Devil´s Heart (DH4)- 23




Yesung lo golpeó ruidosamente contra la pared, luego se precipitó hacia la puerta. Una vez que estuvo en la cabaña, cerró y aseguró la puerta. Yesung deslizó la estufa a leña sobre ella, luego estiró la mano para sacar al visón y a sus crías. La madre lo mordió, pero él no se sobresaltó.

Tan suavemente como pudo, los metió en su mochila y se apresuró a salir de la cabaña.

Ryeowook estaba justo al otro lado de la puerta.

—¿Yesung, eres tu?

Él lo besó.

—Es mejor que seas tú.

Él bufó ante eso.

Sin tiempo que perder, corrió hacia la maquina de nieve de Thanatos y rompió una manguera. Él condujo a Ryeowook hacia su vehículo.

—Tienes que salir de aquí, joven príncipe. Mis poderes no lo pueden contener por mucho más.

—No puedo ver para manejar esta cosa.

Yesung clavó los ojos en él, memorizando su cara. Memorizando como lucía bajo la luz de la luna que atravesaba las nubes.

El era bello, su estrella.

Como ninguna en todo el universo. Él oyó a Thanatos liberándose.

Luego él hizo algo que nunca antes había hecho. Era un poder que Shin le había enseñado siglos atrás, pero para el que nunca había tenido un uso.

Esta noche lo tenía.

Lo besó apasionadamente.

Ryeowook sintió el calor de los labios de Yesung. Mientras su lengua bailaba con la de él, sus ojos comenzaron a arder.

Se apartó de él, siseando, sólo para darse cuenta de que podía ver todo a su alrededor.

Su corazón se detuvo.

Yesung estaba parado delante de él, sus ojos eran tan pálido como los de él cuando perdía su visión. Sus labios estaban hinchados y amoratados, uno de sus ojos estaba negro y azul.

La sangre seca formaba una costra sobre su nariz y oreja. Sus ropas estaban también rotas y ensangrentadas.

Él tenía roto los huesos y nunca le había dicho ni una palabra acerca de ello.

Se sofocó al ver la sangre que todavía manaba del brazo, donde Thanatos lo había apuñalado.

Él le dio su mochila, luego tanteó nerviosamente la maquina de nieve hasta que arrancó.

—Vete, Ryeowook. El pueblo está en línea recta por ese camino —. Él indicó una senda a través del bosque. —No te detengas hasta que logres llegar.

—¿Qué hay acerca de ti?

—No te preocupes por mí.

—¡Yesung! –le gritó. —No te dejaré aquí para morir.

Él le ofreció una sonrisa triste mientras ahuecaba su cara entre sus manos.

—Está bien, joven príncipe. No me importa morir por ti.

Lo besó suavemente en los labios. Thanatos atravesó la puerta de la cabaña.

—Súbete a la maquina de nieve, Yesung. ¡Ahora!

Él negó con la cabeza.

—Es mejor así, Ryeowook. Si estoy muerto, entonces él no tendrá una razón para lastimarte.

Su corazón se destrozó ante sus palabras. Ante el sacrificio que estaba dispuesto a hacer por él.

Comenzó a protestar, pero la maquina de nieve comenzó a andar. Trató de frenarla, pero Yesung debía estar usando sus poderes para mantenerla encendida.

Lo último que vio fue un Yesung ciego dando la vuelta para enfrentar a Thanatos.



Shin agarró a Simi de los brazos de Artemisa en el mismo momento en que ella se materializó delante de él.

Acunó a su "bebé" amorosamente entre sus brazos mientras la llevaba a la cama de Artemisa.

—¡Akri! —gimió Simi, hocicando contra su pecho. —La Simi está muy herida. Tú me dijiste que no podía lastimarme.

—Lo sé, Sim, lo sé —. Él la mantuvo cerca, medio asustado de mover hacia atrás su vendaje provisional y ver el daño que le habían hecho.

Sus lágrimas caían por sus mejillas, haciendo que sus propios ojos se llenaran de lágrimas. Por costumbre, comenzó a cantarle, un antiguo arrullo Atlante que él solía cantarle cuando ella era apenas poco más que una recién nacida.

Ella se calmó un poco.

Shin secó las lágrimas de sus mejillas frías, luego separó la tela.

Su daga la había atravesado, esquivando por muy poco su corazón, pero la herida estaba limpia y el flujo sanguíneo se había desacelerado. Gracias a Yesung, sin duda.

Él le debía al hombre más que de lo que él alguna vez podría recompensarle. Convocando sus poderes, Shin posó su mano sobre su herida y cicatrizó la lesión. Simi echó un vistazo a su pecho, luego ella lo miró.

—¿Simi esta mejor?

Él asintió con la cabeza y sonrió.

—Simi esta mejor.

Simi se miró el pecho. Levantó su camisa y miró debajo de ella, también, como para asegurarse a sí misma que estaba bien.

Riéndose, ella se lanzó a sus brazos.

Shin la abrazó, agradecido inmensamente de que ella no hubiese muerto. Él la sostuvo cerca hasta que ella lloriqueó para que la dejara ir. Besando su frente, él la soltó.

—Regresa a mí, Simi.

Por una vez, ella no discutió. En forma de dragón, ella se posicionó sobre su corazón.

Estaba donde ella pertenecía.

Girando lentamente, Shin enfrentó a Artemisa.

Con desagrado, ella se paró con las manos en las caderas y con el cuerpo tenso.

—Oh, vamos, no estarás todavía disgustado. Hice lo correcto. Traje eso de regreso a ti.

—¡Ella! –rugió él, haciéndola saltar. —Simi no es una cosa, Artemisa. Es una ella y quiero, siquiera por una vez, oírte decir su nombre.

Ella mostró su barbilla, desafiante. Estrechando sus ojos verdes, se forzó a sí misma a decir, "Simi"

Él asintió con la cabeza en señal de aprobación.

–En lo que respecta a lo correcto… no, Artie. Lo correcto hubiera sido no robarme. Lo correcto hubiera sido escucharme cuando te dije que no crearas a otro Thanatos. Lo que tu hiciste hoy es la cosa inteligente. Por eso, no voy a hacer lo equivocado y matarte. Pero Thanatos es otro tema.

—No puedes salir de aquí para matarlo.

—No tengo que salir de aquí para matarlo.



—¡Tu bastardo! —rugió Thanatos mientras tiraba a Yesung a un lado.

Yesung trató de obligarse una vez más a ponerse de pie, pero su organismo ya no respondía.

No había una parte de él que no estuviera lastimada. Que no doliera.

Él todavía usaba sus poderes para mantener a la maquina de nieve andando en la dirección correcta.

Agotado, ya no tenía nada mas con qué pelear. Sin mencionar el hecho que él no podía ver a Thanatos, de todas formas.

Los golpes parecían abalanzarse sobre él desde todas direcciones. Tal como los había recibido cuando había sido humano.

Yesung se rió.

—¿Qué es tan gracioso?

Yesung yacía en la nieve, congelándose y sangrando pero continuaba riéndose.

— Tu. Yo. La vida en general, y el hecho de que me estoy congelando el trasero como siempre.

Thanatos pateó cruelmente su costado.

—Eres psicótico.

Sí, él lo era. Pero sobre todo, estaba fatigado. Demasiado cansado para levantarse y moverse. Demasiado cansado para seguir peleando.

Él pensó en Ryeowook. Lucha por él...

Por una vez en su vida, tenía algo por qué vivir. Una razón para levantar su ciego trasero y luchar.

Apretando sus ojos trató de armarse con algunos de sus menguados poderes para usarlos en contra de la criatura.

Yesung oyó el sonido de una daga dejando su funda.

—Yesung —murmuró Shin en su mente.

Yesung se sobresaltó mientras su vista volvía de nuevo, inesperadamente.

—Qué diablos?

Cinco brillantes garras aparecieron en su mano izquierda.

Yesung sonrió al verlas y formar un puño con su mano y sentir las puntas afiladas de la cubierta de los dedos en su palma.

Shin siempre lo había conocido demasiado bien.

—Hay una luna creciente entre los omóplatos de Thanatos, —murmuró Shin. — Apuñálalo y él está muerto. Artemisa nunca crea algo sin un interruptor de apagado.

Yesung se volvió a parar.

Thanatos arqueó una ceja sorprendido.

—Así que aún quieres más pelea.

—Parece que el diablo trajo de excursión su trasero hasta Alaska para ver la nieve. Vamos, estúpido, bailemos.

Yesung lo golpeó, y Thanatos voló hacia atrás.

Parecía que Shin le había dado más que sus garras. Fuerza y poder surgieron a través de él en una forma muy diferente a cualquier cosa que él hubiese experimentado antes.

Yesung inspiró profundamente mientras todo el dolor que sentía se extinguía. Thanatos lo golpeó en la cara.

Yesung se rió mientras el dolor venía y se iba. Ni siquiera lo aturdía. Thanatos palideció.

—Bien, deberías asustarte —le devolvió el golpe. —¿Apesta cuando no eres la cosa mas mala aquí, huh?

Yesung lo levantó y lo lanzó.

Thanatos comenzó a rodar en la nieve. Él trató de levantarse y cayó hacia atrás. Yesung lo siguió.

Era hora de poner fin a esto.

Él colocó su pie sobre la espalda de Thanatos para mantenerlo sujeto y abrió de un tirón su abrigo y su camisa para revelar la marca en su espalda.

Así es que Shin no había mentido.

—Puedes matarme, Dark Hunter, pero no quitará el hecho que debieras morir por haber matado a Dirce. Ella era inocente y tú la mataste.

Yesung vaciló.

—¿Dirce?

—¿Ni siquiera la recuerdas? —. Thanatos se tensó de furia mientras se contorsionaba para mirarlo acusadoramente. —Ella sólo tenía veinte años de edad cuando la mataste.

Los pensamientos de Yesung volaron a lo que Simi le había mostrado en sus ojos...

La mujer rubia que Thanatos había empalado en su espada.

—¿Ella era tuya?

—Mi esposa, bastardo.

Yesung clavó los ojos en la marca de Thanatos. Él lo debería matar.

Pero no podía.

Los dos habían sido jodidos por la misma persona. Artemisa. Y no era justo que él debiera matar a Thanatos por querer vengarse.

La venganza era algo que él entendía demasiado bien. Diablos, él había vendido su alma para vengarse. ¿Cómo podía culpar a Thanatos por hacer lo mismo?

Yesung escuchó el sonido de una maquina de nieve dirigiéndose hacia él.

Supo sin mirar que era Ryeowook. Sin duda había dado la vuelta en el mismo momento en que él se había distraído por la pelea.

Él usó el poder que Shin le había dado para sujetar a Thanatos al suelo. El Daimon pidió a gritos la liberación.

Él pidió a gritos su muerte.

Yesung conocía el sonido de ambos. Muchas noches él había yacido despierto pidiendo la misma cosa.

Si él fuera compasivo, lo mataría. Pero ese no era su trabajo. Él era un Dark Hunter, y Thanatos...

Yesung se lo dejaría a Shindong para que tratara el asunto. Ryeowook estacionó la maquina de nieve y se acercó corriendo a él.

—¿Esta él contenido?

Él asintió con la cabeza.

Ryeowook se lanzó a sus brazos. Yesung trastabilló hacia atrás.

—Cálmate, joven príncipe. La única razón por la que estoy parado y no sentado es mera fuerza de voluntad.

Ryeowook miró atrás de Yesung y vio a Thanatos sobre la tierra, maldiciendo a los dos.

—¿Por qué no lo mataste?

—No es mi posición. Además, estoy cansado de ser el perro faldero de Artemisa. Es hora de decirle a la “diosa vaca” que se pierda.

Ryeowook empalideció.

—No puedes irte simplemente, Yesung. Ella te matará.

Él sonrió desagradablemente.

—Déjala probar. Estoy con ánimo para pelear —. Él bufó ante eso. –Por otra parte, siempre estoy con ánimo para pelear.

Ryeowook contuvo su aliento ante sus palabras. Le daban esperanza.

—¿Qué hay acerca de nosotros? –preguntó.

Por primera vez Ryeowook pudo ver la angustia en su cara mientras le miraba, ver el dolor en sus ojos de medianoche.

—No hay ningún nosotros, joven príncipe. Nunca lo hubo.

Ryeowook abrió su boca para discutir, pero antes de poder, su madre apareció con N, quien estaba en su forma humana.

Ryeowook la miró riéndose.

—Llegas un poco tarde, Mami

—Culpa a tus hermanos. Jungwook me dijo que permaneciera quieta. Vine tan pronto como él me dejó.

N curvó sus labios a Yesung quien a su vez lo miraba con rabia.

—Lo siento, Scooby, me quedé sin galletas.

N frunció los labios.

—Realmente te odio.

Yesung le hizo un gesto de desprecio igual.

—El sentimiento es enteramente mutuo.

Themis ignoró a los hombres mientras se dirigía a Ryeowook.

—¿Lo has juzgado, hijo?

—Él es inocente —apuntó hacia Thanatos, quien todavía los maldecía. —Allí está la prueba de su misericordia y humanidad.

Un chillido que perforaba los oídos sonó. Fue seguido por un silencio total.

—¿Qué diablos fue eso? —preguntó Yesung.

—Artemisa –dijo Ryeowook al unísono con su madre y N.

Themis suspiró.

—No quisiera estar en el lugar de Shindong esta noche.

—¿Por qué? —preguntó Yesung.

Fue N quien contestó.

—Nunca disgustes mucho a una diosa. Sabe Dios lo que le hará ella a él por haberte sacado del apuro.

Yesung se sintió enfermo al recordar algunas cosas que Shindong le había dicho en el pasado que sugería el hecho que Artemisa volcaba su cólera en él.

—¿Ella realmente no lo castiga, verdad?

Las expresiones en sus caras le dijeron la verdad.

Yesung se sobresaltó al recordar todo las veces que Shin le había pedido que le facilitara las cosas. Todas las veces que le había dicho a Shin que se quemara en el infierno.

N se abrió paso hacia Thanatos.

—¿Qué sucederá con él? —preguntó Yesung.

Themis se encogió de hombros.

—Depende de Artemisa. Él le pertenece a ella.

Yesung suspiró.

—Tal vez lo debería haber matado después de todo.

Ryeowook usó su manga para limpiar la sangre en su cara.

—No –dijo su madre. —Lo que hiciste por Simi y mi hijo junto con la misericordia que exteriorizaste hacia Thanatos es por lo que permito que el veredicto se mantenga aún, aunque él violó su juramento de imparcialidad.

Ryeowook le sonrió a él, pero él no se alegró de la forma en que las cosas habían resultado.

—Ven, Ryeowook –dijo su madre, —necesitamos ir a casa.

Yesung no podía apartar la vista de él mientras esas palabras apuñalaban su corazón como un cuchillo.

Déjalo ir...

Él tenía que dejarlo ir.

Y aun así, cada molécula de su cuerpo gritaba para que él lo detuviera. Se estirara y tomara su mano con la de él.

—¿Tienes algo que decir acerca de eso, Dark Hunter? –preguntó su madre. Él sí, pero las palabras no llegaron.

Yesung había sido fuerte toda su vida. Él sería fuerte esta noche. Nunca lo amarraría a él. No sería correcto.

"Algunas veces las estrellas caen a la tierra"

Él oyó las palabras de Shindong en su mente. Era cierto. Lo hacían y luego se volvían ordinarias como el resto de la tierra en el planeta.

Su estrella era única en su tipo.

Él nunca permitiría que fuese como cualquier otra. Nunca le permitiría volverse común o manchada.

No, su lugar estaba en el cielo. Con su familia. Con su apestoso lobo favorito.

Nunca con él.

—Que tengas una vida agradable, joven príncipe.

Los labios de Ryeowook temblaron. Sus ojos estaban llenos de lágrimas no derramadas.

—Tu también, Príncipe Encantado.

Su madre tomó su mano mientras N recogía a Thanatos. En el parpadeo de un ojo dejaron de existir.



Todo era de la manera que había sido antes de que él viniera. Y aun así nada era lo mismo.

Yesung estaba parado solo en el medio de su jardín. No había viento. Todo estaba inmóvil.

Silencioso.

Calmado.

Todo, excepto su corazón, que se estaba rompiendo. Ryeowook se había ido.

Era por su bien.

¿Entonces porque se sentía con el corazón destrozado?

Al dejar caer la cabeza, Yesung advirtió la sangre que goteaba de su brazo.

Sería mejor que tratara la herida antes de que cualquier oso o lobo sintieran su olor. Suspirando, entró en su cabaña vacía, cerró la puerta y puso los cerrojos. Cruzó el cuarto hasta la alacena y la abrió.

Realmente no había ninguna forma de curar la herida aquí. Ya que su generador nunca había sido entregado, el agua se había congelado en el frío y no había calor para deshelar nada.

Aun su peróxido estaba sólidamente congelado.

Yesung maldijo y regresó el peróxido de nuevo a la despensa, luego agarró una botella de vodka en lugar de eso. Era un líquido lodoso y espeso, pero todavía estaba líquido.

Oyó un débil sonido viniendo del exterior. Volviendo al jardín, recuperó la mochila que Ryeowook había dejado. El visón y sus crías estaban todavía dentro y aún enojadizos.

Ignorándolos, Yesung sacó su teléfono.

—¿Sí? –dijo, contestando.

—Es Jongjin. Acabo de recibir una llamada de Shindong diciéndome que regrese a casa. Quería comunicarme primero contigo, asegurarme que todavía estas vivo.

Yesung tomó al visón y las crías y las llevó a su casa, colocándolos dentro de la seguridad de la estufa.

—Ya que contesté el teléfono, supongo que sí, todavía estoy vivo.

—Sabiondo. ¿Aún necesitas que vaya a buscar a Ryeowook?

—No, él... —se ahogó al tratar de decir la palabra. Aclarándose la voz, se forzó a decirlo. —Él se fue.

—Lo siento.

—¿Por qué?

El silencio quedó suspendido entre ellos.

Después de unos pocos segundos, Jongjin habló otra vez.

—¿Ya que estamos, alguien te contó sobre Mathias? En toda la conmoción, no tuve tiempo.

Yesung hizo una pausa, su mano en la estufa. 

—¿Qué sucede con él?

—Thanatos lo hirió tratando de encontrarte, pero estará bien. Un Escudero va a quedarse aquí por un par de días más para asegurarse que tenga una casa nueva y alguien que cuide de él cuando regrese del hospital. Sólo pensé que querrías saber. Yo... uh... le envié algunas flores de tu parte.

Él dejó escapar el aire lentamente. Le angustiaba que hubiera sido herido y él ni siquiera lo había sabido. Él arruinaba todo lo que tocaba.

—Gracias, Jongjin. Ha sido un gesto amable lo que has hecho por mí. Te lo agradezco.

Algo golpeó el aparato receptor del teléfono. Duramente. Causó que la oreja de Yesung timbrara.

—¿Perdón? —preguntó Jongjin con incredulidad. —¿Es Congelado Yesung con quien estoy hablando, correcto? ¿No es alguna persona extraña?

Él sacudió la cabeza mientras Jongjin se burlaba.

—Soy yo, estúpido.

—Oye, ahora, eso es mucho más personal. No necesito saber tanto acerca de ti.

Yesung sonrió sin entusiasmo.

—Cállate.

—Bien, entonces. Voy a dirigirme fuera y dejar que saquen mi trasero de aquí mientras todavía queda algo sin congelarse… Oh, oye, ya que estamos, Tao se fue hace un rato. Dijo que te dijéramos que no te preocupes en devolver su teléfono. Sabes, él es bastante bueno para ser un Apolita y él no está tan lejos de aquí. Tal vez deberías llamarlo en alguna ocasión.

—¿Estas jugando a casamentero?

—Um, no. Definitivamente no, y otra vez me enloqueces con ese pensamiento. He oído bastantes historias acerca de ustedes griegos y todo eso. De hecho, te diré qué, mejor te olvidas que dije cualquier cosa acerca de Tao. Me estoy yendo de aquí. Cuídate, Y. Te veré en la web.

Yesung colgó el teléfono y lo apagó. Para qué lo querría. Jongjin era la única persona que alguna vez lo llamaría, de cualquier manera.

Se paró en el centro de su cabaña, sufriendo tanto que apenas podía respirar. Solo, ahora, necesitaba a Ryeowook en una forma que desafiaba su habilidad de comprensión. Quería algo de él. No, él necesitaba algo.

Haciendo a un lado la estufa, regresó al túnel donde él podría recordarse sosteniéndolo. Aquí abajo en la oscuridad, él podría fingir que estaba todavía con él.

Si cerraba sus ojos, aun podría fingir que estaba en sus sueños. Pero no era él. No realmente.

Yesung dejó escapar una respiración entrecortada y recogió su abrigo del piso. Al comenzar a ponérselo, percibió un aroma.

Ryeowook.

Él apretó firmemente el abrigo contra su piel, enterrando su cara profundamente en el pelaje a fin de poder capturar su perfume.

Él lo sostuvo con manos temblorosas mientras las emociones y los recuerdos chocaban a través de él, atormentándolo.

Lo necesitaba.

Oh, dioses, lo amaba. Él lo quería más de lo que alguna vez había imaginado posible. Él recordaba cada toque que le había dado. Cada risa que había tenido a su alrededor.
La forma en que lo hizo humano.

Y no quería vivir sin él. Ni por un momento. Ni tan solo uno.

Yesung cayó en sus rodillas, incapaz de soportar el pensamiento de nunca volverla a ver.

Sosteniendo su abrigo que olía a él, lloró.



4 comentarios:

  1. No porque se fue y tu tonto no lo detuviste

    ResponderEliminar
  2. Querida señorita Yota, no es justo que siendo eunhaedependiente AME cada una de las adaptaciones YeWook que haces.
    Yesung no podes seguir sufrindo así aún cuando vos mismo lo echaste, espero que Artemisa no la emprenda brava contra Shin y que Ryeowook ente en cordura y vuelva a por Congelado Yesung

    ResponderEliminar
  3. Ay ño~
    Que malos todos con el pobre Yeye~
    Ya enserio denle a su bebé Wokiee y que sea feliz!!!

    ResponderEliminar
  4. Yeye sufre maldicion, lo ama demasiado Wokkie tienes que volver el te necesita y te ama tanto, no puede estar solo nunca mas debes estar con el juntos por siempre. .Yota esta increible supongo que estamos cerca del final es increible.

    ResponderEliminar

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...