En Tu Busqueda- Capítulo 11





La energía pulsaba alrededor de Heechul, vibrando en el aire. Podía sentir el poder fluyendo del collar, pero aún no podía tocarlo. Faltaba algo, pero no tenía ni idea de qué.

Ese poder que había estado suspendido allí, esperándole, estalló en una ola de electricidad. El pelo se le puso de punta y la piel se calentó cuando brillantes chispas volaron sobre los miembros. Los ojos se la calentaron y sintió que podría explotar.

Heechul cerró fuertemente los ojos contra la presión, y su visión se llenó con escenas de la vida de Siwon. Le vio como un chico aprendiendo a usar su espada, sus miembros desgarbados mientras se acostumbraba a su cada vez mayor longitud. Le vio como un adolescente combatiendo cuerpo a cuerpo con media docena de demonios. Le vio como un hombre más joven de pie, ante las tumbas de su madre y hermana.

Le oyó jurar ese día que haría todo lo posible para librar al mundo de los Sasaengs. Daría su libertad, su poder, su vida –todo- para proteger a aquellos a los que los Sasaengs cazaban.

Entonces vio a un hombre. Brian. Estaba de pie sobre una exuberante colina, su pelo rubio ondulaba en el viento. Y cuando Siwon se acercó a él, sintió su resignación. Su aceptación. Siwon lo había amado, pero Brian amaba a otro. Él había intentado obligarlo a quedarse con él, y Brian le había rechazado.

—Nunca seré tuyo —le dijo.

Heechul vio como se quitaba la luceria y la volvía a poner alrededor del cuello de él. Siwon cayó de rodillas y se agarró el pecho desnudo mientras él le miraba, con la cara calmada e impasible. Las hojas cayeron de las ramas del tatuaje hasta que estuvieron casi desnudas, y estuvo sudando y retorciéndose de dolor en el suelo.

También Brian vio su sufrimiento, pero después de mirar durante un largo momento, le dio la espalda y se alejó. Hacia otro hombre.

Horas más tarde, dos hombres jóvenes le encontraron yaciendo en el suelo. Ellos llevaron su cuerpo desmadejado de vuelta a un pueblo y le tendieron en el sucio suelo del interior de una tosca cabaña. Un hermoso hombre con una túnica gris se arrodilló a su lado. Le puso las manos sobre el pecho e inclinó la cabeza como si estuviera rezando.

Poco a poco, pequeños brotes comenzaron a formarse en las ramas de su árbol tatuado.

El hombre se desplomó sobre él y otro hombre con el rostro surcado por las arrugas lo cogió entre los brazos antes de que pudiera caer.

El adolescente Siwon abrió los ojos y vio lo que el hombre había hecho. Heechul no conocía el lenguaje en el que hablaban, pero entendía las palabras de todos modos.

—No has terminado de crecer aún, Suju —dijo el hombre con una voz débil—.Eso salvó tu vida. Eso y el hecho de que no estuviste con él demasiado tiempo. Afortunadamente, te recuperarás esta vez.

El anciano le disparó una mirada de advertencia.

—No habrá una próxima vez. No voy a permitir a Changmin hacer esto por ti de nuevo. Le cuesta demasiado. ¿Entiendes?

—Sí, señor.

El hombre mayor miró a uno de los chicos que había llevado a Siwon allí.

—Encuentra a Brian. Tráelo aquí para que responda por sus actos.

El muchacho se inclinó y huyó de la casa.

—Ve ahora, Siwon, y asegúrate que vales la pena por los problemas que has causado este día.

Siwon se puso en pie y se dirigió con paso vacilante hacia la puerta. Heechul podía
sentir su ira y su vergüenza como si fueran propias. También podía sentir su
determinación a hacer el bien y enorgullecer a ese hombre mayor.

Los años se precipitaron en la cabeza de Heechul. Vio pequeños atisbos de su vida.
Sus luchas para vivir a la altura de sus expectativas. Sus batallas. Había luchado y
matado a miles de monstruos, salvado cientos de vidas, y sin duda había hecho valer la
pena por todos los problemas que había causado.

¿Por qué, entonces, no sentía que había hecho lo suficiente?

Cuando volvió a la realidad, preguntó:

—¿Qué infiernos fue eso?

—¿Qué viste?

—A ti como un muchacho. Lo que Brian te hizo. No entiendo qué pasó, pero estuvo cerca de matarte, ¿no?

Él apartó la mirada.

—Eso fue el pasado. Lo que importa es lo que hagamos ahora.

—Hyungsik dijo que tú podrías ser capaz de hacerme lo suficientemente fuerte para
ayudar a Wook.

Fragmentos de esperanza iluminaron los ojos de él.

—¿Eso es lo que quieres?

—Sí.

—Entonces debemos completar nuestra unión.

—¿Cómo hacemos eso? —preguntó Heechul.

Se inclinó hacia él, mirándole la boca.

—Te he dado mi promesa de mantener tu sagrada vida por encima de la mía, y
ahora, para sellarnos juntos, tendrás que darme una promesa a cambio.

—¿Qué tipo de promesa? —preguntó Heechul.

—La promesa de que te quedarás conmigo —le dijo Siwon.

Ese era un voto de duración indefinida, y uno que lo ataría a él de por vida. Parte
de él sabía que engañarle estaba mal, pero a la otra no le importaba una mierda. Quería
conservarlo. Para siempre. No quería darle la oportunidad de alejarse como lo había
hecho Brian. No quería volver nunca a esa vida de tormento otra vez.

—No puedo quedarme contigo. Wook me necesita.

Su rechazo lo inundó con rabia y resentimiento. Quería rugir que también lo necesitaba, pero contuvo la lengua. Ahora no era momento para perder la cabeza. Tenía que tener cuidado allí. Precaución. Se había precipitado cuando se había vinculado con Brian, no incurriría en la misma equivocación dos veces. Ahora era más viejo. Un hombre adulto con más de tres siglos de madurez para mantenerlo estable.

Más de tres siglos de dolor que le gritaban que lo hiciera funcionar esa vez.

Siwon tomó su mano en las de él, puso un tono paciente y comprensivo.

—Nunca me interpondré en la manera en que cuidas de tu hermano. Ya te dije que te ayudaré a mantenerlo a salvo.

Heechul frunció el ceño como si intentara averiguar algo.

—Pero esto es una promesa real, ¿verdad? Puedo sentirlo.

Heechul presionó la mano contra su pecho.

—Lo que quiera que prometa sucederá, independientemente de si todavía quiero o no mantenerla hasta el final.

Así pues, conocía los riesgos. Siwon intentó convencerse de que era para mejor, pero falló. Necesitaba que lo liberara. Que lo salvara.

—Entonces prométeme lo que puedas. Dame tanto como puedas y me contentaré. —De alguna manera.

Heechul asintió lentamente e hizo su promesa con cuidadosas palabras.

—De acuerdo. Siempre y cuando no interfiera en la manera de mantener a Wook a salvo, te prometo quedarme contigo durante tres días.

Tres días. Un mero parpadeo de tiempo para un hombre que había vivido durante siglos. Incluso Brian se había quedado con él más tiempo.

Las magníficas visiones de Siwon de un futuro libre de dolor con Heechul se convirtieron en polvo. No habría un para siempre para ellos, sólo unos pocos breves días. Quería gritarle que eso no era suficiente, que tenía que retirarlo y darle más, pero era demasiado tarde. El vínculo estaba hecho, el pacto estaba hecho, y Siwon ya podía sentir la promesa haciéndose parte de él, aunque fuera una pequeña parte.

El resentimiento le subió por la garganta, dejando un sabor amargo tras él. Había pasado toda su vida luchando y sufriendo a través del dolor y la soledad de modo que pudiera mantener a los humanos a salvo de los Sasaengs. Ni una sola vez había evadido los deberes o había intentado evitar las misiones más peligrosas de modo que algún otro ocupase su lugar.

Casi había muerto por las heridas o el veneno más veces de las que podía contar, pero esa vez, volvería a las primeras filas tan pronto como fuera capaz, porque lo necesitaban. Y ahora, para sobrevivir, necesitaba una pareja, lo único que siempre había querido para sí mismo. Finalmente había encontrado a otra que podía salvarle la vida de modo que podría seguir luchando. Estaba dispuesto a darle todo lo que tenía, incluyendo su vida, y todo lo que Heechul tenía para ofrecerle a cambio eran tres días.

¿Cómo podía hacerle eso? ¿Cómo podía traicionarle tan cruelmente sin darle una oportunidad para demostrar lo mucho que tenía para ofrecer?

¿Podía ser él igual que Brian?

—Estás enfadado —le dijo, frunciendo el ceño confundida—. ¿Qué he hecho mal?

Siwon calmó sus desenfrenados pensamientos. Heechul podría probablemente ya sentir sus emociones escapándose a través de la conexión de la luceria, su anillo y el collar de él.

—No has hecho nada malo. Sólo esperaba más tiempo. Eso es todo.

Heechul entrecerró los ojos como si supiera que no le decía toda la verdad.

—¿No es suficiente?

El no lo entendía, pero por otra parte, ¿Cómo podía? No era parte de su mundo.
No sabía lo que su voto significaba o cómo afectaba a su vida.

—Estará bien —lo tranquilizó.

Al menos era más tiempo del que habría vivido probablemente sin Heechul. Debía haber estado feliz por ello. Pero no lo estaba.

—¿Entonces qué sucede? ¿Cuándo termine nuestro tiempo? —le preguntó Heechul.

—La luceria caerá y serás libre. —Y yo volveré a morir de dolor.

—¿Eso es todo?

Él eligió entender mal su pregunta. No quería que conociese su debilidad, su poder sobre él, y la culpa que le causaría si descubría la verdad. Se merecía algo mejor
que eso.

—Eso es todo lo que estás dispuesto a dar.

—¿Pero qué sucede si deseo permanecer contigo más tiempo que ese?

Siwon había estado tan ultrajado que no se había parado a considerarlo. La esperanza se alzó otra vez en él. No tenía que morir. El todavía podía salvarle. Todo lo que tenía que hacer era provocar que le amara antes de que se acabara su tiempo.

Entonces le prometería quedarse con él para siempre.

Podía hacerlo. Tenía la habilidad, ahora que estaba conectado con Heechul. Podía utilizar la luceria para invadir su mente y susurrarle a su alma que era el único hombre para él. Podía convencerlo de que estaría perdido sin él, y que se habían amado el uno al otro. Funcionaría.

Alzó la barbilla y le miró a los ojos. Quizás debía empezar ahora, mientras todavía no sabía nada de lo que él podía hacer. Le había salvado la vida, también la de Wook. Ahora confiaba más en él, lo cual iba a hacer más fácil que se deslizara dentro de sus defensas naturales. Para deslizarse dentro de él. Hacer que su cuerpo lo necesitara tanto como su mente. Entonces no tendría más opción que quedarse con él.

Parte de ese plan iba a ser fácil. Heechul ya lo deseaba. Todo lo que tenía que hacer ahora era mostrarle cuán bueno podía ser eso entre ellos.

Siwon inundó su nuevo vínculo con el deseo por Heechul. No había dejado de desearlo desde que lo había conocido, y era fácil dejar que esos sentimientos se liberaran y se hundieran. Dejándole sentir lo que sentía, esa acuciante necesidad de tocarlo. De saborearlo. De tenerlo desnudo y húmedo bajo él, donde podía tenerlo completamente.

Heechul parpadeó por un momento, y gimió. Entonces contempló su boca y como su lengua se deslizaba para mojarse los labios. Oh, sí, definitivamente lo estaba sintiendo ahora.

No había nada que Siwon pudiera haber hecho para evitar besarle, así que se rindió. Posó la boca sobre la de Heechul, uniéndolas juntas como si hubiesen sido hechos para ese único propósito. Heechul dejó escapar un pequeño jadeo de sorpresa, después se derritió con el beso. Su boca era cálida, suave y flexible y estiró la punta de la lengua para acariciarle el labio inferior.

Las manos de Siwon lo cogieron enderezándolo, cerrándose a su espalda. Lo sostuvo en el lugar mientras disfrutaba de su boca, acariciando, probando y jugando hasta que Heechul le devolvió cada movimiento de la lengua con uno propio.

En algún lugar de la mente sonaron campanas de advertencia, pero las ignoró. Heechul estaba en sus brazos, dispuesto e impaciente, y nada más importaba.

Deslizó las manos por sus hombros desnudos, era todo lo que podía hacer para evitar gruñir de placer. La chispa que había sentido cuando lo había tocado antes se había magnificado hasta hacerse un glorioso y ardiente fuego en las entrañas. El más ligero de sus toques lo encendía, haciéndole desear poder arrancarle la ropa y hundirse en su flexible cuerpo. Heechul lo adoraría. Se aseguraría de ello. Besaría cada extensión de su lisa piel, exploraría cada tentador hueco y curva con la lengua. Lo despojaría de cualquier reserva que tuviera con tiernas caricias de las manos y boca. Le quitaría la ropa y adoraría su cuerpo con el suyo hasta que no hubiese ningún lugar entre ellos que no fuera la resbaladiza pasión.

Entonces sería suyo. Totalmente. Completamente. No habría vuelta atrás.

Heechul estaba realmente cerca, justo al borde de darle todo lo que quería. No tendría que empujarle mucho para ello. Su mente estaba abierta, receptiva y débil ahora mismo. Sólo tomaría una pequeña brizna de poder sobre sus pensamientos y estaría de camino a la total devoción.

Su esclavo.

Ese pensamiento lo detuvo en seco. No quería eso para Heechul. Esa era la manera en la que trabajaban los Sasaengs. Obligaban a sus sirvientes humanos, los Dorjan, a amarlos, a trabajar para ellos.

Siwon se alejó de él, tanto en mente como en cuerpo, antes de que hiciera algo irrevocable.

Imperdonable.

Heechul intentó atraerle de nuevo, pero estaba demasiado débil y no podía hacer nada, por lo cansado que estaba ahora mismo.

—¿Por qué te detuviste? —le preguntó en una voz llena de deseo.

—No podemos —le dijo en un susurro—. Lo deseo, pero… está mal. No es real.

—¿Qué no es real? —le preguntó. La voz aturdida—. Para mí seguro que se sentía real.

Siwon se apartó un par de pasos, dejando a Heechul allí tendido, todo expuesto y sin respiración. Tuvo que apartar la mirada y centrarse en el vacío hogar de la chimenea para recuperar su autodominio.

—Sí. Lo era. —Porque él era un jodido bastardo.

Haciéndolo que fuese real para él.

El estómago de Siwon se encogió y tuvo que ajustarse los pantalones y respirar profundamente sin emascularse a sí mismo.

—Lo siento.

—¿Por qué? —preguntó con voz embriagada—. Estaba justo aquí contigo, listo, anhelante e impaciente.

Los persistentes efectos de los besos eran todavía visibles. Su piel se había calentado, y un precioso sonrojo rosado había cubierto sus mejillas. Sus labios estaban hinchados y separados en invitación, y la desgarbada postura de sus largas piernas hacían que Siwon apretara los puños dolorosamente para impedirse estirarse a por él.

—Lo sé. Ninguno de nosotros estaba pensando correctamente. Hyungsik y Wook están a sólo una puerta de distancia.

—Wook —jadeó como si hubiese olvidado que tenía incluso una hermana—. ¿En qué estaba pensando?

Se cubrió la cara con las manos y dejó escapar un gruñido de frustración.

La urgencia de consolarle tironeaba de Siwon, pero consiguió mantener las distancias.

—Voy a limpiar ésta sangre antes de que sea un problema. —Se puso de pie, o más bien, esa fue la intención. En cambio, se tambaleó haciendo una mueca cuando la erección se pellizcó dolorosamente contra la cremallera y cojeó hacia la cocina.

—Hyungsik manipuló la sangre de Wook como alguna clase de basura tóxica. Me hizo envolver la intravenosa en una toalla mojada para que los monstruos no pudieran olerla y dejarlo todo bajo el chorro del agua.

—Probablemente debí haber tenido más cuidado con la mía, pero no pensaba correctamente.

Lo siguió a la cocina, pero se mantuvo a una prudente distancia. También había una mancha de sangre en su camiseta. Él se la indicó con un movimiento de cabeza.

—Vas a tener que cambiarte. Tengo que quemar esa camiseta, junto con cualquier cosa que tenga sangre de Wook.

Heechul vio la sangre, la miró con horror, y se quitó la camiseta.

—¿Hay algo limpio por aquí? —preguntó Heechul.

—Al menos uno de los armarios de los dormitorios está lleno de ropa. Coge lo que quieras.

Se volvió para hacerlo, cuando un grito atravesó la pequeña casa. El grito de Wook.



Heechul abrió la puerta del dormitorio de golpe, incapaz de contener el temor por su hermano. Estaba a sólo veinte pasos del dormitorio, pero en ese momento, la mente de Heechul fue a través de todas las horribles cosas que Hyungsik podía haberle hecho. O tal vez no era Hyungsik después de todo. Quizás los monstruos los habían encontrado a causa de la sangre.

Cuando llegó a la habitación, Wook estaba fuera de la cama pateando y golpeando a Hyungsik. Él estaba frente a la ventana abierta, bloqueándole la salida con el cuerpo.

—¡El me necesita! —Gritaba Wook—. Tengo que ir a él.

—Estoy aquí —le dijo Heechul, apresurándose a entrar—. Estoy bien.

Los ojos de Wook se encontraron con los de Heechul, pero había poco del hermano que Heechul recordaba ahora mismo en su interior. Todo lo que quedaba era la aterradora desesperación por el miedo. Heechul lo había visto demasiadas veces como para desear que tuviesen algún tipo de tranquilizante con ellos. Esa era la única cosa que había funcionado en el hospital para calmarlo de modo que no se hiriera a sí
mismo.

—Tú no —gritó Wook como si le doliera—. Henry. Le están haciendo daño.

Wook arañó el cuerpo de Hyungsik, pero él ni se movió ni intentó evitar su asalto.

Hyungsik hizo una mueca y miró a Heechul.

—No quiero lastimarlo, y si intento detenerlo, lo haré. Tienes que calmarlo.

Wook gritó con frustración y cogió el marco de un cuadro de la pared. Lo lanzó contra la cara de Hyungsik. Él se agachó a un lado, pero no lo suficiente. El marco se astilló, el cristal se rompió y algo de eso le golpeó, abriéndole una brecha en la sien.

—Mierda —dijo Siwon desde detrás de Heechul, y corrió al cuarto de baño.

Wook cogió un trozo del dentado cristal del marco roto. Tenía unos veinticinco centímetros de largo y lo sostenía como un arma que estuviese dispuesto a utilizar. Los brazos estaban temblando por el esfuerzo de sostenerlo, y temblaba como si estuviese a punto de caer.

Heechul se adelantó lentamente.

—Wook, por favor baja el cristal. Te vas a hacer daño.

Los ojos de Wook estaban salvajes, pero abogaron a Heechul para que entendiera.

—Tengo que ir. Henry me necesita.

—Henry se ha ido, bebé. Nadie va a lastimarlo nunca más. —Decir las palabras hizo que a Heechul se le agarrotara la garganta con la necesidad de gritar y maldecir como Wook estaba haciendo.

Envidiaba la habilidad de Wook para dejarse ir y evadirse del mundo. Pero Heechul tenía que ser más fuerte. Permanecer controlado. Era el único que quedaba para cuidar de Wook.

Una delgada lágrima bajó por la mejilla hundida de Wook, rompiéndole a Heechul
el corazón.

—Le están haciendo daño ahora. Puedo verlo. Sentirlo. Ayúdalo por favor. Sálvalo. —Wook se quedó mirando hacia la noche—. Está diciendo tu nombre. ¿No puedes oírlo?

Heechul cerró los ojos otra vez contra la imagen de su hermano pequeño gritando pidiendo ayuda. Había tenido ocho años, llevaba un pijama blanco, arañando el brazo del monstruo que lo sujetaba. Eso había sucedido de verdad, e incluso aunque fue hace años, era todavía tan horrible y devastador en estos momentos como lo había sido entonces. Heechul le había fallado a su hermano y permitió que los monstruos se lo llevaran.

Y ahora iban a matar también a Wook. Lentamente. Horriblemente.

Heechul se tragó el dolor, apretó los dientes para luchar contra las lágrimas, y caminó hacia Wook.

—Tienes que dejarlo ir. Sé que es duro de aceptar. Me ha llevado años hacerlo yo mismo, pero él se ha ido, bebé. Lo busqué durante mucho tiempo —durante años— y nunca lo encontré.

—Yo lo veo.

—No es él. Son los monstruos mintiéndote, engañando tu mente. Henry no querría que sufrieras de ésta manera.

Siwon salió del baño con una toalla mojada. Hyungsik cambió la camiseta que había estrujado contra la herida por la toalla.

—Tengo que marcharme antes de que los conduzca aquí —le dijo a Siwon.

Siwon asintió, pero mantuvo los ojos sobre Wook y esa improvisada arma.

—Me alimentaré de modo que pueda curarme y volveré lo antes posible.

—Si no vuelves antes de que amanezca, los llevaré a la SM.

Hyungsik asintió y se marchó.

—Dame el cristal —lo coaccionó Heechul.

Wook agarró con más fuerza el cristal, su frágil piel solamente a una pulgada de rasgarse con el filo. No podía soportar más heridas. Estaba demasiado débil.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo? —Bramó Yesung desde el umbral—.Hyungsik salió de aquí como si le ardiese el culo. ¿Qué le has hecho? ¿Y por qué demonios no me dejaste mirar?

Heechul se volvió para decirle que estaba intentando ayudar a su hermano, pero él no estaba hablando con él. Estaba hablándole a Wook.

Cruzó la distancia a zancadas, apartó a Heechul del camino y dijo:

—Dame ese jodido cristal y mueve tu culo a la cama antes de que te vengas abajo.

Wook ladeó el cuello para mirarle y parpadeó unas pocas veces. Entonces, asombrosamente, le ofreció a Yesung el cristal roto.

Él lo cogió y lo lanzó sobre el aparador sin mirar dónde caía, rompiéndose.
Estaba demasiado ocupado fulminando a Wook cuando se movía lentamente hacia la cama. Wook se arrastró de nuevo sobre el colchón.

Yesung dio un tirón a la manta hasta que ésta lo cubrió hasta el cuello, entonces asintió una vez más como si estuviese satisfecho.

Se volvió a Siwon.

—¿Ni siquiera puedes mantener a un escuálido hombre en la cama?

—No es culpa de Siwon —dijo Heechul—. Hyungsik lo estaba vigilando.

—Jodida sanguijuela —gruñó Yesung en voz baja.

Heechul se sentó sobre la cama y comprobó las manos de Wook en busca de cortes. Estaba más pálido de lo normal y sudaba, pero parecía que no estaba herido. De hecho, parecía estar nuevamente calmado y ser él mismo.

—¿Estás bien? —le preguntó Heechul.

Wook asintió. Tenía los ojos rojos de llorar, pero al menos las lágrimas habían dejado de caer.

—No, él no está bien —escupió Yesung —. Está malditamente delgado. El niño necesita una hamburguesa con queso.

Heechul lo fulminó con la mirada. No le importaba lo enorme que fuera, no iba a hablarle de Wook como si lo conociese.

—Tiene problemas para comer. Regresa al infierno.

Yesung rodó los ojos y se sentó en una silla cerca de la ventana.

—¿Mejor ahora? Estoy al otro lado de la habitación.

Wook le tocó el hombro a Heechul.

—Tienes que encontrarlo. Prométeme que lo encontrarás.

Heechul reunió lo que le quedaba de paciencia.

—No puedo, bebé. Henry está muerto. Cuando te sientas mejor, te llevaré a ver su tumba de modo que sepas que es verdad.

—Agujero vacío, agujero vacío, agujero vacío. —Esa mirada vacía volvió, y Heechul quiso gritar de frustración y rabia.

En vez de eso, apartó el pelo blanco del rostro de Wook y se obligó a utilizar un tono calmado.

—Intenta dormir algo. Tenemos que irnos pronto, y quiero que intentes comer algo antes de que nos vayamos.

-Sangre no. No la beberé. No puedes obligarme. —Wook se había ido ahora, sólo permanecía una cáscara vacía de loco terror.

Heechul había visto esa mirada suficientes veces para saber que era inútil intentar razonar con él. Sin las drogas que le daban en el hospital, probablemente tampoco sería capaz de dormir. Wook se estaba consumiendo ante los ojos de Heechul y no había nada que pudiera hacer para detenerlo.

La fuerte mano de Siwon le apretó el hombro y el toque de su piel desnuda sobre la suya le ayudó a calmarse. Dándole fuerzas para no perder la esperanza.

—Nada de sangre. Te lo prometo.

—¿El polluelo piensa que lo estás alimentando con sangre? —preguntó Yesung.

—Déjalo —le advirtió Siwon—. No tienes idea de lo que está pasando aquí.

Yesung resopló.

—Sé que morirá si no lo alimentas.

La cólera emergió dentro de Heechul hasta que no tuvo más opción que dejarlo salir. Se apartó de la cama y se precipitó hacia donde se sentaba Yesung.

—¿Crees que sabes lo que es mejor para Wook cuando ni siquiera su hermano o un equipo de médicos ha podido ayudarle? Bien. Cuida tú de él entonces. Aparentemente eres alguna clase de experto.

—Tú lo consientes.

—Está enfermo. Necesita ser consentido.

Yesung se irguió en toda su estatura y lo miró desde arriba con unos brillantes ojos negros desprovistos de misericordia.

—Protegido. No consentido.

—Lo estoy protegiendo.

—No de ti mismo.

Heechul no podía soportar más su arrogancia.

—Eres un estúpido si crees que sabes que es lo mejor para él.

—Entonces soy un tonto.

—Bien. Cuida de él ésta noche, pero lo juro por Dios, si lo lastimas, te mataré tan lentamente como un hombre pueda morir. —Eso era una promesa, y sintió la pesada rabia de ésta asentarse en él.

Se tambaleó y Siwon lo cogió, sosteniéndolo.

Yesung le dedicó una fría y vacía mirada.

—No deberías hacer promesas que no puedes cumplir. ¿No te lo dijo Siwon cuando te ató?

—Todavía no sabe la forma en que funcionan las cosas en nuestro mundo —dijo Siwon—. Pero eso no importa, porque no vas a lastimar a Wook, ¿verdad?

Yesung se encogió de hombros.

—Supongo que lo veremos.

—No voy a dejarle solo con él —dijo Wook.

—Claro que lo harás. Tenemos un pacto. Y mientras todos nosotros estemos haciendo esa clase de promesas… —Yesung se arrodilló delante de Heechul. Sacó su espada y se hizo un corte en el pecho, directamente a través de la camisa—. Mi vida por la tuya.

Gracias a Dios que Siwon todavía le sujetaba por el brazo o se habría caído entonces de culo. El juramento de Yesung cayó igual que una pesada manta sobre él. Atrapándolo.

—¿Qué infiernos? —exigió con un carraspeo.

Yesung le dedicó otra sonrisa vacía.

—Será mejor que te acostumbres. Tendrás más de ésta mierda una vez que lleguemos a casa.

Siwon le pasó una tranquilizadora mano sobre la espalda.

—No te preocupes por eso. Todo va a estar bien. —Lanzó al pecho de Yesung una
significativa mirada—. Límpiate.

—Claro que lo haré. Así que los dos podéis ir marchándoos al infierno. El chico loco y yo tenemos trabajo que hacer.

—El no va a trabajar de ninguna manera —le dijo Heechul a Yesung mientras él se iba al cuarto de baño colindante.

Heechul se movió para seguirlo, listo para golpearle hasta que dejara de ser un imbécil. Siwon se le puso delante y chocó con su duro cuerpo.

—Déjalo en paz, Heechul.

—No puedo. Es mi hermano. Está débil y no puede cuidar de sí mismo.

—Yesung no lo lastimará. Y alguien necesita quedarse con él de modo que no intente escapar otra vez a través de la ventana.

—Ese debería ser yo —dijo Heechul.

—Le dijiste a él que podía quedarse. Ahora tienes que vivir con ello. Intentar detenerle, sólo va a lastimarte y no puedo dejar que eso suceda.

Wook se había calmado, pero estaba contemplando el techo, los labios moviéndose una y otra vez en un silencioso cántico. Heechul no había sido capaz de hacer nada por él, pero Yesung parecía al menos ser capaz de hacer que escuchara. Quizás fuese mejor si dejaba que intentase las cosas a su manera. Nada más había funcionado.

Excepto cuando Siwon le había ayudado anteriormente a conseguir que comiera. Quizás si podía convencerle de que le enseñara cómo hacerlo, podría ayudar a Wook él mismo. Él le dijo que ahora tenía poder, y sabía exactamente cómo quería utilizarlo.

—De acuerdo —dijo Siwon, sintiendo un brillo de esperanza.

—Tú sabes lo que le gusta comer —dijo Yesung cuando salió del cuarto de baño— Hazle algo y déjalo fuera de la puerta. Yo conseguiré que coma.

Heechul rogó que su confianza no fuera en vano.

—Sólo ten cuidado con él.

—Sí, sí. Es frágil y toda esa mierda. Ya lo tengo. Ahora largaos de aquí.


1 comentario:

  1. Por lo que veo el poder de wookie es la videncia, u.u pero al pobre nadie le cree. Henrry esta vivo??
    Que pasara con Siwon pasados los 3 dias??

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...