El Poder del Fuego- Capítulo 22



Leeteuk acababa de darse una ducha y vestirse a la mañana siguiente cuando oyó un sonido que era música para sus oídos.

—Quiero verlo ahora o llamo a la policía —dijo la señorita Sora con su voz cansada por la edad.

Leeteuk salió rápidamente a la sala de estar, llegó hasta ella y la abrazó contra su pecho en un abrazo gentil. Tuvo que luchar por no agarrar a la mujer muy fuerte en su excitación.

—¿Qué está haciendo aquí?

La señorita Sora fue a toda prisa caminando hacia el sofá.

—Esos muchachos me trajeron aquí —murmuró.

—¿Qué muchachos?

—Los Elf —contestó Kangin —. Parece que la señorita Sora es una de esas personas estúpidas a las que no se les pueden borrar sus recuerdos. Cuando Shindong  me habló sobre eso, le dije que disfrutarías haciéndola venir a vivir aquí, en la SM, con nosotros.


Le estaba sonriendo y Leeteuk sintió una oleada de ternura llenándola en respuesta. Era tan hermoso. Y le había traído a la señorita Sora. Su amiga estaba a salvo.

La señorita Sora le frunció el ceño a Kangin.

—Como si me hubieran dado alguna opción. Esos dos muchachos no escucharon ni una palabra de lo que decía. Les dije que no diría nada, pero no escucharon. Quise darles un latigazo a los dos.

—Tal vez después —la apaciguó Kangin —. ¿Por qué no viene a desayunar con nosotros en lugar de eso? El comedor debería haberse despejado un poco para esta hora y todos podemos ir.

—Eso suena maravilloso —dijo Leeteuk — Así me puede hablar sobre todo lo que sucedió después de que salimos de la hacienda.

La señorita Sora empezó a despotricar mientras salían por la puerta y no hubo terminado hasta que Leeteuk había bebido su segunda taza de café.

—Así que me dijeron que puedo quedarme aquí para que los monstruos no me lleven. Supongo que tendré mi propia habitación hoy, más tarde.

Kangin tomó la mano de Leeteuk y la puso en su muslo. Le acarició la parte de atrás con un deslizamiento vagabundo de sus dedos. Leeteuk tuvo que esforzarse para concentrarse en lo que su amiga le decía.

—Eso suena grandioso. Es un lugar muy bonito.

La señorita Sora lanzó un pequeño bufido.

—Supongo. Pero no es el hogar.

Kangin le dirigió a la señorita Sora una sonrisa indulgente.

—Los Elf se encargarán de trasladar todas sus cosas a aquí, lo que le ayudará a establecerse. Y por supuesto, Leeteuk y yo ayudaremos de cualquier forma en que podamos.

La señorita Sora no pareció convencida.

—No me gusta no ganarme el sustento, y ese Shindong suyo se rehusó a tomar mi dinero.

—No lo necesitamos —dijo Kangin — Hemos vivido lo suficiente para comprender el poder del interés compuesto.

—Me gustaría enseñarle a esos muchachos, una cosa o dos. No tienen un solo modal entre los dos.

Kangin sonrió de oreja a oreja.

—Creo que esa es una idea excelente. Tenemos a algunos buenos maestros aquí, pero siempre podríamos necesitar otro. Hay muchos niños humanos que se beneficiarían de su experiencia.

Los ojos legañosos de la señorita Sora se iluminaron de un modo que Leeteuk nunca había visto antes.

—Supongo que podría intercambiar mis servicios educativos por comida y alojamiento.

—Hablaré con Shindong sobre eso, si quiere —ofreció Kangin.

—No, gracias. Preferiría hablar con él yo misma. Para asegurarme de que comprenda cómo van a funcionar las cosas por aquí.

La sonrisa de Kangin se amplió y Leeteuk esperó que Shindong fuera lo suficiente hombre como para aceptar a la señorita Sora.

Antes de que pudiera preguntar a la señorita Sora sobre sus planes, Changmin llegó a su mesa.

—Llegó la hora —dijo.

Changmin se veía precioso esta mañana, con una suave túnica gris. Su pelo oscuro destelló con hebras de plata y sus ojos negros se volvieron fríos mientras bajaba la mirada hacia Leeteuk.

—No es sabio mantener a Sunny esperando.

Kangin se limpió la boca con una servilleta y se deslizó suavemente sobre sus pies.
Leeteuk no podía evitar admirar la manera en la que se movía, la manera en la que fue formado, como si hubiera sido hecho sólo para su placer. La suave tela de su camisa se aferraba a su pecho musculoso y sus hombros, y todavía podían recordar cómo se había sentido debajo de sus palmas la noche anterior… completamente duro y ardiente… y sus esfuerzos por llevarla al clímax.

Kangin le dirigió una sonrisa secreta, como si hubiera leído sus pensamientos, y le ofreció su mano. La tomó, contenta de tener su fuerza para estabilizar sus nervios.

—Si nos disculpa, señorita Sora —dijo, inclinando la cabeza hacia la mujer mayor—. Tenemos una cita que atender.

La señorita Sora agitó una mano manchada por la edad.

—Id, chicos. Tengo trabajo que hacer.

Changmin los guió fuera del comedor.

—¿Estás seguro de que Sunny podrá ayudarme descifrar mi visión? —Le preguntó a Kangin mientras seguían detrás de Changmin bajando un largo corredor.

—Sí —dijo Kangin al mismo tiempo que Changmin decía “No”.

Grandioso. Leeteuk ignoró a Changmin. Obviamente el hombre no había tomado su café aún esta mañana. Parecía cansado, preocupado y enfadado, y el corazón de Leeteuk saltó en comprensión.

Si lo que Kangin había dicho era cierto y Changmin pensaba en él como en un hijo, entonces no era extraño que Changmin no estuviera encantado. Leeteuk no iba nunca a ser lo que esta gente quería. Una parte de él estaba contento porque no podía verse haciendo alguna vez lo que había hecho Changmin la noche anterior. De ninguna enloquecida manera.

La mano de Kangin se deslizó sobre su espalda en una caricia reconfortante. Leeteuk se permitió disfrutar de ello, recordando muy bien la clase de magia que sus manos ejercían. Había tenido suerte, había encontrado unos pocos minutos disponibles para tener a Kangin a solas y hacer todas las cosas que había pensado hacer con él antes de que cayera dormido la noche anterior.

Changmin se paró ante una puerta al final de un largo vestíbulo y Leeteuk casi tropezó con él. Kangin lo detuvo antes de que pudiera avergonzarse y Leeteuk se dio una sacudida mental. Necesitaba concentrarse. Esta reunión era importante.

Changmin llamó a la puerta y fue respondida por un enorme hombre. Su cuerpo estaba marcado con diversas pequeñas cicatrices, y debajo de la tela apretada de su manga izquierda, Leeteuk pudo ver las ramas vacías de su marca de vida. Era otro Suju... uno con el que no se había encontrado.

Inclinó su cabeza ante Changmin.

—Señor.

—Buenos días, Seungki. ¿Está lista Sunny?

Los ojos de Seungki se dirigieron hacia Leeteuk, se deslizaron desde su cabeza hasta sus pies y de regreso otra vez como clasificándola en el parpadeo de un ojo.

—Lamento que mis deberes hacia Sunny me impidan ofrecerle mi voto —le dijo a Leeteuk con una voz profunda, retumbante.

¿Voto? Quería decir ese voto sangriento que el resto de los hombres le habían dado. ¿Qué decía uno ante algo parecido?

—Oh, está bien.

Inclinó su cabeza ante él como lo hizo ante Changmin.

—Sunny lo verá ahora.

Seungki abrió de par en par la puerta y dio un paso a un lado para dejarles entrar. La suite estaba arreglada tal como la de Kangin, pero decorada de forma diferente.

La sala de estar estaba terminada en una mezcla llena de volantes lavanda y rosa con cortinas de encaje y servilletitas en todas partes. El mobiliario era sorprendentemente pequeño, excepto por un gran asiento reclinable que era lo suficientemente grande para la masa de Seungki e, incluso ese, estaba cubierto por una tela floreada rosa pálido.

Leeteuk apostaría que a Seungki le gustaba.

Seungki miró a Kangin y a Changmin.

—Por favor, esperen aquí.

—Vengo con él —dijo Changmin.

—No lo verá. Lo sabe.

Una tristeza frustrada apretó la boca de Changmin e hizo destellar sus ojos negros.

—¿Preguntarás otra vez, por favor? ¿Por mí?

Seungki dejó escapar un suspiro resignado y asintió. Se volvió hacia un dormitorio, entró cerrando la puerta, y regresó un minuto después. Realmente esquivó la mirada fija de Changmin.

—Nada ha cambiado, mi señor. Lo siento.

Changmin contestó con una rígida inclinación de cabeza y enderezó los hombros.

—Esperaremos aquí —le dijo a Leeteuk.

Una clase tranquila de aprensión se estableció sobre Leeteuk. No tenía idea de quién era Sunny, pero ciertamente, no podía imaginarse a nadie lo suficientemente fuerte como para que hiciera a Changmin retroceder. Ese hombre estaba formada de acero templado y preciso. Alguien que hiciera a Changmin parecer castigado tenía que ser formidable, ciertamente.

Kangin le capturó la cara entre sus palmas.

—Estarás bien. Lo prometo. No te dejaría entrar ahí si no creyera que es verdad.

Leeteuk encontró suficiente confianza para asentir. Kangin le dio un beso rápido en la boca que consiguió distraerlo de su preocupación, y siguió a Seungki hacia el dormitorio. Le abrió la puerta, pero no lo siguió hacia dentro. En lugar de eso, la dejó adentro, a solas con Sunny.

El dormitorio de Sunny, como la sala, era todo volantes, adornos y tonos pastel. En un extremo de la habitación, debajo de una ventana con cortinas de encaje, estaba su diminuta cama de acero blanco. En el otro, había una pequeña mesa y sillas hechas de madera intrincadamente tallada. Estaba en una de esas sillas. Sunny era una niñita. De no más de ocho o nueve años de edad.

—Leeteuk —lo saludó Sunny con la voz aguda de una niña—. Ven a sentarte conmigo.

Sunny llevaba un vestido con volantes en azul suave que hacía juego perfectamente con sus ojos. Su cabello rubio caía en largos bucles y estaba atado atrás con una cinta azul a juego. Sus zapatos negros brillantes y sus calcetines cortos llenos de encaje se asomaban por debajo de la mesa.

En frente de Sunny había una muñeca que se veía exactamente igual a ella, excepto por los ojos y el vestido. La muñeca llevaba puesto un severo vestido blanco y sus ojos eran tan negros y brillantes como los zapatos de charol de Sunny. Delante de las dos había un delicado juego de té de porcelana china y un platito en un mantelito individual de encaje. Un tercer juego estaba puesto... el que Sunny había movido para que Leeteuk lo usara.

Sin saber qué más hacer, Leeteuk se sentó en la silla de tamaño infantil, sintiéndose enorme y larguirucho, mientras intentaba apretar las piernas bajo la mesa.

—¿Té? —Sunny preguntó educadamente.

Leeteuk asintió, desconcertado por los modales perfectos de la niña. Sunny llenó la Taza de Leeteuk, su taza y la de su muñeca.

—He sido informada de que has tenido una visión de tu propia muerte —dijo. Su voz era infantil, pero su manera de hablar era cualquier cosa menos eso—. ¿Puedo verla? —preguntó.

—Eh. ¿Cómo?

Sunny le dirigió una sonrisa condescendiente y extendió una pequeña mano hasta la sien de Leeteuk. Su visión relampagueó en su cabeza con vívido detalle. Podía ver la curva de cada lengua de fuego mientras la consumía. Podía escuchar su hambriento rugido y sentir el calor consumiendo su vida. Leeteuk jadeó y su cuerpo se puso rígido contra la visión, tratando de expulsarla.

Tan repentinamente como había llegado, se fue de nuevo. Leeteuk estaba jadeando y enroscado en el suelo sobre su costado. Sunny estaba encima de él con una expresión débilmente curiosa en su cara.

—¿Estás bien ? —Preguntó dulcemente.

Leeteuk sintió como si fuera a vomitar. Sus músculos estaban anudados y resbalosos, el miedo aceitoso exudaba desde sus entrañas, enfermándolo. Pero no iba a decirle a la niña eso. En su lugar, tragó, se empujó en posición vertical y asintió con la cabeza.

—Estaré bien.

—Mentiroso —lo regañó—. Pero entonces, todos lo somos.

—Yo...

Por el rabillo del ojo, Leeteuk pensó que había visto a la muñeca asentir de acuerdo. Enderezó la silla, sacudió la cabeza para aclararla y se obligó a sentarse con la niñita otra vez. La muñeca estaba quieta, con la mirada fija completamente en el espacio con vidriosos ojos negros.

Leeteuk apartó la vista de la espeluznante muñeca.

—No necesitas preocuparte por mí.

—¿Porque soy un niña? —Preguntó Sunny.

—Sí.

—Qué dulce eres por protegerme de la fealdad de la vida —dijo en un tono, de alguna manera, entre divertido y condescendiente—. Sólo por eso, voy a decirte lo que deseas saber.

—¿Y qué es?

Sunny sorbió su té.

—Quieres saber cómo evitar tu visión.

—¿Eso quiere decir que lo puedo evitar?

—Algunas visiones son certezas, y otras, posibilidades. La tuya es una definitiva posibilidad.

Extraña enana evasiva. Sunny realmente comenzaba a poner a Helen de los nervios.

—¿Qué se supone que significa eso?

—Quiere decir que ese punto en tu vida es fijo. No lo puedes evitar. Si vives hasta ese punto, tu visión llegará a suceder.

—Entonces, ¿cómo es que no es seguro? —Leeteuk preguntó.

—No estás escuchando. Yo dije si vives tanto como para que eso pase. Puedes siempre escoger otra cosa.

—¿Quieres decir suicidio?

Los suaves ojos de Sunny brillaron con tristeza.

—Si a ti no te gusta una muerte, entonces es tu derecho escoger otra.

Que gran noticia era esa.

—¿Cuánto tiempo tengo?

—No mucho. A todos nosotros se nos está acabando el tiempo, Leeteuk.

—¿Qué quieres decir? ¿Quiénes somos todos nosotros?

—Los Centinelas. La raza humana. El reino del Trot. Todos nosotros. Los Sasaengs se vuelven más poderosos con cada salida de la luna y ahora que tienen otra espada Centinela a su disposición, eso sólo empeorará.

—¿Quieres decir que la espada de Kang va a permitir a los Sasaengs ganar?

Sunny frunció el ceño y guardó silencio durante un largo momento, como si mirara algo que sólo ella podía ver.

—Se está convirtiendo en un punto para ellos. Eso es todo lo que puedo ver. Lo que sé es que si tienen la espada de Kang, pueden ser capaces de liberar las almas de las criaturas asesinadas por su espada y su ejército crecerá. Los Centinelas no pueden permitirse semejante contratiempo... el trabajo de una vida entera de un guerrero, deshecho.

—Entonces tenemos que recuperar su espada.

Sunny encogió un delicado hombro.

—No me preocupo por semejantes cosas. Es trabajo para vosotros, los guerreros.

—¿Yo, un guerrero? Difícilmente.

—Sí. Lo eres. A pesar de todo lo que el Caballero Gris haya podido hacerte creer —la voz de Sunny era tan fría y dura como el hielo... para nada era de una niña—. No estás adiestrado, pero el potencial está ahí. Si vives lo suficiente para cumplir con ese potencial.

Leeteuk sintió un pequeño estremecimiento de ansiedad bajando por su columna vertebral. Sunny no era lo que aparentaba ser. Ni de cerca.

—Changmin dijo que sería inútil en combate si no puedo usar el fuego. Cree que mi incapacidad terminará matando a Kangin.

—Si intentas combatir al Saesang al lado de Kangin sin la habilidad para llamar al fuego, entonces Kangin morirá. En eso, no hay duda.

—Entonces Changmin estaba en lo cierto. No puedo pelear.

Sunny puso los ojos en blanco.

—Sigues sin escuchar. Esto es por lo que me rehúso a ver a personas como tú. Nunca escucháis.

—Lo intento, pero no le estás dando ningún sentido.

Sunny le dirigió a Leeteuk una mirada dura.

—No, sólo no te estoy diciendo lo que quieres oír. Quieres que te diga que todo va a estar bien, que todos vivirán y serán felices y nos tomaremos de las manos y nadie alguna vez sufrirá o tendrá hambre otra vez. Esa no es la manera en la que sucede. No es la manera en la que alguna vez será. La verdad es mucho menos prometedora y nada de lo que pueda hacer alguna vez lo cambiará. Nada.

Leeteuk repentinamente sintió lástimo por la chica. ¿Cómo sería si fuera él el que supiera cosas que no debería?

Él sólo tenía una visión y había sido difícil de soportar. Por lo que todos decían, Sunny tenía bastantes visiones y era sólo una niña. Tenía que ser espantoso y solitario para ella.

—Lo siento —dijo Leeteuk, tratando de alcanzar la mano de la chica.

Sunny respingó lejos de su contacto.

—No lo hagas. No quiero nada más de tu vida en mi cabeza.

Eso no sonó bien.

—¿Qué puedo hacer para ayudarte?

—No hay nada que nadie pueda hacer por mí. Soy como fui creada para ser.

—Pero sufres.

—Todos nosotros sufrimos, Leeteuk. Si verdaderamente quieres hacer algo por mí, entonces trata de no ser estúpido. Deja que tu amor por Kangin guíe tus acciones.

¿Amor por Kangin? Le gustaba. Era sexy, compasivo y valiente. No podía evitar que le gustara. ¿Pero amor? Era demasiado espantoso para pensar en eso, así que hizo a un lado el pensamiento por ahora. Aclararía cómo se sentía sobre él más tarde, cuando sus emociones no estuvieran tan dispersas.

—Dime una cosa, por favor. Si decido… Escoger mi propia muerte, ¿eso garantiza que Kangin estará seguro?

Sunny negó con la cabeza, haciendo que sus bucles rubios oscilaran de arriba abajo.

—La única garantía que recibimos cuando nacemos es que moriremos. Aún para uno de nuestra clase que vive durante siglos, la muerte es inevitable. Mi consejo para ti es que abraces tu propia muerte en vez de temerla. Deja que llegue el momento.

Esa fue la cosa más amarga que Leeteuk alguna vez había oído a una niña decir, y tuvo que luchar por abstenerse de coger a Sunny en sus brazos para reconfortarla. Sólo la preocupación de que sufriría le permitió a Leeteuk contenerse.

—Si alguna vez quieres hablar, o si alguna vez necesitas que un amigo sólo te escuche, puedo hacer eso por ti, Sunny.

La niñita pestañeó como si estuviera confundida.

—Nadie, alguna vez, se ha ofrecido a hacer eso por mí antes.

—Creo que toda la gente aquí está un poco asustada de ti.

Sunny inclinó su cabeza a un lado.

—Por supuesto que lo están. Sé cómo van a morir cada uno de ellos.

—Eso es demasiado loco para pensar mucho acerca de ello.

—Sí.

Leeteuk sólo clavó los ojos en ella durante un momento, anonadado, en silencio.
Sunny casualmente sorbió su té.

—¿No vas a preguntarme cómo morirás?

—No. Saber que voy a quemarme vivo si no me mato antes es más que suficiente estrés, gracias.

Sunny le dirigió a Leeteuk una sonrisa astuta, casi siniestra.

—No sabes, ni de cerca, tanto como crees. Nada en nuestro mundo es lo que parece.

—¿Te incluye eso?

Sunny ignoró la pregunta.

—Deberías irte ahora. Tu ventana de oportunidades es estrecha.

—¿Qué es lo que se supone que significa?

Una luz atemorizante llameó en los ojos de Sunny.

—Quiere decir vete. Ahora. Y envía a Kangin a verme un momento.

Podría parecerse a una niña, pero no lo era. Ninguna niña tendría tanta presencia o tanta fuerza de voluntad.

Leeteuk se levantó torpemente de su silla y salió de la habitación. Justo antes de que cerrara la puerta, estuvo seguro de que oyó a la muñeca de Sunny soltar una risita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...