Choi Siwon se
enrolló una toalla en torno a la cintura mientras atravesaba la suite en la que
se alojaba. Tras coger el mando a distancia que estaba en la cama, encendió el
televisor y se pasó otra toalla por la cabeza mojada al tiempo que cambiaba de
canal en busca de las noticias.
Aunque el agua
seguía corriendo en la ducha, no bastaba para ahogar la voz que cantaba Swing. Xiaotong
siempre cantaba cuando estaba satisfecho. Él, al contrario, no estaba de humor
para canciones. Lo que de verdad le apetecía era una taza de café. Pensó en
llamar al servicio de habitaciones, pero el caos que vio en la televisión lo
distrajo antes de poder coger el teléfono.
En la pantalla
se veían luces y personas corriendo de un lado para otro bajo el aullido de las
sirenas. Un periodista narraba las noticias del día anterior mientras Siwon se
sentaba en la cama y veía el reportaje sobre el accidente aéreo que se había
producido el día anterior en Seúl.
El corazón le
latía con fuerza. Le sudaban las palmas de las manos allí donde sujetaban con
fuerza la toalla. Era como ver de nuevo el accidente aéreo de Jungwoo. El
recuerdo le provocó un nudo en el estómago y una punzada tan dolorosa que le
llegó a lo más hondo.
El tono de su
móvil lo devolvió a la realidad con un sobresalto. Se puso en pie al tiempo que
se pasaba una mano temblorosa por la cara y sacó el móvil del bolsillo de los
pantalones que había dejado sobre el respaldo de una silla horas antes.
—Choi.
—La madre que
te parió —dijo la voz ronca de Lee Hyukjae, su cuñado, con evidente
preocupación —. El susto me ha robado diez años de vida. Llevo horas
llamándote. ¿Has visto las noticias?
Siwon era
incapaz de apartar los ojos de la pantalla.
—Sí, acabo de
enterarme.
—¿Dónde estás?
Echó un vistazo
por la suite.
—En Incheon.
—¡Gracias a
Dios! Creía que tenías un vuelo programado ayer a Seúl.
—Supuestamente
sí. Tiffany cambió una reunión en Busan. Estuve allí ayer justo antes de venir
aquí. —En ese momento, captó la compañía aérea y el número de vuelo cuando el
periodista lo repitió, y tuvo que tragar saliva para deshacer el nudo que tenía
en la garganta—. Dios, era mi vuelo.
—Me cago en la
puta —masculló Hyukjae—. ¿Estás bien?
—¿Qué? —A Siwon
le costaba pensar—. Sí, estoy bien.
—¿Cuándo
vuelves?
—Esta noche,
creo. —Siwon se frotó la frente—. Esto va a afectar mucho a Sulli. Pásate a
verla, ¿quieres? Tu familia está en casa con ella.
—Sí, claro. Es
posible que no consigas vuelo a Seúl.
—Lo sé. Intentaré
usar otra ruta y hacer un gran trayecto por carretera.
—Vale. Llámame
antes de salir.
—Lo haré. Nos
vemos.
Ya no se
escuchaba el chorro de la ducha y la voz de Xiaotong, con su sensual acento chino,
se oía con más claridad.
Siwon cerró los
ojos y pegó la frente al móvil. No quería estar con él en ese momento. Se
sentía abrumado por un millar de pensamientos y de recuerdos, y no le apetecía
compartir ninguno de ellos con Xiaotong.
Era un joven atractivo de cuya compañía disfrutaba cuando le apetecía, pero no le interesaban sus
esperanzas ni sus sueños. Ni mucho menos quería compartir los suyos con él. Ni
llorar por su pasado. Había dos cosas sobre las que no hablaba con nadie: su esposo
y su hija.
Miró de nuevo
hacia el televisor, y lo apagó al ver que Xiaotong aparecía en el dormitorio.
—Querido.
—Atravesó la estancia y lo abrazó.
Siwon se apartó
de su sofocante abrazo.
—Tengo que
irme.
Xiaotong hizo
un mohín sensual que resaltó su carnoso labio inferior. Un gesto que había
perfeccionado a lo largo de los años.
—Tonterías. Has
dicho que no te esperaban hasta después del almuerzo. Te deseo otra vez.
Xiaotong
hablaba bien, pero siempre exageraba el acento cuando trataba de seducirlo. Siwon
se encaminó al cuarto de baño.
—Sí, bueno, por
más tentadora que sea tu oferta, debo volver a la oficina.
Xiaotong lo
siguió y, cuando dobló la esquina, entornó los ojos al verlo con los pantalones
puestos.
—Bien —replicó,
derrotado—. Tendré que esperar a que vuelvas esta noche. —Uno de sus dedos se
deslizó por su torso, descendiendo hasta detenerse en el botón de los
pantalones. Sus ojos lo miraban con expresión seductora.
Siwon conocía
muy bien esa mirada. Y sabía que Xiaotong acabaría subiéndose por las paredes
en cuestión de minutos.
—No me quedaré
esta noche. Tengo que coger un vuelo a casa.
Él cruzó los
brazos por delante del pecho....
—¡Dijiste que
estarías varios días en la ciudad!
—Esos eran los
planes, pero ha surgido algo. Un asunto familiar. Tengo que volver.
Xiaotong
levantó los brazos y volvió al dormitorio.
Lo siguió
mientras se abrochaba la camisa.
—Mira, te
compensaré la próxima vez que vayas a Taiwan.
—No he planeado
ningún viaje a Taiwan en el futuro más inmediato. ¡Me tienes aquí mismo, joder!
—Lo sé, y lo
siento. Es un mal momento. —Siwon le cogió una mano, consciente de que se
estaba comportando como un imbécil e intentando suavizar un poco el golpe—.
Dame un respiro, ¿vale?
—No te lo
mereces. — Sin embargo, lo dijo con una sonrisa—. Pero lo haré esta vez. Y
espero que me compenses con creces.
Lo besó en una
mejilla. A Xiaotong le gustaban todos. Él no era especial. Y también sabía que
encontraría a alguien con quien pasar la noche cuando él se marchara. La idea
no lo molestó en absoluto.
—Gracias. —Se
sentó en el borde del colchón para ponerse los zapatos, deseando acabar el
trabajo y volver a casa tan pronto como pudiera—. Eres un sol, Xiaotong.
Sobre las siete
de la mañana del día siguiente, Siwon aparcó el coche en el camino de entrada
de su casa de Gangnam. La diferencia horaria lo tenía hecho polvo y estaba
agotado.
Volver a casa
había sido una pesadilla en toda regla, peor de lo que esperaba. Los vuelos a Seúl
habían sido desviados o cancelados. Por suerte, había conseguido un vuelo
nocturno a Gyeongy, donde después alquiló un coche. Mientras sacaba el equipaje
del maletero, se preparó para lo que lo esperaba en el interior. No había
tenido oportunidad de hablar con Sulli desde el accidente, de modo que
desconocía cómo había reaccionado.
Su alegre risa
lo recibió en cuanto abrió la puerta de la cocina.
—¡Tira el
dichoso dado y ya está! —gritó Hyukjae.
Sulli soltó una
risilla.
—No vas a
ganarme nunca. Soy una profesional.
—No hay
profesionales en este juego. Es cuestión de suerte.
—Mentira.
¡Bien! —gritó Sulli cuando el dado se detuvo.
Hyukjae soltó
un taco entre dientes.
—¿Lo ves? Es
habilidad, tío Hyukjae.
—No estarás
enseñándole palabrotas a mi hija, ¿verdad? — Siwon se obligó a sonreír mientras
entraba y echaba un vistazo por la estancia.
Sulli alzó la
vista y sonrió. Hyukjae también sonrió..
—Me guardo los
peores para cuando estás tú.
—¡Papá! —Sulli
se bajó de la silla para darle un fuerte abrazo a Siwon—. ¿Qué haces aquí?
Pensaba que tardarías unos cuantos días más en venir.
—Acabé pronto
el trabajo y por eso he vuelto antes. —Dejó la bolsa en una silla y se
acuclilló para quedar a la misma altura que ella. Después le pasó un dedo por
la naricilla. Una nariz idéntica a la de Jungwoo. Cada vez que la miraba, veía
a su appa. El corazón le dio un vuelco gigantesco—. Te he echado de menos.
Sulli frunció
el ceño y esos ojos tan penetrantes lo atravesaron.
—Has vuelto
porque estabas preocupado por mí, ¿a que sí?
—Pues sí, ¿qué
pasa? Denúnciame si quieres. ¿Estás bien?
—Papá, estoy
bien, de verdad. No deberías preocuparte tanto. No es bueno para tu salud.
Produce úlcera y reduce la esperanza de vida, por no mencionar que provoca
sobrepeso. Y que sepas que los años no pasan en balde. Tienes que empezar a
cuidar tu peso. Ya soy mayor. Sé cómo manejar ciertas cosas.
—Eso de que
eres mayor todavía está por verse. —Siwon intentó disimular la sonrisa que
pugnaba por aparecer en sus labios —. ¿Dónde has leído sobre los efectos del
estrés?
—En el colegio.
Ya sabes, esa institución privada que te cuesta. Aprendo mucho en el colegio.
—Me alegra
saber que no estoy tirando el dinero. —Se adentró en la cocina y sacó una
botella de agua del frigorífico.
—Casi soy una
mujer —dijo Sulli —. Muchas niñas de mi edad ya tienen el período.
Siwon se
atragantó con el agua.
—Por favor. No
son ni las ocho de la mañana. La diferencia horaria me está matando y solo
tienes nueve años.
—¿Y? —Sulli
miró a Hyukjae, que parecía estar pasándoselo en grande—. Está a la vuelta de
la esquina. Tendrás que hacerte a la idea, papá. Y ahora que lo pienso,
necesito un sujetador. Creo que deberíamos ir a comprar uno un día de estos.
Hoy, quizás. —Alargó la mano para coger el dado y después lo miró con una
sonrisa traviesa—. Estaba pensando en comprarme uno de esos de encaje rojo que salen
en las revistas esas que compras.
—¡Por el amor
de Dios! —logró decir al tiempo que se ponía colorado.
Hyukjae se echó
a reír mientras se levantaba para servirse otra taza de café, tras lo cual le
dio unas palmadas a Siwon en la espalda.
—No puede
parecerse más a su appa —le dijo.
—Dímelo a mí
—replicó él mientras contemplaba a su hija.
Sulli no solo
se parecía físicamente a Jungwoo, su carácter también era idéntico al de su appa.
Era igual de sabelotodo y compartía su ácido sentido del humor.
Sintió una
opresión en el pecho al recordar la sonrisa de Jungwoo. Lo fácil que le
resultaba hacerlo reír en cualquier situación.
—Papi, ¿estás
bien? —La sonrisa de Sulli se desvaneció. Solo lo llamaba «papi» cuando estaba
preocupada por él. El resto del tiempo era «papá» y recientemente «Oye, tú».
—Sí —contestó
en voz baja—. Ahora sí.
—Vale. Yo
también. Voy a subir para arreglarme. —Se bajó de nuevo de la silla y se acercó
a él. Cuando Siwon se agachó, le dio un fuerte abrazo y un beso en la mejilla—.
Me alegro de que estés en casa. Te quiero, papi.
—Yo también te
quiero, nena.
Siwon soltó un
largo suspiro mientras la observaba salir de la cocina y subir la escalera
trasera. Aunque no tenía motivos para preocuparse tanto por ella, lo hacía. La
verdad era que Sulli lo llevaba bastante mejor que él en muchos aspectos.
Durante los últimos cinco años se había visto obligada a crecer más rápido de
lo normal. Ningún niño de ocho años debería preocuparse diariamente por la
salud mental de su padre, pero eso era lo que le sucedía a Sulli.
Se pasó una
mano por el pelo, que a esas alturas ya estaba alborotado.
—Está creciendo demasiado rápido.
Hyukjae sonrió.
—Sí, lo sé.
Dentro de un par de años empezará lo malo.
—Ya. —Siwon se
pasó una mano por el pecho, en un intento por aliviar la presión que sentía en
ese lugar—. ¿Las revistas que compro? ¿De dónde ha sacado eso? —Movió
la cabeza—. Me ha puesto los pelos como escarpias. Menos mal que estabas aquí
para echarme una mano...
—A mí no me
mires, colega. No soy padre. Así que tengo libertad para hacer la vista gorda con
todo lo que esté relacionado con la pubertad y el sexo. Eso te lo dejo a ti.
Siwon hizo una
mueca.
—No menciones
las palabras «pubertad» y «sexo» refiriéndote a mi niña.
Hyukjae comenzó
a rebuscar en los cajones de la cocina, en busca de sabría Dios qué.
—¿Dónde están Heejin
y Janghoon? —le preguntó Siwon mientras lo observaba.
—Los hemos
convencido de que salieran a desayunar a algún sitio. Mi madre está un poco...
nerviosa desde el accidente aéreo de ayer. Es un tema doloroso para ella. No sé
si alguna vez volverá a subirse en un avión. Es posible que se quede aquí con
nosotros para siempre.
—Que el Señor
nos ayude — murmuró Siwon. Aunque quería mucho a sus suegros y les agradecía
que viajaran cada vez que necesitaba ayuda con Sulli, tenía sus límites.
Hyukjae
encontró una caja de cereales Froot Loops en la despensa.
—¡La leche!
—Tras apoyarse en la encimera, sacó un puñado de cereales de la caja—. No los
como desde que era pequeño.
Siwon miró la
caja.
—Seguro que
llevan ahí desde que eras pequeño. No recuerdo haberlos comprado.
—¿Con todos los
conservantes que llevan? Es imposible que se pongan malos. —Se sentó en la
encimera.
Mientras Hyukjae
comía cereales caducados, Siwon se dejó caer en una de las sillas y se masajeó
la frente. Comenzaba a sufrir una migraña provocada por la tensión. Pocas horas
de sueño, un viaje largo y el estrés del último par de días.
—Estás hecho un
asco, que lo sepas —murmuró Hyukjae.
—Ya lo sé. —No
se había afeitado, aún llevaba la misma ropa que el día anterior y tenía la
impresión de haber pasado las últimas horas en una montaña rusa emocional.
—Xiaotong debió
de dejarte hecho polvo.
—Estuvo a punto
de arrancarme la cabeza cuando le dije que me iba antes de tiempo.
—Me gusta. Si
te cansas de él, pásamelo.
Siwon rio entre
dientes.
—No eres su
tipo. La vida al aire libre no le va.
Hyukjae se echó
un vistazo. Llevaba unos vaqueros desgastados y unas botas de montaña sucias.
—¿Me estás
diciendo que no soy un tipo con clase?
Siwon examinó a
su cuñado. Hyukjae necesitaba un buen corte de pelo, ya que lo llevaba
demasiado largo. Además, la barba con la que estaba experimentando le quedaba
fatal y era patética.
—Te estoy
diciendo que no tienes la clase que él busca.
—¿Y tú sí?
—No, yo
tampoco. Pero él todavía no se ha dado cuenta. —Se presionó las sienes con los
dedos—. Solo me quiere por el sexo. El día menos pensado descubrirá que soy un
hijo de puta y me dará la patada.
Hyukjae se echó
a reír.
—No te lo
discuto.
Siwon contuvo
un bostezo mientras se ponía en pie.
—¿Vas a
quedarte por aquí?
—Sí, un rato.
Por lo menos hasta que vuelvan mis padres.
—Vale. Me voy a
la cama. —Le dio una palmadita a Hyukjae en la espalda cuando pasó por su
lado—. Gracias, hombre.
—No hay de qué.
Siwon subió la
escalera trasera, se detuvo al llegar a la mitad y miró hacia atrás. Justo
cuando comenzaban a rehacer sus vidas, la ausencia de Jungwoo los golpeaba de
nuevo, ya que el accidente aéreo les había hecho recordar de golpe lo que
habían perdido. Aunque Hyukjae y Sulli no quisieran admitirlo, el impacto había
sido duro para todos, porque había despertado recuerdos de lo que sucedió cinco
años antes.
Se frotó la
dolorida cabeza y siguió subiendo. Los recuerdos se amontonaron en su mente
mientras se acostaba en su dormitorio. Recuerdos del último día. Aquella mañana
dejó a Jungwoo en el aeropuerto, se despidió de él con un beso, le frotó la
barriga y sonrió, encantado con el secreto que le había revelado la noche
anterior, y después se inclinó hacia él y aspiró por última vez su perfume.
Daría cualquier
cosa por pasar una hora más con él.
Cerró los ojos
y sintió el escozor de unas lágrimas de las que ni siquiera era consciente. A
esas alturas, apenas recordaba su cara. Aunque lo llevaba grabada a fuego en el
corazón y en el alma, su imagen se borraba lentamente y los detalles comenzaban
a difuminarse.
Hasta su voz,
esa voz ronca y seductora que siempre le había llegado al alma, le resultaba
difícil de recordar.
Se pasó una
mano por el pecho, donde sentía un dolor abrasador. Parte de sí mismo deseaba
poder librarse de él. La otra parte se aferraba a dicho dolor como si le fuera
la vida en ello. Ya lo había perdido una vez. No podía soportar la idea de perder
lo poco que le quedaba.
Oooooh,ya estoy entendiendo.
ResponderEliminarvaya,que feo,una famimia separada por una supuesta muerte,año de dolor,sufrimiento por un lado,y años sin saber nada,un niño por otro.
al menos la muerte del "esposo" de hee,saca a relucir la verdad del estado en el que hee estaba y no era de su total conocimiento
ooooh,jajajajaja como olvidar a su esposo,si su hija ademas de ser el fruto de su relación,es identica a él....pero es obvio que él no quiere hacerlo,ni lo hará