Era un sueño hecho realidad encontrar a un compañero tan rápido y tan
fácilmente. La mayoría de su especie pasaba siglos buscando. Y muchos morían
sin haber encontrado nunca a su pareja.
En teoría, era afortunado y, no obstante, estaba furioso porque fue unido
a un hombre Katagari. ¡Hablando de saltar de la sartén al fuego! En la mañana,
su peor temor era ser esclavizado a una manada Katagaria.
Ahora esta atrapado incluso mucho más que antes. Si abandonaba a Siwan,
nunca podría tener hijos. Él era el único que podía dárselos.
—Malditas hormonas —gruñó, mientras se le llenaban los ojos de lágrimas.
Era difícil pensar con claridad. Alguien lo agarró desde atrás.
—Te tengo —dijo una voz profunda y masculina en su oído. No era Siwan.
La pantera en su interior rugió, rechazando todo hombre que no fuera su
compañero. Giró y, sin pensarlo, golpeó, alcanzando la entrepierna del extraño.
Doblándose, él siseó por el dolor. Pero antes que él pudiera escapar,
otro hombre lo tomó del brazo.
Heecheol se paralizó cuando se dio cuenta que él era una copia exacta e
igualmente apuesta del hombre al que recién había golpeado.
—Jae —El gruñido letal cortó el tenso aire y Heecheol sintió un escalofrío
por la espalda. La voz de Siwan amenazaba a violencia y muerte—. Suelta a mi
compañero, muchacho.
La pantera que lo sujetaba lo soltó instantáneamente y maldijo.
—Tienes que estar bromeando.
Siwan negó con su cabeza, al mismo tiempo que se unía a ellos.
—Ojalá lo estuviera —Miró con el ceño fruncido al otro hombre, quien aún
estaba doblado—. ¿Estás bien, Woon?
—Sí —dijo él, haciendo una mueca cuando se obligó a enderezarse. Su
rostro aún tenía una tremenda sombra roja y estaba jadeando—. Es solo mi suerte
que encontraras un compañero con tal mal humor como el tuyo.
—Eso me ofende —dijo Heecheol. Woon lo miró con un ceño amenazador.
—Y yo me siento ofendido por la repentina necesidad de recuperar mi
testículo. ¿Sabes? Me gustaría ser padre algún día.
Jae se rió ante la incomodidad de su gemelo.
—Yo solo estoy contento de que lo hayas atrapado primero.
Woon lo miró con desprecio.
—Cállate.
Siwan puso los ojos en blanco antes de presentar a sus hermanos.
—Heecheol, estos son mis hermanos Jae y Woon.
Heecheol no tenía idea del tipo de... criatura a la que los Destinos lo
habían unido. Era el único con un envenenamiento por sobrecarga hormonal.
Honestamente, no podía culpar a Siwan si empezaba a estrangularlo.
Sólo quería poder ser él mismo por unas cuantas horas para poder
considerar mejor todo esto.
—Bien, veo que todos ustedes lo encontraron.
Heecheol miró atrás de Jae para encontrar al primer hermano que conoció.
Irónicamente, era el único cuyo nombre desconocía.
—Cállate, Romeo —dijo Jae irritadamente—. No creas que no sabemos que
fuiste tú quien esparció su aroma por el hotel para volvernos locos. Casi muero
cuando agarré a Simi por error y ella sacó una botella de salsa de barbacoa
para rociarme con ella. Si Ash no hubiera llegado a tiempo, esa maldita demonio
me habría comido con mucho gusto.
Romeo rió sólo por un instante antes de ponerse serio. Olfateó el aire.
—¡Oh, mierda! —dijo en voz baja cuando pasó su mirada de Heecheol a Siwan—.
¿Son pareja?
—Sí —dijo Siwan—. Gracias, Romeo. Si no hubieras tenido su aroma sobre
ti, no habría sido capaz de localizarlo tan fácilmente. De verdad aprecio el
mapa de carreteras.
Heecheol se puso rígido ante el sarcasmo de Siwan.
—Gracias por hacerme sentir realmente mal. ¿Sabes? Podrías tratar de ser
un poco más positivo sobre esto.
—Cierto —dijo Romeo—. Él es arcadiano y es probable que casi no
vagabundee por ahí.
Fue el turno de Heecheol de ser «encantador».
—Sólo piensa, ahora todos ustedes tienen un niñero para sus camadas y
alguien mucho más débil a quien golpear cuando estén enojados con sus enemigos.
Las cuatro panteras lo miraron con el ceño fruncido.
—¿De qué estás hablando? —preguntó Siwan.
—Eso es todo lo que quieren de mí ¿Verdad?
Él lo miró horrorizado.
—Tú eres mi compañero, Heecheol, no mi sirviente. Cualquiera de mi
manada, incluyendo mis hermanos, que te falte el respeto, me falta el respeto a
mí. Y créeme, esa es la única cosa que nadie haría jamás.
Su sinceridad lo conmovió. Realmente lo decía en serio.
La gratitud y felicidad empezó a salir de su interior, y por primera vez
desde que su padre lo había entregado a sus enemigos, tenía alguna esperanza
real y verdadera.
—¿En serio?
—Puede que seas arcadiano —dijo Romeo—, pero ahora eres parte de nuestra
manada y te trataremos como tal.
—¿Pero y los niños de los que me hablaste? —preguntó Heecheol a Romeo—.
¿No me quieren para que los cuide?
—Ellos son mis hijos —dijo Romeo—. He estado criando cachorros y hermanos
por más de trescientos años, hasta Siwan. ¿Por qué cambiaría eso ahora?
Pero él supuso que...
—¿Quién los cuida mientras ustedes no están? —preguntó.
Fue Woon quien respondió.
—Un hermano y un primo.
—Sí —dijo Siwan—. Ellos son buenos con los cachorros. Son Frick y Frack
quienes fastidian y se meten en problemas.
Woon lo miró molesto.
—Realmente me gustaría que dejaras de llamarnos así.
—Cuando pasen su difícil etapa adolescente, lo haré —Siwan miró su
reloj—. ¿Qué será en...? ¿Cincuenta o sesenta años más?
—Somos mayores que él —dijo Jae, señalando a Heecheol.
—Sí, pero él tiene algo que ninguno de ustedes tiene.
—¿Y qué es?
Siwan se frotó los ojos como si le empezara a doler la cabeza.
—Si no pueden ver lo que tiene y ustedes no, necesitan mucha más ayuda de
la que pensaba.
Jae hizo un ruido de disgusto.
—No voy a permanecer aquí y ser insultado. Puesto que no puedo tocar a tu
joven sin perder un miembro o mis bolas, voy a perseguir algo un poco menos
peligroso.
Siwan y Romeo intercambiaron una mirada divertida que era completamente
traviesa.
—¿Por qué no tratan una de las salas de filking? —preguntó Siwan—. Le oí
a Shindong que suceden muchas cosas salvajes ahí.
Los rostros de los gemelos se iluminaron.
—Eso suena bueno y sucio para mí —dijo Woon—. Perfecto. Nos vemos.
Heecheol rió cuando los gemelos se alejaron rápidamente.
—Sabes que filking es solo ciencia-ficción folclórica cantada ¿Verdad?
Siwan rió perversamente.
—Lo sé. Sólo me gustaría estar ahí cuando ellos se den cuenta también.
Romeo negó con la cabeza.
—Ustedes son malos con ellos. Es increíble que no te hayan matado
mientras duermes.
Siwan se burló.
—Sí, correcto. Esos tontos son afortunados de que los tolere.
—Y aún así, lo haces —dijo Heecheol, sonriendo ante el conocimiento—.
¿Por qué, Siwan?
Romeo le devolvió la sonrisa.
—Porque mi hermano posee un corazón que odia confesar que tiene.
—Cállate, Romeo.
—Es tu compañero, Siwan. Sé honesto con él. No dejes que el pasado te
amargue para siempre. Él no es Heesun,
¿sabes?
Siwan gruñó y se abalanzó sobre Romeo, quien retrocedió con la velocidad
del rayo.
—Nos vemos —dijo Romeo antes de dejarlos.
—¿Heesun? —preguntó Heecheol tan pronto estuvieron solos... o al menos tan solos como podía estar una pareja en una multitud de miles
de personas.
Siwan no respondió. Por su expresión, se podía decir que él estaba
pensando en algo muy doloroso.
Su corazón le dolió ante la idea. ¿Era un antiguo amante?
—¿Quién era?
Él dejó escapar un largo y cansado suspiro antes de responder.
—Ella era la compañera de uno de mis hermanos mayores. Él era el líder de
la manada antes que lo fuera yo y amaba a su compañera más que a su vida.
Heecheol se compadeció de la pantera.
—Déjame adivinar. Ella lo traicionó.
—No —dijo él para su sorpresa—. Ellos estaban muy unidos, y una noche,
mientras ella regresó de uno de sus viajes, arremetió contra él cuando estaban
teniendo sexo y le cortó la yugular. Ambos murieron antes de que él pudiera
conseguir ayuda.
Heecheol se tapó la boca cuando se imaginó el horror. Una vez que los
hombres-pantera unían sus vidas con su compañero, ninguno podría vivir sin el
otro. Si uno moría, ambos lo hacían.
Qué terrible que Bonita los haya matado en un acto de pasión irreflexivo.
—Lo siento mucho —susurró.
—Gracias —respondió él calmadamente—. Fue un maldito desperdicio de dos
panteras decentes —su mirada le penetró—. Esa es la razón por la que nunca
quise a un Katagari como compañero e incluso como amante. No quiero que mis
hijos queden huérfanos porque yo bajé la guardia y me dejé expuesto al ataque.
—Nunca te atacaría.
—¿Cómo lo sabes?
—Bien —dijo cuando empezaron a moverse por el vestíbulo—, ahora mismo no
sé ni siquiera cómo transformarme en una pantera. Si eso te hace sentir seguro.
Traté de hacerlo hace un par de días atrás y todo lo que logré fue una cola que
era muy difícil de ocultar hasta que me dormí y desapareció.
Siwan rió, y aunque podría ofenderse de que se estuviera riendo de su
desgracia, no lo hizo. Había algo en él que era verdaderamente encantador.
—Nunca antes había escuchado que sucediera eso —dijo él.
—Quédate a mi lado. Toda clases de cosas raras me han estado sucediendo
últimamente.
Él le apartó el pelo de su rostro.
—Pienso que podría hacer eso. Si no te importa.
Por alguna razón, eso le confortó. Era muy divertido estar con Siwan.
Cuando no estaban peleando.
—¿Qué esperas de tu pareja, Siwan?
Él se encogió de hombros, luego lo rodeó con su brazo cuando llegaron a
la mesa del banquete que estaba lleno de artículos.
—Nada más de lo que quisiera otra pantera, supongo. Espero que vengas a casa
cuando estés en celo y me dejes cuando no lo estés.
Era demasiado bueno para ser cierto.
—¿Me dejarías partir si así lo deseo?
Él frunció el ceño.
—Es la naturaleza de nuestra especie, Heecheol. ¿Por qué debería
detenerte?
—Pero la otra manada...
—No tiene sentido —dijo él, interrumpiéndolo—. Hay algo profundamente mal
que alguien trate de lograr que una pantera actúe contra su naturaleza. Es algo
que esperaría de un arcadiano, pero no de un Katagari.
Heecheol le sonrió y en ese momento sintió que experimentaba otra oleada
hormonal. Por el repentino aspecto salvaje en el rostro de Siwan, pudo decir
que él también la sintió.
Su brazo lo apretó más fuerte.
—¿Podemos esperar? —preguntó rápidamente—. No quiero ir corriendo a
emparejarme contigo hasta que hayamos aclarado algunas cosas.
Aun cuando el sexo con él despejaría su cabeza, su corazón humano quería
más entre ellos que sólo una relación física. Quería conocer la parte humana de
su compañero.
—¿Como cuáles? —preguntó Siwan.
—No lo sé —respondió con sinceridad—. En mi corazón sé que comprometerme
contigo es lo mejor para nosotros dos. Probablemente lo único, puesto que no
tengo una manada que me proteja. Pero mi parte humana desea conocerte mejor
antes de dar ese paso tan permanente.
Para su alivio, él no trató de impedirlo u obligarlo.
—¿Qué quieres de mí?
—Sólo que estés conmigo como humano por un rato y me dejes conocerte
¿Vale?
Siwan afirmó con la cabeza, a pesar de que lo que realmente deseaba era
tomarlo, llevarlo a la planta superior y darle lo que ambos cuerpos anhelaban.
Pero Heecheol era joven y estaba asustado. Éste era un paso trascendental
para ambos. La unión era para siempre y no era algo para tomarlo a la ligera.
Ser bondadoso con alguien más era muy extraño en él. Entendía la lealtad.
La obligación.
Pero el amor y la ternura...
Las panteras no soñaban con tales cosas. Sólo entendían sus necesidades
inmediatas. Las de alimento, protección y sexo.
Hijos.
Y, no obstante, él quería algo más de Heecheol. Algo más profundo.
Quería su aceptación.
Su contacto.
Era estúpido. ¿Para qué necesitaría esas cosas? Tenía dinero. Poder.
Magia.
Podía forzarlo a hacer cualquier cosa que quisiera. Pero aún así no le
daría lo que él deseaba.
Su corazón.
Él maldijo su mitad humana. Suspirando, lo condujo hacia el restaurante
del hotel, donde podrían conseguir algo de comer.
La noche cayó rápidamente, mientras Heecheol y Siwan seguían alrededor de
varias tiendas y conciertos, donde las bandas alternativas mostraban sus
equipos y talentos. Siwan parecía tener una habilidad para encontrar los
intérpretes realmente buenos, quienes estaban entusiasmados de que les
ofreciera dinero para tocar en su club.
—¿Desde cuándo tienes tu club? —le preguntó cuando él compró tres CDs de
una banda llamada Super Junior, que había tocado antes, afuera de las salas de
conferencia en el Hyatt.
—Casi treinta años.
Wow, eso era mucho tiempo. Siwan se veía bien para un hombre que tenía
más de doscientos años de edad.
Realmente bien.
—Y los humanos no se dan cuenta que siempre estás ahí y que nunca
envejeces?
Él negó con la cabeza.
—Cuando abandonan el Triangle, alteramos un poco sus mentes. Incluso si
fueran todas las noches, nunca recordarían a los que no envejecemos y no
cambiamos.
—Eso debe ser agradable. En mi... —dudo decir “manada”, puesto que lo
habían expulsado—. En mi mundo, nos mantenemos alejados de los humanos tanto
como sea posible.
—¿Y cómo es el futuro de donde vienes, de todos modos?
—No muy diferente de este. ¿No has ido nunca?
—No desde que era un cachorro. Cuando controlé por primera vez mis
poderes para viajar en el tiempo. Esperaba visitar algunos. Pero después de un
rato, me aburrí. Las cosas y los lugares cambian, pero las personas no. Así que
decidí quedarme con mi manada y no preocuparme por el pasado o el futuro.
A Heecheol le encantaría poder saltar en el tiempo de esa forma. Era toda
una libertad y algo que
nunca había conocido.
—¿Puedes enseñarme a usar mis poderes de esa forma? — preguntó.
—Por supuesto.
El sonrió. A ninguna de sus hermanas, quienes habían sido enviadas a esta
época, se les había enseñado nada. Los Katagaria no les dejaron desarrollar sus
poderes por temor de que los abandonaran. Algunas de ellas incluso habían sido
obligadas por los Katagaria a llevar collares metriazo para asegurarse que
ninguna fuera capaz de usar jamás su magia.
Eso era mezquino y cruel.
Esta saga me esta gustando
ResponderEliminarAsgagsfsg ya quiero el otro capítulo. El sicheol me ha atrapado comadre.
ResponderEliminarLo dicho.....Romeo ayudo y bastante...xD
ResponderEliminarWs normal que Cheol tenga esos temores,su vida en el futuro se rige de otra forma,acá las cosas aún son un poco más civilizadas para las parejas...al menos no es nada de lo que él esperaba.
Esto cambiará el futuro....por algo al mandado a las parejas al pasado