Doble Riesgo- Capítulo Final




—Él dice aquí...

—Wook, repito mi pregunta, ¿a quién vas a creerle?

—Tengo que creer a Sunjoon —Wook hablaba procurando ocultar todo rastro de dolor en su voz
—. ¿Cómo se enteró Sunjoon de mi embarazo? 
Mi madre no se lo dijo. ¿Cómo supo que aquella noche nos acostamos juntos? ¿Le hablaste de lo divertido que había sido acostarte con un virgen?

Yesung arrugó furioso la carta.

—No —dijo, con una voz que parecía un gruñido—. ¡No lo hice! Y no creo que nadie, ni siquiera Sunjoon, se arriesgara a tanto a cambio de la esperanza de que te quedaras embarazado.

—¿Qué tenía él que perder? Si como dices, no le interesaba hacer el amor a menos que estuviese en sus días fértiles, el hecho de que yo pasase la noche contigo no debió preocuparte mucho —Wook necesitaba herir a Yesung, quería que padeciese una mínima parte de la rabia y el dolor que se albergaban en su interior.

Yesung hizo una mueca.


—No, no creo que le preocupara. De acuerdo, digamos que todo lo planeó él. Pero mintió al decir que yo había tenido algo que ver con eso, y también es mentira que me contara lo que había sucedido aquella noche. Hizo sus planes sin consultarme porque sabía que me habría negado rotundamente a participar en un plan tan despiadado.

Wook agachó la cabeza.

—¿Y cómo puedo saber que eso es cierto?

—Porque con el tiempo vas a llegar a conocerme muy bien —le aseguró Yesung—. Lo suficiente para estar seguro que toda esa carta es un cúmulo de mentiras.

—¿Y ya crees que nuestro encuentro fue planeado por él?

Yesung titubeó, le observó con una expresión sombría y reservada. Wook lo observaba atentamente, le daba miedo oír su respuesta.

—Sí —contestó él por fin, aunque de modo casi indiferente—. Creo que lo más probable es que lo tuviera previsto.

—También yo —repuso Wook, con todos sus recuerdos hechos añicos, aplastados hasta ser convertidos en polvo, en mentiras, simulaciones y farsas, en basura.

—¿Crees que yo tuve algo que ver en eso? —preguntó Yesung con calma.

Wook no pudo contestar. Su necesidad de creer en su inocencia superaba a la triste realidad de saber que Yesung quería tanto a Sunjoon como para considerar a sus hijos como el único medio de que su esposo conservase la salud mental.

—No puedo obligarte a creerme —dijo Yesung con tristeza—. Pero si has leído bien la carta, te habrás dado cuenta de que aunque Sunjoon asegura que elaboramos el plan entre los dos, siempre dice: «Yo esto, yo lo otro», sin mencionarme a mí.

A Wook le llamó la atención el tono de voz de Yesung. Se reflejaba en su rostro tan implacable autocontrol, que parecía que tuviese una máscara puesta. Wook comprendía su necesidad de convencerle, pues el futuro de su matrimonio dependía de ello. Sería, señaló una vocecilla despiadada en su interior, mucho más cómodo para él tener una esposo que no creyese que había conspirado para seducirle y dejarle embarazado y posteriormente despojarle de sus hijos de modo ilegal.

Wook podría pedir leer la carta de nuevo, mas el instinto le advirtió que si lo hacía, algo irrecuperable desaparecería de su matrimonio.

Todo se reducía, como bien lo había indicado Yesung a un asunto de confianza.

Lo único que tenía que preguntarse era si Yesung sería capaz de seducir al joven primo de su esposo, que vivía en su casa y bajo su protección, con el solo propósito de que tuviese un hijo suyo que él pudiese adoptar después.

Y la respuesta era obvia. Por supuesto que no lo iba a hacer. Yesung era un hombre íntegro, con una moral intachable y altos principios. No podía imaginárselo dominado por el deseo de tener tan sólo a su propia sangre en Mouserabbit. Tampoco era un hombre obsesivo. Fueran cuales fuesen sus razones, y Wook pensaba que estaba empezando a comprenderlas, Sunjoon había mentido.

—No, no lo harías —manifestó con calma.

—No sabes lo mucho que eso significa para mí.

Entonces se arriesgó a dirigirle una breve mirada. Todavía parecía el mismo, un hombre duro y que daba una asombrosa impresión de fuerza y poder. Nunca sería diferente; no obstante, cuando hacían el amor, su expresión se suavizaba y en sus movimientos había una ternura que le hacía confiar en él de forma absoluta.

De pronto, Wook comprendió que aquel era un buen momento para abordar a Yesung, la carta de Sunjoon había abatido todas sus defensas.

—Yesung, ¿cuál fue el motivo por el que te casaste conmigo?

—Me pareció el mejor modo de solucionar una situación intolerable.

—Por supuesto —la respuesta de Yesung no cambiaba nada, ni significaba una promesa de cualquier clase de victoria.

—No creo que sepas de lo que estoy hablando —aseguró Yesung mirándolo con furia—. Me casé contigo porque te deseaba. Siempre ha sido así. Cuando volví a verte después de diez años todo volvió a mí, el deseo, la necesidad de tenerte en mis brazos...

—¡Cállate! —exclamó Wook tapándose los oídos con las manos, pero él se lo impidió y lo obligó a bajarla.

—Tú eres el que ha preguntado —manifestó Yesung enfadado—. Al principio, lo odié y te odiaba a ti, porque eres la única persona en el mundo que es capaz de ponerme en ese estado. Lo que sucedió hace diez años fue una pesadilla que destruyó mi autoestima, pero en cuanto volviste me di cuenta de que iba a volver a ocurrir. No querías irte, y de nada valieron las advertencias ni las amenazas. Me sentía impotente, así que... bueno, ¿y por qué no? Si nos casáramos, ya no tendrías ese poder sobre mí. Pero antes tenía que asegurarme de que no se te ocurriese abandonar a los niños. Te observaba cuando estabas con ellos, y era evidente que les gustabas y que estabas preparado para quererlos. Así que te pedí que te casaras conmigo para poder vislumbrar el fin de esta maldita tormenta.

—¿Y ahora que ya lo has hecho? —preguntó Wook con voz fría y distante. No te atrevías a abrir las compuertas de los sentimientos que amenazaban con ahogarle.

—Casarme contigo ha sido la mayor estupidez de mi vida —dijo él con ironía—. Mis cálculos han fallado por completo.

Wook dio un paso atrás, con la intención de que aquel pequeño movimiento pusiese una simbólica distancia entre ellos. Las palabras de Yesung le hicieron caer en un estado de intenso pánico. No podía hablar, no podía pensar.

Con la mirada fija en el rostro de Wook, Yesung continuó con aspereza.

—Nada ha cambiado, nuestro matrimonio no ha solucionado nada. Al principio, me decía que se trataba sólo de sexo, que tú conocías todos los trucos, pero al poco tiempo me di cuenta de que había algo que durante los diez años pasados me había ocultado a mí mismo.

Aunque Wook ya no se encontraba en condiciones de seguir soportando aquella conversación, le decía que Yesung necesitaba imperiosamente desahogarse. Éste se encontraba de pie al lado del armario y contemplaba una rosa miniatura que Hakyeon había rescatado de la poda y colocado entre un ramillete de blancos y perfumados jazmines. Su arrogante perfil destacaba contra el dolor azul pálido de las paredes.

—Y... —preguntó desesperado—, ¿de qué se trata?

Yesung lo miró con rabia.

—Me di cuenta de que te amaba —repuso con calma, y esbozó una fría sonrisa—. Qué divertido, ¿no crees? Si quieres, puedes reírte.

Furioso, Wook recorrió el corto espacio que los separaba, levantó un puño y le golpeó dejando marcada su mejilla.

—Eres idiota —siseó, a la vez que trataba de endurecerse para no caer bajo el embrujo de la cercanía de Yesung—. Si me amas, ¿por qué demonios no me lo has dicho antes?

Yesung le dirigió una mirada que atravesó el escudo con el que se había cubierto Wook para protegerse. Como siempre, esa mirada le causó una extraña sensación en la boca del estómago.

—¿Por qué? —preguntó Yesung lentamente—. ¿Para que pudieras reírte a gusto?

—¿Y por qué iba a querer reírme? ¿Qué joven normal se ríe cuando el hombre al que ha amado durante los últimos doce años le dice que lo ama? ¿Por qué crees que me ha casado contigo, 
grandísimo bruto? —preguntó Wook sollozando.

—Wook —dijo él—. Mi amor... por favor no llores. No puedo soportarlo... —lo abrazó con ternura, y Wook estuvo llorando hasta que sintió que podría rompérsele el corazón.

—Wook, Wook, cariño —dijo Yesung con la voz ronca por la emoción—, yo no sabía que tú me amabas. ¿Cómo iba a saberlo? Creía que querías casarte conmigo para estar cerca de los niños.

—Pensaba que sabías que me excitaba en cuanto te acercabas a mí.

—Eres una persona muy sensual, quizá...

—¡No te atrevas a decirlo!

Yesung lo abrazó con más fuerza y mientras él se secaba los ojos y se sonaba la nariz, lo acercó a la cama y se sentó con él en su regazo.

—Para tu información —dijo, a la vez que le dirigía una feroz mirada-, quiero decirte que hace años empecé a salir con otro hombre y nos acostamos juntos varias veces, pero aunque él me caía muy bien, no fue en absoluto nada parecido a... lo que me pasa cuando... cuando estoy contigo. Por eso no volví a salir con nadie más.

—¿Y entonces lo que...? —se interrumpió—. Algún día tienes que contarme por qué te atribuyeron varios amantes. Yo me decía que eso no tenía porqué importarme, pero me engañaba —hizo una nueva pausa—. De momento, de lo que estoy intentando convencerme ahora, es de que este alivio que siento no es por el estúpido sentido de la posesión de un hombre que quiere tener a su pareja en cuerpo y alma.

Wook le dirigió una sonrisa adorable.

—Sí, puedes reírte —dijo Yesung, con una voz que ni siquiera cuando hacían el amor sonaba así. Todas sus reservas habían sido sustituidas por una maravillosa sensualidad. Le estrechaba con fuerza y tenía la cabeza inclinada de tal modo que su aliento le rozaba, con la suavidad de una pluma, en la mejilla—. No puedo evitar ser posesivo, pero lucharé contra ello, lo juro.

—No me importa que seas algo exigente.

—De acuerdo, pero procuraré serlo lo menos posible.

Sunjoon había tratado de levantarse de la tumba e interponerse entre ellos y Wook casi lo odiaba por haberlo hecho, sin embargo, en ese momento entendía mucho mejor a su primo, cuyos demonios habían logrado controlarlo de tal forma, que al final había estado a punto de destruir a todos los seres que amaba.

—No puedo creer que me ames —musitó Wook.

—¿Es tan difícil? —le alejó un poco de él, para mirarlo a los ojos—. Has traído a mi vida paz, risa, una serenidad que yo nunca había experimentado y un divino desasosiego. ¿Me crees, Wook?

Wook examinó su mirada y se dio cuenta de que en aquellos ojos ya no estaba presente el frío hielo que hasta entonces los había caracterizado, sino una patente súplica.

—Oh, Yesung —dijo Wook sonriente—. Tengo que creerte, si me mintieras, creo que moriría.

—Te juro que nunca volveré a mentirte —le prometió él con la voz profunda y dulce de un amante, y empezó a besarlo. Más tarde, aquella misma noche, cuando los gemelos ya estaban en cama y el fuego ardía en la chimenea, Wook observó el retrato de Sunjoon y, de manera inconsciente, se refugió todavía más dentro de los brazos de Yesung.

—Si quieres, lo podemos quitar —sugirió él.

—No. Él ya no significa ninguna amenaza para mí. Sólo estaba pensando que en realidad nunca llegué a conocerlo.

—Ninguno de nosotros. Sunjoon tuvo que trabajar mucho para lograr ser tan encantador. Se programó para ser el esposo perfecto para el hombre perfecto. La mayoría de las veces lograba llevar las normas imposibles que se había impuesto, pero no era raro que la máscara se deslizase y dejara ver la verdad.

—Debía odiarse a sí mismo.

—Es cierto —comentó Yesung—. Y ese odio debe haberse agravado al no poder concebir a pesar de que el médico nos había asegurado que no había ninguna razón médica para que no lo lograse. Yo trataba de convencerlo de que era igual, de que lo quería de todos modos, pero mi amor no fue suficiente. Con el tiempo, me di cuenta de que se había casado conmigo porque me consideraba el hombre adecuado para esa vida perfecta que se había imaginado.

—Pobre Sunjoon —dijo Wook, dándole a Yesung un beso en el cuello.

—Sí, y cuando tú te quedaste embarazado, debió sentir que el éxito de sus planes era la prueba de que estaba actuando correctamente.

—¿Qué te dijo cuando volvió al día siguiente?

—Que en el hotel no le habían dado el mensaje; y cuando le dijo que tú habías vuelto con tu madre, me comentó que era una pena, pero que quizá fuera mejor así.

Antes de hablar, Wook hundió el rostro en el cuello de Yesung y suspiró con fuerza.

—Yo pensaba que Sunjoon me quería —susurró.

—Así sea, pero sólo como él era capaz de amar a alguien.

Wook podía sentir los latidos del corazón de Yesung contra su pecho, y su regularidad la confortaba.

—Podía haber hecho mucho daño a las niños —aquella inquietante idea le había rondado toda la tarde, pero era un miedo que hasta ese momento no se había atrevido a expresar.

—No, porque ser el joven perfecto también significaba que se tiene que ser el appa perfecto.

-¿Y si a pesar de su fachada de cordura los había hecho sufrir de un modo sutil y secreto que pudiera tener consecuencias posteriores?

—¡Alto! —exclamó Yesung, adivinando los pensamientos de Wook—. También yo lo pensé cuando comprendí que Sunjoon había estado al borde de la locura, pero tú conoces a los niños, ¿notas en ellos algo raro?

—No. Por supuesto que no.

—Sunjoon quería que fueran felices, lo cual es algo que le debemos agradecer.

—Y tú, ¿lo querías a él? —preguntó Wook sin poder reprimir un súbito ataque de celos.

—Sí, lo quería —contestó Yesung con voz firme—. Pero no como a ti. Cuando nos casamos, yo tenía veintiún años y él era un par de años mayor. Ahora ya no soy tan joven ni ingenuo e impresionable. A ti te amo con todo lo que soy ahora y todo lo que en el futuro pueda llegar a ser. Todos los días te lo demostraré, hasta que termines aceptándolo.

El cariño que había en la mirada que le dirigió fue para Wook mucho más convincente que las palabras. Y se dio cuenta de lo mezquino que había sido al permitir que el rechazo que sufriera durante su niñez le afectara. Sonriente, le dio a Yesung un beso en la barbilla.

—Lo acepto —declaró con calma—. Sé que me amas. Yo también te amo, y vamos a ser muy felices.

Yesung lo besó entonces con pasión. Cuando volvió a levantar la cabeza, la mirada de águila apareció de nuevo en sus ojos.

—Vamos a acostarnos —dijo.



No se les van a caer los bebés, ¡así que dejen de poner esa cara de terror! —ordenó el fotógrafo.

Heecheol y Hakyeon apretaron a sus hermanitos con más fuerza todavía, lo que hizo sonreír a los adultos presentes, entre quienes se encontraba la mujer que había sido agente de Wook en Nueva York, Toni Han-sen.

—Creo que desde ahora voy a contratar al más alto, ¿Heecheol, verdad? —le dijo a su esposo—. ¿No te parece que es especialmente atractivo?

Su marido contemplaba su copa de champán con respeto, pues era cosecha especial de una de las mejores marcas, y por supuesto no esperaba encontrarse algo así en los confines del mundo.

—Ni lo pienses —insinuó—. Cuando el niño tenga veinte años, tal vez, pero ahora no. Se nota que su familia es muy protectora.

—Es una lástima —repuso ella mientras observaba a los demás componentes del grupo que iba a ser fotografiado.

Era evidente que Wook estaba muy seguro de sí mismo. Los cuatro años transcurridos le habían hecho ganar algo de peso, y la mirada que le dirigiera a su imponente esposo expresaba un amor casi indecoroso. 

Toni suspiró al verlo. 

Ella había conocido a muchos hombres guapos. No podía decirse que Kim Yesung lo fuese, pero cuando Yesung entraba en una habitación, todo el mundo se daba cuenta de ello. Tenía presencia, y una rara amalgama de confianza, masculinidad y autoridad de la que pocos hombres podían envanecerse. Él también debía de ser muy fotogénico, pensó con profesionalidad.

Y no cabía duda de que se moría de amor por su esposo. No es que fuera muy expresivo, pero le dirigía a su esposo unas miradas que cualquier mujer envidiaría.

Se notaba que era un hombre muy posesivo, pero si a Wook no le importaba, los demás no tenían nada que decir. Además, estaba claro que no ponía ningún inconveniente a que Wook trabajase en su negocio de remodelación de jardines, para lo que había resultado ser muy bueno; y como muestra, estaba el jardín de esa misma casa. Aunque el nacimiento de los gemelos no le iba a dejar mucho tiempo libre durante los próximos meses.

Fuera lo que fuese que hubiese ocurrido en el pasado, Wook por fin pertenecía a una gran familia feliz.

Wook ya le había contado a Toni que, en vista de que los médicos no habían podido asegurarle que no fuera a tener otro par de gemelos, habían decidido que cuatro era un buen número de hijos.

Y era evidente que dejar la vida de la pasarela para cambiarla por su actual ocupación, había sido lo mejor para Wook, que tenía un aspecto radiante. Se notaba que los niños lo adoraban y que todos eran felices.


Aquella noche, cuando Wook fue a darles un beso de buenas noches a sus hijos, pensó que eran maravillosos, querían mucho a sus hermanitos y los cuidaban muy bien.

El sonido de voces le hizo acudir primero al dormitorio de Heecheol. En cuanto entró, los niños se volvieron a verlo.

—Anda,Hee —dijo Hakyeon, que estaba sentado al borde de la cama de su hermano—, pregúntaselo tú.

—¿Preguntarme qué?

Era extraño, pero los dos niños tenían una expresión idéntica, en la que se mezclaban la emoción y la inquietud.

—Queremos saber si tú eres nuestro verdadero appa.

Aquellas palabras fueron seguidas de un profundo silencio. Hakyeon se tapó la boca con una mano, y abrió los ojos, de un color idéntico al de su appa, de par en par.

—Sí, lo soy —repuso Wook con una calma que contrastaba con los rápidos latidos de su corazón.

—¿Y es papá nuestro verdadero padre?

Wook asintió con un movimiento de cabeza.

—Entonces eso significa que... —empezó a decir Heecheol, pero de pronto se interrumpió.

Wook tomó asiento y les explicó lo más importante de su historia. Los dos jovencitos se ruborizaron; no obstante, su fascinación fue evidente.

—Parece cosa de cuento de hadas —exclamó Hakyeon.

«Hay unas cuantas coincidencias», pensó el sonriente Wook.

—Es cierto —les dijo—. Pero al igual que en cualquier cuento, todos los personajes ocultan algo y sufren mucho.

Los niños asintieron.

—¿Te podemos seguir llamando por tu nombre y no appa? —preguntó Heecheol de pronto.

—Está bien. Me parece muy natural que llamen appa a Sunjoon —titubeó un poco—. ¿Qué es lo que les ha hecho sospechar que yo podría ser su appa?

Los hermanos intercambiaron miradas de complicidad y luego Heecheol respondió.

—Fue cuando nacieron los gemelos. Los dos tienen el cabello como nosotros y, aunque yo me parezco un poco a la fotografía de apa, me parezco mucho más a ti. Además, los ojos de Hakyeon son como los tuyos.

—Y hay otra cosa —explicó Hakyeon, ruborizándose—. Hace mucho tiempo, una vez entré a tu dormitorio mientras te bañabas, vi que tenías el colgante encima de la mesilla de noche y cuando lo abrí vi que ahí guardabas unos mechones de cabello que son del mismo color que el pelo de nuestros hermanos.

—¿Son nuestros?

—Sí, se los corté el último día que estuvisteis conmigo.

—¿Por qué no le dijiste a papá que estabas embarazado?

Wook sabía que estaba pisando un terreno peligroso, pero no podía dejar de darles una respuesta a sus hijos.

—Él quería mucho a Sunjoon. Yo no quería romperle el corazón a su appa, aunque seguramente se lo habría dicho si hubiese sabido que él no podía tener hijos propios. Yo era un adolescente tonto y muy pobre, así que no pude conservarlos a mi lado. Pero cuando tuve que darlos en adopción, lloré hasta que los ojos se me secaron.

No se dio cuenta de que en su expresión se reflejaba la desolación que había padecido en aquel entonces, hasta que Hakyeon se puso de pronto de pie, lo rodeó con sus brazos y lo estrechó con fuerza.

—No llores, Wook, en realidad así resultó mejor para todos, ¿no es cierto? —dijo Hakyeon, y en ese momento Heecheol se acercó a ellos y también abrazó a su madre.

—Después de todo -Alijo Heecheol con una sonrisa—, éste no es un cuento de hadas, porque aquí no hay un padrastro malo.

—Qué bien que sean nuestros verdaderos padres —dijo Hakyeon—, así no tendremos que buscarlos.

De nuevo en su propio dormitorio, Wook le contó a Yesung lo sucedido y añadió que los niños habían decidido no decírselo a nadie porque sería divertido tener un secreto familiar y para no verse obligados a contestar preguntas indiscretas.

—Espero que nuestros hijos lleguen a ser tan maravillosos como sus hermanos —dijo Wook.

—Estoy seguro de que así será —le aseguró Yesung besándolo en la nuca—. Parece que a tu padre y a tu madrastra les han gustado.

—Sí, eso parece.

Cuando llevaban un año casados, Yesung le había sugerido que se pusiese en contacto con su padre. Al principio, Wook había dudado, pero la curiosidad había triunfado y había concertado un encuentro. Para gran asombro suyo, su padre era aquel hombre desconocido que había asistido a los funerales de su madre.

—Debería haberte buscado hace tiempo —le había explicado él—, pero no quise lastimar aún más a mi esposa y tomé el camino fácil. No te culpo si me desprecias.

Pero Wook no podía despreciar a aquel hombre que tanto se había alegrado de verlo. Así que había expresado su negativa por medio de un movimiento de cabeza.

—Pero debes creerme —había continuado su padre—. Traté de convencer a tu madre de que aceptara una ayuda monetaria y una casa donde vivir. Pero al ver que ella se negaba, a pesar de mi insistencia, terminé cansándome y luego perdí el contacto con ella cuando volvió a mudarse. Cuando vi su nombre en la esquela del periódico acudí al funeral. Pensé que tú todavía estarías estudiando y tuve la esperanza de poderte ayudar. Pero cuando te vi, inmediatamente me di cuenta de que las cosas no te iban mal y supe que era demasiado tarde. No sé que te habrá contado tu madre, aunque debes saber que mi esposa estaba enferma y que odiaba a tu madre.

Y no le faltaba razón.

No se veían con mucha frecuencia, pero su relación había llegado a ser cariñosa y agradable, y hasta la esposa de su padre había aceptado a Wook, comprendiendo que no significaba ninguna amenaza. 
Wook pensaba, con cierto cinismo, que para aquella aceptación había ayudado mucho el estar casado con Yesung.

Un beso de su esposo le hizo volver al presente.

—Te quiero —le dijo dirigiéndole una mirada de sus hechiceros ojos.

—Debes estar cansado —repuso él levantándolo en brazos y dejándole en la cama.

Wook sonrió y lo abrazó.

—¿Cómo podría estarlo? Lo único que he tenido que hacer ha sido sostener en mis brazos a alguno de los gemelos de vez en cuando.

—Me alegra saberlo —comentó él, con una naciente excitación de deseo que empezaba a reflejarse en sus ojos—. Te amo.


En su último pensamiento coherente antes de quedar atrapado en aquel dulce fuego, Wook decidió que había merecido la pena correr algunos riesgos. El fantasma de Sunjoon había perdido su poder y ya no podría hacerle ningún daño. Allí, en los brazos y en el corazón de Yesung, se encontraba a salvo.


3 comentarios:

  1. ♥______♥
    ame esta adaptación!!!
    cada capitulo, me hacia llorar...suspirar y sobre todo odiar a Sunjoon!!! ¬¬
    jajajajajjajajja naaahhh!!! los gemelos y ahora mas gemelos! eh quiay! que come Wook~ jajajajaj
    me imagino lo feliz que fue Yeye con cuatro hijos! y los gemelos mayores, wau~ que suspicaces, aunque no entiendo por que no querían llamar a Wook ¿appa? ...
    ahhh! lo ame! ♥ me encanto! mucho mucho!!!!

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  2. Hasta que finalmente ambos se dieron cuenta que fue Sunjoon quien planeó todo, que en su enfermiza idea de tener todo perfecto fue capaz de mentir y manipular. Me alegra que ambos alejaran de una vez el fantasma de Sunjoon de sus vidas, ojalá que Sunjoon se revuelque de envidia al ver los felices xD

    Gemelos!! tuvieron otro par de gemelos. No es por nada pero Wookie se ahorra el trabajo teniendo los de dos en dos. Los gemelos mayores ya saben que Wookie y Yesung son sus verdaderos padres y así son felices. A esos peques no se les pasa una.

    Es bonito ver los así de felices. RyeoWook trabaja en lo que quiere. Su familia es feliz y Yesung y Wook se aman sin fantasmas ni rencores de por medio.

    Me encantó la adpatación y gracias por compartir. Bye ^^

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  3. Aaaaaah...esta bien,a Sunjoon le consederé un 20% de todo esta felicidad...su obsesión por tener a su cuidado a los gemelos,hace que no lo odie por completo.....pero eso no le quita parte de la culpa.
    En fin....yesung hasta el final tuvo que ser un tonto....pero wook así lo quiere....(y yo también) *0*
    Par de tontos,pero que hijos tan inteligentes,descubrieron el secreto que sabrian tiempo después....que bueno,así conviven como una verdadera familia desde el principio.
    De nuevo gemelos......ese yesung tiene buena punteria.

    T^T...ya termino
    muy buena historia *0*
    esperemos la siguiente....^^

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...