Volver a Amarte- Capítulo 2



Choi Siwon se enrolló una toalla en torno a la cintura mientras atravesaba la suite en la que se alojaba. Tras coger el mando a distancia que estaba en la cama, encendió el televisor y se pasó otra toalla por la cabeza mojada al tiempo que cambiaba de canal en busca de las noticias.

Aunque el agua seguía corriendo en la ducha, no bastaba para ahogar la voz que cantaba Swing. Xiaotong siempre cantaba cuando estaba satisfecho. Él, al contrario, no estaba de humor para canciones. Lo que de verdad le apetecía era una taza de café. Pensó en llamar al servicio de habitaciones, pero el caos que vio en la televisión lo distrajo antes de poder coger el teléfono.

En la pantalla se veían luces y personas corriendo de un lado para otro bajo el aullido de las sirenas. Un periodista narraba las noticias del día anterior mientras Siwon se sentaba en la cama y veía el reportaje sobre el accidente aéreo que se había producido el día anterior en Seúl.

El corazón le latía con fuerza. Le sudaban las palmas de las manos allí donde sujetaban con fuerza la toalla. Era como ver de nuevo el accidente aéreo de Jungwoo. El recuerdo le provocó un nudo en el estómago y una punzada tan dolorosa que le llegó a lo más hondo.

El tono de su móvil lo devolvió a la realidad con un sobresalto. Se puso en pie al tiempo que se pasaba una mano temblorosa por la cara y sacó el móvil del bolsillo de los pantalones que había dejado sobre el respaldo de una silla horas antes.


—Choi.

—La madre que te parió —dijo la voz ronca de Lee Hyukjae, su cuñado, con evidente preocupación —. El susto me ha robado diez años de vida. Llevo horas llamándote. ¿Has visto las noticias?

Siwon era incapaz de apartar los ojos de la pantalla.

—Sí, acabo de enterarme.

—¿Dónde estás?

Echó un vistazo por la suite.

—En Incheon.

—¡Gracias a Dios! Creía que tenías un vuelo programado ayer a Seúl.

—Supuestamente sí. Tiffany cambió una reunión en Busan. Estuve allí ayer justo antes de venir aquí. —En ese momento, captó la compañía aérea y el número de vuelo cuando el periodista lo repitió, y tuvo que tragar saliva para deshacer el nudo que tenía en la garganta—. Dios, era mi vuelo.

—Me cago en la puta —masculló Hyukjae—. ¿Estás bien?

—¿Qué? —A Siwon le costaba pensar—. Sí, estoy bien.

—¿Cuándo vuelves?

—Esta noche, creo. —Siwon se frotó la frente—. Esto va a afectar mucho a Sulli. Pásate a verla, ¿quieres? Tu familia está en casa con ella.

—Sí, claro. Es posible que no consigas vuelo a Seúl.

—Lo sé. Intentaré usar otra ruta y hacer un gran trayecto por carretera.

—Vale. Llámame antes de salir.

—Lo haré. Nos vemos.

Ya no se escuchaba el chorro de la ducha y la voz de Xiaotong, con su sensual acento chino, se oía con más claridad.

Siwon cerró los ojos y pegó la frente al móvil. No quería estar con él en ese momento. Se sentía abrumado por un millar de pensamientos y de recuerdos, y no le apetecía compartir ninguno de ellos con Xiaotong.

Era un joven atractivo de cuya compañía disfrutaba cuando le apetecía, pero no le interesaban sus esperanzas ni sus sueños. Ni mucho menos quería compartir los suyos con él. Ni llorar por su pasado. Había dos cosas sobre las que no hablaba con nadie: su esposo y su hija.

Miró de nuevo hacia el televisor, y lo apagó al ver que Xiaotong aparecía en el dormitorio.

—Querido. —Atravesó la estancia y lo abrazó.

Siwon se apartó de su sofocante abrazo.

—Tengo que irme.

Xiaotong hizo un mohín sensual que resaltó su carnoso labio inferior. Un gesto que había perfeccionado a lo largo de los años.

—Tonterías. Has dicho que no te esperaban hasta después del almuerzo. Te deseo otra vez.

Xiaotong hablaba bien, pero siempre exageraba el acento cuando trataba de seducirlo. Siwon se encaminó al cuarto de baño.

—Sí, bueno, por más tentadora que sea tu oferta, debo volver a la oficina.

Xiaotong lo siguió y, cuando dobló la esquina, entornó los ojos al verlo con los pantalones puestos.

—Bien —replicó, derrotado—. Tendré que esperar a que vuelvas esta noche. —Uno de sus dedos se deslizó por su torso, descendiendo hasta detenerse en el botón de los pantalones. Sus ojos lo miraban con expresión seductora.

Siwon conocía muy bien esa mirada. Y sabía que Xiaotong acabaría subiéndose por las paredes en cuestión de minutos.

—No me quedaré esta noche. Tengo que coger un vuelo a casa.

Él cruzó los brazos por delante del pecho....

—¡Dijiste que estarías varios días en la ciudad!

—Esos eran los planes, pero ha surgido algo. Un asunto familiar. Tengo que volver.

Xiaotong levantó los brazos y volvió al dormitorio.

Lo siguió mientras se abrochaba la camisa.

—Mira, te compensaré la próxima vez que vayas a Taiwan.

—No he planeado ningún viaje a Taiwan en el futuro más inmediato. ¡Me tienes aquí mismo, joder!

—Lo sé, y lo siento. Es un mal momento. —Siwon le cogió una mano, consciente de que se estaba comportando como un imbécil e intentando suavizar un poco el golpe—. Dame un respiro, ¿vale?

—No te lo mereces. — Sin embargo, lo dijo con una sonrisa—. Pero lo haré esta vez. Y espero que me compenses con creces.

Lo besó en una mejilla. A Xiaotong le gustaban todos. Él no era especial. Y también sabía que encontraría a alguien con quien pasar la noche cuando él se marchara. La idea no lo molestó en absoluto.

—Gracias. —Se sentó en el borde del colchón para ponerse los zapatos, deseando acabar el trabajo y volver a casa tan pronto como pudiera—. Eres un sol, Xiaotong.

Sobre las siete de la mañana del día siguiente, Siwon aparcó el coche en el camino de entrada de su casa de Gangnam. La diferencia horaria lo tenía hecho polvo y estaba agotado.

Volver a casa había sido una pesadilla en toda regla, peor de lo que esperaba. Los vuelos a Seúl habían sido desviados o cancelados. Por suerte, había conseguido un vuelo nocturno a Gyeongy, donde después alquiló un coche. Mientras sacaba el equipaje del maletero, se preparó para lo que lo esperaba en el interior. No había tenido oportunidad de hablar con Sulli desde el accidente, de modo que desconocía cómo había reaccionado.

Su alegre risa lo recibió en cuanto abrió la puerta de la cocina.

—¡Tira el dichoso dado y ya está! —gritó Hyukjae.

Sulli soltó una risilla.

—No vas a ganarme nunca. Soy una profesional.

—No hay profesionales en este juego. Es cuestión de suerte.

—Mentira. ¡Bien! —gritó Sulli cuando el dado se detuvo.

Hyukjae soltó un taco entre dientes.

—¿Lo ves? Es habilidad, tío Hyukjae.

—No estarás enseñándole palabrotas a mi hija, ¿verdad? — Siwon se obligó a sonreír mientras entraba y echaba un vistazo por la estancia.

Sulli alzó la vista y sonrió. Hyukjae también sonrió..

—Me guardo los peores para cuando estás tú.

—¡Papá! —Sulli se bajó de la silla para darle un fuerte abrazo a Siwon—. ¿Qué haces aquí? Pensaba que tardarías unos cuantos días más en venir.

—Acabé pronto el trabajo y por eso he vuelto antes. —Dejó la bolsa en una silla y se acuclilló para quedar a la misma altura que ella. Después le pasó un dedo por la naricilla. Una nariz idéntica a la de Jungwoo. Cada vez que la miraba, veía a su appa. El corazón le dio un vuelco gigantesco—. Te he echado de menos.

Sulli frunció el ceño y esos ojos tan penetrantes lo atravesaron.

—Has vuelto porque estabas preocupado por mí, ¿a que sí?

—Pues sí, ¿qué pasa? Denúnciame si quieres. ¿Estás bien?

—Papá, estoy bien, de verdad. No deberías preocuparte tanto. No es bueno para tu salud. Produce úlcera y reduce la esperanza de vida, por no mencionar que provoca sobrepeso. Y que sepas que los años no pasan en balde. Tienes que empezar a cuidar tu peso. Ya soy mayor. Sé cómo manejar ciertas cosas.

—Eso de que eres mayor todavía está por verse. —Siwon intentó disimular la sonrisa que pugnaba por aparecer en sus labios —. ¿Dónde has leído sobre los efectos del estrés?

—En el colegio. Ya sabes, esa institución privada que te cuesta. Aprendo mucho en el colegio.

—Me alegra saber que no estoy tirando el dinero. —Se adentró en la cocina y sacó una botella de agua del frigorífico.

—Casi soy una mujer —dijo Sulli —. Muchas niñas de mi edad ya tienen el período.

Siwon se atragantó con el agua.

—Por favor. No son ni las ocho de la mañana. La diferencia horaria me está matando y solo tienes nueve años.

—¿Y? —Sulli miró a Hyukjae, que parecía estar pasándoselo en grande—. Está a la vuelta de la esquina. Tendrás que hacerte a la idea, papá. Y ahora que lo pienso, necesito un sujetador. Creo que deberíamos ir a comprar uno un día de estos. Hoy, quizás. —Alargó la mano para coger el dado y después lo miró con una sonrisa traviesa—. Estaba pensando en comprarme uno de esos de encaje rojo que salen en las revistas esas que compras.

—¡Por el amor de Dios! —logró decir al tiempo que se ponía colorado.

Hyukjae se echó a reír mientras se levantaba para servirse otra taza de café, tras lo cual le dio unas palmadas a Siwon en la espalda.

—No puede parecerse más a su appa —le dijo.

—Dímelo a mí —replicó él mientras contemplaba a su hija.

Sulli no solo se parecía físicamente a Jungwoo, su carácter también era idéntico al de su appa. Era igual de sabelotodo y compartía su ácido sentido del humor.

Sintió una opresión en el pecho al recordar la sonrisa de Jungwoo. Lo fácil que le resultaba hacerlo reír en cualquier situación.

—Papi, ¿estás bien? —La sonrisa de Sulli se desvaneció. Solo lo llamaba «papi» cuando estaba preocupada por él. El resto del tiempo era «papá» y recientemente «Oye, tú».

—Sí —contestó en voz baja—. Ahora sí.

—Vale. Yo también. Voy a subir para arreglarme. —Se bajó de nuevo de la silla y se acercó a él. Cuando Siwon se agachó, le dio un fuerte abrazo y un beso en la mejilla—. Me alegro de que estés en casa. Te quiero, papi.

—Yo también te quiero, nena.

Siwon soltó un largo suspiro mientras la observaba salir de la cocina y subir la escalera trasera. Aunque no tenía motivos para preocuparse tanto por ella, lo hacía. La verdad era que Sulli lo llevaba bastante mejor que él en muchos aspectos. Durante los últimos cinco años se había visto obligada a crecer más rápido de lo normal. Ningún niño de ocho años debería preocuparse diariamente por la salud mental de su padre, pero eso era lo que le sucedía a Sulli.

Se pasó una mano por el pelo, que a esas alturas ya estaba alborotado.

—Está creciendo demasiado rápido.

Hyukjae sonrió.

—Sí, lo sé. Dentro de un par de años empezará lo malo.

—Ya. —Siwon se pasó una mano por el pecho, en un intento por aliviar la presión que sentía en ese lugar—. ¿Las revistas que compro? ¿De dónde ha sacado eso? —Movió la cabeza—. Me ha puesto los pelos como escarpias. Menos mal que estabas aquí para echarme una mano...

—A mí no me mires, colega. No soy padre. Así que tengo libertad para hacer la vista gorda con todo lo que esté relacionado con la pubertad y el sexo. Eso te lo dejo a ti.

Siwon hizo una mueca.

—No menciones las palabras «pubertad» y «sexo» refiriéndote a mi niña.

Hyukjae comenzó a rebuscar en los cajones de la cocina, en busca de sabría Dios qué.

—¿Dónde están Heejin y Janghoon? —le preguntó Siwon mientras lo observaba.

—Los hemos convencido de que salieran a desayunar a algún sitio. Mi madre está un poco... nerviosa desde el accidente aéreo de ayer. Es un tema doloroso para ella. No sé si alguna vez volverá a subirse en un avión. Es posible que se quede aquí con nosotros para siempre.

—Que el Señor nos ayude — murmuró Siwon. Aunque quería mucho a sus suegros y les agradecía que viajaran cada vez que necesitaba ayuda con Sulli, tenía sus límites.

Hyukjae encontró una caja de cereales Froot Loops en la despensa.

—¡La leche! —Tras apoyarse en la encimera, sacó un puñado de cereales de la caja—. No los como desde que era pequeño.

Siwon miró la caja.

—Seguro que llevan ahí desde que eras pequeño. No recuerdo haberlos comprado.

—¿Con todos los conservantes que llevan? Es imposible que se pongan malos. —Se sentó en la encimera.

Mientras Hyukjae comía cereales caducados, Siwon se dejó caer en una de las sillas y se masajeó la frente. Comenzaba a sufrir una migraña provocada por la tensión. Pocas horas de sueño, un viaje largo y el estrés del último par de días.

—Estás hecho un asco, que lo sepas —murmuró Hyukjae.

—Ya lo sé. —No se había afeitado, aún llevaba la misma ropa que el día anterior y tenía la impresión de haber pasado las últimas horas en una montaña rusa emocional.

—Xiaotong debió de dejarte hecho polvo.

—Estuvo a punto de arrancarme la cabeza cuando le dije que me iba antes de tiempo.

—Me gusta. Si te cansas de él, pásamelo.

Siwon rio entre dientes.

—No eres su tipo. La vida al aire libre no le va.

Hyukjae se echó un vistazo. Llevaba unos vaqueros desgastados y unas botas de montaña sucias.

—¿Me estás diciendo que no soy un tipo con clase?

Siwon examinó a su cuñado. Hyukjae necesitaba un buen corte de pelo, ya que lo llevaba demasiado largo. Además, la barba con la que estaba experimentando le quedaba fatal y era patética.

—Te estoy diciendo que no tienes la clase que él busca.

—¿Y tú sí?

—No, yo tampoco. Pero él todavía no se ha dado cuenta. —Se presionó las sienes con los dedos—. Solo me quiere por el sexo. El día menos pensado descubrirá que soy un hijo de puta y me dará la patada.

Hyukjae se echó a reír.

—No te lo discuto.

Siwon contuvo un bostezo mientras se ponía en pie.

—¿Vas a quedarte por aquí?

—Sí, un rato. Por lo menos hasta que vuelvan mis padres.

—Vale. Me voy a la cama. —Le dio una palmadita a Hyukjae en la espalda cuando pasó por su lado—. Gracias, hombre.

—No hay de qué.

Siwon subió la escalera trasera, se detuvo al llegar a la mitad y miró hacia atrás. Justo cuando comenzaban a rehacer sus vidas, la ausencia de Jungwoo los golpeaba de nuevo, ya que el accidente aéreo les había hecho recordar de golpe lo que habían perdido. Aunque Hyukjae y Sulli no quisieran admitirlo, el impacto había sido duro para todos, porque había despertado recuerdos de lo que sucedió cinco años antes.

Se frotó la dolorida cabeza y siguió subiendo. Los recuerdos se amontonaron en su mente mientras se acostaba en su dormitorio. Recuerdos del último día. Aquella mañana dejó a Jungwoo en el aeropuerto, se despidió de él con un beso, le frotó la barriga y sonrió, encantado con el secreto que le había revelado la noche anterior, y después se inclinó hacia él y aspiró por última vez su perfume.

Daría cualquier cosa por pasar una hora más con él.

Cerró los ojos y sintió el escozor de unas lágrimas de las que ni siquiera era consciente. A esas alturas, apenas recordaba su cara. Aunque lo llevaba grabada a fuego en el corazón y en el alma, su imagen se borraba lentamente y los detalles comenzaban a difuminarse.

Hasta su voz, esa voz ronca y seductora que siempre le había llegado al alma, le resultaba difícil de recordar.

Se pasó una mano por el pecho, donde sentía un dolor abrasador. Parte de sí mismo deseaba poder librarse de él. La otra parte se aferraba a dicho dolor como si le fuera la vida en ello. Ya lo había perdido una vez. No podía soportar la idea de perder lo poco que le quedaba.



1 comentario:

  1. Oooooh,ya estoy entendiendo.
    vaya,que feo,una famimia separada por una supuesta muerte,año de dolor,sufrimiento por un lado,y años sin saber nada,un niño por otro.
    al menos la muerte del "esposo" de hee,saca a relucir la verdad del estado en el que hee estaba y no era de su total conocimiento
    ooooh,jajajajaja como olvidar a su esposo,si su hija ademas de ser el fruto de su relación,es identica a él....pero es obvio que él no quiere hacerlo,ni lo hará

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...