—¿Y por qué me
sugeriste que me buscara un abogado?
Yunho suspiró.
—Quería ayudar.
Me di cuenta de lo frustrado que estabas. Creía que si podías encontrar respuestas
solo, si no me involucraba directamente, no causaría problemas darte un
empujoncito. No sabía que el abogado que escogiste te iba a reconocer.
De modo que Heechul
era el eslabón. Si no hubiera ido a Seúl, si no hubiera llamado a Donghae para
concertar una cita, si Donghae no la hubiera reconocido, era muy posible que
nada de eso hubiera sucedido. Que las mentiras hubieran seguido siendo la
verdad.
Siwon miró a Heechul.
—¿Sabes si
visitó alguien a Heechul en la clínica privada?
Changmin se
mordió el labio.
—Hubo otro
hombre, mayor, canoso, de complexión robusta. Y una mujer joven también fue a
verlo una vez, al menos que yo recuerde. No estoy seguro de lo demás. Pero Heechul
estuvo allí mucho tiempo.
Un hombre mayor
y una mujer joven. Podrían ser cualquiera.
—Me temo que no
soy de mucha ayuda —continuó Changmin en voz baja —. Mis recuerdos de esa época
son muy vagos.
La rabia
abandonó a Heechul y fue reemplazada por una decepción agotadora. Todo lo que
había descubierto hasta el momento solo servía para aumentar su confusión.
Estaba averiguando lo que había pasado, pero no el motivo.
—No. —Heechul
parpadeó para reprimir las lágrimas de frustración —. Has sido de muchísima
ayuda.
—Heechul. —Yunho
rodeó el sofá.
De reojo, Heechul
vio que Siwon tensaba los hombros y que bajaba los brazos en un gesto
protector. Extendió un brazo para detenerlo y miró a Yunho.
—¿Qué?
—De haber
sabido lo que pasaba, no me habría callado. Creía que Mithra era un buen
hombre. Después de la conferencia de prensa que dieron el otro día, supe que
tenía que encontrar el modo de contártelo todo. Que tenía que contarte lo que
sabía. He intentado ponerme en contacto contigo desde entonces.
Tantas
mentiras... Allá donde mirara, parecía haber una más, golpeándole en la cara.
Ya no sabía en qué creer.
—Tengo que
encontrar las respuestas, Yunho. No voy a parar hasta conseguirlo.
—No creo que
eso sea una buena idea.
—No le va a
pasar nada —lo interrumpió Siwon con firmeza desde la otra punta de la
estancia—. Si alguien intenta hacerle daño, antes tendrá que pasar por encima
de mí.
La advertencia
implícita en sus palabras hizo que tanto Heechul como Yunho se volvieran hacia
él. Siwon tenía un tic nervioso en el mentón. En sus ojos se podía ver las
ansias de venganza.
Yunho asintió
con la cabeza y miró a su esposo.
—Sé lo que
sientes. Si podemos hacer algo, solo tienen que decírnos. Queremos ayudar.
Heechul sintió
que el sudor brotaba en su espalda bajo la intensa mirada de Siwon. Era
consciente de que hablaba en serio, de que mataría a cualquiera que fuese a por
él.
Y por algún
motivo que se le escapaba, saberlo lo asustaba mucho más que lo que se ocultaba
tras la verdad.
—Llevamos una
hora dando vueltas, cariño —se quejó Hyukjae desde el asiento del copiloto del
todoterreno que Donghae había alquilado. Le dio la vuelta al mapa que llevaba
en el regazo, leyó los carteles que veía en la calle y volvió a mirar el mapa—.
No tienes sentido de la orientación.
Donghae lo miró
con cara de pocos amigos. Aún le costaba creer que Hyukjae hubiera cambiado sus
planes de trabajo y que se hubiera sumado a ese viaje sin esperar a ser
invitado.
No solo lo
estaba acompañando mientras buscaban la casa de Kim Youngmin en las afueras de Pekín,
sino que también había esperado con paciencia a que él terminase con sus
compromisos. Sin quejarse ni una sola vez. Sabía que se suponía que debía estar
en el yacimiento del estrecho de la Reina Carlota, haciendo lo que fuera que
hacían los ingenieros geólogos, pero cada vez que sacaba a colación el tema, él
le daba largas y le decía que estaba donde se suponía que tenía que estar.
¿Qué hombre
hacía eso?
«Uno que está
coladito por ti.»
Se le aceleró
el corazón y se le humedecieron las palmas de las manos contra el volante.
¿Un carro
familiar? Estaba como una cabra, no cabía duda. El problema era que la idea no
le parecía tan alocada como antes. Lo que quería decir que lo había arrastrado
a su realidad alternativa y que él también estaba como una cabra.
—Vamos a hacer
un trato —dijo, en un intento por no pensar en el futuro y en lo que iba a
hacer con Lee Hyukjae. Si lo hacía, se pondría a gritar—. Si encuentro la casa
en los próximos diez minutos, me acompañarás a la cinemateca y veremos Titanic, casualmente la tienen en cartelera
—Por mí, bien.
Me quedaré en el hotel.
—No nos
alojamos en un hotel, cariño.
—No me lo
recuerdes. Ya me jode el asunto. Mis planes de conquistarte por completo se van
a la mierda una y otra vez.
¿Conquistarlo
por completo? Ay, Dios. Este hombre era un problema muy gordo.
—De modo que me acompañarás a ver Titanic —dijo, que intentó cambiar de tema.
—Preferiría una
muerte lenta y dolorosa a manos de una dominatrix sádica. —Sus labios esbozaron
una sonrisa—. Mira, qué buena idea.
Donghae no pudo
evitarlo: soltó una carcajada. Era la revolución hormonal personificada. Y que
Dios lo cogiera confesado, porque le encantaba.
—Vamos, Hyukjae.
—Enfiló una calle secundaria—. Ya hablaremos de tus fantasías después.
Tenía los
nervios destrozados cuando por fin subieron los escalones de entrada a la casa
y llamaron al timbre. Se apartó el pelo de la cara y se enderezó la chaqueta.
—Déjame hablar
a mí. No queremos asustar a Kim Youngmin a las primeras de cambio.
—Si usas ese
tono tan frío y profesional conmigo con la lencería de cuero roja y un látigo
en la mano, te haré caso sin dudarlo
Le dio un
codazo en el esternón y Hyukjae siseó. Sin embargo, sus carcajadas resonaron
por el porche y se le colaron por los pies hasta llegar al pecho, recordándole
qué tenía Lee Hyukjae que le afectaba tanto. Si no se andaba con ojo, iba a ser
su perdición.
—Dios, ¿a qué
huele? —Hyukjae se tapó la nariz con una mano.
—No lo sé. —Donghae
apoyó una mano en el cristal y miró a través de la cristalera lateral de la
puerta. Había periódicos amontonados en una mesa antigua. Una manta de viaje estaba
encima del respaldo de un sofá. Un trozo de pizza descansaba sobre un plato de
papel en el extremo de la mesa. El polvo cubría las superficies de casi todos
los muebles del salón. Una maleta cerrada estaba junto a la pared más alejada—.
No parece que haya nadie en casa.
—Ya huelo el
motivo.
Un mal
presentimiento abrumó a Donghae. Bajó corriendo los escalones de entrada. Había
un camino de piedras que rodeaba el lateral de la casa.
—¿Adónde vas?
—le preguntó Hyukjae, que lo siguió.
Donghae pasó
por debajo de un seto y abrió la portezuela lateral que daba acceso al patio
trasero.
—Gura fue
encontrado en su piscina.
—¿Qué? Para el
carro. De repente, esto me da muy mala espina.
Donghae rodeó
la casa antes de que él pudiera detenerlo. El hedor era más intenso en la parte
trasera. Un gato salió disparado de detrás de un árbol y se perdió tras la
casa. Puso los ojos como platos al ver el cuerpo, cuyos pies sobresalían por
debajo de unos rododendros cerca del pórtico trasero. Tragó saliva, con fuerza.
—A mí también
—replicó.
—¡Joder! —Hyukjae
se plantó delante, bloqueándole la visión.
Jiwon, la madre
de Siwon, se colocó un mechón de pelo castaño detrás del hombro y soltó una
carcajada, tras lo cual esbozó una enorme sonrisa. La luz de las velas que
adornaban la mesa se reflejaba en su cara.
—Así que Hyukjae
se agarra a una piedra en lo alto del acantilado y Siwon se resbala.
Siwon vio que Heechul
fruncía el ceño desde el otro lado de la mesa. El miedo que sentía por el hecho
de tener que conocer a sus padres había ido disminuyendo conforme avanzaba la
velada. Estaban todos sentados alrededor de la mesa del comedor, con los platos
vacíos delante, mientras su madre contaba bochornosas anécdotas de su juventud.
En cualquier otra situación, lo habría cortado de raíz, pero Heechul parecía
muy interesada y, después de la tarde con Jung Changmin, supuso que necesitaba
unos minutos de tranquilidad.
Aunque fueran a
su costa.
Tras sentar a Sulli
en su regazo, Siwon movió la cabeza.
—Monkey no
cerró el sistema.
—¿Qué quieres
decir? — preguntó Heechul con evidente curiosidad.
Heejin Lee rellenó
las tazas de café.
—Quiere decir
que Hyukjae no hizo un nudo de seguridad en un nudo de ocho doble, de modo que
el cabo de la cuerda pasó sin problemas por el dispositivo de freno.
—Verás, es que Siwon
nunca había escalado al aire libre antes — continuó Jiwon—. Solo había hecho
escalada en recintos cerrados, así que cuando esto sucedió...
—Me acojonó
—terminó él con absoluta seriedad.
Todos se
echaron a reír menos Heechul.
—¿Qué hiciste?
—Tenía la mirada clavada en la suya y la preocupación en esos ojos le resultó
palpable.
Siwon sintió
que le daba un vuelco el corazón.
—Había una
grieta enorme a la altura de mi hombro —contestó—, así que metí el brazo, con
el codo por delante, y clavé las puntas de las botas en la roca para frenar la
caída. Descubrí que
podía apoyar casi todo el peso del cuerpo en ese brazo, pero dolía horrores.
Después, me dediqué a poner verde a Hyukjae.
—Así que ya
sabes dónde aprendió mi niño todas esas palabrotas —añadió Heejin con una
carcajada.
—Podrías
haberte matado. — Heechul lo miró con los ojos como platos.
Cada vez que lo
miraba con esa expresión tan dulce en los ojos, quería abrazarlo y perderse en
esa ternura. Dado que los padres de ambos, y sus hijos, estaban sentados a la
mesa, decidió que no era el mejor momento para hacerlo. Tendría que reservarlo
para después, cuando estuvieran a solas. Cuando pudiera arrastrarlo a su
dormitorio, cerrar la puerta y enseñarle lo mucho que significaba para él
tenerlo en su casa.
—Claro, díganselo
a Hyukjae — replicó en un intento por desterrar esa fantasía de sus
pensamientos —. Estuvo a punto de darle un infarto hasta que conseguí llegar a
la cima. Aunque fue lo más gracioso del mundo.
Lee Janghoon
apoyó un codo en la mesa mientras bebía un poco de café.
—Si te lo
cuenta Hyukjae, el acantilado no era tan alto. Siwon solo se habría partido una
pierna, tal vez las dos, por la caída.
—Muchas gracias
—le dijo Siwon.
Se escucharon
más risas alrededor de la mesa. El teléfono sonó y Sulli se levantó de su
regazo para contestar.
—Creo que esa
fue la última vez que fuiste de escalada con Hyukjae — terció Kongsang, el
padre de Siwon, al tiempo que acariciaba la espalda de Siwan, que estaba
dormido contra su pecho.
—¿Qué quieres
decir con eso de «con Hyukjae»? —Siwon cruzó los brazos por delante del pecho—.
Fue la última vez que fui de escalada y punto.
Jiwon se
inclinó para darle un beso en la mejilla a su hijo.
—Prefiero que
tengas los dos pies en la tierra de todas maneras, cariño.
—¿Papá? —Sulli
entró de nuevo en el comedor con el teléfono inalámbrico—. Es el tío
Hyukjae.
—Hablando del
rey de Roma — masculló Siwon al tiempo que soltaba la servilleta en la mesa y
se ponía en pie.
La conversación
continuó a su espalda.
—Hola —dijo Siwon
al aparato—. ¿Dónde estás?
—Donghae y yo
estamos en Pekín.
Siwon apretó
los dientes, miró a Heechul y después se dirigió a la cocina. Una vez allí,
enfiló el pasillo hacia su despacho y cerró la puerta.
—Mira que le
dije que no fuera allí.
—Siwon, si no
me hace caso a mí, ¿por qué pensabas que te lo iba a hacer a ti?
Mientras se
sentaba en el sillón que había delante de su escritorio, escuchó la voz de Donghae
de fondo y el siseo de Hyukjae.
—Dile que deje
de distraerte con malas artes para que puedas explicarme por qué están allí.
Se escuchó un
intercambio de palabras que no captó antes de que la voz de Hyukjae se
escuchara de nuevo con más fuerza.
—Hemos
encontrado a Kim Youngmin. El forense cree que lleva muerto unos tres días.
—¡Me cago en la
puta! —Justo lo que Siwon necesitaba oír. Levantó la cabeza de golpe al
escuchar que se abría la puerta del despacho.
Heechul entró y
cerró la puerta a su espalda.
—Pon el manos
libres.
Mierda. No
quería que escuchara eso en ese momento. No cuando por fin estaba perdiendo la
expresión atormentada. Al ver que soltaba el aire pero no ponía el manos
libres, Heechul se acercó a él e hizo ademán de cogerle el teléfono.
A
regañadientes, pulso el botón.
—Hyukjae, voy a
poner el manos libres. Heechul está aquí.
—¿Qué pasa?.
—Hemos
encontrado a Kim Youngmin —repitió Hyukjae.
—¿Y?
—Y está muerto.
Los ojos de Heechul
se oscurecieron. Y se quedó blanco. Siwon le dio un apretón en el muslo.
—¿La policía
tiene alguna idea de lo que ha pasado?
—No —contestó Hyukjae—.
Parece que le dieron un golpe en la cabeza con algo, pero todavía no han dicho
cuál es la causa de la muerte. Los resultados de la autopsia no estarán hasta
mañana.
Heechul enterró
la cara entre las manos.
—También parece
que solo llevaba unos días en Pekín. Todavía no había deshecho la maleta y el
pasaporte indica que pasó por aduanas hace poco. — Hyukjae hizo una pausa— Siwon,
tenía un ejemplar de un periódico de Seul que llevaba una foto de la
conferencia de prensa en primera plana.
—Mierda
—masculló Siwon.
—También tenía
documentos acerca de una empresa farmacéutica china. Wo no sé qué más. Donghae
está intentando engatusar a los detectives para que compartan información con él.
Es como un perro con un hueso.
Siwon se
pellizcó el puente de la nariz y luchó contra la frustración. Y contra el
miedo.
—Quiero que
salgan de Pekín.
—Deberíamos
volver en un vuelo que sale esta noche. La policía quiere hacernos unas cuantas
preguntas más, pero quería poneros sobre aviso.
—Gracias —dijo Siwon—.
Tengan cuidado a la vuelta.
—Lo tendremos.
Te llamaré cuando sepamos algo más.
La llamada se
cortó. Sin esperar respuesta, Siwon se puso en pie y abrazó con fuerza a Heechul.
Sentía la tensión que le invadía. El le enterró la cara en el pecho y le aferró
los bíceps. Le ardió la piel por el contacto y se moría por alejarlo de todas
sus preocupaciones.
Pero sabía que
no podía hacerlo.
Apoyó la cabeza
en su coronilla y cerró los ojos. ¿Cómo podía explicarle todo ese asunto si ni
siquiera sabía qué estaba pasando en realidad? Si ni siquiera sabía quién
estaba detrás de todo. Si Heechul supiera lo que él sospechaba, posiblemente
saldría corriendo. Y eso no podía permitírselo. No hasta que no supiera lo que Heechul
sentía por él.
Su relación se
estaba estrechando. Él sentía algo. Algo que esperaba que fuese amor. Tenía que
contarle lo que sabía, y pronto, pero todavía no podía arriesgarse. Además,
antes quería encontrar algunas respuestas.
—Ya no quiero
saber la verdad.
Su voz
amortiguada se le clavó en el pecho.
—No voy a
permitir que te hagan daño.
El se apartó de
sus brazos.
—Nunca me cayó
bien. Youngmin nunca fue amable con Siwan. No entendía el motivo. Ahora sé que
es porque sabía que Siwan no era su nieto. Pero aun sabiendo que ha tenido algo
que ver en todo esto, no le deseaba la muerte.
—Lo sé. —Le
cogió la mano—. No es culpa tuya. —En el fondo de su alma, le suplicó a Dios
que tampoco fuera culpa suya.
—Tengo que
irme.
Lo sujetó con
más fuerza.
—Ni en broma.
—No quiero que
te pase algo por mi culpa. Ni que les pase algo a los niños.
Siwon sintió un
nudo tremendo en el pecho. No sabía lo que le pasaría si volvía a perderlo.
—Si te alejas
de mí ahora, te perseguiré y te traeré de vuelta.
Lo vio cerrar
los ojos.
—Esto no va a
salir bien en la vida, Siwon.
—Ni se te
ocurra venirme con esas otra vez.
—No sé qué
pensar de ti, no sé qué sentir por ti. Cuando estoy contigo es como si te
conociera de toda la vida. Después, se impone la realidad y me doy cuenta de lo
ridícula que es la situación. Hace unos pocos días, ni siquiera soportabas
estar en la misma habitación que yo.
Siwon le cogió
la otra mano, entrelazando sus dedos, y le obligó a mirarlo a la cara de nuevo.
—Eso no es
verdad. Quería estar tan cerca de ti que me dolía, pero no sabía cómo llegar
hasta allí.
Cuando la
expresión de los ojos de Heechul se suavizó, se acercó a él.
—Y me conoces.
Tu cuerpo me conoce. Tu corazón me conoce. Solo tu cabeza se empeña en ser
terca. Siempre ha sido así —añadió con un deje juguetón—. No es una novedad.
El cuerpo de Heechul
se estremeció bajo sus caricias. Le rozó la sien con los labios.
Heechul no
tenía ni idea de lo que sería capaz de hacer por él.
—Todo esto va
demasiado rápido. No sé cómo controlarlo. Estoy asustado —susurró.
«Asustado» era
bueno. Eso quería decir que lo que sentía era real. Que había esperanza. Le rodeó
la cintura con los brazos.
—Nunca has
podido controlarlo. Ni yo tampoco. Lo que está pasando entre nosotros comenzó
hace mucho tiempo. No puedes impedirlo, de la misma manera que yo tampoco puedo
hacerlo.
Después de que Heechul
le clavara los dedos en los hombros, se inclinó hacia él y lo besó. El gemido
que se escapó de sus labios hizo que el estómago se le encogiera y le dio alas
a su corazón. No quería plantearse siquiera la posibilidad de dejarlo marchar
hasta saber si lo quería aunque fuera una mínima parte de lo que él lo quería.
Y cuando eso
sucediera, esperaba que nunca quisiera marcharse. Pasara lo que pasase.
TT____TT
ResponderEliminarno entiendo nadita y nadita es nadita!!!
quien esta detras de todo eso!!!
quien.... Siwonshis sabe algo y no dice nada!!!
con cada capitulo me hago mas bolas! ;___;
awww~ no es chistoso!!! esto esta mas bueno que la panela!
pero si sigue asi, no me quedaran uñas para comerme!
Yo digo que Hyuk y Hae.....cOORRAAAAAAAN de ahí
ResponderEliminarun loco anda detras de todo esto,y ellos ni nadie puede ser lastimado,los niños menos
o estan muy cerca de descubrir algo o esa persona no quiere que sigan investigando
ya eliminaron a dos....quien seguira?
no no no no,deben unirse,protegerse entre todos,a los demás.
quienes iban a visitar a Hee?.....sospechoso