Heechul pasó
una página, señaló un párrafo con el bolígrafo y apoyó la barbilla en una mano.
Estaba sentado en el suelo con las piernas estiradas. Tras doblar las rodillas,
colocó un codo sobre una pierna y siguió leyendo.
Sulli, que
estaba acostada en el sofá detrás de él, se removió.
—¿Qué estás
leyendo? —le preguntó.
—Un artículo
para el trabajo — contestó Heechul al tiempo que se subía las gafas por la
nariz.
—¿Cómo se
llama?
La curiosidad
de su hija hizo que levantara la cabeza. Los moratones que tenía en la cara ya
lucían un tono amarillento, pero aún estaba dolorida por el accidente. En ese
momento, se encontraba en el sofá, leyendo un libro. El hecho de que quisiera
estar en la misma habitación que él le arrancó una sonrisa. Le mostró el
artículo
Heechul enarcó
las cejas y contuvo una sonrisa. Era imposible que a Sulli le interesara el
tema.
—Del petróleo
sale la gasolina, ¿verdad?
—Ajá.
—Al tío Hyukjae
seguro que le gusta ese artículo.
Heechul sonrió.
—Sí,
seguramente.
Sulli se
incorporó en el sofá.
—¿Necesitas
algo? —le preguntó Heechul, que se levantó para ayudarla.
—No. Es que
quiero enseñarte una cosa.
Heechul suspiró
y dejó los papeles en la mesa. Sulli había decidido quedarse ese día con él en
casa, en vez de salir de comprar con las abuelas o de ir a un partido de
béisbol con Siwan y los abuelos. Siwon estaría en la oficina durante unas
horas. De modo que estaban solos.
Y ese hecho hizo
que se removiera, inquieto, en el suelo. Posiblemente estuviera cometiendo un
error absurdo al albergar la esperanza de que Sulli y él por fin habían
encontrado algo en común. Sin embargo, era lo que más deseaba que sucediera.
Sulli volvió
con una revista en la mano.
—¿Qué es esto?
—le preguntó Heechul después de aceptarla.
— Lo escribió
mi appa.
Heechul tragó
saliva mientras miraba la revista que tenía en la mano. En la página diecisiete
había un artículo firmado por Choi Jungwoo.
Heechul sentía
el escozor de las lágrimas en los ojos. ¿De verdad había escrito él ese
artículo?
— Ojalá pudiera
recordarlo.
Sulli guardó
silencio. Y después dijo:
—Yo recuerdo
muchas cosas.
—¿En serio?
—Sí. Te gustaba
llevarme a tu despacho de la universidad y me dejabas jugar con el ordenador. Y
también obligabas a papá a ir contigo de excursión a las montañas. A él no le
gustaba.
Heechul se echó
a reír y miró de nuevo la revista. Sulli la había guardado durante todo ese
tiempo. Había memorizado las palabras, aun cuando posiblemente no las
entendiera. Y acababa de compartirla con él. Las emociones lo abrumaron.
—Tu padre es un
chico de ciudad.
En el rostro
angelical de Sulli apareció una deslumbrante sonrisa.
—Eso es lo que
dice el tío Hyukjae.
La sonrisa se
esfumó
—A lo mejor
algún día podemos ir de excursión a las montañas, como hacíamos antes.
La esperanza
creció en el alma de Heechul. Ansiaba cerrar la brecha que le separaba de su
hija, pero no quería hacer algo que le apartara de ella. Ese era un primer
paso. Un paso gigantesco. Así que, en vez de abrazarla como ansiaba hacer, le
dio un apretón en un tobillo.
—Me encantaría
hacerlo.
Alguien llamó
al timbre, y Sulli levantó la cabeza.
Heechul se puso
en pie.
—Majestad,
usted se queda en el sofá. Yo abro.
Al otro lado de
la puerta había dos hombres muy trajeados.
—¿En qué puedo
ayudarlos? — les preguntó.
El más alto de
los dos se sacó una tarjeta del bolsillo interior de la chaqueta.
—Señor, soy el
detective Park. Este es el detective Hang. Del Departamento de Policía de Seúl.
¿Es usted el señor Choi?
Heechul abrió
la puerta del todo. El miedo le provocó un escalofrío en la espalda.
—En realidad,
me apellido Kim. ¿Qué quieren?
El detective Hang
lo miró con los ojos entornados.
—Lo he visto en
el periódico.
—Exacto
—comentó su compañero al reconocerlo también —. La conferencia de prensa. Es la
persona que no recuerda su pasado.
Heechul dudaba
mucho de que hubieran ido a casa de Siwon para hablar sobre la foto del
periódico.
—¿En qué puedo
ayudarlos?
—Tenemos que
hacerle unas cuantas preguntas sobre el accidente en el que se vio involucrado el otro día.
El accidente.
Por supuesto. Qué ridículo por su parte ponerse tan pronto a la defensiva. Se
apartó y les hizo un gesto para invitarlos a pasar.
—¿Por qué no
entran?
Los pasos de
los policías resonaron sobre el parquet mientras la seguían hasta el salón. Sulli
se sentó en el sofá.
—Detectives,
esta es mi hija, Sulli. Sulli, estos caballeros van a hacernos unas preguntas
sobre el accidente.
El detective Park
se acercó al sofá.
—Bonita
escayola. Cuando era pequeño no las había de colores. ¿Tienes muchas firmas?
Sulli se
encogió de hombros.
—Todavía no
tengo muchas — contestó.
—Te apuesto lo
que quieras a que la tendrás llena de firmas dentro de nada. —El policía
examinó las magulladuras de su cara—. Parece que diste unos cuantos tumbos.
¿Cómo te encuentras?
—Bien.
El detective Hang
abrió un cuaderno de notas.
—Señor Kim,
¿podría decirnos dónde estuvo el martes?
—Pasé aquí toda
la mañana. Siwon, Sulli y yo fuimos después al centro de la ciudad. Aparcamos
en el garaje de la empresa de Siwon. Él se fue a trabajar y nosotros nos fuimos
de compras andando.
—¿Cuánto tiempo
estuvo alejado del vehículo? —preguntó el detective mientras anotaba algo.
—No estoy seguro.
Tal vez unas horas.
—¿El señor Choi
cogió el coche después de que lo dejaran en el garaje?
—No creo.
El detective
siguió tomando notas.
—¿Sabía el
señor Choi que iba usted a conducir el coche ese día?
—Sí. Sabía que
tenía que llevar a Sulli a su entrenamiento de sóftbol y que después iría a
recogerlo cuando acabara.
—Entonces
¿sabía que usted estaría solo en el coche?
Heechul entornó
los ojos.
—Sí. ¿De qué va
todo esto, detective?
Park se acercó
a Hang y sonrió.
—Solo estamos
confirmando ciertos datos contradictorios. ¿Vive usted aquí, señor Kim?
Heechul sintió
un subidón de adrenalina.
—No
exactamente. Está claro que me conocen por lo que ha publicado la prensa. Nos
estamos tomando un tiempo para conocernos de nuevo.
—Por supuesto
—replicó Park—. ¿Cómo describiría usted su relación con el señor Choi?
—No sabía que
tuviera que describirla. —Esas preguntas tan imprecisas comenzaban a ponerlo nervioso—. ¿Qué tiene que ver esto con el accidente?
—¿Sabe que la
compañía aseguradora del señor Choi está tratando de recuperar la cantidad que recibió
su marido después de su supuesta muerte? — le preguntó Hang.
Heechul sintió
un nudo en el estómago.
—No. Él no lo
ha mencionado.
—Seguramente no
quiera preocuparle. —Park sonrió de nuevo. Por algún motivo, su sonrisa hizo
bien poco por calmar a Heechul.
—Señor Kim,
¿sabe a cuánto ascendía dicha cantidad? — le preguntó Hang. Al ver que Heechul
negaba con la cabeza, enarcó una ceja—. Un millón de dólares.
Heechul abrió
los ojos de par en par, incapaz de disimular el asombro.
—Es muchísimo
dinero. Incluso para un hombre como Choi Siwon. Sobre todo, hace cinco años.
Heechul sintió
el amargor de la bilis en la garganta. Consciente del rumbo que estaba tomando
la conversación, se volvió hacia Sulli.
—Cielo, vete a
tu habitación.
Sulli se
levantó del sofá.
—Appá...
Heechul la
instó a caminar hacia la escalera.
—No pasa nada.
Yo subiré dentro de un minuto. —Esperó hasta que la vio doblar la esquina para
apretar los dientes y enfrentarse a los policías—. Si están tratando de
insinuar que Siwon tuvo algo que ver con el accidente...
—El conducto
del líquido de frenos estaba perforado —le informó Hang.
—¿Cómo?
—Tenía tres
agujeros. Demasiado alejados entre sí como para que los produjera una piedra.
Esta mañana hemos sacado el coche del agua. Tuvieron mucha suerte. Si se
hubieran caído al océano en cualquier otro punto del trazado de la carretera,
se habrían ahogado antes de que llegaran para ayudarlos.
Heechul se
sentó en el brazo del sofá. Alguien había manipulado los frenos. Alguien había
tratado de hacerle daño de forma intencionada.
Y de hacerle
daño a Sulli en el proceso.
—El líquido de
frenos tardó bastante en agotarse, de ahí que en un primer momento usted no lo
notara —añadió Park—. El responsable lo sabía.
—Señor Kim
—terció Hang—, ¿condujo usted el coche del señor Choi el martes por la mañana?
Heechul tenía
la cabeza hecha un lío de pensamientos confusos.
—No.
—¿Lo hizo el
señor Choi?
—Mmmm... —¿Por
qué le costaba trabajo pensar con claridad? El martes... El lunes durmió en
casa de Siwon. En la habitación de invitados. Al día siguiente, salieron en
busca de Kwon Dahyun. Después le hicieron el TAC. Cuando acabaron, fueron a su
casa de la playa e hicieron el amor. Tragó saliva—. Sí. Creo que esa mañana
salió y estuvo una hora en su oficina.
—¿Fue solo?
—Creo que sí. No lo sé. Los detectives intercambiaron una mirada.
—¿Conoce a esta
mujer? —le preguntó Hang, que le tendió una foto.
Heechul observó
la imagen y negó con la cabeza.
—No. ¿Debería
conocerla?
—Se llama Kwon
Dahyun. La encontraron muerta ayer.
Heechul alzó la
vista al instante.
—Un Audi azul
oscuro idéntico al que hemos sacado de la bahía fue visto frente a la casa de Kwon
Dahyun el lunes por la mañana sobre las nueve, la hora estimada de su muerte.
No. Esa
información no era correcta. No habían salido tan temprano. Era imposible que
llegaran a casa de Kwon Dahyun antes de mediodía. Tragó saliva, sin saber muy
bien qué decir, ya que no quería darles demasiada información.
—Deben de estar
equivocados.
Hang le entregó
otra foto.
—¿Y a este
hombre, lo reconoce?
Heechul abrió
los ojos de par en par al ver la fotografía de Mithra. Sus ojos grises lo miraban desde la imagen. El miedo le provocó un nudo en la garganta.
—Sí. ¿Por qué?
—Jin Mithra era
un socio pasivo de Woollim Pharmaceuticals, una empresa china que el grupo
empresarial del señor Choi adquirió hace poco — contestó Hang con frialdad—. La
semana pasada sacamos su cadáver de la bahía.
Heechul estaba
apoyado en la encimera de la cocina de Donghae mientras se frotaba la cicatriz.
El tiempo corría en silencio mientras el reloj que había sobre la cocina
marcaba la hora. Solo escuchaba el retumbar de su cerebro.
Se tensó cuando
Donghae entró en la estancia.
—¿Y bien?
Donghae soltó
el teléfono inalámbrico en la mesa.
—Siwon y su
abogado están en comisaría. De momento, están cooperando.
Heechul apoyó
ambas manos en la encimera. Tenía la sensación de que le estaban despedazando
el corazón. Todo lo que había creído hasta ese momento resultaba ser una
mentira.
—Tiene uno de
los mejores abogados del estado, Heechul. El interrogatorio no durará mucho. No
lo permitirá.
—Dios, Dios
—murmuró Heechul, incapaz de controlar el pánico—. Siwon sabía que Mithra no
había muerto en el accidente aéreo.
Donghae se
apoyó en la mesa de la cocina y cruzó los brazos por delante del pecho.
—Eso está por
demostrarse. Lo que se puede demostrar es que la secretaria de Siwon vio a Mithra
en su despacho el día anterior al accidente de Seúl. Y que Siwon parece ser la
última persona que lo vio con vida.
Heechul cerró
los ojos.
—¿Por qué?
—susurró—. ¿Por qué no me contó la verdad?
—No lo sé. Pero
hay más. — Cuando Heechul levantó la vista, Donghae cambió de postura—. Jin
Mithra, alias Kim Mithra, y Kim Youngmin eran socios en la sombra de Woollim
Pharmaceuticals, una empresa china con un listado de medicamentos muy reducido.
SmCorp adquirió Woollim hace poco por una buena suma en efectivo, aliviando en
gran medida sus problemas de liquidez. Con el apoyo de SmCorp, estaban a punto
de buscar la aprobación de la FDA para el Amatroxin, basándose en una serie de
ensayos clínicos supuestamente realizados en China.
—El Amatroxin
es el Tabofren pero con otro nombre, ¿no? — preguntó Heechul, aunque ya sabía
la respuesta.
—Todavía no hay
pruebas, pero creo que sí. El detective chino con el que he hablado me mencionó
que se habían recuperado documentos de la casa de Kim Youngmin en los que se
hablaba de ambos medicamentos.
—Siwon conocía
el posible nexo entre los dos. —Heechul inspiró hondo en un intento por
contener las lágrimas provocadas por la rabia—. Se plantó en casa de Jung Changmin
y fingió que no sabía nada del Amatroxin.
—Mithra
desapareció justo después de que la fusión se llevara a cabo. La secretaria de Siwon
dijo que escuchó cómo Siwon y Mithra discutían aquel día en su despacho, aunque
no ha podido decir de qué iba la discusión.
Heechul dejó
caer la cabeza.
—Creen que Siwon
mató a Mithra. ¿Por qué? ¿Por dinero?
—El dinero es
un motivo muy poderoso para algunos —repuso Donghae en voz baja—. Siwon podría
dar la campanada si se aprobaba el Amatroxin. Mithra lo desarrolló, participó
en el ensayo, pero si él desaparecía del mapa, el dinero iría al jefazo.
—Es imposible
que creas eso — dijo Heechul, aunque sintió la bilis en la garganta.
—No, Heechul,
no lo creo. Pero es lo que va a decir la policía.
—¿Y Kwon Dahyun?
¿Creen que la mató para encubrir los ensayos clínicos?
—Seguro que
pueden relacionar a Kwon Dahyun con Mithra a través de la clínica privada.
Intentar demostrar que Siwon quiso eliminar pruebas. Si se corría la voz de que
se habían llevado a cabo ensayos clínicos ilegales en Corea, el Amatroxin nunca
se aprobaría.
Heechul volvió
a cerrar los ojos.
—¿Y el coche?
Donghae
suspiró.
—Dirán que
alteró los frenos a sabiendas de que estarías solo. Sin ti, él doblaría los
beneficios. No tiene que devolver la indemnización del seguro de vida y nadie
le preguntaría por el Tabofren. Tú eres la clave de todo esto, Heechul.
Unas cuantas
horas antes, su futuro parecía brillante y prometedor. En ese momento, no
estaba muy seguro de poder sobrevivir a la siguiente hora sin perder la
cordura. Se abrazó con fuerza.
—Creo que voy a
vomitar.
Donghae rodeó
la encimera. Le puso las manos en ambos brazos a Heechul y dijo:
—Escúchame: la
policía no puede acusar a Siwon de nada en este momento porque todo lo que
tienen es circunstancial. Tú y yo sabemos que Siwon es incapaz de hacer algo
así. Solo te estoy diciendo lo que el fiscal va a decir si la bola sigue
creciendo. No lo que es verdad.
Heechul miró a Donghae
a los ojos. Su cabeza y su corazón estaban librando una durísima batalla. El
hombre del que se había enamorado era incapaz de cometer un asesinato, incapaz de
participar en una conspiración, de borrar sus huellas. De serlo, significaría
que estaba al tanto de su desaparición desde el principio. Y no podía creerlo.
No después de todo lo que había compartido con él, de las emociones que le
había hecho sentir en tan poco tiempo.
Sin embargo, en
el fondo de su mente oía una vocecilla insistente que le decía que no conocía
al verdadero Choi Siwon. El implacable hombre de negocios que había erigido un
imperio farmacéutico no lo había conseguido siendo amable y cariñoso. Había
cosas que Choi Siwon, el empresario, le había ocultado y lo sabía. ¿Estarían
por fin saliendo a la luz?
Daba igual cómo
lo considerase, las mentiras que llevaban rigiendo su vida durante cinco larguísimos
años volvían a consumirlo.
Heechul movió
la cabeza.
—Ya no sé qué
creer, Donghae. Solo sé que no puedo confiar en él. No sé si podré volver a
confiar en algo de lo que me diga.
TT______TT
ResponderEliminarNoooo que es todo este lió!!!
noooo!!! ahh~ por que!!! tanta información y a un no la proceso!!!
ahh! muchas preguntas sin respuesta!!!
esto me va a sacar canas verdes!!!
Aca me huele a que alguien cercano a Siwon esta en todo esto, tambien a que Heechul seguro lo sabe o el antiguo Heechul, pero intuyo que esto ira mucho peor!
ResponderEliminarT___T
ResponderEliminarNo puede ser...o sea....NO
En lugar de avanzar estamos retrocediendo.....intentar matar a Hee,y no solo a él,también a Sulli,eso ya es malo y despiadado.
Y ahora vienen todas estas sospechas sobre Siwon,luego la repentina aparición de Mithra frente a Siwon,el bendito medicamento,los muertos "inesperados"....¿quien demonios esta haciendo todo eso?...¿quien?
Lo "bueno" es que Sulli ya no siente una incomodidad por estar cerca de Hee....obviamente cuando creemos que todo "mejora",en verdad empeora.....¬¬
Pocas personas en quien confiar y vienen estos a crear duda.