Juego del Destino (DH9)-9




—¿Taeheon? —dijo Minwoo, jalándole.

Taeheon emitió una mirada significativa hacia la barra donde Hyunsik estaba esperándolo

—Deja de ser un soñador, Minwoo. Nuestra realidad es demasiada dura para eso.

Él vio la duda en sus ojos.

—Pero es la esperanza de algo mejor lo que nos mantiene ahí.

Él se burló de su ciego optimismo.

—Abandoné la idea de la esperanza el día que mi propia madre se lanzó sobre mi garganta para matarme. —Él miró a Minwoo con dureza— Y si yo fuera tú, Minwoo, prestaría también atención a esa advertencia. Ninguno de nosotros tiene una madre humana. Si piensas por un momento que Mew no se volvería contra ti, también, estás loco.

—Soy su único hijo joven.

—Y yo fui hijo único, el último de la especie de mi madre, y aún así ella no vaciló en venir tras de mí. Piensa en ello  —Taeheon pasó rozando a Minwoo, de vuelta al bar.

Todavía, las palabras de Minwoo sonaban en sus oídos.

Esperanza. Él bufó fieramente al pensar en eso. La esperanza era para los humanos. No era para animales o fenómenos.

—Hola.

Él levantó la vista para ver a un joven con un pantalón muy justo y una mini camiseta acercándose a él.

—Pensé que te ahorraría algo de tiempo y te traje mi vaso, —dijo él, echándole una caliente mirada. Deslizó su vaso vacío sobre su pecho antes de dárselo a él.

Asombrado de que no sintiese absolutamente nada por él, Taeheon inclinó su cabeza y tomó su vaso antes de moverse para otra mesa.

El joven hizo pucheros antes de regresar a su asiento.

—¿Qué diablos va mal contigo, tigre?  —preguntó Justin cuando se acercó a Taeheon. — ¿Qué clase de bestia rechazaría eso?

— Ve por él, pantera —dijo Taeheon quedamente—. Es toda suya.

—Yeah, creo que lo haré.

Taeheon observó como Justin se dirigía directamente rumbo al joven y entablaba conversación. Algunos minutos más tarde, los dos salieron hacia el cuarto de almacenaje cerca del lugar que había sido insonorizado por uno de los osos como un lugar llevarse a las parejas humanas para uno o dos rápidos revolcones.

Era extraño que Taeheon no sintiese absolutamente nada por el joven. Ni siquiera un leve apasionamiento. Si no lo supiese mejor, juraría que estaba emparejado. Pero no había marca de emparejamiento en su mano, y aun si la hubiera, él nunca formaría pareja con un humano. Especialmente no con Juny. Su padre era un hombre demasiado prominente.

La idea era mantener su mundo en secreto de los humanos. Emparejarse con un miembro de la familia de un político era suicida.

Marvin se acercó corriendo para depositar un vaso en su bandeja antes de que saliese disparado otra vez.

Mew se detuvo simplemente fuera de la puerta de su oficina mientras observaba a Taeheon limpiando las mesas. Cada sentido animal que ella poseía le decía que era hora de que él dejase The Empire, no es que ella le hubiese querido realmente alguna vez allí.

Si fuese por ella, nadie se hospedaría en The Empire a excepción de su familia. Pero esas no eran sus leyes. Ellas dictaban necesariamente que cualquier otro Were-Hunters podría entrar, salir e incluso vivir e ir y aun vivir en su bien amado hogar.

Eso no quería decir que le gustase.

Su mirada se suavizó cuando calló sobre su hijo Taeyang, quien hablaba con su otro hijo Cherif. Ella había perdido a dos hijos a manos de los Were Hunter Arcadianos quienes los habían perseguido una vez hasta el fin del mundo y más allá sin otra razón que la que fuesen were-animales. Ella se negaba a perder a más niños en aquella guerra sedienta de sangre entre los Arcadios y los Katagaria.

Ella haría cualquier cosa para proteger a su familia.

—¿M?

Ella se volvió ante la llamada de su compañero. Hyunjong la miraba con una preocupada mirada

—¿Oui, Hyunjong?

Él miró hacia donde estaba Taeheon.

—El tigre no ha lastimado a nadie.

Ella frunció los labios mientras observaba a Taeheon limpiando.

—Su misma presencia me ofende. Él no está bien y lo sabes.

—Él no tiene ningún lugar a donde ir.

—Ni siquiera lo tenemos nosotros —Ella indicó con un gesto de su barbilla en dirección al mono cuando el saltaba de regreso hacia el tigre. — Eso también es antinatural. Odio a ese condenado mono. Es un peliculero. Animales como ese son alimentos para nosotros. Nunca deberían ser conservados como mascotas.

—Marvin no es una mascota, —dijo Hyunjong quedamente. — Taeheon no le posee. Son amigos, y el mono mantiene calmado al tigre. Es por eso que le permitimos quedarse.

Ella hizo un sonido asqueado.

—¿Por qué debemos cuidarlo? Somos osos. Somos los más poderosos. Un golpe y podríamos matar al tigre.

Hyunjong concedió el punto con un asentimiento

—En estado salvaje, bestia contra bestia, sí. Pero Taeheon es en parte humano, como lo somos nosotros. Él sabe que no nos puede atacar de frente, pero no duraría en atacarnos por la espalda. Lo que le falta en fuerza, lo tiene en velocidad y agilidad. Él podría matarnos. No tengo duda.

Ella miró a su compañero con rencor.

—¿Le temes?

—No —chasqueó él.— Pero no soy tonto. No dejes que tu odio te ciegue, ma petit. Mejor utilizar su fuerza para luchar por nosotros, que convertirlo en nuestro enemigo.

Ella consideró eso.

—Quizá, pero él no es como los otros. Ve a través de nosotros y nuestra hospitalidad.

—Oui, pero él se lo guarda para si mismo. Rara vez habla con alguien.

Todavía Mew no confiaba en Taeheon. Ella podía sentir el desasosiego del tigre. Sentía su estado volátil. Él podría volverse violento de un momento a otro

—Creo que deberíamos llevar a nuestras preocupaciones al Omegrion  —El Omegrion era el consejo gobernante para los de su clase. Este hacía e implementaba las leyes de todos los Were Hunters, y sus miembros podía solicitar una cacería de sangre para alguien que los Weres creyeran una amenaza para su mundo.

Hyunjong puso sus ojos en blanco.

—No hay necesidad para eso. Taeheon no es un Asesino.

—No, pero lo será. Puedo sentirlo.


Taeheon dejó escapar un profundo suspiro dio en alquiler un aliento profundo mientras terminaba de pasarle un trapo a la mesa. Con su corte de pelo nuevo atraía mucho más la atención, y eso era algo que odiaba. A él siempre le había gustado confundirse con el fondo. En el pasado, las quizás advertían su presencia, pero rápidamente apartaban la mirada. O fruncían sus labios con repugnancia.

Los tigres por naturaleza eran criaturas solitarias. Vivieron sus vidas a solas.

Y todavía sus pensamientos seguían volviendo a la deriva de regreso aquella tarde. A la vista de la cara de Juny.

Tengo que olvidarlo.

El único problema era que él no podía.



Junyoung suspiró mientras ponía bien su cama. Pero era duro no pensar en Taeheon mientras hacía la cama en donde habían pasado la tarde.

—Que se haya ido el lo mejor, —se dijo a sí mismo.

Eso era verdad. La facultad de derecho no era fácil. Sus clases eran difíciles, y requerían una gran cantidad de concentración. Lo último que necesitaba era la distracción de un problemático novio chico-malo.

La última cosa que podría afrontar era que lo expulsaran de esa escuela. Eso solo le daría la razón a su padre al final.

Junyoung se apartó de la cama y se tropezó con algo bajo su pie. Frunciendo el ceño, vio la pequeña cartera negra en el piso.

Hizo una mueca al mirarla.

—Maldición —De todas las estúpidas suertes. Debía de haberle caído a Taeheon del bolsillo mientras se estaba vistiendo.

La recogió y la abrió para encontrar su licencia y dinero. Sip, era suya. No podía haberle pertenecido a cualquier otro, pero todavía había mantenido la esperanza del torpe ladrón de casas .

—Debería enviárselo por correo.

Pero él probablemente la necesitaría antes.

—Puedo ser adulto en esto.

Lo llevaría al bar, la dejaría con el joven camarero, y se largaría antes de que él le viese.

De acuerdo, eso era un poco cobarde y poco adulto, pero sería la manera de salvar sus sentimientos. Si Taeheon no quería verlo, entonces él tampoco.



Taeheon estaba en la cocina, descargando los platos cuando algo extraño pasó a través de él. Era caliente y centelleante. Igual que algo que hubiera rozado contra su misma alma.

Entrecerró los ojos, agachó su cabeza y escudriñó el cuarto.

Allí no había nada fuera de lo normal. Pero todavía la bestia dentro de él sentía.

Apretando sus dientes, dejó la cocina para dirigirse hacia el bar. Él sólo había puesto un pie dentro del bar cuándo él encontró la fuente de su incomodidad…Juny.

Y estaba hablando con Taeyang.

La mirada de Taeheon se estrechó incluso más cuando unos celos como los que nunca había experimentado hicieron presa de él. Era todo lo que él podía hacer para mantenerse en forma humana y echarse de cabeza y atacar al oso hasta que tuviese a Taeyang yaciendo totalmente muerto en sus mandíbulas.

Pero él cruzó el bar a enorme y rápidas zancadas.


Junyoung sintió el aire detrás de él agitarse. Aun antes de que voltease su cabeza, sabía que era Taeheon. Podía sentir su presencia igual que un tangible toque.

Lo miró por encima de su hombro. Sus ojos lo escaldaron con calor. La intensidad de su mirada le hizo temblar.

—Te dejaste la cartera —dijo rápidamente, no queriendo que pensara que le seguía la pista. Tomó la cartera de manos del hombre a quien se la había dado y se la entregó a Taeheon—. Solo vine a traerte esto.

Él se volvió hacia la puerta.

—Espera —dijo Taeheon, jalándolo para que se detuviese.

—¿Esperar para qué? —dijo con más dureza de lo que pretendía —No soy un yo-yo, Taeheon. Dejaste bien claro que no había nada más entre nosotros. Yo fui  –él cortó sus palabras completamente con un beso abrasador. Junyoung realmente gimió ante el fiero sabor de él.

Aun así, se echó atrás.

—Eso es cruel.

Junyoung vio amargo anhelo en sus ojos cuando le miró.

—¿Has querido alguna vez algo que sabes que es malo para ti? ¿Algo que ansias tanto que no puedes pensar en nada más?

—Sí, eso es por lo que siempre termino comiendo toda la tableta de chocolate, de todas maneras.

El agarre sobre su brazo se hizo más liviano cuando él sonrió. Vio el shock sobre la cara del hombre por encima de su hombro.

Taeheon lo jaló contra de él, lo acarició con la nariz, y aspiró profundamente su pelo.

—Y yo quiero inhalar mi chocolate, gatita. Aun si eso me mata.

Junyoung lo miró ceñudo ante sus palabras.

—Nunca te lastimaría, Taeheon.

Él se tensó como si oyese o sintiese algo.

—Necesitas irte ahora. No es seguro que estés aquí.

—¿Como así?

Taeheon no contestó. Los dos estaban llamando mucha atención sobre los otros Were Hunters del bar. Él no podía permitirse el lujo de dejar que supieran lo que este joven significaba para él.

—Me tomo mi descanso, —le dijo a Taeyang antes de que él tomase su brazo y lo guiase hacia la puerta.

—¿Qué está pasando ahí dentro? —preguntó mientras salían afuera.

—No puedo explicártelo. Realmente no puedo. —No había manera de decirle que los sentimientos que había dentro de él estaban completamente equivocados. No se suponía que sintiese eso por un humano. No algo así.

Él se sentía… igual que un ser humano. Y eso era algo que mayoritariamente no era.

Taeheon lo acompañó a su Mercedes, el cuál estaba estacionado en la calle lateral. Él apretó sus puños cuando su cuerpo cobró vida, exigiendo que la tomase otra vez.

¿Por qué se estaba sintiendo así? Demonios, estaba mal.

Levantando una mano, él colocó sus dedos contra del sonrojo de su mejilla.

Él no era lo que Junyoung necesitaba en su vida. Él no era alguien a quien necesitase, y lo sabía. Pero por primera vez incluso, él quería estar con alguien.

Y un joven humano nada menos.

¿Qué estaba mal con él? ¿Era esto la trelosa que los Were-Hunters obtenían al llegar a la pubertad? Él nunca había sentido realmente esto cuando jovencito y no entendía la rabiosa locura que aparecía con oleadas hormonales.

Pero él lo sentía ahora. Le roía y exigía.

Tal vez la trelosa se había demorado en él porque era uno híbrido. No lo sabía. Pero los humanos no se suponían que le atrajesen. No como nada más que una presa o un posible compañero de cama.

Junyoung se le quedó mirando con esos acusadores ojos color café que brillaban de cólera.

—No entiendo que está pasando aquí, Taeheon. Me apartas y todavía me miras como si fueses un vagabundo muerto de hambre y yo el único bistec en la ciudad.

—Eso lo resume perfectamente, — dijo él suavemente. —Tú estás también fuera de mi liga.

—¿Cómo estas seguro?

—Yo no estoy bien, Juny. Físicamente, emocionalmente, socialmente… yo no debería estar contigo.

—Eso es completamente estúpido. Tú continúas diciendo eso y yo veo nada anormal en ti. ¿Qué está tan mal contigo que no podemos ni tener una cita?

Cómo desearía poder decírselo, pero eso era estúpido y él lo sabía. Decirle que él era un animal lo asustaría de por vida. En lugar de eso, él utilizó argumentos humanos.

—Soy antisocial.

—Tanto como yo. Soy socialmente torpe y odio las fiestas y los estruendos

—Yo odio a las personas.

—¿Entonces por qué está tu mano todavía en mi cara?

Él tragó ante la verdad que él no podía negar.

—Porque no te odio.

—Bien es un alivio saberlo, especialmente después de lo de esta tarde.

Un tic empezó en su mandíbula mientras bajó la mano.

—Necesito regresar al trabajo.

—¿Te veré después?

Él quería decir que no, pero había una parte de él que estaba tan tranquila a su alrededor. Era la única vez en su vida que él se había sentido así.

Queridos dioses, realmente había vencido alguna parte de él. Apártalo.

Él no podía. Necesitó sentirlo contra de él. En contra de su voluntad, él se encontró asintiendo con la cabeza.


Junyoung dejó escapar un suspiro de alivio. No se había dado cuenta de que había estado conteniendo el aliento ante la expectación.

Él no le había rechazado esta vez. Era una buena señal.

—¿Taeheon?

Junyoung miró más allá de él para ver a la mujer de mediana edad en medio en la calle, mirándoles. Aparentemente la mujer no había cambiado nada desde la última vez que había echado a Junyoung de su casa.

Taeheon miró a la mujer, entonces gruñó de una forma muy poco humana cuando se volvió a perder en los ojos de Junyoung.

—Tengo que irme ahora.

—De acuerdo —Junyoung se inclinó hacia delante y depositó un casto beso en su mejilla. Como él se echó atrás, vio la forma en que Taeheon saboreaba eso.

Él recogió su mano y la llevó a sus labios, dónde depositó un beso hambriento en los nudillos.

—Ten cuidado.

—Tú también.

Él dio un paso atrás mientras entraba en su coche y no se movió hasta que se hubo marchado.


Cambiando de dirección, Taeheon caminó hacia donde Mew estaba todavía de pie. La osa no dijo una sola palabra cuando él la pasó de largo, pero él sintió el calor de su mirada.

Ignorando esto, él regresó al bar y volvió a trabajar.

Mew siguió al tigre adentro y se detuvo al de su hijo Taeyang.

—Es antinatural para nuestra clase sentirse atraído por un humano.

—Él se está volviendo inestable.

Ella asintió.

—Hablé con un primo de él hace algunas horas.

—¿Y?

Ella entrecerró sus  ojos en el tigre.

—Él dijo que Taeheon había matado a sus padres.

Taeyang parecía aturdido por las noticias, pero ella no lo había estado. Era lo que ella había esperado oír. Había algo malo acerca de ese tigre.

—¿Cómo? —preguntó Taeyang. — Él era no era apenas más que un cachorro cuando lo trajeron aquí.

—Es la maldición de su raza. ¿Por qué crees que los leopardo blancos estás casi extintos? Se vuelven locos y se vuelven en contra de quienes dependen. Los únicos que cuidan de ellos.

—¿Tú crees que Taeheon está enloqueciendo?

—¿Tú que crees?

Taeyang recorrió la mirada hacia donde Taeheon limpiaba una mesa con Marvin en su hombro.

—Creo que él está enamorado de ese joven. Yo en realidad lo oí reírse.

Mew desdeñó con sarcasmo el mismo pensamiento.

—Es antinatural para un Katagaria amar a un humano. Por no mencionar, que ese joven —ella escupió la palabra— es la muerte para todos nosotros. ¿Puedes imaginarte que pasaría si su padre alguna vez supiese de nosotros? Seríamos cazados y asesinados ".

Taeyang asintió.

—Los humanos se aterrorizarían, sin duda.

Mew apretó sus dientes, la amarga cólera la consumía.

—No permitiré que esa bestia híbrida nos ponga en peligro a todos.

—¿Qué piensas hacer, Mama?

Ella no respondió hasta que vio al tigre regañar el labio al mirar para ella antes de irse a la cocina.

Ella no podía decirle a Taeyang lo que ella había planeado. Por alguna razón, a su hijo le caía bien el tigre. Algo que verdaderamente la abrumaba. Pero bueno la mayoría de los varones eran débiles. Era por eso que las parejas oso eran las más fuertes de la especie lo más fuerte de la especie y por que era ella la que dirigía su casa.

—No te preocupe, Taeyang. Mama se encargará de todo. Solo regresa y chequea la entrada.

Y pronto su casa estaría otra vez segura de la amenaza que Taeheon suponía para todos ellos.



2 comentarios:

  1. Hombre...lobos....katagaria...osos...leopardos...tigres...todos son iguales...hombres al fin y al cabo.
    Pero bueno,al menos después de todo admitio que quiere a Jun con él.
    Poco a poco iran eliminando los obstaculos...siempre y cuando algo no se les adelante.

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  2. la verdad este libro no me gusta por que el pobre jun todo mundo lo juzga sin conocerlo y el solo se aisla del mundo me da justo que ya tiene a alguien que lo vio como un ser vivo que es

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...