En Tu Busqueda- Capítulo 9



Estaban en una larga carretera que llevaba a una calle principal. El único tráfico allí fuera eran granjeros y gente que se dirigía al hospital. Heechul giro ciento ochenta grados y apretó el acelerador. La furgoneta viró con un rechinar de ruedas y se dirigió de vuelta a la colina.

—Dame mi escopeta. Está bajo el asiento.

El atestado parking estaba delante. La lucha todavía estaba en auge. Parecía que Siwon y Yesung habían derribado a tres de cuatro de esas cosas. No estaba seguro de lo que estaba haciendo Hyungsik, pero estaba trabajando con ahínco permaneciendo
totalmente inmóvil con las manos levantadas y algún tipo de luz manando de esta, esparciéndose contra la pared más cercana del hospital. Alucinante.

Heechul tomó el arma que le ofrecía y le dijo a Wook:

—¡Al suelo! y quédate ahí.

Wook lo hizo, pero Heechul oyó su aterrador cántico:

—Se están acercando, se están acercando, se están acercando…

Ya que tenía las manos ocupadas para bajar la ventanilla, Heechul utilizó la culata del arma para romper el cristal de la ventana del lado del conductor. Despejó lo suficiente los cristales para sacar el cañón.

Aparecieron tres de esas cosas como escarabajos, y estaban apiñados en un pequeño encantador grupo.

Heechul apagó las luces de la camioneta y apretó el acelerador hacia ellos. Ellos no le vieron venir hasta que fue demasiado tarde. Aceleró y lanzó el frontal de la camioneta directamente contra ellos. Las cosas se dispersaron igual que bolos. Uno de ellos pasó bajo las ruedas e hizo que la furgoneta despidiera un desagradable ruido, el exoesqueleto se destrozó bajo la rueda.

Ejecutó otro duro giro, casi golpeando un BMW en el atestado parking, y volvió por más, solo en caso de que ellos no se quedaran abajo.

—¿Estás bien ahí abajo? —le preguntó a Wook.

—Sí —dijo, pero no sonaba bien. Sonaba como si estuviese deseando una bolsa para vomitar.

—Solo aguanta. Casi estamos allí.

Desde su ángulo, tenía una fantástica vista de Siwon y Yesung rebanando monstruos, sus fuertes brazos y musculosas espaldas trabajando casi al unísono. Esa era una hermosa vista que contemplar. Puro combustible para las fantasías.

Heechul apartó la mirada y se concentró en su trabajo. Una de las cosas a las que había golpeado se volvía a levantar. Heechul se armó y disparó, esperando que su disparo fuera capaz de reventarlo. La cosa explotó igual que una sandía lleno de dinamita. Voló en un montón de pedacitos, haciendo necesarios los limpiaparabrisas. Trozos de carne verde manchaban el cristal, y el estómago le dio un vuelco.

Heechul tragó para mantener el control. Ahora no tenía tiempo para enfermarse, el estómago tendría que esperar.

Heechul escaneaba el área, pero se quedaba sin objetivos. Los hombres habían hecho su trabajo y ahora estaban cerca de una pequeña montaña de piel negra de la que manaba sangre negra.

Wook no podía ver eso. Todavía estaba demasiado frágil para enfrentar una visión sacada directamente del horror de su propia mente.

—Permanece abajo, bebé —le dijo a Wook—. Estaremos fuera de aquí en un segundo.

Condujo la furgoneta hacia los hombres que estaban limpiando sus espadas.
Hyungsik parecía más pálido y delgado que antes, pero por otro lado, parecía estar bien. Siwon respiraba con fuerza, pero no estaba herido. Yesung, por otra parte, tenía una fea incisión a través del muslo.

—Regresaste —dijo Siwon. Eso sonaba como una acusación, pero estaba dispuesto a dejarla pasar.

—No podía dejar que os quedarais con toda la diversión.

Yesung le gruñó.

—Largaos de aquí. No es seguro.

—El tiene razón —dijo Siwon—. Su sangre solo atraerá a otras de esas cosas.

—Están cerca —susurró Wook desde donde estaba agachado.

Esta vez, Heechul le creyó.

Yesung gruñó igual que algún tipo de animal salvaje, entonces dijo:

—Vosotros dos vayan con ellos. Yo los mantendré entretenidos.

Wook se agarró la cabeza y empezó a canturrear.

—No, no, no, no…

—Ve a cogerle y cuida de él —ofreció Siwon—. Yo conduciré.

Heechul estaba agradecido por ello. Atrajo a Wook a su regazo, asegurándose que sus ojos estaban cubiertos y que su intravenosa permanecía en su lugar. Hyungsik se metió en el lado del pasajero. La verdad es que no se veía bien. De hecho, tenía la misma apariencia que cuando Yesung lo había llevado a su apartamento —delgado, pálido y temblando.

Siwon se adelantó, dejando a Yesung detrás.

—¿Va a estar bien? —preguntó Heechul.

—Si continua moviéndose, estará bien. —Algo en su tono decía que deseaba que así fuese—. Hyungsik, ¿Alguien en el hospital nos vio?

—No —susurró Hyungsik en una cansada brizna de aire—. Yo los escudé.

Así que eso era lo que estaba haciendo ahí fuera. Sagrada alucinante vaca. Esto se estaba volviendo más extraño por momento. Estaba la cosa de saber que los monstruos eran reales -lo había sabido durante años- pero ¿magia? Eso era un poco más difícil de digerir.

Y hacía que demasiadas cosas tuvieran sentido, considerando las cosas que había estado viendo en la pasada década.

Toda su percepción del mundo cambió en ese momento, y fue como si Heechul estuviese mirando de repente entre bastidores todos los mecanismos que sucedían detrás de las escenas. Había mucho más incluso de lo que sabía. No estaba seguro de que realmente quisiera saber nada más. Su vida ya era bastante complicada como estaba.

—¿Dónde vamos a ir ahora? —preguntó Heechul.

Siwon le dedicó una rápida mirada, entonces miró a Wook. La compasión saltó por su ceño y sacudió la cabeza.

—Si vienes a casa con nosotros, quizás seamos capaces de ayudarle

Wook todavía estaba canturreando:

—No, no, no…

Heechul no podía soportar verlo así. Si tuviera el poder de hacer algo para ayudarlo, lo habría intentado. No importaba cuanto no quería profundizar en ese nuevo mundo de magia que había descubierto. Era el hermano mayor de Wook, y haría lo que tuviera que hacer para que estuviera bien de nuevo.

Heechul le apartó el pelo blanco a Wook de la cara, esperando consolarlo.

—Esa es una posibilidad.



Yesung se aseguró de dejar un rastro de sangre agradable y fácil de seguir mientras se alejaba de la vista del hospital mental. Ninguno de esos trabajadores del interior necesitaba ver el tipo de cosas con las que él combatía. Entonces sus mentes acabarían realmente jodidas.

Encontró una oscura y aislada zona para luchar antes de detenerse.

El cuerpo le canturreaba con poder. Este golpeaba contra los ojos y arañaba las venas intentando salir. Diablos, se sentía como si fuera a ser hecho pedazos por ello si no hacía algo pronto, y esa pequeña escaramuza no había sido siquiera un desafío.

Gracias a Dios la noche era joven. Tenía horas de oscuridad antes de que todos los Sasaengs se replegaran de vuelta a los agujeros en los que vivían y no fuera capaz de encontrarlos y matarlos.

Yesung se arrancó la camiseta y la ató alrededor de la herida del muslo para detener la hemorragia. No quería perder sangre mientras tuviera todavía luchas a las que enfrentarse. Necesitaba cada onza de esfuerzo que pudiera conseguir para apagar el jodido dolor que le molía los huesos. Por no mencionar que si lo dejaba salir, eso sería la última cosa que haría. Literalmente.

Quizás eso no fuera tan malo. No había manera de que la muerte pudiera doler más que la vida. De ninguna jodida manera.

Un profundo gruñido sacudió la tierra. Los demonios se acercaban. Habían encontrado su olor y estarían aquí en cualquier minuto.

Bien. Apenas podía esperar.



Wook sintió el hambre de los monstruos. Su excitación.

No quería ir con ellos, pero no tenía elección. Una astilla de su mente estaba dentro de ellos, arrastrándolo a su caza.

Trató de pensar en algo más, cambiar el canal en la cabeza para quedarse en la camioneta con Heechul, sano y salvo en el regazo de su hermano. Le gustaba esa parte de sí mismo. Incluso, a pesar de que había extraños en la camioneta con él, y que uno de ellos quería beber su sangre, estaba mejor que en los otros lugares en que existía ahora mismo.

Tantos lugares. Tantos monstruos. No podía seguirles la pista. Su mente se rompió en demasiados pedazos y ya no podía sentir si quedaba algo de su ser real.

Wook vio a través de los ojos de un grupo de sgath cómo cazaban. Sintió la hierba húmeda bajo sus patas y el cálido aire de la noche agitándole la piel. Sus garras se clavaban profundamente en la tierra con cada poderosa zancada del cuerpo. La presa estaba cerca. Podía oler su sangre, rica en poder.

Su vientre retumbó con hambre y la boca se le hizo agua, chorreando brillante saliva sobre el suelo a su paso. Estaba cerca. Podía oír el lento latido constante de su presa.

Su grupo se abrió paso a través de los árboles y vio entonces lo que cazaban.
Tenía una espada y llevaba el luminiscente collar que le marcaba como un Suju, un guerrero que quería matarlo y librar a la tierra de todos los de su especie.

La parte de Wook que sabía que era humano alentaba al hombre, el mismo hombre que antes había estado cerca de su cama en el hospital. Pero la parte de Wook  que era una bestia le siseaba con odio. Iba a hundir los dientes en la carne y tragar su sangre antes de que pudiera ser absorbida por la tierra y se desperdiciara.

Más pedazos de él se acurrucaban en el interior de tres sgath más cuando cargaron contra el hombre. Vio el ataque desde todos los ángulos a la vez y su mente humana tuvo que luchar para convertir las imágenes en algo que pudiera traducir. Era demasiada información. Demasiado odio y rabia desde todos los lados. No quería ver la muerte del hombre, pero si se quedaba entre los sgath, temía lo que iba a suceder.

El hombre miró hacia un par de ojos cuando Wook se abalanzó a su garganta. No lo reconoció. No sabía que esto no era lo que quería. No quería verle morir.

Él ni siquiera pareció moverse, pero Wook sintió el metal de su espada deslizarse por su vientre. Aterrizó fuertemente en el suelo y sus entrañas rezumaron fuera por la abertura. Sus patas estaban torpes y no podía empujar todos sus órganos de vuelta al interior. Su propia sangre olía como comida y estaba tan hambriento. Sabía que era inútil y que se estaba muriendo, pero no podía dejar de lamerla del suelo mientras se
desangraba.

El estómago se rebeló ante el sabor ácido de la sangre y el denso olor a podredumbre de la misma. Se empujó fuera de la mente de la cosa, sólo para encontrarse atrapado dentro de otra. Se estaba escondiendo del hombre, esperando para golpear tan pronto como le diera la espalda.

Sólo años de práctica le permitieron retirarse a su cuerpo real.

Dios, estaba tan débil. Apenas podía levantar la cabeza.

—Él está en problemas —se las arregló para decir.

—¿Quién? —preguntó Heechul.

—El Suju que estaba contigo esta noche.

—No conozco a ningún Suju, bebé —dijo Heechul con la paciente y gentil voz que siempre utilizaba con su hermano loco.

Wook tenía ganas de gritar que no estaba loco -su mente estaba sólo rota en mil fragmentos que vivían dentro de otros- pero sabía por experiencia que nunca funcionaría. Cuando gritaba, los asistentes venían con agujas y ponían su mente real a dormir para que no tuviera ningún lugar al que retirarse. Ningún lugar para esconderse.

Soñar era un horrible collage de sangre, hambre y guerra, con la mente atrapada dentro de tantos monstruos. Pero eso no era lo peor. No podía soportar estar con Henry más. Las cosas que le habían hecho eran horribles. Inhumanas. Ni siquiera era realmente Henry, era el oscuro y retorcido objeto que los Sasaengs planeaban utilizar como arma.

Pero Wook le había prometido que no lo abandonaría, así que no podía. Ni una sola vez en todos esos dolorosos largos años.

—Tienes que advertirle —dijo Wook—. Hay un sgath escondido cerca. Detrás de él.

—¿De qué demonios está hablando? —Preguntó Siwon—. ¿Cómo sabe sobre los Suju y los sgath?

—No tengo ni idea —dijo Heechul—. Pero lo que sé, es que ha estado completamente acertado toda la noche. Te sugiero que lo escuches.

La camioneta frenó y después se detuvo. Wook se obligó a abrir los ojos, a pesar de que el esfuerzo era casi más de lo que podía soportar. Se sentía como un globo desinflado, vacío y flojo. Inútil.

—¿De quién estás hablando, bebe? —preguntó Heechul.

—El hombre. Contigo.

—¿Yesung?

El nombre sonaba correcto en su mente, como si el viento que rugía dentro de ella de repente se calmara y se oyera pensar a sí mismo de nuevo.

—Sí. Yesung. Está en problemas.

—¿Cómo lo sabes, hijo? —preguntó una nueva voz.

Volvió la cabeza hacia él y vio una débil luz plateada proveniente del interior de sus ojos.

El conocía esa luz. Ese hambre. El pánico le dio fuerzas y se revolvió apartándose del monstruo.

—Él quiere mi sangre. No le dejes tenerla.

—No voy a hacerte daño —dijo él.

—Mentiroso, mentiroso, mentiroso.

Oh, Dios, se estaba perdiendo a sí mismo, extendiéndose en la noche, de vuelta a las mentes de los monstruos que perseguían y asesinaban, y empujaban sus pecados en su alma cada vez que lo hacían.

Llamó a Henry para que le ayudara, pero no hubo respuesta, y no pudo encontrar la mente de su hermano pequeño entre todas las demás. Ellos tiraron de él, estirándolo en mil finas hebras hasta que estuvo seguro que se rompería. No podía soportarlo más. Tenía que dejar de luchar. Renunciar. Dejar que le tuvieran.

No le importaba nada más. Haría cualquier cosa para detenerlo, incluso si rompía su promesa a Henry.

—Lo siento —se oyó susurrar. Era un buen sonido, su propia voz real saliendo de su propia boca. Podía tomar ese sonido con él y estar en paz—. Lo siento.




Wook se desplomó en los brazos de Heechul. Su respiración era laboriosa, y Heechul pudo ver el rápido latido de su corazón en sus venas a lo largo de la sien.

—Se está muriendo —dijo Hyungsik.

La indignación y el rechazo se elevaron en Heechul, consumiéndolo.

—¡No! —gritó—. No lo está. Va a estar bien. La bolsa de la intravenosa está vacía. Eso es todo. Necesitamos otra.

Rezaba a Dios para que fuera verdad. No podía perder a Wook, también. Si lo hacía, no tendría a nadie más. Sin familia. Sin amigos.

La mano de Siwon se puso sobre su brazo, y la calidez y la compasión cayeron como una manta sobre su piel. Quería meterse en su regazo y quedarse allí, donde se sentía bien. Protegido. Donde Wook estaría a salvo.

Pero era artificial. Lo que quiera que fuera esa cosa entre ellos, no era real. Sólo un poco de magia, probablemente diseñada para engañarlo. E incluso si no lo era, no podía hacer una maldita cosa por Wook.

Heechul atrajo a su hermano cerca y lo meció. Intentó pensar una manera de calmarlo, pero nada le vino, ni siquiera el débil recuerdo de una canción que solieran cantar. Nada.

—Necesitamos llegar a un lugar donde pueda descansar y comer —dijo Hyungsik—. Está demasiado débil para viajar.

—Hay una casa Elf no lejos de aquí. Iremos allí.

No sabía lo que era una casa Elf, pero confiaba en que Siwon supiera lo que estaba haciendo.

—¿Qué pasa con Yesung? —Preguntó Heechul—. Deberíamos al menos hacerle saber lo que dijo él.

El cuerpo de Siwon se movió cuando sacó su teléfono móvil y marcó. En el silencio de la cabina de la camioneta, pudo oír el profundo sonido de la voz de Yesung a través del delgado plástico.

—Un poco ocupado —jadeó.

—Wook dijo que estabas en peligro.

Hubo un gruñido y un monstruoso grito de dolor.

—No, mierda. Dime algo que no sepa.

—Dijo que hay un sgath allí, escondido detrás de ti.

—¿Cómo demonios podría él…? Espera —una serie de salvajes gruñidos llenaron la línea, después silencio.

—¿Yesung? —Dijo Siwon—. ¿Estás ahí?

Sin respuesta.

—¿Yesung? —miró a Heechul y negó con la cabeza.

Un agudo grito de dolor llenó la línea. Sonaba como si alguien hubiera dado una patada a un perro.

—Sí, estoy aquí. Encontré al cabrón. Lo maté.

—Nos retiramos por esta noche. ¿Puedes alcanzarnos?

—Sigo sangrando.

—Entonces para la hemorragia y únete a nosotros.

—¿Por qué?

—Porque sería agradable tener otra espada cerca cuidándolos.

Heechul casi dijo que podía cuidarse solo, pero se contuvo con esa estúpida mentira autoindulgente. Cuantas más espadas tuvieran entre Wook y esas cosas de ahí afuera, mejor.

—Tenía planes —dijo Yesung.

—Los cambias, ¿verdad?

—Joder. Está bien. Iré a limpiarme al lago y me reuniré con vosotros pronto. ¿Suficientemente bueno?

—Sí. Gracias, hombre.

Yesung no se molestó en contestar. El tipo no era exactamente señor Amistoso. Heechul estaba contento de que estuviera de su lado.



Siwon los instaló en una de las habitaciones de la casa Elf. Como tantas otras casas, esta estaba aislada, lejos de vecinos curiosos. Era un rancho de tres habitaciones, abastecido con alimentos, ropas y suministros, cualquier cosa que pudieran necesitar para proveerse de combustible y protegerse a sí mismos o a
cualquier humano de lo que podría ser un largo paseo. Debido a que esos lugares de refugio estaban mantenidos por los seres humanos pura sangre conocidos como Elf, el término pegaba.

Siwon nunca había estado tan contento antes de tener un lugar seguro cerca. Wook no se veía bien.

Heechul deslizó a Wook bajo las mantas, entonces se tendió a su lado y lo sostuvo con fuerza. Wook parecía tan frágil al lado de Heechul, como si una palabra dicha con demasiada dureza quebrara sus frágiles huesos.

Incluso si era un Suju como Heechul, no podría seguir adelante durante mucho más. Necesitaban introducir algo de comida en él y quitarle la intravenosa del brazo sin que sangrara por todas partes. Realmente no tenían necesidad de atraer a más Sasaengs.

Heechul acarició el pelo de su hermano y le susurró en una voz tan baja que Siwon no lo escuchó. Independientemente de lo que dijera, su cuerpo estaba rígido con tensa desesperación.

Heechul debía saber lo mal que estaba Wook, incluso si no quería admitirlo. Su temor le delataba. Él podía verlo en el modo en que sus dedos temblaban cuando los pasó por la cabeza de Wook, el modo en que sus ojos miraban frenéticamente la delgada forma de su hermano como si estuviera buscando una manera de restaurarlo.

Siwon tuvo que apretar los dientes para contenerse de ir a Heechul. Quería consolarle y meterlo entre los brazos y protegerlo de todas las cosas malas de la vida. Irónico. En su línea de trabajo, era todo lo que tenía para ofrecer. Nada más que sólo una ilusión temporal.

Se obligó a salir de la habitación y cerrar la puerta. Necesitaba que Hyungsik mirara a Wook y viera si había algo que hacer por él, no importaba lo poco que fuera. Ahora que estaba dormido, al menos, no podía asustarlo.

Hyungsik estaba fuera, en el patio delantero de la pequeña casa, olfateando el aire. La oscuridad parecía cerrarse en torno a él, pero le sentaba bien. Pertenecía al lugar, fuera, en medio de la noche. Todos los Zea parecían estar más a gusto en la oscuridad.

Siwon no lo entendía, pero había llegado a aceptarlo a lo largo de las décadas. Preferiría mucho más estar tumbado en alguna playa inundada de sol, pero eso no estaba en las cartas para él. No podía hacer nada más durante el día que un ganadero su trabajo en mitad de Manhattan. Eso, simplemente, no iba a suceder.

—¿Estamos tranquilos? —preguntó Siwon.

—Sí. Por ahora.

—Deberías ir a ver qué puedes hacer por Wook mientras está dormido.

Hyungsik no se volvió. Continúo mirando hacia la noche.

—No hay nada que pueda hacer. Se está muriendo.

Los ojos de Siwon se cerraron de dolor. Pobre Heechul. Amaba mucho a su hermano. Podía verlo en cada movimiento que hacía. Wook era su mundo, e iba a perderlo.

Lo que fuera, tenía que ayudarle a pasar por ello. Estar ahí para él.

—¿Por qué se está muriendo?

—No puedo decírtelo sin tomar su sangre, y está demasiado débil para eso.

—¿No puedes hacer nada? ¿Ayudar a mantenerlo durante un poco más de tiempo para que pueda ponerse más fuerte?

—¿Por qué debería importarme lo que le pasa a una sola alma? —preguntó Hyungsik.

No se molestó en recordarle que probablemente Wook no era humano.

—¿A ti no te importa?

Hyungsik se volvió y miró a Siwon con esos ojos de hielo.

—No. ¿Por qué debería? Fue criado como un humano. Ellos no se preocupan nada por los de mi clase. Nos llaman vampiros. ¿Has visto las películas que han hecho sobre mi gente? ¿Las mentiras que les dicen a sus hijos sobre nosotros, como si fuéramos a cazar a su especie hasta la extinción?

—Ellos son vuestro alimento. Eso haría que alguien se sintiera un poco incómodo, ¿no te parece?

—Sólo tomo su sangre. Esperaría que ese hecho los tranquilizara si se pararan a pensarlo un solo momento. ¿Por qué iba yo a matar algo que necesito para sobrevivir? Sería como un agricultor que talara su huerto para cosechar más fruta ese mismo año.

Una repentina compresión le llegó a Siwon, una que nunca había considerado incluso.

—Estás resentido con ellos. Los humanos. ¿Verdad?

—Por supuesto que no.

—Lo estás, estás cabreado porque los necesitas. O a nosotros. Tengo que admitirlo, yo también estaría un poco enfadado, si tuviera que depender tan fuertemente de alguien más.

Hyungsik resopló.

—Dices eso como si no necesitaras una pareja para vivir.

Tal vez Heechul.

Siwon reprimió un escalofrío de emoción y encadenó sus necesidades hasta que se calmaron. Iba a tener que averiguar qué era esa cosa entre ellos, pero no era el momento. Tenía cosas más importantes en qué pensar.

—Necesito una pareja, pero he vivido por mí mismo durante un largo tiempo. Tú nunca lo harás.

—Basta de esto —Hyungsik le empujó pasándole—. Voy a entrar.

—Todo esto hace que tenga mucho más sentido. Ustedes, los Zea, no son del todo oscuros e inquietantes. Estás poniendo mala cara. No te gustan las reglas y no puedes cambiarlas, así que estás poniendo mala cara.

—No sabes nada de lo se siente siendo de mi clase. Deja de fingir que lo haces.

—¿Estoy equivocado?

Antes de que Siwon lo viera llegar, Hyungsik lo había agarrado y empujado contra la puerta. Estaba débil por el esfuerzo, pero incluso débil, estaba lo suficientemente fuerte para hacer que Siwon prestara atención.

Podía sentir los bordes de la pequeña ventana presionándole la espalda así como los huesos del antebrazo del hombre quitándole el aire.

—No estamos poniendo mala cara. Nos estamos muriendo. Dos más de mis hermanos murieron mientras tú dormías. Murieron de hambre porque no hay comida para nosotros y, sin embargo, tu gente nos mira como si fuéramos buitres, resentidos con nosotros por la sangre que debemos tomar para vivir.

Siwon mantuvo las manos apartadas de su espada con un esfuerzo de voluntad. No quería cortar a la única persona en los alrededores que podría ser capaz de salvar a Wook. Decidió ser un hombre más magnánimo que eso y levantó las manos en rendición.

Hyungsik le dejó ir, pero Siwon iba a llevar una contusión en el cuello durante días, estaba seguro.

—¿Quieres más sangre? —Graznó Siwon—. Bien, toma algo de la mía, pero úsala para salvar al chico.

Los ojos de Hyungsik se encendieron y un hambre depredadora le dilató las pupilas.

—Dame tu brazo.


1 comentario:

  1. Ummm cada vez la cosas se ponenas feas, pobre wookie no esta loco, esta es aturdido por ver todo lo que hacen esas cosas.
    Por otro lado entiendo a Hyu yo siempre he pebsado que no tendria sentido que los vampiros acabaran cin su fuente de alimento

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...