En Tu Busqueda- Capítulo 8



Wook estaba roto. Irrevocablemente.

—Oh, Dios —exclamó Heechul —. ¿Cómo puede vivir con eso?

Siwon forzó su cuello cansado a levantar la cabeza.

—¿Viste el interior de su mente? Eso no es posible.

—No, sentí tu horror. Tu compasión por él.

—Lo siento. No me había dado cuenta de que serías capaz de hacerlo. Si lo hubiera sabido…

—Sobreviviré —dijo Heechul, su tono sombrío y aceptándolo—. ¿Funcionó?

—Creo que sí. Intenta alimentarlo ahora, pero despacio. Su mente está dormida, así que no será capaz de prestar atención a lo que estás haciendo. Se ahogará si vas demasiado rápido.

Heechul levantó la cuchara de nuevo, y esa vez Wook tragó la sopa.

—Está funcionando —dijo él, ofreciéndole una sonrisa de alivio.

Las entrañas de Siwon se tensaron como reacción. Era la primera vez que había visto su sonrisa, y no podía recordar haber visto nunca algo más hermoso. Habría pasado una eternidad intentando hacerle sonreír de nuevo, si le dieran la oportunidad.


El teléfono móvil de Siwon zumbó, una advertencia a tiempo contra su línea de pensamientos.

—Lo cogeré en la sala —le dijo a Heechul.

Salió y respondió al teléfono.

—¿Sí?

—Encontré algo que deberías saber —dijo Zhoumi.

—Adelante.

—¿Esa cuenta que me diste para transferir los fondos? Resulta ser parte de un fideicomiso de algún tipo establecido para pagar los gastos médicos de un joven llamado Kim Ryeowook. ¿Tiene esto algún sentido?

Siwon miró atrás hacia la puerta de la habitación de Wook. Una habitación privada en un lugar como ese no podía ser barata. Era un bonito lugar. Tranquilo, elegante, bien gestionado. Oh, sí, ese lugar definitivamente costaría una fortuna.

Una extraña clase de alivio le inundó ante las noticias. Heechul no era el hombre hambriento de dinero que había temido. Estaba protegiendo a Wook.

—Sí —dijo Siwon al teléfono—. Tiene perfecto sentido.



Heechul casi le había dado toda la comida a Wook antes de que se tendiera y cerrara los ojos.

Respiró dejando salir un suspiro de alivio y limpió la mancha del puré de patatas en la comisura de la boca de Wook. Nunca antes había visto nada como esto, pero otra vez, estaba empezando a pensar que había muchas cosas que nunca había visto. Siwon y sus amigos encabezaban esa lista.

Nana entró en la habitación y miró los cuencos vacíos.

—Conseguiste que comiera.

—Siwon ayudó —dijo, justo cuando él volvía a entrar en la habitación.

—¿Tu prometido es un hombre encantador y un buen tío? Eres realmente afortunado de encontrar un hombre así con el que casarte. Es una vergüenza que no me dijeras que estabas comprometido. Ni siquiera sabía que estabas saliendo en serio.

¿Prometido? Heechul abrió la boca para negarlo, pero antes de que pudiera hacerlo, Siwon dijo:

—Nos hemos conocido recientemente, pero cuando es amor verdadero, ¿Por qué esperar?

Nana observó a Heechul cuidadosamente, como si esperase su versión de la historia. Después de lo que él había hecho por Wook, no estaba seguro de llamarle mentiroso frente a Nana. De hecho, quería lanzarse sobre él en agradecimiento por lo que había hecho. En vez de eso, se estiró y tomó la mano de Siwon. Caliente y vibrante el placer le recorrió los miembros y tuvo que esforzarse para sofocar un temblor.

Su reacción debió haber sido suficiente para convencer a Nana, porque ella solo sonrió, felicitándolos a los dos por su inminente unión, y dejó la habitación con la bandeja vacía.

Heechul intentó retirar la mano de modo que pudiera pensar correctamente, pero Siwon no lo soltó.

—¿Prometido? —le preguntó a él.

—Tenía que conseguir pasar del mostrador principal de alguna forma. —Él sonrió y Heechul se alegró de verlo. Desde que le había pedido el dinero, lo había mirado como si hubiese cometido algún crimen atroz, y hasta ahora, no se había dado cuenta como su mala opinión le había preocupado.

—Gracias —dijo—. Parece que te lo estoy diciendo mucho últimamente.

—Es un placer —miró a donde estaba durmiendo Wook—. ¿Te importa decirme quien es él?

Heechul vaciló. No conocía a este hombre y con todo, él acababa de sufrir para ayudar a la única persona en la tierra a la que amaba Heechul. Le debía más de lo que nunca podría pagarle.

—Mi hermano.

Los ojos de Siwon se ensancharon con una especie de desesperada esperanza.

—Perdóname si esto es una impertinencia, pero, ¿Compartís los mismos padres?

Heechul estaba demasiado sorprendido por la extraña pregunta que no consideró siquiera el si debía responderle o no.

—Creo que sí. Mamá tenía un novio que venía a visitarla cada pocos años. Nunca lo conocimos, pero ella le amaba. Decía que estaba en el ejército y eso era por lo que nunca llegábamos a verle.

—¿En el ejército?

Heechul se encogió de hombros, negándose a dejar que el daño de su infancia rigiera su vida actual.

—Creo que era una historia que se inventó Mamá para que no la odiásemos. Lo creí durante algunos años, pero finalmente empecé a resentirme con él. ¿Qué endemoniado tipo de padre no podía enviar siquiera una tarjeta de cumpleaños o llamar por teléfono al menos una vez? Creo que solo era un holgazán que dejó a Mamá embarazada y se largó dejando que se las arreglara ella misma.

—Suena como un verdadero triunfador —dijo Siwon, pero no había fuego en su tono, solo especulación.

—Supongo que mi vida estuvo mejor sin él, ¿sabes?

—Estoy seguro que tienes razón —dijo, pero no sonaba como si lo creyese ni por un minuto.

—¿Sabes algo que no me estás diciendo? —le preguntó Heechul.

—¿Sobre tu padre? Creo que no.

Wook dejó escapar un murmullo en su sueño y Heechul fue a su lado.

—Shh, pequeño. Duerme.

—Se están acercando —farfulló Wook—. Los monstruos se están acercando.

El corazón de Heechul se rompió y cayó por su hermano.

—Aquí estás a salvo. No dejaré que nadie te haga daño.

La puerta de la habitación se abrió y Hyungsik y Yesung entraron en ella como si les perteneciera el lugar. Heechul estaba empezando a cuestionarse la seguridad.

—¿Cómo conseguisteis entrar?

Hyungsik ignoró su pregunta. Estaba demasiado ocupado olisqueando el aire por algo. Yesung encogió los enormes hombros y dijo.

—Una vez se puso el sol, Hyungsik ejerció su rutina de El Hombre Invisible y vinimos directos aquí. Sin problemas.

—¿Realmente se volvió invisible? —preguntó Heechul.

—No exactamente —dijo Hyungsik—. Es más un truco de la mente.

—¿Quién es el niño? —preguntó Yesung. El miraba a Wook con demasiado interés para incomodidad de Heechul.

Heechul dio un paso lateral para bloquear su línea de visión.

—Creo que deberíais marcharos.

Los pálidos ojos de Hyungsik brillaron y se movió hacia Wook como si fuera flotando.

—Nunca dijiste que tenías un hermano. —Respiró profundamente por la nariz—. Su sangre es tan pura como la tuya. Puedo olerlo.

Heechul vio los cercos oscuros de sangre en el pijama de Wook.

—¿Puedes oler que somos hermanos? Eso es demasiado raro para ponerlo en palabras.

—Hyungsik—dijo Siwon en tono de advertencia—. Vuelve a apagar ese infierno.

—El tiene mucho dolor. Solo quiero aliviar su mente —se estiró hacia Wook.

El sonido de metal contra metal llenó el aire cuando ambos Siwon y Yesung sacaron sus espadas, haciéndolas aparecer en el aire. La espada de Siwon fue a la garganta de Hyungsik, la de Yesung a su entrepierna.

—Tócalo y morirás de manera muy dolorosa —gruñó Yesung.

Hyungsik alzó las elegantes manos al aire y la sobrenatural luz en los ojos disminuyó.

—El niño está sufriendo. Yo puedo ayudarlo.

Heechul no estaba seguro de que estaba pasando.

—¿Puede ayudarlo? —le preguntó Heechul a Siwon.

Siwon dedicó a Heechul una rápida mirada.

—Querrá beber su sangre.

—Es la única manera de diagnosticarlo —de encontrar la verdadera causa de su ruptura mental —explicó Hyungsik.

—No caigas en ello, Heechul —dijo Yesung—. Ya ves la manera en que lo mira. Quiere su sangre y está utilizando la excusa de ayudarlo como un modo de conseguirla.

—Eso no es completamente cierto. Quiero su sangre, pero también quiero ayudarlo. Solo déjame acercarme a él para ver si puedo darle algo de consuelo.

Heechul le había dado al vampiro su sangre y eso no lo había lastimado, a parte de un acceso de mareos. También le había ensamblado el brazo roto. Si podía ayudar a Wook, estaba dispuesto a afrontar el riesgo y dejarle acercarse a él.

—Puedes mirarlo, pero no puedes hacer nada más.

—Como desees —aceptó Hyungsik.



Yesung no quiso apartar su espada. Probablemente iba a necesitarla en cualquier segundo de una manera u otra. Hyungsik era un jodido depredador, y él parecía ser el único que lo veía.

A Yesung no le gustaba la idea de Hyungsik acercándose al niño. No podía verle la cara desde aquí, pero apenas abultaba en la cama, estaba tan delgado. Solo los huesos de las rodillas y los dedos de los pies sobresalían lo suficiente para ampliar la sábana.

Hyungsik se deslizó hacia delante y Heechul se hizo a un lado para hacerle sitio al lado de la cama. Yesung tuvo un vistazo de la cara del niño y se dio cuenta de que no era un niño. Era un hombre joven, mucho mayor de los diez o doce años que había pensado por su escuálida figura.

El joven se revolvió y Heechul le puso la mano sobre el brazo.

—Está bien, Wook. Él está aquí para ayudarte.

Yesung gruñó con disgusto. Él no podía ayudar en nada.

—La única persona a la que Hyungsik va a ayudar es a Hyungsik.

—Basta, Yesung —dijo Siwon—. No va a hacerle daño por mirarlo.

Hyungsik puso las manos sobre la cabeza de Wook. Justo cuando lo hizo, Wook abrió los ojos como si alguien hubiese encendido una lámpara. Su piel estaba mortalmente pálida, casi tan blanca como su pelo. Sus ojos estaban abiertos desmesuradamente con temor. Sus pupilas se habían contraído hasta ser unos puntos.

Wook golpeó con fuerza la mano de Hyungsik apartándola y se escabulló de él, acurrucándose en un pequeño espacio contra el pasamanos más alejado de la cama. La bolsa usada para la intravenosa se sacudió en su soporte cuando pivotó rodeando el tubo.

—Él quiere mi sangre —susurró Wook, contemplando a Hyungsik con terror—. Quiere mi sangre, quiere mi sangre, quiere mi sangre —una y otra vez, sus palabras subían más y más de volumen.

Heechul se precipitó rodeando la cama para calmar a su hermano. Yesung decidió que el tiempo de Hyungsik con el joven había terminado. Agarró el delgado cuerpo del Zea alrededor del pecho con un solo brazo y lo arrastró cruzando la habitación. Lo empujó al cuarto de baño, cerró la puerta y sujetó el pomo de modo que Hyungsik no pudiera salir hasta que él le dejara.

La puerta se movía cuando Hyungsik luchaba contra el agarre de Yesung, pero no se movía. Hyungsik no era un enclenque, pero Yesung era infernalmente mucho más fuerte.

—Eso no va a ayudar —dijo él desde el otro lado de la puerta.

De hecho, si lo hacía. Wook se había calmado, y ahora se aferraba al cuello de Heechul, sollozando. A Yesung nunca le importaron mucho las lágrimas, pero estas sacaban el infierno a golpes, al verlas en esa asustada mirada en su rostro, lo único que quería era matar algo cualquier cosa con tal de se detuvieran.

Siwon le lanzó a Yesung una amarga mirada.

—Tiene razón y lo sabes. No puede ayudarlo desde ahí.

—El niño no quiere su ayuda —dijo Yesung—. Solo pregúntale.

Siwon cruzó hasta Yesung y le dijo casi en un susurro:

—El no está cuerdo. Hyungsik lo asustó. Eso es todo.

—El no quiere que él tome su sangre. En lo que a mí concierne, eso lo hace la persona más cuerda en esta habitación.

Siwon sacudió la cabeza y se volvió.

—¿Qué quieres hacer, Heechul?

Heechul miró por encima del abrazo. Las lágrimas la corrían por la cara, y los ojos tan parecidos a los de Wook estaban llenos de pena.

Algo en eso tiró de Yesung. Él habría pensado que era compasión, pero seguramente no le quedaba ninguna.

—No soporto verlo así de trastornado. Va a enfermar después de que finalmente hemos conseguido que comiera algo.

—De acuerdo —dijo Siwon—. Qué tal si esperamos hasta que se calme y le contamos que está sucediendo. Quizás si sabe quién es Hyungsik, no le tenga miedo. El no me temió a mí.

—Porque tú no quieres beber su sangre, idiota —dijo Yesung.

Heechul sorbió por la nariz y asintió, ignorándolos a los dos.

—Vale la pena intentarlo.

—Los monstruos se acercan —dijo Wook. Su voz rota cuando hablaba, y Yesung tuvo la casi incontrolable urgencia de hacerle una visita a Hyungsik en el baño y sacudirlo un poco.

—Shh, bebé. Los monstruos no pueden cogerte aquí —dijo Heechul.

Wook alzó el rostro mojado por las lágrimas. Las mejillas estaban hundidas bajo la piel.

—Ahora saben dónde estoy. Me ven. Y a ti.

—No, no lo hacen. Aquí estás a salvo.

—No estoy loco, Heechul. Se están acercando.

El pequeño no sonaba loco. Triste, asustado, cansado, por supuesto. Pero no loco.

Yesung miró por la ventana hacia el césped verde de abajo. Estaba muy iluminado, y no vio nada, pero eso no quería decir una mierda.

—Hay sangre en su camisón —dijo él—. Si él es uno de nosotros, ellos quizás sean capaces de olerlo.

Wook volvió la cabeza y lo miró por primera vez. Cuando sus ojos encontraron los suyos, sintió como si le hubieran dado un puñetazo en las tripas. Se agarró al marco de la puerta para sostenerse.

Quien quiera que fuera él, tenía poder. Casi podía verlo flotando a su alrededor.

Matándole.

No estaba seguro como sabía que ese era el caso, pero lo sabía, profundamente.  Hasta sus huesos; de la misma manera que sabía que su alma se descomponía en un montón de cenizas más y más con cada día que pasaba, y no había una jodida cosa que pudiera hacer.

Hyungsik abrió la puerta detrás de él. Yesung se movió de modo que Wook no pudiera ver al chupasangre.

—Su protección natural debería enmascarar la esencia de su sangre a los Sasaengs —dijo Siwon.

—No si él sabe acerca de ellos.

Siwon le preguntó a Heechul:

—¿Wook sabe sobre los Sasaengs?

Heechul dio un tembloroso asentimiento.

—Nos atacaron cuando éramos niños.

Hyungsik aspiró profundamente, oliendo el aire.

—Wook tiene razón. Los Sasaengs se están acercando. Rápidamente.

Yesung se preparó a sí mismo y dejó que la sonrisa le cubriera la cara. Finalmente, algo que podría matar.

—Tenemos que salir de aquí —dijo Siwon.

Heechul sostuvo el rostro de su hermano contra el pecho.

—No sin Wook.

—Claro. ¿Puedes llevarlo? —le preguntó Siwon a Heechul.

El asintió y sacó la bolsa de suero del soporte.

—Vamos, Wook. Tú y yo vamos a dar una vuelta —le tendió la bolsa a su hermano y lo cogió con los fuertes brazos.

Heechul estaba destrozado, y Yesung se tomó un momento para disfrutar la visión antes de sacar su arma.

—Me ocuparé del frente.

—Yo cerraré la retaguardia —dijo Siwon—. Hyungsik. Vas a tener que escudarnos a todos de ser vistos. ¿Estás lo bastante fuerte?

—Sí —dijo Hyungsik, aunque no sonaba convencido. Ahora se estaba quedando cerca de Siwon, como si le preocupase que él quizás necesitara un guardaespaldas.

Jodida sanguijuela.

—Tendrá que dejar la ensangrentada pijama atrás —dijo Hyungsik.

—Todos, daros la vuelta —ordenó Heechul.

Yesung lo hizo, asegurándose que los otros también lo hacían. Él oyó abrir un cajón y cerrarlo y el suave roce de la tela. Entonces el aullido de un sgath atravesó la noche, lo bastante alto como para que Yesung pudiera oírlo a través del cristal.

Los Sasaengs estaban cerca.

—Ya estamos listos —dijo Heechul—. Vámonos.

Yesung hizo rodar los hombros y salió por la puerta, listo para patear culos.



Heechul sostenía a Wook cerca mientras salían corriendo del edificio.
Asombrosamente, nadie pareció advertir su avance. Era como si fueran invisibles, justo como Yesung había dicho. No solo eso, si no que los guardias les habían abierto cada puerta sin que hubiesen hecho la petición. Heechul no tenía idea de que pensar excepto que Hyungsik debía estar utilizando algún tipo de truco de control mental. Era mejor si no pensaba demasiado en lo que podría hacer él con ese tipo de poder.

Wook se aferraba a él con débiles brazos, temblando y ocultando su rostro contra el cuello de Heechul. El estaba ahora cubierto con un pijama limpio, pero Heechul había visto en que se había convertido el cuerpo de su hermano cuando le había ayudado a cambiarse.

El pobre cuerpo de Wook era un esqueleto cubierto por flácida y pálida piel. Su vientre estaba hundido y sus costillas y huesos de las caderas eran grotescas protuberancias, que le rompían a Heechul el corazón. Lo único reconocible en su cuerpo era la marca de nacimiento en forma de anillo sobre su hombro izquierdo, el mismo que tenía Heechul.

A Heechul le tomó cada onza de voluntad no romper en lágrimas ante la visión de la silueta perdida de su hermano. Le hacía preguntarse cómo era que Wook estaba todavía vivo. ¿Por qué los médicos no habían hecho algo antes? ¿Por qué habían esperado hasta que estuviese así de mal antes de amenazarlo más drásticamente. ¿Era peor su estado psicológico que su estado físico para que no lo hubiesen notado?

No tenía respuestas, pero estaba seguro como el infierno que iba a encontrar alguna.

Ellos se apresuraron a entrar en el parking, y por el rabillo del ojo, Heechul vio un movimiento. Sostuvo a Wook con más fuerza y apuró el paso. El aullido de esos demonios se hacía más alto a medida que se acercaban, y estaba seguro que prácticamente podía oír los sonidos de sus garras arañando el pavimento.

—Tendremos que enfrentarlos aquí —dijo Hyungsik por detrás.

—Métete en la camioneta y vete —le ordenó Siwon a Heechul.

Heechul pensó en decirle que no se iría sin él, pero la verdad era, que haría lo que fuese para poner a Wook a salvo. Él era un tipo enorme, y sabía de primera mano que era capaz de cuidar de sí mismo.

—¿Qué vais a hacer?

—Matar a los jodidos bastardos —dijo Yesung.

La voz de Siwon vino desde detrás de él, fuerte y lista.

—No te preocupes. Estaremos justo detrás de ti.

Él presionó su dedo contra el brazo desnudo por un momento y Heechul sintió un golpe de energía saltar a su interior, igual que la electricidad estática, solo que este no dolía. En vez de eso, una extraña sensación de paz se extendió sobre la piel, haciéndole sentir a salvo y protegido.

Heechul bajó la mirada y vio una brillante marca, rojo sangre, sobre la piel donde él lo había tocado.

—¿Qué es eso?

—Una marca de sangre. Ahora seré capaz de encontrarte, donde quiera que vayas —dijo Siwon. Algo en su tono, la manera en que dijo las palabras, le comunicó que eso no era tanto una declaración como una promesa. Él lo encontraría.

—Ellos están aquí —murmuró Wook.

No se paró a preguntarle si estaba seguro. El temblor en su cuerpo le decía a Heechul que lo estaba. Como lo sabía era otra historia, una para la que ahora mismo no tenían tiempo.

Siwon tomó una postura de lucha entre él y la dirección de los aullidos. Siwon le dio una última mirada, entonces se alejo. Heechul tuvo que contener la urgencia de volver y luchar a su lado. El pertenecía allí. Sabía que era verdad, aunque no tenía idea de cómo lo sabía. Eso parecía estar pasando mucho esa noche.

Heechul deslizó a Wook en el interior del coche, saltando al asiento del conductor, puso el motor en marcha y se alejó. Por el espejo retrovisor, vio media docena de esas cosas peludas desde las sombras y cargando hacia los hombres. La espada de Siwon destelló bajo las luces del atestado parking cuando redujo radicalmente a uno de los demonios, su cuerpo fuerte y fluido mientras se movía a través del pavimento. Podría quedarse mirándolo durante horas y no aburrirse. Él hacía que luchar pareciera tan fácil, sin esfuerzo. Casi hermoso.

Heechul golpeó la acera y puso de nuevo toda la atención en conducir. No volvió a mirar atrás. Wook estaba a salvo. Eso era suficiente.

Pero no lo era. Sentía como si estuviera abandonando a las únicas personas sobre la tierra que le habían dado la más ligera esperanza de salvar a su hermano de la locura. Por no mencionar que dejaba atrás a un hombre que hacía que el cuerpo cobrara vida cada vez que lo tocaba. Tan egoísta como era considerar siquiera meterlo en la ecuación, lo hizo. Quería más tiempo con él para descubrir que tenía que le
llamaba y le hacía palpitar el corazón.

—Van a morir —susurró Wook —. Hay demasiados monstruos. Y están llegando más.

Heechul miró a los lados.

—No lo sabes.

—Lo sé. Están acercándose, Heechul. Lo siento. —Wook parecía tan lúcido como él, no es que eso dijera mucho—. Por favor, tenemos que regresar.

La mano de Heechul se cerró con fuerza sobre el volante de modo que no pudiera hacer nada estúpido y volverse.

—No puedo arriesgarnos. Tú estás demasiado débil.

—Por favor, Heechul. Volvamos.

—Tú eres más importante.

—Les necesitamos.

Mierda. Quizás tuviera razón.

Los nudillos de Heechul estaban blancos y el cuerpo tenso por la indecisión. Había mucho en juego. La vida de Wook colgaba en la balanza sin importar lo que hiciera. Si volvía, quizás le hicieran pedazos los monstruos; pero si Heechul no volvía y los hombres eran masacrados, entonces Wook quizás pasara el resto de su vida gritando de temor. Al menos hasta que muriera de hambre.

—Por favor, Heechul. Lo necesito.

El tono de ruego en su voz decidió finalmente a Heechul. No había sido capaz de hacer mucho por su hermano en ocho años. En todo ese tiempo, Wook nunca le había pedido nada a Heechul hasta ahora. Esto era algo que podía darle, e incluso si era la elección equivocada, era mejor que golpear el infierno y dejarle morir de hambre. ¿No? El cielo sabía que no le gustaba la idea de que los hombres que habían dejado atrás
murieran. Por no mencionar que le sucedería a la gente del hospital si los monstruos conseguían entrar.

—Ponte el cinturón y agárrate —dijo Heechul.


1 comentario:

  1. Buenas ^.^

    Me he leido los ocho capitulos de corrido u//u en verdad que la historia esta muy buena... por dio no imagino la vida tan terrible que ha llevado Wookie en esos 8 años, ha de ser realmente terrible.

    Espero que las cosas salgan bien y no le pase nada a los chicos. No se porque algo me dice que Wookie es la pareja de Yesung (Ojala y asi sea).

    He de informarte que tienes una nueva seguidora y estare pendiente de las actualizaciones para comentar.

    Besos y gracias por compartir con nosotras estas historias

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...