Dark Pleasures- Capítulo 2



Leeteuk se despertó con un fuerte dolor de cabeza y sintiéndose fatal. ¿Qué había pas…?

Se puso rígido al recordar al tipo oculto en casa de su hermano. Al recordar sus palabras.

Aterrorizado, intentó incorporarse y descubrió al instante que se encontraba tendido en el suelo –que por cierto, estaba bastante frío– en una habitación cubierta de polvo.

Y esposado a un desconocido de pelo rubio.

Tenía un grito atascado en la garganta, pero logró contenerlo.

Que no cunda el pánico. Por lo menos hasta que descubras lo que ha sucedido. Según parece, Heechul ha cumplido la amenaza de arreglar una cita a ciegas. Su hermano siempre le arreglaba citas muy poco ortodoxas. Aunque, para ser justos, no solía dejar al tipo en cuestión inconsciente antes de obligarlos a quedarse a solas.

Aunque con Heechul siempre había una primera vez para todo. Y una cita «completamente a ciegas» era muy de su estilo.

Obligándose a no perder la calma hasta tener más información, Leeteuk echó un vistazo a su alrededor. Estaban en un cuarto pequeño, sin ventanas y con una puerta de hierro oxidada. Una puerta a la que no podía acercarse sin arrastrar a su «amigo» por el suelo.


No había muebles ni nada más. La única luz en la estancia procedía de una bombilla que colgaba del techo, justo en el centro de la habitación.

Vale, al menos el peligro no era inminente.

No obstante, esa idea no ofrecía mucho consuelo. Echó un vistazo al cuerpo que estaba a su lado. Se encontraba tumbado de costado, de espaldas a él; y una de dos: o estaba muerto o estaba inconsciente.

Pensando que la segunda posibilidad sería mucho más agradable que la primera, se acercó a él. Parecía bastante alto y, por la postura, se podía decir que lo habían arrojado al suelo sin muchos miramientos.

Se puso de rodillas lentamente; le temblaban las piernas. Se acercó al tipo de modo que al aproximarse pudiera estirarle el brazo que, hasta ese momento, tenía doblado en un ángulo extraño a causa del grillete.

El hombre no se movió.

Lo miró de los pies a la cabeza. Llevaba un abrigo de cuero negro, vaqueros del mismo color y un jersey de cuello vuelto, también negro, que le daban un aspecto extremadamente peligroso, aun en estado inconsciente y tumbado en el suelo. Calzaba botas negras de motorista, con unas extrañas incrustaciones plateadas en las suelas, bajo el talón.

–¿Disculpe? –susurró, mientras le tocaba el brazo–. ¿Está vivo?

Tan pronto como su mano tocó el duro y bien formado bíceps le falló la respiración. Ese cuerpo postrado era como acero al tacto. No había un lugar que pareciese blando; rezumaba fuerza y agilidad.

¡Vaya, vaya!

Y antes de poder contenerse, deslizó la mano a lo largo del brazo. ¡Qué gustazo! Dejó escapar el aire de forma lenta.

–¿Oiga? ¿Señor? –lo llamó de nuevo, mientras le sacudía el hombro–. Colega, ¿te importaría mucho recuperar el conocimiento para que pueda marcharme? No me apetece estar encerrado en una habitación con un muerto más tiempo del necesario, ¿vale? Venga, por favor. Aquí sólo estoy yo y eres un hombre muy, muy grande.

Ni se movió.

De acuerdo, tendré que intentar otra cosa.

Mordiéndose el labio, tiró del hombre hasta dejarlo tumbado sobre su espalda. Al girarlo, el rostro quedó a la vista. Y Leeteuk se quedó sin aliento. Vale, ahora sí que estaba impresionado de verdad.  Era guapísimo.

¡Oh, Señor! El tipo poseía esa clase de belleza masculina que solo un puñado tenía la suerte de ver en carne y hueso alguna vez en la vida.

Sus labios eran los más atractivos que había visto jamás. Esa boca estaba hecha para dar besos largos y abrasadores…

En realidad, el único defecto de su rostro era una delgada cicatriz que descendía desde la oreja hasta la barbilla, a lo largo de la mandíbula.

Podía ser rival en apostura con el marido de Donghae. Y Hyukjae, el semidiós, era un duro competidor.

Jamás le había impresionado tanto la apariencia de un hombre. Siempre había preferido la mente al cuerpo, especialmente porque cualquier hombre con la mitad de atractivo del que poseía el que estaba tumbado delante de él en esos momentos, no solía tener un coeficiente intelectual mayor que el número de sus zapatos.

Al contrario de lo que le ocurría a su hermano Heechul, un culo bonito y unos hombros anchos no conseguían llamar su atención, necesitaba algo más. Aunque…

Paseó la mirada por ese cuerpo esbelto y musculoso. Con este hombre estaba más que dispuesto a hacer una excepción.

Si es que no estaba muerto, por supuesto.

Alargó el brazo, inseguro, y colocó la mano sobre la piel morena de su cuello, para comprobar el pulso. Sus dedos encontraron una latido fuerte y regular.

Aliviado por el hecho de que estuviese vivo, intentó sacudirlo de nuevo.

–Guapetón, ¿me oyes?

El tipo lanzó un quejido y abrió los ojos lentamente, parpadeando varias veces. Leeteuk se sobresaltó al ver aquellos ojos. Eran tan oscuros que parecían negros y, cuando se fijaron en él se dilataron de forma amenazadora.

Lo agarró por los hombros al tiempo que soltaba una maldición.

Antes de que tuviese oportunidad de moverse, el hombre ya había girado en el suelo llevándole consigo y lo tenía atrapado bajo su cuerpo sujetándole las muñecas a ambos lados sobre la cabeza.

Esos cautivadores ojos negros lo estudiaban con suspicacia.

Leeteuk no podía respirar. Cada centímetro del cuerpo del desconocido estaba íntimamente pegado al suyo y acababa de darse cuenta de que sus brazos no eran la única parte que estaba dura como una piedra. El tipo era sólido como una roca.

Sus caderas reposaban justo sobre las suyas y el duro y liso vientre masculino estaba apoyado sobre su cuerpo de tal forma que le hizo sonrojarse sin remedio. Comenzaba a desear a ese hombre; estaba muy excitado y le costaba trabajo respirar.

Por primera vez en su vida, quería alzar la cabeza y besar a un completo desconocido. ¿Quién era?

Para su total asombro, él bajó la cabeza hasta ponerla muy cerca de su rostro y aspiró con fuerza sobre su pelo.

Leeteuk se tensó.

–¿Me estás olisqueando?

El cuerpo del hombre se agitó de la cabeza a los pies con la carcajada, profunda y ronca, que siguió a su pregunta, y él sintió un extraño estremecimiento.

–Sólo estoy admirando tu perfume –le susurró suavemente al oído, con una voz insinuante y un acento extraño que hicieron que Leeteuk se derritiera. Tenía una voz tan grave que le recordaba al sonido de un trueno… y provocaba en su cuerpo un efecto tan devastador como el de una tormenta.

De acuerdo, el tipo lo ponía muy caliente y su aliento sobre la oreja le erizaba la piel y le provocaba continuos escalofríos.

–Tú no eres Park Heechul –dijo en voz tan baja que, a pesar de que tenía los labios pegados a su oreja, tuvo que esforzarse por escucharlo.

Leeteuk tragó saliva.

–Conoces a Heechul.

–Shh –le susurró al oído mientras sus pulgares le acariciaban las muñecas, que todavía mantenía sujetas.

El ritmo de esos dedos enviaba pequeñas descargas eléctricas a lo largo de sus brazos. Su entrepierna reaccionó y sintió que el deseo le abrasaba.

El desconocido movió la cabeza, acariciándole suavemente con la mejilla, de tal forma que el roce de su barba volvió a hacer que se le erizara la piel. Jamás en su vida había sentido algo tan excitante como el peso de ese cuerpo, ni había percibido un olor tan embriagador como el aroma especiado y masculino de su piel.

–Nos están escuchando –le dijo Kangin. Acto seguido volvió a inspirar hondo de nuevo para disfrutar de su olor.

Ahora que estaba seguro de que el joven no representaba ninguna amenaza debería apartarse de él, pero…

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo entre los muslos de una pareja. Y una eternidad desde que se había atrevido a acercarse tanto a una. Había olvidado la suavidad; la dulce sensación de un aliento cálido en el cuello.

Pero ahora que lo tenía debajo…

¡Por los dioses! Sí que lo recordaba. Recordaba lo que se sentía cuando unas delicadas manos se deslizaban por su espalda desnuda; cuando un joven se retorcía bajo sus expertas caricias.

Por un instante se abstrajo por completo e imaginó que se desnudaban allí mismo y que podía explorar todas esas curvas de forma más placentera.

Y mucho más íntima.

Cerró los ojos e imaginó que deslizaba la lengua por su pecho y jugueteaba con un pezón erguido.

El joven se revolvió bajo él, haciendo que la fantasía cobrase vida.

Mmm…

Estaba claro que si descubriese quién era él, o lo que era, se desmayaría de terror. Y, si se parecía en algo a su hermano, no dejaría de atacarlo hasta que uno de los dos acabase muerto.

Una pena, en realidad. Pero ya estaba acostumbrado a que la gente lo temiera. Era a la vez la salvación y la maldición de los suyos.

–¿Quién nos escucha? –susurró él.

Abrió los ojos y saboreó el sonido de esa voz suave y armoniosa. Cómo le gustaba el cadencioso acento sureño… y el de este joven se deslizaba por su piel como la seda más fina.

Haciendo caso omiso de su férrea voluntad, su cuerpo se agitó en perversa respuesta. La necesidad de probar esos labios llenos y entreabiertos mientras él se abría de piernas para permitirle hundirse en su calor, creció hasta el límite.

Sí, cómo deseaba saborear a este joven… Todo su cuerpo.

Se retiró un poco para estudiar mejor su rostro. Tenía el cabello de un castaño profundo, veteado con hebras cobrizas que reflejaban la luz. Los ojos café oscuro mostraban confusión y furia, un fiel reflejo de todo su carácter. En el seductor rostro se apreciaba un diminuto lunar bajo el ojo derecho. Esa marca era lo único que lo distinguía de su hermano.

Eso y su olor.

Heechul llevaba perfumes caros que saturaban sus agudizados sentidos, mientras que este joven olía ligeramente a rosas.

En ese instante, Kangin lo deseó con una necesidad tan acuciante que se quedó petrificado. Hacía siglos que no deseaba así a alguien. Siglos desde que había sentido algo, cualquier cosa.

El rostro de Leeteuk se encendió al notar cómo su erección le presionaba la cadera. Puede que el tipo no estuviese muerto, pero no había duda de que estaba duro. Y eso no tenía nada que ver con el rigor mortis.

–Mira, creo que necesitas encontrar otro sitio donde descansar.

Los ojos de él se posaron hambrientos sobre sus labios y Leeteuk percibió el fiero deseo que ardía en la profundidades de esa mirada negra como la noche. Al instante, contrajo la mandíbula con fuerza, como si estuviese luchando consigo mismo.

Su fuerza masculina y su abierta sexualidad le abrumaban.

Allí, debajo de él, se dio cuenta de lo vulnerable que era. Y de lo mucho que deseaba probar esos hermosos labios.

La idea le excitaba a la par que le aterrorizaba.

Él parpadeó y, como si se hubiese cubierto con un velo, toda emoción despareció de su rostro. Entonces lo liberó.

Cuando se apartó, Leeteuk vio una mancha de sangre en su jersey Sora.

–¡Oh, Dios mío! –jadeó–. ¿Estás herido?

El hombre respiró hondo y se sentó a su lado.

–Ya sanará.

Leeteuk no podía dar crédito a ese tono de voz tan impasible. Teniendo en cuenta la cantidad de sangre que manchaba su ropa, estaba claro que la herida era grave y aún así él no daba señales de estar dolorido.

–¿Dónde tienes la herida?

No contestó. En lugar de hacerlo, se pasó la mano izquierda por el cabello rubio. Se detuvo para mirar con furia el enorme grillete de plata que le rodeaba la muñeca derecha y, acto seguido, comenzó a tirar airadamente de él.

Por la expresión letal y fría de sus ojos, Leeteuk supo que los grilletes le molestaban más que él.

Ahora que estaba despierto, y no encima suyo, Leeteuk se quedó extasiado por la oscura melancolía que reflejaban sus rasgos. Había algo muy romántico y atrayente en su rostro.

Algo muy heroico.

–Bueno, bueno –dijo una voz sin rostro–. El Dark Hunter se ha despertado.

Leeteuk reconoció esa voz diabólica; era la misma persona que lo había golpeado en casa de Heechul.

–Changsi, corazón –dijo con tono gélido el hombre que se alzaba junto a él mientras observaba los muros cubiertos de orín–. Aún sigues con tus jueguecitos, por lo que veo. Ahora, ¿por qué no te comportas como un buen Daimon y te apareces ante mí?

–Todo a su debido tiempo, Dark Hunter, todo a su debido tiempo. Te habrás dado cuenta de que no soy como los demás, que se limitan a correr para ocultarse del gran lobo feroz. Soy el leñador malo que se encarga de matar al lobo.

La voz incorpórea hizo una pausa teatral.

–Park Heechul y tú habéis sometido a los míos a una persecución implacable. Ha llegado la hora de que sepáis lo que es el miedo. Cuando haya acabado con vosotros, me suplicaréis que os mate.

El Dark Hunter bajó la cabeza y se rió.

–Changsi, cielo, en mi vida he suplicado por nada; y es bastante posible que el sol se desintegre antes de que le pida clemencia a alguien como tú.

–Arrogancia –dijo Changsi–. Me encanta castigar ese pecado.

El Dark Hunter se puso en pie y Leeteuk vio la herida que tenía en el costado. La camisa estaba ligeramente desgarrada y había una mancha de sangre en el suelo, donde había estado sentado.

Pero no dio muestras de estar dolorido.

–Dime, ¿te gustan tus grilletes? –preguntó Changsi–. Son de la fragua de Hefesto. Sólo un dios, o una llave hecha por el mismo Hefesto, pueden abrirlos. Y puesto que los dioses te han abandonado…

El Dark Hunter estudió la habitación. La ferocidad que reflejaban sus ojos habría espantado al mismísimo diablo.

–Voy a disfrutar tanto matándote…

Changsu soltó una carcajada.

–Dudo mucho que tengas la oportunidad de hacerlo cuando tu amiguito descubra lo que eres.

El Dark Hunter lanzó una rápida mirada a Leeteuk, avisándole que se mantuviera callado. Pero no hacía falta que lo hiciera. Lo último que pretendía era traicionar a su hermano.

–¿Por eso nos has encadenado? –preguntó el desconocido–. ¿Quieres vernos luchar?

–Uf, no –dijo Changsu–. Nada más lejos de mi intención. Por mí no habría problema en que se maten el uno al otro, pero lo que pretendo es liberaros al amanecer. Para entonces, el Dark Hunter se convertirá en la presa, y yo voy a disfrutar enormemente con la persecución y la tortura a la que pienso someterte. No hay ningún escondite donde no pueda encontrarte.

El Dark Hunter sonrió con arrogancia. 

–¿Te crees capaz de darme caza?

–Claro. Por supuesto que sí. Por si no lo sabes, conozco tu punto débil mucho mejor que tú.

–No tengo ningún punto débil.

Changsu se rió.

–Así habla un verdadero Dark Hunter. Pero todos tenemos nuestro talón de Aquiles, especialmente aquellos que sirven a Artemisa. Y tú no eres ninguna excepción.

Leeteuk juraría que había escuchado al tal Changsu relamerse de satisfacción.

–Tu debilidad es tu nobleza. Ese joven te odia y, aun así, no lo matarás, por mucho que suponga una amenaza para ti. Mientras él intenta matarte, tú lo protegerás de mí con tu propia vida. – Changsu lanzó una siniestra carcajada–. No puedes soportar que un humano esté en peligro, ¿no es cierto?

–Changsi, Changsi, Changsi… –rezongó el Dark Hunter–. ¿Qué voy a hacer contigo?

–No te atrevas a hablarme así.

–¿Y por qué no?

–Porque no soy ningún Daimon asustado que huye de ti temblando de miedo. Soy tu peor pesadilla.

El Dark Hunter soltó un bufido de burla.

–¿Por qué utilizas tantos tópicos? Venga, Changsidesatre, ¿no eres capaz de decir algo original en lugar de recurrir al guión de una película de serie B?

Un furioso gruñido resonó en la estancia.

–Deja de burlarte de mi nombre.

–Lo siento, tienes razón. Lo menos que puedo hacer es mostrarte algo de respeto antes de matarte.

–¡Ja! No vas a matarme, Dark Hunter. Eres tú el que va a morir en esta ocasión. ¿No has pensado en lo mucho que él va a retrasarte? Por no mencionar a sus amiguitos. Se echarán sobre ti como una manada de perros salvajes. Y, si yo fuese tú, rezaría para que fuese eso exactamente lo que me sucediese. Jamás has experimentado el sufrimiento que voy a infligirte la próxima vez que nos encontremos.

El Dark Hunter sonrió sin despegar los labios al escuchar las amenazas de Changsu.

–Estás sobrevalorando tus habilidades.

–Ya lo veremos.

Leeteuk escuchó el clic de un micrófono.

El Dark Hunter volvió a tirar con fuerza de los grilletes.

 –Voy a matar a ese desecho de película de terror.

–¡Eh, eh, eh! –bufó Leeteuk al ver que su propia mano era zarandeada mientras él intentaba liberarse–. Ese brazo está unido al mío.

El desconocido se detuvo y lo miró. Al instante, sus ojos se suavizaron.

–Gemelos. Jamás se le habría ocurrido. ¿Tienes alguna idea de dónde puede estar tu hermano?

–Ni siquiera sé dónde estoy yo ni la hora que es. Y ya que nos ponemos, no sé lo que está sucediendo. ¿Quién eres y quién es ese tipo? –Al instante, bajó la voz y añadió–: ¿Puede oírnos?

Kangin negó con la cabeza.

–No, ha apagado el micrófono. Por ahora debe estar ocupado planeando su venganza al mejor estilo. No sé tú, pero yo lo imagino frotándose las manos y riéndose a carcajadas como Dexter; ya sabes, el del Laboratorio de Dexter.

Kangin lo estudió un momento. No parecía estar histérico… todavía, y ojalá siguiera así. Decirle que Changsu era un demonio que sobrevivía extrayendo el alma a los humanos –y que iba tras su hermano– no era la mejor manera de mantenerla calmado.

Claro que, dada la inclinación que su gemelo demostraba hacia la caza de vampiros, para el chico no supondría ninguna sorpresa saberlo.

Cerrando los ojos, se introdujo en la mente de su forzosa compañero y encontró la confirmación de sus sospechas: en el fondo tenía miedo, como era natural.

Pero al contrario que su gemelo, éste no se apresuraba a sacar conclusiones, aunque era innegable que sentía curiosidad por la situación en la que se encontraban y también lo enfurecía. Posiblemente pudiese contarle toda la verdad sin que alucinara, pero claro, tenía que tener en cuenta que era su naturaleza de Dark Hunter lo que le obligaba a conocer todos los hechos para poder analizar una situación. En ese momento, el chico no necesitaba saberlo todo; lo esencial sería suficiente. Con suerte, podría librarlos a ambos de los grilletes sin tener que revelarle nada sobre sí mismo.

–Me llamo Hunter –le dijo solemnemente–. Y ese tipo es el hombre que quiere hacer daño a tu hermano.

–Gracias, pero eso ya lo he captado –le contestó Leeteuk, frunciendo el ceño. Debería estar asustado por todo lo que estaba sucediendo, pero no era así. Estaba demasiado furioso para asustarse. Lo último que quería era verse mezclado en las locuras de su hermano.



6 comentarios:

  1. Nadie imaginaba un mejor escenario para que el KangTeuk se conozca. Engrillados y en peligro, y para rematarla atraídos mutuamente.
    Esto tiene pinta de super adictivo

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  2. Un buen inicio me gusta espero y tardes mucho en actualizar nos vemos

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  3. Lo Amooo un sexy KangTeuk espero saber mas del pasado de Kangin y que es un Dark hunter y así pinta genial espero actualices pronto *^*

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  4. jojo, genial, Teukkie, esta atrapado con Kagin en una selda y que les pasara a ahora?, perdidos en la noche hasta ahora, que pasara cuando llegue el día?, genial Yota me encantaron los dos primeros capitulos.

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  5. Dios......Hee capas de noquear a alguien para ser la cita de Teuk? jajajajajajaja
    Eh....yo estoy confundida,o ese chansun lo esta?.....como es que dice que teuk lo odia si lo acaba de conocer?.....es alguien de su pasado?....su esposo?.......si es así,como es que kangin no lo reconoce?
    Hee y kangin tienen una sociedad o algo así?.
    interesante......me encanta que teuk sepa de lo que va su familia....jajajaja son divertidos

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  6. Despertar confundido en un lugar que no conoces y esposado al lado de un desconocido no es lo que alguien quisiera, pero creo que estar así con Kangin, no es para nada malo xD Creo que LeeTeuk está confundido, pero al menos sabe que Kangin no le hará daño. El que no me gusta nada es ese tal Changsi, creo que está loco, está demasiado confiado en su venganza, espero que Kangin logre derrotarlo y sacar a Teukie de ahí.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...