Zhou Mi dejó caer la mirada hacia el bulto que ya estaba
allí.
—No lo sé. Según mi experiencia, eres un demonio
caliente.
Él arqueó una ceja.
—¿Lo soy?
—Ajá. Extremadamente caliente.
Él rió, luego lo besó lenta y abrasadoramente.
—Sabes a limón –susurró contra sus labios.
Zhou Mi se lamió los labios mientras recordaba haber
puesto jugo de limón en su pescado. Henry sabía a decadencia, salvaje y feroz
decadencia, y aceleraba su corazón.
—¡Oh, oh, espera, estoy
quedándome ciego!
Henry se apartó ante el
sonido de la voz de Hyungjoon.
Zhou Mi miró sobre su hombro para encontrarse con su
amigo parada en la entrada. Hyungjoon cerró la puerta detrás suyo.
—Gracias a dios que nadie está desnudo.
—Tres segundos más y lo hubiésemos estado –bromeó Henry.
—¡Ew! –Se encogió Hyungjoon—. Más información de la que
necesitaba.
Fue a sentarse frente a ellos. Dejando de lado las
bromas, los rasgos de Hyungjoon parecían apretados.
Henry estaba un poco disgustado por su interrupción. Zhou
Mi se apartó de él y giró para enfrentarse a Hyungjoon.
—¿Sucede algo malo?
—Un poquito. Dylan no está contento con tu desaparición.
La Destructora también estaba enojada conmigo. Mucho. Afortunadamente, no ha
anulado la ley de no tocar en lo que me concierne. Nos da algún margen, pero no
estoy seguro de cuánto tiempo la cumplirá Dylan.
—¿Tendrás alguna advertencia si la anulan? –preguntó
Henry.
—No lo sé.
—¿Qué sucedió con Shanglin? –Preguntó Zhou Mi—. ¿Se
enteraron de que nos ayudó?
—No, no lo creo. Pero les diré algo. Temo lo que Dylan
podría hacerle si alguna vez se entera de que Shanglin estaba ayudándonos.
Quiere que tú y el bebé mueran del peor modo.
Zhou Mi tragó con esfuerzo al escucharlo, luego cambió de
tema.
—¿Y qué hicieron ustedes dos?
—Dejé a Shanglin en su casa para que nadie pudiera saber
que lo estaba ayudando. Si alguien me viera cerca suyo, sospecharían
inmediatamente. No hemos sido precisamente amigos en estos siglos. Demonios, ni
siquiera hemos sido cordiales.
—¿Por qué? –Inquirió Zhou Mi—. Él parece bastante
agradable. Un poquito reservado, pero no puedo culparlo realmente por eso.
—Confía en mí, querido, es un Shanglin diferente aquí. No
es el mismo tipo al que he conocido durante once mil años. El Shanglin al que
he conocido no vacilaría en matar a nada o a nadie bajo órdenes de su padre. Lo
he visto quebrar el cuello de cualquier Daimon que se atravesaba en su camino,
y no quieres saber lo que le hace a los Were-Hunters que los traicionan.
Henry buscó su trago sobre la mesa de café.
—Los Spathis son la razón por la que los Cazadores
Oscuros nunca salen de los bolt-oles, ¿verdad?
El asintió.
—El bolt-hole te deja justo en medio del salón de
banquetes principal de Kalosis. En el corazón de su ciudad. Los Cazadores
Oscuros son asesinados instantáneamente. A los Weres les dan una oportunidad.
Pueden jurar lealtad a la Destructora y ser perdonados, o mueren.
—¿Y los Daimons?
—Son bienvenidos siempre y cuando entrenen con los
Spathis y defiendan su código de guerreros. En el instante en que muestran
debilidad, también mueren.
Henry suspiró lentamente.
—Lindo sitio del que provienes, Hyungjoon.
—Ese no es mi lugar. Yo provengo del Olimpo.
—¿Entonces cómo te involucraste con la Destructora?
Zhou Mi también estaba curioso acerca de eso.
Hyungjoon estaba avergonzado.
—No puedo tocar ese tema.
—¿Por qué no? –preguntó Zhou
Mi. Hyungjoon se encogió de hombros.
—Es algo de lo que nadie habla, y menos aún yo.
Bueno, eso era simplemente irritante y no le decía nada.
Pero Zhou Mi tenía otras cosas en su mente.
—¿Crees que Dylan será capaz de encontrarnos aquí?
—Sinceramente, no lo sé. Dylan tiene muchos espías en las
comunidades Apolitas y Were. Fue como nos encontró antes. Aparentemente uno de
los Weres del Inferno trabaja con él y lo contactó en cuanto atravesamos la
puerta.
Henry señaló la puerta que conducía a la ciudad.
—¿Entonces cualquiera de las personas allí afuera podría
traicionarnos?
—No voy a mentir y decirles que no. Es posible.
Zhou Mi tragó con esfuerzo mientras el miedo invadía su
corazón.
—¿Hay algún sitio seguro?
—En este momento… no.
Zhou Mi estaba preparándose para ir a la cama. Henry aún
estaba afuera con Hyungjoon, inspirándose con planes de escape en caso de que
necesitaran una salida rápida de Elysia. Personalmente, Zhou Mi estaba cansado
de correr. Cansado de ser cazado.
Mira el lado positivo, todo terminará el día de tu
cumpleaños.
De algún modo, ese pensamiento no lo reconfortaba en lo
más mínimo. Suspirando, pasó la mano por las cartas que estaban en su caja de
recuerdos. Zhou Mi se detuvo al notar una pieza de papel pergamino gris
sellado, que era diferente a los de color crema que había utilizado.
Él no había agregado ese. Los temores de Henry por lo que
su hermana podría haber escrito lo volvieron más curioso.
Con un ceño arrugando su frente, sacó la carta y la miró
por encima. Tiró el sello con cuidado de no romperlo, y la abrió.
Su corazón se detuvo mientras leía la caligrafía
masculina y fluida.
Querido hijo,
Te llamaría por tu
nombre, pero estoy esperando a que tu appa lo decida. Sólo espero que esté
bromeando cuando te llama Alberto Dalberto.
Zhou Mi se detuvo para reír. Era una broma entre ellos, al
menos la mayor parte del tiempo. Calmándose, continuó leyendo.
Ya han pasado
semanas en las que he visto a tu appa juntar celosamente sus recuerdos para
esta caja. Tiene tanto miedo de que no sepas nada de él, y me molesta muchísimo
saber que jamás conocerás su fuerza de primera mano. Estoy seguro que para el
momento en que leas esto, sabrás todo lo que yo sé sobre él.
Pero jamás lo
sabrás por ti mismo, y eso es lo que más me duele de todo. Deseo que pudieras
ver la expresión en su rostro cada vez que te habla. La tristeza que tanto intenta
esconder. Cada vez que lo veo, me destruye por dentro.
El te ama tanto.
Eres de lo único que habla. Me ha dado tantas órdenes para ti. No tengo
permitido volverte loco del modo en que hice con tu tío Clinton. No tengo
permitido llamar a los doctores cada vez que estornudes, y tienes permitido
pelear con tus amigos sin que yo tenga un ataque por que alguien podría hacerte
un moretón.
Ni tampoco puedo
intimidarte para que te cases o tengas hijos. Jamás.
Más que nada, puedes elegir tu propio auto a los
dieciséis años. Se supone que no te compre un tanque. Ya veremos acerca de eso.
Me rehúso a prometerle a tu appa este último ítem hasta que sepa más sobre ti.
Sin mencionar que he visto cómo conducen otras personas en la ruta. Así
que, si tienes un tanque, lo siento. Un hombre de mi edad sólo puede cambiar
hasta cierto punto.
No sé lo que
depararán nuestros futuros. Sólo espero que cuando todo haya pasado, seas más
parecido a tu appa que a mí. El es una buena persona. Un joven generoso. Lleno
de amor y compasión aunque su vida ha sido dura y llena de sufrimiento. Lleva
sus cicatrices con una gracia, una dignidad, y un humor de los que carezco.
Principalmente,
tiene el coraje de personas que no he encontrado en siglos. Deseo con cada
parte de mí que heredes todos sus mejores rasgos, y ninguna de mis malas
características. Realmente no sé qué más decir. Simplemente pensé que deberías
tener algo mío aquí también. Con amor,
Tu padre
Las lágrimas rodaron por sus mejillas mientras leía esas
palabras.
—Oh, Henry –susurró, con el corazón quebrándosele por las
cosas que él jamás admitiría en voz alta.
Era tan extraño verse a través de sus ojos. Jamás pensó
de sí mismo que era particularmente valiente. Jamás pensó que era fuerte.
No hasta que había conocido a su oscuro defensor.
Mientras Zhou Mi doblaba la nota y volvía a sellarla, se
dio cuenta de algo. Amaba a Henry.
Desesperadamente.
No estaba seguro de cuándo había sucedido. Podía haber
sido la primera vez que lo tomó en sus brazos. O cuando lo acogió de mala gana
en su hogar.
No, se percató de que no había sido en ninguna de esas
ocasiones. Se había enamorado de él la primera vez que él había tocado su
vientre con su mano fuerte y capaz, y había dicho que ese bebé le pertenecía.
Cazador Oscuro o no, era un hombre bueno y maravilloso
para ser un antiguo bárbaro. La puerta se abrió.
—¿Estás bien?
Henry corrió hacia la cama.
—Estoy bien –le dijo, aclarándose la garganta—. Son estas
estúpidas hormonas del embarazo. Lloro al menor pretexto. ¡Ugh!
Él le secó las lágrimas de las mejillas.
—Está bien. Lo entiendo. He estado alrededor de varias parejas
embarazadas en mi época. Incluso he recibido a alguno de sus bebés.
—¿En serio?
—Oh, sí. Tienes que amar los días antes de las rutas
modernas y los hospitales, cuando yo estaba cubierto de placenta hasta los
codos. –Zhoumi rió; siempre reía cuando estaba cerca de él. Tenía una facilidad
increíble para hacerle sentir mejor. Henry lo ayudaba a apartar todo—.
Probablemente deberías ir a dormir. No descansaste bien anoche.
—Lo sé. Lo haré, lo prometo.
Él lo arropó en la cama luego de que se hubiese puesto la
pijama, luego apagó las luces y lo dejó solo. Zhou Mi se quedó recostado en la
cama, con sus pensamientos vagando. Cerrando los ojos, se imaginó a sí mismo y
a Henry en su casa, con un montón de niños corriendo a su alrededor.
Era gracioso que jamás se hubiese atrevido a soñar con un
solo hijo y que ahora quisiese más tiempo para tener tantos como fuese posible.
Para ambos.
Pero toda su gente deseaba más tiempo en esta tierra. Su
madre, hasta su hermana.
También podrías convertirte en Daimon.
Quizás, pero entonces el hombre al que amaba estaría
obligado a matarlo por honor.
No, no podía hacerle eso a ninguno de los dos. Como todos
los Apolitas que estaban aquí, él se enfrentaría a su muerte con la dignidad de
la que Henry había escrito.
Y él quedaría atrás, llorando por su partida…
Zhou Mi dio un respingo. Cómo deseaba atreverse a escapar
para que él nunca tuviera que verlo morir. Nunca supiese cuándo había muerto.
Era tan cruel para él.
Pero era demasiado tarde para eso. No había modo de
escapar de él mientras necesitara su protección. Lo único que podía hacer era
evitar que Henry le amara tanto como lo amaba a él.
Los tres días siguientes, Zhou Mi tuvo la indudable
sensación de que algo estaba sucediendo. Cada vez que se acercaba a Henry y Hyungjoon
cuando estaban juntos, se quedaban callados inmediatamente, y se ponían
nerviosos.
Clinton se había asociado con un grupo de jóvenes mujeres
Apolitas que Victoria le había presentado cuando lo había llevado a comprar
cosas de electrónica que evitarían que se aburriese. Las chicas Apolitas
pensaban que su color oscuro era “exótico” y adoraban el hecho de que supiera
tanto de computadoras y tecnología.
—¡He muerto e ido al paraiso! –había exclamado Clinton la
noche que las conoció—. Estas mujeres aprecian a un hombre con cerebro y no les
importa que no esté bronceado. Ninguno de su gente lo hace. ¡Es genial!
—Son Apolitas, Clinton –lo había advertido Henry.
—Sí, ¿y con eso qué? Tú tienes un nene Apolita. Yo
también quiero un Apolita. O dos, o tres, o cuatro. Esto es tan genial.
Henry había sacudido la cabeza, y abandonado a Clinton
con una última advertencia.
—Si se acercan a tu cuello, corre.
Al quinto día, Zhou Mi realmente estaba comenzando a
preocuparse. Henry había estado nervioso desde el momento en que él despertó.
Lo que es peor, él y Hyungjoon se habían ido durante horas la noche anterior, y
ninguno de ellos le decía que habían estado haciendo. Le recordaba a un
asustadizo jovenzuelo.
—¿Hay algo que necesite saber? –preguntó Zhou Mi luego de
arrinconarlo en el living.
—Iré a buscar a Victoria o algo así –dijo Hyungjoon,
disparándose hacia la puerta.
Hizo una salida apresurada.
—Simplemente hay algo que yo… —Henry se quedó callado. Zhou
Mi esperó.
—¿Bien? –lo incitó.
—Espera aquí.
Él lo dejó para ir a la habitación de Clinton.
Algunos minutos más tarde, regresó con una vieja espada
Vikinga. Zhoumi recordaba haberla visto en una caja de vidrio especial en su
sótano. Los dos debían haber regresado a su casa anoche a buscarla. Pero porqué
se arriesgarían de ese modo, no podía imaginarlo. Sosteniendo la espada en sus
manos, entre los dos, Henry respiró profundamente.
—Esto es algo que no he pensado en hacer en más de mil
doscientos años y estoy intentando recordar todo, así que dame un segundo.
A él no le gustó cómo sonaba eso. Sus cejas formaron una
profunda ve.
—¿Qué vas a hacer? ¿Cortarme la cabeza?
Él le miró con malhumor.
—No, difícilmente. –observó cómo él extraía dos alianzas
doradas de su bolsillo y las colocaba sobre la hoja de la espada. Entonces se
las mostró—. Wang Zhou Mi, me gustaría casarme contigo.
El estaba sin habla por su propuesta. La idea de casarse
jamás había pasado por su mente.
—¿Qué?
Los oscuros ojos de Henry quemaron los suyos.
—Sé que nuestro hijo fue concebido de un modo extraño, y
definitivamente tendrá una vida extraña, pero quiero que nazca al modo
anticuado… de padres casados.
Zhou Mi se cubrió el rostro con las manos mientras las
lágrimas caían.
—¿Qué tienes, que me haces llorar todo el tiempo? Lo
juro, jamás lloré hasta el día en que te conocí. –Él se veía como si lo hubiese
golpeado—. No quiero decir que sea de un mal modo, Henry. Es sólo que haces
cosas que tocan lo más profundo de mi corazón y me hace llorar.
—Entonces, ¿vas a casarte conmigo?
—Por supuesto, tonto.
Él se acercó para besarlo. La espada se inclinó y los
anillos rodaron por el piso.
—Diablos –dijo él bruscamente mientras se esparcían—.
Sabía que iba a arruinar esto. Espera.
Se puso en cuatro patas y buscó los anillos debajo del
sofá. Luego regresó y besó sus labios ardientemente.
Zhou Mi lo saboreó. Él le había dado muchísimo más de lo
que jamás había esperado o soñado.
Mordiendo sus labios, Henry se apartó.
—Según la costumbre escandinava, hicimos las cosas al
revés. La pareja intercambiaba los anillos simples en el compromiso. Tú
recibirás tu anillo de diamantes cuando nos casemos.
—Está bien.
Él deslizó el anillo más pequeño en su mano, que
temblaba, y luego le alcanzó el más grande.
La mano de Zhou Mi tembló aún más mientras miraba el
intrincado diseño nórdico de un estilizado dragón. Lo deslizó en el dedo de
Henry y luego besó la palma de su mano.
—Gracias.
Él acunó su rostro amorosamente y lo besó. Zhou Mi se
mareó instantáneamente.
—Tengo todo planeado para la noche del viernes, si estás
de acuerdo –le dijo en voz baja.
—¿Por qué el viernes?
—Mi gente siempre se casaba los viernes para rendir
tributo a la diosa Frigga. Pensé que podríamos combinar las costumbres de tu
gente con las mías. Ya que los Apolitas no tienen definido el día de la semana,
Victoria dijo que no te importaría.
Zhou Mi lo atrajo hacia sus labios y lo besó con todas
sus fuerzas. ¿Quién hubiese imaginado que un antiguo bárbaro pudiese ser tan
atento?
Lo único que haría esto más perfecto sería tener a su
padre presente, pero Zhou Mi había aprendido mucho tiempo atrás a no pedir lo
imposible.
—Gracias, Henry.
Él asintió.
—Ahora Hyungjoon y Victoria necesitan que vayas a comprar
un traje.
Henry abrió la puerta y Victoria y Hyungjoon tropezaron
dentro de la habitación. Los dos sonrieron falsamente mientras se acomodaban.
—Oops –dijo Hyungjoon—. Sólo queríamos asegurarnos que
todo saliera como estaba planeado.
Henry sacudió la cabeza.
—Por supuesto que sí –dijo Zhou Mi—. ¿Cómo podría no
salir así?
Y antes de que se diese cuenta, lo habían llevado
rápidamente a una pequeña tienda en la parte principal de la ciudad mientras
que Henry se había quedado en el apartamento. Zhou Mi en realidad no había
regresado a la ciudad luego de la “cálida” recepción a Henry, y su horroroso
descubrimiento de Victoria y Shanglin juntos.
Al contrario, él y Henry habían pasado la mayor parte de
su tiempo confinados a su apartamento, donde estaba a salvo y no tenía que
preocuparse por que alguien lo insultara.
Ahora era agradable salir, aunque el aire fuese más
reciclado que fresco. Victoria lo llevó a la tienda que pertenecía a una amiga
suya, quien los estaba esperando. La asistente asignada para ayudarles, parecía
tener alrededor de veinte años.
—Este podría ser fácilmente arreglado para el viernes
–dijo, sosteniendo un elegante traje que resplandecía bajo la débil luz. Era de
un blanco plateado iridiscente—. ¿Te gustaría probártelo?
—Está bien.
En cuanto Zhou Mi lo vio en el espejo de cuerpo entero,
supo que no había necesidad de continuar buscando. Era precioso, y se sentía
como un príncipe de cuento de hadas con él.
—Estás tan hermoso –le susurró Victoria a su hermana,
mientras la miraba por el espejo—. Cómo desearía que mamá y papá pudiesen verte
ahora.
Zhou Mi le sonrió. Era difícil sentirse hermoso con el
estómago sobresaliendo un kilómetro por delante, pero al menos tenía una buena
razón para estar gordo.
—Te ves adorable –convino Hyungjoon.
—¿Qué opinan? –Preguntó la asistente—. Tengo más si…
—Me lo llevo.
Sonriendo, la chica le ayudó a quitárselo; luego tomó
medidas para las modificaciones. Hyungjoon y Victoria salieron del vestidor y
salieron a buscar accesorios.
—Sabes –le dijo mientras medía la cintura de Zhou Mi—,
debo decirte que te admiro por lo que has hecho.
Zhou Mi la miró, consternado.
—¿Qué quieres decir?
—Encontrar a un Cazador Oscuro que te proteja –dijo
mientras anotaba algo—. Desearía tener a alguien así, que cuidara a mis
pequeños cuando me haya ido. Mi esposo murió tres meses atrás, y aunque me
quedan dos años, no puedo evitar preocuparme por ellos.
Dos años…
Parecía más joven. Era difícil imaginar a la vibrante y
saludable vendedora muriendo de vejez en tan poco tiempo.
La pobre mujer había perdido a su esposo. La mayoría de
los Apolitas se casaban con personas con pocos meses de diferencia de edad por
esa razón. Se consideraba una gratificación encontrar un esposo que cumpliera
los años el mismo día.
—¿Es… doloroso? –preguntó Zhou Mi vacilante.
—Aquí hacemos una promesa de no dejar que nadie muera
solo.
—No has respondido a mi pregunta.
La chica lo miró a los ojos. Sus ojos estaban llenos de
emociones tácitas, pero era el miedo que había en ellos lo que llegó hasta Zhou
Mi y le hizo estremecer.
—¿Quieres la verdad?
—Sí.
—Es insoportable. Mi
esposo era un hombre fuerte. Lloró como un bebé toda la noche, por el dolor que
sentía. —aclaró su garganta como si su propio dolor fuese demasiado para
aguantar—. A veces entiendo porqué tanta de nuestra gente se suicida la noche
anterior. Incluso pensé en llevar a mis hijos a
una nueva comunidad para que tuviesen la opción, pero en la superficie hay
demasiados depredadores con los cuales luchar. Otros Apolitas, Daimons, Were-
Hunters, humanos, y Cazadores Oscuros que están buscando a nuestros hermanos.
Mi madre me trajo aquí cuando era sólo una niña. Pero recuerdo bien el mundo de
arriba. Aquí es mucho más seguro. Al menos podemos vivir abiertamente sin miedo
a que alguien sepa quiénes somos.
Zhou Mi no podía respirar mientras los pensamientos le
atravesaban. Sabía que no sería placentero, pero lo que la joven había descrito
era mucho peor de lo que había imaginado.
Ya sería demasiado malo que sufriera… ¿pero qué sucedería
con el bebé? Él era tan inocente. No merecía semejante destino.
Pero en realidad, ¿quién lo merecía?
—Oh, bueno –dijo la chica rápidamente—, no quise
perturbarte.
—Está bien –dijo Zhou Mi con un nudo en la garganta—. Te
lo pregunté, y aprecio tu sinceridad.
En cuanto terminaron, Zhou Mi ya no se sentía festivo, ni
deseaba seguir de compras. Necesitaba ver a Henry.
Lo encontró en el dormitorio de su apartamento, cambiando
los canales del TV. Él lo apagó en el instante en que lo vio.
—¿Sucede algo malo?
Zhoumi dudó a los pies de la cama. Él se sentó contra los
almohadones, con los pies desnudos y una pierna doblada. La preocupación en sus
ojos significaba muchísimo para él, pero no era suficiente.
—¿Cazarás a mi bebé, Henry?
Él frunció el ceño.
—¿Qué?
—Si nuestro hijo crece y decide que no quiere morir. ¿Lo
matarás por eso?
Henry aguantó la respiración mientras debatía.
—No lo sé, Zhou Mi. Realmente no lo sé. Mi honor lo
demanda. Pero no sé si pueda.
—Júrame que no vas a lastimarlo –dijo, moviéndose hasta
pararse a su lado. Tomó su camisa y lo sostuvo con fuerza mientras el miedo y
la agonía lo inundaban—. Prométeme que cuando haya crecido, si se convierte en
Daimon lo dejarás ir.
—No puedo.
—¿Entonces por qué estamos aquí? –le gritó—. ¿Qué tiene
de bueno que seas su padre si vas a matarlo de cualquier modo?
—Zhou Mi, por favor. Sé razonable.
—¡Tú tienes que ser razonable! –exclamó—. Voy a morir,
Henry. ¡Morir! Dolorosamente. Y ya casi no me queda tiempo. –Lo soltó y caminó
hacia atrás y adelante, intentando respirar—. No lo ves. No recordaré nada una
vez que haya muerto. Me habré ido. Me habré ido de todo esto. De todos ustedes.
–Miró alrededor de la habitación frenéticamente—. No veré estos colores. Ni tu
rostro. Nada. Voy a morir. ¡Morir!
Henry lo tomó en sus brazos mientras sollozaba contra su
pecho.
—Está bien, Zhou Mi, te tengo.
—Deja de decir que está bien, Henry. No está bien. No hay
nada que podamos hacer para detener esto. ¿Qué voy a hacer? Tengo sólo
veintiséis años. No comprendo. ¿Por qué tengo que hacer esto? ¿Por qué no puedo
ver crecer a mi bebé?
—Tiene que haber algo que te ayude –insistió él—. Quizás Hyungjoon
puede hablar con Artemisa. Siempre hay una escapatoria.
—¿Como la que tú tienes? –exigió histéricamente—. No
puedes escapar de ser un Cazador Oscuro más de lo que yo puedo escapar de ser
un Apolita. ¿Para qué vamos a casarnos? ¿Qué sentido tiene?
La mirada de Henry lo quemó.
—Porque no voy a dejar que termine de este modo –gruñó
ferozmente—. He perdido todo lo que me importaba en la vida. No voy a perderte
a ti ni a mi hijo por esto. ¿Me estás escuchando?
El lo escuchó, pero eso no cambiaba nada.
—¿Cuál es la solución?
Él lo atrajo rudamente contra su pecho.
—No lo sé. Pero tiene que haber algo.
—¿Y si no lo hay?
—Entonces destruiré los pasillos del Olimpo o del Hades o
lo que sea que tenga que hacer para encontrarte. No voy a dejarte ir, Zhou Mi.
No sin luchar.
Zhou Mi lo apretó con fuerza, pero en su corazón, sabía
que era en vano. Sus días eran finitos, y con cada hora que pasaba, se
aproximaba irrevocablemente al final.
Jajajajajajajaja
ResponderEliminarYo pensando lo peor!
Y resulta que estaban planeando un matrimonio!!!
Que lindo Henry y sus tradiciones~
TT___TT
Porqué se tiene que morir!???? Ñooo
Que dulce Henry, pero mimi tiene razon que sentido tiene todo si al final morira igual, como dejar solo a su bebe no quiere morir tendria tanto por delante a esa edad...que ira, espero que puedan hacer algo realmente.
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