Leeteuk se alegraba que le hubieran cogido a él por error,
ya que Heechul no habría dudado en hacer cualquier maniobra kamikaze que lo
hubiese llevado a la muerte. Alzó la mirada para observar al Dark Hunter y
frunció aún más el ceño. ¿Cómo es que conocía a Heechul? Y pensándolo bien,
¿cómo es que podía distinguirlos cuando su propia madre tenía problemas para
hacerlo?
–¿Eres uno de los amigos de mi hermano?
Él le miró sin ningún tipo de expresión antes de ayudarlo a
ponerse en pie.
–No –contestó mientras se daba pequeñas palmaditas en el
pecho, las caderas, la espalda y las piernas.
Leeteuk intentó no fijarse en ese cuerpo tan increíblemente
atlético cuando su mano fue arrastrada por el grillete. Pero, al rozar por
accidente la parte interna de su muslo, creyó que acabaría gimiendo. Ese hombre
había sido creado para disfrutar del sexo y de la velocidad. Una lástima que no
fuese su tipo. De hecho, era la antítesis de lo que encontraba deseable en un
hombre.
¿O no?
El Dark Hunter lanzó una maldición.
–Por supuesto, me ha quitado el teléfono –murmuró, antes de
moverse y arrastrarlo con él hasta la puerta.
Después de comprobar el pomo de la cerradura, observó
atentamente los goznes. Leeteuk arqueó una ceja al ver que se desataba la bota
izquierda y se la quitaba.
–¿Qué estás haciendo? ¿Preparándote para darte un chapuzón?
Él le contestó con una sonrisilla de suficiencia antes de
inclinarse para recoger la bota del suelo.
–Intentando salir de aquí. ¿Y tú? –Intentando no irritarme
por tu presencia.
Una chispa de diversión se reflejó en sus ojos antes de
concentrarse de nuevo en la puerta.
Leeteuk observó cómo apretaba una de las extrañas
incrustaciones plateadas del talón de la bota y, de repente, una afilada hoja
de unos doce centímetros surgió de la puntera. Definitivamente, este tipo era
de los que le gustaban a su hermano. Comenzó a preguntarse si también llevaría
shurikens en los bolsillos.
–Ooooh –exclamó con sequedad–. Escalofriante.
Él le miró muy serio.
–Nene, aún no has visto nada escalofriante.
Leeteuk sonrió ante su comportamiento de chico duro y soltó un bufido.
Él le ignoró. Usando la hoja retráctil, intentó hacer saltar
los goznes oxidados.
–Vas a romper la hoja si no tienes cuidado –le advirtió.
Él lo miró con una ceja alzada.
–No hay nada en este mundo que pueda romper esta hoja.
–Apretó los dientes y golpeó la bota con el puño–. Y parece ser que tampoco hay
nada en este mundo que mueva los goznes. –Pero siguió intentándolo un poco
más–. ¡Joder! –masculló dándose por vencido. Replegó la hoja y se inclinó para
ponerse de nuevo la bota. La parte de atrás del abrigo se abrió al moverse y
Leeteuk fue premiado con una encantadora vista de su trasero.
¡Uf, sí! Bonito culo.
La boca se le secó cuando lo vio alzarse de nuevo.
Vaya, vaya, vaya.
Vale, lo retiro. Sí que tenía un rasgo que le resultaba
irresistible: su altura. Siempre le habían chiflado los hombres altos.
–¿Cómo es que conoces a mi hermano? –le preguntó, intentando
mantener sus pensamientos ocupados en esa cuestión y no en lo mucho que deseaba
probar esos labios tan apetecibles.
–Lo conozco porque no deja de cruzarse en mi camino. –Volvió
a dar un tirón a los grilletes–. ¿Qué les pasa a los humanos que tienen una
necesidad constante de meterse en asuntos que deberíais ignorar?
–Yo no me meto en asuntos que… –su voz se desvaneció cuando
las palabras que él acababa de pronunciar penetraron en su cerebro–. «Humanos»,
¿a nosotros los humanos? ¿Por qué has dicho eso?
El tipo no contestó.
–Mira –siguió Leeteuk, alzando el brazo para mostrarle el
grillete–. Estoy encadenado a ti y quiero una respuesta.
–No, tú no quieres ninguna respuesta.
Vale, eso sí que no. Aborrecía a los machos alfa. Esos tipos
dominantes que parecían decir con su actitud «Yo soy el macho, nene: yo
conduzco» le daban arcadas.
–Muy bien, machoman –le dijo irritado–. No soy ningún
descerebrado que se dedique a hacer ojitos y pestañear a los chulos vestidos de
cuero. No intentes tus tácticas de musculitos conmigo.
Kangin lo miró con el ceño fruncido.
–¿Machoman? –repitió, incrédulo.
Jamás en su extremadamente larga vida se había encontrado
con alguien que tuviera la osadía de enfrentarse a él. Durante su etapa mortal,
había conseguido que ejércitos enteros de romanos huyeran aterrorizados antes
de llegar a enfrentarse a ellos. Pocos hombres se habían atrevido a mirarlo
frente a frente. Desde que se convirtiera en Dark Hunter, legiones de Daimons y
apolitas temblaban ante su mera presencia. Su nombre era susurrado con temor y
reverencia, y este joven acababa de llamarlo…
–Chulo vestido de cuero –repitió en voz alta–. Creo que
jamás me había sentido tan insultado.
–Entonces es que has sido hijo único.
Él soltó una carcajada por el comentario. En realidad, había
tenido tres hermanas más pequeñas que él, pero ninguna se había atrevido a
insultarlo nunca.
Deslizó la mirada por el cuerpo de su acompañante. No era
una belleza clásica, pero esos ojos le conferían una apariencia exótica y le
recordaban los de una hechicera. El pelo, de color caoba, pero habían sido esos
ojos cafe los que lo cautivaron. Cálidos e inteligentes, lo observaban,
entornados, con una mirada maliciosa.
A pesar del peligro en el que se encontraban, Kangin se
preguntaba si tendría la misma apariencia después de toda una noche entera de
puro sexo agotador. Se imaginaba esos ojos oscurecidos por la pasión, el pelo
enredado, las mejillas enrojecidas por el roce de su barba y los labios húmedos
e hinchados por sus besos.
La idea hizo que su cuerpo se incendiase.
Hasta que sintió el familiar cosquilleo en la nuca.
–Pronto amanecerá.
–¿Cómo lo sabes?
–Lo sé. –Tiró de él hasta ponerla en pie y comenzó a
examinar los herrumbrosos muros en busca de una salida–. Una vez que nos
liberen tendremos que encontrar el modo de librarnos de los grilletes.
–Gracias por señalar lo obvio. –Leeteuk miró la herida que
tenía en el costado y que se veía a través del desgarrón de la camisa–. Antes
necesitas que te miren eso.
–No quiera Dios que me desangre hasta morir, ¿eh? –preguntó
con ironía–. Porque si no, tendrás que arrastrar mi pútrido cadáver.
Leeteuk arrugó la nariz, asqueado.
–¿Podrías ser un poco más morboso? ¡Jesús! ¿Quién era el
ídolo de tu infancia?, ¿Boris Karloff?
–En realidad era Hannibal.
–Estás intentando asustarme, ¿no es cierto? –preguntó–. Pues
que sepas que no va a funcionar. Crecí en una casa con dos hermanas que solían
invocar demonios por el placer de luchar con ellos. He visto de todo y tu humor
negro no funciona conmigo.
Antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo, Leeteuk
agarró el borde de la camisa y la alzó. Se quedó helado al ver su estómago
desnudo. Era liso y duro, con unos fantásticos abdominales, bien marcados, que
cualquier atleta envidiaría. Pero lo que lo dejó boquiabierto fueron las
cicatrices que le cubrían la piel.
Y, lo que parecía peor, la horrible herida que le atravesaba
el costado y que llegaba por debajo las costillas.
–¡Dios santo!, ¿qué te ha pasado?
Él se bajó la camisa de un tirón y se alejó.
–Si te refieres a las cicatrices, tardaría años en contártelo.
Si lo dices por la herida, me la hizo un apolita de unos trece años al que
confundí con un niño que necesitaba ayuda.
–¿Te tendieron una trampa?
Él se encogió de hombros.
–No es la primera vez.
Leeteuk tragó saliva y lo miró de la cabeza a los pies. Lo
rodeaba un aura poderosa y letal. Se movía como un depredador ágil y sigiloso,
y esos ojos… Parecían fijarse no sólo en lo que se veía a simple vista. Esos
crueles ojos negros brillaban de forma espectral.
Y le robaban el aliento cada vez que se posaban en él. Nunca
había visto a un hombre rubio con unos ojos tan oscuros.
–¿Qué es un Dark Hunter? –le preguntó–. ¿Se parece en algo a
Buffy, la Cazadora de Vampiros?
Él se rió.
–Sí. Soy una adolescente bajita y emancipada que vaga por
ahí luchando contra los vampiros, con unos pendientes que los malos utilizarían
para desgarrarme las orejas y tirar de ellos hasta…
–Ya sé que no eres una chica, pero ¿qué es un Dark Hunter?
Dejo escapar un suspiro y tiró de él para continuar
examinando las paredes de la habitación en busca de una puerta oculta.
–Resumiendo: acabo con las criaturas que merodean durante la
noche.
Leeteuk sintió un escalofrío al escuchar su somera
explicación, pero supo que había mucho más. Parecía un tipo letal, aunque no había
en él rastro alguno de crueldad o vileza.
–¿Por qué quieres matar a Changsu?
Él le miró un instante antes de intentar forzar la puerta de
nuevo. Sacudió con tanta fuerza el pomo que a Leeteuk le sorprendió que no
arrancara la cerradura de cuajo.
–Porque no sólo se dedica a matar humanos, también roba sus
almas.
Leeteuk se tensó al escucharlo.
–¿Eso es cierto?
–Acabas de decir que lo has visto todo –se burló él–. Dímelo
tú.
Leeteuk sintió el repentino deseo de estrangularlo. Jamás en
su vida se había encontrado con un tipo más engreído y exasperante.
–¿Por qué acabo siempre metido en todos estos fenómenos
paranormales? –se preguntó en un murmullo–. ¿Es demasiado pedir un día normal y
corriente?
–La vida rara vez es como desearíamos que fuese.
Lo miró con el ceño fruncido, confundido por el extraño tono
de voz. Kangin ladeó la cabeza y alzó la mano para indicarle que guardara
silencio. El pomo de la puerta hizo un sonido metálico.
–Toc, toc –dijo Changsu–. Tenéis todo el día para buscar refugio.
Cuando caiga la noche saldremos de caza.
–Sí, sí –contestó Hunter–. Tú y tu perrito, supongo.
El tono jovial sorprendió a Leeteuk. Las inquietantes
palabras de Changsu no habían hecho mella en él.
–¿No te asustan sus amenazas?
Hunter lo miró con severidad.
–Cariño, el día que alguien como él consiga asustarme, me
pondré de rodillas y le daré mi puñal para que me arranque el corazón. Lo que
temo es el momento de enfrentarnos a tu hermano y convencer a la Reina de la
Testarudez de que se mantenga alejado de todo esto hasta que yo sea capaz de
locaAmberr a Changsu y mandar su alma al olvido, que es donde debe estar.
Leeteuk se rió, a pesar del peligro que les rodeaba.
–¿La Reina de la Testarudez? Ya veo que conoces muy bien a Heechul.
Kangin hizo caso omiso de su comentario mientras utiAmberba
su cuerpo para protegerlo y abría la puerta con precaución. Acto seguido, se
detuvo y echó un vistazo.
Al otro lado de la puerta se extendía un estrecho pasillo,
flanqueado por enormes ventanas cubiertas de una espesa capa de polvo que
oscurecía la luz del sol del amanecer.
–Joder –gruñó Kangin en voz baja, mientras volvía a entrar a
la habitación.
–¿Qué pasa? –preguntó Leeteuk con el corazón desbocado a
causa del terror–. ¿Hay alguien ahí fuera?
–No.
–Entonces vámonos –dijo, encaminándose hacia la puerta.
Él no se movió ni un milímetro. Con los dientes apretados
volvió a mirar el pasillo y dijo algo en un idioma que Leeteuk desconocía.
–¿Cuál es el problema? –preguntó–. Está amaneciendo y no hay
nadie ahí fuera. Vámonos de aquí.
Kangin respiró hondo, como si estuviese irritado.
–El problema no es que haya gente. El problema es el sol.
–¿Y qué problema puedes tener con el sol?
Dudó unos instantes antes de abrir la boca y pasarse la
lengua sobre unos colmillos largos y afilados.
¡Maravilloso es un vampiro!
–¡No, no, no y no! –El cuerpo de Leeteuk era presa de
continuos estremecimientos de terror y le estaba costando un esfuerzo supremo
contener los chillidos–. ¿Vas a chuparme la sangre?
Él alzó una ceja en un gesto sarcástico.
–¿Es que tengo pinta de abogado?
Leeteuk ignoró el mordaz comentario.
–¿Vas a matarme?
Él soltó un suspiro exasperado y su rostro adoptó una
expresión irritada.
–Si tuviese intención de hacerlo, ¿no crees que ya estarías
muerto?
Se acercó a él y le ofreció un amago de sonrisa maliciosa
que Leeteuk reconoció como un intento de intimidación. Y vaya si funcionó.
Kangin alzó la mano que tenía libre para acariciarle la piel
del cuello, bajo la que latía la yugular. El roce, ligero como una pluma,
provocó una oleada de escalofríos por todo su cuerpo.
–Puestos a pensarlo, podría dejarte seco y después
arrancarte la mano de un bocado, para librarme de ti.
Aterrorizado, abrió los ojos de par en par.
–Pero… estás de suerte; tampoco tengo intención de hacer
eso.
–Deja el sarcasmo, ¿vale? –balbució con el corazón desbocado,
ya que no estaba muy seguro de que estuviese bromeando y de que en el momento
menos pensado, se abalanzara sobre él con el rostro desencajado y comenzara a
chuparle la sangre–. Me resulta difícil hacer frente a esta situación. Ponte en
mi lugar. Lo único que hice fue ir a casa de Heechul para sacar a su perro
porque si no iba a hacerse pis en su cama. De ahí pasé a ser golpeado en la
cabeza y he acabado encadenado a un vampiro. Perdóname si parezco un poco
trastornado en este momento.
Para su sorpresa, Kangin alzó una mano y dio un paso hacia
atrás.
–Tienes razón. Supongo que no estás acostumbrado a que la
gente te ataque sin motivo aparente.
Por su tono, Leeteuk supo que él –muy al contrario– tenía
una amplia experiencia en encontrarse en medio de este tipo de situaciones.
Kangin le respondió con una sonrisa forzada que no le llegó
a los ojos.
–Si te sirve de consuelo, no me alimento de humanos.
Por alguna razón, la confesión sirvió para mejorar su ánimo.
No es que acabara de creérselo pero, aun así, se sentía más tranquilo.
–Entonces, ¿eres como Ángel?
Él puso los ojos en blanco.
–Ves demasiada televisión –murmuró y añadió en voz más
alta–: Ángel tiene alma. Yo no.
–Me estás asustando de nuevo.
La expresión de su rostro indicó que estaba pensando en lo
que le había dicho antes: «Nene, todavía no has visto nada escalofriante».
Volvió a mirar al pasillo.
–De acuerdo. Vamos a tener que salir corriendo antes de que
el sol avance. –Kangin le dedicó una mirada penetrante–. El problema más grave
es que no sé adónde lleva este pasillo. En el caso de que nos condujera a un
lugar al aire libre y sufriera una agonizante muerte por combustión espontánea,
necesitaría que me hicieras un favor.
–¿Un favor? –preguntó con incredulidad. Desde luego qué
cojones tenía el hombre. Lo intimidaba, lo amenazaba ¿y se atrevía, después de
todo, a pedirle un favor?–. Claro, ¿por qué no? –le preguntó.
Se quitó el anillo que llevaba en la mano derecha y se lo
ofreció.
–Necesito que lo guardes y que busques un árbol.
Leeteuk miró el anillo con el ceño fruncido. Estaba rayado y
tenía bastantes abolladuras, lo que indicaba que había sido bastante
maltratado. O que la mano que adornaba había sufrido muchas vicisitudes.
Estaba claro que era una joya antigua y muy valiosa. ¿Por
qué se lo confiaba a él? Sin saber muy bien qué hacer con él, se lo metió en el
bolsillo de los vaqueros.
–¿Sirve cualquier árbol? –le preguntó.
–Cualquiera. Cuando estés debajo del árbol, pronuncia las
siguientes palabras: «Artemisa, yo te invoco en tu forma humana».
–Artemis…
Kangin le puso la mano sobre los labios.
–Por Zeus, no lo digas hasta que yo haya desaparecido. Una
vez hayas pronunciado las palabras, espera hasta aparezca una mujer pelirroja,
muy alta, y le dices que necesitas protección frente a Changsu.
Leeteuk arqueó una ceja.
–¿Quieres que invoque a una diosa para que me proteja?
–Si no lo haces, os
atrapará a ti y a tu hermano.
–¿Es que te importa?
–Mi trabajo consiste en proteger a los humanos de los
Daimons; eso es lo que hace un Dark Hunter
Aunque había adoptado una expresión dura, sus ojos brillaban
de un modo que le decía que tras aquella historia se ocultaba mucho más.
–¿Qué son los Daimons? –le preguntó.
–Son vampiros con sobredosis de esteroides y complejo de
dioses. Prométeme que lo harás.
¿Por qué no? Era una petición muy extraña pero, teniendo en
cuenta que estaba encadenado con unos grilletes a un vampiro, ¿quién era él
para decidir lo que era extraño y lo que no?
–Vale.
–Bien. Ahora, salgamos de aquí a toda prisa.
Antes de que pudiera contestar, Kangin agarró el grillete
que rodeaba su muñeca y corrió hacia la derecha, siguiendo el pasillo. Mientras
corrían sobre el suelo oxidado, Leeteuk se dio cuenta que estaban en una
especie de fábrica abandonada.
Al final del pasillo encontraron unas escaleras que bajaban
al piso inferior. Kangin tiró de él hasta llegar al último escalón y
aparecieron en una habitación enorme con suelo de cemento. Las antiguas paredes
metálicas estaban abolladas y los rayos del sol se filtraban a través de las
grietas.
El Dark Hunter retrocedió hasta quedar en las sombras, lejos
de la luz. Su rostro parecía ligeramente quemado por el sol pero, en conjunto,
no se veía muy mal tras su loca carrera.
–¿Y ahora qué? –le preguntó mientras recobraba el aliento.
Él ni siquiera tenía la respiración alterada. Había clavado
los ojos en su cuerpo con sumo interés y le miraba de forma un tanto… ardiente.
–Ahora echo en falta un móvil o una línea de metro. Sabía
que debería haber aceptado la plaza de Nueva York.
Confundido, Leeteuk alzó la mirada.
–¿Plaza? ¿A qué te refieres? ¿Es que lo de cazar es un
empleo regularizado?
–Sí, incluso me pagan.
–¿Quién te paga?
En lugar de contestar, Kangin alzó una mano indicando que
guardara silencio; un gesto que estaba empezando a cabrearle. Básicamente,
porque siempre presagiaba algún tipo de problema. Y ya estaba cansado de enfrentarse
a los problemas de Heechul.
Dos segundos después, se escucharon los pasos de alguien que
rodeaba el edificio desde el exterior. Kangin lo ocultó entre las sombras,
junto a él, mientras escuchaban con atención. Había colocado el brazo libre
alrededor de sus hombros, para poder mantenerlo pegado a su cuerpo.
Leeteuk se quedó petrificado cuando su espalda se apoyó por
completo en el pecho masculino y le asaltó una oleada de inoportuno deseo. La
tibieza que emanaba del cuerpo de Hunter le ayudaba a entrar en calor, y esa
aura de virilidad y poder masculino la subyugaban. Y aún más inquietante era el
agradable aroma a cuero y sándalo que comenzaba a invadir sus sentidos.
Deseaba a este hombre.
¿Estás loco? ¡Este tipo es un vampiro!
Vale, pero un vampiro que está como un tren.
Ohhhh cada vez se pone más interesante quién será el que esta afuera Heechul? Dhdkdkdld espero con ansias otro Capi y que Kangin se enciente con Hyukkie *^*
ResponderEliminarIndependiente del peligro en el que estan,su situación me da mucha risa,son un par de locos
ResponderEliminary ese Changsu esta aun más loco,tiene instintos de cazador,y aqui el unico casador es Kangin
entre su situación y kangin,al final a teuk le gustara todo lo relacionado con el tema principal de su familia.....xD
Un vampiro?? no creo que solo sea un vampiro, yo también quiero saber de una vez toda la verdad sobre Kangin, además pensé que era inmortal? o es que solo se desvanece y luego vuelve a aparecer. Todo esto me tiene intrigada, al menos Teukie se distrae con Kangin xD
ResponderEliminarAdemás que es eso de que le pagan, tengo muchas preguntas, tendré que tener calma porque primero hay que deshacerse de Changsu y luego ya vemos que pasa con ellos.
Gracias por la actu ^^