Su cabeza dio vueltas mientras su orgasmo se desvanecía y sus dientes
retrocedían. Kwanghee se apartó y lo miró fijamente, como si estuviera ebrio.
—¿Ha terminado? —le preguntó.
Él asintió, luego lo besó. Y volvió a besarlo.
—Eres mío, Hwang Kwanghee. Ahora y siempre.
El sonrió.
Kevin lo recostó sobre la cama y se acostó sobre él. Sólo quería sentirlo.
Su compañero. La realidad de eso envolvió su corazón y lo hizo volar.
Kwanghee lo acunó con todo su cuerpo. Se sentía tan bien allí. Pasó la
mano por el cabello de Kevin y comenzó a reír.
—¿Fue tan divertido?
—Estaba pensando que no todos llegan a tener su propio lobo domesticado.
Los ojos de él brillaron.
—No estoy seguro de poder llamarme domesticado. Sólo tú tienes ese efecto
sobre mí.
—Eso es lo que más me gusta de todo.
Mientras agachaba la cabeza para besarlo, su teléfono sonó. Kevin se
apartó con un gruñido. Estiró la mano y el teléfono voló por la habitación,
hasta que lo agarró.
Kwanghee frunció el ceño.
—No estoy seguro que alguna vez me acostumbre a que hagas eso.
Él le mordisqueó el cuello juguetonamente, y luego atendió.
—Hola, Minwoo —dijo, y entonces se detuvo. Le miró, y Kwanghee notó la
confusión en sus ojos —. Gracias, realmente lo aprecio. Espera un segundo.
—Apretó el botón de silencio—. Es uno de los osos de El Empire, que está
cuidando a Hyunsik. Están teniendo su propia celebración del Día de Acción de Gracias,
y han decidido levantar temporalmente mi proscripción si quiero visitar a Hyunsik
esta noche.
—Está bien.
—Me preguntaba si te gustaría ir conmigo y conocerlo. Quiero decir, no es
que él esté hablando, pero…
—Me encantaría conocer a tu hermano —dijo, interrumpiéndolo. Kevin
pareció aliviado antes de regresar al teléfono.
—Sí, estaremos allí en un rato. Gracias.
Colgó el teléfono y lo colocó sobre la mesa de luz.
Kwanghee se quedó recostado allí, en silencio, intentando asumir lo que
había hecho. Lo que les había sucedido esa tarde.
—¿Estás seguro de que no estoy envejeciendo? No siento nada diferente.
—Deberías estar unido a mí pero, como nunca me he emparejado antes, no sé
cómo deberíamos sentirnos.
Kwanghee se miró la mano. Su marca ahora era de un vibrante rojo.
—Aunque esto es diferente. ¿Qué hay de la tuya?
—Se parece a la tuya. Esa era una buena señal.
—¿Tengo que seguir tomando tu sangre?
Él negó con la cabeza.
—Nunca más.
—Bien. Es realmente asqueroso pensar en eso. —Kevin se levantó y lo sacó
de la cama—. ¿Qué estás haciendo?
—Voy a bañarte, joven Kim para poder llevarte a El Empire y alardear
contigo frente a todos.
Cómo deseaba Kwanghee ser tan hermoso como él pensaba que era. Era tan
agradable estar con alguien que la veía color de rosa.
Kevin lo llevó al baño y abrió la ducha. Una vez que hubo regulado el
agua, abrió la cortina para dejarlo entrar primero.
Kwanghee se sentía un poquito incómodo. Nunca antes se había bañado con alguien.
Pero mientras Kevin comenzaba a enjabonarle el cuerpo, su incomodidad se desvaneció
en una ola de caliente deseo por él.
Él se veía realmente bien desnudo y mojado, y sus manos eran increíbles
mientras se deslizaban por cada centímetro de su cuerpo.
—Eres verdaderamente talentoso —le dijo, conteniendo la respiración
mientras él lo lavaba. Lo besó suavemente, dejó caer la esponja y usó sus dedos
para acariciarlo—. Nunca estás satisfecho, ¿verdad? —le preguntó Kwanghee al
sentirlo endurecerse nuevamente.
—No cuando se trata de ti.
Presionó su espalda contra la fría pared de azulejos. Le levantó una
pierna para envolverla alrededor de su estrecha cintura antes de deslizarse
dentro de él.
Kwanghee gritó de placer mientras él lo embestía. No fue hasta llegar al
clímax que se percató de que había envuelto ambas piernas alrededor de la
cintura de Kevin, y que él estaba aguantando todo su peso mientras continuaba
embistiendo.
El cabello de Kevin estaba mojado y chorreando agua al capturarle los
labios. Se enterró profundamente en su interior y entonces se estremeció.
Kwanghee estaba sólo vagamente consciente del rocío del agua contra sus
brazos y piernas mientras observaba el rostro de Kevin. Su lobo era hermoso cuando
llegaba al orgasmo. Lo sostenía sin esfuerzo mientras su cuerpo continuaba
temblando.
Una vez que hubo terminado, Kwanghee bajó las piernas mientras él se
retiraba. Kevin suspiró entrecortadamente, luego giró para enfrentar el agua.
Kwanghee presionó su torso impulsivamente contra su espalda desnuda.
Kevin siseó ante la sensación de Kwanghee contra él. El envolvió los
brazos alrededor de su cintura, deslizando las manos por su cuerpo.
—Sigue haciendo eso y jamás saldremos de esta ducha —le dijo roncamente.
—Claro que sí. No será muy divertido estar aquí si el agua se enfría.
—Cierto.
Entonces, para su deleite, lo dejó y tomó la esponja para bañarlo.
Kwanghee nunca había hecho nada como eso. En realidad, era muy divertido
enjabonar esos magníficos músculos y ayudarlo a enjuagarse el cuerpo.
—Eres decadente —susurró.
Él respondió a eso con una sonrisa y un beso.
Una vez que hubieron terminado, salieron de la ducha. Kwanghee pensó que
tendrían que vestirse, pero Kevin lo sorprendió volviendo a vestirlos con la
ropa que habían llevado a la casa de sus padres.
—¿Cómo lo haces?
Kevin se encogió de hombros.
—Es como respirar. Apenas pienso en ello y puf. Es magia.
—Desearía que me advirtieras un poquito antes de hacerlo. Aún estoy
acostumbrándome a todo esto.
Para complacerlo, lo condujo a través de la puerta y por el pasillo hacia
la habitación de Dongjun.
Kevin golpeó a la puerta.
—¿Sí? —dijo Dongjun desde adentro.
Kevin la empujó con el hombro para encontrar a Dongjun con el perro sobre
su cama.
—Íbamos a El Empire. Me preguntaba si te gustaría venir con nosotros.
—Seguro. ¿Cujo puede ir?
—Supongo que sí. Podemos meterlo en una de las jaulas si se pone
nervioso.
—¿Jaulas? —preguntó Kwanghee.
Kevin giró para enfrentarlo.
—Como El Empire tiene a muchas especies diferentes de animales, tienen
una habitación llena de jaulas en caso de que alguien se ponga desagradable.
Dongjun y Cujo desaparecieron del dormitorio.
—¿Cómo quieres ir? —le preguntó Kevin. Kwanghee suspiró profundamente.
—Hazme destellar, Scotty.
Kevin le tomó la mano y los transportó a El Empire.
A Kwanghee le llevó un segundo orientarse. Había pasado por este bar
millones de veces, pero nunca antes había estado dentro. Había un cartel en la
puerta que decía que estaba cerrado. Sin embargo, había mucha actividad
adentro. Al menos cincuenta "personas" estaban allí, incluyendo a Dongjun
y Cujo, quien olfateaba a varios ocupantes.
Varias mesas habían sido unidas para formar una mesa de banquete
realmente grande, cubierta con manteles blancos. Otra serie de mesas tenía más
comida de la que había visto en su vida. Había una docena de pavos, veinte
jamones, y al menos dos docenas de tortas y pasteles con cada acompañamiento
conocido, y algunos que no pudo identificar.
Pero lo que más le aturdió fue lo increíblemente atractivos que eran
todos allí. ¡Dios! Parecía una revista de modelos.
Kwanghee se sintió extremadamente intimidado.
—Kevin —dijo un hombre alto y hermoso mientras se acercaba a ellos—. Nos
preguntábamos si lograrías venir.
—Hola, Taeyang.
Kwanghee vio a dos "Taeyangs" más entrando a la habitación,
cargando más comida.
—Somos cuatrillizos —dijo Taeyang con una traviesa sonrisa—. Puedes
distinguirme por esto. —Levantó la manga de su remera para mostrarle su tatuaje
de arco y flecha, y luego señaló a sus hermanos—. El de mala apariencia es Donghyun.
El tímido que está allí, con el cachorro de oso en su falda, es Eli, y Hyunseong
es el que sostiene la fuente de patas de cangrejo. No te preocupes si no puedes
recordar quién es quién, sólo grita "cuatri" y responderemos.
Parecía muy abierto y amistoso.
—Soy Kwanghee —le dijo, extendiendo la mano hacia él—. Es un placer
conocerte.
Mientras lo saludaba, otro atractivo hombre rubio apareció detrás de Kevin.
Gruñó gravemente, recordándole a un lobo.
—Ni siquiera lo piensas, SShina —le gruñó Kevin, mirando letalmente al
hombre—. No estoy de humor para tu mierda.
—Lobos —le dijo Taeyang a Kwanghee—. Los alfas tienen que hacer esa
porquería de la dominación cada vez que se ven. Ves, yo soy un oso. Nos
llevamos bien con casi todos. A menos que te metas con nosotros, entonces te
arrancamos la cabeza. —Taeyang inclinó la cabeza hacia SShina—. ¿Por qué no vas
a ayudar a Papa a traer los barriles?
SShina se aproximó y olfateó a Kwanghee. Pareció calmarse un poco antes
de volver a mirar a Kevin.
—Seguro, Taeyang. No querría avergonzar a Kevin frente a su compañero
derrotándolo.
Kevin dio un paso hacia él, hasta que Taeyang se metió en el medio.
—Ve, SShina —le dijo Taeyang severamente. SShina finalmente se marchó. Él
respiró hondo y le sonrió—. Deberías haber probado con un oso, Kwanghee.
Entonces no tendrías que preocuparte por esto.
—Está bien. Estoy bastante encariñado con los lobos.
Vio que SShina se acercaba a Dongjun.
Dongjun se puso instantáneamente de pie, con un gruñido tan siniestro que
realmente le asustó. Siempre relajado y un poquito inepto, no tenía idea de que
Dongjun pudiera verse de ese modo.
Era verdaderamente terrorífico en su personalidad de lobo.
—¡Sepárense, lobos! —dijo una mujer alta y delgada mientras se metía
entre ellos—. O les arrojaré agua encima a ambos.
Donghyun apareció a su lado.
—¿Necesitas ayuda, ma?
—No de ti, cariño —dijo ella, palmeándole bondadosamente el brazo—. Ve a
ayudar a José en la cocina.
Donghyun lanzó a los lobos una mirada de advertencia antes de obedecer a
su madre.
Una vez SShina y Dongjun tuvieron algo de distancia entre ellos, la mujer
se acercó a Kevin y a él.
—Aquí estás, finalmente. —Besó a Kevin en la mejilla y luego se volvió
hacia Kwanghee—. Soy Mew, pero la mayoría de la gente me llama Mamá.
—Kwanghee —dijo, estrechando la mano de la osa. Mew le sonrió a Kevin.
—Es hermoso. Has progresado.
—Merci, Mew.
—Vamos —dijo, haciendo un gesto para que entraran más en la habitación—. Kevin,
preséntale tu compañero a nuestra gente mientras me aseguro que mis hijos no
peleen. Y no tengas miedo si no puedes recordar nuestros nombres, Kwanghee.
Eres un solo mientras que nosotros somos muchos. Los aprenderás con el tiempo.
Kwanghee le agradeció y entonces Kevin lo llevó por el salón, y la
presentó a los leones, tigres, osos, halcones, chacales y leopardos. Incluso
había un par de humanos allí.
Mew estaba en lo cierto. No podía recordar quién era quién o qué. Como
había sólo un puñado de parejas, la mayor parte de ellas compañeras de los
hombres, eran más fáciles de recordar. Pero los hombres… era suficiente para
hacerle dar vueltas la cabeza.
—¿Dónde está Hyunsik? —preguntó mientras Kevin terminaba de presentarlo a
la gente en la cocina.
—Está arriba. Vamos, y te lo presentaré.
Kevin lo condujo por una puerta que se abría hacia una enorme sala de
recibo Victoriana. Kwanghee se detuvo al verla. Lujosa y decorada con
antigüedades, la casa era asombrosa.
—Esta es la Casa Ha —le explicó Kevin—. Los Were-Hunters vivimos en este
lado de las cosas, donde estamos a salvo de ser descubiertos.
—Es hermosa.
—Gracias —dijo Mew desde detrás de ellos—. Ha sido nuestro hogar durante
más de un siglo. Nuestra meta es mantenerlo de este modo.
—¿Cómo pueden hacerlo sin que nadie descubra quiénes y qué son?
—Tenemos nuestros métodos —le dijo guiñándole el ojo—. La magia tiene sus
beneficios.
Le alcanzó a Kevin una pequeña vela votiva.
Kevin vio que el recipiente de vidrio tenía el nombre "Yewoon"
grabado. Su corazón sufrió al verlo.
—Siempre recordamos a quienes queremos, que se han ido —explicó Mew—.
Como Hyunsik no puede honrar a Yewoon, pensé que querrías hacerlo.
Kevin no podía hablar por el nudo que tenía en la garganta, mientras Mew
lo conducía junto a Kwanghee dentro de una habitación en la que había cuatro
velas en pedestales. La luz de las mismas titilaba como diamantes contra las
paredes verde oscuro.
—Hay tantos —dijo Kwanghee, asombrada por la cantidad de nombres.
—Vivimos mucho tiempo —dijo Mew—. Y estamos en guerra. Los Katagaria
contra los Arcadianos, los Dark Hunters contra los Daimons. Los Apolitas contra
todos. Al final, lo único que tenemos son los recuerdos. —Señaló dos velas que
estaban sujetas a la pared—. Esas son por dos de mis hijos. —Una lágrima cayó por su mejilla—. Es en su
honor que fue fundado El Empire. Juré que ninguna madre, sin importar que fuera
humana, Apolita, Katagaria, o Arcadiana, jamás conocería mi sufrimiento
mientras su hijo se alojara aquí, bajo mi techo.
—Lo siento tanto, Mew.
La osa inspiró y le palmeó el brazo.
—Agradezco tus palabras, Kwanghee. Es por ti que estoy renunciando a la
proscripción de Kevin. —Kevin se veía estupefacto—. Es mi regalo de bodas —dijo
Mew—. No tienes una manada que lo proteja y, como dice Shindong, has pagado un
precio demasiado alto por tu bondad. Protegiste a Sungmin para los Dark
Hunters, y entonces ahora te protegemos a ti y a tu compañero.
—Gracias, Mew —dijo Kevin—. Gracias.
Mew inclinó la cabeza y entonces se excusó.
Kevin encendió la vela y la colocó junto a la que era para la madre de
Colt. Su mano se demoró sobre el vidrio. Por su expresión, Kwanghee podía saber
que estaba recordando a su hermana. Que estaba sufriendo horriblemente por
ella.
Sus ojos estaban brillantes y resplandecientes mientras veía titilar la
vela. Un momento después, la miró.
—Vamos —dijo, tomando la mano de Kwanghee—. Es hora de que conozcas a mi
hermano.
Lo siguió fuera de la habitación y hacia la escalera. Mientras pasaban
junto a la primera habitación, un hombre salió, a quien Kwanghee reconoció.
—¿Carson?
El hombre parecía tan conmocionado por su presencia como él por la suya.
—¿Kwanghee? ¿Qué estás haciendo…? —Su voz se desvaneció mientras
olfateaba el aire. Sus ojos se ensancharon—. ¿Eres uno de nosotros?
—¿Nosotros?
—Carson es un halcón —explicó Kevin.
—¡No puede ser!
Carson asintió.
—Soy el veterinario residente, y doctor aquí en El Empire.
Él abrió la puerta del cuarto del que estaba saliendo, para mostrarle una
sala de consulta ultramoderna, que estaba llena con algunas de las jaulas que Kevin
había mencionado.
—No puedo creerlo —dijo Kwanghee mientras miraba fijamente a Carson.
Hacía años que lo conocía.
—Yo tampoco —dijo él. Miró a Kevin—. Supongo que debo felicitarte. Sí
sabes lo que su padre hace para ganarse la vida, ¿verdad?
—Sí. El Rey Castrador.
Carson respiró entre dientes.
—Tienes agallas, lobo. Montones y montones de ellas.
—Sí, lo sé.
—Bueno, supongo que iban camino al cuarto de Hyunsik. Los veré abajo.
Kevin lo llevó a la siguiente habitación, que era un dormitorio.
Kwanghee esperaba a medias encontrar a un hombre en la cama, y se
sorprendió un poquito al ver a un lobo gris amarronado allí. También había otro
joven rubio extremadamente atractivo, que podría haber sido el hermano menor de
Mew.
Kevin le presentó al joven hijo de Mew, Minwoo, quien rápidamente se
disculpó y los dejó a solas con Hyunsik.
Kevin soltó la mano de Kwanghee mientras se acercaba y se arrodillaba al
otro lado de la cama, hacia donde Hyunsik estaba mirando.
—Hola, hermanito —le dijo en voz baja—. Traje a alguien aquí, que quiero
que conozcas. ¿Kwanghee?
Se unió a él.
El lobo no se movió ni un poco.
—Hola, Hyunsik —dijo Kwanghee. Miró a Kevin—. ¿Puedo tocarlo?
—Si quieres.
Colocó la mano sobre su cabeza y lo acarició detrás de las orejas.
—Es un placer conocerte finalmente. Kevin me ha hablado mucho sobre ti.
Aún así, él no se movió. Kwanghee quería llorar por los dos. Podía sentir
cuánto le dolía a Kevin que su hermano no los reconociera.
—Supongo que te llevaré abajo —dijo Kevin con tristeza.
—Está bien. Podemos quedarnos un rato. No me molesta.
—¿Estás seguro? —El asintió—. Está bien, iré a buscar algo para beber y
regresaré enseguida.
—Espera —le dijo antes de que pudiera desaparecer—. ¿Hay algún baño
cerca?
—Hay uno en la oficina de Carson.
—Bien.
Kevin desapareció de la habitación. Kwanghee se fue, para ocuparse de su
asunto.
Mientras salía del baño, notó que la oficina de Carson tenía un espejo
bilateral que daba a la habitación de Hyunsik.
Pero no fue eso lo que le hizo detener el corazón. Parada en el
dormitorio de Hyunsik, estaba Jiwon.
Esto ya valió.....es que no puede haber un momento de paz después de algo tan bonito.
ResponderEliminarSik sin reaccionar....por quien de los tres irá?
Minwoo salio y no hay nadie con Sik...Kevin no esta...alguien(?)
Como vio Kangwee a Jiwon?, no es la hermana muerta de Kevin?, santo cielo las cosas se ponen mejor cada capitulo me encanta, mi querida Yota esta increible.
ResponderEliminarLa que ve Kwang es la mamá de kevin
EliminarHay no... de veras la madre desalmada le hara algo a Hyunsik mientras esta como esta??
ResponderEliminar