En Tu Busqueda- Capítulo 7



Lo volvió a besar, a probarlo, permitiéndole a él hacer lo mismo. Sus lenguas se entrelazaron, haciéndole marearse. Se dejó caer contra él, pero Siwon lo elevó, sosteniendo su peso fácilmente.

Cuando él apartó su boca, Heechul estaba respirando dificultosamente.

—Voy a detener esto ahora. Antes de que ya no pueda hacerlo. No quiero asustarte.

Lo sentó sobre la cama, pero no se fue muy lejos, como si estuviera asustado de que él pudiera desmayarse o algo así.

Cuando otra oleada de mareos le atravesó, no pensó que eso fuera tan mala idea.
Ese necesitado ofuscamiento estaba desvaneciéndose, pero esta vez no desapareció. No del todo. Los ojos estaban a la altura del impresionante bulto de sus vaqueros, y no había ninguna persona de sangre roja allí afuera que no hubiera estado un poco admirada por una vista como esa.

Él lo deseaba, y la prueba de ello le estremecía hasta los pies.


Heechul tenía que dejar de mirar. Se dejó caer en la cama y se cubrió los ojos con el antebrazo. El repentino movimiento hizo que la cabeza girara hasta que creyó que podría vomitar.

¿No lo excitaría eso?

Heechul que ya no le estaba tocando, no se sentía tan caliente. De hecho, se sentía más que un poco enfermo. Las articulaciones dolían y los ojos ardían como si estuviera con fiebre. Qué mal. No era momento para estar enfermo.

—Debo tomar un poco de agua o algo. Creo que Hyungsik pudo haber tomado un poco más que un vaso.

Heechul no podía verlo, pero podía prácticamente sentir la vibración de su enfado llenando la habitación.

—No ocurrirá nuevamente.

Heechul ondeó la mano.

—Estaré bien. Sólo necesito un poco de zumo y galletas.

—Yesung pidió pizza. ¿Estás interesado?

La idea de la comida le agitó el estómago, pero sabía que se sentiría mejor si se las arreglaba para tragar algo.

—La pizza me viene tan bien como cualquier otra cosa. Dame un segundo y estaré listo.

No tomó la mano de Siwon cuando se la ofreció para ayudarle a levantarse de la cama. Él frunció el ceño, pero podía seguir haciéndolo. Por mucho que disfrutaba con la manera en la que le hacía sentir, tenía cosas más importantes de las que preocuparse.
Igual que él.

Estaba anocheciendo.

El teléfono de Heechul sonó y él agradeció la distracción. Se levantó de la cama sin ninguna ayuda y descolgó.

—Hola.

—Heechul, soy Nana del Hospital Psiquiátrico. Creo que deberías venir aquí inmediatamente —la voz de la mujer era alta y aguda, casi frenética.

Algo terrible había pasado.

Heechul enderezó las rodillas para evitar caerse al suelo de miedo. Muchas cosas horribles le destellaron en la mente. Wook era tan frágil. Podía ser herido tan fácilmente.

—¿Qué ocurre, Nana?

—El doctor dijo que no te molestáramos, que se las arreglaría, pero creo que querrías saberlo.

—¿Saber qué?

“Por favor, Dios, permite que Wook esté bien”. Heechul no creía que pudiera soportar perder a otro hermano.

—Wook se ha puesto peor. Mucho peor.

Parte de Heechul estaba aliviado de que estuviera aún vivo, aunque el resto estaba hirviendo de furia. ¿Por qué no lo habían llamado antes?

—¿Ocurrió algo?

—No lo sé. Su deterioro parece demasiado repentino —dijo Nana—. Realmente, creo que deberías venir. Te necesita.



Siwon observaba que el rostro de Heechul palidecía. Quienquiera que estuviera al teléfono lo había asustado más que unos demonios atacándolo con las garras extendidas y los dientes desnudos. No podía escuchar lo que estaban diciendo al otro lado, pero no tenía que oírlo para saber que era malo.

Acortó la distancia entre ellos, asegurándose de estar lo bastante cerca como para atraparlo si se desmayaba o algo así. Se veía como si estuviera a punto de hacer justamente eso.

—Está bien —dijo—. Estaré allí en veinte minutos.

El teléfono cayó de los dedos de Heechul. Se la veía vulnerable. Asustado.

Siwon se movió para poner los brazos a su alrededor, pero él se escabulló del toque.

Igual que Brian había hecho tantas veces.

No iba a pasar de nuevo. No con Heechul.

Heechul salió de la habitación con él tras los talones, negándose a dejarlo alejarse de él.

—Dime qué está ocurriendo —lo urgió.

Hyungsik estaba durmiendo en el sofá y se despertó ante el ruido. Yesung estaba viendo lucha profesional. Le dirigió a Siwon una mirada interrogativa y éste le contestó con un encogimiento de hombros de infiernos-si-lo-sé.

Heechul se detuvo en la cocina y comenzó a hurgar entre papeles y correspondencia.
Un resplandeciente brillo de lagrimas le llenaba los ojos, pero parpadeó varias veces para limpiárselas.

—Yo, uh, necesito irme. Es una emergencia.

—¿Qué emergencia?

Los movimientos se volvieron más frenéticos y comenzó a arrojar la correspondencia al suelo como si buscara algo.

—Sólo necesito irme —dijo—. Cierra con llave cuando salgas.

Heechul estaba temblando. Pálido. Esa confianza, dura como una piedra, que había visto antes había desaparecido ahora, dejándolo viéndose hecho añicos y asustado. Siwon quería atraerlo a los brazos, pero no se atrevía a tocarlo. Tenía que recordar que Heechul sólo estaba cooperando con él porque se había ofrecido a pagarle.

—No voy a abandonarte —le dijo.

No creía que estuviera, de ninguna manera, bien para conducir con seguridad. Además, fuera lo que fuera, quería estar allí para él. Sólo en caso de que necesitara ayuda. Él trabajaba gratis.

—Déjame conducir.

—No, gracias. Puedes quedarte aquí si quieres. No me importa. Volveré lo más rápido que pueda —cortó un trozo de rollo de papel de cocina y se frotó los húmedos ojos.

—¿Puedo hacer algo? —preguntó Yesung, viéndose un poco demasiado esperanzado para la tranquilidad mental de Siwon.

—¿Habéis visto mis llaves?

—No, lo siento.

Sin tener nada más que hacer para ayudarlo, Siwon comenzó a buscar sus llaves también.

—Dime qué está ocurriendo. Quizás pueda ayudar.

—Aprecio el gesto, pero no hay nada que puedas hacer salvo salir de mi camino para que así pueda encontrar mis malditas llaves —su voz quedó atrapada en un sollozo, uno que trató y falló en esconder.

Siwon no pudo soportarlo más. Tenía que consolarlo. Ayudarlo. Algo.

Lo tomó por el brazo y lo giró, y en el segundo en que la palma tocó su piel se vio invadido por sensaciones de placer físico. Inspiró por la fuerza de ello. El cuerpo se estremeció. Cantaba de alegría. Cada célula dentro de él estaba realizando un feliz pequeño baile que lo hacía querer romper a carcajadas. Gran parte de su vida la había pasado con dolor y se había olvidado lo que era vivir sin él.

Los ojos de Heechul se abrieron de par en par y comenzó a observarlo estupefacto. Las pupilas se dilataron y la mirada descendió a su boca.

Y luego lo golpeó, una oleada de lujuria que chocó contra él y lo recorrió por completo. El cuerpo se endureció tan rápido que dolía, pero incluso ese dolor era una clase de placer. La piel se calentó y la sangre se espesó en las venas. Se le hizo la boca agua por probarlo, y los dedos se tensaron alrededor de su piel, buscando un contacto más cercano.

Los labios de Heechul se abrieron al tiempo que aspiraba un sobresaltado aliento y él supo que tenía que besarlo. Iba a forzarlo a abrir la boca y que le dejara probarlo, y no iba a detenerse allí. Iba a acostarlo en el suelo e iba a probar cada pulgada de suave piel, cada dulce hueco y curva. Iba a desnudarlo y hacerlo suyo en la más básica y primitiva de las maneras que conocía.

Mío, gritaba su alma, y sabía que si se movía incluso un centímetro hacía sus labios, estaría perdido, incapaz de detenerse sin importar lo que Heechul quisiera, sin importar qué emergencia tenía que enfrentar. Nada más en la vida de Heechul podría, posiblemente, ser más importante que su necesidad por él.

Y esa verdad penetró en él como agua helada, extinguiendo su lujuria hasta que sólo quedó una pila de cenizas de deseo.

Con cuidadosos movimientos, Siwon soltó el agarre sobre Heechul y apartó la mano. Perder el contacto lo dejó ardiendo y con picazón por todas partes, pero él se regocijaba  en ese dolor. Significaba que había esperanza, esperanza de que Heechul fuera la pareja que pudiera salvarlo.

Ahora Siwon era el que estaba temblando.

Heechul frotó las manos sobre el lugar donde él le había sostenido por los hombros y lo miró con una mezcla de confusión y temor.

—Nunca más —le dijo—. Nunca vuelvas a tocarme.

Jodidamente imposible, pero mantuvo la boca prudentemente cerrada y continuó con la búsqueda de las llaves. Las encontró escondidas debajo de la tapa de una caja abierta de pizza y las ondeó delante de él.

—No estás bien como para conducir. Al menos, déjame llevarte a donde sea que te dirijas.

Heechul vaciló y él pudo sentir su indecisión, así que utilizó la última munición.

—Sea lo que sea, no podrás arreglarlo si te estrellas en el camino.

Cuando sus hombros se derrumbaron, supo que había ganado.

—Bien —dijo—. Pero si no conduces lo suficientemente rápido, te tiraré de mi camioneta.



Heechul saltó de la camioneta tan pronto como llegaron al hospital psiquiátrico, dejando a Siwon encontrar un lugar para aparcar. El personal de recepción debía haber sabido que estaba en camino, porque estaban esperándolo con una placa de visitante tan pronto como se cerró la puerta principal.

El olor a desinfectante y el dolor se aferraban a las paredes de ese lugar, pero era mejor que el resto de hospitales mentales que había visto. Cobraban un brazo y una pierna para que Wook se quedara allí, pero al menos cuidaban muy bien de él.

Heechul se presentaba de improviso cada par de semanas, además de sus visitas normales, y ni una sola vez en ocho años había visto ningún signo de maltrato en los pacientes. Estaban limpios y tan tranquilos como eran capaces, a pesar de todo.

Nana se reunió con Heechul en la sala fuera de la habitación de Wook. Estaba en algún lugar en sus tardíos cuarenta años. La mujer nunca sonreía, pero transmitía consuelo con el mínimo contacto de su regordeta mano.

—No sabía que más hacer, así que te llamé —dijo Nana—. Mi último turno fue hace dos días, pero juro que entonces no estaba tan delgado. Y nadie más parece verlo. Ninguno de los doctores me escucha cuando les digo que necesita ser alimentado mediante el tubo. Es como si ni siquiera vieran que se está consumiendo.

Heechul sabía que Wook tenía tendencia a pasar días sin comer, pero nunca había durado. Los doctores decían que sería más perjudicial forzarlo que dejarle tener hambre suficiente como para que las necesidades de su cuerpo superara los temores imaginarios de su mente.

Heechul se acercó a la puerta, pero Nana lo detuvo.

—Hemos tenido que atarlo hoy. No ha bebido lo suficiente, y tuvimos que ponerle una vía intravenosa para mantenerle hidratado. Se la quitaba.

—Odia estar sujeto —dijo Heechul.

La ira le quemaba en el pecho, un bienvenido alivio de la constante tristeza que sentía por su hermano.

—Lo sé, cariño, pero fue por su propio bien. Seguía lastimándose, abriéndose las venas. Hemos conseguido que deje de sangrar, pero no podemos darle más oportunidades. Ya está muy débil. No estoy segura de que sea capaz de luchar contra una infección ahora mismo.

Nana tenía razón. El pobre Wook estaba tan delirante que tenían que hacer lo necesario para protegerlo. Mantenerlo a salvo.

En la parte trasera de la mente de Heechul, se preguntaba si mantener vivo a Wook no sería sólo una cruel forma de tortura. Tal vez sería más amable dejarlo ir. Dejarlo escapar del miedo y la miseria que eran su vida.

Si Heechul hubiera sido una persona más fuerte, tal vez habría hecho justo eso. Pero no lo era. Era débil y egoísta. Ya había dejado morir a un hermano. No podía dejar que eso sucediera al otro. Necesitaba a Wook para vivir.

Heechul puso la mano sobre la puerta y rezó pidiendo fuerzas.

Nana le dio a Heechul un rápido abrazo.

—Necesitas saber que hay algo de sangre en su camisón. Normalmente lo habríamos cambiado, pero le causa tanta angustia que simplemente le dejamos en paz. Las ropas limpias pueden esperar unas pocas horas.

Heechul asintió y abrió la puerta de la habitación de Wook.

Había visto a Wook angustiado antes, pero nada podía haberle preparado para la salvaje mirada de miedo en los ojos de su hermano. Estaba luchando contra las ataduras que lo mantenían en la cama del hospital. Contusiones inflamadas de color púrpura estropeaban sus brazos donde se había arrancado las intravenosas. Su pijama blanca estaba salpicado con gotas de sangre, y el hombre bajo ella se había vuelto peligrosamente más delgado de lo que había estado sólo hacia cuatro días. Su cara estaba demacrada, sus pálidos ojos estaban hundidos y brillaban como enfebrecidos de terror. Lloraba con lágrimas gordas que empapaban el pelo blanco en sus sienes.

Heechul contuvo un gemido de dolor. Pobre Wook. Tan pérdido en su propio mundo de pesadillas. Nada de lo que Heechul había hecho le había ayudado.

Heechul se tragó las lágrimas y fue hacia su hermano.



Siwon vio a Hyungsik y Yesung entrar en el aparcamiento detrás de él. Yesung estaba en el asiento del conductor, y Siwon fue a su ventanilla.

—¿Viene dentro?

Hyungsik estaba en la parte de atrás, cubierto para evitar que los últimos rayos del sol le tocaran la piel.

—¿Dónde estamos? —preguntó.

—Es una institución psiquiátrica —dijo Hyungsik.

—Excelente. Heechul está ahí con un montón de locos. —A Siwon realmente no le importaba la idea, y se moría de ganas por estar a su lado, donde podía mantenerlo a salvo.

—¿Alguna idea de por qué estamos aquí? —preguntó Yesung.

—Ninguna. No dijo nada mientras veníamos. Excepto para decirme que condujera más rápido.

—Creo que te voy a dejar esto a ti, hombre. Es más probable que asuste a la gente de ahí que otra cosa.

—De acuerdo. No te muevas. Te llamaré cuando sepa qué está pasando.

Le tomó un poco de charla rápida convencer a la mujer al frente de la recepción de que le dejara entrar en el hospital mental, pero Siwon consiguió ganar su paso al interior.

Heechul estaba sentado al lado de una cama sosteniendo la mano de un frágil joven, con un llamativo pelo blanco. El joven se agitaba en la cama, luchando contra las ataduras que le mantenían en su lugar. Una serie de lamentables gemidos llenaban la sala, haciéndose eco en las desnudas paredes.

—Esta bien, Wook —lo tranquilizó Heechul, apartando el pálido cabello de su frente—. Estoy aquí ahora. Vas a estar bien.

Lentamente, Wook comenzó a calmarse, Siwon no tenía ni idea si era por las palabras de Heechul o por puro agotamiento.

Tan pronto como Wook se relajó y vio que Heechul estaba allí, la mirada de temor se desvaneció de las delicadas facciones del hombre. Tenía tal vez veinte años, y a pesar de que su pelo era blanco donde el de Heechul era castaño, no había duda de la semejanza familiar en sus caras. Wook estaba mucho más delgado que Heechul, y tenía una frágil apariencia etérea que contrastaba duramente con la saludable fuerza de Heechul.

Siwon se moría de ganas de saber la relación entre ellos, pero no se atrevió a preguntar. Sintió la desesperación en la habitación, un sutil zumbido de frenética energía que no se disipaba. Provenía de Wook, casi como si hubiera combatido a su manera a través de la locura porque Heechul estaba allí. No haría nada para poner en peligro eso.

—¿Heechul? —preguntó el joven. Su voz estaba ronca de gritar y débil de fatiga.

—Estoy aquí, Wook. Justo aquí.

El cuerpo de Wook quedó inerte, y se detuvo en su empeño de luchar contra las ataduras.

—Por favor haz que me suelten. No puedo soportar estar encadenado.

—No estás encadenado, cariño. Te ponen éstas restricciones para evitar que te quites la intravenosa.

—No me la voy a quitar. Lo prometo. —Las lágrimas llenaron los ojos de Wook mientras imploraba su libertad.

Heechul miró a la enfermera que estaba discretamente en la esquina de la habitación.

—Le quiero soltar los brazos —le dijo a la enfermera.

—No es una buena idea —dijo la mujer.

Heechul ignoró el aviso y comenzó a desatar las ataduras alrededor de los brazos de Wook.

—No va a luchar más, y no puedo soportar verlo así.

Tan pronto como Wook estuvo libre, se sentó y agarró a Heechul por el cuello en un fuerte abrazo. Parecía pequeño al lado de Heechul. Casi infantil.

—Estoy tan contento de que estés aquí. He intentado llamarte, pero no me oíste —dijo Wook.

Siwon sintió que Heechul estaba más tenso de lo que parecía.

—Todo lo que tienes que hacer es usar el teléfono o que una de las enfermeras me llame. Siempre vendré.

—No había teléfonos donde estaba, Heechul. Te lo juro. No me lo estoy inventando.

Heechul le apartó el blanco cabello de la cara a Wook y le secó las lágrimas de sus mejillas.

—Sé que no estás mintiendo. Está bien. —Ayudó a Wook a tenderse y se subió a la cama al lado de él, tomando al frágil joven en los brazos—. Me dijeron que no estabas comiendo —dijo Heechul sin acusar.

Wook tragó.

—Lo intento, pero no puedo. Todo lo que ella trae para comer es sangre negra. Quema como ácido. ¿Cómo puedo comer alimentos cuando todo lo que trae es sangre?

Siwon no tenía ni idea de quién era “ella”, pero aparentemente Heechul sí.

—Nadie te está alimentando con sangre, Wook. Es sólo un truco de tu mente. Tienes que comer.

Wook sacudió la cabeza.

—Lo intento, pero todo me sabe a sangre y me pone enfermo.

Heechul se quedó en silencio por un tiempo, simplemente pasando una mano tranquilizadora por el pelo del joven.

—¿Quieres que encuentren otra manera de alimentarte? ¿Tal vez poner un tubo en tu estómago no te haría sentir tan enfermo?

—¡No! —Wook intentó sacudirse, pero el cuerpo más fuerte de Heechul fácilmente lo contuvo—. No, no, no. ¡No tubos!

—Muy bien —dijo Heechul con un tono conciliador—. Nada de tubos. Pero tienes que comer. ¿Lo intentarás por lo menos?

—Pero la sangre…

—No es real. Es un truco. —Heechul miró a la enfermera como si decidiera si confiar en ella o no.

La astuta enfermera vio la mirada y dijo:

—Voy a buscar una bandeja. —Cuando se fue, miró curiosamente a Siwon cuando pasó a su lado.

Una vez que la enfermera se había ido, Heechul dijo:

—Hemos hablado de esto antes. A los monstruos les gusta jugar a hacerte bromas. Te hacen creer que las cosas son reales. Nadie va a alimentar con sangre a nadie. Estás a salvo.

Wook tomó la mano de Heechul y la apretó con fuerza con sus esqueléticos dedos.

—Estoy a salvo, pero Henry no. Siguen haciéndole daño. Poniéndole cosas en su interior. Cambiándolo. Está tan asustado, Heechul.

La mandíbula de Heechul tembló durante un momento antes de que lo controlara. Sólo el brillo de los ojos mostraba su dolor.

—Henry no va a estar más asustado. Está muerto, Wook. Arriba en el cielo con mamá.

—¡No, no lo está! Los monstruos lo tienen. Le están haciendo algo para hacerlo…diferente. Tenemos que encontrarlo pronto o será demasiado tarde.

Siwon vio la angustia tensar el cuerpo de Heechul, a pesar que su expresión se mantuvo en calma. Sin duda, por el bien de Wook.

—Por favor, cariño, intenta no preocuparte por Henry . Nada podrá nunca hacerle daño de nuevo.

La enfermera volvió con una bandeja de comida y la puso sobre la mesa junto a la cama.

—Volveré en unos pocos minutos. ¿Necesitas algo más?

—No, estaremos bien, Nana. Gracias.

La enfermera se fue y Heechul quitó la cubierta metálica de la bandeja de comida.

—Parece un poco de sopa de pollo y puré de patatas. ¿Qué suena mejor?

—Las patatas, no. Demasiado espeso. Demasiado parecido…

—Aparta ese pensamiento de tu mente. Enfócate en mí. Dime lo que has estado dibujando últimamente. —Heechul comprobó la temperatura de la sopa con los labios antes de llevar la cuchara a la boca de Wook.

Wook cerró los ojos, tomó un profundo aliento y abrió la boca. Heechul puso una pequeña porción de sopa sobre su lengua, e inmediatamente Wook comenzó a temblar. Su cuerpo temblaba y las lágrimas corrían por su rostro. Siwon podía ver el esfuerzo que estaba haciendo por tragar la sopa, pero no estaba funcionando. La mente del pobre chico estaba demasiado dañada, y no podía separar la comida real de la sangre negra
de sus delirios.

Wook garró la servilleta y escupió la sopa.

—Lo siento, Heechul. Lo siento.

Heechul apartó la mesa y abrazó a Wook.

—De acuerdo. Lo intentaste. Probaremos de nuevo dentro de unos pocos minutos.

Heechul volvió la atención a Siwon. Esperaba que le mirara con rabia por espiarlos, pero en cambio, sus ojos estaban implorando.

—¿Puedes ayudarlo como hiciste con Sammy? —le preguntó.

Siwon se acercó lentamente para no asustar a Wook.

—¿Cuánto tiempo ha estado de ésta manera?

—Ocho años.

Siwon no tenía ni idea de cómo había sobrevivido tanto. La mayoría de la gente no duraba un año después de ser tocada por los Sasaengs.

—Ha sido demasiado. No creo que pueda ayudar, pero puedo ser capaz de ayudarte a darle de comer. Pero no será fácil.

—¿Qué puedo hacer?

Siwon miró a Wook, que le estaba mirando con grandes ojos asustados.

—¿Puedo acercarme más? —le preguntó a él.

Wook miró a Heechul, que dijo:

—Es un amigo.

Wook asintió con la cabeza y Siwon se movió lentamente al lado de Heechul.

—Dame tu mano —le dijo a Heechul, tendiéndole la mano izquierda, que latía con el anillo iridiscente de los Suju.

Heechul obedeció y él le sintió tenso justo antes que una ola de placer rodara a través de ellos desde el punto de contacto. Él vio sus ojos dilatarse y sus pezones perlarse bajo la delgada tela de su camiseta. Tuvo que luchar para contenerse de apretarlo contra él, o incluso mejor, tirarlo en la cama, donde podía extenderlo y pasar el tiempo saboreándolo.

Entonces se acordó que Wook estaba en la cama y que les necesitaba a ambos enfocados. Siwon apartó todos esos inapropiados pensamientos lujuriosos y se aclaró la garganta.

—¿Qué puedo hacer? —preguntó Heechul.

—Inclínate hacia mí. Pon tu mano sobre la cabeza de Wook. Concéntrate en la piel que nos une. Ábrete y no luches contra lo que pase. Yo haré el resto.

Siwon no tenía acceso a la tierra, así que se enfocó en el aire. Sacó de allí pequeñas chispas de energía no mayores que motas de polvo. Se había empujado duro recientemente y no había meditado lo suficiente. Su cuerpo intentó rechazar el poder, apartarlo para no tener que sufrir. Siwon tomó el control de sus instintos de auto preservación y los obligó a ceder. A aceptar el dolor. Sabía que no tenía mucha fuerza, y aún menos tiempo, pero rezó para que fuera suficiente para darle a Wook una oportunidad.

En lugar de intentar establecer una conexión con Wook, usó la conexión que ya tenía con Heechul. Ambos se conocían. Confiaban en el otro. Nada de lo que pudiera decir superaría alguna vez esa confianza. Dejó flotar la energía a través de la mano, al brazo de Heechul, cruzando su pecho, bajando por el otro brazo y hacia Wook.

Heechul se tensó y siseó un aliento dolorido.

—¿Estás bien? —preguntó él, luchando contra su propio dolor.

—Sólo date prisa —dijo.

Siwon lo hizo. Renunció a la delicadeza y forzó el poder a través de la conexión de piel con piel hasta que tocó la mente de Wook. Tan pronto como lo hizo, se echó para atrás, tambaleándose por la agonía oscura que el joven había sufrido.

Nunca había sentido nada como eso, y esperaba nunca volver a sentirlo. Era humano en el exterior, pero en el interior, era una masa retorciéndose por la tortura infligida por los Sasaengs. No tenía ni idea de cómo podía soportar el sufrimiento. No era de extrañar que el pobre no pudiera comer. No estaba seguro de que él fuera capaz de estar consciente si tuviera que vivir con ese nivel de tormento. Y Siwon conocía el tormento.

No había manera de que fuera capaz de meterse en su mente con su limitada habilidad. Temía hacerle un daño incluso mayor. Todo lo que podía esperar era encerrar el horror el tiempo suficiente para introducir algo de alimento en el joven. Así que eso fue lo que hizo. Indujo a su mente a dormir mientras su cuerpo se quedaba despierto. Cerró su conciencia con duras órdenes inflexibles.

Siwon se apartó de Wook tan rápido como fue posible. Tenía el cuerpo cubierto de una capa de sudor frío y estaba temblando. Incluso con el toque de Heechul, había sido una tortura.

Wook estaba roto. Irrevocablemente.

—Oh, Dios —exclamó Heechul —. ¿Cómo puede vivir con eso?

Siwon forzó su cuello cansado a levantar la cabeza.

—¿Viste el interior de su mente? Eso no es posible.

—No, sentí tu horror. Tu compasión por él.

—Lo siento. No me había dado cuenta de que serías capaz de hacerlo. Si lo hubiera sabido…

—Sobreviviré —dijo Heechul, su tono sombrío y aceptándolo—. ¿Funcionó?

—Creo que sí. Intenta alimentarlo ahora, pero despacio. Su mente está dormida, así que no será capaz de prestar atención a lo que estás haciendo. Se ahogará si vas demasiado rápido.

Heechul levantó la cuchara de nuevo, y esa vez Wook tragó la sopa.

—Está funcionando —dijo él, ofreciéndole una sonrisa de alivio.

Las entrañas de Siwon se tensaron como reacción. Era la primera vez que había visto su sonrisa, y no podía recordar haber visto nunca algo más hermoso. Habría pasado una eternidad intentando hacerle sonreír de nuevo, si le dieran la oportunidad.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...