Siwon se metió
en el Land Rover de Hyukjae. Un grupo de periodistas se abalanzó sobre él en un
intento por conseguir una declaración.
Pegaron las
cámaras a las ventanillas, y también los micrófonos, en busca de un comentario.
Siwon bajó la
cabeza y se frotó las sienes mientras Hyukjae se alejaba de la comisaría. Se
sacó el móvil del bolsillo y llamó a Tiffany.
—Siwon, me
alegro de que hayas llamado. La prensa me está acosando.
—Sin
comentarios, Tiffany. Redacta una circular para todos los empleados. Nadie va a
hablar con la prensa. Y me refiero a nadie. Mándamela por fax a casa antes de
enviarla.
—La prensa está
acampada en tu jardín delantero, Siwon —le dijo Hyukjae.
—Joder.
Mándamela a casa de Hyukjae, Tiffany. Estaré allí un tiempo.
—Bien —dijo ella—.
¿Has terminado en el centro?
—Por ahora. —El
asco se le asentó en el estómago al pensar en las acusaciones que habían hecho
los detectives—. Necesito que me consigas las cintas de seguridad del
aparcamiento del edificio. Alguien usó mi coche la semana pasada sin mi
permiso.
—Puedo hacerlo.
¿Estás bien?
—Estoy bien.
—Se desentendió de su preocupación—. Encuentra a Woollim por mí. Necesito
que se ocupe de esto.
—Lo encontraré.
No te preocupes, Siwon.
«No te
preocupes. Claro, claro», se dijo. Como si fuera posible a esas alturas. Cerró
el móvil. Apoyó el codo en la puerta y se frotó la cabeza, donde sufría un
dolor palpitante.
—¿Dónde está Heechul?
— preguntó sin mirar a Hyukjae.
—En casa de Donghae.
—Titubeó —. Siwon, sabe lo de Jin.
Cerró los ojos
al escucharlo e inspiró hondo para calmarse. Se imaginaba perfectamente lo que
pasaba por esa cabeza tan terca. Debería habérselo dicho antes. No debería
haber esperado.
—¿Y los niños?
—preguntó.
—Mis padres los
han llevado a mi casa para que no tuvieran que lidiar con los periodistas.
Asintió con la
cabeza.
—Primero tengo
que hablar con Heechul.
—Lo supuse.
Está cabreado.
—Sí, ya me lo
suponía.
—Siwon...
—Ahora no, Hyukjae.
Te lo explicaré todo después de ver a Heechul.
Cuando llegaron
a casa de Donghae, Siwon salió del coche y subió corriendo los escalones de
entrada. Abrió la puerta y vio que Donghae estaba al teléfono. Lo saludó con
una mano.
—Te llamo
después. —Colgó y miró a Siwon y después a Hyukjae, que estaba justo detrás de
él—. Acabo de hablar con Tiffany Hwang. Ha encontrado a Woollim.
—Lo llamaré
después. —Siwon echó un vistazo a la estancia vacía —. ¿Dónde está Heechul?
—En el patio
trasero. —Cuando hizo ademán de pasar junto a Donghae, esta le colocó una mano
en el brazo—. Siwon, he hecho todo lo que he podido.
Le dio un
apretón en la mano.
—Lo sé.
Heechul estaba
de pie en el borde del porche, de espaldas a la puerta, cuando él salió. El
deseo de abrazarlo le quemaba las manos y eliminar con sus caricias la tensión
y la preocupación que irradiaba su cuerpo.
Ojalá que lo
que él quería y lo que Heechul necesitaba fueran lo mismo. Desterró el miedo y
se colocó detrás.
—Heechul.
Sus ojos
relampaguearon cuando se volvió para mirarlo.
—Me mentiste.
El miedo se
convirtió en pánico. Ya había llegado a una conclusión. Hizo ademán de abrazarlo
antes de que pudiera alejarse.
—No, no me
toques —gruñó entre dientes mientras intentaba soltarse.
—Por favor,
deja que te explique.
Heechul lo empujó con todas sus fuerzas.
—No. ¡No!
Se le partió el
corazón al escuchar sus palabras, unas palabras que le desgarraban el alma,
pero no lo soltó. No podía. Lo estrechó con fuerza.
Su nombre brotó
como un susurro estrangulado de labios de Heechul. Se le escapó un sollozo.
Unos dedos temblorosos le cogieron la cara para poder besarlo. Fue un beso
urgente, apasionado y desesperado.
El pensamiento
racional abandonó su mente mientras se lo devolvía. Eso era todo lo que
necesitaba. Solo lo necesitaba a él, durante el resto de su vida. Podía
enfrentarse a cualquier desafío mientras él estuviera a su lado. Mientras
creyera en él, en ellos, podría sobreponerse a cualquier cosa.
—No —murmuró Heechul
contra su boca. Sus manos bajaron por su torso, empujándolo. Las lágrimas
resbalaban por sus mejillas cuando por fin se apartó de su boca—. ¡No! ¡No me
toques!
Una gélida
ráfaga de aire lo envolvió cuando Heechul se apartó de sus brazos.
—Princesa...
Heechul extendió
un brazo para que no se acercara.
—No me llames
así. No tienes derecho a llamarme así.
Lo estaba
perdiendo. El pánico lo abrumó por entero al tiempo que sentía una fuerte
opresión en el pecho.
—Espera, por
favor. Y escúchame.
—Sabías que Mithra
no murió en el accidente aéreo. Y no me lo dijiste. ¡Lo sabías!. ¿Cómo pudiste
mentirme?
Tragó saliva
con fuerza al escucharlo.
—No estaba
seguro. Lo sospechaba. Y sabía que si te lo decía, habrías ido en su busca.
—¿Así que me
mentiste? ¿Por qué?
Se pasó las
manos por el pelo mientras reprimía el resentimiento que sintió por la mención
de Jin Mithra.
—Porque eres mi
esposo, no el suyo. Te necesitaba conmigo. Necesitaba saber lo que sentías por
mí antes de contarte lo que sabía. Me equivoqué, y fui muy egoísta, pero quería
más tiempo. —Al ver que se quedaba boquiabierto, la desesperación se apoderó de
él—. ¿No lo entiendes? No pensaba dejar que te acercaras a él después de lo que
sabía que había hecho.
—Así que me
dejaste creer una mentira. No confiaste en mí lo suficiente como para
sincerarte conmigo.
—No. —No se
estaba explicando bien. No lo entendía—. No es eso. No quería que te hicieran
daño.
—Y esto es
muchísimo mejor — se burló él. Se le oscurecieron los ojos—. Estabas trabajando
con él.
—No. —Al menos
en eso tenía que creerlo—. Te juro que no.
—¡No me
mientas! Sé que estuvo en tu despacho. Sé que era socio de Woollim
Pharmaceuticals. Tú compraste la empresa. Pensabas llevar el Amatroxin ante la
FDA para que lo aprobara. Por Dios, ¿todo esto ha sido por dinero?
La opresión del
pecho creció. La mera idea de que Heechul creyese algo de eso le dolía como si
le clavaran mil puñales en el corazón.
—No sabía que
el Amatroxin estaba relacionado con el Tabofren cuando decidí llevar a cabo la
fusión. Tenía sospechas.
—¿Así que te
lanzaste de cabeza? —Una carcajada seca brotó de sus labios—. ¿Estabas
dispuesto a hacer cualquier cosa por conseguirlo?
—No. Estaba
dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de retirarlo del mercado. Sospechaba
lo que Jin planeaba. Woollim tenía problemas. Habían invertido todo su dinero
en ese fármaco. Intervine para asegurarme de que el Amatroxin no llegaba ante
la FDA. Detuve el proceso justo después de comprar la empresa. En todo caso,
perdí dinero con la transacción.
—¿De verdad
quieres que te crea?
—Es la verdad.
Por eso Jin se presentó en mi despacho. Se cabreó porque había parado el
proyecto por segunda vez.
La incredulidad
brillaba en sus ojos.
—¿Lo mataste?
—le preguntó con voz gélida.
—No. —Cuando él
apartó la mirada, apretó los dientes—. Pero lo habría hecho. De haber sabido lo
que te hizo, le habría arrancado el corazón con mis propias manos.
Cuando volvió a
mirarlo, deseó que viera la verdad en sus ojos.
—Haría
cualquier cosa por ti.
—Cualquier cosa
—susurró—. Incluso intentar encubrir todo este asunto librándote de Kwon Dahyun.
—No. —Hizo
ademán de tocarlo, pero él retrocedió. Al dejar caer la mano, la frustración
avivó su enfado—. ¿De verdad me crees capaz de eso?
—Alguien vio tu
coche aquella mañana. En su casa. Antes incluso de que intentásemos hablar con
ella. ¿Qué se supone que tengo que creer, Siwon? Me dejaste solo esa mañana. Dijiste
que ibas a tu despacho, pero no lo hiciste.
—¿Y crees que
me fui a matar a una mujer? —La incredulidad lo abrumó.
—Ya no sé qué
creer. ¡Todo lo que creía cierto es una mentira!
Tuvo la
sensación de que le estrujaban el corazón. No lo creía, no como necesitaba que
lo creyera. Se estaba alejando, estaba erigiendo las barreras que él había
conseguido demoler durante la semana anterior.
—No he matado a
nadie, Heechul —dijo con un suspiro—. Aparqué en el garaje de la empresa esa
mañana y caminé las tres manzanas que me separaban del despacho de un detective
privado del centro. Alguien debió de usar mi coche mientras estuve allí.
—Muy
conveniente, ¿no te parece?
—Es la verdad.
—¿Por qué
fuiste a ver a un detective privado?
—Porque quería
encontrar a Jin. Quería saber si él era quien estaba detrás de todo esto.
Necesitaba
asegurarme de que no pensaba volver a hacerte daño.
Heechul se dejó
caer en un banco del porche. Quería tocarlo, pero le había dejado muy claro que
no quería que lo tocase.
—¿Vas a
preguntarme también si manipulé los frenos?
—Sé que no lo
hiciste —susurró.
Por fin.
Sensatez. Se moría por abrazarlo, por consolarlo. Dio un paso al frente.
—Heechul...
—¿Quién lo
mató?
—No lo sé.
Abrió los ojos
llenos de lágrimas para mirarlo.
—¿No lo sabes o
no quieres decírmelo?
—No lo sé.
—¿Tienes alguna
idea?
—No.
Lo vio
presionarse los ojos con las manos.
—Ya no sé qué
creer.
Siwon se
arrodilló delante de él y apoyó las manos, que le temblaban, en sus muslos.
—Créeme a mí.
Cree en nosotros. Te quiero. Jamás haría algo que te perjudicara.
—¿Es que no lo
entiendes, Siwon? —preguntó en un susurro —. Me has hecho daño. De la peor
manera posible. —Unas emociones atormentadas brillaban en sus ojos—. Has hecho
que me enamore de ti. Y luego me has arrebatado la confianza sobre la que se
cimienta ese amor. ¿Cómo voy a creer lo me digas a partir de ahora?
Siwon se quedó
sin aire en los pulmones. Lo quería. Su revelación era justo lo que quería oír
desde el día que regresó a su vida, pero ni en sueños habría esperado que él
dijera que no bastaba.
Heechul le
apartó las manos y se puso en pie.
El miedo y el
dolor le destrozaban el alma. Iba a perderlo si no hacía algo para remediar la
situación. Se levantó y contuvo las lágrimas que le quemaban los ojos.
—Heechul, por
favor.
Le vio secarse
las mejillas.
—No puedo. Ni
siquiera te conozco.
—Me conoces.
Conoces todo lo importante. —Cuando Heechul echó a andar hacia la puerta, se le
quebró la voz—. Por favor. No puedo perderte por segunda vez.
Él se detuvo
con una mano en el pomo.
—No lo
entiendes, Siwon. Ya me has perdido.
—Hyukjae, esto
es ridículo.
Heechul dejó
las mantas y una almohada en el sofá. Las olas rompían contra la orilla a la
luz de la luna, al otro lado de las ventanas de su casa de la playa, pero ese
sonido tan familiar no consiguió mitigar la desolación de su corazón.
Quería estar
solo, regodearse en su desdicha. Sin embargo, tenía a un hermano sobreprotector
que no pensaba darle un solo centímetro de espacio.
—Ni se te
ocurra discutir conmigo sobre esto. —Tras colocar una sábana en el sofá, Hyukjae
lo miró con el ceño fruncido—. No vas a quedarte solo ahora mismo.
La frustración
se apoderó de él.
—No soy un niño.
Puedo cuidarme solo.
—¿Por qué no
dejas de discutir? Siempre fuiste una plasta cuando se te metía algo en la
cabeza. —Dejó la almohada en un extremo del sofá antes de extender la manta.
—¿Te ha mandado
Siwon?
—Me lo sugirió.
Y le habría hecho caso si no lo hubiera decidido antes por mi cuenta.
Heechul soltó
un suspiro frustrado.
—Ahora mismo
necesito estar solo.
—No, no es
verdad. —Se dejó caer en el sofá, se quitó los zapatos y se apoyó en el
reposabrazos antes de subir los pies al sofá—. Necesitas hacer algo para no
pensar en Siwon. Prepararme la cena seguro que te vale.
Heechul cerró
los ojos e intentó reunir la exasperación que se merecía su hermano. En cambio,
acabó escapándosele una carcajada temblorosa. Le apartó los pies y se sentó en
el sofá.
Hyukjae se
incorporó con una sonrisa, le pasó un brazo por encima de los hombros y se echó
a reír.
—¿Ves como es
mejor?
Tras enterrar
la cara entre las manos, la carcajada se convirtió en un sollozo. Se le formó
un nudo en el pecho al asimilar las consecuencias de lo que había hecho. Los
sollozos lo estremecieron, y por mucho que lo intentó, no consiguió evitar que
el dique se rompiera. Se rodeó la cabeza con los brazos, avergonzado, ya que
una minúscula parte de su ser sabía que no se encontraba solo.
—Ay, mierda. —Hyukjae
lo abrazó, pegándolo contra su pecho—. No pasa nada. Desahógate.
Sus lágrimas le
empaparon la camiseta. Sorbió por la nariz e intentó volver la cabeza.
Hyukjae bajó la
vista y agitó una mano.
—No te preocupes,
úsala de pañuelo.
Heechul intentó
controlarse, inspiró hondo, pero solo consiguió empezar a llorar de nuevo.
Hyukjae le
acarició el pelo.
—Te vas a poner
bien. Tú desahógate.
¿Cómo podía
dolerle tanto si solo habían pasado unas cuantas semanas? Un mes antes ni
siquiera conocía a Choi Siwon. Ese día, su mundo se derrumbaba a su alrededor
porque no podía tenerlo.
Y lo que más le
dolía era saber que seguía deseándolo pese a todo lo que le había pasado,
aunque conocía todas las mentiras y todos los engaños. Deseaba sus brazos a su
alrededor.
Deseaba su
cuerpo junto a él. Deseaba la familia que nunca había esperado, mucho menos
soñado. En unas cuantas semanas, Siwon lo había trastocado todo. Y no sabía si
alguna vez podría hacer que todo volviera a estar bien.
Consiguió
calmarse de alguna manera. Se apartó de Hyukjae y comenzó a respirar hondo.
Su hermano le
secó una lágrima del rabillo del ojo.
—Nunca te
gustaron los estallidos emocionales.
Heechul sorbió
por la nariz y se pasó una mano por la cara.
—Siguen sin
gustarme. Te dije que quería estar solo.
—¿Qué hago? —le
preguntó él en voz baja.
—Nada. Nadie
puede hacer nada.
—Heechul, Siwon
no es un mal típo.
—Lo sé. No
quiero que te veas en medio de esto, Hyukjae. Sé que lo quieres.
—También te
quiero a ti.
Las lágrimas
afloraron de nuevo a sus ojos y se los cubrió con una mano.
—Lo sé
—consiguió decir con voz débil.
—¿Hay alguna
manera de que puedan arreglarlo? Salta a la vista lo mucho que lo quieres.
—Lo quiero.
Demasiado. Pero a veces el amor no es suficiente.
El ceño
fruncido de Hyukjae le hirió profundamente. Volvió a
secarse la cara, desesperado por cambiar de tema.
—Hablando de
relaciones... — Sorbió de nuevo por la nariz—. Donghae intentó despedirme hoy.
Dijo que su conciencia no lo dejaba ser mi abogado porque se estaba acostando
contigo.
Una sonrisa
deslumbrante apareció en la cara de Hyukjae.
—¿Y qué le
dijiste?
—Que no podía
despedirme porque yo era el cliente. Y cuando empezó a discutir, le dije que si
volvía a sacar el tema, te convencería para romper con él.
La sonrisa se
ensanchó.
—¿Y qué te
contestó?
—Se echó para
atrás enseguida. Creo que está coladito por ti, Hyukjae.
Su hermano
esbozó una sonrisa de oreja a oreja al tiempo que se recostaba en el sofá y
entrelazaba los dedos por detrás de la cabeza.
—Vaya, vaya,
vaya...
Al ver lo feliz
que era su hermano, Heechul recordó lo infeliz que era él. Las lágrimas
amenazaron con hacer acto de presencia una vez más. Había llorado más en las
últimas semanas que en todo un año. Estaba harto de ser tan lloron. Se levantó
y se secó la cara.
—Tengo que
echarme un rato.
Hyukjae se
levantó del sofá.
—¿Estarás bien?
Era una
pregunta ridícula en ese momento. Acababan de destrozarle el corazón y todavía
no tenía muy claro qué le había pasado. Pero como sabía que eso no era lo que Hyukjae
quería escuchar, consiguió esbozar el asomo de una sonrisa.
—Sobreviviré.
He aprendido a adaptarme a lo que me echen.
El viento
azotaba la casa. Un rayo de luna se filtraba por los finos visillos del salón
de Heechul, dándole justo en los ojos a Hyukjae. Se tapó la cara con un brazo
para protegerse de la luz y soltó un taco. ¿Ya no había cortinas de verdad?
Toc. Toc. Toc.
Por el amor de
Dios, ¿qué era eso? Se puso de costado y se cubrió con la almohada para
bloquear el sonido repetitivo y la molesta luz. ¿Cómo conseguía dormir Heechul
en ese sitio?
Toc. Toc. Toc.
Ni de coña iba
a poder dormir con el dichoso ruido. Con un gemido frustrado, apartó la manta y
se dirigió a la cocina. Las olas rompían contra la orilla. Apoyó una mano en la
ventana y observó el patio trasero.
Toc. Toc. Toc.
La mosquitera
de la puerta se abría y se cerraba por el viento. Abrió la puerta trasera, bajó
descalzo los escalones y se echó a temblar por el frío aire nocturno. La arena
le raspó los pies. Una ráfaga de aire le echó el pelo sobre la cara,
recordándole que necesitaba cortárselo.
La mosquitera
colgaba de unas bisagras oxidadas,fue en busca de un gancho o algo. Incapaz de
encontrarlo, se dijo que debía acordarse de arreglarlo por la mañana. Al menos,
podría darle a su hermano una noche de sueño tranquila.
Escuchó que una
rama crujía a su espalda. Su mano se quedó inmóvil sobre la madera. Se volvió.
Vio una sombra a un lado. De repente, el dolor explotó en su cabeza antes de
que pudiera seguir el movimiento.
—Hijo de puta.
—Se agarró la cabeza e intentó subir un escalón antes de que todo se volviera
negro.
O___O
ResponderEliminarme voy a volver loca!!!
cada dia entiendo menos!!! ;___;
Nooo!!! ahhh!!! que mal!!!
todo esta mal! muy muy mal!
Eish....o sea....avientenle un balde de agua fria a Hee para que despabile.
ResponderEliminarSi puede creer todas las suposiciones que se hace,pero no puede suponer que tal vez siwon le este diciendo la verdad??????
además,quizás él no lo conozca al 100% con eso de la memoria y el drama,pero hyuk sí,ni en su hermano puede confiar?.........estas exagerando Hee
Y toda esa terquedad nos lleva a esto.....ahora hyuk esta herido y quien sabe quien va a por Hee.....no pos así cómo....¬¬