Leeteuk dio un respingo cuando la mirada de Hunter se cruzó
con la suya. Esos profundos ojos negros se clavaron en él e hicieron que se
acalorara y se quedara sin aliento.
Estaba tumbado en la camilla con una pierna doblada y la
otra colgando sobre el borde. Los estrechos vaqueros negros se pegaban a su
poderoso y enorme cuerpo.
Y esos brazos tan musculosos…
Era un modelo de belleza masculina, todo fibra y músculos.
Tenía los bíceps flexionados, ya que estaba apoyado sobre los codos, y el deseo
de acercarse para acariciarlos era tan fuerte que casi le dolía el cuerpo. No
tenía la más mínima duda de que serían duros como una roca y tendrían la
textura del satén.
Sus hombros eran increíblemente anchos y los músculos que
sobresalían hablaban de su fuerza, rapidez y agilidad. Sus pectorales y sus
brazos estaban igual de desarrollados y definidos.
Y su vientre… ¡Oh Señor! Esos abdominales habían sido
creados para dejar un reguero de besos húmedos sobre ellos.
De forma inconsciente, su mirada se deslizó por la delgada
línea de vello que comenzaba bajo su ombligo y descendía hasta desaparecer bajo
los vaqueros. Por el tamaño del bulto que se apreciaba en los pantalones,
Leeteuk podía afirmar que estaba generosamente dotado y que su interés hacia él
era más que evidente.
Y eso avivó aún más su deseo.
Pero más tentadora que la visión de los prominentes
músculos, que pedían a gritos ser acariciados, era la multitud de cicatrices
que lo cubrían. Daba la sensación de haber sido atacado por un tigre enorme, o
de haber sido azotado con un látigo en algún momento de su vida.
O ambas cosas.
Hunter se echó hacia atrás cuando Keunjung se acercó y
Leeteuk vio un pequeño símbolo que parecía haber sido grabado a fuego en su
hombro izquierdo; un arco doble con una flecha. Se encogió mentalmente al
imaginar lo mucho que le habría dolido y se preguntó si él lo habría consentido
o si alguien lo había marcado en contra de su voluntad.
–Me da la sensación, por tus cicatrices, de que tus amigos
vampiros no te cuidan demasiado bien –le dijo.
–¿Tú crees? –replicó él.
–¿Siempre es así de sarcástico? –preguntó Leeteuk,
dirigiéndose a Keunjung.
–En realidad creo que contigo estaba siendo bastante
agradable. –Keunjung estaba limpiando la horrible herida con alcohol. Preparaba
la zona para inyectarle una dosis de anestesia local.
Hunter lo cogió por la muñeca antes de que pudiera clavarle
la aguja.
–No te molestes.
–¿Por qué? –le preguntó Keunjung con el ceño fruncido.
–No
me hace efecto.
Leeteuk se quedó boquiabierto.
Keunjung alargó el brazo para coger el material necesario y
comenzar a suturar.
–No puedes hacer eso –le dijo Leeteuk, interrumpiéndolo–. Lo
va a sentir todo.
–Necesita que le cierre la herida –insistió Keunjung
– ¡Jesús! Si se le ven las costillas por el agujero.
–Sigue –le dijo Hunter con una tranquilidad que dejó pasmado a Leeteuk.
Petrificado, observó cómo Keunjung comenzaba a coser y no
pudo evitar hacer una mueca de dolor. Hunter mantuvo la mandíbula firmemente
apretada y no dijo nada.
Él siguió observando el proceso. Se le encogía el corazón al
pensar en el dolor que debía estar sufriendo.
–¿No te duele? –le preguntó.
–No –le contestó él con los dientes apretados.
Sabía que estaba mintiendo; sólo había que fijarse en las
venas que se marcaban en su cuello y en el modo en que apretaba los puños.
–Toma –le dijo, ofreciéndole de la mano–. Aprieta fuerte.
Kangin se quedó perplejo al sentir la suavidad de la mano de
Leeteuk bajo la suya. No recordaba la última vez que alguien lo había tocado de
aquel modo. Llevaba tanto tiempo siendo un Dark Hunter que había olvidado lo
que era la delicadeza.
No había ningún motivo para que le diera la mano. Apenas si
le había dicho dos palabras civiAmberdas y, sin embargo, allí estaba, cerca de
él cuando nadie más lo habría hecho. La situación empezaba a despertar extraños
sentimientos en él. Le daban ganas de protegerlo. Y sentía una enorme ternura.
Pero no era sólo eso, había mucho más; una simple caricia de
Leeteuk lo abrasaba y le llegaba al corazón. Tragó saliva y se puso rígido. No
podía dejar que se acercara demasiado. Leeteuk era una criatura de luz y él
procedía de las sombras.
Eran incompatibles.
–Dime, ¿cuánto tiempo hace que eres un vampiro? –preguntó
Leeteuk.
–Ya te lo he dicho –le dijo él con la mandíbula apretada–,
no soy un vampiro. Soy un Dark Hunter.
–¿Y cuál es la diferencia?
Kangin lo miró con severidad.
–La diferencia está en que no tengo por norma asesinar
humanos, pero, si no dejas de interrogarme, es posible que haga una excepción.
–Eres una insoportable Criatura de la Noche.
–Yo también te quiero.
Leeteuk le soltó la mano.
–¡Ah, con que de eso se trata! –exclamó–. Sólo estaba
tratando de consolarte. ¡No lo permita Dios! Deberías dejar que la gente fuese
amable contigo de vez en cuando.
Irritado, se dio cuenta de que Keunjung lo miraba
sorprendido.
–¿No puedes cortarle el brazo, ya que estamos, para que
pueda librarme de él?
Keunjung soltó un bufido.
–Podría hacerlo, pero creo que lo necesitará. Antes te lo
cortaría a ti.
–¡Genial! ¿Pero qué eres tú, su Igor?
–Te has equivocado de película –la corrigió Keunjung–. Igor
era el lacayo de Frankenstein. Te refieres a Rendfield el lacayo de Drácula. Y
no, no soy Rendfield. Me llamo You Keunjung; médico forense de este distrito.
–Ya había imaginado lo de tu trabajo. Es bastante obvio, ya
que estamos en un laboratorio muy frío, lleno de muertos.
Keunjung alzó una ceja.
–¿Y tú lo llamas sarcástico?
Hunter dio un respingo al sentir que Keunjung tiraba
demasiado fuerte del hilo.
–Lo siento –se disculpó Leeteuk–. No lo distraeré más.
–Te lo agradecería.
Una vez que Keunjung hubo finalizado, Kangin volvió a
colocarse la camisa y el abrigo. Se bajó de la camilla dejando escapar un
imperceptible siseo, el único indicio de que le dolía el costado.
El busca de Keunjung comenzó a sonar.
–No tardaré. ¿Necesitáis algo, chicos?
–Estoy bien –le contestó Kangin–. Pero él necesitará algo
para desayunar y un teléfono.
Leeteuk arqueó una ceja al escuchar sus palabras. ¿Por qué le
dejaba ahora utilizar el teléfono? Keunjung limpió todo el desorden con
rapidez.
–El teléfono está en la pared del fondo. Marca el nueve para
conseguir línea con el exterior. Cogeré algo de la cafetería y regresaré tan
rápido como pueda. Quedense aquí y cierran la puerta con llave.
Tan pronto como se quedaron solos, Hunter se movió para que él
pudiese sentarse en el banquillo que había junto al teléfono. Parpadeó varias
veces y se frotó los ojos, como si fuesen demasiado sensibles a la luz de los
fluorescentes.
–Necesitamos un plan –le dijo en voz baja–. ¿No conocerás a
alguien en la ciudad que sepa el modo de romper unos grilletes forjados por un
dios griego?
Leeteuk sonrió; se estaba acostumbrando a su sarcasmo.
–En realidad, creo que conozco a alguien.
El rostro del Hunter se animó de inmediato. ¡Por el amor de
Dios! El tipo era increíble cuando no estaba ladrando o frunciendo el ceño.
–¿Una de tus hermanas?
–Uno de sus amigos.
Él asintió con la cabeza.
–Bien. Necesitamos hacerlo preferiblemente antes de la
puesta de sol, o al menos no mucho después. También tendrías que llamar a Heechul
y decirle que no se deje ver durante unos cuantos días.
–Te recuerdo, por si se te ha olvidado, que no acepto
órdenes de nadie. ¡Pero…! –exclamó, alzando la voz, antes de que él pudiese
interrumpirle–… soy consciente de que todo esto me supera. No sabes cuánto odio
toda esta basura sobrenatural. Así es que estoy deseando escucharte, pero será
mejor que comiences a comportarte como si te dirigieras a una persona, y no a
una muñeca hinchable sin cerebro. –Sacó el anillo de Hunter del bolsillo y se
lo devolvió– Y otra cosa, necesito ir al baño ya.
Hunter soltó una carcajada.
–A mí no me hace gracia –le espetó mientras lo observaba
colocarse de nuevo el anillo en el dedo–. ¿Alguna sugerencia acerca de cómo podemos
hacerlo sin que me muera de vergüenza en el proceso?
Leeteuk se encontraba en el aseo maldiciendo a
Hunter en voz baja. Mientras le daba la espalda, con un tono de voz que
denotaba su aburrimiento. Había doblado el brazo esposado hasta colocarlo tras
su espalda para, de ese modo, permitir que Leeteuk tuviese más libertad de
movimientos.
Lo miró airado. Sentía la vejiga a punto de estallar, pero
le resultaba muy difícil aliviarse.
¡Y todo porque Heechul no se había acordado de sacar a su maldito perro! Si
salía de ésta iba a asesinar a su hermano. A matarlo. ¡A descuartizarlo!
–¿Por qué tardas tanto? –le preguntó él con tono acusador.
–No puedo hacerlo contigo ahí plantado.
–¿Quieres que nos vayamos?
–¡Espérate! Antes o después te tocará a ti y voy a disfrutar
mucho viéndote sufrir.
Hunter se tensó ante sus palabras.
–Nene, nunca podrías hacerme sufrir.
La frialdad de su voz le asustó.
Le llevó unos minutos más pero, finalmente, acabó. Sentía el
rostro más acalorado que si se encontrara en pleno ecuador durante una tarde de
verano. Se lavó las manos intentado no mirar a Hunter.
–Tienes papel higiénico pegado al zapato –le dijo él,
mirándole los pies.
–¡Vaya, cómo no! –exclamó Leeteuk–. ¿Algo más que consiga
hacer esto aún más embarazoso para mí? ¿Qué te parece si pasas a un terreno más
íntimo?
Una malvada sonrisa se reflejó en sus ojos antes de que esa
mirada oscura y penetrante descendiera hasta sus labios. Leeteuk hubiese jurado
que podía sentir su avidez, la profunda necesidad de tocarlo.
Antes de que fuese consciente de sus intenciones, Hunter le
agarró la cabeza con la mano libre, le acarició el labio inferior con el pulgar
y se inclinó para capturar sus labios.
Atónito, fue incapaz de pensar ni de moverse mientras los
cálidos labios de Hunter separaban los suyos.
El olor del cuero y el sabor del vampiro invadieron sus
sentidos. Jamás en su vida había sentido algo parecido a lo que estos labios le
estaban provocando. El beso era tórrido y feroz mientras le mantenía
fuertemente abrazado, asaltándole como un atracador a su víctima. Todas y cada
una de las hormonas de su cuerpo respondieron al instante. Un gemido gutural
escapó de sus labios. ¡Cielos! El tipo sabía besar. Y la sensación de ese
sólido cuerpo contra el suyo era tan increíble que no pudo evitar aferrarse a
sus hombros, ansioso y desesperado por seguir saboreándolo.
La lengua del Dark Hunter jugueteaba con la suya mientras
esos firmes músculos se contraían bajo sus manos y, al rozarle accidentalmente
los colmillos con la lengua, una descarga de placer le recorrió de arriba
abajo.
Por primera vez desde que se había enterado de qué tipo de
criatura era, empezó a resultarle atractiva la idea de que le mordiera el cuello.
Kangin se tensó al probar el primer bocado de ambrosia que
se permitía en dos mil años.
Había magia en el beso de Leeteuk. Y una pasión
descontrolada y básica. Lo habían besado antes, pero Kangin sabía que nadie le
había hecho sentir lo que estaba experimentando en esos momentos.
Con el cuerpo en llamas, le recorrió la espalda con la mano
y lo apretó aún más contra él. Lo deseaba con una intensidad que le era
desconocida desde los días en que había sido mortal. Ansiaba con todas sus
fuerzas acariciarlo de los pies a la cabeza y pasar con suavidad los colmillos
por su cuello y su pecho.
Leeteuk jadeó al sentir la mano de Hunter deslizarse por su
costado, desde el pecho hasta la cintura, para rodear después su trasero. Nunca
había dejado que un hombre le tocara de esa manera, pero el Dark Hunter tenía
algo a lo que era incapaz de resistirse. Cuando le aprisionó contra la pared
con toda la fuerza de la pasión que sentía y se pegó a él, creyó que iba a
derretirse… literalmente. El roce de este torso contra su pecho le hacía ser
más conciente de sus fuertes músculos.
Hunter le separó las piernas utilizando uno de sus muslos y
lo alzó hasta presionarlo con su sexo, provocando que Leeteuk se estremeciera
aún más y que siseara de placer cuando él profundizó el insaciable beso.
Le rodeó el cuello con el brazo libre para tenerlo más cerca
mientras sentía que todo giraba a su alrededor. ¿Cómo sería hacer el amor con
un indómito depredador como Hunter y acariciar todos esos músculos que se
contraían cada vez que se movía?
Hunter abandonó sus labios y trazó una húmeda senda con la
lengua desde la boca hasta la oreja. Leeteuk sintió el roce de sus colmillos
sobre el cuello y se estremeció. Mientras tanto, el Dark Hunter no dejaba de
presionar el muslo entre sus piernas, haciéndole que ardiera aún más. Las
rodillas se le aflojaron de tal manera que tuvo que apoyarse por completo en
él.
Súbitamente, alguien golpeó la puerta.
–Eh, ustedes dos –se escuchó la voz de Keunjung y la puerta
se abrió con un crujido–. Viene alguien.
El Dark Hunter se apartó de él con un gruñido. Y Leeteuk fue
consciente, en ese momento, de lo que había hecho.
–¡Por Dios! –jadeó–. ¡Acabo de besar a un vampiro!
–¡Por los dioses! ¡Acabo de besar a un humano!
Leeteuk lo miró con los ojos entrecerrados.
–¿Te estás burlando de mí?
–¡Chicos! –los llamó Keunjung de nuevo.
Hunter le tomó del brazo y le precedió al salir de los
aseos. El conserje los miró de un modo raro, pero no dijo nada al entrar al
baño una vez ellos salieron.
Keunjung los guió hasta su pequeño despacho, situado fuera
del depósito y le señaló el teléfono del escritorio y los dejó para ir a
atender sus asuntos.
Haciendo un esfuerzo para dejar de pensar en lo que acababa
de suceder en los aseos y en lo estupendamente bien que se había sentido
abrazando a Hunter, llamó a Heechul mientras él permanecía de pie a su lado.
Por supuesto, su hermano comenzó a echarle la bronca por no
haber sacado al perro.
–Vale –le contestó Leeteuk, irritado–. Siento mucho que Heebum
se meara en tu colcha nueva.
–Seguro –le dijo Heechul–. ¿Se puede saber qué te pasó
anoche?
–¿Cómo? ¿Es que tus habilidades psíquicas fallan? Fui atacado
en tu casa por uno de tus colegas vampiros.
–¿¡Qué!? –gritó Heechul–. ¿Te encuentras bien?
Leeteuk alzó la vista hasta el Dark Hunter y no supo muy
bien qué decir. Físicamente estaba bien, pero él le había hecho algo extraño
que no podía definir con palabras.
–Sobreviví. Pero te están buscando, así que tienes que
ocultarte en un lugar seguro durante un par de días.
–Ni lo pienses.
Hunter le quitó el teléfono de las manos.
–Escúchame, niñato. Tengo a tu hermano en mi poder y, si no
sales de tu casa y desapareces durante los próximos tres días, me encargaré de
que tu gemelo desee que me hubieras obedecido.
–Si lo tocas, te atravesaré con una estaca.
Él soltó una carcajada teñida de amargura.
–Será si consigues acercarte a mí. Ahora, sal de tu casa y
deja que yo me encargue de esto.
–¿Y Leeteuk?
–Está a salvo en tanto tú me obedezcas. –Le pasó el teléfono
a Leeteuk.
–Hee –le dijo a su hermano con timidez.
–¿Qué te ha hecho? –exigió saber Heechul.
–Nada –le contestó Leeteuk con el rostro cada vez más
ruborizado al pensar en el beso que habían compartido. No le había hecho nada…
salvo ponerlo increíblemente cachondo.
–Vale, escúchame –le dijo su hermano–. Voy a casa de Jay;
reuniremos a los chicos y saldremos en tu busca.
–¡No! –exclamó Leeteuk cuando vio que la mirada oscura y
furiosa del Hunter descendía hasta su rostro. El corazón casi se le detuvo al
recordar que podía escuchar a su hermano.
–¿Puedes escucharlo? –le dijo, articulando las palabras con
labios. Él asintió.
Leeteuk sintió un escalofrío.
–Escúchame, Hee. Estoy bien. Haz lo que te dice, ¿vale?
–No sé qué hacer.
–Por favor, confía en mí.
–Confío en ti, pero ¿y él? Joder, ni siquiera sé quién es.
–Yo sí lo sé –le dijo–. Vete a casa de mamá; me mantendré en
contacto, ¿de acuerdo?
–De acuerdo –accedió Heechul de mala gana–, pero si no
escucho tu voz antes de esta noche a las ocho, saldré de caza.
–Muy bien, hablaremos entonces. Te quiero.
–Yo también. –Leeteuk colgó el auricular
– ¿Lo has oído?
Hunter se inclinó sobre él; se acercó tanto que Leeteuk
podía percibir el calor que emanaba de su cuerpo. La oscura mirada le
inmovilizó.
–Todos mis sentidos están extremadamente desarrollados. –Sus
ojos descendieron hasta el pecho de Leeteuk. Observó cómo se le endurecían los
pezones por la intensidad de su mirada–. Puedo sentir cómo tu corazón se
acelera y tu sangre corre con más rapidez por tus venas mientras estás ahí
sentado, preguntándote si voy a hacerte daño o no.
El tipo era ciertamente aterrador.
–¿Lo harías?
–susurró.
Él volvió a mirarlo a los ojos.
–¿Tú qué crees?
Leeteuk mantuvo la vista fija en él, tratando de descubrir
sus intenciones por sus gestos o su comportamiento. Pero el tío era como un
muro de ladrillos.
–Si te soy sincero, no lo sé.
–Eres más listo de lo que pensaba –le dijo mientras daba un
paso hacia atrás.
Leeteuk no supo qué contestarle. De modo que llamó al trabajo
y les contó que estaba enfermo y que se tomaba el día libre.
Hunter volvió a restregarse los ojos.
–¿Te molestan las luces? –le preguntó. Él bajó la mano.
–Sí.
Leeteuk recordó el comentario acerca de sus agudizados
sentidos.
Antes de que pudiera preguntarle cualquier otra cosa, él
cogió el teléfono y marcó un número.
–Hola, Sora. ¿Cómo está?
¿Coreano?, pensó, perplejo. ¿Hablaba coreano correctamente?
Pero lo que resultaba más inquietante era escuchar el
increíblemente atractivo sonido de su voz con aquel extraño acento.
–Sí, bien. Necesito hablar con Minho, por favor
Hunter sostuvo el teléfono apoyándolo entre el hombro y la
mejilla, mientras se masajeaba la muñeca, donde el grillete le estaba dejando
una marca rojiza. Leeteuk se preguntó si se daría cuenta de la ferocidad que
reflejaban sus ojos cada vez que miraba los grilletes.
–Oye, Minho –continuó hablando tras la pausa–. Necesito que
recojas mi coche que está en la esquina de Iberville y Clay, y lo traigas a St.
Claude. Puedes dejarlo en el estacionamiento reservado para los médicos. –Dejó
el grillete y volvió a coger el teléfono–. Sí, sé que es un asco trabajar para un
imbécil como yo, pero no te olvides del sueldo y del resto de compensaciones.
Ven a las tres y, una vez que dejes aquí el coche puedes irte a casa temprano.
Hizo una breve pausa y después continuó:
–Coge el maletín del armario… Sí, ése. Necesito que lo
traigas y que lo dejes en el hospital, junto con mi juego de llaves de
emergencia, a nombre de You Keunjung. –Se tensó, como si el tal Minho hubiese
dicho algo que lo molestase–. Sí, puedes tomarte el día libre mañana, pero
mantén el busca encendido y el móvil también, por si necesito algo.
Hunter soltó un gruñido.
–Chico, no me cabrees. No olvides que sé dónde duermes.
–Aunque las palabras fueron afiladas, estaba claro que en el fondo no eran más
que una broma–. Vale, pero no se te ocurra volver a quemar el embrague. Nos
vemos luego.
Leeteuk lo miró y alzó una ceja mientras él colgaba el
teléfono.
–¿Quién es Minho?
–El chico de los recados.
Leeteuk lo miró boquiabierto.
–¡Dios mío! ¿Acabas de responder una pregunta? Cielos, será
mejor que llamemos urgentemente a Keunjung antes de que te desplomes muerto, o
no-muerto, o lo que sea que os pase a los vampiros.
–Ja, ja –le contestó Hunter con una sonrisa.
Joder, cuando sonríe es un vampiro muy sensual…
Ohhhh cada vez se pone más interesante de besaron y que beso hsjsjsjd se desean 7w7 espero con ganas otro Capi muero por saber el pasado de Kangin y saber como la paso después de que Hyukkie desapareciera ((-; gracias
ResponderEliminarJo.......tremendo beso......seguro que ahora si quiere que le haga algo. Los dos se quedaron sorprendidos por lo que hicieron,pero bien que les gusto
ResponderEliminarveremos si Hee cumple.....oooooooh iran a pedir ayuda a Hae y a Hyuk.......kaning lo vera.....se veran *0*
que emoción *0*
Bien que si no los interrumpen, no cortan ese beso por voluntad propia y luego se hacen los ofendidos xD Podrán comportarse groseros o antipáticos, igual es obvio que se gustan.
ResponderEliminarLa llamada a Hee fue justo como lo esperaba, acepto a regañadientes y poniendo sus condiciones, ojalá de verdad haga caso sino todo puede ser peor.
Ese amigo que menciona Teuk supongo que es HyukJae, quisiera saber que pasa si se reencuentra con Kangin.
Gracias por la actu, me voy a seguir leyendo :D