Volver a Amarte- Capítulo 24




Heechul movió los dedos y estiró los pies. No recordaba la última vez que se había sentido tan relajado, tan saciado y tan tranquilo. Sentía todos los músculos del cuerpo extenuados y fortalecidos al mismo tiempo.

Miró a Siwon y esbozó una sonrisa. Tenía la cabeza apoyada en su pecho, con el brazo por encima de su cintura, y sus piernas estaban entrelazadas. Ni dormido quería soltarlo. Le enterró los dedos en el pelo y sintió los sedosos mechones contra la piel. Jamás se había sentido tan deseado, ni querido, como en las últimas horas.

Habían hecho el amor dos veces más antes de que Siwon lo pegara por fin a su cuerpo para dejarse vencer por el sueño. La lluvia golpeaba los cristales y las olas rompían con fuerza contra la orilla, pero, en el refugio de su casita, se sentía cálido y protegido. Y, de momento, feliz.

Los niños seguían con sus padres, el teléfono estaba desconectado y la pesadilla que era su vida había quedado relegada al fondo de su mente. Ya pensaría sobre eso más tarde. En ese preciso instante, solo quería disfrutar del momento, por si no duraba.


—Para —dijo Siwon sin moverse.

Dejó de acariciarle el pelo.

—¿No te gusta lo que hago?

—No, eso me encanta, sigue haciéndolo. Pero deja de pensar.

Su sonrisa se ensanchó.

—¿Cómo sabes lo que estoy pensando?

—Princesa, casi puedo oír los engranajes de tu dura mollera.

—De eso nada —repuso con voz cantarina—. Y no es tan dura.

Una carcajada brotó de la garganta de Siwon.

—Si dices que ha sido un error, voy a tener que hacerte el amor hasta que dejes de pensar.

—No voy a decirlo.

—No, pero lo estabas pensando.

—Claro que lo estaba pensando. Soy una persona muy lista.

Con una sonrisa, él le subió una mano por el muslo y tocó un punto de presión en su cadera. Heechul se echó a reír e intentó zafarse de sus dedos.

—Vale, estabas avisado. —Trazó un sendero de besos por su pecho hasta llegar al cuello.
Sus cálidas manos le acariciaron. El deseo volvió a correrle por las venas.

—Eres insaciable, lo sabes, ¿verdad? —le susurró mientras los labios de Siwon le recorrían la oreja.

—Pero en el buen sentido.

No pudo contener la carcajada. No sabía que pudiera sentirse tan relajado con él. No había esperado la ternura que le inundaba el pecho cada vez que él lo besaba.

Lo colocó de costado, le pasó la mano por un hombro y bajó por su brazo hasta que sus dedos se entrelazaron. Siwon se llevó su mano a los labios y le besó los dedos uno a uno.
La emoción provocada por ese gesto tan dulce, tan tierno, se convirtió en un escalofrío.

Dejó que sus dedos acariciaran la cicatriz que Siwon tenía en el mentón.

—¿Cómo te hiciste esto?

—Hyukjae.

—¿Cómo?

—Nos peleamos.

—¿Por qué?

—Por ti.

Recorrió la cicatriz, palpando la piel arrugada.

—¿Por qué?

—No sé muy bien cómo decirlo, pero en la universidad era un poco... —Dejó la frase en el aire como si estuviera avergonzado—. En fin, salía con muchos.

Heechul fue incapaz de contener la sonrisa. Era un ligón.

—Como Hyukjae.

Siwon se echó a reír.

—Sí. Seguramente por eso nos hicimos tan buenos amigos. La cosa es que tú y yo acabábamos de empezar a salir y fuiste a uno de mis partidos. Hyukjae y yo jugábamos al...

—Béisbol —terminó por él—. Y Hyukjae nos vio juntos y se cabreó tanto que lo expulsaron del partido.

—¿Cómo lo sabes?

—Hyukjae me contó la historia. Pero no me habló de la cicatriz. Me dijo que te pegó cuando saliste del club.

Siwon esbozó una sonrisa torcida.

—Lo hizo. Joder, estaba cabreado. Y tú... tú estabas todavía más cabreado.

—¿En serio?

—Sí. Dijiste que nos estábamos comportando como niños. De hecho, no fue muy distinto a lo que dijiste después de la conferencia de prensa de ayer.

Volvió a acariciarle la cicatriz.

—¿Cuántos puntos te pusieron?

—Cuatro. Sabía que Hyukjae tenía razón. Tenía todos los motivos del mundo para estar cabreado conmigo. Quise romper contigo esa noche. Pero te vi en el porche de tu hermandad y vi lo preocupado que estabas por mí y...

—¿Y qué?

—Y me enamoré de ti. Caí con todo el equipo.

El corazón le dio un vuelco al escucharlo. Se imaginaba la escena. Ojalá pudiera recordarla.

—¿En serio?

—Sí. Además, tampoco vino mal que me llevaras de vuelta a tu apartamento, me mimaras y me besaras las heridas.

Se echó a reír y miró sus manos entrelazadas. Rozó con la punta de los dedos la alianza de platino con filigrana de oro que llevaba Siwon.

—¿Por qué la llevas?

—Porque estoy casado.

—La llevabas cuando nos conocimos. Entonces no sabías que seguías casado.

—Siempre la llevo. —Siwon deslizó los dedos por los suyos.

—¿La has llevado todo este tiempo?

—Sí. ¿Te sorprende?

Movió la cabeza mientras intentaba reprimir unas emociones que no podía definir.

—¿Por qué? Han pasado cinco años.

—Porque me casé, una vez, para lo bueno y para lo malo. Para siempre. Encontré a la persona con quien quería pasar la vida. No tengo intención de casarme con nadie más.

—¿Preferirías quedarte solo? ¿Y si hubieras conocido a alguien?

—He conocido a un montón de jóvenes. Nadie se te acercaba siquiera.

—Siwon. —Las emociones lo embargaron. Se le llenaron los ojos de lágrimas. Bajo esa tierna mirada, su corazón amenazaba con salírsele del pecho.

Siwon le dio un apretón en los dedos y le miró la mano izquierda.

—Me he dado cuenta de que te has quitado la tuya.

Siguió su mirada.

—No era mi marido. En cuanto supe la verdad, no soportaba llevarla.

Él se llevó la mano a los labios y besó sus dedos desnudos.

—Ojalá supiera qué le pasó a tu alianza. Tengo que buscarte otra.

Vio la determinación de sus ojos y el estómago le dio un vuelco en respuesta. En su cabeza sonó una alarma. No estaba preparado para eso. Ni siquiera estaba seguro de que alguna vez lo estuviera. Intentó sentarse.

—Siwon...

Siwon se inclinó sobre él y le dejó un reguero de besos en los labios con la sonrisa más traviesa del mundo.

—No lo hagas.

—¿El qué?

—Pensar. No quiero que te preocupes del día de mañana ni del siguiente. No quiero que disecciones todo lo que digo. Solo quiero que sientas.

Siwon descendió por su cuello, mordisqueándole la piel. Él se dejó caer contra la almohada y cerró los ojos. El deseo volvió cuando sus habilidosos dedos se centraron en su entrepierna. La pasión creció en su interior con cada tierna caricia.

No podía negar la atracción que sentía por él en lo más profundo de su alma. Trascendía lo físico, trascendía la atracción ciega. Era algo mucho más profundo, era muchísimo más real de lo que había esperado o de lo que había vivido jamás.

Y le aterraba más de lo que quería admitir. La idea de que pudiera ser amor, cuando había transcurrido tan poco tiempo desde que lo conoció, le humedecía las manos y le desbocaba el corazón. Era imposible que fuera eso lo que estaba sintiendo.

Siwon se colocó entre sus piernas y lo besó mientras la penetraba. Y el corazón le dio otro vuelco mientras lo abrazaba con fuerza, mientras abría sus labios, su cuerpo, su alma y su mente a ese hombre.

—¿Estás pensando? —le susurró él al oído.

—No, desde luego que no.

Sus lentas y rítmicas embestidas le arrancaron un suspiro. Alzó las caderas para salir a su encuentro, le acarició la espalda con las manos, deleitándose con la textura de su piel, deseando memorizar cada músculo, cada recoveco de su cuerpo.

Lo sintió sonreír contra su oreja.

—Bien. Quiero que tengas la mente en blanco cuando te diga que te quiero.

Se tensó de los pies a la cabeza.

—Siwon...

—Te quiero —repitió él en voz baja al tiempo que salía de su cuerpo despacio para volver a penetrarlo hasta que le arrancó un jadeo—. No puedo fingir que no es verdad. Lo que quiero de ti está en lo más profundo. Está ahí te llames Jungwoo o Heechul. Está ahí me recuerdes o no.

—Es una locura —susurró.

Siwon esbozó una sonrisa torcida antes de besarlo de nuevo. Antes de salir y penetrarlo de nuevo.

—No. Una locura sería negar la realidad. No espero que me correspondas, al menos no de momento. Solo quería que supieras que está ahí. Que siempre está ahí.

Lo besó con frenesí mientras hacían el amor. Tenía las palabras en la punta de la lengua, pero el miedo hizo que se las tragara. El miedo por lo que sucedería a plena luz del día. El miedo por lo que él sentiría cuando le conociera mejor. Si se permitía enamorarse de él por completo y él se despertaba un día y se daba cuenta de que era distinta a la persona que recordaba, no estaba seguro de que su corazón sobreviviera al golpe.

Y no podía entregarse por entero a él hasta estar convencido de que era lo que él quería de verdad.

Esa noche, sin embargo, podía fingir que el mañana no existía. Tal vez no pudiera darle las palabras, pero sí podía demostrarle lo que sentía.

Le tomó la cara entre las manos, lo besó con pasión y lo instó a colocarse de espaldas.

—Déjame amarte, Siwon.



—No quiero que vayas solo. — Hyukjae estaba con Donghae en el dormitorio de este, observándolo mientras hacía la maleta—. ¿Me has oído? —le preguntó al ver que no replicaba.

Donghae le dio unas palmaditas en una mejilla al pasar a su lado de camino al cuarto de baño.

—Cuidado, cariño, comienzas a parecerte mucho a tu dominante cuñado.

Hyukjae pasó por alto el insulto. Lo siguió y se detuvo en el vano de la puerta mientras él iba de un lado para otro, recogiendo cosas.

—He hablado con Siwon hace un rato. Él también cree que no deberías ir solo.  

—Por favor... ¿crees que voy a hacerles caso a dos hombres? Hyukjae, voy por motivos laborales. Además, nadie se enterará de mi viaje. De hecho, allí estaré mucho más seguro que aquí. Haru se queda con mis padres. Todo irá bien. Además, todavía no sé si merece la pena ir a China. Esperaré a ver qué encuentra mi detective privado.

«Todavía», repitió Hyukjae para sus adentros. Lo había escuchado claramente. Donghae era una persona demasiado independiente. Demasiado testarudo. Dos de los motivos por los que jamás se había sentido atraído por los jóvenes. Llevaba esquivándolo desde la noche que pasaron juntos y la noche anterior él había estado trabajando hasta muy tarde, de modo que no había tenido tiempo para pasarse a verlo hasta esa misma mañana. Supuestamente debía coger un vuelo al estrecho de la Reina Carlota ese mismo día para enderezar el proyecto, pero una vez al tanto de los planes de Donghae, no podía marcharse hasta asegurarse de que estaría a salvo.

—Iría contigo si pudiera, pero no puedo. Joder, es un mal momento.

—No te preocupes.

Donghae evitaba su mirada. No hacía falta ser un brillante científico para comprender qué estaba pasando.

—Donghae, sé lo que pretendes. No es necesario que te vayas a China por lo que pasó entre nosotros. 

—No sé de qué estás hablando. —Después de guardar una colonia en su bolso de mano.

Sí que lo sabía, pensó Hyukjae. Lo sabía perfectamente. Él vio cómo le asaltaban los remordimientos justo después de que hicieran el amor. Y no por lo que pudiera pasar entre ellos, sino porque pensaba que había traicionado a su cliente.

—Heechul y Siwon no van a molestarse contigo por esto. Te está permitido tener vida privada. No has hecho nada malo.

Donghae cerró los ojos y tomó una bocanada de aire. Un tropel de emociones pasó por su cara, pero cuando abrió los ojos de nuevo no había ni rastro de ellas. Cogió el bolso y pasó a su lado de camino al dormitorio.

—Hablaré con Heechul del tema cuando vuelva.

Hyukjae lo cogió de un brazo.

—Espera y mírame.

Donghae se volvió para mirarlo con sus ojos oscuros. Unos ojos de expresión atormentada. Unos ojos de expresión culpable. Unos ojos que le provocaron un nudo en el pecho.

—No tires por la borda lo que está pasando entre nosotros solo porque te preocupa la opinión de los demás —le dijo.

—Fue una mala idea. Jamás debió ocurrir y lo sabes. En cuanto a mi viaje, no es asunto tuyo. Estaré bien. Y ahora, por favor, ¿me sueltas del brazo para que pueda acabar de hacer el equipaje?

Hyukjae tenía la impresión de que lo había apuñalado en el corazón. Cuando lo soltó, intentó comprender qué estaba pasando. ¿Cuándo habían aparecido esos sentimientos tan fuertes hacia él? Jamás se preocupaba por otra persona que no formara parte de su familia. ¿Desde cuándo era Donghae, una persona tan importante como su propia familia, si no más?

El nudo del pecho se convirtió en una terrible opresión.

Con el corazón desbocado, lo siguió hasta el dormitorio. Estaba cerrando la maleta. Al otro lado de la ventana estaba lloviendo, de ahí que la estancia estuviera iluminada por una mortecina luz grisácea, y la apariencia de Donghae no podía ser más angelical.

«¡Por Dios, había caído con todo el equipo!», pensó Hyukjae.

Se pasó una mano por la cara e intentó relajar el alocado ritmo de su pulso. Cuando Donghae se volvió para dejar la maleta en el suelo, él aprovechó el momento para aferrarlo por los brazos y acercarlo.

—Lo mío no son las relaciones a largo plazo. Me va más el rollo ocasional. Pero contigo, pececito... contigo no quiero que sea ocasional.

—¿Qué? —le preguntó él con el miedo pintado en los ojos. El mismo miedo que él trataba de controlar—. ¿Estás...? —Lo miró con los ojos entornados—. ¿Te golpeé con el bate en la cabeza? Pensé que te había dado en el abdomen.

Hyukjae no pudo evitarlo y sonrió.

—No, no el bate, fuiste tú. Me diste justo en la cabeza. La primera vez que te vi. La otra noche, y le doy gracias a Dios por lo de la otra noche, me di cuenta de que estaba colado por ti desde el principio. Desde entonces, no paro de pensar en el paquete completo... el matrimonio, la familia, los niños, una monovolumen...

Donghae se alejó con brusquedad de sus brazos y se presionó el abdomen con una mano.

—¡Ay, por Dios! ¿Un monovolumen? ¿Estás loco o qué? ¿Qué narices te pasa?

—No lo sé —contestó él en voz baja, muy atento al asombro de Donghae. Porque él sentía lo mismo. La verdad era que no había pretendido decir lo que había dicho, pero, una vez hecho, no quería retirar sus palabras—. ¿Te sorprende?

—Pues sí. Nos hemos acostado. Una noche.

Hyukjae se metió las manos en los bolsillos de los vaqueros.

—Si no recuerdo mal, te gustó. La primera vez. Y la segunda y las demás.

—Yo... —balbuceó él al tiempo que agitaba las manos—. Hyukjae, apenas nos conocemos.

—Pues vamos a conocernos. Quédate aquí. Mantente a salvo. En cuanto pueda volver de mi viaje, nos concentraremos en descubrir qué es lo que más nos molesta del otro.

Donghae se sentó en el extremo inferior del colchón.

—Estás de broma, ¿verdad? Por favor, dime que estás de broma.

Esa no era la reacción que él esperaba. Ni siquiera era la conversación que había planeado tener.

—No estoy de broma. Donghae, me has atrapado. Me traes de cabeza. Y yo soy el primer sorprendido.

Al ver que no hablaba y se limitaba a mirarlo con los ojos desorbitados, Hyukjae se rascó la nuca, sintiéndose como un imbécil.

—Bien, puedo prescindir del monovolumen. Ya lo negociaremos después.

—Estás mal de la cabeza. Lo sabes, ¿verdad?

Hyukjae sintió que se resquebrajaba. Y él no era un hombre dado a sentir esas emociones.

—Mira, he evitado las relaciones serias durante mucho tiempo. Por diferentes motivos. Y después de ver el infierno por el que pasó Siwon tras la muerte de mi hermano, me dije que había sido listo al evitarlas. Pero ahora, después de todo lo que ha pasado... no lo sé…

… El caso es que he comprendido que la vida es valiosa. Que hay que hacer las cosas que queremos hacer, porque tal vez no podamos hacerlas cuando abramos los ojos y nos demos cuenta de que son importantes. No quiero perder esta oportunidad contigo, Donghae. No te estoy pidiendo matrimonio. Solo te pido que no acabes con lo que está pasando entre nosotros. Y no quiero que te marches a China porque te sientes culpable después de lo que ha sucedido. Si te pasara algo, no podría soportarlo. —Lo cogió de las manos y lo instó a levantarse de la cama—. Pececito, dame una oportunidad. A lo mejor te sorprende lo que descubres.

—Podría acabar en una habitación acolchada.

Hyukjae esbozó una sonrisa torcida.

—Si estuviéramos juntos, no sería tan malo, ¿verdad?

—Hyukjae...

—Solo te pido que lo pienses, ¿vale? Piensa en ti, en mí y en lo que podría ser lo mejor que te haya pasado en la vida.

—Tengo la terrible sospecha de que es lo único que voy a hacer durante los próximos días.
—Frunció el ceño, pero no se zafó de sus manos. Hyukjae lo interpretó como una buena señal—. Eres como un tornado, ¿lo sabes, Lee? Devoras todo lo que encuentras a tu paso sin pensar en las consecuencias.

—Tú me preocupas. Y Haru. Quiero mantenelos a salvo. Prométeme que no irás a China.

En vez de hablar, Donghae se pegó a su cuerpo y lo abrazó por la cintura. En cuanto se vio rodeado por su calor, a Hyukjae le dio un vuelco el corazón. Porque en ese momento supo que Donghae no haría lo que él quería que hiciese. Y eso significaba que los planes que había trazado para los próximos días iban a sufrir un cambio muy drástico.

Con suerte, no para peor.



3 comentarios:

  1. Por favor la historia del Eunhae me está atrapando mas que la de Hee y Siwon, dios, es tan complicado lo de ellos, entiendo a los dos pero... joder necesito que ellos no sean como Sichul!

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  2. O_____O`ay No! que le pasa a Hee!!!
    que se deje querer y ya!!!
    que ukes mas rogados, en las mismas anda el pescado ese! que se deje querer por su mono sexoso y ya!!!
    a si lo pasaria mas lindo!!! ahh quiero mas de la historia, saber que pasa tras todo el secuestro de Hee!!!!

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  3. Aaaaaaaaaah,le sigo aplaudiendo a Siwon.
    Exacto,así mismo,hablar y decirse todo,o quizás lo más importante y decir lo que en verdad sienten y no esconderlo,callarlo y taparlo con mentiras que lo unico que hacen es dañar y engañarse ellos mismos.
    Se quieren....siwon lo quiere,hee lo quiere amar.....el mejor camino.

    No vayas Hae,o que Huyk vaya con él....a nadie con relacion a hee y a siwon con buenas intenciones puede estar y andar solo...uno nunca sabe,además hay unos locos detras de todo esto....cuidenlos y cuidense

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...