En Tu Busqueda- Capítulo 5



No dolió cuando Siwon dejó de tocar a Heechul. Esa era la idea que se mantenía resonando en el cerebro de Siwon, volviéndole loco. Se suponía que iba a doler. Había necesitado que le doliera.

Había querido que Heechul fuera único para él tan arduamente que había comenzado a creer que era cierto.

¡Qué tonto era por pensar que merecía otra oportunidad! Kangin había encontrado a Leeteuk primero, así que había fallado allí, nunca había sido capaz de hacer feliz a Brian, a pesar de que el cielo sabía que lo había intentado todo lo posible. Llevaba
muerto doscientos años y todavía no podía entender por qué Brian no pudo amarle, ¿qué más podía él haberle dado para hacerlo feliz?

Siwon se negó a detenerse en eso. Incluso si Heechul no era su caballero, podría ser capaz de salvar a uno de sus hermanos. Evidentemente era un pura sangre. De hecho, basándose en la forma en que reaccionó su luceria, posiblemente era un Suju.

Sólo que no el suyo.

Siwon se miró el pecho. La última hoja de su marca de vida se balanceaba al son del tiempo con la brisa veraniega exterior. Parecía un poco más marrón que verde hoy. Realmente no le quedaba mucho tiempo y todavía tenía un trabajo más que hacer: llevar a Heechul a la SM, justo como ordenó Sunny.

—Tenemos que movernos —le dijo a Heechul.

—No voy a ir a ninguna parte hasta que haya tenido sobre mi diez horas de sueño. Además, ¿qué te hace pensar que iría a cualquier parte contigo? —preguntó.

Siwon no tenía paciencia para esto. Había demasiado en juego aquí. Incluso si no hubiera estado obligado por su promesa a Sunny de llevar a Heechul a casa, necesitaba llevarlo de vuelta para que pudieran ver si podía ser compatible con alguno de los otros hombres de allí. Estaban todos muriendo, sólo que no tan rápido como él. Podía ser capaz de salvar a uno de sus hermanos en armas. Llevarlo a la SM era la última
cosa que podía hacer por su gente antes de ir a su muerte.

Lo agarró por los hombros y lo apoyó contra la pared. Heechul se sentía bien bajo sus manos, lo cual le enfadaba. ¿Por qué se sentía tan bien si no era suyo?

—Nos vamos. Vienes con nosotros. Puedes caminar, o te llevaré. Tú decides.

Para su crédito, no se acobardó o se vino abajo. Sus ojos brillaron ante el desafío y levantó la punta de su barbilla hasta encontrarse con su mirada.

—¿Crees que puedes empujarme? —preguntó Heechul.

—Empujar, tirar, arrastrar. Lo que sea necesario.

—Tengo responsabilidades. Gente que me necesita. No voy a dejarte decidir a dónde voy. Lo siento por explotar tu burbuja de macho.

Siwon se imaginó que tenía un par de opciones. Podía hacer valer las amenazas y arrastrarlo de allí pataleando y gritando, lo que sin duda atraería la atención de los vecinos, o podría utilizar un poco de delicadeza.

La delicadeza no era su punto fuerte, pero haría lo que fuera para llevárselo a Sunny y los hombres.

Dejó escapar un suspiro lento y largo, retiró las manos de su cuerpo, esperando que lo ayudara a mantener la calma.

—¿Qué responsabilidades?

Tal vez podía hacerse cargo de ellas, dejándole libre para volver con él.

—Tengo un trabajo que hacer. Chicos que están siendo secuestrados de sus hogares todo el tiempo. Necesito estar aquí para encontrarlos.

—He oído hablar de tu talento. Simplemente ¿cómo eres capaz de encontrarlos cuando nadie más puede? —preguntó.

Heechul se apartó de la pared, Siwon notó que su equilibrio estaba un poco inestable. Tal vez estaba más exhausto de lo que pensaba.

Siwon se acercó a ayudarlo, pero él le apartó la mano de un manotazo y se hundió en el sofá como si ya no tuviera otra opción.

—Soy bueno en lo que hago. Eso es por qué me pagan con billetes grandes.

—Realmente dudo de que esa sea la historia completa, pero si es dinero lo que estas buscando, puedo pagar. Tengo un montón y te daré lo que quieras si vienes conmigo.

Vio un atisbo de victoria destellar en los ojos de Heechul y supo que había encontrado la palanca correcta para usar con él. Dinero.

Heechul se levantó, revolvió entre algunos papeles que había sobre el mostrador de la cocina y garabateó algo en un bloc de notas. Arrancó la primera hoja y se la entregó.

—Esto es un número de cuenta donde quiero que envíes el dinero. Pon medio millón ahí hoy e iré donde quiera que desees. ¿De acuerdo?

Siwon tomó el papel, algo en él se marchitó. Se lo había imaginado como algún gran héroe que hacia todo lo necesario para encontrar a los niños, no importaba cuánto dinero hiciera. Había pensado que era uno de los buenos, como él. Había estado equivocado. No era más que otra persona intentando hacer dinero con el dolor y el sufrimiento de los demás.

¿Cómo podría haber estado tan equivocado? Sus instintos eran normalmente mejores que eso.

Siwon no podía mirarlo a los ojos. No podía soportar ver la codicia que sabía que iba a estar al acecho allí.

—Trato hecho —dijo él, pero no se atrevía a darle la mano.

—Voy a tomar una ducha rápida —dijo—. Si el dinero está cuando salga, podemos irnos.



Heechul estaba a punto de llorar de alivio cuando Siwon aceptó sus condiciones. Ya estaba con el teléfono móvil haciendo la transferencia de fondos en su cuenta cuando fue a ducharse. No podía creer lo fácil que había sido.

Finalmente, Heechul podría estar seguro de que Wook siempre iba a tener un lugar para vivir. Entre el medio millón que Siwon le daba y la gran póliza de vida de Heechul, si algo le pasaba a Heechul, Wook siempre estaría cuidado. Estaría a salvo.

Heechul hizo un rápido trabajo lavándose el sudor del dolor y el temor de la última noche, se puso el primer par de vaqueros más limpios que pudo encontrar. Ahora tenía  que salir a la carretera con un hombre que apenas conocía. Un hombre que lo había  hecho puré con un sólo toque.

Heechul iba a tener que ir con mucho cuidado para no dejarle tocarle más.

Fue al salón, presentable pero de ninguna manera glamurosa. El pelo estaba todavía húmedo. Estaba demasiado malditamente cansado para que le importara cómo se veía.

—Está hecho —dijo Siwon en un tono sombrío.

La calidez en sus ojos había desaparecido, lo que le hacía menos humano. Más mortífero. Le había visto en una pelea y sabía que el hombre era un oponente formidable, pero Heechul nunca se había preocupado de estar en el extremo receptor de su espada.

Hasta ahora.

El dinero había cambiado la forma en que le miraba y no importaba cuanto se dijera que no le importaba, sabía que era una mentira. Quería gustarle. Que le respetara. No tenía ni idea de por qué le importaba. Nunca le había tenido antes. Había cabreado a más que sólo un poco de gente en su determinación por encontrar chicos desaparecidos, pero con Siwon era diferente. Ese ligero desdén elevando su labio cuando
le miraba dolía.

Heechul no podía hacer que no le importara lo que él pensaba, así que se negó a pensar en ello. Tenían un trato. Wook estaría a salvo. Era hora de moverse.

—¿Dónde vamos?

—Missouri.

Heechul casi gimió. Estaba demasiado cansado para conducir tan lejos. Sabía que lo estaba. Nunca llegaría allí con vida. Por otra parte, si no sobrevivía, Wook recibiría todo el dinero de su seguro de vida.

Así que decidió poner esa situación bajo el membrete de ganar-ganar.

Algo de sus pensamientos se debió filtrar a su rostro, porque Siwon dijo:

—Yo conduzco. No querría que chocaras tu camioneta antes de que hayas terminado de darme lo que mi dinero vale.

Heechul asintió.

—Bien.

—Empaqueta para un par de días, pero sé rápido.

Heechul cogió una de las dos bolsas para pasar la noche que tenía empaquetadas y listas para salir en todo momento en caso de que recibiera una llamada de padres desesperados.

—Estoy listo.

Creyó ver un destello de respeto cruzar sus duros rasgos, pero no podía estar seguro.

Hubo unos fuertes golpes en la puerta, como si alguien estuviera intentando tirarla a patadas.

Siwon desenvainó una espada de ningún sitio -lo cual era el mejor truco que había visto- y se llevó un dedo a los labios pidiendo silencio.

—Probablemente sea mi repartidor de periódicos queriendo el pago. ¿Te apartarías, infiernos?

Dio un paso para mirar por la mirilla, pero Siwon lo detuvo con un grueso brazo musculoso.

Sólo le rozó la piel del brazo, pero fue suficiente para que Heechul cerrara los labios para evitar lanzar un gemido de placer. Un hormigueante calor se extendió desde el punto de contacto le invadió los miembros, haciéndole sentir pesado y lánguido. Quería frotarse contra él como un gato, deseaba que no se hubiese vuelto a poner su camisa mientras estaba en la ducha. Se habría sentido tan bien pasando los dedos por su espalda y conocer todos los rígidos músculos que yacían bajo su carne.

La piel se le calentó hasta que estuvo seguro que estaba roja brillante. Una dolorosa vacía necesidad le roía, presionó sus muslos juntándolos en un esfuerzo por aliviar el dolor. No funcionó. Necesitaba que Siwon lo tendiera y lo llenara, deslizándose en su interior una y otra vez hasta que se alejaran del mundo y nada más que ellos dos existieran. Sin preocupaciones. Sin miedos. Sin monstruos. Sólo Siwon y el tacto de su
piel sobre la suya.

Se apartó, dejándole tambaleante, casi balanceándose con la fuerza poderosa de la necesidad. Se agarró a la pared para apoyarse, pero le hizo poco bien. Terminó sentado de culo, temblando como si hubiera pasado la última semana vomitando.

A través de la puerta se oyó:

—Soy Yesung. Abrid la jodida puerta.

Vagamente, fue consciente de que Siwon estaba dejando pasar al hosco gigante a su casa. Estaba llevando algo grande y pesado envuelto en una sábana. Unos pies con botas salían de un extremo.

Sagrada mierda. Había llevado un cadáver a su apartamento.

—Está mal —dijo Yesung.

—¿Cómo de mal? —preguntó Siwon.

La preocupación volvía ásperos los bordes de sus palabras.

—Comenzó a tensarse hace un par de minutos. Pensaba que el sol podría empeorar las cosas, así que lo traje a dentro.

—¿No dejarías que ninguna luz le tocara, verdad? —Preguntó Siwon—. No necesitamos ese tipo de problemas ahora mismo.

Yesung dejó la carga sobre el sofá y empezó a cerrar las cortinas sobre las ventanas de Heechul.

—¿Parezco un jodido idiota? Tuve cuidado, le envolví bien y apretado. No necesitamos ninguna sonrisa más.

Heechul se levantó.

—¿Qué está pasando? ¿Es ese Hyungsik?

Siwon ni siquiera le echó una mirada. Estaba demasiado ocupado desenvolviendo el capullo de sábanas de alrededor del cuerpo de Hyungsik. Cuando terminó, lo dejó sobre el sofá. De alguna manera había perdido más peso y ahora era un esqueleto envuelto en piel. Su piel estaba pálida, casi azul y estaba completamente inmóvil.

—¿Esta muerto? —preguntó Heechul.

—Casi. —Siwon le disparó a Yesung una mirada acusadora—. ¿Por qué infiernos no le alimentaste?

—He pasado siglos sin dejar que una de esas sanguijuelas me tocara. No voy a empezar ahora.

A Heechul le pareció oír a Siwon murmurar algo como “Hijo de puta egoísta” por lo bajo.

—Te guste o no, todavía lo necesitamos.

—Habla por ti mismo —dijo Yesung—. No necesito una mierda.

El cuerpo de Hyungsik comenzó a agitarse como si estuviera teniendo un ataque.

Siwon apretó la parte superior del cuerpo contra la de Hyungsik para sujetarlo.
Extendió el brazo hacia Heechul y señaló con la cabeza su espada yaciendo en el suelo junto al sofá.

—Córtame la muñeca, luego mantén su boca abierta —le dijo.

Vampiro. Ahí estaba de nuevo, esa palabra tirando de las esquinas asustadas de su mente. Había visto suficientes cosas para saber que los monstruos eran reales, pero no le gustaba saber que ese en particular existía. Era demasiado misterioso.

O tal vez fuera el hecho de que uno estaba en su casa lo que le molestaba.

—Vamos, Heechul. Corre. Se está muriendo.

Y él había prometido darle su sangre. Siwon ya le había dado mucha. Hyungsik lo había dicho más temprano. No podía arriesgarse a dejarle que se dañara por algo que él había prometido hacer.

—¿Cuánta sangre necesita?

—No lo sé, pero no será suficiente para matarme.

Bueno. Entonces no lo mataría, tampoco. Heechul tomó su espada justo cuando el cuerpo de Hyungsik se arqueó del sofá en un ataque particularmente feroz. Antes de que Siwon pudiera detenerlo, usó su espada para abrirse un corte en la muñeca, abrir los labios de Hyungsik y sangrar en su boca.

Siwon se dio cuenta de lo que había hecho y gritó:

—¡Heechul, no!

El ataque se detuvo al instante. Los misteriosos ojos de Hyungsik se abrieron ampliamente y le agarró la muñeca con ambas manos, sosteniéndole el brazo contra su absorbente boca con un agarre irrompible.

Se imaginaba que sería doloroso, pero no lo era. Ni siquiera había sentido la espada cortándole el brazo, así era de afilada. Todo lo que podía sentir ahora era un movimiento suave contra la piel y una especie de ingravidez, como si estuviera siendo llenado con helio. Era extraño, pero no desagradable.

En la distancia, podía oír a Siwon gritando y ver a Yesung apartándole físicamente de Hyungsik. Pero nada de eso importaba.

Sintió una presencia exterior tocándole la mente como una caricia caliente. Hyungsik. Quería saber más de Heechul. Quién era. De donde había venido.

Heechul le dejó entrar. Tenerlo en la mente le hacía sentir bien y de todos modos estaba demasiado débil para luchar contra algo tan fuerte como era. Demasiado cansado.

Hyungsik quería que él se durmiera. Descansara. El quería eso, también.

Durante un momento, le preocupó haber olvidado hacer algo. ¿Apagar el horno? ¿Lavarse los dientes? No podía recordar qué era y de pronto, no parecía importarle nada más. Fuera lo que fuese, no era importante.

Heechul se dejó ir y se alejó, el cuerpo sin peso flotando hacia el sueño.




Heechul quedó inerte y una nauseabunda oleada de pánico se elevó por la garganta de Siwon. Se retorcía contra la sujeción de Yesung, tratando de llegar a él.

—¿Qué cojones hiciste con él, chupa sangre?

Hyungsik le lamió la muñeca, no dejando tras de sí ningún rastro de la herida. Ya no estaba hasta los huesos, tan delgado y pálido. El cuerpo se había llenado y un saludable brillo impregnaba la piel. En un tono calmado, explicó:

—el pobre niño no había dormido en tres días. Se estaba exigiendo demasiado, así que lo puse a dormir.

Siwon logró romper el agarre de Yesung y empujó a Hyungsik lejos de Heechul. Su cuerpo cayó al suelo al lado del sofá, sin huesos y lánguido. Revisó su pulso y lo encontró fuerte y constante.

El alivio le sacó el aliento del cuerpo y bajó la cabeza contra la de Heechul en agradecimiento. El aroma de su piel lo calmó, no podía dejar de apartar el cabello de su cara. Iba a estar bien.

Siwon recogió su largo cuerpo en los brazos y lo llevó al dormitorio. El lugar era un desastre, con ropa tirada por todas partes. Las mantas estaban arrugadas, mostrando signos de donde había dormido la última vez.

Hacía tres días.

Siwon debería haber sido más consciente de su fatiga. Tendría que haber insistido en que descansara. No era como si estuviera ciego a la debilidad de las personas que le rodeaban. Eso podía matar a un montón de gente en la guerra contra los Sasaengs.

—Lo escondió muy bien —dijo Hyungsik desde la puerta, como si estuviera leyendo sus pensamientos.

Entonces otra vez, su juramento de sangre hacía posible realizar un montón de cosas para que Siwon no se divirtiera.

Siwon todavía quería golpear al Zea, pero no quería apartar los ojos de Heechul, no importaba lo bien que le habría sentado tumbar a Hyungsik.

—Debería haberlo sabido, de todos modos. Si hubiera sido mi caballero, lo habría hecho.

La decepción le dejó un sabor amargo en la boca.

Puso a Heechul en la cama, le quitó los zapatos y tiró de las mantas alrededor de su delgado cuerpo. Estaba indefenso ante eso, hacía que sus instintos protectores rugieran a la vida. Nada iba a acercarse a él hasta que tuviera tiempo de recuperarse. Sunny tendría sólo que esperar.

—No necesariamente —dijo Hyungsik—. Ha pasado largo tiempo desde que los Suju encontraron compañeros. Sabemos tan poco sobre esas parejas. Las cosas pueden ser diferentes ahora. Los signos pueden ser diferentes.

Siwon fue a la puerta donde estaba Hyungsik, el Zea se apartó. Un hombre inteligente.

—No estoy de humor para otra decepción, así que perdóname si no compro la mierda que estás vendiendo. No es mío.

Decir las palabras hizo que el pecho le ardiera.

Hyungsik sólo sonrió.

—Creo que podrías estar equivocado.

—No lo estoy.

Siwon se negaba a permitirse sentir incluso la menor agitación de esperanza.
Estaba fuera de tiempo e iba a ser un buen jugador y tomar la derrota como un hombre. Había tenido más oportunidades que la mayoría.

Cerró la puerta de Heechul y fue a buscar algo de comida, llevando a Hyungsik con él para que no pudiera verse tentado a entrar en la habitación.

Su apartamento era pequeño, con la cocina, el salón y el comedor apiñados uno encima del otro. El lugar parecía no haber sido limpiado en meses, excepto por el brillo de un pesado banco de hacer pesas que llenaba lo que debería haber sido el comedor.

Yesung le había golpeado a la caza de alimento, ya estaba revolviendo en los armarios y el frigorífico. Por la escasa oferta en el mostrador -un par de latas de sopa y una cuestionable carne del almuerzo- no había encontrado mucho.

Hyungsik seguía acechando tras él. Siwon vio su espada, todavía manchada con la sangre de Heechul, y la recogió.

—Es casi seguro que es un Suju —dijo Hyungsik.

—Supuse un poco esa parte.

Siwon humedeció una toalla de papel y limpió su espada, después tiró la toalla por el inodoro, donde el olor de la sangre no podía traer ningún problema. Estaban bastante seguros durante el día, pero no tomaría ningún riesgo con Heechul durmiendo en la habitación de al lado.

Hyungsik estaba pisándole los talones.

—¿Qué te hace pensar que no es tuyo?

—Mi anillo no respondió a él como debería. No había color.

—Todavía.

Siwon enfundó su arma antes de decidirse a usarla en Hyungsik y se dio la vuelta. Se quedaron cara a cara, pero había algo diferente en él ahora. Algo que Siwon no podía emplazar. Era como si Hyungsik supiera un secreto que no estaba dispuesto a compartir.

—Para ya y vete al infierno. Estoy sin tiempo, eso es todo.

—¿Quieres ir a buscar el nido esta noche? —preguntó Yesung, completamente serio—. Iré y seré tu testigo.

Testigo del último acto heroico de Siwon. Era una peligrosa oferta por parte de Yesung, una que podría matarle. Siwon podía meterse en un nido de Sasaengs, sabiendo que sería la última cosa que hiciera y si Yesung estaba cerca de la acción, la espada de Siwon sería llevada de vuelta de forma segura al Salón de los Caídos.

A Siwon no le iba a gustar usar una espada diferente, pero no podía permitirse el lujo de dejar que la suya fuera tomada, y no era como si fuera a salir con vida, de todos modos. El objetivo era eliminar tantos demonios como pudiera antes de que le derribaran.

—Gracias hombre, voy a aceptar tu oferta, pero tengo que llevar a Heechul a Sunny primero. Lo he prometido.

Yesung asintió con la cabeza y empezó a manosear a través del frigorífico, sin inmutarse por hablar de suicidio.

—Vete a matarte si quieres —dijo Hyungsik— pero te estoy diciendo que estás equivocado sobre él.

Siwon iba a lamentar preguntarlo, pero lo hizo de todos modos.

—¿Qué te hace pensar eso?

—El sintió algo cuando lo tocaste.

Una chispa de esperanza se encendió en su interior, tan frágil y débil que apenas podía sentirla.

—¿Lo hizo?

—Sí.

—Pero yo no. No hubo dolor. No… nada.

Hyungsik se encogió de hombros.

—He estado intentando decirte que tu experiencia puede ser diferente de la de Kangin. No sabemos incluso cómo existen estas parejas. No hay manera de que podamos predecir qué tipo de reacción causaran, no después de tantos años de espera.

—Pero yo creí que todos los Zea os habíais juntado después de que Kangin encontrara a Leeteuk y decidisteis que ese dolor era debido al tiempo en que había cargado con su poder. He estado arrastrando el mío alrededor del mismo tiempo, pero no me dolió cuando él rompió el contacto.

—Le dolió a él. En cierto modo.

Siwon sintió un repugnante retortijón de culpabilidad en las entrañas.

—¿Le hice daño?

—No exactamente. Digamos sólo que se sintió mejor cuando lo tocabas.

Lo había encendido. Eso estaba claro. Había estado dispuesto a dejar que lo tomara. Tal vez era eso lo que Hyungsik quería decir.

—Ahora lo estás cogiendo —dijo Hyungsik.

—¿Qué más viste? —exigió Siwon.

El rayo de esperanza estaba creciendo, y como era tan tonto como era, lo estaba permitiendo. Quería saber todo sobre Heechul así que igual esta vez las cosas serían diferentes. No como con Brian.

—No mucho. Estaba demasiado débil para que yo pasara demasiado tiempo en su mente. Sentí que él no es todo lo que parece. Está pasando a través de una tragedia.

Nunca más. No quería que la tragedia volviera a tocar la vida de Heechul de nuevo.

—¿Qué tipo?

Hyungsik se encogió de hombros.

—La misma que todos nosotros. Ha perdido a sus seres queridos. Su madre se fue, lo que es una vergüenza. Esperaba que hubiéramos averiguado una manera de preguntarle y ver si el padre de Heechul tenía alguna conexión con el de Leeteuk.

—¿Podrían ser hermanos?

Siwon no podía ver similitudes entre el cuerpo de Leeteuk y la elegante complexión de Heechul. El color de su cabello era similar, pero eso era todo.

—No. No lo creo. Sus sangres no están lo suficientemente cerca.

—¿Has aprendido algo más?

—Sólo que trabaja demasiado duro. No come bien o duerme lo suficiente la mayoría del tiempo.

—En eso tienes razón —gruñó Yesung desde la cocina—. No hay mucho aquí que sea comestible y es malditamente demasiado temprano para pedir comida para llevar. Nada está abierto. Voy a hacer una carrera en busca de comida. ¿Alguna solicitud?

—No —dijo Siwon—. Sólo sé rápido. Tan pronto como se levante, estaremos en camino.

—Eso va a tomar un tiempo —dijo Hyungsik—. Podrías también ponerte cómodo y tomar tu propio descanso.

—Eso no va a pasar. No mientras Heechul sea vulnerable.

Hyungsik sonrió con satisfacción.

—Hablas como un hombre ya vinculado.

Siwon se miró el anillo. Se veía como lo había hecho durante los últimos dos siglos, sólo decolorándose con el tiempo. Quería creer, pero ¿y si Hyungsik estaba equivocado? 

Yesung cerró la puerta a su salida.

—¿Qué si no estoy equivocado? —preguntó Hyungsik.

—Quédate fuera de mi cabeza —advirtió Siwon—. Estoy a un largo camino de verte sangrando a Heechul.

—El se ofreció.

—La próxima vez, no escuches ninguna oferta que haga.

—Si no me hubiera alimentado de él, todavía estarías pensando que tus días habían llegado a su fin. Ciertamente esa esperanza en algo vale la pena.

—Sí, la pena de darte una paliza si estás equivocado.

Hyungsik sólo se rió.

—Vete a proteger a tu hombre. Te hará menos gruñón.

Fuera o no que Heechul pudiera ser de él, estar cerca sonaba como una buena idea, así que tomó el consejo del Zea y fue a su lado.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...