Henry estaba parado, encaminándose rápidamente hacia la
puerta, mientras Clinton se apartaba aún más.
—Lo siento, amigo –dijo Clinton con más firmeza—. Ningún
desconocido entra a esta casa, ¿capische?
—Clinton –dijo Henry bruscamente, su voz era grave y
acerada—. Aléjate.
Por una vez, Clinton no discutió.
Henry tomó una espada de la pared mientras al mismo
tiempo, el Daimon que estaba en el porche extraía dos dagas enormes de adentro
de la bolsa aisladora de la pizza.
El Daimon le arrojó una daga a Clinton, luego giró para
librar combate con Henry. Clinton se tambaleó hacia atrás, su rostro estaba
pálido mientras caía al piso.
Zhou Mi estaba de
pie e iba hacia Clinton cuando Hyungjoon lo atrapó.
—Piensa en el bebé. Quédate quieto.
Él asintió mientras Hyungjoon saltaba por encima del sofá
para ir a ayudar a Clinton. Zhou Mi tomó otra espada de la pared, preparado
para la batalla en caso de que fuera necesario.
Afortunadamente, Clinton estaba de pie nuevamente, sin
ningún daño, para el momento en que Hyungjoon lo alcanzó. La pizza, por otro
lado, estaba arruinada. Gracias a dios, la caja había desviado la daga.
—Mierda –jadeó Clinton, corriendo hacia Zhou Mi con Hyungjoon
detrás—. Hay una asquerosa cantidad de ellos encaminándose hacia la casa.
—¿Qué? –preguntó Zhou Mi, mientras sus rodillas se
aflojaban ante esa idea. Henry mató al que estaba en el porche y cerró la
puerta de un golpe.
—Maldito sea el infierno, Clinton, ¿estás bien?
Clinton asintió.
Henry cruzó la habitación y de cualquier modo lo
inspeccionó, luego lo atrajo a sus brazos y lo abrazó fieramente.
—Hey, apártate de mí —Clinton se erizó—. Me estás dando
asco. Si quieres abrazar algo, abraza a Zhou Mi.
Zhoumi vio que Henry apretaba los dientes un instante
antes de dejarlo ir casi completamente. Mantuvo una mano fuertemente cerrada
sobre el hombro de Clinton, mientras se agachaba para mirar al chico a los
ojos.
—Atiende la puerta una vez más, Clinton Lau, y te
arrancaré tu tonta cabeza. –Empujó a Clinton hacia el pasillo—. Ve a bajar los
escudos.
—¡¿Qué es esto, el Enterprise?! –preguntó Hyungjoon
mientras Clinton corría a cumplir la orden de Henry.
—No, tenemos persianas de seguridad hechas de metal y a
prueba de balas. No sé qué están tramando los Daimons, pero no quiero que
tengan la posibilidad de arrojar un cóctel Molotov o
alguna otra cosa a través de una ventana.
—Bien pensado –susurró Hyungjoon.
Toda la casa se estremeció mientras Clinton hacía
descender las persianas de acero.
Henry estaba temblando de furia mientras llamaba a los de
seguridad para comprobar cómo estaban.
—¿Hola?
La voz no sólo era desconocida, sino también gravemente
acentuada. Concedido, los guardias jamás lo recordaban, pero Henry conocía a
cada miembro de la fuerza de seguridad que el Consejo había enviado para
proteger a Clinton.
Henry tenía una mala sensación.
—¿Quién habla?
—¿Quién crees que es, Cazador Oscuro? Mis saludos a quien
sea que encargó la pizza. Disfrutamos el bocado de medianoche.
Henry apretó con más fuerza el teléfono.
—¿Dónde están mis guardias?
—Oh, uno está justo aquí, pero no se siente muy hablador.
La muerte tiene un modo de hacer que incluso la gente más conversadora sea
bastante callada. Y en cuanto al otro… él está… oh, espera, ahora está muerto.
¡Mis chicos recién terminaron con él!
—Vas a pagar por eso.
—Bueno, ¿entonces por qué no sales y me alcanzas la
cuenta?
—Estoy en camino.
Henry colgó y se dirigió hacia la puerta, resuelto a
sesgar a Dylan. Hyungjoon lo atrapó antes de que pudiera llegar a la puerta.
—¿Qué crees que estás haciendo? –le preguntó
indignadamente. Él lo miró furiosamente.
—Voy a terminar con esto.
Hyungjoon lo miró con una ceja arqueada.
—No puedes. Te matará en cuanto salgas de aquí.
—¿Entonces qué quieres que haga?
—Protege a Clinton y a Zhou Mi. Regresaré enseguida.
Hyungjoon salió de la casa como un rayo.
Se concentró en la energía de Dylan y lo encontró en el
cuerpo de guardia. Dio un respingo al ver a los dos hombres muertos en el piso.
Había al menos una docena de Daimons afuera, abriendo cajas y preparándose para
un ataque.
Sólo cuatro Daimons estaban dentro del edificio, entre
ellos Dylan y su hijo Shanglin.
—¿Cómo entraron aquí? –demandó Hyungjoon.
Dylan se dio vuelta lenta, metódicamente, para
enfrentarlo con una sonrisa sardónica. No había miedo en él, sólo una irónica diversión.
—Los guardias salieron cuando comimos al repartidor de
pizza, e intentaron detenernos. Los arrastramos adentro luego de que estaban
muertos.
Sus palabras y la ausencia de respeto por lo que habían
hecho lo enfermó, pero no tanto como ver al ceredon que estaba con ellos en uno
de los monitores.
Así que Apollymi había cambiado las reglas sobre él.
Maldición.
—Eres tan malvado –dijo con los dientes apretados.
Él sonrió, como si las palabras lo elogiaran.
—Gracias, amor, me enorgullezco de eso.
Hyungjoon abrió el portal de regreso a Kalosis.
—Es hora de que se vayan a casa.
Dylan observó la abertura, y entonces rió.
—Me temo que no, dulzura. En este momento, le agrado más
a mamá que tú. Así que puedes meter ese portal en tu muy atractivo trasero. Yo
y mis chicos tenemos trabajo que hacer. Te unes a nosotros o te vas.
Por primera vez en su vida, Hyungjoon sintió un temblor
de miedo.
—Tienen que irse. Esas son las reglas. El portal se abre
y ustedes tienen que atravesarlo.
Dylan se adelantó, sus ojos eran siniestros y fríos.
—No, no tenemos que hacerlo.
El portal se cerró.
Hyungjoon jadeó al comprenderlo. La Destructora le había
dado una llave a él también, y lo había puesto al control.
Dylan se paró tan cerca de él, que lo hizo estremecer.
Acunó el rostro de Hyungjoon en su mano.
—Es una pena que te proteja tanto. De otro modo, te
hubiese saboreado siglos atrás.
Hyungjoon lo miró furioso.
—Aparta tu mano de mí, o la pierdes.
Para su sorpresa, él obedeció, pero no antes de besarlo
rudamente. Hyungjoon chilló y lo golpeó.
Él rió.
—Ve a casa, pequeño. Si te quedas aquí, podrías salir
lastimado.
Con el cuerpo temblando, Hyungjoon regresó a la casa. Zhou
Mi estaba en el centro del living mientras Henry se armaba con elementos de un
armario que había contra la pared.
—¿Qué tienes que pueda usar? –le preguntó Hyungjoon,
uniéndose a él junto al mueble.
Henry lo miró extrañamente.
—Asumo que las cosas no salieron bien.
—No. De hecho, necesitamos asegurar con listones las
ventanas. Las cosas están a punto de ponerse realmente feas.
Clinton llegó corriendo a la habitación, con la cabeza
cubierta por un casco de fútbol americano.
—¿Qué diablos sucede contigo? –le preguntó Hyungjoon al
verlo.
Henry lo observó y frunció el ceño.
—¿Ahora usas el casco?
—Sí –dijo Clinton mientras metía una almohada en el
frente de sus pantalones—. Ahora uso el casco. En caso de que ninguno de
ustedes haya prestado atención, nuestros pequeños Daimons están ocupados en el
césped.
—Lo sabemos.
—Ah –dijo Clinton mientras iba hacia el armario y extraía
una chaqueta antibalas—. Entonces, tengo una pregunta. Sé que las persianas
resisten el fuego y las balas. ¿Cómo funcionan contra un proyectil LAWS y
dinamita?
Antes de que Henry pudiera responder, una explosión
sacudió la casa.
—Con cuidado –advirtió Dylan a sus hombres mientras
disparaban otra ronda a la casa—. No es que sea probable, pero démosle la
oportunidad de salir antes de volar la casa en pedazos.
—¿Por qué? Pensé que el objetivo era matar al heredero.
Shanglin observó al hombre con una mirada irritada que
decía: “¿eres completamente estúpido?”
—Sí, pero si lastimamos al Abadonna en el proceso, nos
enteraremos de lo que se siente ser puestos del revés. Literalmente. Como a la
mayoría de los seres, en realidad me agrada el hecho de tener la piel en la
parte externa de mi cuerpo.
—El es inmortal –discutió el tercero almando—. ¿Qué es
una bomba para él?
—Inmortal como nosotros, idiota. —Shanglin arrebató la
lanzadora de proyectiles de las manos—. Haz volar su cuerpo, y morirá. Ninguno
de ustedes quiere saber lo que la Destructora nos haría si eso sucede.
Dylan asintió con aprobación hacia su hijo, y luego
sugirió sus pensamientos al resto de su equipo.
—Observen las salidas. Sé que el Cazador Oscuro tendrá
una salida trasera para este lugar. Cuando ellos corran, será mejor que los
atrapen. Estén preparados.
Zhou Mi frunció el ceño mientras Clinton ponía otro
almohadón en el frente de sus pantalones de gimnasia.
—¿Qué estás haciendo?
—Protegiendo mis bienes. Después de lo que Hyungjoon dijo
sobre Dylan, y ese cercano tiro errado con el cuchillo de la pizza, no quiero
correr riesgos con mis preciadas joyas.
—Aleluya –dijo Henry en voz baja—. El chico finalmente
desarrolla un poco de cerebro.
Clinton le dirigió una mirada malhumorada, que Henry
ignoró.
Henry encendió el TV y cambió a las cámaras de parámetro,
para poder observar la posición de los Daimons. Varios de ellos estaban
corriendo por el césped.
—Parece que esa explosión se llevó una parte del ala este
–dijo Henry con tranquilidad. Otra explosión fue hacia el garaje.
Clinton dejó escapar un grito emocionado.
—Creo que derribaron el Hummer. ¡Sí!
—¡Clinton Lau! –le dijo Henry bruscamente.
—No puedo evitarlo –dijo Clinton, calmándose un poco—.
Realmente odio esa cosa. Además, te dije que no iba a protegerme de todo. Ahí
ves. Era inútil contra las granadas.
Henry sacudió la cabeza al mirar a su Escudero, y
entonces se dio cuenta de que Zhou Mi estaba tomando algunas armas del armario.
—¿Qué estás haciendo?
Se movió hacia él a la velocidad de la luz para evitar
que tocara las armas. Zhoumi suspiró irritado.
—Armándome.
—Un demonio. Tu trabajo es…
—Mantenerme con vida –dijo él, su rostro era resuelto. Lo
tocó suavemente en el brazo, con una suave caricia que envió escalofríos por el
pecho de Henry. Se veía tan hermoso parada allí, preparado para enfrentarse al
mundo—. No te preocupes, Henry, no soy estúpido. No voy a pelear contra ellos y
correr el riesgo de que uno de ellos pueda patearme en el estómago. Del mismo
modo, no voy a quedarme aquí parado y permitir que me lleven sin contraatacar.
No estoy más acostumbrado a estar sin un arma que tú.
—El tiene razón en eso –dijo Hyungjoon, moviéndose para
pararse detrás a Zhou Mi—. Su osito de peluche es un cuchillo retráctil de
quince centímetros y una .38 de nariz chata especial.
Henry miró fijamente a Zhou Mi, y la cruda determinación
de sus ojos. Lo admiraba ahora, en este momento, más de lo que había admirado
nunca a nadie.
Retrocediendo, lo llevó al armario y ajustó unas espadas
de muñeca a cada uno de sus brazos. Le enseñó el disparador de las cuchillas y
cómo se impulsaban.
—Y esta… —extrajo una Beretta Panther de poco calibre.
Deslizó el cargador completamente cargado dentro y puso el seguro—. Es sólo
para llamar su atención.
La colocó en una pistolera encubierta, y la ajustó a la
cadera de Zhou Mi.
Su rostro se suavizó mientras lo miraba. Por alguna
razón, esa mirada hizo que el cuerpo entero de Henry se calentara.
—Entonces, ¿cuál es el plan?
—Correr.
—¿Correr hacia dónde? –Preguntó Clinton—. Si vamos a la
casa de otro Cazador Oscuro, drenará tu poder y el suyo. Sin ofensa, creo que
estos tipos son un poquito más fuertes que los Daimons normales, y no quiero
que te pateen el trasero. Al menos no esta noche, mientras tengo cosas que
proteger.
Otra explosión quebró las ventanas de vidrio que estaban cubiertas
por los escudos.
—No tenemos elección, Clinton –dijo Henry mientras ponía
más distancia entre Zhou Mi y las ventanas—. No esperarán hasta la mañana y nos
darán la oportunidad de evacuar a la luz del día, y si no nos vamos, volarán la
casa a nuestro alrededor. Tendremos que abrir un plan de evacuación.
Clinton parecía menos que convencido.
—Realmente, realmente no me gusta esta idea de un plan
abierto de evacuación. ¿Alguien tiene algo mejor?
Miraron a Hyungjoon, que los observó estupefacto.
—No soy de este mundo. No tengo idea de dónde
escondernos. Digo que vayamos con Henry.
—¿Y qué hay de Artemisa? –Preguntó Zhou Mi—. ¿Ella nos
ayudará?
Hyungjoon negó con la cabeza.
—Lo siento. En este momento está ocupada, y sinceramente
no podría importarle menos que el mundo se acabe. Si la molesto por esto,
tendrá una rabieta terrible.
—Está bien, entonces –dijo Henry—. Sugiero que cada uno
se ponga su ropa más pesada y se prepare para abandonar lo más pronto posible.
Dylan miró atentamente las cámaras de seguridad. Sabía
que la heredera y sus guardianes no se quedarían dentro mucho tiempo más. Sus
hombres ya habían volado por completo el garaje, y ahora estaban disparando
lentamente dentro de la casa, parte por parte. Había mucho daño externo, pero
no podía saber exactamente cuánto estaba siendo hecho internamente.
No era que le importase. Si esto no funcionaba, la
quemarían. Ya tenía los lanzallamas en espera.
Cualquiera que valiera un poco, tendría túneles de
salida. Y Henry ciertamente valía. Shanglin ya había encontrado varias salidas.
Su hijo sólo tenía que asegurarse de haberlas encontrado
todas antes de que su presa abandonara el edificio.
—¿Shanglin? –le preguntó a su hijo telepáticamente—.
¿Estás en posición?
—Sí. Tenemos todas las salidas cubiertas.
—¿Dónde estás?
—En el patio trasero. ¿Por qué? ¿Algo anda mal?
—No, sólo quería asegurarme que podemos llegar a ellos.
—Son nuestros, padre. Relájate.
—Lo haré luego de que él esté muerto.
Henry inspeccionó por última vez sus cargas. Estaban
abrigados y listos. Él, por otro lado, estaba escasamente vestido. Necesitaba
ser capaz de moverse libremente en caso de tener que luchar más.
—Bueno, niños –dijo, en advertencia—. Recuerden, tenemos
que movernos silenciosamente. Ellos pueden ver mejor en la noche que… —se
detuvo al darse cuenta de con quiénes estaba hablando—. Bueno, mejor que Clinton.
Yo abriré el camino. Hyungjoon, quédate atrás y, si algo sucede, grita y no te esfumes.
—Claro.
Henry le ofreció a Zhou Mi una sonrisa de aliento. Tomó su
mano entre las suyas y besó su guante, deseando poder sentir la piel que había
debajo.
Él le devolvió la sonrisa, luego se cubrió el rostro con
su bufanda.
Soltando su mano renuentemente, los condujo a su
habitación. Había más explosiones arriba.
Henry gruñó ante el sonido de las cosas rompiéndose.
—Juro que voy a tomar todo esto de la piel de Dylan.
—Yo sólo quiero saber dónde están los policías –dijo Zhou
Mi—. Seguramente alguien ha escuchado todo eso.
—No lo sé –agregó Clinton—. Estamos bastante lejos.
Probablemente nadie sabe.
Otra explosión sacudió la casa.
—Alguien tiene que escuchar eso –dijo Zhou Mi—. Lo han
convertido en una zona de guerra.
—Bueno, esperemos que los policías no vengan –agregó Hyungjoon
detrás de él.
Zhou Mi lo miró sobre el hombro.
—¿Por qué?
—Porque si lo hacen, lo único que serán es otro bocado
nocturno para los Daimons.
Zhou Mi frunció los labios ante esa idea.
—¡Oh, dios, Hyungjoon, eso es horrible!
—Pero todo real –dijo
Henry mientras los conducía más allá de su cama, dentro de su placard, que era
del tamaño de las habitaciones de la mayoría de la gente—. A pesar de lo que
piensas, Zhou Mi, los Daimons no son más que animales rabiosos que necesiten
una muerte piadosa.
Él se puso rígido pero, por una vez, no discutió.
Zhou Mi levantó una ceja al mirar su guardarropa,
mientras atravesaban el placard. Todo, desde lo que colgaba hasta cada par de
zapatos, carecía de color. Parecía un gran agujero negro.
—Te gusta el negro,
¿verdad?
Una esquina de su boca se
elevó.
—Sirve a su propósito. Es difícil verse intimidante en
colores pastel.
Zhoumi rió y comenzó a hacer un comentario sobre que se
veía mejor desnudo, pero se contuvo. No era que Clinton y Hyungjoon no supieran
que eran amantes, pero aún no le parecía correcto decir eso en voz alta frente
a ellos.
Henry presionó una serie de códigos en un tablero y abrió
una puerta secreta en el fondo, que llevaba a sus propias catacumbas privadas
que había construido bajo la casa y el sótano en caso de emergencia.
Aunque para ser sincero, cuando había hecho construir
esto, los Daimons bombardeando su casa no eran una de las cosas que habían
pasado por su mente.
Había estado pensando algo más como un incendio durante
el día, o quizás una invasión hogareña de terroristas más normales, sin
colmillos.
¿Quién podía imaginarlo?
Siguiendo la verdadera moda medieval, el corredor era
largo y angosto, para evitar que más de una persona lo atravesara a la vez, y
haciendo que fuera sencillo bloquearlo si alguien los estuviese persiguiendo.
A veces daba resultado ser paranoico. Henry tomó una
linterna y los guió en fila.
Caminaron varios minutos antes de llegar a un punto con
cinco caminos diferentes.
—Wow –dijo Clinton mientras echaba una ojeada alrededor
de Zhou Mi y Henry—. ¿Adónde lleva todo esto?
Henry indicó el que estaba lejos a la derecha con la luz.
—Ese va al garaje, el siguiente va hacia el campo justo
detrás de la puerta del sur, el del medio es un refugio para bombardeos que
queda mucho más bajo tierra. El próximo lleva a la calle de afuera de la puerta
principal, y este –indicó el que estaba a su izquierda—, conduce al cobertizo
de botes.
—Hombre, desearía haber sabido esto cuando era pequeño;
podría haberme divertido muchísimo aquí abajo.
—Sí, y podrías haberte lastimado o perdido y nadie lo
sabría.
Clinton lo abucheó.
Ignorándolo, Henry los condujo por el largo y sinuoso
túnel que corría por toda la extensión de su propiedad. El cobertizo de botes
salía hacia un costado para que, la gente que no supiera, creyese que no era
parte de sus propiedades.
Eso, junto con el diseño del cobertizo, había sido
intencional.
Con más de 152.500 m2, el cobertizo parecía un hogar
desde el agua, con el primer nivel albergando su colección de barcos. El
segundo piso tenía cuatro habitaciones, una cocina, living, comedor y una sala
de juegos. Durante estos años, había servido como casa de invitados para Shindong
cada vez que venía a la ciudad.
Henry sólo esperaba que Dylan no fuese lo suficientemente
brillante como para darse cuenta de que tenía una ruta de escape tan lejos de
su propiedad.
Al final del túnel había una escalera de acero que
llevaba a un escotillón que se abría hacia la parte trasera del cobertizo,
dentro de un armario de almacenamiento.
Henry fue primero,
preparado para cualquier cosa. La traba en esta puerta era manual, en caso de
incendio. Henry hizo girar la combinación, luego esperó que el disparador sonara.
Lentamente, abrió la puerta, esperando lo peor.
No había movimientos en la habitación ni fuera de ella.
Ningún sonido de que alguien o algo estuvieran caminando alrededor. Escuchó
durante varios minutos, pero todo lo que podía oír era el crujido del hielo y
los bramidos del viento.
Todo parecía bien…
Elevándose a través del escotillón, se estiró para ayudar
a Zhou Mi a subir. Vagabundeó a poca distancia por el armario mientras Clinton,
y luego Hyungjoon, trepaban.
—Está bien –les susurró Henry—. Hasta ahora se ve bien.
Quiero que tú –le dijo a Zhou Mi —, y Clinton se queden atrás. Si algo sucede,
ustedes dos regresan a los túneles y presionan el botón rojo para trabar la
puerta detrás suyo.
—¿Y qué pasa con Hyungjoon y contigo? –preguntó Zhou Mi.
—Nos ocuparemos de nosotros mismos. Tú y Clinton son
quienes importan. —Los ojos de Zhou Mi le decían que no estaba de acuerdo con
él—. Tomará un par de minutos descender el airboat de su
arnés hasta el hielo –le explicó—. Esperemos que los Daimons no lo escuchen.
Zhou Mi asintió y lo besó suavemente.
—Ten cuidado.
Henry lo abrazó gentilmente, luego abrió la puerta. Dio
un paso afuera, y entonces dudó cuando su pie chocó contra algo grande y sólido
en el piso.
No, esperen.
Era ropa abandonada. Algo que le recordaba a restos de
Daimon.
Henry extrajo su espada retráctil de la bota al mismo
tiempo que una ligera sombra se movía hacia él. Se preparó para atacar.
—Está bien –susurró una voz femenina—. Soy una amiga.
Henry estaba lejos de aplacarse.
Escuchó que Zhou Mi jadeaba alarmado. Mirando hacia él,
vio que dudaba en la puerta, como si no estuviera seguro de qué hacer.
—¿Victoria? –susurró—. ¿Realmente eres tú?
Victoria era el nombre de una de sus hermanas, que había
muerto junto a su madre. La sombra dio un paso hacia la luz para que pudieran
ver su rostro. Victoria vestía un traje negro y no parecía llevar ningún arma
encima.
—Soy yo, Mi. Estoy aquí para ayudarte.
Zhou Mi dio un paso atrás y chocó contra Clinton, quien
miró a la recién llegada sospechosamente. Incluso Hyungjoon estaba tenso.
Zhou Mi dio un vistazo incrédulo a su hermana.
—Se supone que estás muerta.
—Lo estoy –susurró Victoria.
—Eres una Daimon –dijo Henry acusadoramente. Victoria
asintió.
—Oh, Victoria –dijo Zhou Mi, su voz llena de decepción—.
¿Cómo pudiste?
—No me juzgues, hermanito. Tuve mis razones. Ahora
tenemos que ponerte a salvo.
—Como si fuera a confiar en ti –dijo Zhou Mi, poniéndose
rígido—. Recuerdo a nuestro tío.
—No soy él y no tengo intención de convertirte en lo que
yo soy.
Victoria dio un paso hacia él, pero Henry impidió que se
acercara más a Zhou Mi, hasta que él supiera la verdad de sus intenciones.
Victoria lo miró con irritación, luego regresó la vista a
su hermano.
—Por favor, Mi, tienes que creerme. Nunca, jamás te
lastimaría. Lo juro por el alma de mamá.
Otro Daimon entró por la puerta. Un hombre. Era alto y
rubio, y Henry lo recordaba muy bien del club. El Daimon que lo había golpeado.
Este era el Daimon que se había referido a Dylan como su
padre. Hyungjoon jadeó.
—Apresúrate, Vic –le dijo el Daimon a la hermana de Zhou
Mi—. No puedo mantener esto oculto mucho tiempo más.
Se detuvo lo suficiente como para encontrarse con la
mirada de Henry sin retroceder. La furia y el odio de ambos hombres era lo
suficientemente tangible como para hacer temblar a Zhou Mi. Esperaba a medias
que uno de ellos atacara al otro en cualquier momento.
—¿Por qué estás ayudándonos? –demandó Henry. El Daimon
frunció los labios con repugnancia.
—Como si me importaras en lo más mínimo, Cazador Oscuro.
Sólo estoy aquí para ayudar a mi esposa a proteger a su hermano menor. Lo que
aún pienso que es una estúpida idea –miró a Victoria, que le devolvió la mirada
irritada.
—Te sentirás mejor acerca de esto mañana –dijo Victoria.
El Daimon bufó.
—Menos mal que te amo.
Hyungjoon se quedó boquiabierto.
—¿Shanglin tiene corazón? ¿Quién lo hubiese imaginado?
Shanglin lo miró con rabia.
—Cállate, Abadonna.
Zhou Mi vio el amor en el rostro de Victoria mientras Shanglin
se acercaba a ella.
—Shanglin es quien me salvó cuando mamá murió –le explicó
Victoria—. Él me sacó del auto antes de que la bomba explotara, y me escondió.
Intentó salvar a mamá y a Nia también, pero no las alcanzó a tiempo.
Zhou Mi no sabía qué pensar de eso. No tenía sentido que
un Daimon, menos aún uno emparentado con Dylan, les ayudara cuando toda su vida
habían sido perseguidos por la especie de Shanglin.
—¿Por qué?
—No hay tiempo para esto –siseó Shanglin—. Mi padre no es
un hombre estúpido. Caerá en la cuenta rápidamente cuando no escuche nada sobre
los dos hombres muertos.
Victoria asintió, luego giró hacia Zhou Mi.
—Te estoy pidiendo que confíes en mí, Mi. Juro que no lo
lamentarás.
Oh cielos su hermana vive y el hijo de Dylan la ayuda cielos, cielos, que buena esta Yota va increible menos mal que no le paso nada a Clinton ya Mimi, Henry los protegera a ambos, quien es realmente Hyungoong?, que papel juega realmente?
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