Amante Enemigo(DH5)- 8




Hyungjoon registró todo el apartamento antes de permitir que Zhou Mi cerrara la puerta con llave.

—¿Por qué estás tan nervioso? – Preguntó Zhou Mi—. Derrotamos a los Daimons.

—Tal vez –dijo Hyungjoon—. Es sólo que sigo escuchando la voz de ese tipo en mi cabeza, diciéndome que esto no ha terminado. Creo que nuestros amigos regresarán. Muy pronto.

El nerviosismo de Zhou Mi volvió con venganza. Habían estado demasiado cerca esta noche. El simple hecho de que Hyungjoon se hubiese rehusado a dejarlos luchar contra los Daimons y en lugar de eso hubiese optado por esconderse en un rincón del bar le demostraba qué tan peligrosos eran estos hombres.

Aún no estaba seguro de porqué Hyungjoon los había apartado de ellos. Ninguno de ellos se encogía de miedo ante nada ni nadie.

No hasta ahora.

—Entonces, ¿qué deberíamos hacer? –preguntó Zhou Mi.

Hyungjoon pasó las tres trabas de la puerta y sacó su arma.

—Poner la cabeza entre las piernas y dar el beso de despedida a nuestros traseros.

Zhou Mi estaba sorprendido por esas inesperadas palabras.


—¿Perdón?

—Nada. —Hyungjoon le ofreció una sonrisa alentadora que no llegó a sus ojos—. Haré una llamada, ¿está bien?

—Seguro.

Zhou Mi fue a su habitación, e hizo su mejor intento para no recordar la noche en que su madre había muerto. Había tenido una mala sensación en la boca del estómago todo el día. Igual que ahora.

No estaba a salvo. Ningún Daimon lo había atacado del modo en que lo habían hecho esta noche.

Los Daimons del club no habían aparecido para alimentarse o para divertirse. Estaban especialmente entrenados y habían aparecido como si hubiesen sabido exactamente dónde estaba él.

Quién era él. ¿Pero cómo?

¿Podrían encontrarlo incluso ahora?

Se llenó de terror. Fue hacia el vestidor y abrió el primer cajón. Dentro del mismo había un pequeño arsenal de armas, incluyendo la daga, de la gente de su madre, que le había sido entregada.

Zhou Mi no sabía cuánta gente tenía una daga como manta de seguridad, pero por otro lado, tampoco había muchas personas que hubiesen crecido del modo en que él había crecido. Aseguró la vaina a su cintura y la escondió en la base de la espina dorsal. Su muerte podría ser inminente en un par de meses, pero no tenía intención de morir un día antes de lo que correspondía.

Golpearon la puerta del frente.

Cuidadosamente, salió de la habitación y entró al living, esperando ver a Hyungjoon allí, también curioso acerca de su inesperado visitante.

Pero no estaba allí.

—¿Hyungjoon? –lo llamó, dando un paso dentro del dormitorio de su guardaespaldas. Nadie respondió—. ¿Hyungjoon?

Los golpes continuaron, más exigentes que antes.

Ya asustado, fue al cuarto de Hyungjoon y abrió la puerta. La habitación estaba vacía. Completamente. No había señales de que Hyungjoon hubiera estado allí alguna vez.

Su corazón martilleó. Quizás Hyungjoon había salido a buscar algo al auto y se hubiese quedado afuera sin llave.

Regresó a la puerta.

—Hyungjoon, ¿eres tú?

—Sí, déjame entrar.

Zhou Mi rió nerviosamente ante su estúpida conducta y abrió la puerta de par en par. No era Hyungjoon quien estaba afuera.

El Daimon de cabello oscuro le sonrió.

—¿Me extrañaste, príncipe? –dijo con una voz idéntica a la de Hyungjoon.

No podía creerlo. No podía ser real. Este tipo de cosas pasaban en las películas, no en la vida real.

—¿Qué eres, el maldito Terminator?

—No –dijo él calmadamente, con su propia voz—. Soy el Presagio, quien simplemente está preparando el camino para la Destructora.

Se estiró hacia él.

Zhou Mi dio un paso atrás. Él no podía entrar a la casa sin ser invitado. Buscando detrás de él extrajo la daga y le cortó el brazo.

Él se echó para atrás con un siseo.

Zhou Mi giró cuando vio a alguien detrás de él. Era otro Daimon. Lo golpeó en el pecho con su daga. Él se evaporó en una nube negro-dorada.

Otra sombra le pasó al lado.

Girando, pateó a Dylan, pero él no salió completamente por la puerta. En lugar de eso, sólo la bloqueó más.

—Eres rápido –dijo mientras su brazo se curaba instantáneamente ante los ojos de Zhou Mi—. Lo reconozco.

—No sabes ni la mitad.

Los Daimons se le acercaron por todos lados. ¿Cómo diablos habían entrado a su hogar? Pero no tenía tiempo para pensar en eso. Ahora mismo, en lo único que podía concentrarse era en sobrevivir. Le dio un rodillazo al siguiente Daimon que se le acercó y alejó a otro. Dylan se mantuvo apartado, como si la pelea lo entretuviese.

Otro Daimon. Zhou Mi lo lanzó por el aire. Cuando iba a apuñalarlo, Dylan apareció de la nada para sostenerle el brazo.

—Nadie ataca a Shanglin.

Él chilló mientras le arrancaba la daga de su mano. Zhou Mi se movió para golpearlo, pero en el instante en que sus miradas se encontraron, todos sus pensamientos se dispersaron. Los ojos de Dylan se volvieron de un extraño y arremolinado plateado. Se movieron en una hipnótica danza que lo mantuvo hechizado y convirtió sus pensamientos en gachas de avena. Toda su lucha interna se desvaneció instantáneamente. Una sonrisa traviesa y seductora curvó los labios de Dylan.

—¿Ves lo sencillo que es cuando no te resistes?

Zhoumi sintió su respiración sobre la garganta.

Una fuerza invisible inclinó su cabeza a un costado para darle acceso a Dylan a su cuello, y a la palpitante arteria carótida que Zhoumi podía sentir latiendo violentamente por el miedo. Por dentro, se estaba gritando a sí mismo que debía luchar.

Su cuerpo se rehusaba a obedecer.

La risa de Dylan retumbó un momento antes de que hundiera sus largos dientes en el cuello de Zhou Mi. Siseó mientras el dolor le atravesaba.

—¿Interrumpo?

Zhou Mi sólo podía reconocer vagamente la voz de Henry a través de la adormecida confusión de su mente.

Algo apartó bruscamente a Dylan de él. Pasaron unos pocos segundos antes de que se diera cuenta de que era Henry quien estaba golpeando al Daimon.

Henry lo tomó rápidamente en sus brazos y corrió con él. Zhou Mi apenas podía evitar que su cabeza pendiera hacia atrás mientras él se dirigía al enorme Expedition y lo tiraba dentro.

En el instante en que Henry estuvo en el auto, algo los golpeó fuertemente. De la oscuridad apareció un dragón negro y enorme sobre el capó.

—Déjalo salir y tú puedes seguir con vida –dijo el dragón con la voz de Dylan.

Henry respondió poniendo su SUV en marcha atrás y acelerándolo a fondo. Giró el volante y la bestia salió volando.

El dragón dio un chillido y les lanzó una ráfaga de fuego. Henry siguió adelante. El dragón huyó y saltó sobre ellos, luego se arqueó hacia arriba, muy arriba hacia el cielo, antes de desvanecerse en una brillante nube de oro.

—¿Qué diablos era eso? –preguntó Henry.

—Él es Apostolos –murmuró Zhou Mi mientras luchaba por salir de su aturdimiento—. Es el hijo de la Destructora Atlante y dios por derecho propio. Estamos jodidos.

Henry dejó escapar un sonido indignado.

—Sí, bueno, no dejo que nadie me joda sin antes haberme besado, y como no hay ni siquiera una mínima posibilidad en el mundo de que bese a ese bastardo, no estamos jodidos.

Pero cuando su Expedition se vio repentinamente rodeada por ocho Daimons en motocicletas, lo reconsideró.

Al menos por tres segundos.

Henry rió mientras examinaba a los Daimons.

—¿Sabes qué es lo hermoso de manejar uno de estos?

—No.

Desvió su Expedition hacia tres de las motos y las sacó de la ruta.

—Puedes aplastar a un Daimon como a un mosquito.

—Bueno, ya que ambos son insectos chupasangres, diría que vayas por ellos.

Henry lo miró de costado. Alguien que podía mantener el humor incluso en medio de la muerte. Le gustaba eso.

Los Daimons restantes debían haber pensado nuevamente sobre actuar contra él, y se apartaron de su SUV. Observó cómo desaparecían de su vista en el espejo retrovisor. Zhou Mi soltó un aliviado suspiro y se incorporó en el asiento. Giró la cabeza e intentó ver dónde habían desaparecido los Daimons. No había señales de ellos.

—Qué noche –dijo tranquilamente, mientras sus pensamientos se aclaraban y recordaba todo lo que había sucedido en el apartamento. Una vez más, el pánico lo consumió al recordar que Hyungjoon no había aparecido—. ¡Espera! Tenemos que regresar.

—¿Por qué?

—Mi guardaespaldas –dijo, agarrando el brazo de Henry—. No sé qué le sucedió.

Henry mantuvo su mirada en el camino que tenían delante.

—¿Estaba en el apartamento?

—Sí… quizás. —Zhou Mi se interrumpió mientras lo pensaba—. No estoy precisamente seguro. Fue a realizar una llamada a su habitación, y luego no estaba allí cuando fui a buscarlo para que me acompañase a abrir la puerta. –Soltó su brazo. El miedo y el dolor luchaban dentro de su corazón. ¿Qué pasaba si algo le había sucedido a Hyungjoon luego de todos estos años que habían estado juntos?—. ¿Crees que lo mataron?

Él lo miró, luego cambió de carril.  Extrajo su teléfono celular del cinturón e hizo una llamada. Zhou Mi se mordía las uñas mientras esperaba.

Escuchó la débil voz de alguien en el teléfono.

—Hola, Bin –dijo Henry—. Necesito un favor. Acabo de partir de los departamentos de estudiantes de Sherwood frente a la Universidad y podríamos tener una víctima allí… —Observó a Zhou Mi, pero sus ojos no dejaban traslucir nada de lo que estaba pensando o sintiendo—. Sí, sé que esta noche ha sido una verdadera locura. No sabes ni la mitad. –Pasó el teléfono de una mano a la otra—. ¿Cuál es el nombre de tu amigo? –le preguntó a Zhou Mi.

—Kim Hyungjoon.

Él frunció el ceño.

—¿Por qué conozco ese nombre? –Se lo transmitió a quienquiera que estuviera del otro lado —. Mierda –dijo, luego de una breve pausa—. ¿Crees que podrían estar relacionados con ella? –Una vez más, miró en dirección a Zhou Mi. Sólo que esta vez, su ceño era más siniestro—. No lo sé. Shin me dijo que lo protegiera y ahora su guardaespaldas tiene un nombre que lo ata a Artemisa. ¿Podría ser una extraña coincidencia?

Zhou Mi levantó la cabeza al oírlo. Jamás había pensado en el hecho de que el nombre de su guardaespaldas estuviera relacionado con Artemisa.

Había conocido a Hyungjoon en Grecia luego de haber volado desde Bélgica con un montón de Daimons pisándole los talones. Luego de ayudarlo en una pelea una noche, Hyungjoon le había dicho que había viajado ese verano a conocer las raíces de su herencia.

Había sido un beneficio que Hyungjoon hubiese mencionado que era un experto en artes marciales con un don para usar explosivos. Zhou Mi le había explicado que estaba buscando un nuevo guardaespaldas que reemplazara al anterior, y Hyungjoon había firmado el contrato con él inmediatamente.

"Amo lastimar a las cosas malvadas" le había confesado Hyungjoon. Henry suspiró.

—Tampoco lo sé. Está bien. Ve a buscar a Hyungjoon y yo llevaré a Zhou Mi a casa conmigo. Avísame qué encuentras. Gracias.

Colgó y regresó el teléfono a su cinto.

—¿Qué dijo?

Él no respondió a su pregunta. Al menos no exactamente.

—Dijo que tu guardaespaldas podría estar relacionado con Artemisa

Una gota de esperanza brotó dentro de ella. Si eso fuese cierto, tal vez los dioses no habían abandonado a su familia, después de todo. Quizás había alguna esperanza para él y su futuro

— ¿Ustedes dos piensan que Artemisa envió a Hyungjoon para que me protegiera?

Henry aferró con más fuerza el volante.

—A este punto, no sé qué pensar. El vocero de Artemisa me dijo que eres la clave para el fin del mundo y que tenía que protegerte, y…

—¿Qué quieres decir con “clave para el fin del mundo”? –preguntó, interrumpiéndolo. Él parecía tan sorprendido como él se sentía.

—¿Quieres decir que no sabes eso?

Bien, entonces era evidente que los Cazadores Oscuros podían drogarse y delirar.

—No. De hecho, en este momento estoy pensando que uno de nosotros, si no los dos, necesita soltar la pipa y empezar esta noche de nuevo.

Henry rió suavemente ante su comentario.

—Si no fuera por el hecho de que no puedo drogarme, podría estar de acuerdo con eso.

La mente de Zhou Mi se aceleró. ¿Había algo de verdad en lo que acababa de decir?

—Bueno, si tienes razón y soy la clave para la destrucción mundial, si fuera tú estaría haciendo un testamento.

—¿Por qué?

—Porque en menos de ocho meses cumplo veintisiete años.

Henry oyó el dolor en su voz mientras pronunciaba esas palabras, y comprendió muy bien el destino que estaba enfrentando.

—Dijiste que eras sólo medio Apolita.

—Sí, pero jamás conocí a un medio Apolita que sobreviviera la maldición, ¿y tú?

Él negó con la cabeza.

—Sólo los Were-Hunters parecen inmunes a la maldición Apolita.

Zhou Mi se quedó sentado en silencio, observando al tráfico por la ventanilla mientras meditaba sobre lo que había sucedido esta noche.

—Espera –dijo, mientras recordaba a los Daimons entrando a su apartamento—. ¿Cómo entró ese tipo a mi casa? Pensé que los Daimons tenían prohibido entrar a una casa sin una invitación.

La respuesta de Henry fue muy poco reconfortante.

—Pretextos.

—¿Perdón? – Le preguntó, arqueando ambas cejas—. ¿Qué quieres decir con “pretextos”?

Él salió de la autopista por una rampa de salida.

—Es imposible no llegar a amar a esos dioses. El mismo pretexto que permite a los Daimons entrar en centros comerciales y áreas públicas les permite entrar a los condominios y apartamentos.

—¿Cómo es eso?

—Los centros comerciales, departamentos, y cosas así pertenecen a una sola entidad. Cuando esa persona o esa compañía permiten que sus edificios sirvan abiertamente a varios grupos de personas, esencialmente ponen un felpudo de bienvenida cósmico para todo, incluidos los Daimons.

Oh, ¡esto era malditamente increíble! Parpadeó, sorprendido.

—¿Ahora me dices esto? ¿Por qué nadie me dijo esto antes? Pensé que estaba a salvo todo este tiempo.

—Tu guardaespaldas debería haberlo sabido. Si en realidad está conectado con Artemisa.

—Pero quizás no lo está. Sabes, podría ser sólo una persona normal.

—Sí, ¿una persona que estira los brazos y espanta a los Daimons Spathi?

Él tenía razón. O algo así.

—Dijo que no sabía porque se habían ido corriendo.

—Y más tarde te dejó solo para ir a enfrentarlos…

Zhou Mi se frotó los ojos mientras captaba su indirecta. ¿Hyungjoon podría estar trabajando con los Daimons? ¿Artemisa lo quería vivo o muerto?

—Oh, dios, no puedo confiar en nadie, ¿verdad? –susurró Zhou Mi cansadamente. 

—Bienvenido al mundo real, duque. La única persona en la que podemos confiar es en nosotros mismos.

Zhoumi no quería creer en eso, pero después de esta noche, parecía ser la única verdad que tenía.

¿Hyungjoon podía ser realmente un traidor luego de todo lo que habían pasado juntos?

—Hermoso, simplemente hermoso –susurró—. Dime algo, ¿puedo ir a dormir y que este día entero cambie?

Él dejó escapar una risa breve.

—Lo siento, no hay cambios.

Lo miró con malhumor.

—Oye, estás repleto de consuelo, ¿verdad?

Él no respondió.

Zhou Mi observó los autos que llegaban mientras intentaba pensar qué debería hacer. Por dónde debería comenzar para intentar entender lo que había sucedido esta noche.

Henry condujo fuera de la ciudad hacia un enorme estado a las afuera de Minnetonka. Todas las casas del lugar pertenecían a algunas de las personas más ricas del país.

Henry giró por un camino de entrada tan largo que no podía ver dónde terminaba. Claro que los bancos de nieve de un metro cincuenta de alto no ayudaban.

Él apretó un diminuto botón en su visor.

Las puertas de hierro se abrieron de par en par.

Zhou Mi suspiró lenta y apreciativamente mientras continuaban por el camino de entrada y vislumbraba su “casa.” “Palacio” hubiese sido más adecuado, y dado el hecho de que la casa de su padre no era exactamente una caja de fósforos, eso decía mucho.

Henry los condujo por el serpenteante camino de entrada hasta un garaje para cinco autos que estaba diseñado para parecer un establo. Adentro se encontraban el Hummer de Clinton (era difícil pasar por alto la presuntuosa patente que decía VIKINGO), dos Harleys clásicas, una elegante Ferrari, y un Excalibur verdaderamente excelente. El garaje estaba tan limpio por dentro que le recordaba a un salón de exhibiciones. Todo, desde las recargadas molduras rematadas hasta el piso de mármol decía “riqueza más allá de tus sueños más salvajes.”

Zhoumi arqueó una ceja.

—Has progresado mucho desde tu pequeña casa de campo junto al fiordo. Debes haber decidido que las riquezas no eran tan malas después de todo.

Estacionando el SUV, Henry giró su rostro hacia él con un ceño.

—¿Recuerdas eso?

Zhoumi paseó su mirada desde lo alto de su hermosa cabeza hasta la punta de sus botas de motociclista negras. Aunque seguía enojado con él, no podía reprimir el cálido estremecimiento de conciencia sexual que sentía al estar tan cerca de un hombre tan atractivo. Estaba para chuparse los dedos, el muy tonto. Y hablando de eso, tenía un muy buen trasero también.

—Recuerdo todos los sueños sobre nosotros.

Su ceño se oscureció.

—Entonces realmente estabas jodiendo con mi cabeza.

—¡Difícilmente! – Dijo con brusquedad, ofendido por su tono y la acusación—. No tuve nada que ver con eso. Por lo que sé, eras tú quien estaba metiéndose conmigo.

Henry salió de la camioneta y cerró con fuerza la puerta. Zhou Mi siguió su ejemplo.

—¡Kyujon! – Gritó él hacia el techo—. Baja tu trasero aquí mismo. ¡Ahora!

Zhou Mi se sorprendió cuando una bruma celeste brilló junto a Henry y apareció una hermosa joven. Con el cabello azabache y los ojos azul pálido, casi parecía un ángel. Con el rostro sin emociones, Kyujon lo miró a los ojos.

—Me dicen que eso fue rudo, Henry. Si tuviera sentimientos, los hubieses lastimado.

—Lo siento –dijo arrepentidamente—. No quería ser brusco, pero necesitaba preguntarte algo acerca de mis sueños.

Kyujon pasó su mirada de él a Zhou Mi, y entonces Zhou Mi comprendió. Este era uno de los Cazadores de Sueños sobre los que había leído en la página web de cazadores-de-sueños.com. Estos dioses griegos del sueño habían sido malditos una vez por Zeus para que ninguno de ellos fuese capaz de sentir emociones.

—¿Ustedes dos se encontraron en sus sueños? –le preguntó Kyujon a Henry.

Henry asintió.

—¿Fue real?

Kyujon inclinó la cabeza levemente mientras pensaba en eso. Sus pálidos ojos tenían una mirada lejana y frágil.

—Si los dos lo recuerdan, entonces sí. –Su mirada se aguzó mientras levantaba la vista hacia Henry—. Pero no fue ninguno de nosotros. Desde que estás bajo mi cuidado, ninguno de los otros hubiese interferido con tus sueños sin decírmelo.

—¿Estás seguro? –preguntó enfáticamente.

—Sí. Es el único código que todos nos cuidamos de cumplir. Cuando un Cazador Oscuro nos es otorgado para custodiar, jamás entramos sin una invitación directa.

Ese ceño tan familiar frunció las cejas de Henry. Zhou Mi estaba comenzando a preguntarse si el “verdadero” Henry era capaz de tener alguna otra expresión más que esa siniestra e intensa mirada.

—Ya que estoy bajo tu cuidado, ¿cómo es que no sabes acerca de los sueños que he tenido con él?

Kyujon se encogió de hombros en un gesto que se veía bastante torpe en él. Era evidente que era una expresión practicada.

—No me convocaste en tus sueños, ni estabas lastimado o necesitabas que te curara. No espío en tu mente inconsciente sin una causa, Henry. Los sueños son asuntos privados y sólo los malvados Skoti van donde no son invitados. —Kyujon giró para mirarla. Estiró la mano—. Puedes tocarme, Zhou Mi.

—¿Cómo sabes mi nombre?

—El sabe todo sobre ti –dijo Henry—. Los Cazadores de Sueños pueden ver a través de nosotros.

Zhou Mi tocó tentativamente la mano de Kyujon. Era suave y tibia. Humana. Aún así, había un extraño campo eléctrico alrededor que era similar a la electricidad estática, pero diferente. Era extrañamente calmante.

—No somos tan diferentes en este sueño –dijo Kyujon tranquilamente. Zhou Mi retiró la mano.

—¿Pero no tienes emociones?

—A veces podemos, si hemos estado recientemente dentro del sueño de un humano. Es posible continuar aspirando emociones por un breve tiempo.

—Los Skoti pueden aspirar por períodos más extensos –agregó Henry—. Son parecidos a los Daimons en ese sentido. En lugar de alimentarse de tu alma, los Skoti se alimentan de tus emociones.

—Vampiros de energía –dijo Zhou Mi. Kyujon asintió.

Zhou Mi había leído extensamente sobre los Cazadores de Sueños. A diferencia de los Cazadores Oscuros, había montones de literatura antigua sobre los Oneroi que habían sobrevivido. Los dioses del sueño aparecían durante toda la literatura griega, pero rara vez se mencionaba a los malvados Skoti que cazaban a las personas mientras dormían.

Todo lo que Zhou Mi sabía acerca de ellos era que eran muy temidos en las civilizaciones antiguas. Tanto, que muchos antiguos humanos tenían miedo hasta de mencionar a los Skoti por su nombre por temor a que incurrieran una visita de medianoche de los demonios del sueños.

—¿Artemisa nos habría hecho esto? –le preguntó Henry a Kyujon.

—¿Por qué lo haría? –respondió Kyujon.

Henry se movió ligeramente.

—Artemisa parece estar protegiendo al príncipe. ¿Podría haberlo enviado a mis sueños con ese propósito?

—Supongo que casi todo es posible.

Zhou Mi aprovechó las palabras de Kyujon con fervor y un extraño rayo de esperanza.

—¿Es posible que no tenga que morir en mi próximo cumpleaños?

La mirada sin emoción de Kyujon no prometía mucho más que sus palabras.

—Si estás pidiéndome una profecía, hijo, no puedo dártela. El futuro es algo que cada uno de nosotros debe conocer por sí mismo. Lo que diga ahora puede o no ser verdad.

—¿Pero todos los Apolitas tienen que morir a los veintisiete años? –preguntó Zhou Mi nuevamente, desesperado por una respuesta.

—Esa también es una pregunta de Oráculo.

Zhou Mi cerró los ojos con frustración. Todo lo que quería era un poco de esperanza. Una pequeña guía.
Un año más de vida.

Algo. Pero aparentemente estaba pidiendo demasiado.

—Gracias, Kyujon –dijo Henry, su voz fuerte y profunda.

El Cazador de Sueños inclinó la cabeza ante ellos, y luego desapareció.



2 comentarios:

  1. Ahhh que confusión tan confusa...
    O.o
    Pero bueno...ta muy muy interesante!

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  2. Ahhhh, maldicion porque es tan confuso, porquanze lo dejo su guardaespalda?, es un traior o que?, Zhoumi, tiene esperanzas de sobrevivir a su cumpleaños numero 27?, Oh, esta cada vez mejorrrr

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...