió con la cabeza.

Una vez que él tuvo tanta potencia de fuego como podía cargar, lo llevó al final del túnel más largo. La puerta trampa encima de ellos conducía al denso bosque que rodeaba la cabaña. Sería un lugar seguro del que salir después del anochecer.

—¿Por qué no te adelantas y duermes un poco? –dijo él.

Sin pensar, se quitó de encima su parka de buey almizclero y le hizo una pequeña cama en el piso.

Ryeowook comenzó a protestar, luego se contuvo. Los actos bondadosos eran ajenos a Yesung. El no iba a quejarse sobre su buen acto.

En lugar de eso, se acostó sobre su abrigo.

Pero Yesung no hizo ningún movimiento para unirse a él. Paseó alrededor del espacio limitado y pareció estar esperando que se durmiera.

Curioso por ver que planeaba, cerró los ojos y fingió somnolencia.

Yesung esperó varios minutos antes de tomar el teléfono celular que Spawn le había dado. Subió las escaleras y abrió la puerta—trampa hacia el bosque a fin que el teléfono tuviera señal.

Se aseguró de no dejar entrar la luz del preamanecer.

Yesung no sabía si esto podía funcionar o no, pero tenía que intentarlo. Marcó el número de Shin y apretó ‘llamar’.

—Vamos, Shindong —dijo susurrando. —Contesta el maldito teléfono.

Ryeowook yació en silencio, sabiendo que el teléfono celular nunca sornaría donde Shin estaba. Artemisa no lo permitiría.

Pero vamos, Artemisa no controlaba todo.

Usando sus limitados poderes, Ryeowook "ayudó" a la señal.



3 comentarios:

  1. Ahhhh Que genial!!!! Ne encanta!!!!
    Ya la cosa va tomando otro rumbo~
    Además de que por fin se hicieron uno~ que lindos!

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  2. Ahhhh Que genial!!!! Ne encanta!!!!
    Ya la cosa va tomando otro rumbo~
    Además de que por fin se hicieron uno~ que lindos!

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  3. Oh ahora fue real siiii, por fin Ryeowok lo ama, Yeye tambien solo que aun no se convence, espero que puedan llegar a buen final....oh siiii¡¡¡¡¡

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...