Amante Enemigo (DH5)- 4




—Hola, Mi –lo saludó Hyungjoon mientras Zhou Mi tomaba asiento a la mesa del desayuno. Zhou Mi no respondió. Una y otra vez veía a Henry. Continuaba sintiendo sus manos sobre su cuerpo.

Si no estuviera seguro, podría jurar que aún estaba con él.

Pero no sabía quién era el amante de sus sueños. Porqué se le aparecía. Era tan extraño.

—¿Estás bien? –le preguntó Hyungjoon.

—Sí, supongo. Es sólo que no dormí bien anoche.

Hyungjoon puso su mano sobre la frente de Zhou Mi.

—Pareces afiebrado, pero no lo estás.

Era cierto que estaba afiebrado, pero no enfermo. Había una parte de él que no quería hacer más que volver a dormir, encontrar a su misterioso hombre, y seguir haciendo el amor con él durante todo el día.

Hyungjoon le pasó los cereales.

—Ah, Jia llamó y me dijo que te diera las gracias por presentarle a Coby anoche. Quiere verla nuevamente esta noche en el Empire y quería saber si podemos acompañarla.


Zhou Mi se sobresaltó cuando las palabras de Hyungjoon refrescaban algo perdido en su memoria. De repente, vio el Empire la noche anterior. Vio a los Daimons.

Recordó el terror que había sentido. Pero más que nada, recordó a Henry.

No el tierno amante de sus sueños, sino el oscuro y terrorífico hombre que había matado a los Daimons enfrente suyo.

—Oh, dios mío –susurró mientras todo se volvía claro como el agua.

"Dentro de cinco minutos ningún humano que estuviera en ese bar va a recordar haberme visto."

Sus palabras se precipitaron en su mente. Pero él lo recordaba.

Muy bien.

¿Había regresado a casa con él?

No. Zhou Mi se tranquilizó un poco al recordarlo claramente abandonándolo. El regresando al club y reuniéndose con sus amigos.

Se había ido solo a la cama.

Pero había despertado desnudo. Con el cuerpo húmedo y saciado…

—Mi, estoy empezando a preocuparme.

Zhou Mi respiró hondo y se liberó de todo. Era un sueño. Tenía que serlo. Ninguna otra opción tenía sentido. Pero tratar con cosas tan sobrenaturales como Daimons y Cazadores Oscuros rara vez tenía sentido.

—Estoy bien, pero no iré a mi clase matutina. Creo que debemos investigar y hacer un mandado.

Hyungjoon parecía aún más preocupado que antes.

—¿Estás seguro? Tú no faltas a una clase por nada.

—Sí –dijo, sonriéndole—. Ve a buscar la laptop y veamos que podemos encontrar sobre los Cazadores Oscuros.

Hyungjoon arqueó una ceja al escucharlo.

—¿Por qué?

En todos los años que Zhou Mi había sido perseguido por la gente de su madre, sólo se había confiado completamente a dos de sus guardaespaldas.

Uno que había muerto cuando Zhou Mi tenía sólo trece años, en una pelea que casi había terminado con su vida.

El otro había sido Hyungjoon, quien había tomado la verdad más fácilmente que el primer guardaespaldas. Hyungjoon apenas lo había observado, parpadeado y dicho: “Genial. ¿Puedo matarlos y no ir a prisión?”

Desde entonces, Zhou Mi nunca le había guardado ningún secreto a Hyungjoon. Su amigo y guardaespaldas sabía tanto de los Apolitas y sus costumbres como Zhou Mi.

Lo que no era demasiado. Los Apolitas tenían el molesto hábito de no permitir que nadie supiese que existían.

Aún así, había sido un tremendo alivio encontrar a alguien que no pensaba que estaba demente o alucinando. Y en el curso de los últimos cinco años, Hyungjoon había visto a suficientes Daimons y Apolitas que lo perseguían como para saber la verdad.

Durante los últimos meses, mientras Zhou Mi se acercaba al final de su vida, los ataques de los Daimons habían disminuido lo suficiente como para que tuviera una pequeña apariencia de normalidad. Pero Zhou Mi no era tan tonto como para pensar que estaba a salvo. Jamás estaría a salvo.

No hasta el día en que muriera.

—Creo que conocimos a un Cazador Oscuro anoche.

Hyungjoon frunció el ceño.

—¿Cuándo?

—En el club.


—¿Cuándo? —repitió.

Zhou Mi dudó en contarle. Varios detalles estaban incompletos incluso para él, y hasta que recordara más, no quería preocupar a Hyungjoon.

—Lo vi entre la gente.

—¿Entonces cómo sabes que era un Cazador Oscuro? Pensé que habías dicho que eran fábulas.

—En realidad no lo sé. Puede haber sido cualquier tipo raro con el cabello oscuro y colmillos, pero si tengo razón y él está en la ciudad, quiero saber, porque él podría decirme si voy a caerme muerto dentro de ocho meses o no.

—Está bien, buen punto. Pero, sabes, también puede haber sido uno de los falsos vampiros Godos que suelen pasar el tiempo en el Empire.

Hyungjoon fue a su habitación a buscar la laptop e instalarla sobre la mesa de la cocina mientras Zhou Mi terminaba de comer.

En cuanto estuvo listo, Zhou Mi entró en línea y se condujo a Katoteros.com. Era una comunidad en línea que había encontrado poco más de un año atrás, donde los Apolitas podían comunicarse. En la parte pública, parecía un sitio de historia Griega, pero había áreas protegidas por contraseña.

No había nada en el sitio acerca de los Cazadores Oscuros. Así que Hyungjoon y él pasaron algún tiempo intentando meterse en las áreas privadas, lo que resultó ser aún más imposible que meterse en los servidores del gobierno.

¿Qué pasaba con los seres sobrenaturales, que no querían que otros descubrieran su paradero?

Bueno, entendía la necesidad de discreción. Pero era una tremenda molestia para alguien que necesitaba algunas respuestas.

Lo más cercano a una ayuda que pudo encontrar fue un enlace a “Pregúntale al Oráculo.” Cliqueándolo, Zhou Mi tipeó un simple e-mail.

—¿Los Cazadores Oscuros son reales?

Luego de eso, hizo una búsqueda de Cazadores Oscuros y obtuvo tonterías. Era como si no existieran en ningún lado.

Antes de desconectarse, le regresó el e-mail del Oráculo con sólo tres palabras como respuesta.

¿Lo eres tú?

—Quizás sólo son leyendas –dijo Hyungjoon nuevamente.

—Quizás.

Pero las leyendas no besaban del modo en que Henry lo había besado, ni encontraban el modo de meterse en sus sueños.

Dos horas más tarde, Zhou Mi decidió utilizar su último recurso… su padre.

Hyungjoon condujo hasta la oficina de su padre, que quedaba en un edificio de muchos pisos en el centro de St. Paul. Considerando todos los puntos, el tráfico de media mañana era leve y Hyungjoon se las había arreglado para darle sólo un pequeño ataque al corazón con su evasivo estilo de conducción.

Sin importar el momento del día, o qué tan mala fuera la congestión del tráfico, Hyungjoon siempre conducía como si los Daimons los estuviesen persiguiendo.

Hyungjoon metió el auto a toda velocidad en el estacionamiento, golpeando el portón automático en el camino antes de dar la vuelta rápidamente alrededor de un lento Toyota y golpearlo en un buen sitio.
El conductor las insultó, y luego continuó andando.

—Lo juro, Hyungjoon, conduces como si estuvieras en un video juego.

—Sí, sí. ¿Quieres ver la pistola de rayos láser que tengo bajo el capó para destruirlos si no se apartan de mi camino?

Zhou Mi rió, aunque una parte de él se preguntó si tal vez Hyungjoon tenía algo realmente escondido allí. Conociendo a su amigo, era posible.

En cuanto dejaron el auto en el aparcamiento y entraron al edificio, atrajeron mucha atención. Los guardias de la compañía los saludaron con un asentimiento en la puerta y las hicieron pasar con un gesto de la mano.

El padre de Zhou Mi era el infame Wang Chilhyun de Farmacéuticos Wang, Briggs, y Smith, una de las compañías de desarrollo e investigación de medicamentos más grande del mundo.

Mucha de la gente que pasó a su lado mientras caminaba a través del edificio lo miraba con recelo. Sabían que era el único heredero de su padre, y todos pensaban que se daba la buena vida.

Si sólo supieran…

—Buen día, señorito Wang –lo saludó la asistente administrativa cuando finalmente llegó al vigésimo segundo piso—. ¿Desea que llame a su padre?

Zhou Mi le sonrió a la mujer, quien era muy dulce pero siempre la hacía sentir como si debiese perder diez kilos y pasarse la mano por el pelo tímidamente para aplacarlo. Era una de esas personas escrupulosamente bien vestidas que jamás tenían una molécula fuera de lugar.

—¿Está solo? —la secretaria asintió—. Entraré y le daré la sorpresa.

—Definitivamente, así será. Sé que estará feliz de verlo.

Dejando a la mujer con su trabajo y a Hyungjoon esperando sentado, Zhou Mi entró al sagrado dominio de trabajador compulsivo de su padre.

Contemporánea en cuanto al diseño, la oficina tenía una atmósfera “fresca”, aunque su padre era cualquier cosa menos un hombre frío. Había amado a su madre apasionadamente, y desde el momento del nacimiento de Zhou Mi, lo había adorado con todo su ser.

Su padre era un hombre excepcionalmente apuesto. A los cincuenta y nueve, estaba en muy buena forma, y parecía más cercano a los cuarenta largos.

Aunque se había visto forzado a crecer lejos de él, por miedo a que los Apolitas o los Daimons le encontraran si se quedaba demasiado tiempo en un mismo sitio, él jamás había estado lejos, incluso cuando Zhou Mi había recorrido el mundo. Sólo a una llamada de teléfono o a un vuelo de distancia.

A través de los años, él había aparecido inesperadamente en su puerta con regalos y abrazos, a veces en medio de la noche. A veces a mitad del día.

Cuando era pequeño, él y sus hermanas solían apostar acerca de cuándo aparecería nuevamente a verlos. Nunca había decepcionado a ninguno de ellos, ni se había perdido de un solo cumpleaños

Zhou Mi amaba a este hombre más que a nada en el mundo, y le aterraba pensar qué le pasaría si él muriese dentro de ocho meses, como los demás Apolitas. Demasiadas veces había presenciado su dolor y sufrimiento mientras enterraba a su madre y a cuatro hermanas mayores.

Cada muerte había desgarrado su corazón, especialmente el auto bomba que había matado a su madre y a sus dos últimas hermanas.

¿Será capaz de soportar otro revés semejante?

Dejando ese aterrador pensamiento a un lado, se acercó a su escritorio de acero y vidrio. Él estaba hablando por teléfono, pero colgó en el instante en que levantó la vista de su montón de papeles y lo vio.
Con el rostro instantáneamente iluminado, se paró y lo abrazó; luego se apartó con un ceño preocupado.

—¿Qué estás haciendo aquí, bebé? ¿No deberías estar en clase?

El le dio un golpecito en el brazo y lo urgió a regresar a su lado del escritorio mientras se dejaba caer en una de las cómodas sillas de enfrente.

—Probablemente.

—¿Entonces porqué estás aquí? Tú no faltas a una clase para venir a verme.

Rio porque él repetía la opinión de Hyungjoon de antes. Quizás necesitaba alterar un poquito sus hábitos. En su situación, una conducta previsible era un peligroso inconveniente.

—Quería hablar contigo.

—¿Acerca de?

—Los Cazadores Oscuros.

Su padre se puso pálido, haciendo que Zhou Mi se preguntara cuánto sabía él, y cuánto pensaba compartir. Tenía una desagradable tendencia a sobreprotegerlo, de aquí su largo legado de guardaespaldas.

—¿Por qué quieres saber acerca de ellos? –le preguntó cautelosamente.

—Porque anoche fui atacado por Daimons y un Cazador Oscuro salvó mi vida.

Él se puso de pie de golpe y corrió hacia el otro lado del escritorio.

—¿Te lastimaron?

—No, papi –se apresuró a asegurarle mientras él intentaba inspeccionar su cuerpo en busca de daños—. Sólo me asustaron.

Él se apartó con un ceño sombrío, pero mantuvo sus manos en los brazos de su hijo.

—Está bien, escucha. Necesitas abandonar el colegio, haremos…

—Papi –le dijo con firmeza—, no abandonaré a menos de un año de graduarme. Estoy harto de escapar.

Aunque podía no seguir vivo dentro de ocho meses, había una posibilidad de que pudiera. Hasta que estuviera seguro, había jurado vivir su vida lo más normalmente posible. Zhou Mi vio el horror en su rostro.

—Esto no es algo discutible, Zhou Mi. Le juré a tu madre que te mantendría a salvo de los Apolitas y lo haré. No permitiré que te maten también.

Apretó los dientes ante el recordatorio de un juramento que su padre consideraba tan sagrado como su oficina y su compañía. Conocía demasiado bien el legado que había heredado de la familia de su madre.

Siglos atrás, había sido su ancestro quien había causado que los Apolitas fueran malditos. Por culpa de los celos, su tatara-tatara-algo había enviado soldados a asesinar al hijo y la amante del dios Apolo. En represalia, el dios griego del sol había quitado su apoyo a todos los Apolitas.

Los había desterrado de la luz del sol para que el furioso dios jamás tuviera que volver a verlos.

Pero el más crudo golpe de todos era que los había condenado a una vida de sólo veintisiete años; la misma edad que tenía su amante cuando había sido asesinada por los Apolitas.

En su vigésimo séptimo cumpleaños, un Apolita pasaba el día entero desintegrándose lenta y dolorosamente. Era una muerte tan horrenda que la mayoría de ellos se suicidaba según el ritual, el día anterior a su cumpleaños, para escapar de ella.

La única esperanza que tenía un Apolita era asesinar a un humano y tomar el alma dentro de su propio cuerpo. No existía otro modo de prolongar su corta vida. Pero en el instante en que se convertía en Daimon, pasaban de un lado al otro e invocaban la ira de los dioses.

Entonces aparecían los Cazadores Oscuros, para matarlos y liberar las almas humanas antes de que al estar atrapadas se marchitaran y murieran.

En ocho breves meses, Zhou Mi cumpliría veintisiete años. Era algo que le aterraba.

Era en parte humano y por esa razón podía caminar bajo el sol, pero tenía que mantenerse cubierto y no podía estar fuera demasiado tiempo sin quemarse severamente.

Sus largos dientes caninos habían sido limados por un dentista cuando tenía diez años, y aunque era anémico, su necesidad de sangre era satisfecha con transfusiones bimestrales. Era afortunado. El puñado de Apolita-humanos que había conocido a través de los años se había inclinado principalmente hacia su herencia Apolita.

Todos ellos habían muerto a los veintisiete. Todos ellos.

Pero Zhou Mi siempre se había aferrado a la esperanza de que tenía suficiente de humano como para pasar su cumpleaños.

Pero finalmente, no sabía, y nunca había podido encontrar a alguien que supiera más sobre su “condición” que él mismo.

Zhou Mi no quería morir. No ahora, cuando le quedaba tanto por vivir. Deseaba la mayoría de las cosas que los demás deseaban. Un esposo. Una familia.

Más que nada, un futuro.

—Quizás este Cazador Oscuro sabe algo acerca de mi sangre mezclada. Tal vez, él…

—Tu madre se volvería loca si escuchara su nombre –le dijo su padre mientras le acariciaba la mejilla—. Sé muy poco sobre los Apolitas, pero sé que todos ellos odian a los Cazadores Oscuros. Tu madre dijo que eran malvados asesinos sin alma con los que no se podía razonar.

—No son Terminator, papi.

—Por el modo en que tu madre hablaba de ellos, lo son.

Bueno, eso era cierto. Su madre había pasado horas advirtiéndoles para que se mantuvieran alejados de tres cosas: Cazadores Oscuros, Daimons, y Apolitas; en ese orden.

—Mamá jamás conoció a ninguno. Todo lo que sabía era lo que sus padres le habían contado, y apostaría a que ellos tampoco conocieron a uno. Además, ¿qué tal si este Cazador Oscuro es la clave para ayudarme a encontrar un modo de vivir más tiempo?

Su padre apretó su mano con más fuerza.

—¿Y qué si fue enviado a matarte al igual que los Daimons y Apolitas que mataron a tu madre? Sabes lo que dice el mito. Te asesinan, y la maldición desaparece en ellos.

Zhou Mi pensó en eso un segundo.

—¿Y qué sucede si tienen razón? ¿Qué sucedería si mi muerte permitiese que los demás Apolitas vivieran normalmente? Quizás debería morir.

El rostro de su padre se enrojeció de furia. Su mirada quemó la suya mientras lo agarraba con más fuerza aún.

—Wang Zhou Mi, será mejor que jamás vuelva a oírte decir eso. ¿Me comprendes?

Zhou Mi asintió, arrepentido por haber elevado su presión sanguínea cuando eso era lo último que quería hacer.

—Lo sé, papi. Sólo estoy molesto.

Él le besó la frente.

—Lo sé, bebé. Lo sé.

Vio el tormento en su rostro mientras se levantaba y regresaba a su silla.

Él no dijo lo que ambos pensaban. Mucho tiempo atrás él había confiado a un pequeño grupo de investigadores la tarea de encontrar una “cura” para su extraña enfermedad, y sólo se encontró con que la ciencia moderna era impotente ante la ira de un antiguo dios.

Quizás él tenía razón, quizás Henry era tan peligroso para él como todos los demás. Sabía que los Cazadores Oscuros habían jurado matar a los Daimons, pero no sabía cómo se manejarían con los Apolitas.

Su madre le había dicho que no confiara en nadie, especialmente en quienes se ganaban la vida asesinando a su gente.

Aún así, su instinto le decía que una raza que había pasado la eternidad cazando a la suya sabría todo sobre ellos.

Además, ¿por qué un Cazador Oscuro ayudaría a un Apolita cuando eran enemigos jurados?

—Fue una idea estúpida, ¿verdad?

—No, Mi –le dijo su padre amablemente—. No fue para nada estúpida. Simplemente no quiero verte herido.

El se levantó y fue a abrazarlo y darle un beso.

—Iré a clases y lo olvidaré.

—Aún deseo que pensaras en irte por un tiempo. Si esos Daimons te vieron, pueden haberle dicho a alguien más que estás aquí.

—Confía en mí, papi, no tuvieron tiempo. Nadie sabe que estoy aquí, y no quiero irme. Jamás.

La palabra fue tácita entre ellos. Vio que los labios de su padre temblaban mientras ambos pensaban en el hecho de que el reloj estaba corriendo para él.

—¿Por qué no vienes a cenar esta noche? –Le preguntó su padre—. Me iré del trabajo temprano, y…

—Le prometí a Jia que podríamos hacer algo. ¿Nos vemos mañana?

Él asintió y le dio un apretón tan fuerte que Zhou Mi dio un respingo ante la presión de los brazos alrededor de su cintura.

—Ten cuidado. 

—Lo haré.

Por la expresión de su rostro, podía decir que su padre no quería que se fuera más de lo que él mismo quería partir.

—Te quiero, Zhou Mi.

—Lo sé. Yo también te quiero, papi. Le sonrió y lo dejó solo con su trabajo.

Zhou Mi recorrió el camino desde la oficina hasta fuera del edificio, mientras sus pensamientos regresaban a sus sueños con Henry y el modo en que lo había sentido entre sus brazos.

Hyungjoon se quedó detrás y se mantuvo completamente callado, dándole el espacio que necesitaba. Era lo que más adoraba de su guardaespaldas.

A veces parecía que Hyungjoon estaba conectado psíquicamente con él.

—Necesito un Starbucks –le dijo Zhou Mi a Hyungjoon sobre el hombro—. ¿Y tú?

—Dame granos de café o mátame.

Mientras caminaba por la calle hacia la cafetería, Zhou Mi comenzó a pensar más y más acerca de los Cazadores Oscuros.

Como antes les había dado poca importancia, tomándolos como mitos que su madre había usado para asustarlo, nunca los había investigado realmente mientras había estudiado sobre la Grecia antigua.
Desde que era un niño había pasado su tiempo libre investigando la historia de su madre, y viejas leyendas.

No podía recordar haber encontrado una mención sobre los Cazadores Oscuros en sus lecturas, lo que en su mente simplemente había confirmado que su madre le transmitía historias sobre cocos, y no gente real.

Pero tal vez había pasado por alto…

—¡Hey, Zhou Mi!

Saliendo de sus meditaciones, levantó la vista y vio a uno de los chicos de la escuela saludándolo con la mano mientras se acercaba a Starbucks.

—Clinton Lau –susurró Hyungjoon en voz baja cuando él se acercó.

—Gracias –le dijo Zhou Mi en un tono igualmente bajo, agradecido de que Hyungjoon recordara mejor los nombres que él.

Siempre recordaba los rostros, pero los nombres se le escapaban con frecuencia. Él se detuvo ante ellos.

—Hola, Clinton –le dijo, sonriéndole. Él era verdaderamente agradable y siempre intentaba ayudar a quien lo necesitara—. ¿Qué te trae por aquí?

Lo notó instantáneamente incómodo.

—Yo… eh… estaba buscando algo para alguien.

Hyungjoon intercambió una mirada interesada con él.

—Suena un poco sospechoso. Espero que no sea ilegal.

Él se sonrojó profusamente.

—No, no es ilegal. Simplemente un poco personal.

Por alguna razón, a Zhou Mi le agradaba más cómo sonaba lo de que fuera ilegal. Esperó un minuto o dos mientras él se veía bastante incómodo.

Clinton era un estudiante universitario aún no graduado en su clase de Inglés Antiguo. En realidad no se habían hablado demasiado, excepto para comparar notas cada vez que él había tenido problemas para traducir algo. Clinton era el preferido del profesor y tenía una puntuación perfecta en todas las evaluaciones.

Todos en la clase querían colgarlo por elevar el promedio.

—¿Hiciste la tarea para la clase de esta tarde? –le preguntó finalmente. El asintió — Fue genial, ¿cierto? Una cosa realmente emocionante.

Por su expresión, Zhou Mi podía asegurar que hablaba en serio.

—Como que me perforen los dientes sin Novocaína –respondió, intentando ser gracioso y divertido.

Él no lo tomó de ese modo. Su semblante se enserió.

—Lo siento. Estoy comportándome como un traga libros nuevamente. –Se tiró nerviosamente de la oreja y dejó caer la mirada al suelo—. Será mejor que me vaya. Hay otras cosas que necesito hacer.

Cuando comenzaba a alejarse, lo llamó.

—Hey, ¿Clinton? –él se detuvo y lo miró—. ¿Síndrome de hijo sobreprotegido?

—¿Perdón?

—También eres un hijo sobreprotegido, ¿verdad?

Clinton se rascó la nuca.

—¿Cómo lo supiste?

—Créeme, tiene los clásicos síntomas. Yo también solía tenerlos, pero luego de años de intensa terapia, aprendí a esconderlos y ahora logro funcionar casi con normalidad.

Él se rió ante sus palabras.

—¿Tienes el nombre del terapeuta a mano?

El sonrió.

—Seguro. —Zhou Mi inclinó su cabeza hacia la cafetería—. ¿Tienes tiempo para acompañarnos a tomar una taza de café?

Clinton se veía como si él acabara de abrirle las puertas del Banco Nacional.

—Sí, gracias.

Zhou Mi y Hyungjoon fueron hacia Starbucks con Clinton detrás de ellos, que parecía un cachorro contento de que su dueño estuviera en casa.

Luego de comprar sus bebidas, se sentaron en la parte trasera, alejados de las ventanas, donde la luz no podía quemarla.

—Entonces, ¿por qué estás cursando Inglés Antiguo? – Le preguntó Clinton luego de que Hyungjoon se excusara para ir al tocador—. No pareces el tipo de persona que se ofrece voluntariamente para ese estilo de castigo.

—Siempre estoy intentando investigar… cosas viejas –le respondió, a falta de un mejor término. Era difícil explicar a un extraño que buscaba maldiciones y hechizos con la esperanza de alargar su vida—. ¿Y tú? Da la impresión de que estarías más cómodo en una clase de computación.

Él se encogió de hombros.

—Fue luego de aprobar con demasiada facilidad este semestre. Quería algo que me costara un poco más.

—Sí, pero, ¿Inglés Antiguo? ¿En qué clase de hogar vives?

—En uno donde lo hablan.

—¡Estás bromeando! – Le dijo, incrédulo—. ¿Quién diablos habla ese idioma?

—Nosotros. En serio.

Entonces le dijo algo que no pudo entender.

—¿Acabas de insultarme?

—No –le dijo sinceramente—. Jamás haría algo así.

Sonrió mientras miraba de reojo la mochila de Clinton, cuando tuvo una reacción tardía. Había una afligida agenda marrón que se veía dentro de una pequeña bolsa que tenía el cierre abierto. La agenda tenía una cinta borgoña colgando hacia afuera, con un interesante prendedor adherido. El prendedor tenía el dibujo de un escudo circular con dos espadas cruzadas, y sobre las espadas estaban las iniciales C.O.

Qué extraño era ver eso justamente hoy, cuando tenía en mente un tipo completamente diferente de C.O.

Tal vez era un presagio…

—¿C.O.? –le preguntó, tocando el emblema.

Lo dio vuelta y su corazón se detuvo cuando vio las palabras “Cazador Oscuro.com” grabadas en él.

—¿Eh? —Clinton observó su mano—. Oh… ¡Oh! –dijo, poniéndose otra vez repentinamente nervioso. Se lo quitó y lo metió de vuelta en su mochila, luego corrió el cierre —. Simplemente es algo con lo que juego a veces.

¿Por qué estaba tan tenso? ¿Tan evidentemente incómodo?

—¿Estás seguro de que no estás haciendo nada ilegal, Clinton?

—Sí, confía en mí. Si tuviese siquiera un pensamiento ilegal, me atraparían y me patearían el trasero.

Zhou Mi no estaba tan seguro de eso cuando Hyungjoon se les unió. Cazador Oscuro.com…

No había intentado buscarlos sin un guión entre las palabras. Y ahora tenía una dirección para probar.

Conversaron algunos minutos más acerca de la clase, luego se separaron para que Clinton pudiera terminar con sus recados antes de su clase de Inglés Antiguo hacia finales de la tarde, y él pudiera regresar al campus antes de la próxima.

Podía faltar a una clase por día, pero dos… No. Zhou Mi era muy dedicado.

En poco tiempo, estaba a salvo y cómodamente establecido detrás de su escritorio, esperando que su profesor de Clásicos apareciera, mientras otros estudiantes conversaban a su alrededor. Hyungjoon estaba cerca, en una pequeña sala de espera donde leía una novela.

Mientras Zhou Mi esperaba al profesor, decidió navegar un poco en la red. Tipeó Cazador-Oscuro.com.

Esperó mientras la página se cargaba. En el instante en que lo hizo, jadeó. Oh, esto se estaba poniendo bueno…



3 comentarios:

  1. Ay Dios ~
    Nooooo no quiero que Mimi muera!
    Ay una posibilidad de que sienfo apolita, pase su cumpleaños 27 !???
    Ahhh por que hicieron el amor en sueños!??? Quién de los dos tiene ese poder!??? Y por qué Mimi si lo recuerda!???
    Ahhh que lindos...

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  2. Oh cielos, a que va la leyenda se supone que Mimi muera para salvar a los apolitas?, noooo, puede Henry salvarlo?, conoce a su heredero, creo que las cosas van bien pronto se encontraran, oh siii

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  3. Me deprime pensar en la maldición que sufre Zhou Mi, que triste que haya perdido así a su madre y sus hermanas, debe haber ido muy duro también para su padre.

    ¿Cómo es posible que todos tengan su página web? los apolitas, los cazadores oscuros, solo falta que los dioses también lo tengan xD

    Quien iba a decir que Clinton era compañero de clases de Zhou Mi fue una suerte que viera el nombre de la página de los cazadores oscuros. Ahora a ver con que se encuentra Zhou Mi.

    Gracias por el cap

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...