Amante Enemigo (DH5)- 15




Zhou Mi no sabía qué pensar de eso. No tenía sentido que un Daimon, menos aún uno emparentado con Dylan, les ayudara cuando toda su vida habían sido perseguidos por la especie de Shanglin.

—¿Por qué?

—No hay tiempo para esto –siseó Shanglin—. Mi padre no es un hombre estúpido. Caerá en la cuenta rápidamente cuando no escuche nada sobre los dos hombres muertos.

Victoria asintió, luego giró hacia Zhou Mi.

—Te estoy pidiendo que confíes en mí, Mi. Juro que no lo lamentarás.
  
Zhou Mi intercambió ceños con Henry y Hyungjoon.

—Creo que podemos confiar en ella.

Henry miró a Shanglin, luego a Hyungjoon.

—Dijiste que eran sádicos. ¿Hay alguna posibilidad de que estén jugando con nuestras cabezas?

Shanglin rió grave y amargamente.

—No tienes idea.


Victoria golpeó a su esposo en el estómago.

—Compórtate, Shang. No estás haciendo esto más sencillo.

Frunciéndole el ceño a su esposa, Shanglin se frotó el abdomen donde ella lo había golpeado, pero no dijo nada más.

—Hazlo –dijo Hyungjoon—. Si él está mintiendo, sé cómo lastimarlo.

Su mirada fue significativamente hacia Victoria. Shanglin se endureció como una baqueta.

—Destructora o no, si alguna vez la tocas, te mataré, Hyungjoon.

—Entonces nos entendemos –dijo Henry—. Porque si algo le sucede a Zhou Mi, Hyungjoon será el menor de tus problemas.

Shanglin se adelantó, pero Victoria lo forzó a retroceder.

—Dijiste que debíamos apresurarnos.

Los rígidos rasgos de Shanglin se suavizaron mientras miraba a Victoria y asentía. Sin una palabra más, los condujo hacia un airboat negro que ya estaba sobre el hielo, esperando por ellos.
Clinton subió a bordo primero, seguido por Hyungjoon. Zhou Mi hizo lo mismo.

—¿Es este el mismo barco que los Canadian Mounties usan para las búsquedas y rescates? – le preguntó a Henry.

Henry se aclaró la garganta como si estuviese ofendido.

—Son fabricados por la misma compañía, pero me agrada pensar que el mío es un poquito más agradable.

Y lo era. Lujoso hasta el extremo, hasta con asientos acolchados.

Zhou Mi le sonrió mientras Henry tomaba el timón. Su hermana subió, luego se detuvo cuando se dio cuenta de que su esposo se había quedado en el muelle y no estaba haciendo nada para unírseles.

El rostro de Victoria estaba aún más pálido.

—Ven con nosotros, Shang –le rogó, estirándose para tomar su mano. Su voz estaba llena de tensión y preocupación.

Zhou Mi observó sus manos unidas, que le mostraba cuánto deseaba cada uno de ellos aferrarse y jamás dejarse ir.

—Te matarán si descubren esto.

El dolor en el rostro de Shanglin mientras miraba anhelantemente a Victoria hizo que Zhou Mi sufriera por los dos.

—No puedo, bebé, sabes que no puedo. Debo quedarme y tapar tus huellas, pero prometo que me pondré en contacto en cuanto pueda. –Besó a Victoria apasionadamente, luego le dio un beso en la mano y la soltó—. Cuídate.

—Tú también.

Él asintió, luego quitó el último pedazo de arnés.

—Cuida a mi esposa, Cazador Oscuro.

Henry miró a Victoria y asintió.

—Gracias, Daimon.

Shanglin se burló.

—Apuesto a que jamás pensaste que pronunciarías esas palabras.

Shanglin elevó las puertas del muelle al mismo tiempo que un grupo de Daimons entraba al cobertizo.

Victoria jadeó y comenzó a ir hacia su esposo. Clinton la sostuvo mientras Henry aceleraba a fondo la máquina y volaba hacia el norte sobre el hielo. Afortunadamente, el viento estaba a su favor y aceleraron rápidamente.

—¡No! –Gritó Victoria mientras corrían sobre el lago—. No podemos dejarlo.

—No tenemos elección –dijo Clinton—. Lo siento.

Zhou Mi vio la desesperación en el rostro de su hermana, pero Victoria no lloró. Apenas miró hacia atrás, donde el cobertizo estaba desapareciendo rápidamente de su vista, con los ojos llenos de terror.

Zhou Mi se aferró fuertemente a su cinturón de seguridad, con el corazón latiendo enloquecido.

—¿Qué tan rápido estamos yendo? –le preguntó a Clinton.

—Por lo menos a más de 160 Km. –le respondió—. Estas cosas pueden moverse hasta 225 con viento a favor, y sólo a 65 en contra.

Wow. Miró a su hermana, que aún no había dejado de mirar atrás aunque el cobertizo ya había desaparecido de la vista.

—Él va a estar bien, Victoria –dijo Hyungjoon—. Su padre no lo lastimaría realmente. Dylan puede ser psicópata, pero ama a Shanglin.

El rostro de Victoria mostraba cada pedacito de sus dudas.

—Continúa hacia el norte –le dijo a Henry—. Tenemos un lugar seguro donde podemos esconderlos a todos.

En cuanto las palabras fueron pronunciadas, Zhou Mi escuchó el violento chillido de algo que sonaba como si viniera de Hollywood. Fue seguido por el indudable sonido de unas alas batiéndose.
Mirando hacia arriba, vio el dragón que se dirigía hacia ellos.

—Oh, mi… —no pudo completar las palabras porque el terror la ahogó. Hyungjoon reaccionó instantáneamente. Se arrojó sobre Zhou Mi.

El dragón chilló más agudamente como si se hubiera frustrado por sus acciones. El fuego voló a través de la proa del barco.

Henry no desaceleró para nada. Extrajo su arma y le disparó al dragón.

El dragón se lanzó directo hacia ellos, gritando mientras llegaba. Zhou Mi pudo ver cuando las balas lo golpearon. El dragón retrocedió, pero no frenó ni se desvió.

Continuó hacia ellos con una resuelta determinación. Más cerca.

Más cerca…

Se abalanzó tan cerca que pudo sentir la caliente respiración del dragón. Henry recargó su cartucho y disparó más.

Justo cuando Zhou Mi estaba seguro de que los devoraría, el dragón desapareció instantáneamente.

Por diez segundos enteros, nadie se movió.

—¿Qué sucedió? –preguntó Clinton.

—Debe haber sido llamado –respondió Hyungjoon—. Es lo único que podría haberlo detenido de ese modo.

Henry finalmente frenó un poco.

—¿Llamado por quién?

—La Destructora –dijo Victoria—. No permitirá que lastime a Hyungjoon.

—¿Y por qué es eso, Hyungjoon? –preguntó Henry.

Hyungjoon pareció incómodo por esa pregunta.

—Al igual que Dylan, soy uno de sus siervos.

—Pensé que servías a Artemisa –dijo Zhou Mi.

—Sirvo a ambas.


Zhou Mi inclinó la cabeza mientras miraba a su amigo. Alguien a quien había pensado que conocía durante años, y ahora se daba cuenta de que realmente no sabía nada sobre Hyungjoon.

—Pregunta –dijo Zhou Mi, con el corazón latiendo fuertemente por el miedo—. ¿Qué sucede cuando tienes un conflicto de intereses? ¿A quién seguirás entonces, Hyungjoon?

Hyungjoon lo miró fijamente, indignado.

—Creo que la respuesta a esa pregunta es bastante obvia. Estoy aquí, ¿o no?

—¿Lo estás? –preguntó Zhou Mi, con su furia entrando en erupción—. Cada vez que me doy vuelta parece que hay un Daimon siguiéndome el rastro. Todos los días estoy enterándome de otro dato vital acerca de ti, que habías olvidado convenientemente de contarme en los últimos… oh… cinco años. ¿Cómo puedo saber que puedo confiar en alguien a esta altura?

Hyungjoon parecía herido mientras se apartaba de Zhou Mi.

—No puedo creer que dudarías de mí.

—Mi…

—No me digas “Mi,” Victoria –le dijo, hablándole con brusquedad a su hermana—. ¿Por qué ni siquiera te molestaste en decirme que estabas viva? Sabes que una postal no te habría costado nada. Y no estoy intentando ser gracioso.

Victoria le dirigió una mirada enojada.

—¡No te atrevas a usar ese tono conmigo! No después de que Shanglin y yo hemos arriesgado todo por ti. Por lo que sé, ahora mismo pueden estar matándolo.

El temblor en la voz de su hermana le hizo recobrar el juicio, y se calmó.

—Lo siento, Victoria. Hyungjoon. Es sólo que estoy asustado.

Hyungjoon lo ayudó a ponerse de pie, pero en lugar de regresar a su asiento, Zhou Mi se encaminó hacia el asiento de Henry. Él frenó el barco lo suficiente como para que pudiera sentarse con cuidado en sus piernas.

Al menos allí se sentía protegido. Seguro. Confiaba absolutamente en él.

—Vas a estar bien, Zhou Mi –dijo Henry contra su cabello, sobre el rugido del bote. Se acurrucó más contra él e inhaló su aroma. Zhou Mi se aferró con fuerza mientras él los conducía a un futuro que lo aterrorizaba.



El amanecer se estaba acercando. Zhou Mi podía sentirlo mientras viajaba silenciosamente en el Land Rover excesivamente modificado y hecho a pedido, junto a Henry. Era inmune a los rayos de sol, pero sabía que Henry y su hermana no lo eran. Clinton estaba dormido en el asiento trasero, sentado entre Hyungjoon y Victoria con la cabeza sobre el hombro de Hyungjoon, mientras él miraba nerviosamente por la ventanilla.

Habían dejado el barco atrás hacía una hora, y ahora estaban en un Land Rover todo— terreno, conduciendo hacia un destino que Victoria no quería mencionar. Sólo les daba indicaciones.

—¿Cuánto falta? –preguntó Zhou Mi.

—No mucho más.

El incierto temor en la voz de Victoria contradecía sus palabras.

Zhou Mi tomó la mano de Henry en las suyas. Él apretó sus dedos para tranquilizarle, pero no habló.

—¿Llegaremos antes del amanecer? –le preguntó a su hermana.

—Va a ser cerca. –Entonces, en voz baja, Victoria murmuró las palabras—: Realmente cerca.

Zhou Mi miró a Henry mientras conducía. Tenía puestos sus anteojos de sol, que lo ayudaban con el resplandor de la nieve, pero la noche era tan oscura que Zhou Mi no estaba seguro de cómo podía ver algo. Aunque no decía nada, notaba el modo en que miraba una y otra vez el reloj del tablero.

Zhou Mi elevó una plegaria para que llegasen a destino antes de que el sol lo matara. Obligando a su miedo a partir antes de que lo abrumara, miró hacia sus manos unidas. Su mano estaba cubierta por unos guantes negros de lana. Los dedos desnudos de Henry eran largos y masculinos. Las manos de un guerrero protector.

¿Quién hubiese imaginado que encontraría un amigo y amante nacido de una raza que era enemiga jurada de la suya?

Y aún así, allí estaba sentado, sabiendo que él era el único que podía salvar y proteger a su bebé. Sabiendo que él moriría voluntariamente por cuidar a su hijo. Su corazón dolió ante ese conocimiento, y ante el nerviosismo que sentía mientras el cielo se aclaraba.

Él no podía morir. Seguramente los Destinos no serían tan crueles.

Zhou Mi soltó la mano de Henry lo suficiente para quitarse el guante, luego volvió a tomarla. Necesitaba esa conexión física con él.

Él lo miró y le regaló una sonrisa alentadora.

—Dobla justo aquí –dijo Victoria, inclinándose entre ellos para señalar un pequeño sendero donde no había ruta.
  
Henry no lo cuestionó. No había tiempo. En lugar de eso, giró como ella le indicaba.

Era un idiota por confiar en ella, lo sabía. Pero no había otra elección. Además, Victoria aún no los había traicionado.

Y si lo hiciera, él se aseguraría que lo pagara. Junto con cualquier otro que se atreviera a venir en busca de Zhou Mi.

Pasaron violentamente a través de los árboles, con el blindaje del SUV que hacía relativamente más sencillo abrirse paso a través de los árboles más pequeños y viajar sobre nieve, hielo y escombros. Henry apagó las luces para poder ver mejor mientras el Land Rover rebotaba sobre el terreno accidentado.

Clinton se despertó maldiciendo.

—¿Regresó Dylan?

—No –le dijo Hyungjoon—. Tuvimos que abandonar la ruta.

Henry desaceleró un poquito para no arruinar una de las ruedas de tanque que habían reemplazado a las cubiertas del SUV. Eran mucho más firmes en este clima, pero aún así estaban muy lejos de ser infalibles, y lo último que necesitaba era quedarse varado al aire libre con la luz del sol tan próxima.

Justo cuando el sol estaba apareciendo sobre la montaña, salió a través de los árboles y llegó a una cueva.

Había tres Apolitas parados fuera de ella. Esperando. Zhou Mi siseó y soltó su mano.

—Está bien –dijo Victoria mientras abría su puerta y bajaba de un salto de la camioneta. Henry dudó mientras miraba a Victoria correr hacia los hombres y señalarlos.

—Bueno –susurró, viendo que el sol comenzaba a deslizarse por encima de los picos—. Es el momento de la verdad. Ahora no podemos escapar corriendo de ellos.

—Estoy contigo hasta el final –susurró Hyungjoon desde el asiento trasero.

Clinton asintió.

—Yo también.

—Quédense aquí –le dijo Henry a Zhou Mi y a Clinton antes de bajarse, con la mano sobre el puño de su espada.

Hyungjoon salió junto con él.

Clinton se inclinó hacia adelante para que su cabeza estuviera casi al lado de la de Zhou Mi.

—¿Esos son lo que creo que son?

—Sí –dijo Zhou Mi, aguantando la respiración—. Son Apolitas, y no parecen felices de vernos.

Los Apolitas observaron a Hyungjoon y a Henry sospechosamente. El odio entre ellos era aún más violento que cuando Shanglin se había enfrentado a Henry en el cobertizo.

Hizo que la sangre de Zhou Mi se helara.

Victoria señaló el sol que salía y le dijo algo a los hombres. Aún así no se movieron.

Hasta que Henry miró a Zhou Mi sobre su hombro. Sus miradas se encontraron y él asintió sutilmente.
Con el rostro ilegible, entregó todas sus armas.

El corazón de Zhou Mi latió violentamente. ¿Lo matarían?

Sabía que él jamás hubiese entregado sus armas a sus enemigos. Hubiese luchado hasta el final. Pero, por él, se había entregado.

Los Apolitas lo llevaron hacia el interior con Victoria mientras Hyungjoon regresaba a buscarlos.

—¿Qué está sucediendo? –preguntó Zhou Mi.

Hyungjoon respiró cansadamente.

—Están llevando a Henry en custodia para asegurarse de que no lastime a ninguno de ellos. Vamos, tienen a un doctor dentro esperando por ti.

Zhou Mi vaciló mientras miraba en la dirección en la que habían desaparecido.

—¿Realmente confías en ellos?

—No lo sé. ¿Y tú?

Él pensó en eso, y no estuvo totalmente seguro de la respuesta.

—Confío en Victoria. Eso creo.

Hyungjoon se rió.

Zhou Mi salió rápidamente de la camioneta, y permitió que Hyungjoon los condujera a él y a Clinton dentro de la cueva donde había sido llevado Henry.

Victoria se unió a ellos adentro.

—No tengas miedo, Mi. Todos nosotros sabemos lo importantes que son tú y tu bebé. Nadie aquí los lastimará. Lo juro.

Zhou Mi sólo podía rogar que su hermana hablara en serio.

—¿Quiénes son nosotros?

—Esta es una comunidad Apolita –dijo Victoria mientras los conducía más adentro de la caverna—. Una de las más antiguas de Norteamérica.

—¿Pero por qué están ayudándome ahora? –Preguntó Zhou Mi—. No es que no hayan sabido que he sido perseguida todos estos años.

Victoria pareció apenada por la pregunta.

—Sabía que estabas viva y estaba esperando que continuaras con nuestra ascendencia. Temía decirte que yo aún existía por miedo a cómo lo tomarías. Pensé que sería más fácil de este modo.

—¿Entonces por qué cambiaste ahora?

—Porque un Apolita llamado Tao llamó unos días atrás y explicó lo que estaba sucediendo. Una vez que hablé con Shanglin y supe lo que su padre había planeado, me di cuenta de que ya no podía dejarte solo. Somos hermanos, Zhou Mi, y tu bebé tiene que vivir.

Al fondo de la cueva, Victoria colocó su mano sobre una de las piedras, donde un resorte salió y abrió la puerta de un ascensor.

Clinton jadeó exageradamente.

—Santas Granadas, Batman, es una baticueva. —Zhou Mi lo miró extrañamente—. Oh, vamos –dijo Clinton—, ¿nadie más que yo ve el humor de esto? –Observó los tres rostros nada divertidos—. Supongo que no.

Zhou Mi entró primera al ascensor.

—¿Y los hombres que vi afuera? ¿Quiénes son ellos?

Victoria fue la siguiente en entrar.

—Son nuestro consejo gobernante. Nada puede hacerse aquí sin su aprobación directa.

Hyungjoon y Clinton se les unieron. La puerta del elevador se cerró.

—¿Hay Daimons aquí? –le preguntó Clinton a Victoria mientras ella presionaba un botón que puso al elevador en movimiento, hacia abajo.

—El único Daimon en esta comunidad soy yo –dijo Victoria avergonzadamente—. Me permiten vivir aquí porque están en deuda con Shanglin por su ayuda. Mientras yo no atraiga la atención sobre mí o sobre su existencia, tengo permitido quedarme.

Mientras el elevador continuaba su camino hacia abajo, Zhou Mi no sabía qué esperar de la colonia Apolita. O de su hermana. Mucho tiempo atrás, hubiese confiado en Victoria sin dudarlo, pero aquella era una Victoria que no hubiese sido capaz de tomar la vida de otra persona para mantener la propia.

Esta nueva Victoria lo asustaba.

Los oídos de Zhou Mi se taparon, permitiéndole saber que estaba viajando mucho más abajo de la montaña.

Cuando las puertas se abrieron, sintió como si acabara de entrar a una película de ciencia-ficción.

Todo estaba adaptado como una ciudad futurista. Hecha de acero y hormigón, las paredes estaban pintadas con brillantes murales que representaban el sol y la belleza.

Su grupo salió a un área central que era probablemente del tamaño de un campo de fútbol americano. Había aberturas alrededor que mostraban más corredores que llevaban hacia otras áreas.

Había todo tipo de tiendas en esta área principal. Excepto vendedores de comida; un servicio que los Apolitas no necesitaban, ya que vivían de la sangre de los demás.

—La ciudad se llama Elysia –explicó Victoria mientras los conducía a través de varios Apolitas que se habían detenido para observarlos—. La mayoría de los Apolitas aquí vive toda su vida bajo tierra. No tienen ningún deseo de subir y ver a los humanos y su violencia. Ni tampoco desean ver a su familia cazada y asesinada.

—Me opongo a eso –dijo Clinton—. Yo no soy violento. Al menos no absorbo a otras personas.

—Mantén baja la voz –le advirtió Victoria—. Los humanos nunca han sido bondadosos con mi gente. Nos han cazado y perseguido aún más que los Cazadores Oscuros. Aquí eres minoría, y si amenazas a mi gente, podrían matarte sin siquiera molestarse en averiguar si eres o no violento.

Clinton cerró firmemente la boca.

Zhou Mi vio los gestos de desprecio y las miradas furiosas que recibían mientras Victoria los llevaba hacia un vestíbulo a la izquierda.

—¿Qué hacen con los Apolitas que se convierten en Daimon? –preguntó Clinton en cuanto estuvieron lejos de los otros Apolitas.

—No se tolera a ningún Daimons aquí, ya que ellos requieren una dieta constante de almas humanas. Si un Apolitas decide convertirse en Daimon, tiene permitido partir, pero jamás pueden regresar aquí. Nunca.

—Aún así, tú vives aquí –dijo Hyungjoon—. ¿Por qué?

—Te lo dije, Shanglin los protege. Él fue quien les enseñó cómo construir este lugar.

—¿Por qué? –insistió Hyungjoon.

Victoria se detuvo y midió a Hyungjoon con la mirada.

—A pesar de lo que piensas de él, Hyungjoon, mi esposo es un buen hombre. Sólo quiere lo mejor para su gente. –La mirada de Victoria se volvió hacia Zhou Mi—. Shanglin fue el primer hijo en nacer como un Apolita maldito.

Zhou Mi se quedó boquiabierto ante la noticia.

—Entonces él tiene…

—Más de once mil años –dijo Victoria, terminando la oración por él—. Sí. La mayor parte de los guerreros que viajan con él tienen esa edad. Ellos vienen del comienzo de nuestra historia.

Clinton silbó bajo.

—¿Cómo es posible?

—La Destructora los protege –respondió Hyungjoon—. Así como los Cazadores Oscuros sirven a Artemisa, los verdaderos Spathis la sirven a ella. —Hyungjoon suspiró, como si el conflicto la apenara—. Artemisa y Apollymi han estado en guerra desde el primer día. La Destructora está en cautiverio porque Artemisa la obligó con un engaño, y ella pasa todo su tiempo tramando la muerte y tortura de Artemisa. Si alguna vez logra salir, Apollymi la destruirá.

Zhou Mi frunció el ceño.

—¿Por qué la Destructora odia a Artemisa?

—Amor. ¿Qué más? –dijo Hyungjoon sencillamente—. El amor, el odio y la venganza son las emociones más poderosas de la tierra. Apollymi quiere venganza porque Artemisa mató a lo que ella más amaba en el universo.

—¿Y eso es?

—Jamás traicionaría a alguna de ellas diciéndolo.

—¿Y no podrías escribirlo? –preguntó Clinton. Hyungjoon puso los ojos en blanco. Zhou Mi y Victoria sacudieron la cabeza—. Oh, sí, como si ustedes dos no estuviesen pensando lo mismo –dijo Clinton.

Victoria hizo señas para que la siguieran nuevamente. Los condujo por un corredor que estaba alineado por puertas.

—Estos son apartamentos. A ustedes les darán una gran unidad con cuatro dormitorios. La mía está en un vestíbulo separado. Me hubiese gustado tenerlos más cerca, pero esta era la única disponible, lo suficientemente grande como para todos ustedes, y no me pareció que fuera inteligente separarlos.

Zhou Mi también deseaba estar más cerca de Victoria. Tenía mucho de lo que ponerse al día con su hermana.

—¿Henry ya está allí?

—No –dijo Victoria, evitando su mirada—. Fue llevado a una celda de detención.

Zhou Mi estaba horrorizado, y luego furioso.

—¿Perdón?

—Él es nuestro enemigo, Mi. ¿Qué esperabas que hiciéramos?

—Espero que lo dejen ir. Ahora.

—No puedo.

Zhou Mi se detuvo sobre sus pasos.

—Entonces muéstrame la puerta de salida.

El rostro de Victoria reflejaba su incredulidad.

—¿Qué?

—Me escuchaste. No voy a quedarme aquí a menos que él sea bienvenido. Ha arriesgado su vida por mí. Su hogar fue destruido por mi culpa y no viviré cómodamente mientras el padre de mi bebé sea tratado como un convicto.

Alguien detrás de ellos comenzó a aplaudir.

Zhou Mi giró para ver a un hombre que lo empequeñecía. Rubio y esbelto, parecía tener la misma edad que él.

—Lindo discurso, príncipe. No cambia nada.

Zhou Mi lo miró con los ojos entrecerrados.

—¿Y qué tal una buena paliza?

Él en realidad se rió.

—Estás embarazado.

—No tanto. –Lanzó una de las dagas que tenía en la muñeca hacia el hombre. Se incrustó en la pared justo al lado de su cabeza. Su rostro perdió todo el humor—. La próxima va a tu corazón.

—¡Mi, detente! –ordenó Victoria, tomándolo del brazo. Zhou Mi se quitó su mano de encima.

—No. He pasado toda mi adultez terminando con la desgracia de cualquier Daimon o Apolita que cometiera el error de perseguirme. Si por un instante crees que Hyungjoon y yo no podemos destruir este sitio para liberar a Henry, entonces necesitas pensarlo de nuevo.

—¿Y si mueres? –preguntó el hombre.

—Entonces todos perdemos.

Él le miró pensativamente.

—Estás fanfarroneando.

Zhou Mi intercambió una mirada decidida con Hyungjoon.

—Sabes que siempre estoy desesperado por una buena pelea.



2 comentarios:

  1. Oh diablos Zhoumi si que tiene cojones, se protege y a lo suyo y Henry es suyo Oh si¡¡¡¡, esta increible amo esta saga...

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  2. A mi me tiene más intrigada comadre con el personaje de Hyung Joon, quien diablos es?! jajaja habrá novela sobre él? :P

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...