En Tu Busqueda- Capítulo 3



Siwon llevó al niño fuera, a la noche, y encontró un pedazo de tierra rica que ayudaría en la curación del muchacho.

Heechul y Hyungsik salieron tras él, mientras Yesung vigilaba la zona, asegurándose de saber si llegaba compañía.

Siwon no quería nada más que tocar a Heechul y averiguar si era la pareja que había estado buscando durante décadas. La única cosa que le retenía era la seguridad de él y el niño. No debía hacer nada para estropear ese momento. Era su última oportunidad. Si lo tocaba, y pasaba por el mismo dolor incapacitante que Kangin había sufrido con Leeteuk, no habría forma de que fuera capaz de protegerlos si venían mas Sasaengs.

Y vendrían, sólo era cuestión de tiempo antes de que ocurriera y, con suerte, no estarían todavía aquí.

Tan pronto como la mente del niño estuviera limpia, mas rápido podría Siwon ayudar a Hyungsik a fijarle el brazo a Heechul. Sabía que tenía que estar dolorido. Todo el color había abandonado su cara y se sostenía en un ángulo raro. La manga de cuero de su chaqueta ya estaba estirada apretadamente sobre su brazo roto.

—Será mejor que te quites esa chaqueta antes de que no puedas —le dijo—. La hinchazón está empeorando.

Heechul dio un suave tirón, hizo una mueca y preguntó:

—¿Alguno de vosotros, chicos, tiene un cuchillo?

—Permíteme —dijo Hyungsik.

Una garra afilada se extendió desde la punta de su dedo, remplazando la uña de manicura.
Heechul se estremeció ante la vista, y bufó de dolor cuando el movimiento sacudió el hueso roto.

—¡Mierda sagrada! ¿Qué demonios eres tú?

—Quédate quieto. No te haré daño.

—Será mejor que no —dijo Siwon mientras resistía la tentación de ir hasta Heechul y tranquilizarlo.

Mantener la distancia era la más irritante forma de tortura posible. Hacía unos instantes, otra hoja se había caído de su marca de vida, dejando sólo una, y todavía no estaba seguro de si él era quien podía salvarle.

Heechul se había despojado de su destrozada chaqueta de cuero con un poco de ayuda de Hyungsik.

Siwon apartó la mirada de él y se enfocó en el niño. Los ojos del chico estaban abiertos, sin pestañear. La baba se filtraba de la comisura de su boca y Siwon la secó suavemente con el dobladillo de la camisa.

—Voy a ayudarte a dormir ahora. Pero te prometo que no tendrás malos sueños. Los voy a alejar todos, ¿de acuerdo?

Siwon no esperaba una respuesta, el niño estaba demasiado ido. Cerró los ojos del muchacho y dejó la mano ahí para mantenerlos cerrados. Se enfocó en la tierra bajo él, cálida, aparentemente muerta después de largas semanas de sequía. Sintió la tierra y las rocas de abajo, sintió las raíces de los árboles cercanos buscando alimento y las pequeñas semillas ocultas esperando la lluvia para despertar a la vida. La tierra bajo él estaba tranquila, paciente, aceptando lo que viniera. Había poder en la aceptación y Siwon extrajo algo de ese poder para sí mismo.

Instantáneamente, el dolor con el que vivía a diario se incrementó, cayendo sobre él, moliéndole los huesos, y tuvo que apretar los dientes contra ello para no gritar. El corazón le latía con fuerza y le palpitaba la cabeza hasta que estuvo ciego por la pura fuerza de la presión de tanto poder. El cuerpo ya tenía demasiada energía, pero era energía que no podía usar, sólo almacenarla para emplearla en alguien más. Tal vez Heechul.

Rezaba para que fuera así. No iba a vivir el tiempo suficiente para otra búsqueda. Le había llevado dos semanas encontrarlo y no creía que le quedara, incluso, una semana.

La piel de Siwon se tensó y ardió, y parecía que los ojos saldrían volando de la cabeza si abría los párpados. Podía oírse la respiración áspera, entrando y saliendo demasiado rápido, como si los pulmones trabajaran contra el dolor.

Hyungsik tenía razón. Estaba excesivamente débil para esto, pero era demasiado tarde ahora. Había recogido poder suficiente para alcanzar al niño y entrar en su mente. Estaría atrapado en su interior hasta que hubiera hecho lo que había venido a hacer aquí, llevarse su temor, sus recuerdos.

Las imágenes dentro eran un caótico torbellino de dientes y garras, gruñidos y gritos. El chico apenas tenía seis años, y no tenía manera de darle sentido a lo que había visto. La mente del muchacho había tomado la información sensorial, la había mezclado con su terror y creado una serie de imágenes aún más terribles que la realidad.

En algún profundo lugar dentro su mente, sintió al pequeño niño huyendo de miedo, gimiendo, gritando “No, no, no”.

Siwon sintió que el cuerpo físico se le debilitaba por la tensión de la conexión con el chico. No era muy bueno con esto, pero conocía lo suficiente para saber que si moría mientras estaba en la mente del niño, lo mataría a él también.

Espoleado por ese pensamiento, Siwon se abrió paso a través de esas pesadillas hasta que encontró el refugio mental del niño. Era una caja de cartón con ventanas torcidas dibujadas con lápices de colores brillantes. Un lado de la caja había sido cortado para hacer una puerta lo suficientemente grande para que pudiera arrastrarse a través de ella.

Siwon se agachó y se asomó por la puerta de cartón.

—Vas a estar bien ahora. Quédate aquí hasta que te avise, y cuando salgas, todos los monstruos se habrán ido.

El chico se encogió en una esquina de la caja con las manos cubriéndose los oídos y los ojos cerrados, pero de alguna manera, Siwon sintió que había sido oído.

Se levantó y se enfrentó a todas las imágenes que el niño había creado, cada una lo suficientemente horrible como para conducir al chico a la locura. Todas tenían que irse.

Siwon se permitió asustarse, se imaginó cómo se sentiría al ser arrancado de la seguridad de su hogar y sus padres y ser arrojado a una pesadilla viviente. Sintió el temor creciendo en su interior hasta que le temblaron las manos y la mandíbula le dolió de luchar contra la necesidad de temblar. Aceptó el horror del niño como propio, absorbiéndolo hasta que lo tomó todo en su interior, entonces, lo metió sin piedad en la tolerante tierra. Enterrándolo profundamente, donde no podía herir a nadie.

Lentamente, el monstruo desapareció.

Siwon estaba sintiéndose débil y mareado, apenas capaz de permanecer en pie en el contexto etéreo de la mente del niño. Ya no podía moverse, así que absorbió más poder, más dolor, y se obligó a dar un solo paso más hacia la siguiente pesadilla. Esto le dejó sudando y temblando e hizo que el estómago se tensara en señal de protesta, pero no tenía elección. El niño no podía vivir con esas imágenes en la cabeza.



El brazo de Heechul estaba rápidamente convirtiéndose en un problema. Cada aliento movía el esqueleto lo suficiente como para enviar abrasadoras sacudidas de dolor a través del cuerpo. Y estaba perdiendo la sensibilidad en los dedos, lo que no podía ser bueno.

Pero nada de eso le molestaba realmente. Lo que en realidad le molestaba era el hecho de que estaban básicamente indefensos. No se fiaba de esos hombres, no importaba lo útiles que parecieran. ¿Qué pasaba si intentaban apartarlo del niño? ¿Cómo los detendría en una lucha de tres contra uno, con un brazo roto y una escopeta sin munición?

Siwon estaba profundamente concentrado y Yesung estaba vigilando en la oscuridad. Hyungsik y sus monstruosamente afiladas uñas se cernía cerca. Acechando en las sombras. Había algo inquietante en su quietud, tal vez su belleza antinatural.

—No vamos a hacerte daño —dijo él como si le leyera los pensamientos.

Entonces, otra vez, Heechul se quedó mirando su escopeta tirada a unos metros de distancia, así que tal vez, en lugar de ser psíquico, simplemente no era idiota.

—Perdóname si no estoy todo contento y confiado —respondió.

—Te estás sintiendo impotente, sin duda. Puedo arreglar tu brazo si quieres.

—¿Cómo vas a hacer eso?

—Magia. ¿Quieres verlo?

—No particularmente. He visto suficientes rarezas por una noche, gracias.

Hyungsik se encogió de hombros.

—Haz lo que quieras. La oferta es… —olió el aire y a Heechul realmente le pareció ver a sus ojos emitir un brillo plateado. Se volvió hacia Yesung y dijo—: Tenemos compañía.

Compañía. Eso no sonaba bien.

—¿Cuánto tiempo? —exigió Yesung.

—Dos minutos. Tal vez tres.

—¿Están llegando más de esos monstruos? —preguntó a Hyungsik.

Él asintió.

¡Mierda! No era bueno en una lucha como esa.

—¿Cuánto tiempo llevará arreglar mi brazo?

Esta vez, estaba seguro, vio sus ojos brillar sólo un poco, un frío resplandor hambriento que
la hizo sentir como una presa.

—Sólo un momento, si estás dispuesto.

—Lo estoy. Hazlo.

—Siwon te va a matar si tomas su sangre —dijo Yesung.

—Siwon no tiene voz en lo que me pase —dijo Heechul— Ponte con ello.

—Voy a necesitar tu sangre para recuperar mis fuerzas una vez que estemos fuera de peligro, lejos de aquí.

—Va a haber un montón de ella sobre la hierba si no te das prisa.

Heechul estaba bastante seguro que sabía exactamente cómo planeaba tomar su sangre.
La palabra vampiro resonó en su cabeza, poniéndole la carne de gallina. Sin embargo, si vivía lo suficiente para sangran un poco, estaría bien para Heechul. Generaría más sangre.

Hyungsik extendió una elegante mano delgada alrededor de la base de su cuello y cerró los ojos. El calor se filtró por la piel, haciéndole temblar. A medida que el calor aumentaba, comenzó a preocuparse. La piel de él estaba demasiado caliente. Iba a quemarle. Tenía que apartarse.

Justo cuando pensó en moverse, sintió el otro brazo de él sujetarle por la cintura, apretándolo contra su cuerpo. Era más fuerte de lo que parecía. Mucho más fuerte. Y se había equivocado sobre que era simplemente delgado, era prácticamente un esqueleto bajo la ropa, todo ángulos afilados y huesos irregulares.

—No tengo tiempo ni fuerza para ser amable —le susurró él con la voz tensa—. Lo siento.

Heechul no estaba seguro de lo que quería decir hasta que sintió el hueso del brazo moverse y el dolor se convirtió en todo su mundo. Se deslizó a través de las venas y lo cubrió de ampollas de dentro a afuera. Un grito brotó de él contra su voluntad. Un calor abrasador le quemó desde dentro como si le soldaran los huesos juntos.

El incendio siguió y siguió hasta que se quedó sin aliento para gritar y el sudor le hubo empapado la ropa.

Finalmente, terminó. Sintió el brazo de él aflojarse, y se apartó. Él se tambaleó hacia atrás.
Tenía los ojos en blanco como si se hubiera desmayado, y Heechul se apresuró a agarrarlo antes de que su cabeza golpeara en el cemento.

Su peso muerto era difícil de manejar, pero se las arregló para suavizar su caída al suelo. El brazo izquierdo le dio una punzada, pero funcionó, y eso era lo que realmente importaba.

Heechul no perdió tiempo en comprobar si estaba bien. No había nada que pudiera hacer por él ahora excepto mantener a los monstruos apartados hasta que pudieran estar todos fuera de este infierno.

Fue a buscar su escopeta, recargarla y montar guardia sobre el grupo.

—¿Realmente crees que eso va a ayudar? —preguntó Yesung, mirando su arma.

—Seguro como el infierno que hace daño.

—Las espadas funcionan mejor.

—Tal vez, pero sólo si sabes cómo usar una. Yo me quedo con lo que conozco.

—Por mucho que me encantaría quedarme y luchar, necesitamos irnos de aquí —dijo Yesung.

—No puedo estar más de acuerdo. ¿Alguna idea?

—¿Puedes conducir?

En la distancia, Heechul vio un débil par de brillantes ojos verdes.

—Ahora puedo.

—¿Crees que podrás arrastrar a Hyungsik? ¿Meterlo en el coche?

—Si eso es lo que tengo que hacer. Seguro.

—Hazlo. Cargaré a Siwon y al chico tan pronto como haya acabado aquí y estaremos todos saliendo del infierno en Dodge.



Pareció una eternidad, pero una por una, Siwon condujo cada pesadilla del niño a la tierra. Ni siquiera el ácido poder del miedo era lo suficientemente fuerte como para dañar las piedras bajo él.

Siwon se retiró de la mente del niño, jadeando en busca de aire. Se dejó caer de cansancio, pero unos fuertes brazos lo sujetaron. Estaba demasiado cansado para abrir los ojos y ver quién estaba allí.

—¿Puedes levantarte? —preguntó Yesung.

Su voz estaba cerca. Era el que evitaba que Siwon cayera al suelo.

—Todavía no. Dame un minuto.

Estaba jadeando y su debilidad le rechinaba los nervios. No quería mostrarle el más mínimo indicio de debilidad a Heechul o darle ninguna otra razón para que lo rechazara. Tenía que ser fuerte y demostrarle que era digno de él.

—¿Va a estar bien? —preguntó Heechul refiriendose al niño.

Su voz fluyó sobre Siwon como limpia agua fresca, restaurando alguna de las fuerzas que sus esfuerzos habían agotado. Quería acercarse y sentir su piel bajo la punta de los dedos, pero los brazos no le escucharon y se quedaron bloqueados alrededor del cuerpo del niño.

Siwon asintió con la cabeza en respuesta a su pregunta, pero incluso ese pequeño movimiento estaba agotándole. El cuerpo estaba magullado desde el interior, y no estaba seguro de si estaba lo suficientemente fuerte como para ponerse en pie. Eliminar las pesadillas le había hecho mella en el cuerpo, y no sabía cuánto tiempo le llevaría recuperarse.

—Está durmiendo ahora —jadeó Siwon— Pero se despertará pronto y, cuando lo haga, necesitará a sus padres con él —sólo el suave y protector tacto de sus padres iban a terminar el proceso de sanación que Siwon había comenzado.

—No hay tiempo para conversar —dijo Yesung— Necesitamos comenzar a movernos.

Un profundo aullido sgath rompió el silencio previo al amanecer. Estaba cerca, y Siwon no estaba en condiciones de luchar.

—Ayúdame a levantarme y me recuperaré en el coche.

Siwon se obligó a abrir los ojos, esperando que se asentara el estómago revuelto. No creía que vomitando en los pies de Heechul fuera a ganar ningún punto.

—Déjame coger al niño—dijo Heechul. El corto cabello castaño reflejaba la luz de la lámpara sobre la cabeza. La postura era rígida y los ojos mostraban desconfianza—. No quiero que le dejes caer.

Grandioso. Ahora Heechul pensaba que no podía ni siquiera cargar con un niño pequeño. Fantástico. Casi le dijo que nunca haría eso, pero los brazos le temblaban y estaba lo suficientemente débil como para no arriesgarse. Incluso aunque pareciera un pelele, al menos el chico estaría a salvo.

Heechul tomó el peso inerte del niño en los brazos justo cuando dos sgath más rompieron a través de una distante línea de árboles.

—Se acabó el tiempo —dijo Yesung, y tiró de Siwon cruzando el aparcamiento al SUV que había dejado arrancado.

Las piernas de Siwon justo habían comenzado a cooperar cuando Yesung lo empujó por la puerta de atrás. Se deslizó al extremo del asiento, haciendo espacio para que Heechul se uniera a ellos.

No lo hizo. De hecho, ni siquiera estaba detrás de él. Ya estaba en su propio vehículo un destartalado Ford que parecía como si hubiera sido el perdedor de una pelea o dos encabezando calle abajo y alejándose de los demonios Sasaengs que se aproximaban.

—¡Se está yendo! —gritó Siwon.

—Estamos justo detrás de él. Tranquilo.

Yesung cerró de golpe el SUV en marcha, y los neumáticos chirriaron mientras corría por la calle tras Heechul. O al menos, debería haber estado allí, pero no lo estaba.

Siwon escudriñó las calles y no vio nada.

—¿Dónde fue?

—¿Cómo voy a saberlo? Hay un montón de calles laterales por aquí. Probablemente tomó una de ellas.

—Encuéntralo, maldita sea —la desesperación hacía las palabras afiladas y amenazadoras.

—Tenemos una pareja de sgath a nuestras espaldas, así que tal vez encontrarlos no sea lo mejor ahora mismo. Al menos, si los Sasaengs nos siguen a nosotros, no lo seguirán a él.

Siwon miró por encima del hombro, y efectivamente, había dos demonios en su parachoques, manteniendo el ritmo del SUV como si todavía estuviera detenido. De ninguna manera podían llevar esas cosas tras Heechul y el niño.

—Desvíate. Encontraremos un lugar para eliminarlos y después iremos tras él. Hyungsik lo encontró una vez. Podrá encontrarlo de nuevo.

Siwon esperaba que no fuera sólo una expresión de sus deseos.

El Zea estaba desplomado en el asiento delantero, con la cabeza colgando como una muñeca de trapo cuando Yesung giró a la derecha bruscamente.

—Si recupera la conciencia antes del amanecer, quieres decir.

El SUV aceleró, y los sgath comenzaron a quedarse atrás, incapaces de seguir el ritmo.

Yesung giró en una curva y llevó al SUV a una parada balanceante. Le disparó a Siwon un gesto a través del espejo retrovisor.

—Hay buenas noticias y malas noticias. ¿Cuáles quieres primero?

Siwon todavía se sentía como el infierno débil y frágil pero al menos las piernas estaban más fuertes. Yesung saltó del vehículo mientras Siwon se apeaba de algún modo, luego, él y Yesung, se quedaron de pie en un campo recién arado.

Los sgath los vieron allí y cargaron.

—Las buenas noticias estarían bien ahora.

—Hyungsik será capaz de encontrar a Heechul no importa cuándo, así que no tienes que preocuparte por eso.

Eso era más que buenas noticias, eran grandiosas noticias. No iba a perderlo.

—Entonces, ¿cuáles son las malas noticias?

Siwon levantó su espada y se preparó para la carga de los demonios. Yesung hizo lo mismo.

—Hyungsik puede encontrarlo porque le sanó el brazo roto. Él le debe sangre.

Pagaría la deuda de Heechul. De ninguna manera iba a dejar a Hyungsik introducirle los colmillos en su bonito cuello, o en cualquier otro lugar.

—Sobre mi cadáver —dijo Siwon.

Yesung se burló una vez más.

—Si te sientes tan mierda como parece, ese puede muy bien ser el caso. Levanta la jodida espada, hombre.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...