Pasión de Luna (DH6)- 18




Su primer instinto debía ser escapar, pero Kwanghee se obligó a tomar la mano de la mujer. ¿Qué diablos? Él ya había perdido la cabeza. Lo menos que podría hacer era ver donde este episodio sicótico iba a llevarle.

Con un poco de suerte, este sería algún lugar más agradable y más caliente que este cuarto espartano.

Kwanghee se rió del pensamiento.

Jiwon lo soltó mientras dejaban el cuarto.

Kwanghee la siguió fuera de la choza sólo para encontrarse en medio de lo que parecía ser un valle verde con montañas que se elevan alrededor de ellas. Esto era encantador, aunque más bien frío para su gusto.

Cómo lo habían llevado allí, no tenía ni idea. Esto no era Nueva Orleans, que era donde había estado hacía cinco minutos.

Incluso más extraño, todo el mundo a su alrededor estaba vestido con ropa antigua y hablaba una lengua que ni siquiera podía comenzar a entender.

Y cada persona cerca de ellos hacía una pausa para mirarlos fijamente mientras pasaban. El silencio se establecía instantáneamente. Misteriosamente. Todo quedó quieto

Pero eran los hombres quienes capturaron la atención de Kwanghee, sobre todo ya que cada uno se detenía y se daba vuelta para mirarlo fijamente como si él fuera su objetivo o su presa.


Él comprendió que a excepción del demonio, cada persona en este pueblo era literalmente un magnífico e impresionante espécimen de la fisiología humana. Esto era definitivamente un sueño o una alucinación de alguna clase.

Ni siquiera los Chippendales tenían esos espectaculares músculos. Y ni que decir de las mujeres y jóvenes. Ellos eran el epitome de por qué Kwanghee rechazaba comprar revistas de modas. Si no lo supiera mejor, pensaría que había caído en el agujero de conejo de las extras de Hollywood.

Kwanghee siguió a Jiwon a un gran edificio de madera que le recordó en algo a una película del Rey Arturo de bajo presupuesto. Hecho de entramado y pintarrajeado, era espartano por dentro excepto por gran el fuego que ardía en el centro del edificio, rodeado por mesas largas y bancos de madera. Algo que parecían hierbas secas estaban esparcidos sobre el piso de tierra.

En cuanto Kwanghee entró, se encontró rodeada por magníficos hombres, algunos de los cuales en realidad lo olieron.

—¿Perdónenme? —dijo él, apartándolos—. Esta es mi fantasía y yo preferiría que no hicieran eso.

Un hombre alto y rubio levantó su cabeza de una manera que le hizo recordar a un perro. Él dirigió una fulgurante y cortante mirada a Jiwon.

—¿Por qué trajiste a la puta Katagari aquí?

Jiwon separó a Kwanghee de los hombres y se puso a sí misma entre ellos.

—Él no es una puta. El es una pareja humana aterrorizada que no entiende que le ha pasado. Piensa que se volvió loco.

El hombre rubio se rió.

—Creo que nosotros deberíamos enviarlo de regreso a su compañero de la forma que los Katagaria nos envían a nuestras parejas devuelta —Él dio un paso hacia ellos.

Jiwon sacó la espada de su espalda y lo apuntó con ella.

—No me hagas matarte. Lo traje aquí para protegerlo.

—Entonces cometiste un error.

Jiwon esta horrorizada.

—Somos humanos.

—Siempre —él estuvo de acuerdo, deslizando una peligrosa y satisfecha sonrisa hacia Kwanghee—. Y yo busco venganza lo mismo que tu, mi princesa. Mi compañera está muerta por el abuso que sufrió. Digo que se lo devolvamos en sus parejas multiplicado por diez.

Mientras los hombres comenzaron a adelantarse, un aullido sonó. Todo el mundo se congeló.

Kwanghee se dio vuelta para ver que la puerta detrás de él se abría. Un anciano dio un paso por ella. A su lado estaba un gran lobo gris y marrón.

Como Jiwon, la mitad de la cara del anciano estaba cubierta con un misterioso tatuaje verde.

—¿Qué pasa aquí?

—Suplicamos la restitución moral —dijo Arnulf—. Tu hija ha traído al compañero de un Katagari a nuestra manada. Lo queremos.

El anciano le dirigió una mirada de censura a Kwanghee, y luego miró a Jiwon.

—Tenía que hacerlo Padre —dijo Jiwon mientras bajaba su espada—. No había ningún otro camino.

El anciano ordenó a los demás que los dejaran solos.

Los hombres lo hicieron muy de mala gana. Pero antes de que ellos se marcharan, algunos aullaron como animales. Los otros miraron hacia atrás con expresiones que prometían que ellos tenían la intención de renovar esa discusión.

Por primera vez, Kwanghee estaba asustado. Algo no estaba bien en esta “fantasía”. Si él no lo supiera mejor, juraría esto era real. Pero no podía ser.

¿Podía serlo?

Una vez que estuvieron solos, el anciano los condujo hacia la mesa más apartada en el cuarto; que estaba sobre una tarima. Dos sillas que se parecían a grandes tronos, tallados a mano coronados con cabezas de lobo estaban detrás de la mesa.

—¿Qué estabas pensando, Jiwon? —le preguntó a su escolta.

—Quise protegerlo, Padre. ¿No es eso lo qué un Centinela hace? ¿No debemos proteger al mundo de los animales Katagaria?

Él pareció molesto por sus palabras.

—Pero él está emparejado con uno.

—Ellos no se han unido. Él sólo está marcado. Si lo mantenemos aquí hasta que la señal desaparezca, entonces estará libre de él.

El anciano sacudió su cabeza mientras su lobo vino a oler a Kwanghee.

Kwanghee lo miró fijamente, preguntando si se quedaría lobo o se convertiría en algo más.

—¿Por qué no solamente matan a su compañero? —preguntó el anciano.

Jiwon apartó la mirada.

El anciano soltó un suspiro cansado.

—Te dije de matarlos hace siglos, hija.

La cólera llameó en sus ojos.

—Intenté matarlo, ¿recuerdas? Él se puso demasiado fuerte.

El anciano hizo un sonido de repugna en el fondo de su garganta.

—Él es tuyo para que lo protejas. Reuniré a los demás, y esta vez cuando él venga, terminaremos lo que fue comenzado.

Jiwon asintió, luego hizo señas a Kwanghee para que la siguiese. Ella la condujo a través de los tronos, a un estrecho corredor que conducía a un grupo de cuartos del edificio.

El lugar era principalmente espartano, pero realmente tenía algunas comodidades interesantes, como una gran cama acolchada y pieles, y novelas del siglo veintiuno.

Kwanghee tomó la de Yamato Shichi “Heart for two” y se rió. Oh sí, buen sueño ahora.

—¿Por favor podrías conjurarme una Coca Cola? —le pidió a Jiwon—. Siento la necesidad de una.

—No, no puedo. Esto requeriría que me adelantara en el tiempo para conseguir una y mis poderes para hacer eso me han sido quitados —Su tono era enfadado y amargo—. Es por eso que tuve que convocar al demonio para traerte.

—¿Quién tomó tus poderes?

—Mi compañero —Jiwon escupió las palabras—. Él me robó mucho, pero no tengo ningún miedo. Su hijo no te violará. Yo me ocuparé de eso.

Kwanghee devolvió el libro al pequeño montón sobre la mesita de noche.

—Sabes... nada de esto tiene un poco de sentido para mí.

Jiwon puso sus manos sobre sus caderas mientas que lo enfrentaba.

—¿Entonces cuanto sabes sobre esto? El supuesto hombre que te tomó, Kevin, es un lobo que fui obligada a dar a luz a hace más de cuatrocientos años. Y si yo pudiera, lo mataría por ti.

—¿Perdón?

Jiwon lo ignoró mientras se explicaba.

—Como muchas parejas, cuando yo era joven, era estúpida. En mi primera misión con mi patrulla de Centinelas para cazar lobos Katagaria, fui capturada por nuestros enemigos, quienes pensaron que sería una gran diversión que me violaran por turnos.

Kwanghee se sintió enfermo al oír la historia de Jiwon. Una ola de dolor comprensivo lo consumió.
Esta pobre mujer. El no podía imaginarse nada peor. Y ella era la madre de Kevin...

Con sus labios con un rictus de desprecio, Jiwon sacudió su cabeza.

—Pero los Destinos son a menudo crueles y yo, como tu, me encontraba emparejada con uno de aquellos animales que me habían hecho daño. El padre de Kevin me mantuvo cautiva durante semanas mientras abusaba de mí más, intentando hacerme aceptarlo como mi compañero. Ellos no pueden, tu sabes. La Aceptación está estrictamente en nuestras manos. No en las de ellos.

Esto no podía ser verdad. No. Kwanghee estaba soñando, aunque por qué estaba soñando esto, no tenía ni idea.

—Tu no te pareces a Kevin.

Un odio puro, inalterable, brilló en los ojos de Jiwon.

—Él se parece a su asqueroso padre.

Kwanghee frunció el ceño cuando recordó a Dongjun diciendo esto. Ah, su mente le jugaba de nuevo con su alucinación. Tenía sentido.

De alguna clase.

¿Pero por qué inventaría un cuento tan trágico? Kwanghee nunca había sido de la clase de personas que desearan el mal a alguien, aún menos a la madre de Kevin.

¿Esto podría ser real? ¿Esto era posible?

Kwanghee se movió hacia la mujer rubia y tomó sus manos en las suyas para estudiar sus palmas.

—Tu no tienes una señal.

—No. Si el emparejamiento no es consumado dentro de tres semanas, la señal se decolora y las parejas somos libres de ir por nuestro propio camino. Los machos se vuelven impotentes por el resto de nuestras vidas.

Kwanghee frunció el ceño hacia ella.

—¿Tu dejaste a su padre impotente?

Un destello malvado apareció en los ojos

—Le dejé más que eso. Una vez que mis hijos nacieron, tomé a mis tres niños humanos y abandoné a mis tres cachorros con él, entonces castré al bastardo por lo que me había hecho. Estoy segura que no pasa un día donde él no lamente no haberme matado cuando tuvo la posibilidad.

Kwanghee se abatió con el pensamiento.

—¿Por que estoy soñando esto? —se preguntó—. No entiendo esta pesadilla.

Jiwon sacudió su cabeza.

—Esto es verdad, Kwanghee. Sé que en el mundo humano cosas como las que describo no pasan. Pero debes creerme. Hay cosas que viven junto a ti en el mundo de todos los días que tu nunca comprenderías que están allí.

Un segundo Jiwon estaba de pie delante de Kwanghee y al siguiente, la mujer era un enorme lobo gris y blanco que se parecía aterradoramente a su mascota adoptada.

Kwanghee se tambaleó hacia atrás. No, esto no es verdad. Esto no lo era.

—Quiero ir a casa —dijo en voz alta—. Tengo que despertarme. ¡Por favor, Dios, déjame despertar!



Kevin se salió de su trance cuando comprendió donde estaba su compañero.

Kwanghee estaba en la patria de su madre. Un lugar donde él había jurado nunca volver. Él sólo había estado allí una vez. Hacía mucho, cuando él había acordado con Shindong para que lo ayudara a encontrar a su madre de nacimiento.

Desde ese día, Kevin no sabía por qué había querido encontrarla. Tal vez fueron todos los años viviendo con un padre que lo odiaba y él quiso ver si había alguna oportunidad de que su madre pudiera tolerarlo.

O tal vez porque se había hecho humano, él pensó que ella podría aceptarlo. En cambio, ella había intentado matarlo.

—Maldigo el día que te parí.

Sus palabras todavía resonaban profundamente dentro de él y ahora ella había asestado el golpe final. Ella había acordado con un demonio para tomar a su compañero. Ningún Were-Hunter podía quitar a un humano de su período de tiempo sin el permiso del humano. Sólo los demonios y dioses estaban exentos de esa regla.

¿Pero por qué? ¿Por qué su madre había llevado a Kwanghee atrás a la Era Oscura de Gran Bretaña? Él no confiaba en su madre. Su odio por él y por su padre era demasiado grande.

Kevin no confiaba en ningún humano.

No, Kwanghee era su responsabilidad, y la última cosa que él necesitaba era ser dejado solo con una manada Arcadiana en el pasado donde él había nacido.

Él tendría que ir y reclamarlo y devolverlo a casa.
Sólo que esta vez, él no tenía ningún refuerzo. Él entraría solo.

Él sólo esperaba sobrevivir al encuentro. Si no, Kwanghee podría encontrarse atrapado en el pasado por la eternidad.



Mientras las horas pasaban lentamente estando Kwanghee confinado a su pequeño cuarto, aprendió una cosa.

Esto no era un sueño.

No sabía cómo eso era real, pero no tenía ninguna otra opción excepto aceptar el hecho que este no era el episodio del manicomio de Buffy , o una ilusión. Toda esta gente era real y ellos tenían la peor comida que había intentado comer.

Nada le asombraba que todos fueran tan condenadamente delgados.

Apenas había tocado su bandeja de alimentos que estaba sobre la mesa de noche con los libros. Kwanghee deambulaba por el cuarto, mientras escuchaba a la gente en el pasillo discutir lo que ellos deberían hacerle.

Esto se ponía más horripilante a cada minuto.

De repente sintió un movimiento detrás de él. Kwanghee giró para encontrarse a un hombre parado que le recordó a Kevin. Estaba vestido en cuero antiguo y piezas de armadura. Como Jiwon, él tenía una espada atada a la espalda con una correa.

Él le miró en una manera que definitivamente le hizo recordar a la de un animal salvaje que examina su presa.

–¿Quién es usted? —le preguntó.

Él no habló. En cambio, se acercó para poder tomar su mano en la suya y mirar su palma marcada. El odio ardió en sus ojos.

Antes de que pudiera parpadear, Kwanghee se encontró de algún modo sacado de su cuarto y en el centro del edificio donde se encontraba el grupo más enfadado de gente del planeta. Se sintió como si fuera la única roca caliente en un nido de víboras.

Sus voces ruidosas aumentaron diez veces su volumen cuando ella apareció.

— ¿Por qué lo has traído aquí? —Sonó el grito del anciano

El parecido a Kevin echó una mirada malévola a Kwanghee.

—Pido un castigo contra su compañero.

La aceptación se hizo eco en la muchedumbre.

—No —dijo Jiwon mientras empujaba para abrirse camino entre la muchedumbre para alcanzarlos.

—¿Qué pasa, Madre? —Preguntó desafiante cuando se volvió hacia Jiwon—. ¿Han cambiado tus sentimientos por los animales que nos cazan?

—Tú lo sabes bien.

—Entonces déjanos devolverles lo que ellos nos han dado.

Jiwon sacó su espada sobre su hijo.

—Tomé el juramento de Centinela para proteger...

—¿A una puta Katagaria? —preguntó el hombre, interrumpiéndola. Él empujó a Kwanghee hacia Jiwon—. Él apesta a su olor. Digo que lo liquidemos de una vez por todas.

Una aclamación sonó. Kwanghee tembló con el terror.

—¿Padre? —dijo Jiwon al anciano—. ¿Este es el modo en que debe ser?

El anciano se tomó su tiempo explorando a la muchedumbre antes de enfrentar a su hija.

—Deberías haberme consultado antes traerlo aquí, Jiwon. Buscaste la protección de uno de nuestros enemigos cuando no hay una sola familia entre nosotros que no haya sido desgarrada por los Katagaria. Dioses del Olimpo, mira lo que ellos le han hecho a nuestra propia familia. He perdido la cordura de tu madre y a todos mis hijos, salvo tu, por ellos. Tu apenas conseguiste escapar de sus garras y eso sólo porque lograste rechazarlos. ¿Ahora pides clemencia para uno de ellos? ¿Te has vuelto completamente loca, también, hija?

Él dirigió una mirada menos que comprensiva a Kwanghee.

—Pondremos el castigo a votación. ¿Quiénes de ustedes dicen sí?

El rugido fue tan ruidoso que Kwanghee tuvo que cubrirse sus oídos.

—¿Quién dice no?

—Yo —dijo Jiwon, pero era una solitaria voz en la muchedumbre.

El anciano agarró su bastón y suspiró.

—Esto está decidido, entonces. Preparen al humano para el castigo.

—¿Qué pasa? —preguntó a quienes lo agarraron.

—Lo siento tanto, Kwanghee —dijo Jiwon antes que fuera apartada—. Por favor perdóneme.

¿Perdonarla por qué?

—¿Perdónenme?! —gritó Kwanghee gritó histéricamente mientras intentaba quitarse las manos de mujer sobre él. Era inútil. —¡Por favor díganme qué va a pasar!

La más alta de las mujeres se dirigió a ella con un gruñido.

—Por el apareamiento con un Katagaria, sólo hay un castigo. Te darán a los hombres sin pareja de nuestro clan.

—¿Darme a ellos cómo?

La apariencia de la cara de la mujer lo dijo todo. Ellos tenían la intención de violarlo. Kwanghee gritó y luchó con todo lo que tenía.



A Kevin le tomó un minuto conseguir orientarse cuando llegó a la antigua Bretaña. Los viajes en el tiempo siempre lo desorientaban. Le tomaba mucho de sus poderes saltar en el tiempo.

También tenía que ser cuidadoso ahora. Si él enviaba sondas para localizar a Kwanghee, podrían ser interceptados por su madre o su gente. No es que él les temiera. Pero no quería ir a la guerra sin un ejército.

En este período de tiempo, la gente de su madre gobernaba. Su abuelo era el Regis de uno de los clanes de lobos más poderosos y se decía que los buenos viejos habían matado más Katagarias que cualquier otro Centinela en su historia.

Kevin inspiró profundamente cuando divisó el pueblo del otro lado del seto donde él estaba agachado. Ellos lo esperarían.

En cierto modo.

Kevin oyó algo crujiendo en el bosque detrás de él. Girándose, esperaba que fuera un animal salvaje o alguien de la gente de su madre.

No lo era. Era Dongjun.

Kevin no podía haber estado más sorprendido si hubiera encontrado a su madre directamente frente a él. Al menos esto habría tenido sentido. La presencia de Dongjun no la tenía, en absoluto.

El lobo cambió al instante a su forma humana, quedando boquiabierto de horror por su desnudez ante Kevin, quien rápidamente apartó su mirada.

—¿Qué diablos haces aquí? —Se preguntaron el uno al otro simultáneamente.

—Ponme algo de ropa —dijo Dongjun gruñendo las palabras mientras se tapaba con sus manos.

Antes de quedar ciego, Kevin rápidamente aceptó y vistió al lobo con vaqueros negros y una camiseta.

—¿Por qué estás aquí, Dongjun?

Él masculló.

—Hago lo que le dije que haría. Llevo la tessera lejos de ti y de Kwanghee, sólo que tu estás aquí mientras ellos están ahí —indicó Dongjun airadamente a una colina no muy lejos—. Se supone que estás en Nueva Orleans, idiota, no en Bretaña.

Sospechando de Dongjun, Kevin frunció el ceño.

—¿Por qué trajiste la tessera aquí?

Dongjun le dirigió una mirada siniestra.

— Porque este era el camino más fácil que conocía para eliminarlos de una vez. No puedo hacerlo solo y pensé que las moles de Jiwon conseguirían cortar en pedacitos a una de las tesseras de Juhak.

Kevin hasta estaba más confundido y suspicaz que antes.

—¿Tu conoces a Jiwon?

Dongjun puso sus ojos en blanco.

—Sí, ella alegremente me persiguió y me dejó por muerto varias centurias atrás. ¿Quieres ver las cicatrices?

Kevin sintió el olor de Heejun acercándose a ellos.

Dongjun lo agarró al brazo y lo arrastró hacia un bosquecillo de árboles.

—Mira, estamos en serio peligro aquí. Los Arcadianos nos odian con pasión.

—Lo sé.

—No, no lo sabes —dijo Dongjun, su tono gravemente serio—. Realmente no sabes cuanto pagarían por tenernos a nosotros dos para el desayuno. Tenemos que conseguir salir de aquí.

Kevin liberó su brazo.

—Kwanghee está en aquel pueblo y no voy en ninguna parte a no ser que él esté conmigo.

Dongjun maldijo.



2 comentarios:

  1. No pues,ahora las cosas sí que se pusieron difíciles...par todos.
    Empezando por kwang...lo van a dar como ofrenda a quienes no tienen pareja para semejante atrocidad...no pueden....ah,no entiendo a esa disque familia....estan todos locos.
    Al menos kevin supo donde buscarlo,ahora a ver que contratiempo pasa....la mujer esa esta cer y el niño lindo tiene otros planes...pero jevin no se irá son kwang....debe moverse más rápido si quiere salvarlo....corre kevin

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  2. Oh no, ahora si que se complico mucho la cosa, Kanwg, va a ser violado y si kevin va lo van a matar su propia madre lo odia como puede ser esto si finalmente son sus hijos ¿que va a pasar ahora?, espero que Kevin pueda rescatarlo de esto.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...