—Hola, Mi –lo saludó Hyungjoon mientras Zhou Mi tomaba
asiento a la mesa del desayuno. Zhou Mi no respondió. Una y otra vez veía a
Henry. Continuaba sintiendo sus manos sobre su cuerpo.
Si no estuviera seguro, podría jurar que aún estaba con él.
Pero no sabía quién era el amante de sus sueños. Porqué
se le aparecía. Era tan extraño.
—¿Estás bien? –le preguntó Hyungjoon.
—Sí, supongo. Es sólo que no dormí bien anoche.
Hyungjoon puso su mano sobre la frente de Zhou Mi.
—Pareces afiebrado, pero no lo estás.
Era cierto que estaba afiebrado, pero no enfermo. Había
una parte de él que no quería hacer más que volver a dormir, encontrar a su
misterioso hombre, y seguir haciendo el amor con él durante todo el día.
Hyungjoon le pasó los cereales.
—Ah, Jia llamó y me dijo que te diera las gracias por
presentarle a Coby anoche. Quiere verla nuevamente esta noche en el Empire y
quería saber si podemos acompañarla.
Zhou Mi se sobresaltó cuando las palabras de Hyungjoon
refrescaban algo perdido en su memoria. De repente, vio el Empire la noche
anterior. Vio a los Daimons.
Recordó el terror que había sentido. Pero más que nada,
recordó a Henry.
No el tierno amante de sus sueños, sino el oscuro y
terrorífico hombre que había matado a los Daimons enfrente suyo.
—Oh, dios mío –susurró mientras todo se volvía claro como
el agua.
"Dentro de cinco minutos ningún humano que estuviera
en ese bar va a recordar haberme visto."
Sus palabras se precipitaron en su mente. Pero él lo
recordaba.
Muy bien.
¿Había regresado a casa con él?
No. Zhou Mi se tranquilizó un poco al recordarlo claramente
abandonándolo. El regresando al club y reuniéndose con sus amigos.
Se había ido solo a la cama.
Pero había despertado desnudo. Con el cuerpo húmedo y
saciado…
—Mi, estoy empezando a preocuparme.
Zhou Mi respiró hondo y se liberó de todo. Era un sueño.
Tenía que serlo. Ninguna otra opción tenía sentido. Pero tratar con cosas tan
sobrenaturales como Daimons y Cazadores Oscuros rara vez tenía sentido.
—Estoy bien, pero no iré a mi clase matutina. Creo que
debemos investigar y hacer un mandado.
Hyungjoon parecía aún más preocupado que antes.
—¿Estás seguro? Tú no faltas a una clase por nada.
—Sí –dijo, sonriéndole—. Ve a buscar la laptop y veamos
que podemos encontrar sobre los Cazadores Oscuros.
Hyungjoon arqueó una ceja al escucharlo.
—¿Por qué?
En todos los años que Zhou Mi había sido perseguido por
la gente de su madre, sólo se había confiado completamente a dos de sus
guardaespaldas.
Uno que había muerto cuando Zhou Mi tenía sólo trece
años, en una pelea que casi había terminado con su vida.
El otro había sido Hyungjoon, quien había tomado la
verdad más fácilmente que el primer guardaespaldas. Hyungjoon apenas lo había
observado, parpadeado y dicho: “Genial. ¿Puedo matarlos y no ir a prisión?”
Desde entonces, Zhou Mi nunca le había guardado ningún
secreto a Hyungjoon. Su amigo y guardaespaldas sabía tanto de los Apolitas y
sus costumbres como Zhou Mi.
Lo que no era demasiado. Los Apolitas tenían el molesto
hábito de no permitir que nadie supiese que existían.
Aún así, había sido un tremendo alivio encontrar a
alguien que no pensaba que estaba demente o alucinando. Y en el curso de los
últimos cinco años, Hyungjoon había visto a suficientes Daimons y Apolitas que
lo perseguían como para saber la verdad.
Durante los últimos meses, mientras Zhou Mi se acercaba
al final de su vida, los ataques de los Daimons habían disminuido lo suficiente
como para que tuviera una pequeña apariencia de normalidad. Pero Zhou Mi no era
tan tonto como para pensar que estaba a salvo. Jamás estaría a salvo.
No hasta el día en que muriera.
—Creo que conocimos a un Cazador Oscuro anoche.
Hyungjoon frunció el ceño.
—¿Cuándo?
—En el club.
Zhou Mi dudó en contarle. Varios detalles estaban
incompletos incluso para él, y hasta que recordara más, no quería preocupar a Hyungjoon.
—Lo vi entre la gente.
—¿Entonces cómo sabes que era un Cazador Oscuro? Pensé
que habías dicho que eran fábulas.
—En realidad no lo sé. Puede haber sido cualquier tipo
raro con el cabello oscuro y colmillos, pero si tengo razón y él está en la
ciudad, quiero saber, porque él podría decirme si voy a caerme muerto dentro de
ocho meses o no.
—Está bien, buen punto. Pero, sabes, también puede haber
sido uno de los falsos vampiros Godos que suelen pasar el tiempo en el Empire.
Hyungjoon fue a su habitación a buscar la laptop e
instalarla sobre la mesa de la cocina mientras Zhou Mi terminaba de comer.
En cuanto estuvo listo, Zhou Mi entró en línea y se condujo
a Katoteros.com. Era una comunidad en línea que había encontrado poco más de un
año atrás, donde los Apolitas podían comunicarse. En la parte pública, parecía
un sitio de historia Griega, pero había áreas protegidas por contraseña.
No había nada en el sitio acerca de los Cazadores
Oscuros. Así que Hyungjoon y él pasaron algún tiempo intentando meterse en las
áreas privadas, lo que resultó ser aún más imposible que meterse en los
servidores del gobierno.
¿Qué pasaba con los seres sobrenaturales, que no querían
que otros descubrieran su paradero?
Bueno, entendía la necesidad de discreción. Pero era una
tremenda molestia para alguien que necesitaba algunas respuestas.
Lo más cercano a una ayuda que pudo encontrar fue un
enlace a “Pregúntale al Oráculo.” Cliqueándolo, Zhou Mi tipeó un simple e-mail.
—¿Los Cazadores Oscuros son reales?
Luego de eso, hizo una búsqueda de Cazadores Oscuros y
obtuvo tonterías. Era como si no existieran en ningún lado.
Antes de desconectarse, le regresó el e-mail del Oráculo
con sólo tres palabras como respuesta.
¿Lo eres tú?
—Quizás sólo son leyendas –dijo Hyungjoon nuevamente.
—Quizás.
Pero las leyendas no besaban del modo en que Henry lo
había besado, ni encontraban el modo de meterse en sus sueños.
Dos horas más tarde, Zhou Mi decidió utilizar su último
recurso… su padre.
Hyungjoon condujo hasta la oficina de su padre, que
quedaba en un edificio de muchos pisos en el centro de St. Paul. Considerando
todos los puntos, el tráfico de media mañana era leve y Hyungjoon se las había
arreglado para darle sólo un pequeño ataque al corazón con su evasivo estilo de
conducción.
Sin importar el momento del día, o qué tan mala fuera la
congestión del tráfico, Hyungjoon siempre conducía como si los Daimons los
estuviesen persiguiendo.
Hyungjoon metió el auto a toda velocidad en el
estacionamiento, golpeando el portón automático en el camino antes de dar la
vuelta rápidamente alrededor de un lento Toyota y golpearlo en un buen sitio.
El conductor las insultó, y luego continuó andando.
—Lo juro, Hyungjoon, conduces como si estuvieras en un
video juego.
—Sí, sí. ¿Quieres ver la pistola de rayos láser que tengo
bajo el capó para destruirlos si no se apartan de mi camino?
Zhou Mi rió, aunque una parte de él se preguntó si tal vez
Hyungjoon tenía algo realmente escondido allí. Conociendo a su amigo, era
posible.
En cuanto dejaron el auto en el aparcamiento y entraron
al edificio, atrajeron mucha atención. Los guardias de la compañía los
saludaron con un asentimiento en la puerta y las hicieron pasar con un gesto de
la mano.
El padre de Zhou Mi era el infame Wang Chilhyun de Farmacéuticos Wang, Briggs, y Smith, una de las compañías de desarrollo e
investigación de medicamentos más grande del mundo.
Mucha de la gente que pasó a su lado mientras caminaba a
través del edificio lo miraba con recelo. Sabían que era el único heredero de
su padre, y todos pensaban que se daba la buena vida.
Si sólo supieran…
—Buen día, señorito Wang –lo saludó la asistente
administrativa cuando finalmente llegó al vigésimo segundo piso—. ¿Desea que
llame a su padre?
Zhou Mi le sonrió a la mujer, quien era muy dulce pero
siempre la hacía sentir como si debiese perder diez kilos y pasarse la mano por
el pelo tímidamente para aplacarlo. Era una de esas personas escrupulosamente
bien vestidas que jamás tenían una molécula fuera de lugar.
—¿Está solo? —la secretaria asintió—. Entraré y le daré
la sorpresa.
—Definitivamente, así será. Sé que estará feliz de verlo.
Dejando a la mujer con su trabajo y a Hyungjoon esperando
sentado, Zhou Mi entró al sagrado dominio de trabajador compulsivo de su padre.
Contemporánea en cuanto al diseño, la oficina tenía una
atmósfera “fresca”, aunque su padre era cualquier cosa menos un hombre frío.
Había amado a su madre apasionadamente, y desde el momento del nacimiento de Zhou
Mi, lo había adorado con todo su ser.
Su padre era un hombre excepcionalmente apuesto. A los
cincuenta y nueve, estaba en muy buena forma, y parecía más cercano a los
cuarenta largos.
Aunque se había visto forzado a crecer lejos de él, por
miedo a que los Apolitas o los Daimons le encontraran si se quedaba demasiado
tiempo en un mismo sitio, él jamás había estado lejos, incluso cuando Zhou Mi
había recorrido el mundo. Sólo a una llamada de teléfono o a un vuelo de
distancia.
A través de los años, él había aparecido inesperadamente
en su puerta con regalos y abrazos, a veces en medio de la noche. A veces a
mitad del día.
Cuando era pequeño, él y sus hermanas solían apostar
acerca de cuándo aparecería nuevamente a verlos. Nunca había decepcionado a
ninguno de ellos, ni se había perdido de un solo cumpleaños
Zhou Mi amaba a este hombre más que a nada en el mundo, y
le aterraba pensar qué le pasaría si él muriese dentro de ocho meses, como los
demás Apolitas. Demasiadas veces había presenciado su dolor y sufrimiento
mientras enterraba a su madre y a cuatro hermanas mayores.
Cada muerte había desgarrado su corazón, especialmente el
auto bomba que había matado a su madre y a sus dos últimas hermanas.
¿Será capaz de soportar otro revés semejante?
Dejando ese aterrador pensamiento a un lado, se acercó a
su escritorio de acero y vidrio. Él estaba hablando por teléfono, pero colgó en
el instante en que levantó la vista de su montón de papeles y lo vio.
Con el rostro instantáneamente iluminado, se paró y lo
abrazó; luego se apartó con un ceño preocupado.
—¿Qué estás haciendo aquí, bebé? ¿No deberías estar en
clase?
El le dio un golpecito en el brazo y lo urgió a regresar
a su lado del escritorio mientras se dejaba caer en una de las cómodas sillas
de enfrente.
—Probablemente.
—¿Entonces porqué estás aquí? Tú no faltas a una clase
para venir a verme.
Rio porque él repetía la opinión de Hyungjoon de antes.
Quizás necesitaba alterar un poquito sus hábitos. En su situación, una conducta
previsible era un peligroso inconveniente.
—Quería hablar contigo.
—¿Acerca de?
—Los Cazadores Oscuros.
Su padre se puso pálido, haciendo que Zhou Mi se
preguntara cuánto sabía él, y cuánto pensaba compartir. Tenía una desagradable
tendencia a sobreprotegerlo, de aquí su largo legado de guardaespaldas.
—¿Por qué quieres saber acerca de ellos? –le preguntó
cautelosamente.
—Porque anoche fui atacado por Daimons y un Cazador
Oscuro salvó mi vida.
Él se puso de pie de golpe y corrió hacia el otro lado
del escritorio.
—¿Te lastimaron?
—No, papi –se apresuró a asegurarle mientras él intentaba
inspeccionar su cuerpo en busca de daños—. Sólo me asustaron.
Él se apartó con un ceño sombrío, pero mantuvo sus manos
en los brazos de su hijo.
—Está bien, escucha. Necesitas abandonar el colegio,
haremos…
—Papi –le dijo con firmeza—, no abandonaré a menos de un
año de graduarme. Estoy harto de escapar.
Aunque podía no seguir vivo dentro de ocho meses, había
una posibilidad de que pudiera. Hasta que estuviera seguro, había jurado vivir
su vida lo más normalmente posible. Zhou Mi vio el horror en su rostro.
—Esto no es algo discutible, Zhou Mi. Le juré a tu madre
que te mantendría a salvo de los Apolitas y lo haré. No permitiré que te maten
también.
Apretó los dientes ante el recordatorio de un juramento
que su padre consideraba tan sagrado como su oficina y su compañía. Conocía
demasiado bien el legado que había heredado de la familia de su madre.
Siglos atrás, había sido su ancestro quien había causado
que los Apolitas fueran malditos. Por culpa de los celos, su tatara-tatara-algo
había enviado soldados a asesinar al hijo y la amante del dios Apolo. En
represalia, el dios griego del sol había quitado su apoyo a todos los Apolitas.
Los había desterrado de la luz del sol para que el
furioso dios jamás tuviera que volver a verlos.
Pero el más crudo golpe de
todos era que los había condenado a una vida de sólo veintisiete años; la misma
edad que tenía su amante cuando había sido asesinada por los Apolitas.
En su vigésimo séptimo cumpleaños, un Apolita pasaba el
día entero desintegrándose lenta y dolorosamente. Era una muerte tan horrenda
que la mayoría de ellos se suicidaba según el ritual, el día anterior a su
cumpleaños, para escapar de ella.
La única esperanza que tenía un Apolita era asesinar a un
humano y tomar el alma dentro de su propio cuerpo. No existía otro modo de
prolongar su corta vida. Pero en el instante en que se convertía en Daimon,
pasaban de un lado al otro e invocaban la ira de los dioses.
Entonces aparecían los Cazadores Oscuros, para matarlos y
liberar las almas humanas antes de que al estar atrapadas se marchitaran y
murieran.
En ocho breves meses, Zhou Mi cumpliría veintisiete años.
Era algo que le aterraba.
Era en parte humano y por
esa razón podía caminar bajo el sol, pero tenía que mantenerse cubierto y no
podía estar fuera demasiado tiempo sin quemarse severamente.
Sus largos dientes caninos habían sido limados por un
dentista cuando tenía diez años, y aunque era anémico, su necesidad de sangre
era satisfecha con transfusiones bimestrales. Era afortunado. El puñado de
Apolita-humanos que había conocido a través de los años se había inclinado
principalmente hacia su herencia Apolita.
Todos ellos habían muerto a los veintisiete. Todos ellos.
Pero Zhou Mi siempre se había aferrado a la esperanza de
que tenía suficiente de humano como para pasar su cumpleaños.
Pero finalmente, no sabía, y nunca había podido encontrar
a alguien que supiera más sobre su “condición” que él mismo.
Zhou Mi no quería morir. No ahora, cuando le quedaba
tanto por vivir. Deseaba la mayoría de las cosas que los demás deseaban. Un
esposo. Una familia.
Más que nada, un futuro.
—Quizás este Cazador Oscuro sabe algo acerca de mi sangre
mezclada. Tal vez, él…
—Tu madre se volvería loca si escuchara su nombre –le
dijo su padre mientras le acariciaba la mejilla—. Sé muy poco sobre los
Apolitas, pero sé que todos ellos odian a los Cazadores Oscuros. Tu madre dijo
que eran malvados asesinos sin alma con los que no se podía razonar.
—No son Terminator, papi.
—Por el modo en que tu madre hablaba de ellos, lo son.
Bueno, eso era cierto. Su madre había pasado horas
advirtiéndoles para que se mantuvieran alejados de tres cosas: Cazadores
Oscuros, Daimons, y Apolitas; en ese orden.
—Mamá jamás conoció a ninguno. Todo lo que sabía era lo
que sus padres le habían contado, y apostaría a que ellos tampoco conocieron a
uno. Además, ¿qué tal si este Cazador Oscuro es la clave para ayudarme a
encontrar un modo de vivir más tiempo?
Su padre apretó su mano con más fuerza.
—¿Y qué si fue enviado a matarte al igual que los Daimons
y Apolitas que mataron a tu madre? Sabes lo que dice el mito. Te asesinan, y la
maldición desaparece en ellos.
Zhou Mi pensó en eso un segundo.
—¿Y qué sucede si tienen razón? ¿Qué sucedería si mi
muerte permitiese que los demás Apolitas vivieran normalmente? Quizás debería
morir.
El rostro de su padre se enrojeció de furia. Su mirada
quemó la suya mientras lo agarraba con más fuerza aún.
—Wang Zhou Mi, será mejor que jamás vuelva a oírte decir
eso. ¿Me comprendes?
Zhou Mi asintió, arrepentido por haber elevado su presión
sanguínea cuando eso era lo último que quería hacer.
—Lo sé, papi. Sólo estoy molesto.
Él le besó la frente.
—Lo sé, bebé. Lo sé.
Vio el tormento en su rostro mientras se levantaba y
regresaba a su silla.
Él no dijo lo que ambos pensaban. Mucho tiempo atrás él
había confiado a un pequeño grupo de investigadores la tarea de encontrar una
“cura” para su extraña enfermedad, y sólo se encontró con que la ciencia
moderna era impotente ante la ira de un antiguo dios.
Quizás él tenía razón, quizás Henry era tan peligroso
para él como todos los demás. Sabía que los Cazadores Oscuros habían jurado
matar a los Daimons, pero no sabía cómo se manejarían con los Apolitas.
Su madre le había dicho que no confiara en nadie,
especialmente en quienes se ganaban la vida asesinando a su gente.
Aún así, su instinto le decía que una raza que había
pasado la eternidad cazando a la suya sabría todo sobre ellos.
Además, ¿por qué un Cazador Oscuro ayudaría a un Apolita
cuando eran enemigos jurados?
—Fue una idea estúpida, ¿verdad?
—No, Mi –le dijo su padre amablemente—. No fue para nada
estúpida. Simplemente no quiero verte herido.
El se levantó y fue a abrazarlo y darle un beso.
—Iré a clases y lo olvidaré.
—Aún deseo que pensaras en irte por un tiempo. Si esos
Daimons te vieron, pueden haberle dicho a alguien más que estás aquí.
—Confía en mí, papi, no tuvieron tiempo. Nadie sabe que
estoy aquí, y no quiero irme. Jamás.
La palabra fue tácita entre ellos. Vio que los labios de
su padre temblaban mientras ambos pensaban en el hecho de que el reloj estaba
corriendo para él.
—¿Por qué no vienes a cenar esta noche? –Le preguntó su
padre—. Me iré del trabajo temprano, y…
—Le prometí a Jia que podríamos hacer algo. ¿Nos vemos
mañana?
Él asintió y le dio un apretón tan fuerte que Zhou Mi dio
un respingo ante la presión de los brazos alrededor de su cintura.
—Ten cuidado.
—Lo haré.
Por la expresión de su rostro, podía decir que su padre
no quería que se fuera más de lo que él mismo quería partir.
—Te quiero, Zhou Mi.
—Lo sé. Yo también te quiero, papi. Le sonrió y lo dejó
solo con su trabajo.
Zhou Mi recorrió el camino desde la oficina hasta fuera
del edificio, mientras sus pensamientos regresaban a sus sueños con Henry y el
modo en que lo había sentido entre sus brazos.
Hyungjoon se quedó detrás y se mantuvo completamente
callado, dándole el espacio que necesitaba. Era lo que más adoraba de su
guardaespaldas.
A veces parecía que Hyungjoon estaba conectado
psíquicamente con él.
—Necesito un Starbucks
–le dijo Zhou Mi a Hyungjoon sobre el hombro—. ¿Y tú?
—Dame granos de café o mátame.
Mientras caminaba por la calle hacia la cafetería, Zhou
Mi comenzó a pensar más y más acerca de los Cazadores Oscuros.
Como antes les había dado poca importancia, tomándolos
como mitos que su madre había usado para asustarlo, nunca los había investigado
realmente mientras había estudiado sobre la Grecia antigua.
Desde que era un niño había pasado su tiempo libre
investigando la historia de su madre, y viejas leyendas.
No podía recordar haber encontrado una mención sobre los
Cazadores Oscuros en sus lecturas, lo que en su mente simplemente había
confirmado que su madre le transmitía historias sobre cocos, y no gente real.
Pero tal vez había pasado por alto…
—¡Hey, Zhou Mi!
Saliendo de sus meditaciones, levantó la vista y vio a
uno de los chicos de la escuela saludándolo con la mano mientras se acercaba a
Starbucks.
—Clinton Lau –susurró Hyungjoon en voz baja cuando él se
acercó.
—Gracias –le dijo Zhou Mi en un tono igualmente bajo,
agradecido de que Hyungjoon recordara mejor los nombres que él.
Siempre recordaba los rostros, pero los nombres se le
escapaban con frecuencia. Él se detuvo ante ellos.
—Hola, Clinton –le dijo, sonriéndole. Él era
verdaderamente agradable y siempre intentaba ayudar a quien lo necesitara—.
¿Qué te trae por aquí?
Lo notó instantáneamente incómodo.
—Yo… eh… estaba buscando algo para alguien.
Hyungjoon intercambió una mirada interesada con él.
—Suena un poco sospechoso. Espero que no sea ilegal.
Él se sonrojó profusamente.
—No, no es ilegal. Simplemente un poco personal.
Por alguna razón, a Zhou Mi le agradaba más cómo sonaba
lo de que fuera ilegal. Esperó un minuto o dos mientras él se veía bastante
incómodo.
Clinton era un estudiante universitario aún no graduado
en su clase de Inglés Antiguo. En realidad no se habían hablado demasiado,
excepto para comparar notas cada vez que él había tenido problemas para
traducir algo. Clinton era el preferido del profesor y tenía una puntuación
perfecta en todas las evaluaciones.
Todos en la clase querían colgarlo por elevar el
promedio.
—¿Hiciste la tarea para la clase de esta tarde? –le
preguntó finalmente. El asintió — Fue genial, ¿cierto? Una cosa realmente
emocionante.
Por su expresión, Zhou Mi podía asegurar que hablaba en
serio.
—Como que me perforen los dientes sin Novocaína
–respondió, intentando ser gracioso y divertido.
Él no lo tomó de ese modo. Su semblante se enserió.
—Lo siento. Estoy comportándome como un traga libros
nuevamente. –Se tiró nerviosamente de la oreja y dejó caer la mirada al suelo—.
Será mejor que me vaya. Hay otras cosas que necesito hacer.
Cuando comenzaba a alejarse, lo llamó.
—Hey, ¿Clinton? –él se detuvo y lo miró—. ¿Síndrome de
hijo sobreprotegido?
—¿Perdón?
—También eres un hijo sobreprotegido, ¿verdad?
Clinton se rascó la nuca.
—¿Cómo lo supiste?
—Créeme, tiene los clásicos síntomas. Yo también solía
tenerlos, pero luego de años de intensa terapia, aprendí a esconderlos y ahora
logro funcionar casi con normalidad.
Él se rió ante sus palabras.
—¿Tienes el nombre del terapeuta a mano?
El sonrió.
—Seguro. —Zhou Mi inclinó su cabeza hacia la cafetería—.
¿Tienes tiempo para acompañarnos a tomar una taza de café?
Clinton se veía como si él acabara de abrirle las puertas
del Banco Nacional.
—Sí, gracias.
Zhou Mi y Hyungjoon fueron hacia Starbucks con Clinton
detrás de ellos, que parecía un cachorro contento de que su dueño estuviera en
casa.
Luego de comprar sus bebidas, se sentaron en la parte
trasera, alejados de las ventanas, donde la luz no podía quemarla.
—Entonces, ¿por qué estás cursando Inglés Antiguo? – Le
preguntó Clinton luego de que Hyungjoon se excusara para ir al tocador—. No
pareces el tipo de persona que se ofrece voluntariamente para ese estilo de
castigo.
—Siempre estoy intentando investigar… cosas viejas –le
respondió, a falta de un mejor término. Era difícil explicar a un extraño que
buscaba maldiciones y hechizos con la esperanza de alargar su vida—. ¿Y tú? Da
la impresión de que estarías más cómodo en una clase de computación.
Él se encogió de hombros.
—Fue luego de aprobar con demasiada facilidad este
semestre. Quería algo que me costara un poco más.
—Sí, pero, ¿Inglés Antiguo? ¿En qué clase de hogar vives?
—En uno donde lo hablan.
—¡Estás bromeando! – Le dijo, incrédulo—. ¿Quién diablos
habla ese idioma?
—Nosotros. En serio.
Entonces le dijo algo que no pudo entender.
—¿Acabas de insultarme?
—No –le dijo sinceramente—. Jamás haría algo así.
Sonrió mientras miraba de reojo la mochila de Clinton,
cuando tuvo una reacción tardía. Había una afligida agenda marrón que se veía
dentro de una pequeña bolsa que tenía el cierre abierto. La agenda tenía una
cinta borgoña colgando hacia afuera, con un interesante prendedor adherido. El
prendedor tenía el dibujo de un escudo circular con dos espadas cruzadas, y
sobre las espadas estaban las iniciales C.O.
Qué extraño era ver eso justamente hoy, cuando tenía en
mente un tipo completamente diferente de C.O.
Tal vez era un presagio…
—¿C.O.? –le preguntó, tocando el emblema.
Lo dio vuelta y su corazón se detuvo cuando vio las
palabras “Cazador Oscuro.com” grabadas en él.
—¿Eh? —Clinton observó su mano—. Oh… ¡Oh! –dijo,
poniéndose otra vez repentinamente nervioso. Se lo quitó y lo metió de vuelta
en su mochila, luego corrió el cierre —. Simplemente es algo con lo que juego a
veces.
¿Por qué estaba tan tenso? ¿Tan evidentemente incómodo?
—¿Estás seguro de que no estás haciendo nada ilegal, Clinton?
—Sí, confía en mí. Si tuviese siquiera un pensamiento
ilegal, me atraparían y me patearían el trasero.
Zhou Mi no estaba tan seguro de eso cuando Hyungjoon se
les unió. Cazador Oscuro.com…
No había intentado buscarlos sin un guión entre las
palabras. Y ahora tenía una dirección para probar.
Conversaron algunos minutos más acerca de la clase, luego
se separaron para que Clinton pudiera terminar con sus recados antes de su
clase de Inglés Antiguo hacia finales de la tarde, y él pudiera regresar al
campus antes de la próxima.
Podía faltar a una clase por día, pero dos… No. Zhou Mi
era muy dedicado.
En poco tiempo, estaba a salvo y cómodamente establecido
detrás de su escritorio, esperando que su profesor de Clásicos apareciera,
mientras otros estudiantes conversaban a su alrededor. Hyungjoon estaba cerca,
en una pequeña sala de espera donde leía una novela.
Mientras Zhou Mi esperaba al profesor, decidió navegar un
poco en la red. Tipeó Cazador-Oscuro.com.
Esperó mientras la página se cargaba. En el instante en
que lo hizo, jadeó. Oh, esto se estaba poniendo bueno…
Ay Dios ~
ResponderEliminarNooooo no quiero que Mimi muera!
Ay una posibilidad de que sienfo apolita, pase su cumpleaños 27 !???
Ahhh por que hicieron el amor en sueños!??? Quién de los dos tiene ese poder!??? Y por qué Mimi si lo recuerda!???
Ahhh que lindos...
Oh cielos, a que va la leyenda se supone que Mimi muera para salvar a los apolitas?, noooo, puede Henry salvarlo?, conoce a su heredero, creo que las cosas van bien pronto se encontraran, oh siii
ResponderEliminarMe deprime pensar en la maldición que sufre Zhou Mi, que triste que haya perdido así a su madre y sus hermanas, debe haber ido muy duro también para su padre.
ResponderEliminar¿Cómo es posible que todos tengan su página web? los apolitas, los cazadores oscuros, solo falta que los dioses también lo tengan xD
Quien iba a decir que Clinton era compañero de clases de Zhou Mi fue una suerte que viera el nombre de la página de los cazadores oscuros. Ahora a ver con que se encuentra Zhou Mi.
Gracias por el cap