Volver A Amarte- Capítulo 4




—Tienes razón. Me he pasado de la raya. Me voy el lunes por la mañana, así que estaré disponible este fin de semana por si surge algo.

En ese momento se sentía como un imbécil. Pero, joder, su vida personal era precisamente eso, personal.

Alguien llamó a la puerta y los dos se volvieron para encontrarse con la cara de Hyukjae, que se había asomado.

—¿Piensas quedarte a dormir aquí o algo? Hola, Tiffany.

—Hola, Hyukjae. —Esbozó una sonrisa alicaída mientras terminaba de recoger sus cosas.

A Siwon le bastó una miradita al reloj para comprobar que ya eran más de las siete. Dejó las gafas encima de los papeles esparcidos por su mesa y se frotó la cara con ambas manos.

—No me había dado cuenta de que era tan tarde. Solo estábamos atando unos cabos. —Bajó las manos—. ¿Qué haces aquí?

—Se me ocurrió pasar a rescatarte. —Hyukjae se echó hacia atrás la gorra azul de los Kia Tiger. Se dejó caer en una silla delante del enorme escritorio de roble de Siwon y apoyó los sucios mocasines en su impoluta superficie antes de mirar a Tiffany con una sonrisa.


Siwon frunció el ceño.

—Vas a dejarme todo el trabajo hecho un asco.

—Tu trabajo ya es un asco. — Hyukjae sonrió—. ¿Te apetece una cerveza?

Una cerveza fría en un bar ruidoso donde no pudiera pensar le parecía el paraíso en ese momento.

—Claro, solo tengo que recoger mis cosas. —Miró a Tiffany con la esperanza de disipar la tensión que aún flotaba en el ambiente—. Tiffany, ¿te apuntas?

—Una proposición tentadora, pero no. Tengo una cita.

—¿Con quién? —preguntó Hyukjae.

—Con Kim Min.

Siwon la miró con sorna. Kim Min estaba haciendo un anuncio publicitario para uno de sus medicamentos.

—¿Ahora quién se relaciona con modelos?

—Yo no soy la directora general de esta empresa. Nadie se fija en lo que yo hago.

Siwon se puso la chaqueta, aliviado al escuchar el tono alegre de su voz.

—Además —continuó ella—, Hyukjae nunca me ha invitado a salir, así que tengo que conformarme con modelos jovencitos y macizos para matar el tiempo.

Hyukjae frunció el ceño.

—Tiffany, preciosa, te invitaría a salir, pero me das miedo. Las parejas trajeadas me intimidan.

La aludida se inclinó sobre él y le recorrió la mejilla ensombrecida por la barba con una uña pintada de color coral.

—El poder es sensual. Nunca sabes qué va a pasar a continuación. —Se encaminó a la puerta—. Siwon, te llamo la semana que viene.

—Tiffany —la llamó Siwon. Ella lo miró—. ¿Qué clase de coche debería comprarme?

Una enorme sonrisa apareció en su cara.

—¿Qué te parece un Audi?

Se lo pensó un momento antes de asentir con la cabeza.

—Dile a Chan que mañana me mande algunos folletos.

—Lo haré. —La puerta se cerró tras ella.

—¿Un Audi? —preguntó Hyukjae —. Hombre, si te vas a poner a un comprar Audi, yo quiero uno.

—Te lo llevarías al campo y lo pringarías de barro. Ni loco.

Hyukjae se echó a reír al tiempo que se ponía en pie.

—A algunos les van los típos guarros.

—Ya te gustaría, montañero. ¿Dónde está Sulli? Creía que iba a pasar la tarde contigo.

—Mis padres se la han llevado a comer helado. Yo quería cerveza. Y estaba en minoría. —Se metió las manos en los bolsillos delanteros de los vaqueros mientras Siwon se movía por la estancia recogiendo sus cosas—. Se van mañana por la mañana y querían pasar un buen rato con ella.

Siwon era muy consciente de que se marchaban. Adoraba ver a sus suegros, pero esa semana había sido demasiado emocional debido al accidente aéreo. Estaba ansioso porque su casa recuperase la normalidad.

—Creía que te ibas a la conferencia de geología o algo así.

—Iba a ir, pero me lo pensé mejor. No me apetecía viajar ahora mismo. Tengo un montón de trabajo atrasado en mi mesa. Hemos identificado una nueva explotación en la costa y está generando mucha controversia. —Puso los ojos en blanco—. Hay un editor del Geologic Times, que escribió un artículo machacando nuestra empresa petrolera. Hizo unos cuantos comentarios muy graciosos acerca de que nuestras prospecciones podrían provocar terremotos y tsunamis a punta de pala en la zona. Son pamplinas y no cuenta con pruebas científicas que le respalden. Así que ahora tengo que desviar la atención e intentar convencer a nuestros inversores de que no es nada del otro mundo. Como si no monitorizáramos la actividad sísmica y las emisiones de gas radioactivo día y noche.

Hyukjae podría ponerse a hablar largo y tendido de geología sin importarle que nadie le prestara atención. En ese aspecto, era igual que Jungwoo. De hecho, esa controversia era justo del tipo que le habría encantado a Jungwoo y de la que habría discutido con él.

Jungwoo siempre lo pinchaba con la decisión de ejercer como ingeniero geólogo para una multinacional especializada en petróleo y gas. Aunque aseguraba que su trabajo como sismólogo era importante para el mundo científico, se metía con su hermano diciéndole que su trabajo solo era importante para el mundo de los beneficios.

—Te apuesto lo que quieras a que ni siquiera tiene una licenciatura en geología —continuó Hyukjae—. Seguro que solo es un editor pirado que ha leído muchos informes y que se cree un experto. He buscado sus credenciales. No tiene absolutamente nada. Seguro que es un hippy amante de la naturaleza. No me extrañaría que fuera uno de esos que se abrazan a los árboles.

—¿Quién? —Siwon no le estaba prestando atención. Cogió el móvil y lo metió en su maletín.

—Ese editor que ha escrito el artículo. —Hyukjae lo siguió al vestíbulo—. Creo que se llama Kim Heechul o algo así.

Bajaron al aparcamiento subterráneo en el ascensor mientras Hyukjae seguía parloteando sobre un artículo que a Siwon le importaba un comino y sobre el idiota que lo había escrito. Siwon se pellizcó el puente de la nariz mientras se montaban en el mugriento Land Rover de Hyukjae.

—Está aquí, en Seúl. Creo que mañana me voy a pasar por su oficina para cantarle las cuarenta. —Hyukjae se internó en el tráfico.

—Buena idea —dijo Siwon.

—Por cierto, se me ha olvidado decirte una cosa: esta tarde te ha llamado un abogado de la ciudad. Lee Donghae, creo. Parecía muy sexy.

Siwon reconoció el nombre.

—Es un antiguo amigo de Jungwoo. —Sabía que Donghae vivía en la ciudad y lo había visto en varios eventos benéficos, pero prefería hacer como que no lo veía. Solía hacer como que no veía a todo aquel que hubiera conocido a su esposo. Charlar sobre los viejos tiempos no era su ideal de pasar un buen rato—. ¿Qué quería?

—No lo sé, no lo ha dicho. Si era un amigo de Jungwoo, seguramente habrá llamado por lo del accidente del otro día.

—Sí, seguramente. —Siwon clavó la mirada en las luces de la ciudad. —¿Vas a devolverle la llamada?

—¿Qué? —Miró a su cuñado—. No creo. Era más amigo de Jungwoo que mío. No lo conocía muy bien. 

—Pues a mí me ha parecido que estaba buenísimo por teléfono.

—¿Eres capaz de saberlo solo por la voz?

—Ya te digo.

—La última vez que hablé con él, en el funeral de Jungwoo, estaba casado.

—A lo mejor ya no está casado.

—Era amigo de Jungwoo, imbécil. No me interesa.

—¿Por qué? ¿Era gordo? ¿Feo? ¿Qué le pasaba?

—Joder, eres de lo que no hay. No, era atractivo, al menos la última vez que lo vi. Bajo, morena, con unos ojazos enormes. Te gustaría.

Hyukjae esbozó una sonrisa.

—A lo mejor debería pasarme mañana por su despacho, para echarle un vistazo.

—Creía que ibas echarle un sermón al abrazador de árboles de la revista esa.

—Puedo hacer las dos cosas. — Los ojos de Hyukjae relucían por las luces del cuadro de mandos—. Mira, me has dado una idea.

—Eres un cabrón retorcido.

—No sabes cuánto.

Siwon se pasó una mano por el pelo.

—Creo que esta noche voy a necesitar dos cervezas como mínimo. Y que sean bien grandes.



Heechul tenía la vista clavada en la pantalla del ordenador. En ella se veían fotos del volcán Estrómboli, en Italia, y un artículo a medio editar que necesitaba mucho trabajo. Suspiró al tiempo que presionaba la palma de una mano contra la frente. Ese día le era imposible concentrarse. El artículo tendría que esperar hasta el día siguiente.

Puff entró en su despacho unos minutos después con un café humeante.

—Es un remedio infalible para acabar con el bloqueo del escritor.

—Gracias. —Heechul sonrió mientras aceptaba el café—. Eres un sol.

—Me limito a hacerte la pelota.

Heechul bebió un sorbo y observó a Puff por encima del borde de la taza.

—¿Por qué tengo la impresión de que no va a gustarme lo que tienes que decirme?

Puff, una chica de veintipocos años que era su asistente, hizo un mohín y el pendiente que llevaba en la nariz tintineó. Heechul decidió que no quería reflexionar sobre dicho sonido.

—Porque estas cosas se me dan fatal. Toma —dijo al tiempo que le pasaba una nota—. Mientras estabas fuera ha venido un hombre. Me ha sonado su cara, pero no recuerdo dónde lo he visto antes. El caso es que quería hablar contigo, pero como no estabas, te ha dejado un mensaje. Su número de teléfono está en la parte inferior.

Heechul ojeó la nota y después miró a Puff.

—Estás de broma.

Puff hizo una mueca.

—Lo siento.

Su día iba de mal en peor. Alargó un brazo para coger el teléfono. El imbécil había escrito diez puntos sobre su artículo que él consideraba inexactos e inciertos.

Marcó el número y comenzó a golpear el suelo con un pie mientras esperaba. Con todo lo que estaba pasando en su vida, no necesitaba ese tipo de estupideces. Fue una mujer quien contestó.

—Hyukjae... —Heechul miró de nuevo la nota en busca del apellido—. Lee, por favor. —Esperó otro minuto—. No, sin problemas. Le dejaré un mensaje.

Se colocó el auricular del teléfono entre el hombro y la oreja mientras sacaba un bote de aspirinas del cajón. Tras tomarse dos, miró de nuevo a Puff, que se había detenido en el vano de la puerta. Al otro lado de la línea, se escuchó una voz masculina. Heechul agarró el teléfono con la mano y frunció el ceño. La voz le resultaba vagamente familiar.

Leyó de nuevo el nombre. Lee Hyukjae. Lo repitió mentalmente unas cuantas veces. No lo reconocía. Pero había algo conocido en esa voz...

Daba igual. El caso era que nunca había visto a ese imbécil. Y, después de eso, no volvería a hablar con él jamás. Esperó a que sonara el pitido.

—Señor Lee —dijo con voz altanera—, soy Kim Heechul, de Jin Publishing. Quería agradecerle personalmente la amable nota que le ha dejado hoy a mi secretaria. Nos ha gustado muchísimo el uso tan colorido y preciso que hace usted del lenguaje. Teniendo en cuenta que se ha tomado la molestia no solo de localizarme sino también de dejar una tesis tan extensa sobre el estrecho de la Reina Carlota, debo suponer que es usted un experto en la materia. A partir de ahora, me aseguraré de hacerle llegar todas las preguntas y comentarios que susciten tanto este artículo como los que escriba en el futuro. Eso sí, quería dejarle un apunte. «Imbécil» lleva tilde. Deberían habérselo enseñado en la escuela para idiotas a la que asistió. Buenos días, señor Lee. —Recogió los papeles que estaban diseminados por la mesa y se puso en pie—. Puff, esta tarde tengo una cita. Desvía las llamadas a mi móvil.

—Vale. Heechul, ¿estás bien?

—Estupendamente. ¿Por qué me lo preguntas?

—Pareces un poco... —Puff clavó la vista en el teléfono y después volvió a mirarlo—. Un poco irritado.

Heechul respiró hondo para tranquilizarse.

—Estoy bien. Volveré más tarde.

Le echó un vistazo al reloj y comprobó que se le había echado el tiempo encima. Una vez que subió a su Explorer, puso rumbo al otro extremo de la ciudad. Por regla general, los comentarios de los lectores no la afectaban, pero había algo en el tono de la nota de Lee Hyukjae que le había sacado de quicio.

Encontró un aparcamiento a dos manzanas de su destino y supuso que era una señal de que su día comenzaba a mejorar. Porque no podía empeorar. Su vida no podía empeorar. Mientras esperaba el ascensor en el vestíbulo del edificio, sintió un escalofrío en los hombros y en la espalda, provocado por la ansiedad. Estaba nervioso. Era normal. Si esa cita no lo llevaba a ningún lado, no estaba seguro de cómo proseguir.

Las puertas del ascensor se abrieron y Heechul entró. Respiró hondo una vez que llegó a la planta del bufete de abogados, cuyo vestíbulo estaba muy tranquilo, salvo por el sonido del teclado de un ordenador. La secretaria alzó la vista cuando él se acercó. Heechul intentó sonreír, pero por dentro se sentía como si estuviera en una montaña rusa. Debía de haber un motivo que explicara su obsesión con ese abogado cuyo nombre había encontrado en una larga lista en internet.

—He venido a ver a Park Donghae.

—El señor Park está muy ocupado hoy —le dijo la secretaria —. ¿Tiene cita?

—Sí. Soy Kim Heechul.

La secretaria, una rubia muy jovencita, cogió el teléfono y murmuró algo mientras miraba a Heechul.

—El señor Park lo está esperando. Pase.

—Gracias.

Heechul intentó controlar sus nervios mientras abría la puerta y entraba en el despacho. Al otro lado vio un enorme ventanal desde el que se disfrutaba de una amplia panorámica de Seúl. A la derecha se alzaban varias estanterías llenas de libros jurídicos. A la izquierda se emplazaban varios sillones de cuero y una larga mesa de conferencias cubierta de libros y papeles.

Sin embargo, lo que llamó su atención fue Park Donghae. El abogado, se había levantado de su sillón y lo miraba desde detrás de su escritorio, con la cara más blanca que Heechul había visto en la vida. Una cara que no le resultaba conocida en absoluto.

—¡Dios mío!

Heechul miró a su espalda justo cuando se cerraba la puerta. No había nadie más. Se volvió y miró de nuevo al abogado. En ese momento, parecía haber visto un fantasma.

—¡Dios mío! —susurró de nuevo el abogado—. Jungwoo.

Heechul sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo.

—Mmmm, no. Soy Kim Heechul. Tenemos una cita a la una en punto. Si he llegado en un mal momento, puedo...

—Es... —el abogado cerró los ojos y movió la cabeza antes de volver a abrirlos—. Lo... lo siento mucho. Se parece a un joven al que conocí hace tiempo.

La emoción y una buena dosis de miedo comenzaron a correr por las venas de Heechul. No. Era imposible que fuera tan sencillo, ¿verdad? Tragó saliva para deshacer el nudo que sentía en la garganta.

—¿Me... me reconoce?

—Lo siento. Es imposible. — Donghae bajó la vista. Cuando lo miró de nuevo, lo hizo con una educada sonrisa en los labios—. ¿Qué puedo hacer por usted?

—¿Por qué es imposible? —La mente de Heechul era un hervidero de preguntas.

La esperanza había crecido demasiado. Aunque había intentando disimular la desesperación que sentía, no estaba seguro de haberlo conseguido. Donghae volvió a sentarse.

—El joven en el que estaba pensando murió hace cinco años. Dicen que todos tenemos un gemelo en alguna parte. Supongo que yo acabo de conocer al suyo. Observándolo con atención, veo que no son idénticos. Es que me ha sorprendido, nada más. Llevo unos días pensando en él, de ahí que me haya precipitado al sacar una conclusión que no puede ser real. — Señaló la silla situada al otro lado de su escritorio—. Bueno, ¿en qué puedo ayudarlo?

Heechul tomó asiento. Los nervios estaban haciendo estragos con él.

—¿Cómo... cómo se llamaba?

—¿Mi amigo? —Donghae apoyó un codo en el brazo de su sillón—. ¿Por qué quiere saberlo?

—Por curiosidad.

Donghae guardó silencio un instante y después dijo:

—Choi Jungwoo.

Heechul repitió el nombre para sus adentros. No lo había oído con anterioridad. La esperanza comenzó a disiparse.

—¿Cómo murió?

Donghae ladeó la cabeza.

—Estoy seguro de que no ha venido hasta aquí solo para hablar de mi amigo, señor Kim.

Heechul se pasó una mano por el pelo y se detuvo para frotarse la cicatriz.

—Por favor, contésteme. ¿Cómo murió?

—En un accidente aéreo que se produjo a las afueras de Seúl. Muy parecido al que acaba de ocurrir hace unos días.

Un accidente aéreo. No, no era lo mismo. Heechul cerró los ojos. Por su mente pasaron distintos escenarios y posibilidades. Ninguno tenía sentido, ninguno parecía factible, pero debía preguntar. Si no lo hacía, las dudas acabarían con él.

—¿En qué nos diferenciamos? Me refiero a que ha dicho que no somos idénticos. ¿Qué es diferente?

Donghae entornó los ojos.

—Señor Kim, ¿por qué está tan interesado en mi amigo?

Heechul miró atentamente al abogado. Intentó recordarlo. Le fue imposible. Sin embargo, tenía esa sensación... un extraño déjà-vu. El mismo que sintió cuando vio el nombre del abogado en internet.

—Desconocía la existencia de su amigo cuando entré por esa puerta. Pero...

—Pero ¿qué?

Heechul soltó un trémulo suspiro y se enderezó en el sillón.

—He venido siguiendo el consejo de un compañero. Me está resultando complicado conseguir cierta información y él pensó que un abogado podría ayudarme a ejercer presión legal a fin de obtener las respuestas que busco. Encontré su nombre en internet. Y... no sé... algo me dijo que era a usted a quien debía ver.

Al ver que Donghae se limitaba a mirarlo con curiosidad, Heechul se removió, inquieto.

—Mi marido murió en el accidente de avión de hace unos días.

—¡Oh! —La expresión de Donghae se suavizó—. Lo siento muchísimo. Con razón...

—No, no es por eso. Pero gracias. —Heechul inspiró hondo—. Después de su muerte, encontré cierta información que me ha traído hasta Seúl. Yo mismo sufrí un accidente hace unos años y estuve en coma. —Frunció el ceño y movió la cabeza—. O eso creo. Mientras ojeaba los papeles de mi marido, encontré pruebas de mi estancia en una clínica privada de Seúl, una estancia que se prolongó dos años. Señor Park, ni siquiera recuerdo haber estado en esta ciudad. No recuerdo nada que sea anterior al momento que desperté de ese coma hace dieciocho meses. Nada sobre mi pasado, sobre el lugar donde crecí, sobre mi familia. Mi marido me dijo que sufrí un accidente de coche y que estuve en coma cuatro días. Ahora... ahora no sé qué creer.

Donghae se inclinó hacia delante con el ceño fruncido.

—¿Dónde vivía usted?

—En Gangwon. Mi marido era médico. Neurocirujano. —Sacó unos cuantos papeles—. Pero su firma aparece en mi historial clínico como si hubiera sido el responsable de mi tratamiento mientras estuve ingresado aquí. Si fuera mi marido, jamás le habrían permitido hacerlo.

—Cierto, es imposible. —Donghae cogió los documentos y los ojeó.

—La clínica privada se incendió hace un año. Una coincidencia muy afortunada, si me lo permite. En su lugar, se construyó una nueva, pero afirman que todos los historiales médicos se perdieron en el incendio. No consigo que contesten mis preguntas. Esperaba que usted me ayudara a hablar con ellos. Fui un paciente. Tengo derechos.

Donghae estaba leyendo los documentos que tenía en la mano, página a página.

—Pérdida de memoria permanente —musitó, al llegar al diagnóstico—. ¿No recuerda detalle alguno del accidente?

—No. Nada.

—¿Y de los días posteriores al accidente?

—Me desperté en Gangwon. Mi marido estaba a mi lado. Tampoco lo recordaba. Fue como empezar de nuevo.

Donghae siguió leyéndolo todo frente a él.

—Esto es insólito. Dice que la parte de su cerebro que sufrió el daño es la responsable de los recuerdos a largo plazo, más concretamente de los recuerdos personales, y de la personalidad. ¿Trabaja usted, señor Kim?

—Sí. Soy editor de una revista especializada en geología. Mi médico de Gangwon parece creer que la parte de mi cerebro que quedó dañada es la que almacenaba mis recuerdos personales, de ahí que pueda recordar cosas que haya aprendido a lo largo de mi vida, como el ángulo de subducción de la placa tectónica de Juan de Fuca, pero nada sobre el lugar donde lo aprendí.

Al ver que Donghae la miraba con evidente confusión, Heechul esbozó una sonrisa torcida.

—Lo siento. Se me olvida que a casi nadie le interesa la geología como me interesa a mí. En la editorial dicen que soy un bicho raro.

—¡Madre mía! ¡Uf! —Donghae soltó el aire despacio y dejó los papeles en el escritorio. Después, se frotó la frente con una mano que parecía un tanto temblorosa—. ¿Ha encontrado algo más en estos documentos?

—Solo esto. —Heechul sacó la foto de su bolso y se la pasó—. No tengo ni idea de quién es la niña de la foto, pero... esos ojos me resultan conocidos. Son como los míos.

Donghae se quedó boquiabierto.

—¡Dios mío!

—¿Qué pasa?

—Es la hija de Jungwoo.



1 comentario:

  1. Wooooooooooow
    Casi,casi frente a su hermano,y ahora ve a su antiguo mejor amigo,le enseña la foto de la niña y BANG......dios
    Esto se pone bueno.
    Jajajaja que risa que a pesar del tiempo que ha pasado y de los cambios que se han suscitado en la vida de Hee,la relación con su hermano sea la misma,aun y cuando no lo recuerda......lindo
    y lo mejor de todo,no tener que esperar días para la actu *0*
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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...