Amante Enemigo (DH5)- 17




Zhou Mi no despertó hasta casi las seis de la tarde. Estaba completamente solo en la habitación. Levantándose, se puso un par de pantalones negros y un enorme suéter gris que Victoria le había dado.

Abrió la puerta y encontró a Clinton, Henry, y Hyungjoon comiendo, sentados en el piso del living. Se quedó boquiabierto al ver el festín que estaban consumiendo.

—¿Tienes hambre? –Preguntó Clinton al verlo dudando en la entrada—. Súmate. Henry dijo que no había visto nada como esto desde sus días en un banquete escandinavo.

Zhou Mi se unió a ellos junto a la pequeña mesa que tenía docenas de platos. Estaba asombrado por la variedad de comidas que los Apolitas les habían conseguido. Tenían carne, pescado, pollo asado. Huevos, papas, bananas, manzanas asadas y cortadas. Lo que desearan. Hyungjoon se chupó los dedos.

—Calvin dijo que no sabían qué o cuánto comían los humanos, así que se pasaron un poquito de la raya.

—¿Un poquito? –preguntó Zhou Mi riendo.

Había comida suficiente para un ejército entero de Cazadores Oscuros.

—Sí, lo sé –dijo Hyungjoon sonriendo—, pero todo está realmente bueno.

Zhou Mi estuvo de acuerdo en cuanto mordió una suculenta pata de cordero asado.

—Aquí está la salsa de menta –dijo Hyungjoon, alcanzándosela—. Espera hasta haber probado eso.

Henry se estiró y secó el mentón de Zhou Mi.

—Tienes un poquito de grasa.

—Gracias.

Él asintió cariñosamente.

En cuanto Zhou Mi terminó y estaba satisfecho, quiso ir a caminar, para ayudar a combatir su consumo de comida. Henry caminó con él, sin querer dejarlo ir solo en caso de que algo sucediera.

Abandonaron el apartamento y se encaminaron de regreso a la parte comercial de la ciudad subterránea para que él pudiese mirar los escaparates. Pero mientras caminaban junto a los ciudadanos Apolitas, la animosidad que dirigían hacia Henry era tangible.

No había dudas de que Henry no pertenecía allí.

Zhou Mi estaba mirando una tienda que tenía ropa de bebés cuando un joven que tenía la apariencia de un humano de dieciséis años, pero que probablemente tenía sólo once o doce años Apolitas, pasó junto a ellos.

—Discúlpame –dijo Henry, deteniéndolo. Los ojos del chico estaban aterrados—. No te preocupes, niño, no voy a lastimarte –dijo Henry, su voz era amable—. Sólo quería preguntarte acerca del emblema que tienes en el suéter.

Zhou Mi giró para ver la trama circular entrelazada en el centro de la remera.

El chico tragó nerviosamente, como si estuviera aterrado de que Henry estuviera a un paso de lastimarlo.

—Es el símbolo del Culto de Pollux.

Los ojos de Henry se oscurecieron peligrosamente.

—Entonces sí esconden Daimons aquí.

—No –dijo el chico, su rostro aún más asustado. 

—¿Hay algún problema?

Zhou Mi miró más allá del joven para encontrarse con una mujer de su edad aproximándose. Estaba vestida con un uniforme color crema que denotaba a un oficial de policía Apolita fuera de servicio. Aunque el término “policía” no tenía el mismo significado para ellos que para los humanos. La policía Apolita sólo servía para controlar a los Daimons, ya que los Apolitas raramente peleaban, y jamás rompían las reglas de su gente.

Victoria le había dicho que le pagaban a la policía Elysia para escoltar a cualquier Apolita que estuviera por convertirse en Daimon fuera de la ciudad, y darles dinero y transporte hacia el mundo humano.

—No hay problema –le dijo Zhou Mi a la oficial, quien miraba a Henry fríamente.

El chico escapó corriendo mientras la mujer hacía un gesto de desprecio hacia Henry.

—No soy una niña para vivir temiéndole, Cazador Oscuro. De cualquier modo, luego de esta noche no hay nada que pueda hacerme.

¿Y con eso quiere decir?

—Que muero mañana.

El corazón de Zhou Mi se encogió ante sus palabras.

—Lo siento.

La mujer lo ignoró.

—Entonces, ¿por qué estaba asustando a mi hijo?

El rostro de Henry estaba impasible, pero Zhou Mi lo conocía lo suficientemente bien como para saber que le dolía la situación de la mujer tanto como a él. Vio la compasión en sus ojos oscuros, lo escuchó en el tono de su voz cuando habló.

—Sólo quería saber acerca del símbolo en su remera.

—Es nuestro emblema –dijo ella, con los labios aún fruncidos—. Cada Apolita aquí presta juramento en su mayoría de edad para defender el Código de Pollux. Al igual que el antiguo dios, todos nosotros estamos ligados a los demás. Jamás traicionaremos a nuestra comunidad o a nuestros hermanos. Ni seremos cobardes. A diferencia de otros Apolitas, no practicamos el ritual suicida la noche antes de nuestro cumpleaños. Apolo quiso que muriésemos dolorosamente, y no discutimos su sentencia. Mi hijo, junto con todos mis parientes, está vistiendo el distintivo para honrarme y para honrar el hecho de que rehúso a escapar de mi herencia.

Había un destello sospechoso en los ojos de Henry.

—Pero he visto ese emblema fuera de aquí. Lo llevaba un Daimon particularmente perverso, al que maté un año atrás.

El gesto de desprecio de la oficial se convirtió en uno de remordimiento. Cerró los ojos y dio un respingo como si la noticia la lastimara.

—Jason –susurró el nombre—. Siempre me pregunté qué habría sucedido con él. ¿Partió rápidamente?

—Sí.

La oficial suspiró recortadamente.

—Me alegra. Era un buen hombre, pero la noche antes de morir escapó de aquí, asustado. Su familia intentó detenerlo, pero él no quería prestar atención. Dijo que se rehusaba a morir cuando jamás había visto el mundo de arriba. Mi esposo fue quien lo sacó de aquí y lo dejó ir. Debe haber estado aterrado allí arriba, solo.

Henry se burló.

—No me pareció que estuviera aterrado. Al contrario, él quemó ese emblema con cada humano que asesinó.

La oficial golpeó ligeramente su mentón tres veces con sus dos primeros dedos; un gesto Apolita sagrado.

—Que dios le conceda paz. Debe haber estado cazando almas malignas.

—¿Qué quiere decir? –preguntó Henry.

—Él era uno de los Daimons que se negaba a matar a humanos inocentes –explicó Zhou Mi—, y que, en cambio, cazaba criminales. Después de todo, las almas criminales están llenas de poder, abastecidas de furia y odio. El único problema es que sus almas están contaminadas, y si el Daimon no es lo suficientemente fuerte, su veneno puede apoderarse de ellos y hacer al Daimon tan maligno como lo eran ellos.

La oficial asintió.

—Parece que Jason fue víctima de eso. Para el momento en que usted lo mató, él probablemente deseaba morir. Es una tortura total cuando las almas comienzan a tomar posesión y control sobre uno. O al menos eso es lo que me han dicho –suspiró—. Ahora, si me disculpan, me gustaría pasar todo el tiempo posible con mi familia.

Zhou Mi le deseó buena suerte.

Con un asentimiento, la oficial los abandonó y fue en busca de su hijo. Henry miró a la mujer partir, con los ojos oscuros y tristes.

—Entonces no estabas haciéndome una broma acerca de los Daimons.

—Por supuesto que no.

Henry pensó en eso. Había tanto sobre ellos que los Cazadores Oscuros no sabían. En realidad lo asombraba.

Zhoumi había tenido razón. Ya que los Cazadores Oscuros pasaban tanto tiempo aniquilando a los Daimons, deberían tener una mejor comprensión de ellos.

Pero quizás era mejor que no. Era mucho más sencillo matar a alguien por quien no te apenabas. Era más sencillo pensar en términos de blanco y negro.

Bueno y malo.

—Vayamos a ver a Victoria –dijo Zhou Mi, tomando su mano y llevándolo hacia otro corredor —. Me dijo que podía ir en cualquier momento.

No les tomó demasiado tiempo llegar al departamento de su hermana. El lado de la ciudad de Victoria era mucho más atareado que el suyo.

Henry se quedó a un lado, viendo a los Apolitas que caminaban apresuradamente junto a ellos mientras Zhou Mi insertaba el código de la cerradura de Victoria.

Zhou Mi estaba haciendo su mejor intento para no pensar en el futuro. O en la oficial que estaba pasando su última noche con su familia. Tal como él haría un día, demasiado pronto, con Henry.

Cómo necesitaba apartarlo. Mantenerlo a raya para que su muerte no lo lastimara demasiado. En cambio, se concentró en el hecho de que aún tenía a una de sus hermanas con él.
La puerta se abrió.

Zhou Mi comenzó a entrar a la habitación, y entonces se quedó helado. Victoria estaba en el sillón, encima de Shanglin. Sus pieles desnudas parecían perfectas bajo la apagada luz de las velas que habían sido colocadas por todo el cuarto.

Zhou Mi se quedó boquiabierto al encontrarlos en flagrante delito. Victoria se sacudió, con la boca cubierta de sangre.

Mortificado, Zhou Mi dio un paso atrás y cerró la puerta.

—Oh, es realmente un mal momento.

—¿Qué? –preguntó Henry mientras giraba hacia él.

Agradecido de que él no los hubiera visto y se hubiese vuelto loco por el modo en que la mayoría de los Apolitas se alimentaban, Zhou Mi lo tomó de la mano.

—Creo que hablaré con ella más tarde.

Henry no cedió fácilmente.

—¿Qué sucedió?

Zhou Mi no quería compartir su experiencia con un Cazador Oscuro que juzgaría duramente a su hermana por alimentarse.

La puerta del apartamento se abrió.

¿Mi? –Ahora Victoria vestía una gruesa bata de baño azul. Su rostro y boca estaban limpios, pero su cabello estaba completamente despeinado—. ¿Sucede algo malo?

—Nada que no pueda esperar –se apresuró a decir Zhou Mi, para dejarla segura—. Ve a terminar y hablaremos más tarde.

Con el rostro sonrojado, Victoria regresó adentro. Henry se echó a reír.

—Déjame adivinar. ¿Shanglin está dentro con ella?

El rostro de Zhou Mi se encendió aún más que el de su hermana. Él rió con más ganas.

—No es gracioso, Henry –le dijo bruscamente—. ¿Cómo te sentirías si alguien se entrometiera entre nosotros?

—Tendría que matarlo.

—Bueno, ahí lo tienes. Estoy seguro de que Shanglin se siente del mismo modo. Ahora regresemos, así no tengo que pensar en el hecho de que la imagen de ellos dos juntos desnudos me dará pesadillas durante meses.

Mientras iban hacia el corredor, una niña se acercó corriendo a Henry. Estiró el cuello para mirarlo acusadoramente.

—¿Realmente va a matar a mi hermanita esta noche porque no se lavó detrás de las orejas?

Ambos quedaron horrorizados por la pregunta.

—¿Perdón? –preguntó Henry.

—Mi mami dice que los Cazadores Oscuros matan a los niños y a las niñas cuando no se comportan. No quiero que usted mate a mi hermana. Ella no es mala, es sólo que no le gusta mojarse las orejas.

Henry se arrodilló frente a la niñita y le apartó el cabello del rostro.

—Pequeña, no voy a lastimar a tu hermanita, ni a ti, ni a nadie más aquí. Te lo prometo.

—¡Dacia! –Dijo un hombre bruscamente mientras se acercaba con rapidez—. Te dije que jamás hables con nadie de cabello oscuro.

Tomó a su hija en brazos y escapó con ella, como si tuviese miedo de que Henry fuera realmente a matarla.

—¿¡Nunca nadie les dijo que no lastimamos a los Apolitas!? –Gritó Henry detrás de ellos—. Por dios –dijo en voz baja—. Y todo este tiempo, pensé que Clinton era la única persona a la que aterrorizaba.

Un hombre que pasaba respondió a sus palabras escupiendo los zapatos de Henry.

—¡Hey! –Dijo Zhou Mi con furia, yendo detrás del hombre—. No hay necesidad de ser rudo.

El hombre lo miró con repugnancia.

—¿Cómo pudiste permitir que algo como él te tocara? Creo que deberíamos haber dejado que murieses a mano de los Daimons. Es lo que una puta como tú merece.

Con sus ojos oscureciéndose, Henry aporreó al Apolita. Duro. El Apolita se tambaleó y luego cargó contra él.

Atrapó a Henry por el estómago y lo empujó contra la pared. Zhou Mi gritó al verlos, deseando detenerlos, pero tenía demasiado miedo de lastimar al bebé como para intentarlo. De repente, aparecieron Apolitas por todos lados para separarlos. Incluso Shanglin apareció de la nada.

Fue él quien apartó a Henry. El tono de su piel era ceniciento, y era evidente que estaba extremadamente débil. Aún así, se colocó entre Henry y el Apolita, y mantuvo una mano sobre cada uno.

—¡Suficiente! –le rugió Shanglin a ambos. —¿Estás bien? –le preguntó Henry.

Shanglin los soltó. El Apolita fue llevado por los otros, pero les lanzó una malévola mirada mientras se iba.

—Es necesario que te mantengas fuera de vista, Cazador Oscuro –dijo Shanglin, su tono mucho más bondadoso de lo que había sido antes.

Se pasó una mano sobre la frente cubierta de sudor.

—Realmente no te ves bien –dijo Henry, ignorando su advertencia—. ¿Necesitas algo?

Shanglin negó con la cabeza, como intentando aclararla.

—Sólo necesito descansar un poco. –Miró a Henry con los labios fruncidos—. ¿Puedes mantenerte fuera de problemas lo suficiente?

—¿Shang? –preguntó Victoria mientras se unía a ellos—. ¿Tomé demasiado?

El rostro de Shanglin se suavizó instantáneamente. La apretó contra su costado y besó el costado de su cabeza.

—No, amor. Sólo estoy cansado. Voy a estar bien.

Se apartó y se encaminó de regreso a su apartamento. Y se tambaleó.

—Mierda –dijo Henry.

Antes de que Zhou Mi supiera lo que estaba haciendo, Henry tenía el brazo de Shanglin colgado sobre sus hombros e iba hacia su departamento.

—¿Qué estás haciendo? –preguntó Shanglin enojado.

—Estoy llevándote con Hyungjoon antes de que te desmayes.

Shanglin siseó.

—¿Por qué? El me odia.

—También yo, pero los dos estamos en deuda contigo.

Zhou Mi no habló mientras él y Victoria los seguían todo el camino de regreso a su apartamento.

Hyungjoon y Clinton estaban jugando a las cartas cuando ellos entraron.

—Oh, dios, ¿qué sucedió? –preguntó Hyungjoon en cuanto vio a Shanglin.

—Creo que tomé demasiada sangre de él –dijo Victoria, con su hermoso rostro arrugado por la preocupación.

Henry recostó a Shanglin sobre el sofá.

—¿Puedes ayudarlo? –le preguntó a Hyungjoon.

Hyungjoon quitó a Henry del camino. Puso dos dedos frente al rostro de Shanglin.

—¿Cuántos dedos ves?

—Seis.

El le pegó en el costado.

—Basta. Esto es serio.

Shanglin abrió bien los ojos e intentó enfocar bien la mirada en su mano.

—Tres… creo.

Hyungjoon sacudió la cabeza.

—Volveremos.

Zhou Mi observó admirada cómo Hyungjoon los despedía fuera de la habitación.

—¿Por qué no hizo eso cuando Dylan estaba persiguiéndonos? –preguntó Clinton.

—Está llevándolo a Kalosis, Clinton –respondió Victoria—. Dudo que alguno de ustedes desee ir a un reino gobernado únicamente por Daimons Spathi y una diosa antigua realmente enfadada que está resuelta a destruir el mundo entero.

—Sabes –dijo Clinton—. Realmente me gusta este sitio. Sin mencionar que ahora puedo ver la mano de Hyungjoon. –Tomó sus cartas y maldijo—. Debería haber sabido que no estaba fanfarroneando.

Zhou Mi observó con atención a su hermana. Pese a la preocupación en su rostro, Victoria se veía mucho mejor que antes. Sus mejillas estaban rosadas, su piel brillante.

—Lamento tanto haberlos interrumpido –dijo Zhou Mi, con el rostro acalorándose nuevamente.

—No, por favor. Quiero decir, no lo conviertas en una costumbre, por tu bien, pero si no hubieses entrado, podría haberlo matado. Tiene una mala tendencia a no decirme cuando he tomado demasiada sangre. A veces me asusta.

Henry cruzó los brazos sobre su pecho.

—¿Entonces los Daimons pueden morir por pérdidas de sangre?

—Sólo cuando les está siendo absorbida –respondió Zhou Mi. Victoria lo miró con una ceja enarcada.

—¿Estás planeando usar eso en nuestra contra?

Henry negó con la cabeza.

—Preferiría morir antes que chupar del cuello de otro hombre. Eso es asqueroso. Además, ¿no me dijiste que así es como los Apolitas pueden ser transformados en Daimons? Da por sentado lo que queda por probar, como los Cazadores Oscuros no tienen alma, ¿ellos también podrían ser convertidos en Daimons?

—Sí, pero la sangre de los Cazadores Oscuros es venenosa para los Daimons –dijo Clinton mientras mezclaba su mazo de cartas—. ¿No es eso lo que hace que ningún Daimon pueda alimentarse de ustedes o convertirlos?

—Tal vez… —dijo Victoria—. Pero las almas que no están encarnadas pueden poseer a un Cazador Oscuro, y como Shang y yo compartimos almas, hace que te preguntes si tal vez un Daimon y un Cazador Oscuro también podrían compartir una.

—Esperemos que jamás lo sepamos –dijo Henry mientras se movía para sentarse en el sillón frente a Clinton.

Victoria giró hacia Zhou Mi.

—Entonces, ¿qué querías cuando fuiste a verme?

—He estado armando una caja de recuerdos para el bebé. Notas y fotos mías. Pequeños recordatorios que le cuenten sobre nuestra gente y nuestra familia, y me preguntaba si te molestaría agregar algo tuyo.

—¿Por qué necesitarías algo así cuando estaré más que feliz de contarle todo lo que quiera saber?

Zhou Mi vaciló, sin querer lastimar los sentimientos de su hermana.

—Él no puede crecer aquí, Vic. Tendrá que estar con Henry en el mundo humano.

Los ojos de su hermana lanzaron fuego.

—¿Por qué no puede crecer aquí? –Insistió Victoria—. Podemos protegerlo tan bien como Henry. Probablemente mejor aún.

Henry levantó la mirada mientras Clinton le repartía una mano de cartas.

—¿Y qué sucede si es aún más humano que Zhou Mi? ¿Estaría a salvo aquí?

La indecisión en el rostro de Victoria lo decía todo.

No, no lo estaría. Habían visto suficiente del tratamiento a Henry como para verificarlo. Los Apolitas no eran mucho más tolerantes con los humanos de lo que los humanos eran con los Apolitas.

Al menos ya no se ataban a postes y se prendían fuego entre sí. Al menos no con frecuencia.
Henry miró significativamente a Victoria.

—Puedo protegerlo a él y a sus hijos mucho más fácil que tú. Creo que la tentación de tener a un alma humana aquí sería demasiado que soportar para tu gente. Especialmente dado lo mucho que odian a los Cazadores Oscuros. Qué golpe maestro. Matan a mi hijo, obtienen un alma humana, y cobran venganza contra lo que más aborrecen.

Victoria asintió.

—Supongo que tienes razón. –Tomó la mano de Zhou Mi—. Sí, me gustaría agregar algunas cosas a esa caja para él.

Mientras Henry y Clinton jugaban a las cartas, Zhou Mi fue a la habitación y recuperó la gran caja con incrustaciones de plata que Hyungjoon había traído de la casa, junto con papel y bolígrafos. El y Victoria escribieron cartas para el bebé. Luego de un rato, Victoria lo dejó a solas para hacer un recado rápido.

Zhou Mi se quedó sentado solo en la habitación, pasando las páginas de notas y cartas que había hecho para su hijo. Cómo deseaba poder verlo crecer. Daría cualquier cosa por vislumbrar a su hijo como un hombre adulto.

Quizás Henry podría contactar a un Were-Hunter y hacer que lo llevara adelante en el tiempo. Sólo para un ligero vistazo. Sólo para permitirle ver lo que se perdería.

Pero entonces eso podría ser aún peor. Además, las parejas embarazadas no podían viajar a través de los portales del tiempo.

—Espero que te parezcas a tu padre –dijo, frotando su vientre suavemente mientras imaginaba al pequeño bebé dentro suyo.

Podía verlo fácilmente con el cabello como el de Henry. Sería alto, musculoso.

Y sería forzado a crecer sin el amor de un appa. Al igual que Henry estaría forzado a verlo morir…

Un sollozo atravesó su garganta mientras alcanzaba otro pedazo de papel. Escribió rápidamente, aguantando las lágrimas, diciéndole a su hijo cuánto lo amaba. Dejándole saber que aunque no estuviese físicamente con él, estaría a su lado espiritualmente.

De algún modo encontraría la manera de velar por él. Siempre.

Terminó la carta, la colocó en la caja y luego la llevó al living, donde los chicos aún jugaban a las cartas. Tenía miedo de estar solo. Sus pensamientos tenían un desagradable modo de torturarlo cada vez que estaba a solas.

Clinton y Henry eran campeones en mantener su mente fuera del futuro. En hacerlo sonreír incluso cuando no tenía ganas de hacerlo.

Clinton justo había metido a Zhou Mi en su juego cuando Victoria regresó con un libro.

—¿Qué es esto? –preguntó mientras Victoria lo agregaba a la caja que estaba sobre el sillón, junto a él.

—Es un libro de cuentos de hadas Apolitas –dijo Victoria—. ¿Recuerdas el que mamá solía leernos cuando éramos pequeños? Donita los vende en su tienda, así que fui a comprar uno para el bebé.

Sospechoso, Henry tomó el libro y pasó las hojas con el ceño fruncido.

—Hey, Clinton –dijo, alcanzándoselo a su Escudero—. Tú lees griego, ¿verdad?

—Sí.

—¿Qué hay aquí?

Clinton comenzó a leer en silencio, y entonces empezó a reír. Mucho.

Zhou Mi se encogió mientras recordaba algunas de las cosas que su madre les había leído cuando eran niñas.

Clinton continuaba riendo.

—No sé si quieres que el bebé vea esto si eres quien va a criarlo.

—Déjame adivinar –dijo Henry, entrecerrando los ojos al mirar a Victoria—. ¿Tendrá pesadillas en las que papi va a cazarlo y arrancarle la cabeza?

—Algo así. Estoy particularmente aficionado a uno titulado: “Shindong el Gran Malvado.” — Clinton se detuvo mientras pasaba a otra historia—. Oh, espera… Va a encantarte ésta. Tienen la historia del malicioso Cazador Oscuro nórdico. ¿Recuerdas la historia de la bruja y el horno? En esta apareces con una estufa.

—¡Victoria! –dijo Henry bruscamente, mirándola.

—¿Qué? –preguntó la hermana de Zhou Mi inocentemente—. Esa es nuestra herencia. No es como si ustedes no canjean historias acerca de el Malvado Apolita o el Daimon Asesino. Sabes, veo películas humanas y también leo sus libros. No son exactamente agradables con mi gente. Nos retratan a todos como asesinos desalmados que no tienen compasión ni sentimientos.

—Sí, bueno –dijo Henry—, resulta que tu gente son demonios chupa almas.

Victoria levantó la cabeza con actitud.

—¿Alguna vez conociste a un banquero o a un abogado? Dime quién es peor, ¿mi Shanglin o uno de ellos? Al menos nosotros necesitamos el alimento; ellos sólo lo hacen por márgenes de beneficio.

Zhou Mi rió ante sus bromas, y luego le quitó el libro de las manos a Clinton.

—Agradezco la idea, Vic, ¿pero podríamos encontrar un libro que no pinte a los Cazadores Oscuros como Satanás?

—No creo que exista ni uno solo. Y si es así, jamás lo he visto.

—Genial –refunfuñó Henry, tomando otra carta—, sencillamente genial. Mi pobre hijo tendrá pesadillas toda su infancia.

—Confía en mí –dijo Clinton mientras aumentaba su apuesta contra Henry—. Ese libro será el menor de los problemas de tu hijo contigo como padre.

—¿Qué quieres decir? –preguntó Zhou Mi. Clinton dejó sus cartas y lo miró a los ojos.

—¿Sabes que cuando era pequeño, en realidad me llevaban a todos lados sobre un almohadón? Tuve un casco hecho a medida y tuve que usarlo hasta los cuatro años.

—Eso es porque te golpeabas la cabeza cada vez que te enojabas. Tenía miedo de que fueras a producirte daño cerebral.

—El cerebro está bien –dijo Clinton—. Mi ego y mi vida social están en el retrete. Tiemblo al pensar en lo que le harás a ese niño. —Clinton bajó la voz e imitó el rítmico acento nórdico de Henry—. No te muevas, podrías amoratarte. Oops, un estornudo, mejor llamemos a especialistas de Bélgica. ¿Dolor de cabeza? Que Odín no lo permita, podría ser un tumor. Rápido, tráiganlo para una tomografía computada.

Henry lo golpeó en el hombro en broma.

—Y aún así estás vivo.

—Y aún mejor, para procrear para ti. —Clinton miró a Zhou Mi—. Es una vida increíble. — Clinton bajó la mirada como si estuviera pensando en eso durante un instante—. Pero hay algunas peores.

Zhou Mi no estaba seguro de quién estaba más sorprendido por esa confesión. El o Henry.

Clinton se levantó y fue al vestíbulo, donde había una mesa de caballetes con bocados y bebidas. Se sirvió más Coca Cola y tomó algunas papas fritas antes de que él y Henry reanudaran su juego de cartas.

Era justo antes de la medianoche cuando Shanglin se unió a ellos. Se veía mucho mejor que antes. Su piel profundamente dorada tenía un brillo saludable. Sus ojos brillaban. Zhou Mi le daba crédito a Victoria. Su esposo era extremadamente hermoso.

Cuando estaba completamente vestido de negro, no había mucha diferencia entre Shanglin y un Cazador Oscuro. Excepto por lo que necesitaban para poder vivir.

Victoria sonrió mientras Shanglin se acercaba a ella.

Henry no. De hecho, la tensión entre ambos hombres era terrible.

—¿Cuál es el problema, Cazador Oscuro? –Preguntó Shanglin mientras pasaba su brazo alrededor de los hombros de Victoria—. ¿Esperabas que muriera?

—No, simplemente me preguntaba a quién asesinaste para recuperar tu salud.

Shanglin apenas rió con diversión.

—Estoy seguro de que las vacas que tú comes tampoco están muy emocionadas por su asesino.

—No son personas.

Shanglin hizo un gesto de desprecio.

—En caso de que no te hayas dado cuenta, Cazador Oscuro, hay mucha gente allí afuera que tampoco es humana. —Tomando la mano de Victoria, Shanglin la condujo hacia la puerta—. Vamos, Vic, no me queda mucho tiempo antes de tener que regresar a Kalosis, y no quiero pasarlo con mis enemigos.

En cuanto Shanglin y Victoria partieron, Clinton fue a acostarse. Zhou Mi y Henry estaban solos.

—¿Crees que Hyungjoon está bien? –le preguntó Henry mientras recogía el vaso de Clinton y tapaba las papas fritas.

—Estoy seguro. Probablemente volverá pronto.

Zhou Mi juntó las cartas de su hermana para el bebé y las metió dentro de la caja.

—Luego de que compró ese libro, tiemblo al pensar en lo que tu hermana escribió en esas cartas.

—Hmmm –dijo Zhou Mi, observando la caja—. Quizás debería leerlas antes…

—Bueno, si me describen como un demonio infernal, lo apreciaría.

Zhou Mi dejó caer la mirada hacia el bulto que ya estaba allí.

—No lo sé. Según mi experiencia, eres un demonio caliente.

Él arqueó una ceja.

—¿Lo soy?

—Ajá. Extremadamente caliente.

Él rió, luego lo besó lenta y abrasadoramente.

—Sabes a limón –susurró contra sus labios.

Zhou Mi se lamió los labios mientras recordaba haber puesto jugo de limón en su pescado. Henry sabía a decadencia, salvaje y feroz decadencia, y aceleraba su corazón.




4 comentarios:

  1. Que complicada vida va a tener el bebé emparentado con apolitas y cazadores dudó que sea fácil mente aceptado pero no es imposible

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  2. Que complicada vida va a tener el bebé emparentado con apolitas y cazadores dudó que sea fácil mente aceptado pero no es imposible

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  3. TT___TT
    Yo no quiero que Mimi muera~
    Y Henry con todo y lo orgulloso que es, aguanta todo por su amante!!!

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  4. OMG, que dificil situaccion en especial para Victoria y su esposo ademas, Mi esta tan triste, le duele dejar a su bebe y a , es tan injusto...

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...