The Lover- Final




Amigos, reflexionó Hyukjae mientras se hundía en la almohada, exhausto, siempre que no tuviera que ver a Kyuhyun con Donghae. El prometido de Kyuhyun. El amado de Hyukjae.

Inspiró hondo e hizo una mueca cuando las agujas de dolor se clavaron en su hombro y brazo. Aunque tal vez, mereciera la pena soportar las heridas, por la sencilla razón de que lo dispensaban de cumplir con su papel de prometido complaciente. Mejor aún, su herida significaría el aplazamiento de sus nupcias. Intentó suprimir el alivio empañado de culpabilidad.

En cuanto a la boda de Kyuhyun, de una cosa estaba seguro. Fuese cual fuese la excusa que tuviera que inventar, pensaba aislarse en el campo y permanecer allí hasta que el acontecimiento hubiese quedado atrás.


Diez días después, Hyukjae estaba sentado en un sofá de la biblioteca en su casa de campo. El torturador traqueteo del viaje desde Londres lo tuvo sumido en el olvido del láudano durante los primeros dos días desde su llegada. Aquella mañana, se sentía lo bastante recuperado para haber insistido en abandonar la cama.

Se sentía mejor estando levantado. Allí, en aquel lugar entrañable, podía hojear sus libros, recibir los despachos de Londres y, en bendita soledad, contemplar el paisaje de Donghae, que se había llevado para colgarlo encima de la chimenea.

En el jardín que se veía por la puertas de cristal, había encargado a los jardineros que plantaran lavanda. A pesar del frío primaveral, estaba agarrando. A mediados de verano, los tallos de color verde grisáceo echarían sus olorosos brotes. Para entonces, ya estaría sin vendas, caminaría sin un bastón y, quizá, pudiese ver por el ojo que seguía cerrado por la inflamación.

Para entonces, Donghae se habría casado.

De un cuenco de su escritorio tomó un ramito de la lavanda que le había cortado el jardinero, asegurándole que las hojas eran casi tan fragantes como las flores. Su aroma, mientras las frotaba entre los dedos, evocó vívidamente la imagen de Donghae: brillante cabello negro, sus hombros, oscuros ojos y unos labios sensuales con la promesa de la pasión que hallaría en sus brazos, su cuerpo envuelto en seda y aroma de lavanda...

—¿Hyukjae?

Al abrir el ojo, su visión fue reemplazada por la imagen de otro joven.

—¿Ryeowook? ¿Qué haces aquí? Creía que os había convencido a ti y a mamá para que no os fuerais de Londres. No ocurrirá nada malo, ¿verdad? ¿Mamá no...?

—En casa todo está bien. ¿Lo estás tú? —se acercó, se inclinó para darle un beso en la mejilla y le puso la mano allí—. Ya no tienes fiebre... excelente. ¿Puedo? —señaló una silla.

—Por favor, siéntate. ¿Por qué has venido, entonces?

Ryeowook rió. Siempre había tenido una risa agradable, como el suave borboteo de un riachuelo. Hyukjae intentó generar algo más que una moderada apreciación y, con otra punzada de culpabilidad, fracasó.

—Por algo muy importante para mí, para atreverme a entrar en tu fortaleza —bromeó con un gesto que abarcaba toda la habitación. Alzó la mirada fugazmente al paisaje de encima de la repisa y volvió el rostro hacia Hyukjae—. Espero que no te disgustes. Al menos, no demasiado. Cielos, será mejor que lo suelte de una vez —inspiró hondo—. Hyukjae, deseo anular nuestro compromiso.

—¿Anularlo? —de todas las cosas que podría haber dicho, era la más inesperada—. ¿Por qué, Ryeowook?

—La verdad es que me he enamorado. No es un gran partido, pero su familia es muy respetada, su fortuna aceptable y, sinceramente, aunque nada de eso fuera cierto, seguiría queriendo casarme con él. Verás, lo amo con todo mi corazón, y lo asombroso es que él también me ama.

Volvió a reír, un gorjeo alegre que era la felicidad hecha música. Con ojos centelleantes, rostro radiante y sonrisa deslumbrante, era la viva imagen de una persona enamorada. El vago temor de Hyukjae de que hubiese sospechado algo sobre su amor por Donghae y hubiese ido a pedirle explicaciones murió apaciblemente.

—Háblame de él, del hombre que ha cautivado tu corazón.

—Ya lo conoces, Hyukjae: Kim Jongwoon, el capitán Kim, y es maravilloso. Bueno, al principio era un poco tieso, pero empezamos a hablar de Yesung y del ejército, y enseguida... enseguida nos hicimos grandes amigos.

Hyukjae no pudo reprimir una sonrisa. Ryeowook hablaba tan atropelladamente que necesitaba escuchar con atención para no perderse detalle. Nunca, desde el accidente, lo había visto tan emocionado... ni encantador.

—Me sentía a gusto hablando con él, como si lo conociera de toda la vida y, al mismo tiempo, resultaba excitante, casi temible. Al principio pensé que se debía a que le faltaba un brazo... pero, después de un tiempo, ya no lo notaba, y la sensación de miedo se hacía más fuerte. Luego, cuando me besó...

—¿Te besó? —lo interrumpió Hyukjae—. Espero que tenga intención de casarse contigo.

—Eso vino mucho después —rió Ryeowook—. Desde luego que se casará conmigo, en cuanto tenga la certeza de que nuestro compromiso está anulado. Claro que yo le advertí que pretendo casarme con él y no con otro, tanto si tú me liberas de nuestro compromiso como si no. Y lo haré... aunque tenga que huir del país, o algo así —con expresión repentinamente seria, tomó la mano sana de Hyukjae—. Aunque no creo que sea necesario. Me liberarás del compromiso, ¿verdad, Hyukjae?

—Claro que sí, Wook. Os deseo a los dos toda la felicidad del mundo.

Le rodeó el cuello con los brazos y lo abrazó con fiereza.

—Gracias, amigo mío. Entonces, ¿todo arreglado? Me quedaré solo esta noche, quiero que la anulación salga en los periódicos antes de que acabe la semana. Hasta que Jongwoon no vea que es oficial, no dará un paso. ¡Es tan fiel a sus principios! Y quiero celebrar la boda lo antes posible —le brindó a Hyukjae una sonrisa pícara—. Los besos son tan deliciosos, que me muero por ver lo que viene después.

Hyukjae rió, la primera vez que sentía un regocijo genuino desde hacía tanto tiempo, que no le importó que su endiablado hombro se resintiera por el movimiento.

—Granuja. Será mejor que te casemos antes de que organices un escándalo.

—Vendrás a Londres para la boda, ¿verdad? No imaginaria a nadie más llevándome al altar. ¿Por favor? —elevó hacia él unos ojos suplicantes.

Londres. Donghae. Donghae y Kyuhyun. Hyukjae sintió un estremecimiento de angustia. Pero no podía negárselo.

—Por supuesto, Wook. Y dile a ese capitán que, si no te trata como el príncipe que eres, tendrá que responder ante mí.

Al levantarse para irse, Ryeowook volvió a desviar la mirada al cuadro de encima de la repisa. Después de contemplarlo durante un momento, se alejó hacia la puerta. Con la mano en el pomo, dijo:

—Te veré a la hora del té. Y Hyukjae...

—¿Sí?

—El amor es tan increíble, un regalo tan maravilloso, que, si alguna vez tienes la fortuna de encontrarlo, mi querido amigo... no dejes que nada ni nadie te aparte de él.



Donghae estaba retocando unos diseños, cuando Heechul subió para anunciar una visita. Como no había visto al prometido de Hyukjae desde la noche en que curara sus heridas, se había olvidado de idear una historia creíble para explicar su desmesurado interés por el hijo herido de una conocida.

Sin embargo, el joven seguía tan de cerca a Heechul, que Donghae, con la cabeza llena de líneas y colores, no tuvo tiempo de inventar una. Mientras se preguntaba con intranquilidad cuál seria el motivo de su visita a un lugar tan poco digno de su posición, Donghae le ofreció un té.

—Es muy amable de su parte, pero no deseo interrumpirlo en su tarea. Creo que es maravilloso que pueda desarrollar su talento. Sus diseños son tan originales, y lady Sora lo tiene en tan alta estima...

A pesar de la sorpresa, Donghae no pudo evitar sentirse halagado. El joven parecía sincero.

—Gracias. Iba a hacer un descanso para tomarme una taza de té, así que estaría encantado de que me acompañara.

—En ese caso, será un placer.

Estaban sentados tomando el té, el joven después de pedir a Donghae su opinión sobre los colores que más le favorecían, preguntó:

—¿Le importaría diseñar mi traje de novio?

Donghae se atragantó. La frescura del joven le había hecho olvidar demasiado deprisa quién era en realidad.

«Contrólate», se dijo con brusquedad. Él sería un cliente más. Además, ¿quién más que Hyukjae merecía que su prometido, resplandeciente y ansioso en el día de su boda, luciera un traje que realzara su belleza? Porque el joven resplandecía de felicidad en aquellos momentos. ¿Y por qué no, con Hyukjae como novio?

Donghae tomó otro sorbo y tragó despacio, tomándose tiempo para serenarse.

—Será un honor — se oyó decir. Si repetía la frase con la debida frecuencia, cuando el traje estuviera terminado, quizá lo creyera.

—Debo advertirle que lo necesitaré casi de inmediato. Quiero casarme al día siguiente de la segunda lectura de las amonestaciones.

La noticia lo distrajo. ¿A qué se debía aquella prisa tan repentina? Aunque, tal vez lo supiera. Quizá lo había escogido no tanto por su destreza, sino para enfatizar que muy pronto, establecería un vínculo permanente que dejaría a Hyukjae para siempre fuera de su alcance.

—Entonces, ¿se ha recuperado? —preguntó Donghae, poniendo voz a su preocupación más inmediata.

—Ah, sí. El brazo siempre le dolerá, por supuesto, pero hace meses que ha retomado sus intereses habituales. Incluso monta de maravilla.

—¿Monta?

—Mm. Estaba pensando en algo en azul. Él llevará puesto el uniforme, por supuesto, y no quiero competir con el rojo. ¿No habíamos quedado en que el celeste me sentaría bien?

—¿El u... uniforme? —tartamudeó Donghae. ¿Acaso la misión que había llevado a cabo para el ministerio le había hecho merecedor de un cargo militar?

El joven Ryeowook se quedó inmóvil.

—Mi querido lord Aiden, ¿es que no ha leído la anulación en el Post?

—¿Qué anulación?

Para absoluta sorpresa suya, el joven se puso en pie y lo abrazó con fiereza.

—¡No sabe cuánto lo siento! Debe de haberme tomado por un perverso. Permítame decirle sin más rodeos que rompí el compromiso con Hyukjae hace una semana. Me he enamorado de un joven capitán, y nos casaremos lo antes posible.

Se casaría, pero no con Hyukjae. Donghae fue incapaz de articular palabra. Ryeowook le ofreció té.

—Ojalá tuviera algo más fuerte que ofrecerle, pero al menos, debería tomar esto. Ahora, permítame explicarle lo ocurrido —se recostó en el sofá con un suspiro—. Cuando Hyukjae me pidió que me casara con él, sabía que no me profesaba el afecto de un futuro esposo. Acepté porque, sin el apoyo de Yesung, era demasiado cobarde para afrontar la vida solo. Fue una acción despreciable por mi parte, pero, como dicen, no hay mal que por bien no venga. De no haber estado prometido cuando conocí a mi Jongwoon, no habría tenido valor para profundizar su amistad. Ni él habría bajado la guardia. En realidad, mi compromiso nos ofreció la seguridad que nos permitió ser nosotros mismos y enamorarnos.

Ryeowook lo miró durante un momento. Debió de deducir que seguía con la mente y la palabra inconexas, porque prosiguió.

—También supe, casi de inmediato a mi regreso a Londres, que Hyukjae sufría intensamente por algún motivo. Al principio, pensé que se debía a su trabajo, o a la muerte de Yesung, pero enseguida comprendí que lo que lo afligía era un mal de amores. Para entonces, di gracias por ello, porque empezaba a conocer a Jongwoon…

Después, cuando comprendí que me había enamorado, solo esperaba el momento propicio para romper nuestro compromiso. Pero Hyukjae se marchó inesperadamente y, cuando regresó, estaba herido. Hasta que no vi su rostro aquella noche, cuando lo atendía, no sospeché que lo amaba. ¡Cómo deseé que su amor hacia usted y su deber de no romper conmigo fuese la causa de su desdicha! Luego, cuando lady Sora me dijo que había pintado el paisaje que se lleva a todas partes, no me cupo ninguna duda.

Donghae seguía teniendo dificultad para formar palabras.

—No... no sé qué decir.

—Querido señor, ¡no tiene que decirme nada! Me alegro tanto de que la persona a la que Hyukjae ama tan profundamente sea una criatura hermosa e inteligente tan digna de él y que, ahora que nuestro estúpido compromiso ha quedado anulado, podrá poner fin a su tristeza y entregarle su amor y su corazón... Porque lo ama, ¿verdad?

—Sí —era una gran dicha poder decirlo en voz alta, aunque resultara extraño que la primera persona que lo escuchara fuese el joven al que se había prometido ocultárselo—. Sí, amo a Hyukjae.

Con un pequeño grito, Ryeowook lo volvió a abrazar.

— ¡Espléndido! Entonces, los dos seremos felices, Aiden. ¿Puedo llamarlo Aiden? — hizo una breve pausa y su sonrisa se disipó—.Pero ... si no sabía que habíamos roto el compromiso, Hyukjae no debe de haberse puesto en contacto contigo. ¿No te ha escrito?

—No. No sé nada de él desde... desde que pusimos fin a nuestra relación, y de eso hace meses.

Ryeowook frunció el ceño.

—Qué extraño.

—Tal vez... tal vez ya no sienta el mismo afecto por mí.

—Tonterías —replicó Ryeowook con un ademán impaciente—. Todavía te ama, estoy seguro. Ah... ¿por qué no lo sospecharía desde el principio? —se acercó a Donghae y le tomó las manos—. Si Hyukjae no se ha puesto en contacto contigo, debes ir a verlo.

Pese al tumulto emocional que experimentaba, Donghae no pudo reprimir una sonrisa.

—Te aseguro que, si Hyukjae todavía siente algo por mí, me buscará.

—Tal vez —Ryeowook lo miró con expresión reflexiva—. Pero el Hyukjae que está sentado en una biblioteca en penumbra en el campo no es el mismo hombre que partió de Inglaterra hace dos meses. Sigue sin ver con el ojo derecho, apenas puede mover el brazo y puede que no recupere la movilidad de la mano. Sí, sé que eso no significa nada para ti, pero, mi experiencia personal me dice que para él, sí. Cuando una persona sana resulta herida de forma permanente, es normal que surjan inseguridades. Hasta mi Jongwoon, cuando le dije que pretendía poner fin a mi compromiso con Hyukjae, se horrorizó de que quisiera abandonar la protección de un marido en posesión de todos sus miembros y me entregara a otro que era «incompleto», según dijo. Claro que —añadió con una sonrisa pícara—, cuando terminé de besarlo decidió que tal vez fuera mejor que me casara con él. Así que, ya ves, si Hyukjae no viene a ti, tú debes ir a él.

Durante un momento, Donghae lo miró fijamente. La convicción del joven le hacía dudar. Ir a ver a Hyukjae sin ser invitado. ¿Tendría valor?

Como si hubiese leído sus pensamientos, Ryeowook dijo con suavidad:

—Si lo amas, puedes hacerlo. Si de verdad lo quieres, tendrás que hacerlo —recogió sus guantes—. ¿Me harías otro favor? ¿Asistirías a mi boda? De no ser por el amor que Hyukjae te profesa y que le hizo comportarse de forma tan extraña, llevada por mi ansiedad, quizá hubiese precipitado nuestra boda y los dos lo habríamos lamentado durante el resto de nuestras vidas. En cambio, tuve el tiempo y la fortaleza de conocer a mi Jongwoon, y jamás podré agradecerte bastante tan maravilloso regalo.

A pesar de las emociones conflictivas que la zarandeaban, Donghae tuvo que sonreír ante las paradojas de la vida: el joven al que había creído perjudicar gravemente lo veía como una especie de ángel guardián.

—Si así lo deseas, será un honor.

— ¡Excelente! Puesto que Hyukjae es como un hermano para mí, tú y yo debemos ser hermanos. Quizá el día de mi boda tenga algo interesante que anunciar.

Sonriendo por aquel pensamiento romántico, la joven se marchó.



Donghae siguió al mayordomo por el pasillo, con el corazón latiéndole con fuerza contra las costillas. Durante todo el trayecto no había dejado de pensar en el joven Ryeowook quien, al conocer al hombre que quería, no había vacilado en realizar lo necesario para hacerlo suyo.

Donghae, sin embargo, que tanto se enorgullecía de su independencia, siempre había esperado a que los hombres de su vida actuaran. ¿Tendría la osadía de reconocer su amor y arriesgarse a sufrir la humillación de una negativa?

Se detuvieron delante de la puerta de la biblioteca.

—Ha salido al jardín, lord Aiden —dijo el mayordomo—. No lo anunciaré si no lo desea.

Donghae se frotó las manos con nerviosismo. El mayordomo hizo una reverencia y él avistó el esbozo de una sonrisa antes de que se alejara. Cielos, ¿acaso todo el mundo sospechaba el motivo de su visita?

Al entrar, se paró en seco, sorprendido al ver su paisaje colgado sobre la chimenea. Su nerviosismo se suavizó un poco. Hyukjae debía sentir todavía algo hacia él si exhibía su cuadro en la que, según, era su habitación favorita.

Se le aceleró el pulso al vislumbrarlo. Hizo acopio de valor, abrió las puertas de cristal y salió al jardín.

—Deja el té en el banco, si eres tan amable.

Era obvio que Hyukjae había oído pasos, pero como se acercaba a él desde el lado herido, no había visto quién se acercaba.

—Hola, Hyukjae —lo saludó con suavidad. Todo su cuerpo se puso rígido.

—¿Donghae? —susurró, todavía mirando al frente.

—Sí —al acercarse, sus pensamientos se dispersaron como hojas al viento. No se le ocurría nada que decir.

Ay, pero había tanto que contemplar. La fea cicatriz junto al ojo, cruda pero cerrada. El hombro derecho que mantenía encogido, la mano derecha inmóvil sobre el regazo. Tenía buen color, aunque un poco pálido; el pelo, exuberante con el brillo de la salud recuperada, y el cuerpo tan poderoso y sólido como Donghae lo recordaba.

El deseo casi abrumador de correr hacia él se disipó un poco al ver que él seguía sentado en silencio, sin ni siquiera mirarlo. Se detuvo, vacilante.

—¿Te... te encuentras bien?

—Sí. Bastante recuperado, gracias. Por favor, siéntate.

Ryeowook le había advertido que podía mostrarse distante, pero aquello era mucho peor de lo que imaginaba. Parecía totalmente indiferente. El amor que antes había sentido parecía haberse disipado con la misma rapidez que la hoja que había sesgado su rostro. Lo más sabio seria guardarse lo que le quedaba de dignidad y salir de allí.

«Si de verdad lo quieres, harás lo que tengas que hacer». El consejo de Ryeowook resonó en sus oídos. Ya que había ido tan lejos, debía tener el valor de llegar hasta el final. Todavía sin saber qué decir, tomó asiento.

—¿Está Kyuhyun contigo? —la pregunta de Hyukjae, surgida de la nada, lo sobresaltó.

—N... no. Ahora mismo, no está en Londres. Se ha ido a Irlanda a ocuparse de sus caballos, según me dijo.

—Suele hacerlo en esta época del año. Espero que vuelva pronto. No querrá estar separado de ti durante mucho tiempo.

—Ya no... no nos vemos muy a menudo.

Se volvió ligeramente hacia él.

—No lo entiendo... Donghae, ¿habéis reñido? Esperaba oír la noticia de vuestro compromiso.

—¿Nuestro compromiso?

—Sí. Kyuhyun me dio a entender que esperaba que lo aceptaras pronto como prometido.

—¿Kyuhyun te dijo que íbamos a prometernos?

—Eso confiaba.

¿Podría ser aquella la razón de su fría bienvenida? Una chispa de esperanza saltó en su corazón.

— Hyukjae, no estoy prometido a Kyuhyun. Es cierto que se declaró y, para vergüenza mía, no lo rechacé enseguida.

—Quizá debas reconsiderarlo. Es un gran hombre y seria un marido excelente. Sé que te ama profundamente.

Como reacción, no era muy alentadora.

—Yo... yo había pensado en otro gran hombre.

—Entonces, te deseo lo mejor.

Donghae perdió los nervios.

—¡Maldita sea, Hyukjae, me refiero a ti!

Hyukjae casi... retrocedió. ¿Tanto le repugnaba la idea? La confianza de Donghae recibió otro duro golpe.

—¿Por qué querrías casarte conmigo? — preguntó en voz baja—. Eres hermoso, rico, y podrías escoger a cualquier caballero casadero de Londres. Donghae, sé que hubo un tiempo en que me profesabas... afecto, pero ya no soy el hombre que era.

¿En cuerpo o en espíritu? Debía averiguarlo.

—¿En qué sentido? —susurró.

—Creo que es bastante obvio.

— Si te refieres a tus cicatrices, son medallas de honor por las que un hombre debería sentirse orgulloso. Ryeowook me contó lo que habías hecho. Eres un héroe, Hyukjae.

Hyukjae hizo una mueca mientras volvía el rostro hacia el otro lado. Su voz, cuando por fin habló, era tan ronca y baja que apenas pudo oírlo.

—No quiero tu piedad.

¿Piedad? ¿Era eso lo que temía? Por fin había mostrado un destello de emoción, y había dicho algo que confirmaba las predicciones de Ryeowook. Donghae enseguida aplacaría sus miedos.

Como tantos meses atrás, cuando había reunido valor para dar pie a su ilícita  proposición, el corazón empezó a latirle con fuerza y se sintió débil.

—¿No te has preguntado por qué he venido? Tengo algo especial para ti —se inclinó hacia él y sostuvo el papel. Con la otra mano, tomó la que estaba herida—. Lee esto.

Por un momento, creyó que Hyukjae utilizaría la mano sana para desembarazarse de la suya, pero en cambio, lentamente, a regañadientes, tomó el papel y lo abrió.

Luego, dejó caer la hoja y, por primera vez, lo miró directamente a los ojos, con la estupefacción reflejada en su rostro.

—Es... es una licencia especial. Donghae, ¿se puede saber...?

—¿Quieres casarte conmigo, Lee Hyukjae? ¿Ser mi héroe ahora y siempre, mientras vivas? Y te lo advierto, si me rechazas, compraré la casa de al lado y te acosaré hasta que cedas.

La más leve sonrisa asomó a sus labios.

—Donghae, eso es ridículo.

—No más ridículo que amarnos y seguir separados. Hyukjae, los dos nos equivocamos guardando silencio cuando deberíamos haber hablado, no cometamos más pecados de omisión. Te amo, y no me iré de aquí hasta que no me convenzas de que ya no sientes nada por mí.

—Ah, Donghae —al mirarlo por fin, Donghae pudo ver el anhelo en sus ojos. Por primera vez desde su llegada, sintió reavivarse la euforia que lo había dominado cuando Ryeowook le reveló que habían roto su compromiso. No, Hyukjae no era indiferente—. Tal vez creas que haces bien al venir aquí, Donghae, y es tan propio de ti... Eres tan valiente y hermoso. Por eso precisamente te mereces mucho más que un lisiado...

Donghae le puso un dedo en los labios para interrumpir la frase.

—Dime que no deseas esto —murmuró. Por fin empezaba a disfrutar. Le rodeó el cuello con los brazos y acercó su rostro al de él—. Dime que quieres que me vaya.

Hyukjae cerró los ojos.

—Quiero que te...

Donghae lo besó. Durante, tal vez, una fracción de segundo, Hyukjae se resistió. Luego, elevó su brazo sano para apretarlo con fuerza contra él. Lo besó con la intensidad y la desesperación de un hombre que hallaba de nuevo la fe después de haber perdido toda la esperanza.

Donghae le devolvió la caricia. Después de unos maravillosos momentos de pasión que lo dejaron jadeante y provocaron reacciones prometedoras por todo su cuerpo, hizo un esfuerzo por apartarse un poco.

—Un caballero —susurró, antes de besarle la oreja— me convertiría —le besó la barbilla— en un joven virtuoso —deslizó la lengua por la columna de su cuello —después de tanto tiempo.

—¿Intentas seducirme? — gimió Hyukjae.

—¿Lo estoy consiguiendo?

—No hasta que no veamos al vicario. Siempre que —le levantó la barbilla mientras escrutaba su rostro con su ojo sano— sea esto lo que de verdad quieres.

—¿Me amas, Hyukjae?

—Siempre te he amado.

—Dilo con mi nombre.

Hyukjae sonrió, todo un mundo de ternura en la mirada.

—Te amo, Aiden Donghae, mi corazón, mi vida.

—Entonces, esto es lo que de verdad quiero —contestó, y procedió a demostrárselo sin que quedara un asomo de duda.



8 comentarios:

  1. ¡Ha sido perfecto!
    Para mi es la combinación perfecta; debido a que me encantan las historias de época, y amo a esta pareja.

    Ha sido un final espléndido, me hubiera gustado saber que era lo que Hyukjae estaba sintiendo en cuanto llegó Donghae; en pocas palabras un pov de Hyukjae.

    Gracias por traernos esta increíble adaptación.

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  2. Muerooo!!! Me encanto, me fascinó, muchas gracias por compartir con nosotras esta historia tan bonita, fue perfecta!!

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. -corre por todo el blog gritando como loca-
    Ahhhhh~
    Lindoooooo!!!
    Ahhhhhh
    Nooooooo

    TT__TT
    Que final tan abrupto~
    No se vale~

    Dios!!! Ahhhhhhhhh
    Aiden Donghae~ ahhhhh

    Que historia <3

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  5. SI EL AMOR LE GANO AL DOLOR Y RESENTIMIENTO PAR DE TONTO SUFRIERON SIN RAZON APARENTE PERO ESTA ETAPA SERVIRA PARA HACER MAS FUERTE SU UNION

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  6. Awww que hermosos!!
    Hyuckjae haciendose el dificil... Hahahaha
    Me encantan tus adapt. :)

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  7. JongWoon es mi heroe *0*
    Donghae fue preparado a verlo...con licencia y todo...hombre prevenido vale por dos.
    Bobo Hyuk,queria alejarlo...y creyendo del compromiso de Hae con Kyu
    Hae creyendo el compromiso de Hyuk y Wook....kyu anda lejos y Wook comprometido con otro...y mientras estos dos muriendose de amor.
    Hae tuvo el valor de ir a verlo y acosarlo si no le daba el sí *0*

    Bella historia

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  8. Linda historia.. me gusto mucho 🙇😻😻😻😻😻

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...