Dark Pleasures (DH2) Capítulo 20




Leeteuk y Minho salieron de la ciudad y tardaron unos cuarenta minutos en llegar a los pantanos.

Tras descender por un largo y sinuoso camino sin asfaltar, llegaron a una enorme y vieja construcción que se asemejaba a un cobertizo. Si no hubiera sido por las cerraduras que aseguraban las puertas, Leeteuk habría creído que hacía por lo menos un siglo que no se utilizaba. Bueno, por eso y por el extraño buzón que había en frente; negro y atravesado horizontal y verticalmente por lo que parecían ser unos gigantescos clavos plateados.

–Kyuhyun es raro –le dijo Minho al ver cómo miraba fijamente el buzón–. Cree que tener un buzón atravesado con clavos es divertido.

Abrió la puerta del cobertizo con el mando a distancia y, cuando entraron para aparcar el Jaguar, Leeteuk se quedó boquiabierto. El interior, hecho de ladrillos y vigas de acero, albergaba un Viper, una colección de cinco Harley Davidsons y un pequeño catamarán, amarrado en el muelle que había en la parte trasera del edificio.

–¡Guau! –balbució al fijarse en una Harley que estaba apartada del resto, negra y reluciente bajo la tenue luz. Obviamente, era una preciada posesión y recordó que era la moto que Kyuhyun montaba la noche anterior.


Minho ignoró tanto el descapotable como las motos y se fue directo al catamarán.

–¿Es que vive en el interior del pantano? –preguntó Leeteuk a Minho al acercarse al pequeño embarcadero, limpio y despejado, con espacio de sobra como para albergar otra embarcación más.

–Sí, siendo un antiguo celta, le encanta la naturaleza. Aunque sea espantosa.

Leeteuk alzó una ceja.

–¿De verdad es un antiguo celta?

–Ajá. Del siglo V o VI d.C. Era jefe de un clan. Su padre era un Sumo Sacerdote Druida y su madre lideró al clan antes que él.

–¿En serio?

Asintió mientras soltaba las amarras del bote y saltaba a su interior. Una vez Leeteuk se acomodó, Minho arrancó la embarcación.

–¿Cómo se convirtió en Dark Hunter? –le preguntó a voz en grito para hacerse oír sobre el ruido del motor.

–Los miembros del clan lo traicionaron –le contó Minho al tiempo que salían del cobertizo y se internaban en el pantano–. Le dijeron que necesitaban sacrificar a alguien de su sangre. La elección estaba entre él o su hermana. Él se ofreció pero, tan pronto como lo tuvieron atado, mataron a su hermana delante de sus narices. Se volvió loco pero, puesto que estaba atado, no podía hacer nada. Cuando se acercaron a él para matarlo juró vengarse de todos ellos.

¡Jesús!, ¿es que ninguno de ellos había tenido una vida feliz?

–¿Mató a todos los miembros del clan? –le preguntó. 

–Supongo.

Leeteuk permaneció en silencio, pensando en lo que acababa de escuchar. Pobre Kyuhyun. Ni siquiera podía imaginar lo horrible que sería ver cómo asesinaban a uno de sus queridos hermanos delante de sus ojos.

El horror que ese hombre debía haber presenciado aquel día… Aún debía torturarlo.

Minho siguió internándose en el pantano hasta que llegaron a una cabaña increíblemente pequeña.

Según se aproximaban, vio un embarcadero detrás de la cabaña, con dos generadores enormes y otro catamarán.

–¿Cómo se las apaña en la época de los huracanes? –preguntó Leeteuk a Minho mientras éste apagaba el motor.

–Pues muy bien. Como uno de sus poderes es el de controlar el clima, no corre peligro alguno. Pero siempre existe la posibilidad de que el lugar se desplome a la luz del día, mientras él está desprevenido, durmiendo… y acabe frito.

–Les gusta el peligro, ¿no es cierto?

Minho soltó una carcajada.

–Sí, hay que tener bastante coraje para hacer lo que ellos hacen. Y coquetear con la muerte es un requisito básico.

El Escudero salió del catamarán y le advirtió que no se moviera. Caminó con mucha precaución a lo largo de un antiguo y estrecho sendero que llevaba desde el embarcadero hasta la puerta de la cabaña , y luego le hizo un gesto para que se reuniera con él.

–Atrás, Gamer –le espetó a un caimán que había comenzado a acercarse a Leeteuk. Ella regresó al bote de un salto.

–No pasa nada –la tranquilizo Minho–. Protegen a Kyuhyun durante el día. Mientras estés conmigo no te harán nada.

–No estoy muy seguro –le dijo mientras bajaba otra vez de la embarcación sin muchas ganas.

Cuatro gigantescos caimanes le lanzaron malévolas miradas y empezaron a seguirlo de camino a la puerta. Leeteuk sintió que el miedo le impedía respirar cuando vio al más grande de los cuatro reptiles subir al porche tras él y comenzar a agitar la cola con fuerza.

El animal lanzó un temible siseo.

–Cállate Gamer –lo reprendió Minho–, o te juro que me haré unas maletas muy bonitas contigo. –Se dio la vuelta y llamó a la puerta.

–Todavía no ha oscurecido, Minho –se escuchó la voz de Kyuhyun, con ese acento tan marcado, del otro lado de la puerta; Leeteuk no pudo evitar preguntarse cómo sabía que eran ellos–. ¿Qué quieres?

–Necesito tu srad para Kangin antes de que se ponga el sol.

Leeteuk escuchó unos ruidos en el interior de la cabina. Segundos después, sonó la cerradura y la puerta se movió, dejando una estrecha abertura. Minho la abrió del todo e invitó a Leeteuk a entrar.

Él intentó ver algo en la oscuridad que reinaba en la estancia, pero no lo consiguió hasta Minho encendió una lamparita de escritorio. Cuando vio la habitación, se quedó helado. Las paredes estaban pintadas de negro y aquello parecía el centro de control de una instalación militar. Había ordenadores y equipos electrónicos por todos lados. Aunque el lugar y el aspecto externo del edificio no dieran muestras de ello, ese tipo era un adicto a la tecnología.

Al mirar a Kyuhyun, su mandíbula estuvo a punto de desencajarse. El tío estaba completamente desnudo.

Tenía tatuada toda la parte izquierda del torso –por delante y por detrás– y todo el brazo con unos extraños símbolos celtas en color rojo y negro.

Obviamente, disfrutaba del espectáculo que tenía delante pero se dio cuenta de que no lograba acelerarle el corazón como Kangin. Ni siquiera le despertaba el más leve deseo sexual.

Por otra parte, Kyuhyun no parecía sentirse avergonzado por su desnudez. Minho le miró con una sonrisa jocosa.

–Debería haberte advertido que los guerreros de la antigüedad ven el nudismo como algo natural. El hecho de llevar ropa es una costumbre moderna que ninguno de ellos parece haber adoptado del todo – dijo mirando a Kyuhyun–. Celta, ponte algo.

La respuesta de Kyuhyun consistió en un gruñido.

–¿Para qué? Me vuelvo a la cama. Coge lo que necesites y cierra con llave cuando se vayan. –Se detuvo junto al futón, situado en la pared del fondo de la estancia, y echó una mirada hambrienta a Leeteuk–. Claro que, si quieres dejar aquí a Leeteuk, es posible que hasta me quede levantado y me muestre sociable.

Minho resopló.

–Joder, Kyuhyun ¿es que no puedes estar una hora sin una pareja?

–Una hora no es problema, pero cuando pasan dos o tres empiezo a ponerme nervioso. –Se recostó en el futón negro, se dio la vuelta hasta quedar de costado y cerró los ojos.

Por lo menos hasta que sonó el teléfono. Lanzando una maldición, Kyuhyun salió de la cama y contestó mientras Minho se acercaba al enorme armario donde estaban las armas y cogía dos dagas de forma circular y aspecto letal.

–Henry, ni siquiera estoy despierto todavía –masculló Kyuhyun–. Me da igual. Y además, ¿para qué me preguntas a mí sobre la antigua Grecia? ¿Viví yo allí, acaso? Coño, la respuesta es no… no lo sé; no me importa… Cuelga. –Se dio la vuelta y miró a Minho–. Minho, ¿sabes algo del culto de Pólux?

Minho lo miró por encima del hombro.

–Deberías llamar a Kangin o a cualquiera de los griegos.

–¿Lo has oído? –Kyuhyun escuchó a su interlocutor un segundo antes de volver a hablar con Minho–. Shin está de paseo, y Kangin no contesta al teléfono. Henry dice que es muy importante.

Ambos comprendieron a la vez la relevancia de lo que Kyuhyun acababa de decir. Kyuhyun volvió a hablar con Henry:

–¿Cuándo llamaste a Kangin por última vez?

Entretanto, Minho cogió el móvil y marcó el número de Kangin.

–Puede que esté en la ducha –sugirió Leeteuk.

Minho meneó la cabeza en forma de negativa.

–Aunque lo estuviera, Sora contestaría al teléfono. –Tras un minuto de espera, Minho soltó el móvil. –Algo va muy mal.



Kangin se despertó en cuanto se abrió la puerta de su habitación. Adormilado, notó cómo Sora entraba al dormitorio y se preguntó el motivo, ya que la anciana jamás lo había hecho antes.

Se dio la vuelta hasta quedar de espaldas sobre el colchón.

–¿Qué pas…?

Su voz se desvaneció al tiempo que una red ligera y brillante lo inmovilizaba en la cama. La furia lo dejó petrificado. No podía soportar que lo mantuvieran atrapado, especialmente si estaba tumbado de espaldas. Una locura asesina se apoderó de él, exigiéndole la sangre de su captor.

Hasta que vio a Sora.

La mujer estaba junto a la cama, con la frente cubierta de sudor, mirándolo con los ojos vacíos e inexpresivos. Murmuraba la misma letanía en coreano una y otra vez:

–Tienes que matarlo, tienes que matarlo.

Muy lentamente, alzó el cuchillo que llevaba en la mano.

–Sora –la llamó Kangin con la voz más tranquila de la que fue capaz–. Baja el cuchillo.

–Tienes que matarlo… –la anciana dio un paso hacia la cama.

–Sora, no lo hagas. Deja que me levante, por favor.

La mujer temblaba tanto que Kangin temía que sufriera un infarto en cualquier momento. Ese frágil cuerpo no podría soportar la presión a la que lo estaban sometiendo.

–Changsu dice que eres malo. Debes morir.

Intentó pensar en algún modo de alcanzar la mente de Sora, confundida por toda esa locura, y traerla de vuelta a la realidad.

–Sora, tú me conoces y sabes que eso no es cierto.

La anciana alzó el cuchillo aún más.

Totalmente indefenso bajo la red, miró la brillante hoja metálica, esperando que cayera sobre él. Quería suplicar a Sora que se detuviera, gritarle hasta que lograra escucharlo, pero no se atrevía por temor a lo que le pudiera suceder. Sora estaba sometida a una enorme presión y él no quería empeorar la situación. Moriría antes de hacerle daño a la anciana.

En ese momento su móvil sonó.

–Lo sé, Changsu –susurró en coreano–. Lo sé. Debe morir. –Le colocó una mano sobre el pecho, como si de ese modo pudiera inmovilizarlo aunque, de todos modos no podía moverse; la red lo tenía totalmente atrapado–. Debo despedazarlo.

Kangin se puso rígido en el instante en que el cuchillo descendió. Se clavó en el colchón, a escasos centímetros de él.

–Hijo –susurró Sora. Sus ojos recobraron la expresión habitual, un segundo antes de quedarse en blanco y caer al suelo.

Aterrorizado por el estado de la mujer y frenético por su propia vulnerabilidad, Kangin forcejeó para librarse de la red, pero fue inútil. Era una de las redes de Artemisa y ninguna presa escapaba una vez capturada bajo ellas.

¡Por todos lo dioses! ¿Cómo había llegado a manos de Sora semejante arma? Ni siquiera Changsu debería tener acceso a ella. Sólo un dios o un semidiós podían reclamar el uso de un arma inmortal y sacarla del lugar donde se custodiaba. Y Artemisa, en particular, se encargaba de que sus armas estuvieran a buen recaudo.

¿Y cómo podía el Daimon haber controlado la mente de Sora desde un refugio? Ninguno de ellos era tan poderoso.

¿Qué diablos estaba pasando?

Aunque sabía que era inútil, siguió forcejeando para liberarse de su confinamiento. Con cada minuto que pasaba los recuerdos afloraban a su mente.

«¿Qué se siente, comandante?» La voz de Siwon se burlaba de él desde el pasado. «Estás totalmente sometido a mi voluntad. Indefenso.» Todavía podía ver con nitidez la sonrisa burlona del romano, y sentir la agonía de la tortura. «Voy a disfrutar viendo cómo te retuerces de dolor y me pides clemencia.»

La realidad comenzó a difuminarse para Kangin. Luchó para respirar con normalidad. No volverían a atraparlo, no así. Comenzó a luchar como un poseso para librarse de la red, utilizando toda la fuerza de la que era capaz.



Una hora después del anochecer, Minho entró en la casa seguido de Leeteuk y Kyuhyun.

–¿Sora? –gritó mientras atravesaba a la carrera la cocina y el salón, de camino hacia las escaleras–. ¿Kangin?

No hubo respuesta. El extraño silencio resonaba en los oídos de Leeteuk mientras seguía al Escudero hasta la habitación de Kangin.

La habitación estaba vacía.

Leeteuk se detuvo, no había nada fuera de lo normal, excepto las sábanas.

Aunque… Sentía que algo iba mal. Los poderes que tanto tiempo había mantenido a buen recaudo comenzaron a agitarse en su interior y conectó con Kangin sin esfuerzo. Estaba preocupado y furioso.

Kyuhyun se acercó a la cama y lanzó una maldición al coger una red plateada.

–Esto es increíble –masculló mientras arrugaba la malla hasta reducirla a una bola que cabía perfectamente en un puño.

–¿Qué es eso? –preguntó Leeteuk.

–Una diktyon. Una de las redes de Artemisa.

No tenía ni idea de lo que significaba pero, por la expresión del celta, supo que aquello no era normal. Intuyó que la red no debería estar en la cama de Kangin cuando él no aparecía por ningún lado. Una oleada de pánico, más fuerte que la anterior, comenzó a apoderarse de él.

–¿Y qué hace en la cama de Kangin?

–No lo sé, pero si él estaba debajo, me temo que quienquiera que lo atrapara se lo ha llevado. – Kyuhyun se inclinó y recogió un cuchillo del suelo.

Leeteuk sintió que el pánico aumentaba y, en contra de su voluntad, sus poderes se despertaron por completo y conectaron con Kangin. No le gustaba en absoluto dejar que sus habilidades psíquicas tomaran el control de su mente, pero necesitaba saber si él estaba bien. Necesitaba saber algo, cualquier cosa.

Cerró los ojos y lo vio en una estancia de aspecto aséptico. Estaba preocupado, pero no se detectaba ninguna amenaza a su alrededor.

–Llámalo al móvil –le dijo a Kyuhyun.

Él le miró con una expresión que decía a las claras: «¿Otra vez?».

–Ya lo hecho una docena de veces.

–Pues que sean doce y una más.

A Kyuhyun no le gustó ni un pelo ese tono tan autoritario y así se lo hizo saber con la mirada.

–Vale –le concedió de mala gana–. ¿Qué más da? En ocasiones hasta las cosas más inútiles tienen un propósito en la vida. –Sacó el móvil del bolsillo de la chaqueta y marcó.

–No hay indicios de lucha –dijo Minho, que estaba echando un vistazo por la habitación.

–Kangin –espetó el celta, mirando a Leeteuk de forma extraña–. ¿Dónde diablos estás?

Leeteuk se acercó un poco más mientras el corazón le latía con fuerza al darse cuenta de que sus poderes no se habían equivocado.

–No te muevas hasta que lleguemos. –Kyuhyun colgó y miró a Minho–. Está en el hospital. Sora ha sufrido un infarto.

–¡Dios mío! –jadeó Minho–. ¿Cómo se encuentra?

–No me ha dicho nada más, porque no está permitido usar el móvil allí dentro. Dice que nos lo contará todo cuando lleguemos.


Kangin se paseaba nervioso por la habitación, mitad furioso y mitad asustado. Quería la cabeza de Changsu por lo que acababa de hacer. De un modo u otro, iba a conseguir hacerle pagar por todo.

–Por favor, que no le pase nada a Sora –balbució por enésima vez.

–¿Kangin?

Al escuchar la voz de Leeteuk se dio la vuelta y se sintió extrañamente feliz y aliviado cuando lo vio acercarse.

Antes de ser consciente de lo que hacía, lo atrajo hasta sus brazos y lo sostuvo con tanta fuerza que él protestó. Pero no podía evitarlo. El alivio que había sentido al verlo era demasiado intenso. Ahora que sabía lo fácil que le resultaba a Changsu penetrar en cualquier casa, no Leeteuk no estaba seguro en ningún sitio. El Daimon podía llegar hasta él en cualquier lado. Podía usar a cualquier persona para matarlo.

La idea lo aterrorizaba y, para empeorarlo todo, en el fondo de su mente, una vocecita le dijo que Changsu también podía usarlo contra él.

Si le daban la oportunidad.

Le tomó el rostro entre las manos y lo besó con ansia. Al levantar la cabeza vio la censura en los ojos de Kyuhyun. Sabía exactamente lo que pasaba por la mente del celta en esos momentos.

Los Cazadores Oscuros tenían prohibido involucrarse en una relación sentimental. Era la primera norma del Código, y la más necesaria. Nadie podía pensar con claridad si interferían los sentimientos, y él lo sabía de primera mano.

Aún así, la existencia de esa norma no cambiaba lo que sentía por Leeteuk.

–Necesito que lo protejas –le dijo al celta.

Kyuhyun lo miró con los ojos entrecerrados.

–Dime qué ha sucedido.

–Changsu utilizó a Sora para atraparme. La controló por completo. Si ha podido lograrlo con ella, puede hacerlo con cualquiera.

Sorprendido, Kyuhyun soltó un pequeño silbido.

–Y tú me preguntas que por qué vivo solo…

Ignoró la advertencia que yacía tras las palabras de su amigo, así como la mirada cargada de significado que lanzó al joven que estrechaba entre sus brazos.

Kangin miró a Leeteuk a los ojos y comenzó a acariciarle la mejilla con el pulgar.

–Leeteuk, necesito que hables con tu hermano. Dile que tenga mucho cuidado y que nunca se
quede solo. Que una de tus hermanas prepare un hechizo de protección, o lo que quiera que sea que hagan, para que Changsu no llegue hasta él. No tenemos ni idea de los poderes que puede tener.

–Supongo que no nos enfrentamos a un Daimon normal, ¿no? –le preguntó.

–No. Jamás nos hemos encontrado con algo así. –Volvió a mirar a Kyuhyun–. Me han dicho que Changsu es capaz de entrar en el subconsciente de los humanos para debilitar cualquier tipo de resistencia a sus poderes. Llama a Shindong y dile que creo que tenemos a un dios haciendo travesuras. Alguno de ellos tiene que estar ayudando a Changsu; no hay otra explicación posible. Y nos resultaría de gran ayuda si supiésemos quién es y por qué.

Kyuhyun asintió con la cabeza.

–¿Qué vas a hacer?

–Todo lo que pueda para poner fin a esto hoy mismo. Si consigo encontrar su refugio, voy a entrar.

Kyuhyun lo miró disgustado.

–Kangin, no eres un Cazador Arcadio, ni un Katagari. Si entras, no serás capaz de regresar. Morirás en el intento o te quedarás atrapado para siempre entre dos dimensiones. Déjame llamar a Kevin…

–Ya te he dicho que no podemos poner a un Cazador Katagari cerca de este loco. Ahora lo tengo más claro que antes. Que Zeus nos ayude a todos si Changsu consigue una de sus almas. No podemos asumir ese riesgo. –Miró a Leeteuk de soslayo y captó la preocupación que se reflejaba en su rostro. Lo protegería, sin importar lo que tuviese que hacer–. Segunda regla del Código: haz lo que tengas que hacer. Si muero, tú eres el siguiente. Y si llegamos a ese punto, no falles.

El celta asintió mientras Leeteuk agarraba a Kangin del brazo.

–Kangin –murmuró–. No quiero que salgas solo.

–Lo sé, Leeteuk. Pero Changsu es demasiado poderoso y peligroso para dejar que campe a sus anchas. Ha estado a punto de matar a Sora. –No quiso mencionar que también había estado a punto de matarlo a él. Ninguno de ellos necesitaba saberlo.

Gracias a los dioses que habían sentido la confusión del subconsciente de Sora y había llegado a punto. Si no hubiese sido por la intervención del Guardián de los Sueños, aún estaría atrapado en la cama.

Y estar atrapado en la cama sin Leeteuk era algo que no le apetecía demasiado.

–Minho –lo llamó. El Escudero estaba junto a Kyuhyun–. Llámame en cuanto el médico te diga algo. –Hizo el intento de marcharse, pero Leeteuk lo detuvo.

Antes de darse cuenta de sus intenciones, Leeteuk tiró de él hasta que sus labios quedaron a la misma altura y lo besó apasionadamente. Le abrió la boca con los labios para poder alcanzar su lengua. Kangin sentía sus manos aferrando las solapas del abrigo. Sentía la preocupación por él y eso inundó de puro gozo su malherido corazón.

–Ten cuidado –le dijo con brusquedad. Él le acarició la barbilla con ternura.

–Lo tendré.

Lo vio marcharse con una extraña sensación en el estómago.


4 comentarios:

  1. ¬¬ quien sera el dios chistosito!!!
    de verdad que dan ganas de patearle el culo a ese Daimon de Mierd.... ¬¬
    awww~ que no le pase nada al ampachitooooo!!!
    oye me hice bolas...si Siwon fue èl que le hizo tanto daño a Kangin....y Hee esta en esta historia, eso significa que habra ¿SiChul? ahhhh!!! -se come las uñas pensando en eso-

    ResponderEliminar
  2. Puff......ese changsu ya me tiene arta
    quiero la cabeza de siwon,juhno y changsu.......esta gente no puede existir más.....claro quien urge ahora es changsu. Teuk se odiara si lastima a kangin,deben de tenerlo protegido.
    Aunque teuk da señales de un gran poder.....si eso chang no lo sabe,hay una posibilidad de atraparlo. Teuk debe buscar más sus poderes y el también quiere hacer algo para proteger a quien quiere.

    ResponderEliminar
  3. Ahhh, estúpidos dioses que ayudan a Changsu ;-; por poco y matan a sora y hieren a Kangin ;-; Teukie no te hagas de rogar y has florecer tus poderes eres el arma Secreta, el oráculo lo dijo, shit!! Esto se pone cada vez más bueno.

    ResponderEliminar
  4. Me pregunto quién diablos está ayudando a Changsu y por qué. Pobre Sora hasta sufrió un infarto, si hubiese llegado herir a Kangin, ella no se lo perdonaría, con lo que lo quiere.

    Kangin está dispuesto a enfrentarse a Changsu de una vez, eso me mata de nervios, quisier que pudieran ayudarlo, no me gusta que vaya solo.

    Poco a poco vamos conociendo la historia de KyuHyun. Por favor dime que la siguiente de la saga es un KyuMin <3

    Gracias por el cap!!

    ResponderEliminar

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...