El Poder del Fuego- Capítulo 20



Leeteuk agarró el brazo de Kangin, listo para alejarle, pero él cubrió su mano.

—Es sólo una ilusión de una reminiscencia. Ese es todavía Zhoumi.

Leeteuk intentó relajarse haciendo frente a esa noticia, pero no podía. El siguiente hombre en la línea estaba ya haciendo esa cosa de fluctuar, y cuando se detuvo, era un monstruo de fango.

—¿Como se llama eso? —Le preguntó a Kangin en un chillido patético.

—Un kajmela. No te preocupes, son todos sólo efectos especiales. Changmin esta luciéndose ante ti.

Leeteuk dudó que un hombre tan poderoso como Changmin se preocupara de alardear ante alguien. Seguramente, no ante Leeteuk, quien parecía temer a su sombra.

El siguiente hombre en la fila se convirtió en una mezcla peluda de chimpancé y lobo, con encendidos ojos verdes que la asustaron hasta los dedos de los pies.

Una vez que el último hombre se había convertido en un monstruo horrendo, Changmin bajó sus manos y le dijo a Leeteuk:

—Esto es lo que se supone que debes hacer, niño. Juzga bien si eres o no capaz.

Yunho desenvainó su espada, lo que era aparentemente la señal para que los monstruos debieran atacar. El peludo se lanzó a la carga sobre sus cuatro patas, dirigiéndose directamente hacia Changmin.

Yunho dio un paso hacia el lado derecho de Changmin, plantó los pies y cuadró los hombros con su espada levantada. Esta reflejaba llamas anaranjadas y Leeteuk tuvo que luchar por permanecer tranquilo. Las llamas no estaban calientes, así que tal vez, eran simplemente una ilusión, también.

Leeteuk se aferró a ese pensamiento y se convenció de creer eso. Lentamente, algo del pánico residual comenzó a desvanecerse y pudo respirar más fácilmente.

La expresión de Yunho era serena, pero su cuerpo estaba en posición de golpear.

—Va a matarlos —dijo.

Kangin todavía lo abrazaba y su mano de deslizó por su cadera en una caricia tierna.

—La magia de Changmin los protege. No te preocupes. Ninguno será herido.

Tres de los sgath brincaron hacia Changmin. Agitó su mano una vez, como si sacudiera agua de él. Los sgath se estrellaron contra una barrera invisible y rebotaron.

Había cuatro haest y cubrieron la distancia más cautelosamente. Se dispersaron, haciendo extraños chasquidos. Dos se dirigieron hacia Yunho mientras uno más se movió hacia Changmin. Yunho intentó inclinar su cuerpo para ponerlo entre el haest y Changmin, pero las dos cosas se lanzaron sobre él con esos colmillos largos y transparentes y ya no le quedó nada más que defenderse. Su espada se balanceó en un arco mortífero que cercenó treinta centímetros de los cuatro colmillos.

Los haest emitieron chasquidos frenéticos, pero no cedieron. Le presionaron más duramente, abalanzándose con sus cabezas de insecto, manteniendo su espada ocupada esquivando sus intentos.

El haest que se acercaba a Changmin golpeó otra barrera invisible y azotó contra él. Chispas fluyeron de la pared mientras la cosa avanzaba.

Los pies de Changmin se deslizaron sobre el suelo mientras el haest empujaba de nuevo la barrera hacia el anillo de fuego.

Leeteuk se tensó ante la idea de Changmin quemado, pero Kangin acarició su espalda, diciéndole con su lenguaje corporal relajado que todo estaba bien. Changmin sonrió, y un segundo más tarde, pinchos se dispararon desde el suelo, atravesando al haest que le atacaba. Este, agitó sus largas piernas en el aire, pero no consiguió nada. La cosa quedó atrapada en los aguijones de piedra.

Estaba tan ocupado con ese monstruo que no había notado al haest que se había levantado tras él.

Leeteuk tomó aliento para gritar una advertencia pero fue muy tarde. Los largos colmillos se lanzaron hacia la espalda de Changmin. Una fracción de segundo antes de que pudiera alcanzarlo, la cosa saltó en el aire y aterrizó rodando a unos seis metros de distancia. Los colmillos del haest estaban hundidos en el suelo y tiraba de ellos en un esfuerzo por desenterrarlos.

Antes de que pudiera liberarse, otra elevación repentina de picos de piedra brotó del suelo y lo empaló.

Para ese momento, uno de los kajmela había consumido la espada en un esfuerzo por protegerla y el otro estaba fluyendo sobre la tierra hacia Yunho. Había matado a uno de los haest, y el otro estaba retrocediendo de su ataque cruelmente agresivo.

Retrocedió directamente hacia el kajmela, el cual lo absorbió y aumentó de tamaño.

Yunho no le prestó atención. Estaba al lado de Changmin y lo ayudaba a ponerse de pie. El se sacudió el polvo de su pantalón mientras Yunho deslizaba su mano sobre su nuca.

El aire repiqueteó de poder. Leeteuk podía sentirlo rodeándolo, sentía vibrar las piedras debajo de sus pies. Changmin inclinó la cabeza.

Los kajmelas estaban dirigiéndose hacia la pareja, acercándose más y más por momentos.

El aire a su alrededor se enfrió y cuando Changmin levantó la cabeza, Leeteuk pudo ver fuego ardiendo en sus ojos. Fuego real. Changmin abrió la boca y una columna de llamas explotó de sus labios. Levantó la mano hacia la kajmela y resplandecientes gotas de lava cayeron de las puntas de sus dedos y se agruparon en el suelo.

La cara de Yunho se retorció en un gruñido de dolor y el cuerpo de Changmin se estremeció un instante antes de que un pilar de fuego tan grueso como el tronco de un árbol saliera disparado de su mano y engullera al kajmela. Un horrible siseo agudo hizo erupción del monstruo, pero continuó avanzando, esparciendo fuego en su caída.

Changmin se desplomó, pero Yunho envolvió un brazo alrededor de su cintura y lo ayudó a bajar al suelo. Dejó caer su espada y extendió su mano desnuda sobre el suelo.
Leeteuk sintió la tierra debajo de sus pies enfriarse.

—¡Ahora! —Gritó Yunho.

Changmin débilmente levantó su mano y otra explosión de llamas salió a chorros, golpeando al segundo kajmela.

Ese grito se duplicó y Leeteuk cubrió sus oídos para bloquearlo. No le importaba si nada de esto era real. Se veía real. Sonaba real.

Uno de los sgath se había vuelto a poner de pie y rodeó a Yunho y Changmin.
Leeteuk intentó recordarse a sí mismo que era sólo práctica.

Una ilusión pretendida para asustarlo. Bueno, funcionaba perfectamente bien. Quería gritar una advertencia.

La mano de Kangin le cubrió la boca.

—Déjalo pasar.

Como si tuviera elección.

Los sgath no fueron a la carga esta vez, se movieron furtivamente, manteniéndose fuera de la vista del Suju. Los kajmelas estaban ardiendo, empequeñeciéndose por segundos, pero aún avanzando.

Yunho se empujó sobre sus pies y levantó a Changmin con él. Se colocaron espalda con espalda en el centro del círculo llameante usando la gigante piedra esculpida para proteger un flanco. Changmin se balanceaba sobre sus pies, pero la mirada en su cara era de determinación. Las llamas en sus ojos ardieron más brillantes y lágrimas de fuego se derramaron por su suave mejilla.

Yunho vio al sgath y preparó su espada para matarlo mientras Changmin miraba hacia los dos kajmelas ardiendo. Todos, los tres monstruos, atacaron de inmediato. El sgath fue más rápido y Yunho lanzó una cuchillada, fallando.

Sus ojos resplandecieron verdes de triunfo mientras iba por el flanco desprotegido de Changmin.

Como si leyera la mente de Yunho, Changmin giró en el último segundo, escasamente evitando las garras negras del sgath, que asestó tres cuchilladas filosas como navajas en su pantalón.

Changmin se agachó. La espada de Yunho cercenó donde su cuello hubiera estado y se clavó en el pecho del sgath.

Los kajmelas estaban ahora lo suficientemente cerca como para alcanzarlo con los negros tentáculos aceitosos. Uno salió disparado hacia Yunho. Changmin dejó escapar un grito de furia y lo bombardeó con un puñado de fuego.

Yunho liberó su espada del sgath derrotado y alzó a Changmin encima de la roca esculpida con un brazo. Su mano se cerró alrededor de su tobillo desnudo y Leeteuk pudo sentir la conexión entre ellos fortalecerse. Esa retumbante energía extraña reverberó en el aire con el poder de la magia que fluyó entre ellos.

Changmin estaba fieramente bello, de pie allí, con su pelo oscuro, sus ojos resplandeciendo con fuego y una sonrisa victoriosa en sus labios. Leeteuk nunca antes había visto nada tan notable en su vida.

Changmin alzó ambas manos hacia los kajmelas y soltó otra fuente de llamas hacia ellos. El fuego fluyó de las puntas de sus dedos, retorciéndose e hirviendo como si estuviera vivo.
Los kajmelas emitieron más agudos gritos seseantes, pero no cedió. Su cuerpo tembló por el esfuerzo, pero el fuego continuó, encogiendo a los kajmelas hasta que quedaron sólo planos charcos grasientos.

En el centro de uno de esos charcos estaba la espada.

El fuego fue disminuyendo y Changmin colapsó encima de la gran roca redonda. Yunho lo atrapó fácilmente y lo mantuvo muy cerca de su pecho.

El círculo de llamas alrededor del campo de batalla desapareció y la ilusión de los monstruos lo hizo también. Los hombres yacían en el suelo, magullados y gimiendo, pero ninguno estaba sangrando o quemado. Se pusieron de pie y fueron junto a Changmin.

Kangin tomó la mano de Leeteuk y lo guió a través del espacio abierto.

Yunho estaba sentado sobre el suelo, en la base de la gran roca redonda, y situó a Changmin en su regazo. Estaba inconsciente y pálido. Su mano izquierda rodeó su garganta y su expresión fue una de concentración profunda.

—¿Qué está haciendo? —Preguntó Leeteuk.

—Reviviéndolo. Se excedió en el uso del poder manteniendo en funcionamiento todas las ilusiones así como protegiendo a los hombres y combatiendo en la batalla.

Leeteuk sólo podía aturdirse ante cuánta energía tenía que llevarse esa clase de magia. Él ni siquiera había logrado hacer una chispa y estaba exhausto hasta el punto de caerse.
¿Cuánto poder de fuego poseía Changmin? Fue un pensamiento atemorizante.

—Yunho extrae más energía de la tierra y lo alimenta a través de su luceria.

Lo que fuera que estuviera haciendo estaba funcionando. Ya listo, Changmin estaba moviéndose y abriendo los ojos. Tenía un poco de congestión ocular, pero los ojos brillaban negros otra vez, lo cual fue un enorme alivio para Leeteuk. No creía que pudiera mirar de frente al hombre si todo ese fuego estuviera allí.

Changmin luchó por sentarse derecho y Yunho lo ayudó.

—Estoy bien. Dejadnos —les dijo a los hombres reunidos allí.

—Sí, mi señor —llegó la respuesta masiva. Esta vez, Kangin no se integró al grupo. Se quedó y sujetó a Leeteuk junto a él.

Cuando los hombres se hubieron ido, Changmin miró a Leeteuk impacientemente.

—Eso fue asombroso —dijo.

Yunho gruñó. No se veía complacido. De hecho, le dirigió a Changmin una mirada que prometía que escucharía lo disgustado que estaba más tarde.

—Habría sido mucho más asombroso si no hubiéramos pasado las dos semanas anteriores asesinando Saseangs cada noche, manteniéndolos a raya, para que nuestros hombres pudieran encontrar la espada de Kang. Estabas demasiado cansado como para haber hecho esto esta noche.

Yunho tenía una voz ronca que hacía juego con su cara áspera. Líneas profundas estaban esculpidas alrededor de sus ojos y su boca. Todo en él era duro.

Changmin palmeó a Yunho en la rodilla.

—Tenía que hacerse, Yunho. Estoy bien —se giró hacia Leeteuk —. ¿Ves ahora lo que se espera de ti?

—No hay forma de que alguna vez pueda hacer lo que tú has hecho. Aunque no tuviera un miedo mortal al fuego, no podría ejercer tanto poder.

—Quizás todavía no, pero un día lo harás. La pregunta es si deberías o no intentarlo.
Adentrarse en la batalla sin fuego sería como si uno de nuestros guerreros entrara sin su espada. Podrías hacerlo, pero sería tonto y peligroso para todo el mundo a tu alrededor.

La visión de Leeteuk relampagueó en su mente. El fuego lo rodeaba, y a través de las llamas oscilantes, podía ver esa media sonrisa orgullosa ladeando la boca de Kangin. Sólo que, a diferencia de las de Changmin, las llamas le quemaban, produciendo ampollas en su piel.
Eran reales y dolían como el demonio.

Cuanto más conseguía conocer a Kangin, cuanto más unido estaba a él, más le dolía su visión. ¿Por qué simplemente estaba allí y lo observaba sin tratar de ayudarle? ¿Era toda su nobleza desinteresada algún tipo de actuación? ¿O era algo más? Tal vez estaba mirándolo con orgullo porque estaba haciendo algo digno de eso. ¿Estaría dispuesto a ser quemado vivo si fuera por una buena causa? ¿Si salvara la vida de otro? Quería creer que lo haría, pero en verdad, sabía que era un verdadero cobarde. Tal vez, podría aceptar algún otro destino si fuera a salvar la vida de otro, pero no aquél. Lo había temido durante mucho tiempo. Ser quemado vivo era su peor pesadilla.

—No quiero usar fuego —le dijo a Changmin con una voz llena de vergüenza—. Jamás.

Changmin volvió su mirada negra sobre Kangin. Tan precioso como era, había algo atemorizante en él, alguna cualidad casi extraña que exigía respeto y obediencia.

—Lo que sé es que no quiero colgar tu espada en la Sala de los Caídos. También sé que si llevas a este niño dañado a combatir contigo, acabaré haciendo justo eso.

—No es tu decisión —dijo Kangin.

—¿No? Podría matarlo ahora mismo y acabar de una vez con esto. No me preocupa nada y felizmente lo vería morir en tu lugar.

Leeteuk no dudó ni por un segundo que Changmin decía la verdad.

La mano de Kangin fue a su espada y Yunho hizo a un lado a Changmin y se puso de pie en un movimiento tan rápido que fue difícil creer que había ocurrido.

—Desiste, hijo. No me hagas herirte.

La mandíbula de Kangin se apretó con fuerza, pero soltó su espada y aspiró profundamente. Leeteuk podía sentir la tensión vibrando en su cuerpo, la podía sentir vibrante entre ellos. Ese control le había costado mucho esfuerzo.

—No hables así, Changmin. Sabes que lo necesitamos. Lo necesito.

—¿A quién más debería escuchar él si no a mí? No hay otra pareja Suju alrededor.

—Eso no significa que tengas razón —insistió Kangin.

Changmin suspiró.

—Comprendo la clase de sentimientos que tienes hacia Leeteuk, pero Hyungsik ha mirado dentro de su mente y no hay esperanza para él. Está dañado. Nunca será lo que quieres que sea.

Leeteuk no estaba seguro de qué le conmocionó más, el hecho de que Hyungsik hubiera podido extraer algo parecido de su mente, o que pudiera tener razón.

—Ni siquiera le has otorgado el beneficio de la duda, ¿pero estás dispuesto a creerle a un Zea? ¿Sabes siquiera lo qué le hizo? —Demandó Kangin.

Changmin recorrió con la mirada a Leeteuk, quien estaba muy confundido. Sabía que Hyungsik se había paseado por sus recuerdos y había tomado algo de su sangre, pero por la forma en la que Kangin lo dijo, sonó como si hubiera violado sus derechos civiles o algo por el estilo.

Una presión llenó sus oídos y los sonidos de la noche, los grillos cantando y el viento a través de los árboles, desaparecieron completamente. Leeteuk se frotó los oídos e intentó bostezar para hacerlos abrirse. Un momento más tarde la sensación se fue, pero se había perdido cualquier cosa que Changmin hubiera dicho.

Lo que sea que dijera, enfureció a Kangin. Su cara se oscureció con ira y sus dedos se clavaron en su cadera.

—¿Está Hyungsik todavía aquí? Me gustaría tener… unas palabras con él.

—Deberías estar más preocupado por lo que tu señor va a hacer y menos acerca de lo que Hyungsik está haciendo.

—El Zea se trae algo entre manos —dijo Yunho.

Changmin agitó su mano en un gesto cansado.

—El Zea se trae siempre algo entre manos. Es su naturaleza.

Yunho atrajo a Changmin a su lado.

—Y es mi naturaleza hacerte descansar. Has dado al chico alimento para pensar. Dale tiempo de digerirlo.

¿Digerirlo? Más bien tragarlo y rezar para que no le pusiera enfermo.

—Prometí que ayudaría a Kangin a encontrar la espada de Kang —dijo Leeteuk —. No faltaré a mi palabra.

—Niño tonto —Changmin murmuró—. Al menos, habla con Sunny antes de que intentes algo tan tonto.

—Ya he pedido una audiencia con ella —dijo Kangin.

Los ojos negros de Changmin se estrecharon.

—¿Lo recibirá?

—No lo sé aún. Seungi dijo que me diría por la mañana si lo verá.

—Sunny lo verá. Me aseguraré de eso.

—Gracias, mi señor —dijo Kangin, inclinando la cabeza formalmente.

—No me lo agradezcas hasta después de que Leeteuk haya hablado con Sunny—dijo.

—Ya basta —Yunho recogió a Changmin en sus brazos—. La cama está preparada para ti.

Leeteuk les observó ir, sintiendo su mundo girar fuera de control debajo de sus pies. Había tanto que no comprendía. Parte de eso era cómo podría ser Changmin un feroz guerrero exhalando fuego en un minuto y pudiera acurrucarse en los brazos de Yunho al siguiente.
Parecía totalmente fuera de su carácter, de alguna manera.

—Necesitas descansar, también —dijo Kangin.

Leeteuk asintió. Estaba cansado hasta los huesos y dolorido por todas partes, por sus anteriores intentos de crear fuego mágico.

—¿Quién es Sunny y por qué necesito verla?

Kangin vaciló como si no quisiera decírselo, pero finalmente dijo:

—Sabe cómo funcionan las visiones del futuro.

—¿Cómo?

—Porque las tiene ella misma.




— Fuiste terriblemente duro con ese chico esta noche —dijo Yunho mientras acostaba a Changmin en su cama.

Changmin no estaba seguro de que tuviera fuerzas ni siquiera para taparse con las sábanas. Había llegado demasiado lejos esta noche. De hecho, había estado empujándose demasiado duro durante demasiadas noches seguidas. Los Sasaengs parecían estar burbujeando por todas partes últimamente. Algo totalmente malo iba a ocurrir. Podía sentirlo en los huesos.

—No tuve alternativa —le dijo a su marido.

Yunho le quitó los zapatos y deslizó sus pies debajo de las sábanas frías.

—No deberías haberle dicho a Kangin que estabas dispuesto a matarlo. Tendrías que saber que eso sólo avivaría los instintos protectores del muchacho.

Changmin miró a su marido, estudiando sus movimientos. Era gentil como siempre, pero había una vacilación leve en él que no podía entender. Yunho nunca vacilaba. Se movía con seguridad y certero autocontrol. Era lo que los había mantenido a ambos vivos durante tantos siglos. Tal vez lo sentía también, ese destino inminente que parecía latir en el aire alrededor de todos los Centinelas.

—Crees que estaba alardeando, ¿verdad? —Le preguntó.

Los torpes dedos de Yunho se movieron hacia el botón superior de su camisa y comenzaron a sacarlo de su ojal. No miró de frente, por el contrario, enfocó la atención en su tarea.

—¿No lo hacías?

—No —mantuvo sus emociones bajo un apretado control para que ninguno de ellos pudiera escabullirse de su unión. Estaba acostumbrado a mantener los secretos lejos de Yunho, por ahora. No le gustaba, pero era hábil en esconder la verdad. Nunca querría que supiera lo que le había hecho a él, lo que le había hecho a todos los Suju — Preferiría verlo morir antes que a Kangin. Hemos perdido demasiados últimamente. Boom, Kang y Woo. Y eso sólo en las últimas semanas. ¿Cuántos hombres más tenemos que perder antes de que tenga permiso para estar enfadado?

—Tienes permiso para estar tan enfadado como quieras, Changmin. Pero no tienes derecho a sacrificar a una persona por alguien a quien quieres más.

—No puedo perder a cualquiera de ellos. No ahora. No tan pronto. El pobre Boom... —su garganta se apretó mientras luchaba contra las lágrimas que no podía dejar caer.

Le llevó varios segundos antes de que estuviera seguro de que no lloraría.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...