Volver A Amarte- Capítulo 3



—Toc, toc.

Heechul levantó la vista de su escritorio y sonrió al ver quién estaba en la puerta. Era la primera sonrisa que había sentido de verdad en días... tal vez incluso en semanas. Se acomodó en el sillón, dejando que le calentara el sol poniente que se filtraba a través de las ventanas de su despacho de la decimocuarta planta de Jin Publishing.

—Hola, Yunho.

Jung Yunho, su editor general, se sentó en la silla que tenía enfrente.

—Parece que te estás aclimatando bien.

Heechul echó un vistazo al atestado despacho. Había montones de revistas apiladas junto a una pared y una caja medio vacía junto a la estantería. Había conseguido colocar varias fotografías de Siwan, un trocito de conglomerado y una piedra de obsidiana que había recogido durante una excursión varios meses antes. Los papeles se amontonaban en su escritorio y había un cuadro enmarcado contra la pared, a la espera de que lo colgase.

—Eso intento. Aunque me temo que no estoy progresando mucho.

—¿Qué tal llevas el artículo? — Su editor cogió el pisapapeles de cristal con forma de rana que descansaba en una esquina del escritorio. Siwan se lo había Regalado para navidad año anterior, durante una etapa en la que estaba obsesionado con las ranas.


Yunho apoyó un tobillo en la rodilla contraria y comenzó a cambiarse el pisapapeles de una mano a otra.

Heechul se pasó los dedos por el pelo en un intento por liberarse de la tensión que le embargaba. El trabajo no le estresaba, era el hecho de estar en Seúl. Tan cerca de las respuestas que buscaba y tan lejos a la vez.

—¿«Discriminación geotérmica de cinco presas volcánicas del río Colorado»? Va saliendo.

—Suena interesante. Me muero por leerlo. —Sus ojos relucían. Iluminado por el sol poniente, Heechul podía atisbar unas cuantas canas, justo en las sienes.

Se le escapó una carcajada. Solo un par de amantes de la geología disfrutarían de algo así. Sin embargo, presentía que Yunho no había ido para preguntarle por el trabajo. Sabía que era competente, que se conocía el trabajo al dedillo. La geología era algo innato para él. Había ido a su despacho porque estaba preocupado.

Heechul frunció los labios.

—Deja de mirarme como si fuera a derrumbarme. Estoy bien, Yunho.

—¿En serio? —Enarcó una ceja —. No sería muy buen amigo si no me preocupara.

—Lo sé. Y aprecio el gesto. Pero estoy bien. Nos las estamos apañando. La casa que nos has dejado en la playa es perfecta.

—Me alegro de que les guste. ¿Cómo está Siwan?

—Bien. —Pensó en su hijo de cuatro años—. Le encanta estar cerca del océano. Pero... ahora mismo le resulta difícil. Echa de menos a Mithra.

Él también lo echaba de menos, aunque detestaba admitirlo. Daba igual lo que le hubiera ocultado, daba igual lo difícil que fuera su relación antes de morir, aún no lograba asimilar que pudiera haber hecho algo a propósito para herirlo. Tenía que haber una explicación lógica para todos los secretos que le había ocultado durante tanto tiempo.

Razón por la que había llamado a Yunho y por fin había aceptado su oferta para trabajar en Seúl. Razón por la que había alejado a Siwan de todo lo que conocía. Tenía que encontrar respuestas. Tenía que saber qué había pasado en realidad.

—Sé que poco puedo hacer — comentó Yunho—. Y también sé que tú no aceptarías mi ayuda aunque te la ofreciera.

Heechul sonrió. Yunho lo conocía muy bien.

—De todas maneras te la ofrezco —continuó él—, Heechul. Quiero ayudar.

—Te agradezco el ofrecimiento. De verdad. Solo con darme un trabajo has hecho lo mejor que podrías hacer.

—Trabajar como colaborador independiente se te quedaba muy corto.

Su sonrisa desapareció. Mithra no quería que él trabajara. Quería que se quedara en casa para, tal como le dijo: «mejorar». Comenzó a escribir artículos en calidad de colaborador independiente porque necesitaba algo con lo que ocupar su tiempo. Pero los dos sabían que si Mithra no hubiera muerto, él no estaría allí en ese momento.

Se obligó a sonreír de nuevo, aunque no estaba de humor.

—Si necesito algo, serás el primero en saberlo.

—Mentiroso. —Yunho se metió la mano en el bolsillo y sacó un trocito de papel—. Y como sé lo terco que eres, voy a darte esto antes de que me lo pidas. Es el nombre de un abogado local que he utilizado en varias ocasiones. Sé que te estás dando contra un muro con esa clínica privada. Alguien sabe algo. Tal vez un abogado pueda ejercer cierta presión legal, abrirte algunas puertas. A nadie le gusta un abogado curioso.

—Gracias. Lo llamaré a finales de semana.

Yunho se levantó y dejó el pisapapeles en el escritorio.

—Hazlo. Y mándame una copia del artículo cuando lo hayas acabado.

—Oye —dijo al darse cuenta de que todavía no le había preguntado por su esposo—. ¿Cómo está Changmin?

Una sonrisilla tonta le iluminó la cara.

—Gordo y feliz.

—¿Cuándo sale de cuentas?

—Dentro de cuatro semanas.

Su expresión radiante lo animó muchísimo. Después de la lucha de Changmin contra el cáncer, la pareja no esperaba tener hijos. Gracias a los nuevos fármacos, estaba llegando al final de su embarazo.

—Dale recuerdos de mi parte. Dile que me encantaría comer con él un día de estos si se siente con fuerzas.

—Lo haré. Vete pronto a casa, Heechul. Vuelve con tu hijo.

Cuando Yunho se perdió en el caos de la redacción, Heechul hizo girar el sillón para contemplar la vista de Seúl. Inspiró hondo y cerró los ojos.

Llevaba allí una semana y no había recordado detalle alguno. Nada le resultaba familiar. Ni la ciudad, ni los paisajes ni el ambiente. Había rezado para que algo, cualquier cosa, le devolviera la memoria. Estaba aprendiendo a vivir con la decepción.

La clínica privada había sido una pérdida de tiempo. Había conducido hasta ella, pero allí tampoco encontró nada que le ayudara a recordar.

La clínica original había desaparecido tras sufrir un incendio hacía más de un año y el director de la nueva clínica le había estampado la puerta en las narices, negándose a contestar sus preguntas. Cada pista terminaba en un callejón sin salida. Alguien en alguna parte sabía algo. Solo tenía que averiguar por dónde empezar.

Acarició con los dedos el nombre y el número del abogado que Yunho le había dado mientras contemplaba la ciudad. Hizo girar de nuevo el sillón, encaró el portátil y se conectó a internet, momento en el que se quedó paralizado al ver una página de noticias.

En la barra de la derecha, bajo el encabezado de Noticias de TV y Gentes, habían puesto la foto de un hombre, un típo que estaba buenísimo. El joven más guapo que Heechul había visto en la vida se pegaba a él como una lapa. Él le rodeaba la cintura con un brazo y el joven tenía una mano oculta bajo su chaqueta mientras le susurraba algo al oído. Algo que al hombre le había arrancado una sonrisa, como si acabara de escuchar el secreto más pícaro del mundo.

Mithra nunca lo había mirado con una sonrisa parecida. Desde luego que nunca se habían mostrado tan cariñosos en público. La pareja de la foto resultaba muy atractiva, sin embargo... la mirada de Heechul no dejaba de volver a la cara del hombre. Estaba seguro de que nunca lo había visto, pero había algo familiar en esos penetrantes ojos negros. Algo...

La emoción corrió por sus venas al darse cuenta de los derroteros de sus pensamientos. Volvió a examinar la foto. Estaban en una especie de vestíbulo, de un hotel, a su parecer, listos para disfrutar de una noche de pasión.

«Afortunado él», pensó. Un ramalazo de celos le recorrió al ver el pie de foto: «Rumores de matrimonio entre supermodelo y rico empresario farmacéutico.»

Heechul miró de nuevo la cara del joven y, en ese instante, la emoción lo abandonó por completo. Con razón veía algo familiar en la pareja. El joven era modelo. Un modelo de ropa interior. Heechul lo había visto incontables veces en muchas revistas.

Frunció el ceño. Se acomodó en el sillón. Se recriminó por haberse emocionado tanto. Por una foto de una publicación dedicada al cotilleo, nada menos. ¿De dónde iba a conocer él a un empresario farmacéutico? Menuda ocurrencia.

Se olvidó del tema, abrió la página del buscador y miró un listado de abogados que ejercían en Seúl. El nombre que más resaltaba no era el que Yunho acababa de darle.

Lo miró. Sopesó sus opciones. Había seguido su instinto al mudarse a Seúl. Si bien apreciaba la ayuda de Yunho y la sugerencia de que se buscara un abogado era muy buena idea, iba a seguir lo que le dictaba el instinto de nuevo. Algo en el fondo de su mente le decía que confiar en su instinto era de vital importancia.

Más importante de lo que lo fue antes.



Siwon estaba junto a los ventanales de su despacho del piso cuarenta y ocho, con los brazos en jarras y la vista clavada en la ciudad. Veía edificios convertidos en cascarones vacíos y fríos, olvidados. No muy distinto de como se sentía él, la verdad.

Se pasó una mano por la frente. Era la alegría de la huerta de un tiempo a esa parte, ¿verdad? Si no encontraba el modo de salir del agujero en el que llevaba metido una semana, Hyukjae acabaría sacándolo a patadas. Y no necesitaba darle otro motivo para patearlo. Hyukjae llevaba queriendo hacerlo desde que descubrió, en su época de universitarios, que Siwon estaba saliendo con su hermano.

Alguien llamó a la puerta y se volvió, distanciándose de los recuerdos antes de que estos pudieran aferrarse a él y arrastrarlo al pozo. Tiffany Hwang asomó la cabeza.

—¿Tienes un momento?

—Para ti, siempre.

Tiffany atravesó el despacho como la elegancia felina que le conferían sus larguísimas piernas, la ajustada chaqueta roja y la falda a la altura de las rodillas que resaltaban su constitución de corredora. Señaló el escritorio con la cabeza.

—¿Es la nueva publicidad del Reliquin?

Siwon movió el panfleto del medicamento para que los dos pudieran verlo.

—El departamento de publicidad acaba de mandármelo. No termino de verlo.

Tiffany cruzó los brazos por delante del pecho y estudió el panfleto.

—No transmite mucha felicidad, la verdad. Se supone que el nuevo medicamento contra el cáncer de mama mejora la vida de quienes lo padecen. Necesitas a alguien atractivo, con niños correteando alrededor y juguetes esparcidos por el suelo. Algo que indique que hay vida más allá de un cáncer.

—Ni se te ocurra. —Sabía adónde iba. Tiffany ya tenía la mano metida en todos los departamentos de la empresa. No necesitaba echarle mano a nada más—. Ya tienes bastante que hacer. Muy pronto ya no podré permitirme pagarte el sueldo.

—Ya casi no puedes permitírtelo. —Se dejó caer en la silla que había delante de su escritorio y sacó un informe de su bolso.

A sabiendas de que Tiffany estaba a punto de repasar los pormenores del día, Siwon cogió sus gafas y se sentó en el sillón de cuero. Su reunión diaria con Tiffany era lo único que ansiaba cada día. Disfrutaban de una relación laboral muy cordial, de una admiración mutua. Ella nunca se cortaba a la hora de decirle lo que pensaba y él la respetaba por ese motivo. Lo necesitaba. Ascenderla a vicepresidente de relaciones públicas de SmCorp Pharmaceuticals era la mejor decisión que había tomado.

—La FDA está poniendo pegas a los resultados de nuestros ensayos clínicos en tres fases para el Omnitrol —dijo ella, que fue directa al grano—. Quieren un estudio más largo.

Siwon cogió el informe que ella le tendía y examinó los documentos. Los estrictos requisitos de la Asociación de Alimentos y Medicamentos, encargada de aprobar los fármacos, suponían una frustración constante.

Nadie recordaba que había personas muriendo de cánceres que los nuevos medicamentos podrían curar o prevenir. Claro que él sabía de qué iba el juego, llevaba años jugándolo. Y su empresa de biotecnología se adhería a todas y cada una de las normas y de las evaluaciones de la FDA. En ocasiones, significaba tirar a la basura un fármaco en cuya investigación y desarrollo habían gastado millones. En otras, significaba guardarlo en un cajón hasta que se pudieran realizar más estudios. Tenía el mal presentimiento de que el Omnitrol llevaba ese camino.

—Vale. Que Angela se encargue del tema. Que se ponga en contacto con Jing, de Biomed, y que averigüe qué necesitamos.

—Ya se está ocupando del tema. —Tiffany reordenó los papeles que tenía en las manos y le pasó el siguiente tema—. La semana que viene vuelo a Mokpo para ver cómo va el I+D del Mediquin. Han comenzado las pruebas en animales y tengo que ver cómo van las cosas.

—Sunny está allí. Puede redactar un informe y mandárnoslo por fax.

Tiffany ladeó la cabeza.

—Siwon, Sunny está hasta arriba con la fusión. El contrato con la empresa China le está dando muchos quebraderos de cabeza. Me ha pedido que vaya a echarle una mano con el problema de I+D, que perfile los últimos detalles de la fusión.

Siwon exhaló un suspiro frustrado y se pasó una mano por el pelo. Esa fusión les estaba dando más problemas que beneficios. Le había echado el ojo hacía bastante tiempo. La empresa tenía un buen historial de ventas y medicamentos interesantes, y había tenido suerte de que los problemas de liquidez la dejaran en una situación vulnerable. Sin embargo, el departamento de I+D estaba haciendo que saltaran alarmas con ese nuevo medicamento.

—De acuerdo, pero necesito que vuelvas enseguida. —Garabateó una nota y levantó la vista—. ¿Algo más?

Ella se mordió el labio.

—¿Tiffany?

—Has vuelto a aparecer en Dispach.

Su estado de ánimo empeoró muchísimo al escuchar el nombre de su revista de cotilleos «preferida».

Tiffany se sacó la revista del bolso y la dejó en su escritorio. En portada había una fotografía de Xiaotong y de él mientras atravesaban el vestíbulo del hotel de Incheon en el que se había alojado durante su última visita.

—Genial —masculló al tiempo que se reclinaba en el sillón para leer el titular que hablaba sobre los rumores de matrimonio.

—La cosa mejora. En páginas interiores, hay una cita encantadora de Xiaotong asegurando que se le ponen los pelos de punta en los hospitales. Un paciente terminal acudió a uno de sus desfiles e intentó conseguir un autógrafo y después le pidió que se pasara por el ala de oncología de su hospital. Él le dio la espalda. Le dijo que tenía que crecerle el pelo. La prensa se ha vuelto loca con el tema, sobre todo por su relación contigo. No nos está beneficiando, Siwon.

Apretó los dientes al escucharlo. Su relación con Xiaotong no era ni mucho menos exclusiva, y el matrimonio era lo último que se le pasaba por la cabeza. No tenía forma de controlar lo que él decía o hacía. Y jamás hablaban de negocios cuando estaban juntos. De hecho, apenas si hablaban.

—¿Cómo quieres que enfoque el asunto? —preguntó Tiffany.

—No hagas nada. Pasa del tema.

—La prensa va a magnificarlo y ahora mismo no nos conviene una mala opinión pública con todo lo que está pasando con la fusión. Creo que debemos enviar un comunicado de prensa.

Como si a él le importase. La prensa podía publicar todo lo que le diera la gana sobre él.

—El trato con la empresa está cerrado. Y me importa una mierda lo que la gente piense de mí.

—En fin, pues a mí sí me importa. Mi trabajo consiste en que me importe. Por eso me pagas una buena tajada.

—Te lo pago porque te lo ganas.

—Eso intento ahora mismo.

—Me doy por enterado de tu opinión al respecto.

—Pero vas a hacer lo que te dé la gana. Y eso quiere decir que no vas a hacer nada.

Siwon se levantó del sillón.

—¿Quieres beber algo?

Ella frunció el ceño.

—Agua, gracias.

Se acercó al mueble bar, sacó dos botellas del frigorífico y le dio una a Tiffany.

—¿Qué más?

—¿A qué te refieres? —preguntó ella al tiempo que cerraba la carpeta que tenía en el regazo.

—Te lo veo en la cara. ¿Qué más? —Tal vez se le diera bien tratar con la prensa, pero a él no podía ocultarle nada. Se conocían desde hacía demasiado tiempo.

Tiffany exhaló un profundo suspiro y se apoyó en el respaldo de la silla mientras golpeaba el botellín de agua con los dedos.

—El trato de fusión ha despertado mi curiosidad.

—¿A qué te refieres?

—A tus objetivos. —Al ver que Siwon enarcaba una ceja, añadió—: A tus objetivos a largo plazo. ¿Cuál es el plan?

—Me he perdido.

—En fin. —Se removió en la silla —. Además de querer ser el mejor en el mundo farmacéutico, algo que ya has logrado, y de querer ampliar tu red de empresas, cosa que estás consiguiendo al comprar subsidiarias, me pica la curiosidad por saber adónde va todo esto.

Siwon tenía la sensación de que no le iba a gustar el rumbo de esa conversación. Regresó al escritorio, se sentó de nuevo y esperó a que ella fuera al grano.

—Mira, no te lo tomes a mal, Siwon, pero no eres el típico presidente de una multinacional. — Enarcó una ceja perfecta—. Eres un multimillonario que tiene mucho éxito en casi todo lo que te propones, pero no vives como un hombre que tiene dinero a espuertas. Vives en una casa bonita, pero podrías permitirte algo mucho más grande y muchísimo más llamativo. Conduces el mismo coche de hace cinco años, no se te va la mano con los gastos, no tienes un yate o un deportivo, y ni siquiera te vas de vacaciones a todo tren. Salvo por la semana en la que desapareces todos los años con Sulli, nunca te tomas un descanso. Eres miembro de un club de campo, pero casi no vas, casi no usas el coche con chófer de la empresa que tienes a tu disposición y no organizas fiestas lujosas ni te relacionas con la alta sociedad de Seúl.

Siwon se volvió en el sillón para contemplar la bahía mientras ella seguía hablando. Estaba anocheciendo y las luces de la ciudad se reflejaban en el agua. Y la creciente oscuridad de la noche de repente era la compañera perfecta para su estado de ánimo.

—Lo que quiero decir —continuó ella— es que no pareces disfrutar de ninguno de los beneficios que obtienes de tu trabajo, así que siento curiosidad por saber por qué te esfuerzas tanto por ampliar SmCorp.

—Tengo mis motivos. —Y antes muerto que contárselos a ella o a ninguna otra persona.

—Pero ¿qué sentido tiene si no se refleja en tu vida cotidiana?

La atravesó con la mirada.

—Mira quién fue a hablar. Tú estás tan entregada a la empresa como yo.

—Claro que sí, pero también tengo una vida más allá del trabajo. Tú no.

Siwon volvió a apretar los dientes. La poca alegría que sintió al comenzar esa reunión había desaparecido. No necesitaba que lo golpeara en la cara con su realismo tan directo.

—Mi vida privada no es asunto tuyo.

La tensión se mascó en el ambiente mientras ella lo miraba. Su relación era profesional, pero también amistosa, y compartían no solo el amor por esa empresa, sino también una mutua admiración. Sin embargo, Tiffany acababa de cruzar una línea, una línea roja, y los dos lo sabían.

Varios segundos que se hicieron eternos pasaron en silencio. Al final, ella dejó el botellín en la mesa y se puso en pie para recoger los documentos.

—Tienes razón. Me he pasado de la raya. Me voy el lunes por la mañana, así que estaré disponible este fin de semana por si surge algo.



1 comentario:

  1. Bien,al menos Hee tiene un aliado para sus investigaciones,y que puede ayudarle a sopesar la situación. Ya esta en Seoul,todo se pone interesante.
    nunca faltan las malas notas,pero asiwon le da igual......cuando hee vea la revista o.o
    los motivos de siwon,siempre hy un por qué de las cosas

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...