Junyoung suspiró excesivamente mientras caminaba a solas en el
zoológico, observando a los animales jugando juntos o descansando. Tres días
habían pasado sin una sola palabra de Taeheon. Peor, su padre había llamado
hacía dos horas para gritarle sobre el arresto de Anan y el juicio pendiente.
Aparentemente ni Anan ni su padre se habían molestado en informarse
simplemente quien era Taeheon realmente, Anan probablemente se rehusaba a creer
en eso. ¿Después de todo, que familia podría ser incluso más importante que la
suya? ¿Y cómo alguien con el tipo financiero de Taeheon hacer alguna vez otra
cosa que deleitarse en su propia grandeza? Esto era suficiente para hacerle
enfermar y incluso ahora podía oír la voz enfadada voz de su padre en su
cabeza.
—¿Él tendrá una mancha permanente en sus credenciales y por qué? ¿Por
un vagabundo sin valor con el que decidiste entablar amistad? Realmente,
Junyoung, ¿Qué pasa contigo? ¿El padre de Anan ayudó a subir mi campaña con
diez mil dólares, y mi hija hace que su único hijo sea arrestado? ¿Estás
tratando de matarme? ¿Quieres que me desplome muerto de un paro cardíaco de
modo que tú puedas tener pronto tu herencia? Simplemente saque un arma y
dispare contra mí luego. Solo toma una pistola y dispárame entonces. Acaba de una
vez con…
Y entonces él sacó a colación el único disparo que nunca fallaba en
hacerla llorar.
—Esto es lo que obtengo por casarme con una cajún en contra de los
deseos de mi familia. Nunca debería haber tenido hijos. No son un adeudo que
político puede permitirse.
El ni siquiera había sido capaz de decir ni una sola palabra en medio
del barullo de su rimbombante discurso de cuarenta y cinco minutos. Al cabo de
un rato, ni siquiera lo había intentado. Había dejado el teléfono boca abajo
sobre el mueble mostrador, comido patatas fritas, y había ojeado una revista
mientras él despotricaba. Una vez que su padre había terminado, él simplemente
se había disculpado y le había colgado.
Conociendo a su padre, daría un giro completo en cuanto se enterase de
la riqueza de Taeheon.
Pero él no quería que le gustase Taeheon por que era rico. Quería que
su padre viese al hombre, no el dinero.
Negando con la cabeza, fue andando por el pasillo de madera entre las
jaulas en el zoológico mientras trataba de alejar todo aquello de su mente.
Pero era imposible, no quería pelearse con su padre.
Todo lo que quería era que su padre se enorgulleciera de él. Que lo
aceptase. Y todavía él era tan irrazonable. Nunca había conocido alguien que
pudiera hacer trabajar a su mente tan rápido con tan poca información y luego
discutir hasta el infinito que ellos tenían razón mientras los otros estaban
equivocados.
—Un día voy a hacerte frente, Papá— susurró. Al menos esperaba poder
llegar a hacerlo, pero era difícil. A pesar de todo, le quería. Él era su padre
y tenía profundos momentos de ternura…
Al menos algunas veces.
Su padre solo tenía expectativas demasiado altas para él. Quería que
fuese un joven debutante perfecto. Una belleza sensacional que podría ser el
consorte de algún hombre rico. Uno que diese fiestas estratégicas para ayudar a
su marido a subir la ladera del éxito sin importar lo que él escogiera.
Pero ese no era él. Por lo que respecta a las fiestas… había estado en
más de una esquina leyendo algo sola. Odiaba ser amable con las personas que no
le gustaban por que su anfitrión quería sus contribuciones. Él odiaba ser
falso. Todo lo que quería era ser uno mismo.
Quería dejar su propia huella en el mundo como lo había hecho su madre
antes de su matrimonio, no ser el ayudante de alguien más. Ese tipo de vida
había destruido a su madre.
—Solo quiero respirar.
A él no le importaba lo que hiciera tanto como el trabajo o la carrera
que escogiera. No quería ser encerrado en una jaula como lo estaba los animales
aquí. Por más que quería a su padre, se negaba a dejarle tratarlo de la misma
manera que lo había hecho con su madre. Tarde o temprano, iba a obligarlo a
verlo por si mismo.
Junyoung detuvo su paseo ante el tigre blanco exhibido. Desde que era
un niño, siempre le había gustado ir por el zoológico. Había sido el lugar
favorito de su madre en la tierra.
Su madre había crecido aquí. Había sido el abuelo materno de Junyoung
el que había conducido la cruzada para salvar el zoológico en los años setenta
y e inicios de los ochenta. Él había sido un visionario que había sacado el
zoológico de las edades oscuras y lo convirtió en uno de los principales
zoológicos del país.
En todas partes que mirara, veía su lado materno de la familia aquí. De
hecho, veía a su madre.
Cuando su madre había sido una estudiante de universidad en Tulane,
ella se había estado trabajando aquí como docente. Ella había planeado ser
veterinaria o una guardiana del zoológico después de la universidad, pero su
matrimonio había detenido todos sus sueños.
La única vez que Junyoung podía recordar a su madre sonriendo y riendo
era cuando ella lo había traído aquí y le había contado las historias acerca de
diferentes animales y de de la manera en que vivían y habían sido cazados. Era
aquí donde Junyoung encontraba paz.
Aquí era donde él podía sentir otra vez la presencia de su madre.
El padre de Junyoung odiaba este lugar. Para él era gaucho, común, y
muy sucio. Pero para Junyoung era hermoso.
—Te hecho de menos, Mamá —susurró mientras observaba a los dos tigres
jugar en una pequeña imitación de su hábitat salvaje.
El sólo había tenido doce años cuando su madre, enferma de ser la
esposa de un político, se sobre medicó con antidepresivos. Por supuesto que el
padre de Junyoung lo había cubierto completamente a fin de que todo el mundo
pensase que había sido un accidente, pero él sabía la verdad. Su padre se había
rehusado a divorciarse de su madre o aun a vivir separados. Habría sido malo
para su carrera.
Incapaz de aguantar el prospecto de ser castigada por sus amigos, su
guardarropa, y ser puesta a prueba en todas las cosas por el resto de su vida,
su madre había tomado el asunto en sus propias manos. Ella había dejado al final
una nota diciéndole a Junyoung que fuese más fuerte de lo que ella había sido.
Sigue tu corazón, Junyoung. No
dejes que nadie te explique cómo vivir tu vida. Eso es lo único que tu tienes,
mon ange. Vívelo por los dos.
Los labios de Junyoung temblaron cuando la pena pasó a través de él. Su
madre había sido un alma verdaderamente bella y suave.
Durante mucho tiempo, Junyoung había odiado a su padre después de la
muerte de su madre. Y en verdad, él había odiado a Dios por dejarlo a solas con
él. Pero cuando creció, había empezado a comprenderlo un poco.
Al igual que Anan y Todd, él estaba a merced de las ambiciones de su
familia para su futuro. Su abuelo había conducido la vida entera de su padre
desde su nacimiento. Su abuelo todavía lo hacía de muchas formas. Incluso como
un poderoso senador, su padre siempre se había inclinado hacia el suyo por
consejo. Si el Abuelo estaba molesto, Papá estaba alterado y contrito.
La única vez que su padre le había hecho frente a su abuelo había sido
casándose con su madre.
Junyoung no estaba ni siquiera seguro de que su padre alguna vez
realmente hubiese amado a su madre. Su madre había sido una de esas mujeres
absolutamente sensacionales. El tipo de belleza que hacía volver todas las
cabezas. Cualquier hombre la habría querido.
Sin duda su padre había sido atraído por ella por su aspecto
excepcional. Sin mencionar, que como antigua Miss Luisiana y con un padre que
había salvado el amado Zoo Audubon, ella era un beneficio importante para un
hombre con ambiciones políticas. Con su madre a su lado, su padre había podido
afirmar que él entendió las necesidades de todos los miembros de Louisiana,
ambos ricos y pobres.
Pues bien, él podría entender sus necesidades, pero él nunca había
entendido a su hijo y nunca lo haría.
—Hola, Juny.
Junyoung se congeló cuando reconoció esa voz profunda, hipnótica. Miró
sobre su hombro para ver detrás de él a Taeheon. Llevando una camisa suelta y
pantalones, ambos vaqueros, él era lo mejor que había visto en días. Su cabello
estaba despeinado, y el azul de su camisa hacía que sus ojos prácticamente
resplandecieran. Él quitaba completamente el aliento.
Antes de que pudiese cambiar de opinión acerca de ello, se lanzó
literalmente a sus brazos y le sujetó cerca, necesitando sentir el calor de
alguien.
Su aparición no había podido ser más oportuna.
Taeheon estaba sorprendido por su reacción. Él le envolvió con sus
brazos y se aferró firmemente.
Nadie había estado tan feliz de verle antes. Él tragó cuando las poco
familiares emociones se desgarraban a través de él.
—Estoy tan contento de que estés aquí —susurró Taeheon.
—No lo había notado.
Junyoung se echó atrás con una mueca de disgusto y él sintió su súbita
desilusión. Taeheon le sonrió mientras su corazón golpeaba con una extraña
dolencia.
—Era un chiste, Juny.
Su expresión se suavizó para volverse de alegría.
—¿Cómo supiste que estaba aquí?
Él vaciló mientras trataba de pensar en una mentira plausible.
—No estabas en casa.
—Sí, pero podía haber estado en cualquier lugar de Nueva Orleans.
Taeheon se restregó el cuello nerviosamente. Él tenía que alejarlo de
esa línea de preguntas antes de que él dijese algo sin querer.
—Me gusta venir aquí
Esa era una completa mentira. Él en realidad odiaba los zoológicos. Él
no podría soportar el ver a los animales enjaulados. Como uno de ellos, él
podía oír sus pensamientos y sentir su incomodidad. No era que todos ellos
estuvieran descontentos con su situación. Había un número de animales a los que
les gustaba la atención y que agradecían tener un ambiente seguro.
Pero los otros… Ellos eran como él. Depredadores. Y despreciaron las
jaulas de cualquier tipo.
Cuando era niño, su madre siempre había amenazado con venderle a un
zoológico.
"Es un fenómeno. Pagarían bastante dinero por tener algo como él
en exhibición. Solo imagínate cuánto dinero podríamos hacer ".
Su padre había sido la única cosa que había mantenido a Taeheon fuera
de algo semejante como aquel lugar.
Taeheon molió sus dientes cuando apartó la vista de los tigres blancos.
Eran la atracción número uno en el zoológico. Su madre no había estado
equivocada.
Él la odiaba por eso.
Apartando a la fuerza esos pensamientos, él se volvió hacia Juny.
—¿Por qué estás aquí?
Él le dio una sonrisa atractiva.
—Ya te dije que tenía una cosa por los tigres —miró detrás de él, en el hueco donde los
tigres blancos jugaban. — Creo que Rex y Zulú son las criaturas más bellas que
alguna vez he visto y me encanta venir a visitarlos y observarlos.
Sus palabras le divirtieron.
—Te gustan los tigres blancos, ¿huh? – Junyoung asintió.
—Daría cualquier cosa por mimar uno.
Taeheon sonrió ante la ironía de eso. Poco sabía Junyoung, que ya lo
había hecho.
—No son tan difíciles de domesticar.
—Si, claro. Ellos probablemente se comerían a alguien lo
suficientemente estúpido como para acercarse a ellos.
Tal vez, pero no cuando la mano que los acariciaba era tan suave y
delicada como la suya. Cualquier tigre se tendería a sus pies ...
Al menos él lo haría.
Taeheon tomó esas bellas manos en las de él. Su piel era como
terciopelo caliente en contra de la de él, y le recordó simplemente qué tan
suave era el resto de su cuerpo. Podía sentir una tristeza profunda, y eso
hacía que le doliese su propio corazón por él.
—¿Por qué no estás estudiando?
Junyoung suspiró como si el peso del universo entero estuviese en sus
hombros.
—No podía concentrarme. Tuve una espeluznante llamada de mi padre hace
poco y estaba intentando utilizar el zen y ponerme a mi mismo en algún lugar de
tranquila felicidad.
Su estómago se encogió ante sus palabras. Él no había tenido la
intención de molestarlo.
—¿Quieres que te deje solo?
El negó con la cabeza.
—No. Encontré mi lugar feliz en el minuto en que te vi.
Su corazón dejó de palpitar cuando oyó las palabras que nunca se le
había ocurrido oír al alguien de él. Ésta era una relación tan imposible. Los
Were Hunters no escogían a sus compañeros; Los Destinos lo hacían sin que eso
importase a ninguno de ellos.
Siempre que un Were Hunter era emparejado, debería aparecer una marca
de emparejado en sus manos. Esta casi siempre aparecía después del sexo, lo
cual era uno de los porqué los Were Hunters sin emparejar era tan promiscuos.
Con cuantos más durmieran, más probable era que encontraran a su compañero.
Pero no había marca visible para mostrarle que Juny fuese el suyo.
La única marca estaba en su mismo corazón que lo deseaba tan
ardientemente.
Él no habló cuando Junyoung jugueteó con los dedos de la mano de él
enlazados con los suyos. La sonrisa en su cara calentaba cada parte de él.
Sus ojos estaban llenos de pasión y cariño. Era sin duda la criatura
más bella que él alguna vez había visto en su vida.
Un grupo de escolares pasó corriendo junto a ellos, riéndose y gritando
cuando a los dos tigres macho.
Taeheon apenas notó a los niños.
—¿Qué planes tienes para hoy?
Él se encogió de hombros.
—Estoy libre. ¿Qué hay acerca de ti?
—Es mi día de descanso.
—¿De veras?
Él asintió con la cabeza, entonces le sonrió con malicia.
—¿Quieres que nos desnudemos?
Junyoung chilló ante su oferta cuando sentía el calor escaldar su cara.
Pero la verdad era, que no quería nada más.
—¿Es todo lo que soy para ti?
—Preguntó en un tono azuzador.
—No —dijo él con sinceridad con llamas en sus ojos. — Eres bastante más
que eso para mí.
Junyoung tragó ante la profundidad de su voz. Ante la necesitada
apariencia en su cara. Estaba completamente cautivado por él. Él soltó sus
manos para ahuecarle la cara e inclinarle arriba hacia la de él. Junyoung cerró
sus ojos a la espera de su beso.
Sus labios rozaron los suyos. Hasta que un grito rasgó el aire.
—¡Socorro! ¡Oh Dios, alguien llame a los guardianes del zoológico!
¡Rápido!
Taeheon se apartó de Junyoung cuando los niños comenzaron a gritar y
las personas empezaron a correr todos alrededor de ellos.
—¿Que ha sucedido? —preguntó.
Una señora gritaba algunos metros más allá.
—¡Oh Dios mío, ese niño está en la jaula con los tigres!
—¡Lo van a devorar!
Junyoung no podía respirar cuando vio a un niño alrededor de los ocho
años en la jaula. Su cara ensangrentada y sus ropas rotas por la caída, él
estaba llorando y gritando mientras él trataba de trepar de regreso hasta la
cerca, pero la concreta pared lo alejaba de él. Él salpicó alrededor dentro el
agua, captando aún más la atención de los tigres.
Peor, los tigres estaban gruñendo y rechiflando cuando dejaron su
parcela y se movieron hacia el agua que los separaba a ellos de él.
Estaba seguro de que el niño estaba muerto, como lo estaban todos los
demás allí reunidos.
De repente, Taeheon se alejó de él, hacia la verja de hierro que
protegía a los visitantes de las fieras. Junyoung observó con horror como él
saltaba sobre la cerca y el alambre de púas de la jaula, para aterrizar dentro
no muy lejos del niño en una de las concretas almohadillas que formaban
pequeñas islas en el agua. Con su cabeza inclinada en fiera actitud familiar,
Taeheon se puso lentamente de pie y cambió de dirección hacia el niño, quien
estaba gritando y llorando.
Junyoung se cubrió su boca con su mano mientras esperaba que los tigres
los matasen a ambos.
Taeheon se movió con precaución hacia el niño, quien obviamente había
quedado herido en su caída.
—Está bien, chico —dijo Taeheon en un tono calmado, constante cuando se
abría paso en el agua para alcanzar al niño. —¿Cómo te llamas?
—Johnny.
Taeheon intentó subirse a la concreta isleta, pero el chico no se
soltaba.
—Confía en mí, Johnny. No van a lastimarle. No los dejaré
Johnny lloraba cuando a regañadientes soltó la pared de cemento.
Taeheon lo acunó contra su pecho mientras miraba alrededor en busca de una
forma de llevar el niño a la seguridad. Con fuerza animal de Taeheon, él
fácilmente podía saltar hacia el área de espectadores que había por encima de
sus cabezas, pero eso probablemente daría más pistas a las personas que miraban
que él no era realmente humano.
No es que ellos no tuvieran algunas sospechas de todas maneras, desde
que él iba a salir de esta jaula sin que, ya fuese él o Johnny, fueran mordidos
o magullados. Taeheon apretó los dientes cuando se dio cuenta de la cantidad de
personas que había con cámaras de fotos.
Diablos.
Volviendo la cara, él echó un vistazo alrededor. La mejor manera para
sacarlos de esto era a través de una portilla en la parte de atrás que los
guardianes del zoológico probablemente usaban para alimentar a los tigres.
Taeheon se movió hacia allí.
Los tigres se acercaron, rugiendo y pavoneándose en advertencia.
Taeheon dio la vuelta y los miró directamente. Querían atacarle, él podía
sentirlo, y todavía estaban confundidos por la mezcla de su olor a humano y
tigre.
Él rechifló ante ellos. Ellos retrocedieron. Johnny gritó.
—Chis —dijo Taeheon serenamente. —No tengas miedo. Lo pueden oler, y es
ese perfume lo que les hace querer atacarte. Finge que no son nada más que
gatos mascota.
—Pero son tigres.
—Lo sé. Imagínate que tú también eres un tigre. Imagínate que no nos
pueden ver en absoluto.
Las lágrimas del niño disminuyeron.
—Aquí, gatito, gatito —Taeheon asintió con la cabeza.
—Eso es, Johnny. Se valiente.
Los tigres se acercaron pero se quedaron lo bastante atrás para que
Taeheon alcanzara la trampilla. Un grupo de guardianes del zoológico estaban ya
allí para abrirla. Tan pronto como Taeheon entregó a Johnny a una de las
guardianas del zoológico, uno de los tigres corrió hacia él.
—¡Corre! —gritó el guardián.
Taeheon no se movió cuando el tigre saltó hacia él. Él lo atrapó y
comenzó a rodar por el suelo suelo con él. El tigre sólo quería jugar con
Taeheon. Él se tendió sobre el suelo con el tigre sobre su pecho mientras
pellizcaba en broma la piel de Taeheon. Él palmeó la cabeza de Rex en broma.
—Mejor será que me dejes levantarme, Rex —dijo él quedamente— de otro
modo podrían lanzarte un tranquilizante.
El tigre le lamió la cara antes de alejarse. Taeheon se levantó y
volvió a la cerca.
—¿Qué diablos fue eso? —preguntó el guardia.
—Crecí alrededor de tigres, —dijo Taeheon. — Son simplemente gatos
grandes.
—Sí, —dijo el guardia en un tono incrédulo. — Seguro. Usted tiene
suerte de no ser su almuerzo.
Taeheon salió de la jaula.
Cuando el guardia cerró la portilla detrás de él mientras otro guarda
atendía al niño, Juny se acercó corriendo a Taeheon.
—¿Estás bien?
Él asintió.
Junyoung lo sujetó en la longitud de sus brazos mientras lo examinaba
como si no pudiese creer que él estaba completamente intacto.
—Pensé que estabas muerto cuando aquel tigre corrió hacia ti.
—Él solo quería un compañero de juegos.
—Sí, y el infierno es solo un sauna. Pudiste ser comido vivo.
Él sonrió ante su preocupado tono.
—Ser comido vivo no es tan malo, de pende de quién dé el mordisco
Un rico sonrojo cubrió su cara.
—¿ Cómo puedes tomártelo a la ligera? Lo que hiciste fue increíble.
Las personas comenzaban a llegar a la altura de ellos, haciendo
preguntas que Taeheon no tenía intención de contestar.
—Vamos, —le dijo a Juny. —Salgamos de aquí.
El asintió antes de que tomase su mano y se dirigieranl hacia la
salida. Tuvieron que capear a un gran número de personas que querían respuestas
antes de llegar a su coche.
Tan pronto como estaban en él, Junyoung condujo de vuelta a su casa.
—¿Realmente te criaste alrededor de gatos grandes? —preguntó.
—Sí.
—¿En Nueva York?
Por su tono él podía decir que no se lo tragaba.
—¿No me crees?
—Bueno, Nueva York no es exactamente conocido por sus territorios
conservados en su estado virgen.
Taeheon le dedicó una sardónica sonrisa.
—Ok. La verdad es que soy como el Doctor Dolittle. Puedo hablar a todos
los animales. Sé lo que piensan todo el tiempo. Me metí en la jaula y le dije a
que los tigres se echaran atrás. Me obedecieron porque soy uno de ellos.
Junyoung comenzó a rodar sus ojos.
—Ahora estás siendo ridículo.
Taeheon dejó escapar un suspiro exasperado. Él no podía ganar para
perder. Aun cuando le dijo la verdad, él se negaba a creer en ella.
—Entonces, dímelo, Juny. ¿Por qué no me mataron los tigres?
—¿Has estado siempre alrededor de domadores de leones?
Él se rió de eso.
—Estoy alrededor de ti. Fácilmente te podría clasificar como un domador
de tigres.
—Oh, olvídalo. ¿No puedo obtener una respuesta de ti, verdad?
Irónicamente, las había estado obteniendo, solo que no quería oírlas.
No es que lo pudiera culpar. En su mundo, las personas eran personas, no eran
animales disfrazados. Su clase no debía estar en su mundo. Muy pocos humanos
aun podían comenzar a entender, y mucho menos sobrevivir en eso.
—Te he echado de menos, Juny, —dijo él en un tono silenciado. —Eres en
todo lo que he pensado estos días. Me tiendo en cama y todo en lo que puedo
pensar es en estar contigo, en tocarte.
Junyoung entró en su camino de acceso y apagó el motor. Taeheon sentía
irritación y desasosiego desde él.
—No lo entiendo, Taeheon, —dijo el cuando le miró a la cara. —Eres uno
de los más ricos del país y aún así parece que te gusta vivir sin un céntimo y
trabajas como un ayudante de camarero en una barra de motorista entre todos los
lugares posibles. Me dices que no quieres verme más y al momento me dices que
todo lo que quieres es desnudarte conmigo. Que me has extrañado aunque no he
tenido una palabra tuya en días ¿Cuál es la verdad de ti? ¿Están solo jugando
conmigo? Porque si lo estás…
—Yo tampoco me entiendo. ¿Ok? Nunca tuve la necesidad. Hasta la noche
en que entraste en The Empire, todo era básico. Me levantaba, comía, trabajaba,
y me iba a la cama. Ahora… no sé lo que quiero.
Esa no era la verdad. Él sabía exactamente lo que él quería. Solo que
no podía tenerlo.
—Sé que soy malo para ti, Juny —Si tuviese un cerebro en mi cabeza, me
marcharía y te dejaría solo, pero Dios me ayude, no puedo hacerlo. Solo quiero
estar contigo aunque sé que está mal.
—¿Mal como?
Él rechinó sus dientes con rabia, deseando que él pudiese decirle la
verdad y pudiese creerla. Pero no podía. Contárselo todo probablemente lo
mataría.
—No debería estar en tu mundo.
—Yo no debería estar en el mío.
-ven gatito gatito(?)-
ResponderEliminarAy~ nooo
Odio al padre de Juny~.es muy malo!
Ay Tae~
Pufg.....valiente y buen padre que tiene Jun....ahorita lo ve como un error,pero seguro no pensó lo mismo cuando andaba de novio y se caso con la madre de Jun ..ah,pero ahora si anda diciendo cubta cosa...puff.
ResponderEliminarJo...me lo imgine peleando con los tigres y BANG...que se le escaoara y se convirtiera en uni...menos mal que no paso.
Entiwndo a Tae...como decir su verdad y esperar que le crean desde la primera a la ultima letra.