Devil´s Heart (DH4)- 22




Ryeowook se despertó sobresaltado cuando un sonido extraño invadió su sueño.

—Me gusta este Yesung. ¡Es una persona de calidad!

Parpadeó al reconocer la voz de Simi. Ryeowook comenzó a moverse hasta que sintió algo debajo de su mano.

Algunas de las figuras de Yesung estaban ahí, y al pasar la yema de los dedos, se dio cuenta lo que eran.

Cada una era un personaje de El Principito. Eran piezas exquisitas que habían recibido inclusive más atención que las otras que “había visto".

—Él incluso me dio un abrelatas así no tengo que usar mis colmillos. Me gusta eso. El metal es duro en los dientes —. Simi se relamió los labios. —Hay helado de cerdo y frijoles. ¡De rechupete! Mi favorito.

—¿Simi? –dijo Ryeowook, poniéndose derecho —¿dónde esta Yesung?

—No lo sé. Me desperté hace unos pocos minutos y encontré esta sabrosa comida que él dejó para mí.

—¿Yesung? —llamó Ryeowook. Él no contestó.


Por supuesto, eso era típico de él.

—¿Simi, está él en la cabaña?

—No sé.

—¿Podrías fijarte?

—¡Yesung! —gritó Simi.

—Simi, yo pude haber hecho eso.

El demonio dio un pesado suspiro irritado.

—De acuerdo, pero no dejes derretirse mis frijoles —. Ella hizo una pausa, luego agregó, —Akri dijo que te protegiera, Ryeowook, no que me mandaras a hacer cosas. Yesung es un Cazador Oscuro grande y él puede pasear por solo.

Ryeowook sintió al demonio desvanecerse.

Después de algunos minutos ella regresó.

—Nop, él no esta allí tampoco.

El corazón de Ryeowook martillaba.

Tal vez él sólo había ido por más comida.

—¿Dejó una nota, Simi?

—Nop.



Yesung abrió de una patada la puerta de la primera casa Apolita que él alcanzó. La pequeña comunidad Apolita había estado aquí por varias décadas en las afueras del pueblo, pero él la había dejado sola.

El código de los Dark Hunter prohibía a cualquier Hunter dañar a un Apolita hasta que se convirtiera en Daimon y se alimentara de los humanos. Siempre que se mantuvieran aparte, no dañaran a los humanos y vivieran sus vidas hasta que murieran a los veintisiete, tenían la misma protección que cualquier ser humano.

Era por lo que, al menos según Simi, Yesung había sido desterrado. Para Artemisa y los dioses, matar a un Apolita era un delito tan serio como matar a un humano.

Pero en este momento, Yesung gustosamente rompería esa ley y cualquier otra para preservar la seguridad de Ryeowook.

Tan pronto como la puerta se estrelló, las ocupantes femeninas de la casa gritaron y corrieron a esconderse mientras que los hombres se le abalanzaron.

Yesung usó su telequinesia para sujetarlos contra las paredes.

—Ni siquiera lo intenten —él les gruñó. —No estoy de humor para tratar con ustedes. Estoy aquí por Thanatos.

—Él no esta aquí –dijo uno de los hombres.

—Me lo figuraba. Pero por otra parte, me imagino que le puedes dirigir la palabra. ¿Puedes?

—No.

—Él va a matarnos —la voz de un niño gritó desde la parte trasera de la casa. El miedo en el tono del niño lo calmó, pero sólo un poco.

Yesung soltó a los Apolitas que había inmovilizado.

—Dile a Thanatos que si él me quiere, lo estaré esperando en las afueras del pueblo. Si él no está allí dentro de una hora, entonces vuelvo aquí y terminaré con todos los Daimons que pueda sentir.

Él se volvió y salió por la puerta.

Yesung hizo una pausa a una corta distancia de ellos.

Echaron el cerrojo detrás de él y murmuraron entre ellos hasta que decidieron quién debería ir a avisar a Thanatos.

Satisfecho por que darían su mensaje, Yesung sonrió burlonamente y fue hacia su maquina de nieve.

Montándose, condujo hacia el lugar de reunión y se sentó a esperar. Sacó el teléfono celular de Spawn y llamó a Jongjin.

El hombre contestó en el tercer llamado.

—¿Oye, esquimal, eres tu?

—Sí, soy yo. Oye, dejé a Ryeowook en mi cabaña.

—¿Hiciste qué? Estas...

—Sí, estoy loco, pero están seguros donde están. Quiero que esperes aproximadamente tres horas y luego ve a buscarlo. Eso me debería dar bastante tiempo.

—¿Bastante tiempo para qué?

—No te preocupes por eso. Entra en mi cabaña y dile a Ryeowook quien eres. Él saldrá del escondite con una mujer. Sé amable con la pequeña, ella pertenece a Shin.

—¿Qué pequeña?

—Ya verás.

—¿En tres horas? —repitió Jongjin.

—Sí.

Jongjin hizo una pausa por breves segundos.

—¿Qué hay de ti, Esquimal?

—¿Qué pasa conmigo?

—¿No estás haciendo algo estúpido, no?

—No. Estoy haciendo algo inteligente —. Yesung colgó el teléfono.

Lanzó el teléfono en su mochila y sacó sus cigarrillos y su encendedor. Encendió un cigarrillo mientras esperaba y se sentó en el frígido frío, añorando su abrigo.

Pero al pensar en el abrigo, sus pensamientos se dirigieron a Ryeowook y se calentó considerablemente.

Cómo deseaba haber podido hacerle el amor una vez más.

Sentir su piel en la de él. Su respiración en su cara. Sus manos recorriendo su cuerpo.

Nunca había conocido algo o alguien como él, pero claro, él era una ninfa después de todo. Totalmente diferente a cualquier otro en todo el universo.

Todavía no podía creer en la forma que se sentía acerca de él.

Cómo había sido capaz para serenar el dolor en él que había creído que nunca cesaría.

Extraño era cómo alejó sus pensamientos del pasado. De todo.

No era extraño que Kyuhyun hubiese estado dispuesto a morir por Sungmin. Ahora eso tenía completo sentido para él.

Pero Yesung no quería morir por Ryeowook. Quería vivir por él. Quería pasar el resto de su inmortalidad a su lado.

Él no podía.

Contemplando las montañas a su alrededor, pensó en el Olimpo. El hogar de Ryeowook.

Los mortales no podían vivir allí y los dioses no vivían en la tierra. No había esperanzas para ellos.

Y él era lo suficientemente pragmático para saberlo. No tenía ningún lado soñador para creer por un minuto que algo pudiera unirlos. Cualquier optimismo que alguna vez él hubiera sentido le había sido sacado a patadas antes de que tuviera edad suficiente para afeitarse.

Aún así, no podía detener la parte de él que estaba sufriendo por la pérdida. La parte de él que gritaba desde lo profundo de su alma por que Ryeowook se quedara con él.

—Maldición, Destinos. Malditos todos ustedes.

Pero claro, ellos lo estaban. Desde hacía mucho, mucho tiempo. Él oyó el motor de una maquina de nieve acercándose.

Yesung no se movió hasta que se acercó y se detuvo. Él estaba lateralmente sentado sobre su asiento con sus piernas estiradas frente a él, sus tobillos cruzados. Sus brazos cruzados sobre su pecho, esperó pacientemente a que el conductor desmontase.

Thanatos se quitó el casco y lo miró como si no pudiera creer en lo que veía.

— Realmente estás aquí.

Yesung inclinó su cabeza y le ofreció a la criatura una sonrisa afectada, fría, siniestra.

— Tarde o temprano, todos bailamos con el diablo. Esta noche, es tu turno.

Thanatos entrecerró sus ojos.

—Eres un bastardo arrogante.

Yesung dejó caer su cigarrillo al suelo y lo aplastó con el talón de la bota. Se rió amargamente mientras se apartaba de su maquina de nieve.

—No, no un bastardo arrogante. No soy nada más que un pedazo de mierda que tocó una estrella —. Él jaló ambas Glocks fuera de las pistoleras en sus hombros. — Ahora soy el hijo de puta que va a sacarte de tu sufrimiento.

Yesung comenzó a disparar.

Él no esperaba que funcionara y estuvo en lo correcto.

Sirvió nada más para que Thanatos se moviera torpemente hacia atrás. E hizo que Yesung se sintiera un poco mejor.

Él tiró los cargadores en la nieve, volvió a recargar y disparó otra vez. Thanatos se rió.

—No me puedes matar con una pistola.

—Lo sé, pero es divertido como el infierno tan solo dispararte —. Y con algo de suerte, podría debilitar lo suficientemente a Thanatos hasta el punto donde Yesung pudiera tener alguna oportunidad de matarlo.

Era todo lo que él tenía.

Cuando hubo gastado su última ronda, lanzó sus armas contra Thanatos y seguidas por dos granadas.

Nada de eso funcionó.

Apenas hizo que Thanatos hiciera una pausa. Gruñendo, Yesung se le abalanzó.

Se cayeron al suelo peleando. Yesung pateó y golpeó con todo lo que tenía. Thanatos estaba sangrando mucho, pero también él.

—No me puedes matar, Dark Hunter.

—Si sangras, puedes morir.

Thanatos negó con la cabeza.

—Eso es sólo un mito que los humanos se dicen para sentirse mejor.

Yesung lo pateó en respuesta y desenfundó su espada retráctil. Presionó el botón en la empuñadura, extendiéndola a su largo total de un metro y medio.

–Los Cazadores Oscuros son un mito también, pero si cortas nuestras cabezas, morimos. ¿Qué hay acerca de ti? ¿Puedo cortar tu cabeza?

Él vio el pánico oscilar en los ojos del Daimon.

—No creía que sí —Yesung arqueó el aspa hacia arriba.

Thanatos se agachó rápidamente y giró en espiral, alejándose de él. Sacó una gran daga ornamental de su cinturón.

Las habilidades con la espada de Yesung estaban un poco olvidadas, pero mientras pelearon, su memoria regresó a él.

Oh, bravo, él recordaba bien cómo ensartar cosas.

Él cortó a Thanatos en el pecho. El Daimon siseó y trastabilló hacia atrás.

—Te ves asustado, Thanatos.

Él curvó sus labios.

—No temo a ninguna cosa, mucho menos a ti.

Thanatos lo atacó antes de que pudiera dar marcha atrás. Atrapó el brazo de la espada de Yesung y lo retorció. Yesung siseó mientras el dolor lo atravesaba.

Pero eso no fue nada comparado con la puñalada que Thanatos le dio a su brazo izquierdo.

Él maldijo.

Con su brazo entumecido, Yesung no podía agarrar la espada. Thanatos lo tiró al piso.

Él puso su rodilla en la columna vertebral de Yesung y jaló de su pelo hasta que su cuello estuvo al descubierto.

Yesung trató de derribarlo, pero no hubo ninguna cosa que él pudiera hacer excepto esperar que Thanatos cortara su cabeza completamente.

La hoja de la daga cortó su cuello.

Yesung aguantó la respiración, asustado de moverse por miedo a ayudar a la hoja a cortar su garganta.

En el momento que la hoja hacía un corte en su cuello, una carga explosiva de luz llameó a través de la nieve, golpeando a Thanatos y tirándolo de espalda.

Yesung cayó boca abajo en la nieve.

—No, no, no –dijo Simi mientras aparecía en forma humana al lado de Yesung. — Akri dijo que no puedes matar a Yesung. Thanatos malo.

Con su cuerpo doliendo más allá de lo posible, Yesung rodó sobre su espalda mientras Thanatos se ponía de pie.

—¿Que diablos eres tú? —preguntó Thanatos.

—Nunca lo imaginarías –dijo ella, arrodillándose al lado de Yesung. Tocó el corte en su frente y miró su cuello y brazo sangrante. —Oh, no, estas mal herido, Dark Hunter. Simi esta muy apenada. Pensamos que regresarías pero entonces Ryeowook se preocupó y me hizo venir a buscarte. No luces muy bien, sin embargo. Eras mucho más atractivo más temprano.

Thanatos se precipitó hacia ellos.

Yesung se forzó a levantarse y la ayudó a ella a parase.

—Simi, vete antes de que te lastime.

Ella bufó como un caballo.

—Él no me puede lastimar. Nadie puede.

Thanatos atacó con la daga.

—Ves, mira —. Simi dio la vuelta y dejó a Thanatos apuñalarla en el pecho. Él hundió la daga hasta el cuello, luego la sacudió con fuerza para liberarla. Los ojos del demonio se abrieron mientras se quedaba sin aliento por el dolor.

Al principio Yesung pensó que ella estaba jugando hasta que se tambaleó hacia atrás. Las lágrimas estaban en sus ojos mientras ella miraba a Yesung angustiada, con incredulidad.

—No se supone que duela —ella lloró como una niña pequeña. —Soy invencible. Akri lo dijo.

Su corazón golpeaba.

La sangre goteaba de sus labios.

Yesung pateó a Thanatos hacia atrás y recogió a Simi en sus brazos. Si bien su brazo herido tembló por la agonía de eso, él corrió con Simi hacia su maquina de nieve.

Thanatos dio un paso hacia atrás, esperando.

Él los miró partir y sonrió.

—Eso es, Yesung. Corre hacia tu pareja. Muéstrame donde lo tienes escondido.



Artemisa sintió la onda de choque pasar a través de su templo como un terremoto. Algo dejó escapar un rugido enojado, funesto.

Sus asistentes miraron hacia arriba, sus caras estaban blancas.
Artemisa se sentó en su trono. Si ella no lo supiese mejor, entonces pensaría...

La puerta de su cámara privada se desintegró. Los pedazos de ésta volaron por el cuarto como si fueran propulsados por un violento tornado.

Sus mujeres gritaron y corrieron en busca de la puerta que las llevaría afuera, buscando resguardarse de la inesperada vorágine. Artemisa quiso correr, también, pero su miedo la mantuvo inmóvil.

Era extremadamente raro que ella viese este lado de Shindong.

Ella estaba demasiada aterrorizada de él para alguna vez empujarlo hasta este punto.

Él flotó por su dormitorio con su pelo negro batiéndose alrededor de él. Sus ojos eran rojos como la sangre, formaban remolinos como fuego mientras sus poderes antinaturales surgían. Sus colmillos estaban demasiados crecidos y grandes.

Él era la cosa que ella más temía en el universo. En esta condición, él la podía matar con nada más que su pensamiento.

Ella se aterrorizó. Si no lo calmaba, entonces los otros dioses sentirían su presencia y sería un infierno a pagar por todos.

Sobre todo ella.

Ella usó sus poderes para disimularlo, esperando disfrazar sus habilidades como si fueran suyas. Con algo de suerte, los otros dioses asumirían que ella estaba teniendo una rabieta.

—¿Shindong?

Él la maldijo en Atlante y la mantuvo apartada con una pared invisible. Ella sintió su agonía. Él estaba atormentando de dolor, pero ella no sabía por qué.

Todo en su templo giraba en el torbellino de sus poderes y su furia. Lo único todavía en el piso eran ellos dos.

—¿Artemisa? Tengo un problema.

Ella se sobresaltó al oír la voz de Ryeowook en su cabeza.

—No Ahora, Ryeowook. Tengo una situación aquí.

—¿Déjame adivinar, Shindong está enojado?

—Estoy más allá de la cólera, Ryeowook —. Su voz era baja, profunda, y sonaba malvada. La mirada fija, sangrienta de Shindong estacó a Artemisa. —¿Cómo es que Simi está herida?

El miedo de Artemisa se triplico.

—¿El demonio esta herido?

—Simi se está muriendo –dijeron Ryeowook y Shindong simultáneamente.

Artemisa se cubrió la boca. Ella se sintió repentinamente enferma. Descompuesta. Horrorizada y asustada más allá de lo creíble.

Si cualquier cosa le ocurría a su demonio...

Él la mataría.

Shindong usó sus poderes para jalarle hacia él.

—¿De dónde obtuvo Thanatos una de mis dagas, Artemisa?

Un pequeño temblor de culpabilidad la traspasó con esa pregunta. Cuando ella había creado al primer Thanatos siete mil años atrás, le había concedido armas para matar violentamente a los Cazadores Oscuros. En ese momento ella había pensado que era justicia divina que él usara una de las dagas Atlantes de Shindong para matarlos.

Tan pronto como Shindong se había percatado que una daga faltaba, él había juntado todas sus armas y las había destruido.

Ahora ella entendía por qué.

Él lo había hecho para proteger a su demonio.

—No sabía que tu daga la lastimaría.

—Demonios, Artemisa. Has tomado todo de mí. ¡Todo!

Ella sintió su dolor, su pesar. Ella lo odió por eso. Si ella se muriese mañana, a él no le importaría en absoluto.

Pero por el demonio, él lloraba.

¿Por qué no la amaría y la protegería así?

—Iré a buscarla por ti, Shindong.

Shindong la detuvo antes que se alejara de su lado.

—No hagas nada, Artemisa. Te conozco. No debes ayudar o tratar de aliviarla de ninguna forma. Solo la recoges y la traes de vuelta directamente aquí, a mí. Júralo.

—Lo juro.

Él la soltó.

Artemisa brilló tenuemente y apareció donde Ryeowook, Simi, y Yesung se escondían bajo tierra. El demonio yacía en el piso con Yesung y Ryeowook arrodillados al lado de ella.

—¡Quiero a akri! –sollozó Simi. Ella estaba gritando y llorando histéricamente.

—Shh –dijo Yesung, apaciguándola. Él sostenía un torniquete sobre la herida.

Ambos, el torniquete y su mano estaban cubiertos en sangre.

—Tienes que calmarte, Simi. Lo estas empeorando.

—¡Quiero a mi papá! Llévame a casa, Ryeowook. Necesito ir a casa ahora.

—No puedo, Simi. Ese poder me es quitado hasta que le doy un veredicto a mi madre.

—Quiero a akri —gimió ella otra vez. —No quiero morir sin él. Estoy asustada. Por favor, por favor llévame a casa. Solo quiero a mi papá.

Yesung miró hacia arriba mientras una sombra caía sobre ellos.

Era una cara que él no había visto desde el día en que se había convertido en un Dark Hunter.

Artemisa.

Su pelo castaño rojizo, rizado alrededor de su delgado, bello cuerpo. Ella vestía un largo vestido blanco y sus ojos verdes brillaron ominosamente en la escasa luz del túnel.

Él contuvo la respiración, medio esperando que ella los matase. Ningún Cazador Oscuro tenía permitido estar en presencia de un dios.

Simi la vio a ella y dejó escapar un chillido terrible.

—¡Ella no! ¡La diosa vaca va a matarme!

—Cállate –gruñó Artemisa enojada. —Créeme, me gustaría verte muerta pero si tú mueres, nunca oiría el final de la historia.

Artemisa la recogió a pesar de su forcejeo.

Ella miró a Ryeowook y a Yesung.

—¿Ya lo has juzgado?

Antes de que Ryeowook pudiera contestar, la puerta detrás de ellos se abrió de golpe.

Yesung maldijo al ver a Thanatos acercándose a través de ésta.

Él giró para pedirle a Artemisa que se llevara a Ryeowook con Simi, pero ella ya se había desvanecido.

Él, sólo, tendría que protegerlo. ¡Maldita Artemisa por esto!

—¡Corre! —le gritó a Ryeowook. Él la impulsó hacia la puerta que daba a su cabaña.

—¿Qué está ocurriendo?

—¡Thanatos está aquí así es que a menos que tengas algún poder de dios que lo pueda matar, debes correr!

—¿Dónde esta Artemisa?

—Ella se evaporó.

Ryeowook le lanzó una mirada muy indignada, luego hizo lo que él dijo. Mientras Yesung lo ayudaba a subir, Thanatos los alcanzó.

Yesung lo pateó.

—No vas a escapar de mí, Dark Hunter. Pero por otro lado, no es realmente a ti a quien persigo.

Su sangre se congeló ante esas palabras, Yesung miró hacia abajo para ver que la mirada de Thanatos estaba fija en Ryeowook.

Thanatos se relamió los labios.

—La venganza es un plato que es mejor servirlo frío.

Una vez que Ryeowook estuvo fuera del sótano, Yesung se dejó caer por la escalera y comenzó a golpear con los puños a Thanatos.

—Estamos en Alaska, imbécil. Aquí todo es frío.



2 comentarios:

  1. Oh ya empezó lo mejor simi no te mueras

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  2. Diablos noooo pobre simi y todos estan en peligro maldicion que esta buena este capitulo ahhh no puedo esperar para leer el proximo Yota subelo pronto por fisssss

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...