En Tu Busqueda- Capítulo 2



—Así que, ¿has hecho esto anteriormente, Siwon? —le preguntó en un tono casual.

Él se volvió y le guiñó el ojo.

—Una o dos veces. Permaneced detrás de mí. Su sangre es corrosiva.

—Voy a coger al niiño y buscar una puerta trasera.

—No. Te quedarás donde yo pueda verte. Puede haber más ocultos en el edificio.

Heechul pensó en discutir y se dio cuenta que él podía estar en lo cierto. No estaba dispuesto a arriesgarse, especialmente al niño.

El primer monstruo golpeó la barricada de la puerta rota.

Siwon se movió hacia la barricada. El hombre de la mirada furiosa avanzó hasta quedar al lado de Siwon, enfrentando la amenaza. Ambos levantaron sus espadas como si supieran cómo usarlas. De hecho, había pruebas de eso desperdigadas por todo el suelo del almacén.

El guapo Hyungsik se movió hacia la parte de atrás del almacén cerca de Heechul.

—Voy a ir a localizar otra salida. Siwon y Yesung se las han arreglado antes con cosas peores, pero mantente en guardia.

—¿No oíste lo que dijo Siwon? Puede haber más ocultándose por ahí.

—Si los hay, seré capaz de olerlos cuando vengan. No te preocupes. No soy uno que arriesga la vida innecesariamente —le sonrió de nuevo, sólo que esa vez estuvo bastante seguro de que había visto colmillos.

Adorable.

Heechul levantó al niño y retrocedió hasta que estuvieron contra la pared más alejada.
Quienes fueran estos hombres, no eran normales. Hasta que descubriera más, no iba a dejar que ninguno de ellos consiguiera acercarse al niño.

Dejó escapar un suave y desesperado gemido. Heechul bajó la mirada y el niño estaba contemplándolo con ojos que no veían. Había visto esa exacta mirada en una noche como esta, y cada semana desde entonces, en los últimos ocho años.

Había llegado demasiado tarde. Incluso si salía con vida de esta, el niño estaría perdido para siempre.

Los monstruos se estrellaron contra la barricada, dos más de esas cosas lobo-chimpancé y dos enormes monstruos como escarabajos que los mantenían como mascotas. Eran fácilmente de uno ochenta de alto y caminaban erguidos sobre cortas y espinosas patas.
Sus diminutas cabezas contenían cuatro ojos negros como abalorios que se centraron justo sobre ellos.

Uno de ellos dejó escapar un siseo metálico que sonó igual que la palabra de un niño, entonces señaló hacia ellos. El otro asintió, soltó la correa que lo sostenía y desplegó un par de amplias alas. Saltó hacia el aire y aterrizó colgándose de las vigas que soportaban el almacén.

Los peludos monstruos cargaron contra el par de hombres mientras la segunda cosa escarabajo se mantenía atrás.

Heechul resguardó al niño tras él y apuntó con la escopeta a la cosa con aspecto de escarabajo. Disparó y el tiro arrancó un enorme pedazo donde había estado el monstruo.
Desafortunadamente, este había saltado, evitando el disparo. Examinó el techo mientras volvía a recargar, buscándolo, pero no estaba en ninguna parte a la vista. Oyó un zumbido tras él y se giró para encontrar a la cosa escarabajo volando directamente hacia él y el muchacho.

No tendría tiempo para acabar de recargar y poder disparar de nuevo. Agarró la culata de la escopeta y la niveló por delante de la cara para mantener esas triturantes mandíbulas del insecto a distancia.

Este se precipitó sobre él. Oyó como algo se quebraba y el dolor se extendió por el brazo. Gritó en consecuencia, incapaz de contener el grito de agonía. El arma chocó ruidosamente contra el suelo y Heechul intentó arrastrar las manos para agarrar el cuello del escarabajo, pero el brazo izquierdo no respondió. Colgaba inútil al costado, con un profundo dolor ardiendo hasta el hueso que hizo que el estómago le diera un vuelco.

Se las arregló para poner una mano contra el pecho del escarabajo, pero era fuerte. Le empujó con facilidad, haciendo que se deslizaran por el suelo de madera junto con el pequeño.

Heechul echó un rápido vistazo sobre el hombro y vio que se estaban precipitando hacia uno de los enormes agujeros en el suelo. Desafortunadamente, nada le vino a la mente.

Un rugido de ultraje llegó desde algún lugar de la sala, pero no podía imaginarse de dónde había salido o lo que significaba. Todo lo que podía hacer era quedarse en pie e intentar reducir la marcha de la cosa.

Por el rabillo del ojo, vio un brillo metálico destellando más allá de donde estaba. La cabeza de esa cosa parecida a un escarabajo pasó volando y su cuerpo comenzó a caer hacia
delante.

Cada latido de corazón hacía que le palpitara el brazo, pero lo ignoró y puso hasta el último gramo de su fuerza en empujar al escarabajo a un lado. Este cayó y golpeó el suelo con un seco traqueteo.

—¿Estás bien? —preguntó Siwon.

Heechul hizo un rápido examen del almacén y sólo vio cadáveres. Todos los monstruos estaban muertos, gracias a estos hombres. Nunca habría sobrevivido esta noche sin ellos.
Heechul asintió.

—Tengo el brazo roto, pero viviré.

Ahora, si sólo pudiera mantenerse de pie y no derrumbarse ante sus pies, sería fantástico.
Muy profesional.

Se centró en Siwon en un esfuerzo por no pensar en el dolor. Su pelo tenía el aspecto de estar siempre despeinado. Era varios centímetros más alto que Heechul, lo cual no era pequeña hazaña. Podía incluso decir que bajo la ropa, él era todo músculo, pero no tan abultados como para que obstaculizaran sus movimientos. Había visto su destreza de primera mano y tenía que admirar a cualquier persona que pudiera moverse tan rápido, tan fluidamente, mientras que se veía como si no hubiese hecho más esfuerzo que el de bajar por la calle.

Pero más que eso, era su rostro el que lo mantenía interesado. Había algo en su rostro que le intrigaba, que le atraía. Líneas de cansancio enmarcaban su boca como si hubiese pasado un infierno, pero su postura era fuerte y constante. Podía ser que hubiera sufrido, pero no lo habían derrotado.

Heechul no tenía nada sino respeto por un hombre como él, lo cual era absurdo, porque no sabía nada sobre él. La noción de que podía leerle mirando su cara era sólo una completa estupidez. Entonces, de nuevo, la estupidez era el tema de la noche.

Quien quiera que fuera, lo había salvado la vida esta noche, y estaba agradecido por ello.

—Gracias —le dijo.

Siwon se estiró hacia él como si fuera a tocarle el rostro.

—Es un placer.

—No lo hagas —gritó Hyungsik—. Aquí no. Es demasiado peligroso. Sabes lo que le sucedió a Kangin cuando tocó a Leeteuk.

La mano de Siwon se cerró en un puño y la dejó caer al costado.

Quizás hubiese sido su imaginación, pero cuanto más cerca había estado su mano de él, menos le había dolido el brazo. Ahora que la había retirado, el dolor destelló por su extremidad otra vez y cerró las rodillas para permanecer en pie.

—Está mal, ¿no es cierto?

—No es agradable —admitió Heechul.

—Yo puedo ayudarte —ofreció Hyungsik— Reparar tu brazo y eliminar el dolor.

—Toca su sangre y eres hombre muerto —dijo Siwon, la voz áspera con la amenaza.

Heechul se miró el brazo, aterrado de que quizás estuviera sangrando. Los monstruos parecían ser capaces de olerle la sangre y algunas veces les conducía a él.

—¿Qué sangre?

—No era eso a lo que se refería él —dijo Hyungsik— Simplemente está siendo un poco posesivo.

—Kangin nos advirtió a todos de lo que le habías hecho a Leeteuk. A él no se lo harás.

Heechul no tenía idea de qué estaban hablando, pero ahora mismo, realmente, le importaba una mierda. Quería sacar al niño de allí y conseguir que le arreglaran el brazo de modo que dejara de ponerlo enfermo con cada latido de corazón.

—Realmente aprecio lo que habéis hecho todos aquí esta noche, y odio pediros más ayuda, pero no hay forma de que pueda conducir. ¿Puede alguno de vosotros, llevarnos en mi coche al hospital y dejarnos allí?

—Un hospital no ayudará al chico —dijo Hyungsik— Pero yo puedo.

Heechul no confiaba en él. Nada en esa hermosa cara era humano. Por lo que sabía, podría ser uno de ellos.

Midió a Hyungsik con la mirada.

—Mantente alejado de él. Es mi responsabilidad y tú no vas a tocarle.

—Tiene buenos instintos. Tengo que concederle eso —dijo el hombre de mirada enfadada.

La voz de Hyungsik bajó a un tono de advertencia.

—Mantente fuera de esto, Yesung. Esto no te concierne.

—Tampoco te concierne a ti, de hecho —dijo Siwon— Tu trabajo era ayudarme a encontrarlo. Y ya lo has hecho.

—Tenemos un trato —dijo Hyungsik.

—Y lo mantendré hasta al final.

—Lo sé. Pero ¿y si él no es tu pareja? Todavía no lo has tocado.

A Heechul le dolía demasiado como para seguir su conversación. Sabía que estaba en el centro de ello, pero no tenía idea del porqué. Y francamente, ahora mismo no podía permitirse el que le importara.

—¿Podemos, por favor, llevar al niño al hospital?

Hyungsik lo miró como si fuera a decir algo, pero Siwon habló antes de lo que quiera que fuera a decir.

—Absolutamente —se arrodilló frente al chico, pero todavía la miraba—. ¿Cuál es tu nombre?

—Heechul.

—¿Heechul qué? —exigió el hombre llamado Yesung.

Tenía unas facciones tan firmes que se agrietarían si intentaba sonreír.

Una ola de dolor rugió sobre Heechul y tuvo que apretar los dientes para permanecer en pie. Ya, podía sentir la piel debajo del hombro empezando a hincharse.

—Kim —graznó él— Y sólo para que quede claro, no os molestéis en preguntar por mi número de teléfono. No salgo con hombres que llevan espadas.

Lo cierto era, que por lo general, no salía. Nunca tenía tiempo, no con el reciente incremento en las desapariciones de niños que había a través del medio oeste. Tenía suerte si encontraba tiempo para dormir y comer. Más niños desaparecían cada mes y necesitaba estar disponible para encontrarlos.

El pobre chiquillo estaba ahora perdido, encerrado dentro del terror de lo que había visto esa noche. Al menos podría decirles a sus padres en qué instalaciones estaría mejor cuidado. Las había investigado todas.

—Hyungsik—dijo Siwon—. Cúrale el brazo.

—¿Eres médico? —preguntó Heechul.

—No exactamente —dijo Hyungsik.

—Entonces no vas a tocarme. Todo lo que necesito es largarme de aquí y nos arreglaremos a nuestro modo.

—Puedo reparar el hueso —dijo Hyungsik— Es fácil hacerlo después de haberse roto tan pronto.

Tan extrañas como eran esas noticias, tan receloso como estaba de aceptar más ayuda de esos extraños en absoluto humanos, Heechul estaba tentado de aceptar su oferta. El estar escayolado durante seis semanas no sonaba en absoluto divertido. A parte que el tiempo que estuviera sin trabajar no iba a ser bueno de todos modos para todos los niños desaparecidos.

—¿Cómo?

—Simplemente alcanzaría tu interior con mi mente y volvería a juntar los trozos.

Heechul se quedó por un momento en atónito silencio. Sonaba serio, un hecho que la acojonaba aún más.

—Claro. Creo que estoy listo para irnos ya.

—No dejaría que te tocara si no fuera seguro —le dijo Siwon.

Heechul respiró demasiado profundamente y otro agudo dolor la atravesó el brazo.

—No sé quién o qué sois todos vosotros, pero no estoy seguro de querer saber más. En lo que a mí concierne, este planeta ya está bastante jodido como está.

—Todavía no está listo para aceptarnos, Siwon —dijo Hyungsik— Dale algo de tiempo. Una vez que el dolor sea demasiado, cederá.

No particularmente, pero entonces de nuevo, ellos no lo conocían tan bien, así que podía perdonar su ignorancia.

—Si cambias de opinión —dijo Siwon— Házmelo saber.

—No lo haré. Sólo pon al niño en mi coche, por favor.

Siwon bajó la mirada hacia el niño con tal compasión que hizo que le doliera el pecho.
Claramente, no sabía que era demasiado tarde. Que Heechul había llegado demasiado tarde. Había fallado. Otra vez. Ese fallo le atravesó, doliendo incluso más de lo que podía dolerle el hueso roto.

Quizás era hora de colgar su escopeta. Dejar de usar sus habilidades para encontrar a los niños perdidos por su bien esta vez. Intentaba permanecer al margen, pero en ocasiones como esta, era difícil. Estaba desesperado por salvarlos a todos.

—Hey, pequeño —dijo Siwon en una profunda y calmante voz. Una ancha mano recorrió los miembros del niño como si buscase heridas. En la mano izquierda del hombre estaba un extraño anillo, una simple banda que pulsaba con color, girando en una iriscente mezcla de pequeños arco iris. Heechul tenía dificultad para apartar la vista de él—. Soy Siwon, y quiero que sepas que ahora estás a salvo. Nada va a hacerte daño. No mientras yo esté alrededor.

Incluso tan cínico como era Heechul, incluso sabiendo las cosas que sabía acerca de cuántos monstruos vagaban en la noche, creía que Siwon estaba diciendo la verdad. Eso sólo era más increíble que el hecho de que los monstruos existían realmente.

Hyungsik olfateó profundamente.

—Tenemos que darnos prisa con el niño. Se está alejando rápidamente —se volvió y miró a Yesung— Deberías hacerlo tú.

—De ninguna jodida manera, sanguijuela. No jodo con las mentes de los críos. Son demasiado fáciles de quebrar.

—¿Quebrar? —Preguntó Heechul, deslizando el cuerpo entre Yesung y el niño—. Eso no suena muy bien.

—No es eso —dijo Siwon, entonces volvió su atención hacia Hyungsik— Si Yesung no lo hace, yo me ocuparé del niño.

—Tú estás demasiado débil —dijo Hyungsik— Tomé demasiada sangre de ti anteriormente. Tiene que hacerlo Yesung.

Yesung sacudió la cabeza.

—Yo no tengo esa clase de delicadeza y tú lo sabes. Si quieres que mate alguna cosa, soy tu hombre, pero no voy a remendar a la gente. Ese es tu trabajo.

Hyungsik observó fijamente a Yesung con una mirada brillante.

—¿Estás ofreciendo suministrar el poder que necesito para curar la mente del niño?

La cara de Yesung se torció en disgusto y desnudó los dientes.

—No vas a tocar mi sangre. Jamás.

Heechul miraba de uno a otro hombre, intentando adivinar qué estaba pasando. Si él hubiese sido capaz de conducir quizás hubiese intentado volar de allí con el niño mientras discutían. Pero ni siquiera podía levantarlo, mucho menos conducir, y si lo intentaba, las oportunidades que tenían eran más de conseguir matar al niño que llevarlo a casa con sus padres.

—¿De verdad puedes ayudarlo? —le preguntó a Hyungsik— Si todo lo que necesitas es sangre, te daré algo de la mía.

—¡No! —gritaron Siwon y Yesung al mismo tiempo.

Hyungsik lo taladró con una mirada que lo hizo sentirse atrapado. Como un ciervo bajo la luz, condenado y atrapándose aún más en su prisa por soltarse.

—Tan tentadora como es esa oferta, temo que estos hombres me harían pedazos si despeino un solo cabello de tu cabeza. Quizás en otro momento.

Heechul no esta seguro de dejar que esos dos individuos musculosos se colocaran en medio del futuro del niño. No mientras tenía una escopeta tendida a algunos metros de distancia. Midió la distancia tentativamente hasta ésta. No estaba seguro de cómo iba a recargarla con sólo un brazo bueno, pero se las arreglaría de alguna forma.

—Quiero que lo ayudes—dijo— Cueste lo que cueste.

Si había esperanza para él, quizás la hubiese para Ryeowook.

Heechul aplastó ese pensamiento antes de que floreciera. No había lugar en su vida para falsas esperanzas. Sabía lo tristes que eran realmente las cosas y era mejor que fuera realista, como siempre lo había sido.

—No te atrevas a tocar su sangre —gruñó Siwon en un tono que hizo que el vello del cuello se la pusiera de punta—. Yo ayudaré al muchacho.

—¿Estás seguro? —preguntó Hyungsik— Tomé mucho de ti esta noche de modo que pudiera encontrarlo.

Los ojos de Siwon se centraron en Heechul tan brevemente que éste no estaba seguro de si había sucedido.

—Valió la pena. Estoy seguro que estoy lo bastante fuerte para esto.

—¿Y si no lo estás? —preguntó Yesung.

Siwon se llevó la mano al pecho como si le doliera, entonces le tendió a Yesung su espada.

—Entonces ya sabes qué hacer.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...