Dark Pleasures (DH2)- Capítulo 3



Leeteuk se alegraba que le hubieran cogido a él por error, ya que Heechul no habría dudado en hacer cualquier maniobra kamikaze que lo hubiese llevado a la muerte. Alzó la mirada para observar al Dark Hunter y frunció aún más el ceño. ¿Cómo es que conocía a Heechul? Y pensándolo bien, ¿cómo es que podía distinguirlos cuando su propia madre tenía problemas para hacerlo?

–¿Eres uno de los amigos de mi hermano?

Él le miró sin ningún tipo de expresión antes de ayudarlo a ponerse en pie.

–No –contestó mientras se daba pequeñas palmaditas en el pecho, las caderas, la espalda y las piernas.

Leeteuk intentó no fijarse en ese cuerpo tan increíblemente atlético cuando su mano fue arrastrada por el grillete. Pero, al rozar por accidente la parte interna de su muslo, creyó que acabaría gimiendo. Ese hombre había sido creado para disfrutar del sexo y de la velocidad. Una lástima que no fuese su tipo. De hecho, era la antítesis de lo que encontraba deseable en un hombre.

¿O no?


El Dark Hunter lanzó una maldición.

–Por supuesto, me ha quitado el teléfono –murmuró, antes de moverse y arrastrarlo con él hasta la puerta.

Después de comprobar el pomo de la cerradura, observó atentamente los goznes. Leeteuk arqueó una ceja al ver que se desataba la bota izquierda y se la quitaba.

–¿Qué estás haciendo? ¿Preparándote para darte un chapuzón?

Él le contestó con una sonrisilla de suficiencia antes de inclinarse para recoger la bota del suelo.

–Intentando salir de aquí. ¿Y tú? –Intentando no irritarme por tu presencia.

Una chispa de diversión se reflejó en sus ojos antes de concentrarse de nuevo en la puerta.

Leeteuk observó cómo apretaba una de las extrañas incrustaciones plateadas del talón de la bota y, de repente, una afilada hoja de unos doce centímetros surgió de la puntera. Definitivamente, este tipo era de los que le gustaban a su hermano. Comenzó a preguntarse si también llevaría shurikens en los bolsillos.

–Ooooh –exclamó con sequedad–. Escalofriante.

Él le miró muy serio.

–Nene, aún no has visto nada escalofriante.

Leeteuk sonrió ante su comportamiento de chico duro  y soltó un bufido.

Él le ignoró. Usando la hoja retráctil, intentó hacer saltar los goznes oxidados.

–Vas a romper la hoja si no tienes cuidado –le advirtió.

Él lo miró con una ceja alzada.

–No hay nada en este mundo que pueda romper esta hoja. –Apretó los dientes y golpeó la bota con el puño–. Y parece ser que tampoco hay nada en este mundo que mueva los goznes. –Pero siguió intentándolo un poco más–. ¡Joder! –masculló dándose por vencido. Replegó la hoja y se inclinó para ponerse de nuevo la bota. La parte de atrás del abrigo se abrió al moverse y Leeteuk fue premiado con una encantadora vista de su trasero.

¡Uf, sí! Bonito culo.

La boca se le secó cuando lo vio alzarse de nuevo.

Vaya, vaya, vaya.

Vale, lo retiro. Sí que tenía un rasgo que le resultaba irresistible: su altura. Siempre le habían chiflado los hombres altos.

–¿Cómo es que conoces a mi hermano? –le preguntó, intentando mantener sus pensamientos ocupados en esa cuestión y no en lo mucho que deseaba probar esos labios tan apetecibles.

–Lo conozco porque no deja de cruzarse en mi camino. –Volvió a dar un tirón a los grilletes–. ¿Qué les pasa a los humanos que tienen una necesidad constante de meterse en asuntos que deberíais ignorar?

–Yo no me meto en asuntos que… –su voz se desvaneció cuando las palabras que él acababa de pronunciar penetraron en su cerebro–. «Humanos», ¿a nosotros los humanos? ¿Por qué has dicho eso?

El tipo no contestó.

–Mira –siguió Leeteuk, alzando el brazo para mostrarle el grillete–. Estoy encadenado a ti y quiero una respuesta.

–No, tú no quieres ninguna respuesta.

Vale, eso sí que no. Aborrecía a los machos alfa. Esos tipos dominantes que parecían decir con su actitud «Yo soy el macho, nene: yo conduzco» le daban arcadas.

–Muy bien, machoman –le dijo irritado–. No soy ningún descerebrado que se dedique a hacer ojitos y pestañear a los chulos vestidos de cuero. No intentes tus tácticas de musculitos conmigo.

Kangin lo miró con el ceño fruncido.

–¿Machoman? –repitió, incrédulo.

Jamás en su extremadamente larga vida se había encontrado con alguien que tuviera la osadía de enfrentarse a él. Durante su etapa mortal, había conseguido que ejércitos enteros de romanos huyeran aterrorizados antes de llegar a enfrentarse a ellos. Pocos hombres se habían atrevido a mirarlo frente a frente. Desde que se convirtiera en Dark Hunter, legiones de Daimons y apolitas temblaban ante su mera presencia. Su nombre era susurrado con temor y reverencia, y este joven acababa de llamarlo…

–Chulo vestido de cuero –repitió en voz alta–. Creo que jamás me había sentido tan insultado.

–Entonces es que has sido hijo único.

Él soltó una carcajada por el comentario. En realidad, había tenido tres hermanas más pequeñas que él, pero ninguna se había atrevido a insultarlo nunca.

Deslizó la mirada por el cuerpo de su acompañante. No era una belleza clásica, pero esos ojos le conferían una apariencia exótica y le recordaban los de una hechicera. El pelo, de color caoba, pero habían sido esos ojos cafe los que lo cautivaron. Cálidos e inteligentes, lo observaban, entornados, con una mirada maliciosa.

A pesar del peligro en el que se encontraban, Kangin se preguntaba si tendría la misma apariencia después de toda una noche entera de puro sexo agotador. Se imaginaba esos ojos oscurecidos por la pasión, el pelo enredado, las mejillas enrojecidas por el roce de su barba y los labios húmedos e hinchados por sus besos.

La idea hizo que su cuerpo se incendiase.

Hasta que sintió el familiar cosquilleo en la nuca.

–Pronto amanecerá.

–¿Cómo lo sabes?

–Lo sé. –Tiró de él hasta ponerla en pie y comenzó a examinar los herrumbrosos muros en busca de una salida–. Una vez que nos liberen tendremos que encontrar el modo de librarnos de los grilletes.

–Gracias por señalar lo obvio. –Leeteuk miró la herida que tenía en el costado y que se veía a través del desgarrón de la camisa–. Antes necesitas que te miren eso.

–No quiera Dios que me desangre hasta morir, ¿eh? –preguntó con ironía–. Porque si no, tendrás que arrastrar mi pútrido cadáver.

Leeteuk arrugó la nariz, asqueado.

–¿Podrías ser un poco más morboso? ¡Jesús! ¿Quién era el ídolo de tu infancia?, ¿Boris Karloff?

–En realidad era Hannibal.

–Estás intentando asustarme, ¿no es cierto? –preguntó–. Pues que sepas que no va a funcionar. Crecí en una casa con dos hermanas que solían invocar demonios por el placer de luchar con ellos. He visto de todo y tu humor negro no funciona conmigo.

Antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo, Leeteuk agarró el borde de la camisa y la alzó. Se quedó helado al ver su estómago desnudo. Era liso y duro, con unos fantásticos abdominales, bien marcados, que cualquier atleta envidiaría. Pero lo que lo dejó boquiabierto fueron las cicatrices que le cubrían la piel.

Y, lo que parecía peor, la horrible herida que le atravesaba el costado y que llegaba por debajo las costillas.

–¡Dios santo!, ¿qué te ha pasado?

Él se bajó la camisa de un tirón y se alejó.

–Si te refieres a las cicatrices, tardaría años en contártelo. Si lo dices por la herida, me la hizo un apolita de unos trece años al que confundí con un niño que necesitaba ayuda.

–¿Te tendieron una trampa?

Él se encogió de hombros.

–No es la primera vez.

Leeteuk tragó saliva y lo miró de la cabeza a los pies. Lo rodeaba un aura poderosa y letal. Se movía como un depredador ágil y sigiloso, y esos ojos… Parecían fijarse no sólo en lo que se veía a simple vista. Esos crueles ojos negros brillaban de forma espectral.

Y le robaban el aliento cada vez que se posaban en él. Nunca había visto a un hombre rubio con unos ojos tan oscuros.

–¿Qué es un Dark Hunter? –le preguntó–. ¿Se parece en algo a Buffy, la Cazadora de Vampiros?

Él se rió.

–Sí. Soy una adolescente bajita y emancipada que vaga por ahí luchando contra los vampiros, con unos pendientes que los malos utilizarían para desgarrarme las orejas y tirar de ellos hasta…

–Ya sé que no eres una chica, pero ¿qué es un Dark Hunter?

Dejo escapar un suspiro y tiró de él para continuar examinando las paredes de la habitación en busca de una puerta oculta.

–Resumiendo: acabo con las criaturas que merodean durante la noche.

Leeteuk sintió un escalofrío al escuchar su somera explicación, pero supo que había mucho más. Parecía un tipo letal, aunque no había en él rastro alguno de crueldad o vileza.

–¿Por qué quieres matar a Changsu?

Él le miró un instante antes de intentar forzar la puerta de nuevo. Sacudió con tanta fuerza el pomo que a Leeteuk le sorprendió que no arrancara la cerradura de cuajo.

–Porque no sólo se dedica a matar humanos, también roba sus almas.

Leeteuk se tensó al escucharlo.

–¿Eso es cierto?

–Acabas de decir que lo has visto todo –se burló él–. Dímelo tú.

Leeteuk sintió el repentino deseo de estrangularlo. Jamás en su vida se había encontrado con un tipo más engreído y exasperante.

–¿Por qué acabo siempre metido en todos estos fenómenos paranormales? –se preguntó en un murmullo–. ¿Es demasiado pedir un día normal y corriente?

–La vida rara vez es como desearíamos que fuese.

Lo miró con el ceño fruncido, confundido por el extraño tono de voz. Kangin ladeó la cabeza y alzó la mano para indicarle que guardara silencio. El pomo de la puerta hizo un sonido metálico.

–Toc, toc –dijo Changsu–. Tenéis todo el día para buscar refugio. Cuando caiga la noche saldremos de caza.

–Sí, sí –contestó Hunter–. Tú y tu perrito, supongo.

El tono jovial sorprendió a Leeteuk. Las inquietantes palabras de Changsu no habían hecho mella en él.

–¿No te asustan sus amenazas?

Hunter lo miró con severidad.

–Cariño, el día que alguien como él consiga asustarme, me pondré de rodillas y le daré mi puñal para que me arranque el corazón. Lo que temo es el momento de enfrentarnos a tu hermano y convencer a la Reina de la Testarudez de que se mantenga alejado de todo esto hasta que yo sea capaz de locaAmberr a Changsu y mandar su alma al olvido, que es donde debe estar.

Leeteuk se rió, a pesar del peligro que les rodeaba.

–¿La Reina de la Testarudez? Ya veo que conoces muy bien a Heechul.

Kangin hizo caso omiso de su comentario mientras utiAmberba su cuerpo para protegerlo y abría la puerta con precaución. Acto seguido, se detuvo y echó un vistazo.

Al otro lado de la puerta se extendía un estrecho pasillo, flanqueado por enormes ventanas cubiertas de una espesa capa de polvo que oscurecía la luz del sol del amanecer.

–Joder –gruñó Kangin en voz baja, mientras volvía a entrar a la habitación.

–¿Qué pasa? –preguntó Leeteuk con el corazón desbocado a causa del terror–. ¿Hay alguien ahí fuera?

–No.

–Entonces vámonos –dijo, encaminándose hacia la puerta.

Él no se movió ni un milímetro. Con los dientes apretados volvió a mirar el pasillo y dijo algo en un idioma que Leeteuk desconocía.

–¿Cuál es el problema? –preguntó–. Está amaneciendo y no hay nadie ahí fuera. Vámonos de aquí.

Kangin respiró hondo, como si estuviese irritado.

–El problema no es que haya gente. El problema es el sol.

–¿Y qué problema puedes tener con el sol?

Dudó unos instantes antes de abrir la boca y pasarse la lengua sobre unos colmillos largos y afilados.


¡Maravilloso es un vampiro!

–¡No, no, no y no! –El cuerpo de Leeteuk era presa de continuos estremecimientos de terror y le estaba costando un esfuerzo supremo contener los chillidos–. ¿Vas a chuparme la sangre?

Él alzó una ceja en un gesto sarcástico.

–¿Es que tengo pinta de abogado?

Leeteuk ignoró el mordaz comentario.

–¿Vas a matarme?

Él soltó un suspiro exasperado y su rostro adoptó una expresión irritada.

–Si tuviese intención de hacerlo, ¿no crees que ya estarías muerto?

Se acercó a él y le ofreció un amago de sonrisa maliciosa que Leeteuk reconoció como un intento de intimidación. Y vaya si funcionó.

Kangin alzó la mano que tenía libre para acariciarle la piel del cuello, bajo la que latía la yugular. El roce, ligero como una pluma, provocó una oleada de escalofríos por todo su cuerpo.

–Puestos a pensarlo, podría dejarte seco y después arrancarte la mano de un bocado, para librarme de ti.

Aterrorizado, abrió los ojos de par en par.

–Pero… estás de suerte; tampoco tengo intención de hacer eso.

–Deja el sarcasmo, ¿vale? –balbució con el corazón desbocado, ya que no estaba muy seguro de que estuviese bromeando y de que en el momento menos pensado, se abalanzara sobre él con el rostro desencajado y comenzara a chuparle la sangre–. Me resulta difícil hacer frente a esta situación. Ponte en mi lugar. Lo único que hice fue ir a casa de Heechul para sacar a su perro porque si no iba a hacerse pis en su cama. De ahí pasé a ser golpeado en la cabeza y he acabado encadenado a un vampiro. Perdóname si parezco un poco trastornado en este momento.

Para su sorpresa, Kangin alzó una mano y dio un paso hacia atrás.

–Tienes razón. Supongo que no estás acostumbrado a que la gente te ataque sin motivo aparente.

Por su tono, Leeteuk supo que él –muy al contrario– tenía una amplia experiencia en encontrarse en medio de este tipo de situaciones.

Kangin le respondió con una sonrisa forzada que no le llegó a los ojos.

–Si te sirve de consuelo, no me alimento de humanos.

Por alguna razón, la confesión sirvió para mejorar su ánimo. No es que acabara de creérselo pero, aun así, se sentía más tranquilo.

–Entonces, ¿eres como Ángel?

Él puso los ojos en blanco.

–Ves demasiada televisión –murmuró y añadió en voz más alta–: Ángel tiene alma. Yo no.

–Me estás asustando de nuevo.

La expresión de su rostro indicó que estaba pensando en lo que le había dicho antes: «Nene, todavía no has visto nada escalofriante».

Volvió a mirar al pasillo.

–De acuerdo. Vamos a tener que salir corriendo antes de que el sol avance. –Kangin le dedicó una mirada penetrante–. El problema más grave es que no sé adónde lleva este pasillo. En el caso de que nos condujera a un lugar al aire libre y sufriera una agonizante muerte por combustión espontánea, necesitaría que me hicieras un favor.

–¿Un favor? –preguntó con incredulidad. Desde luego qué cojones tenía el hombre. Lo intimidaba, lo amenazaba ¿y se atrevía, después de todo, a pedirle un favor?–. Claro, ¿por qué no? –le preguntó.

Se quitó el anillo que llevaba en la mano derecha y se lo ofreció.

–Necesito que lo guardes y que busques un árbol.

Leeteuk miró el anillo con el ceño fruncido. Estaba rayado y tenía bastantes abolladuras, lo que indicaba que había sido bastante maltratado. O que la mano que adornaba había sufrido muchas vicisitudes.

Estaba claro que era una joya antigua y muy valiosa. ¿Por qué se lo confiaba a él? Sin saber muy bien qué hacer con él, se lo metió en el bolsillo de los vaqueros.

–¿Sirve cualquier árbol? –le preguntó.

–Cualquiera. Cuando estés debajo del árbol, pronuncia las siguientes palabras: «Artemisa, yo te invoco en tu forma humana».

–Artemis…

Kangin le puso la mano sobre los labios.

–Por Zeus, no lo digas hasta que yo haya desaparecido. Una vez hayas pronunciado las palabras, espera hasta aparezca una mujer pelirroja, muy alta, y le dices que necesitas protección frente a Changsu.

Leeteuk arqueó una ceja.

–¿Quieres que invoque a una diosa para que me proteja?

 –Si no lo haces, os atrapará a ti y a tu hermano.

–¿Es que te importa?

–Mi trabajo consiste en proteger a los humanos de los Daimons; eso es lo que hace un Dark Hunter

Aunque había adoptado una expresión dura, sus ojos brillaban de un modo que le decía que tras aquella historia se ocultaba mucho más.

–¿Qué son los Daimons? –le preguntó.

–Son vampiros con sobredosis de esteroides y complejo de dioses. Prométeme que lo harás.

¿Por qué no? Era una petición muy extraña pero, teniendo en cuenta que estaba encadenado con unos grilletes a un vampiro, ¿quién era él para decidir lo que era extraño y lo que no?

–Vale.

–Bien. Ahora, salgamos de aquí a toda prisa.

Antes de que pudiera contestar, Kangin agarró el grillete que rodeaba su muñeca y corrió hacia la derecha, siguiendo el pasillo. Mientras corrían sobre el suelo oxidado, Leeteuk se dio cuenta que estaban en una especie de fábrica abandonada.

Al final del pasillo encontraron unas escaleras que bajaban al piso inferior. Kangin tiró de él hasta llegar al último escalón y aparecieron en una habitación enorme con suelo de cemento. Las antiguas paredes metálicas estaban abolladas y los rayos del sol se filtraban a través de las grietas.

El Dark Hunter retrocedió hasta quedar en las sombras, lejos de la luz. Su rostro parecía ligeramente quemado por el sol pero, en conjunto, no se veía muy mal tras su loca carrera.

–¿Y ahora qué? –le preguntó mientras recobraba el aliento.

Él ni siquiera tenía la respiración alterada. Había clavado los ojos en su cuerpo con sumo interés y le miraba de forma un tanto… ardiente.

–Ahora echo en falta un móvil o una línea de metro. Sabía que debería haber aceptado la plaza de Nueva York.

Confundido, Leeteuk alzó la mirada.

–¿Plaza? ¿A qué te refieres? ¿Es que lo de cazar es un empleo regularizado?

–Sí, incluso me pagan.

–¿Quién te paga?

En lugar de contestar, Kangin alzó una mano indicando que guardara silencio; un gesto que estaba empezando a cabrearle. Básicamente, porque siempre presagiaba algún tipo de problema. Y ya estaba cansado de enfrentarse a los problemas de Heechul.

Dos segundos después, se escucharon los pasos de alguien que rodeaba el edificio desde el exterior. Kangin lo ocultó entre las sombras, junto a él, mientras escuchaban con atención. Había colocado el brazo libre alrededor de sus hombros, para poder mantenerlo pegado a su cuerpo.

Leeteuk se quedó petrificado cuando su espalda se apoyó por completo en el pecho masculino y le asaltó una oleada de inoportuno deseo. La tibieza que emanaba del cuerpo de Hunter le ayudaba a entrar en calor, y esa aura de virilidad y poder masculino la subyugaban. Y aún más inquietante era el agradable aroma a cuero y sándalo que comenzaba a invadir sus sentidos.

Deseaba a este hombre.

¿Estás loco? ¡Este tipo es un vampiro!

Vale, pero un vampiro que está como un tren.



3 comentarios:

  1. Ohhhh cada vez se pone más interesante quién será el que esta afuera Heechul? Dhdkdkdld espero con ansias otro Capi y que Kangin se enciente con Hyukkie *^*

    ResponderEliminar
  2. Independiente del peligro en el que estan,su situación me da mucha risa,son un par de locos
    y ese Changsu esta aun más loco,tiene instintos de cazador,y aqui el unico casador es Kangin
    entre su situación y kangin,al final a teuk le gustara todo lo relacionado con el tema principal de su familia.....xD

    ResponderEliminar
  3. Un vampiro?? no creo que solo sea un vampiro, yo también quiero saber de una vez toda la verdad sobre Kangin, además pensé que era inmortal? o es que solo se desvanece y luego vuelve a aparecer. Todo esto me tiene intrigada, al menos Teukie se distrae con Kangin xD

    Además que es eso de que le pagan, tengo muchas preguntas, tendré que tener calma porque primero hay que deshacerse de Changsu y luego ya vemos que pasa con ellos.

    Gracias por la actu ^^

    ResponderEliminar

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...