Dark Pleasures (DH2)- Capítulo 6




–¡Dios mío! ¿Acabas de responder una pregunta? Cielos, será mejor que llamemos urgentemente a Keunjung antes de que te desplomes muerto, o no-muerto, o lo que sea que os pase a los vampiros.

–Ja, ja –le contestó Hunter con una sonrisa.

Joder, cuando sonríe es un vampiro muy sensual…

 –¿Minho sabe lo que eres? –le preguntó.

–Sólo las personas que necesitan saber lo que soy tienen esa información.

Leeteuk sopesó su respuesta durante un instante.

–Supongo que, en ese caso, me encuentro entre los privilegiados.

–«Malditos» sería más apropiado.

–No –dijo Leeteuk al analizarlo más a fondo–. Cuando dejas el sarcasmo de lado y no te comportas de forma terrorífica ni dictatorial, no resulta tan insoportable estar a tu lado. –Y añadió con malicia–: Claro que, desde que te conozco, ésas han sido tus actitudes más habituales, exceptuando quizás un par de ocasiones, de modo que… ¿quién soy yo para juzgarte?

El rostro de Hunter se suavizó.

–No sé tú, pero yo necesito dormir. Ha sido una noche muy larga y estoy exhausto.

Leeteuk también se encontraba bastante cansado pero, al observar el sofá de piel sintética, se dio cuenta de que no podrían dormir allí los dos juntos.

Hunter le dedicó una sonrisa.

–Para ti el sofá; yo duermo en el suelo.

–¿Podrás?

–He dormido en sitios peores.

–Sí, pero ¿no necesitas un ataúd?

Hunter le miró con una chispa de diversión en los ojos, pero no dijo nada al acercarse al sofá. Leeteuk no había hecho más que tumbarse cuando se dio cuenta de que no iba a funcionar.

–Esto es muy incómodo. No puedo dormir con el brazo colgando y además necesito un sofá el doble de largo que éste.

–¿Y qué sugieres?

Agarró la manta y la almohada y se estiró en el suelo, a su lado.

Kangin se encogió cuando la cercanía de sus cuerpos le hizo ser consciente del calor que desprendía Leeteuk. Lo peor era que para poder dormir con comodidad, tendría que pasarle el brazo por la cintura.

Como si fuesen amantes.

La idea lo atravesó y se clavó en su corazón con tal impacto que durante un minuto se olvidó de respirar. En ese momento, recordó la última vez que había cometido el error de acercarse a un joven y bajar la guardia. De forma involuntaria, acudieron a él las imágenes de la sangre y los recuerdos de un dolor brutal e interminable. La sensación fue tan real que volvió a encogerse.

Eso es el pasado, se dijo a sí mismo. Recuerdos que son historia.

Pero algunas cosas resultan imposibles de olvidar. Y ni siquiera un hombre con poderes psíquicos hiperdesarrollados podía enterrarlas.

No pienses en lo que sucedió.

No era momento para recordar. Tenía que ser práctico. Changsu iría tras él en cuanto cayera la noche y, si quería salvar a Leeteuk y a su hermano, tendría que estar bien despierto y alerta.

Cerró los ojos y se obligó a relajarse.

Hasta que Leeteuk se movió y su trasero le rozó la entrepierna.

Kangin apretó los dientes. Se sentía a punto de estallar en llamas tan sólo por el aroma que desprendía. Hacía tanto tiempo que no se acostaba con alguien… Tanto tiempo desde que se atreviera a cerrar los ojos con un joven a su lado…

La necesidad era una puta traicionera. Pero ya había aprendido la lección mientras luchaba contra los romanos. Tragó saliva y se obligó a dejar la mente en blanco. Concéntrate, se dijo, echando mano de su firme entrenamiento militar. Es hora de descansar.

Leeteuk se tensó cuando Hunter se movió y se acomodó tras él. Cuando le pasó el brazo por encima se le aceleró el corazón. Ese cuerpo fuerte y esbelto presionaba su espalda de un modo muy inquietante.

¡Estás acostado con un vampiro!

No. Es un Dark Hunter. Aunque todavía no tenía muy clara la diferencia. Pero ya lo aclararía. Encontraría el modo de hacerlo.

Durante horas, permaneció tendido, escuchando la respiración de Hunter. Supo el momento exacto en el que por fin se quedó dormido.

Escuchaba los ruidos de la gente que iba y venía por el pasillo del despacho de Keunjung y las voces de los conserjes, informando a través del sistema de megafonía o llamando a los doctores. Poco después del mediodía, Keunjung le trajo el almuerzo, pero no quiso que despertara a Hunter. Se comió la mitad del sándwich y continuó echado en el suelo, preguntándose cómo podría sentirse tan seguro junto a un vampiro al que apenas conocía.

Giró con cuidado para quedar tendido de espaldas y poder observarlo. Era magnífico. El pelo le caía sobre los ojos mientras dormía y sus facciones tenían un encanto muy juvenil. Observó su boca y recordó el sabor y las poderosas sensaciones que había despertado en él cuando se posó en su cuello. Lo habían besado en más ocasiones de las que podía recordar, pero ningún hombre había conseguido que sintiera aquello. El roce de la boca de Hunter sobre la suya había incendiado su cuerpo.

¿Cómo lo hacía? ¿Qué tenía Hunter que despertaba su deseo hasta extremos casi dolorosos en contra de su voluntad? ¿Tendría algo que ver con sus poderes de inmortal?

Él no era un ninfómano. Llevaba una vida sexual saludable y muy normal, no demasiado esporádica pero tampoco excesiva. Aun así, cada vez que lo miraba deseaba tocar su piel, sus labios, su pelo…

¿Qué le estaba pasando?

Destiérralo de tu mente. Cerró los ojos y comenzó a contar desde el cien hacia atrás. Cuando llegó a menos sesenta, se dio cuenta de que era inútil.

Hunter murmuró en sueños y se acurrucó más contra él. Le apretó la mano con fuerza un momento antes de abrazarlo hasta rodearlo por completo con su cuerpo. Susurró algo en una lengua extraña y se quedó quieto, aún dormido profundamente.

El corazón de Leeteuk latía desbocado. Nadie le había abrazado nunca de ese modo. De forma tan posesiva; tan completa. Se sentía protegido, rodeado por su fuerza. Lo más extraño de todo era que, en el fondo, le gustaba la situación mucho más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Finalmente se quedó dormido, acurrucado entre sus brazos.

Leeteuk se despertó y sintió que la pierna de Hunter descansaba entre sus muslos y que una de sus manos, que parecía quemarle con su contacto, vagaba bajo su sudadera, acariciándole el estómago. Le estaba abrazando con tanta fuerza que le costaba trabajo respirar.

–Te he echado de menos –susurró con ternura, segundos antes de deslizar la mano por su pecho.

Leeteuk dejó escapar un siseo de placer al sentir que sus dedos le acariciaban trazando lentos círculos, despertando su deseo y marcándolo como si se tratase de un hierro candente. Le costaba un enorme esfuerzo permanecer tendido de costado y no darse la vuelta para besarlo.

–Junho –jadeó Kangin dulcemente.

–¡Eh! –exclamó Leeteuk. Al llamarlo por el nombre de otra persona se había sentido ofendido hasta el alma. ¿Cómo se atrevía? Si quería meterle mano, joder, ya podría recordar con quién estaba–. ¿Qué estás haciendo?

Kangin se tensó al despertarse por completo y abrir los ojos. Fue consciente del pecho suave y cálido que estaba acariciando e, inmediatamente después, de un dolor punzante que le exigía buscar un alivio inmediato.

¡Mierda!

Apartó la mano como si se hubiese quemado. ¿Qué coño estaba haciendo?

Su trabajo era protegerlo, no tocarlo. Y menos aún cuando parecía encajar a la perfección entre sus brazos. La última vez que había cometido ese error con un joven le había costado el alma.

Leeteuk percibió la confusión en el rostro de Hunter mientras se separaba de él y se incorporaba hasta quedar sentado.

–¿Quién es Junho? –preguntó.

El odio llameó en sus ojos.

–Nadie.

Vale, no le gustaba mucho el tal Junho cuando estaba despierto, pero hacía un momento… Hunter se puso en pie despacio y le ayudó a levantarse.

–No tenía intención de dormir tanto. Casi está anocheciendo.

–¿Lo tuyo con el sol es algún tipo de conexión psíquica extraña?

–Puesto que mi vida se rige por su presencia o su ausencia, sí. –Tiró de él mientras se dirigía hacia la puerta–. Entonces, ¿conoces a alguien que puede ayudarnos a librarnos de esto?

–Sí. Deberían estar en casa, ¿quieres que llame para comprobarlo?

–Sí.

Leeteuk se acercó al escritorio, cogió el teléfono y llamó a Lee Donghae.

–Hola, Hae –lo saludó tan pronto como Donghae cogió el auricular–. Soy Leeteuk. ¿Vais a estar en casa esta noche? Necesito pediros un favor.

–Claro. Mis suegros estarán aquí un rato, pero así los niños estarán entretenidos. ¿Quieres pedirme…?

–Por teléfono no. No tardaremos.

–¿Quiénes? –preguntó Donghae.

–Iré con un amigo, si no te importa.

–No, para nada.

–Gracias. Hasta ahora. –Y colgó el teléfono.

–Vale –le dijo a Hunter–. Viven pasando St. Charles. ¿Conoces el lugar?

Antes de que él contestara, Keunjung entró en el despacho con un maletín negro en la mano.

–Hola –le dijo a Hunter–. Suponía que ya estarías despierto. Un chico llamado Minho vino hace un par de horas y dejó esto para ti.

–Gracias –le contestó Hunter mientras cogía el maletín. Lo dejó sobre el escritorio y lo abrió.

A Leeteuk casi se le salieron los ojos de las órbitas al ver el contenido: dos pistolas pequeñas, una repetidora, un par de pistoleras, un móvil, tres navajas de aspecto peligroso y unas gafas de sol pequeñas y de cristales muy oscuros.

–Keunjung –le dijo Hunter, con un tono tan amistoso que extrañó a Leeteuk–, tú sí que vales. –Espero que Minho no haya olvidado nada.

–No, no. Lo ha pillado todo.

Leeteuk alzó una ceja ante ese lenguaje tan informal, en un hombre con una voz tan profunda y seductora.

Keunjung se despidió de ellos con un movimiento de cabeza y se marchó.

Leeteuk observó cómo se colocaba las pistoleras alrededor de las caderas, quitaba el cargador y metía una bala en cada una de las armas. Acto seguido, les puso el seguro, las hizo girar en ambas manos y las metió en las fundas, de modo que el abrigo las mantuviera ocultas.

Después, cogió una navaja automática y la guardó en el bolsillo trasero del pantalón. Las otras dos fueron a parar a los bolsillos del abrigo antes de que asegurara el móvil y la PDA al cinturón.

Leeteuk volvió a alzar una ceja ante semejante arsenal.

–Pensaba que bastaba una estaca de madera para matar a un vampiro.

–Una estaca de madera en el corazón acabaría con cualquiera. Y si no lo hace, sal corriendo como alma que lleva el diablo –dijo Hunter suavemente–. Vuelvo a decirle, señor, que ve usted demasiada televisión. ¿Es que no tienes vida?

–Sí, al contrario de lo que te ocurre a ti, tengo una vida felizmente aburrida en la cual nadie intenta matarme. ¿Y sabes qué? Me gusta, y quiero que siga siendo así cuando salga de ésta.

El humor chispeó en los ojos de Hunter.

–Muy bien, entonces vamos a ver a tus amigos para que nos separen, de modo que puedas recuperar tu aburrida vida y yo pueda volver a tomar las riendas de mi peligSora existencia.

Recorriéndole de arriba abajo con una mirada ardiente y lujuriosa, se pasó la lengua por los colmillos y se colocó las gafas de sol.

El pulso de Leeteuk se aceleró. Con esas gafas de sol, su apariencia de poeta romántico resultaba aún más intensa. Y le estaba costando la misma vida no regresar a sus brazos y exigirle que le besara de nuevo.

Hunter cogió la mano de Leeteuk, la ocultó en el bolsillo de su abrigo, junto con la suya, para ocultar los grilletes, y le guió hasta el exterior del despacho de Keunjung y a lo largo del pasillo del hospital.

Una vez en el oscuro estacionamiento, Leeteuk dejó escapar un silbido al ver un Lamborghini Diablo en uno de los aparcamientos para empleados. La luz de la farola se reflejaba sobre la chapa negra y lo rodeaba con una especie de halo. Normalmente, pasaba por completo de los coches, pero el Lamborghini siempre había sido una excepción.

Debía ser de uno de los cirujanos. O eso pensaba hasta que Hunter se acercó a él.

–¿Qué haces? –le preguntó.

–Abriendo mi coche. 

Leeteuk lo miró boquiabierto.

–¿Este coche es tuyo?

–No –le contestó con ironía–. He sacado la llave para robarlo.

–Por Dios –jadeó–. ¡Debes estar forrado!

Hunter se bajó las gafas de sol y le miró, furioso, por encima de los cristales.

–Es sorprendente lo mucho que puedes ahorrar durante dos mil años.

Leeteuk parpadeó mientras su cerebro registraba la información. ¿En serio podía tener…?

 –¿De verdad eres tan viejo? –le preguntó con escepticismo.

Él asintió.

–En Enero cumplí dos mil ciento ochenta y dos años, para ser exactos.

Leeteuk se mordió el labio inferior mientras deslizaba la mirada por el fantástico cuerpo de Hunter.

 –Tienes una pinta estupenda para ser tan viejo. Yo no te habría echado más de trescientos.

Hunter soltó una carcajada mientras introducía la llave en la cerradura.

Leeteuk no pudo evitar que el diablillo que llevaba dentro saliera a la luz en ese momento para tomarle el pelo.

–¿Sabes una cosa? Dicen que los hombres que compran estos coches lo hacen para compensar una equipación –dijo mientras sus ojos descendían por la parte delantera de su cuerpo y se detenían en la protuberancia que se apreciaba bajo los vaqueros– pequeña.

Él alzó una ceja y le miró con una sonrisilla cálida y traviesa mientras abría la puerta.

Antes de que Leeteuk sospechara lo que iba a hacer, se acercó a él y, abrumándole con su poder y aroma, le cogió la mano apresada por el grillete y la apretó contra su hinchado miembro.

No. Allí no había que compensar nada. Hunter bajó la cabeza y le susurró al oído:

–Si aún no lo tienes muy claro…

Se quedó sin respiración al sentirlo bajo la mano. Eso no era un calcetín.

Hunter le miró a los labios y atrapó su rostro con la mano que tenía libre. Leeteuk supo en ese instante que iba a besarle de nuevo.

¡Sí, por favor!

–Toc, toc –se escuchó la voz de Changsu desde las sombras.

–Esto sí que es una putada –dijo Hunter con voz serena mientras se quitaba las gafas de sol y las guardaba en el bolsillo del abrigo.

Sus movimientos eran deliberadamente lentos y Leeteuk supo al instante que era la forma en la que el Dark Hunter hacía saber a Changsu lo insignificante que le resultaban sus amenazas.

–Aquí estoy, intentando besar a mi chico y tienes que llegar tú a interrumpirnos. ¿Qué pasa?, ¿es que te criaste en un establo?

Con una calma que dejó pasmado a Leeteuk, Hunter se dio la vuelta para enfrentar a Changsu.

–Por cierto, toca al chico, o al Lamborghini, y eres hombre muerto.

Changsu salió de entre las sombras y se detuvo bajo un rayo de luna. El contraste con la amarillenta luz de las farolas le confería una apariencia siniestra, a pesar de su belleza angelical.

–Bonito coche el tuyo, Dark Hunter –dijo Changsu–. Gracias a él es muy fácil seguirte la pista. Y, con respecto a tu amenaza, ya estoy muerto. –Sus hermosos labios se curvaron con una sonrisa burlona–. Igual que tú.

Vestido con un traje de rayas azul, muy a la moda, Changsu tenía toda la apariencia de un modelo. No aparentaba más de veinticinco años. Un hombre en la cúspide de su magnetismo sexual y de su fuerza.

Leeteuk sintió que el miedo le erizaba la piel y tragó saliva con fuerza.

–Casi me fastidia matarte, Dark Hunter. Tienes un sentido del humor muy especial del que carecían los anteriores.

–Eso intento –dijo Hunter colocándose entre Changsu y Leeteuk–. ¿Por qué no haces esto aún más interesante y dejas que el joven se vaya?

–No.

Y surgiendo de la nada, los secuaces de Changsu atacaron en ese momento. Leeteuk escuchó un chasquido metálico.

Agarrando la muñeca que le mantenía unida a él, de modo que no pudiera hacerle daño, Hunter golpeó al primer vampiro rubio con la punta de la bota. Cuando vio que el Daimon se desintegraba en el aire dejando una nube de polvo, Leeteuk se dio cuenta que el chasquido lo había producido la hoja retráctil oculta en la bota. Al instante, el arma volvió a su escondite.

Con un movimiento sacado directamente de Hollywood, Hunter golpeó a otro vampiro con el codo y lo envió volando de espaldas al suelo. A la velocidad del rayo, se arrodilló, sacó una navaja y la clavó profundamente en el pecho del Daimon; cuando éste también se evaporó, la plegó y se puso en pie.

Un tercer atacante surgió de las sombras.

Dejándose guiar por el instinto, Leeteuk se giró y le dio una patada. Lo alcanzó en la ingle y lo envió al suelo entre gemidos.

Hunter le miró y alzó una ceja.

–Cinturón negro en aikido –le dijo.

–Si las circunstancias fueran otras, te daría un beso. –Sonrió y miró por encima del hombro de Leeteuk–. Agáchate.

Él lo hizo y él lanzó una navaja directa al pecho de otro vampiro. La criatura se desintegró dejando una nube negra.

Hunter desenfundó la pistola.

–Métete en el coche –le ordenó, empujándolo hacia el asiento del conductor.

Leeteuk entró tan rápido como le permitieron los grilletes, preso de continuos estremecimientos provocados por la sobrecarga de adrenalina. Pasó por encima del cambio de marchas y se acomodó en el asiento del copiloto mientras Hunter disparaba a los Daimons.

Hunter entró al coche cuando él estuvo listo, cerró la puerta y encendió el motor. Dios santo, estaba sorprendentemente calmado. Jamás en su vida había visto algo así. El tipo era imperturbable.

Otro apuesto vampiro rubio saltó al capó en el instante en que Hunter daba marcha atrás y pisaba el acelerador. Enseñando los colmillos, el Daimon intentó golpear el parabrisas.

–¿No te he dicho que no toques el Lamborghini? –se quejó Hunter segundos antes de tomar una curva cerrada haciendo que el vampiro volara por los aires–. Y yo que pensaba que no podías volar… – dijo mientras enderezaba el Lamborghini y salía a la carretera–. Supongo que Shindong necesita actualizar el manual.

Leeteuk se dio cuenta de que los perseguían dos coches.

–¡Dios mío! –jadeó, rodeando la ancha y fuerte muñeca de Hunter con la mano para que éste tuviera más movilidad y pudiera maniobrar mejor con el cambio de marchas. La cosa se ponía fea y no quería ser un estorbo para él, que era el único que podía sacarle del atolladero.

–Agárrate fuerte –le dijo él mientras ponía la radio y aceleraba.

La música resonó con fuerza en el interior del coche justo cuando salían del aparcamiento y se internaban en el tráfico. Con el cuerpo rígido, Leeteuk comenzó a rezar el rosario, aunque ni siquiera era católico.

–¡Las luces! –le gritó a Hunter al darse cuenta de que conducía con los faros apagados y el coche tenía los cristales tintados, cosa que era ilegal–. ¡Las luces vendrían muy bien en este momento!

–No lo creo, ya que me molestan hasta el punto de no ver nada. Confía en mí.

–¿Que confíe en ti? Y un cuerno –soltó Leeteuk, agarrándose con la mano libre al cinturón de seguridad como si le fuese la vida en ello–. Por si no lo recuerdas, no soy inmortal.

Hunter soltó una carcajada.

–Sí, bueno, en un coche aplastado tampoco lo soy yo.

Leeteuk lo miró con la boca abierta.

–Odio tu sentido del humor, en serio.

La sonrisa de Hunter se intensificó.

Atravesaron las atestadas calles de Nueva Orleáns a toda velocidad, pasando de un carril a otro hasta que Leeteuk creyó que iba a ponerse a vomitar. Por no mencionar que en un par de ocasiones pensó que se quedaría sin mano debido a los movimientos bruscos de Hunter. Tragó con fuerza, en un intento por calmar las nauseas, y se pasó el brazo por la cintura, luchando por mantenerse derecho a aquella velocidad.

Un enorme Chevy negro se colocó a la altura del Lamborghini e intentó desviarlos para que se estrellaran contra un trailer. Leeteuk contuvo un chillido apretando con fuerza los dientes.

–No te dejes llevar por el pánico –le dijo Hunter, alzando la voz para hacerse escuchar por encima del ruido de la música mientras giraba bruscamente para pasar por debajo del trailer y pisaba a fondo el acelerador–. He hecho esto un montón de veces.

Leeteuk apenas podía respirar cuando se internaron en otro carril, donde un Firebird les esperaba para intentar chocar con ellos. El Dark Hunter esquivó un coche aparcado a duras penas. Estaba tan aterrorizado que sólo podía emitir pequeños jadeos. Y rezar. Cientos y cientos de oraciones. Cuando llegaron a la interestatal, había visto toda su vida pasar ante sus ojos. Y no le gustó nada lo que vio. Era demasiado breve y aún había muchas cosas que quería hacer antes de morir… incluyendo agarrar a Heechul y darle una buena paliza.

Súbitamente, el Chevy negro apareció junto a ellos e intentó sacarlos de la carretera. Hunter pisó el freno y el coche derrapó hacia un lado.

A Leeteuk se le revolvió el estómago.

–¿Sabes una cosa? –le dijo Hunter muy tranquilo–. Odio a los romanos, pero debo reconocer que sus descendientes han fabricado un vehículo extraordinario.

Cambió de marcha y aceleró de nuevo, dejando atrás al Chevy. Atravesando la mediana, se internaron en el tráfico y tomaron una de las salidas a tal velocidad que lo único que Leeteuk vio fueron los destellos de las luces en una especie de mancha borrosa. Los chirridos de los frenos y las pitadas de las bocinas llenaron sus oídos, seguidos por el estridente sonido del metal cuando el Firebird, lleno de Daimons, chocó contra el Chevy negro. El Firebird empujó al otro vehículo hasta el muro de contención, donde dio una vuelta de campana y cayó sobre la autopista. Aún no era capaz de respirar con normalidad cuando el Chevy de los Daimons se detuvo al lado de la calzada sin golpear a ningún otro coche.

Hunter dio un alarido de júbilo mientras hacía girar al Lamborghini bruscamente hasta dejarlo en dirección contraria. Pisó los frenos a fondo y echó un vistazo al caos que acababan de dejar atrás.

Leeteuk se limitó a mirarlo con la boca abierta y todo el cuerpo temblando. Él quitó la radio y le miró con una sonrisa triunfal.

–Y sin un solo arañazo en el Lamborghini… ¡Ja! Muerdan el polvo, cabrones chupa-almas.



3 comentarios:

  1. Jdjfjdjd fue perfecto hasta que dijo JunHo e.e pero Teukie tu estas más bueno 7w7 waaaa ya quiero que Kangin se encuentre con Hyukkie *^* gracias por el Capi estuco genial.

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  2. Joder.....seguro a Tek se le bajo todo...lo emocionado que estaba con lo que hacia kangin y luego mata todo sentir con lo que dijo kangin y para rematar,el nombre que no fue el de él.....eso si daño los momentos.
    Woooow.......bueno,teuk pudo comprobar que el auto es solo por gusto.....xD
    Oh,recordo lo que vivio,seguro así fue como lo atraparon...y sufrio mucho.
    Eish.....como se le ocurre interrumpir......dios,ya no se tiene privacidad en ningun lugar.
    ay.....vera a hyukjae *0*

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  3. YUNHO!! Tenía que decir JunHo?? Quién es JunHo y por qué lo menciona?? y lo más importante...por qué dice que es un error acercarse a un joven? en fin, igual no hubo pelea por eso y luego lo de la broma del Lamborghini por "compensación" me hizo morir de risa, lástima que el momento se arruinará de nuevo, esta vez por Changsu que la verdad es como una piedra en el zapato.

    Ya quiero ver que pasa cuando Kangin y Hyuk se encuentren -se come las uñas-

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...